Por Marlen Mendoza
Anduve perdida un tiempo, vaivenes de la vida supongo, a bien he tenido un tema dándome vueltas constantemente, nació una ocasión platicando con un excelente amigo y colega andes de apoyarlo en una clase sobre crítica arquitectónica; le comentaba que había visto el cartel de Mextrópoli 2016, tal cual. Lo que me saltó a la vista fue el modo en que estaban comercializando un evento de tal magnitud ¿de cuándo acá, un congreso sobre arquitectura y ciudad se presenta a sí mismo como evento de OCESA?
“Vive la ciudad extraordinaria” dice su eslogan, vaya cinismo. El Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad, a realizarse del 5 al 8 de Marzo del 2016, y cito su descripción desde su página web (www.mextropoli.mx):
¿Qué es Mextrópoli?
MEXTRÓPOLI, Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad es la ventana que se abre cuatro días al año para vivir a través de la arquitectura, una ciudad extraordinaria.
La ciudad de México se convierte en el más importante y diverso escenario para pensar, crear, diseñar y disfrutar la ciudad. Fomenta el ejercicio creativo, crítico y participativo entre la ciudadanía a través de conferencias, diálogos, talleres, rutas, pabellones y actividades al aire libre que convierten a la ciudad de México en el abanderado de la arquitectura y el urbanismo mundial. El único foro en Latinoamérica que reúne en 4 días más de 22 mil personas diseñando ciudad: estudiantes, ciudadanos, profesionistas, turistas, creativos, servidores públicos, artistas, líderes de opinión y expertos en la materia para generar conocimiento, intercambio y una nueva visión de ciudad a través de la arquitectura.”
Mextrópoli (c) http://mextropoli.mx/
Ahora, claramente suena a un discurso encantador, sin lugar a duda atrae la atención e incentiva el deseo por ser parte de una premisa tan alentadora y si a eso le añadimos la plantilla que participa éste año, como nada más y nada menos que Rafael Moneo (ganador del Pritzker en 1996), Tom Mayne (Pritzker 2005) Bjarke Ingels (BIG), Alberto Kalach (ser Kalach) Rafael Barajas (El Fisgón, monero) entre otros, podría desatar el furor irrisible, ávido de correr a cualquier centro ticketmaster y por unos 2900 pesos precio VIP o ya en el poormode aflojando 990 pesos (si es que no es usted estudiante y logró juntar a sus cuatitos y le entra al paquete-estudiante); la sede es el teatro Metropolitan (guiño, guiño), cabría mencionar que los boletos, como en el Corona Capital, se venden por fases, así que dependiendo del bolsillo y desenfrene consumista es si obtiene unos baratos o le tocan en tercera fase a precio de ver a Blur o Muse (sólo que sin la diversión y las chelas).
Quiero dejar en claro que, considero una iniciativa interesante, sabemos que es de suma importancia traer mesas de dialogo, conferencias y festivales culturales que enriquezcan nuestro criterio y experiencias sociales, más allá del futbol y las luchas; sin embargo ésas intenciones son meramente una máscara, el objetivo a perseguir es alimentar un imperio que se ha ido construyendo piedra a piedra por fanáticos de la plástica y la pseudo-estética, aquellos que alimentan el ego y la postura del arquitecto como un ser omnipotente casi divino, poseedor de todo conocimiento pero al mismo tiempo es frágil, humilde y misterioso. ¡Sarta de babosadas!
Al final del día no pongo en duda la calidad y prestigio de los ponentes, tampoco el billetote que deben cobrar para venir aquí (si mis queridos niños, ellos cobran por cada conferencia, incluido el hospedaje, comida y transporte), lo que es alarmante es la mediatización y consumismo que detona una práctica como ésta. Sesga a los interesados comenzando por los precios de los boletos, y porque a bien, involucra otras actividades que implican recursos, sin mencionar al selecto grupo de profesionales que se la viven publicando sobre los cocteles VIP y eventos privados en el marco del festival, dejando de lado los temas y discusiones realmente importantes más allá de la mera descarrilada social; muy su derecho dirían algunos.
Arquine, sabemos, es un imperio. Ha logrado comercializar con algo que en nuestro país no era tan popular como lo es ahora, de pronto hubo un boom voraz alrededor de todo lo involucrado con el diseño: arquitectura (de interiores), diseño industrial, textil, etc. Lograron no solo atraer al público especializado, sino también a personas que simplemente tomaron sus publicaciones como un medio educativo, aquello que está bien, la guía del buen gusto, cosa sabemos de sobra es una mentira.
Claro que hay artículos de Arquine de carácter divulgativo e informador, pero eso no significa que cuente con un contenido sólido que pudieras usar como fuente o referencia para una tesis, por ejemplo. No tengo el gusto de conocer a Miquel Adrià pero es evidente que el señor es un visionario y un magnifico empresario, pues ha llevado un proyecto que en un inicio parecía poco ambicioso hasta erigir su propia escuela: ¿Ya conocen CENTRO?

Para aquellos despistados como yo, que apenas supe de su existencia el año pasado, CENTRO es un instituto de diseño, arquitectura y cine. Llegué a ella por un anuncio en Twitter, para la convocatoria de su maestría en vivienda, lo primero que llamo mi atención fue el afiche promocional, muy editorial, con un slogan conmovedor: “De la célula al edificio”; también tienen un mensaje bastante inspirador en su página de inicio:

No sabía si reír o llorar, independientemente de la poca seriedad que reflejen afirmaciones de tal índole, lo que quizás me causo un revuelo estomacal fue aquello de “el negocio de la creatividad”, ¿negocio para quién?
Revisé su plan de estudios y las materias que imparten, al menos de nombre son una tomada de pelo, entre más rimbombante y barroco suenen mejor, sin exponer un análisis racional ante ello, no soy experta en pedagogía ni pretendo sonar como alguna, y aunque el plan de estudios de mi alma mater (UNAM) ha sido por demás demeritado y tirado al lodo pinta significativamente mejor, cuando menos es coherente.
Eché ojo de la plantilla docente, efectivamente está formada de profesionales por demás capaces y algunos sobresalientes, lo curioso es que varios de ellos son alegres colaboradores activos de las publicaciones en Arquine, incluido el jefe de jefes Miquel Adriá ¿coincidencia o destino?
A mis ojos, este instituto parece creado por las mismas manos detrás del gigante Arquine, con todo y sus fanáticos, que leen ávidos desde la media superior sus publicaciones aspirando así a estudiar en la universidad Arquine, claro está con su debido tributo monetario, que asumo no debe ser nada despreciable. Me bastó leer toda la paja pseudo poética con la que describen sus carreras, especialidades y maestrías, para cuestionarme seriamente el aporte académico de la institución. Sin duda un centro para moldear al “profesional refinado” aquel que sólo ve la belleza formal y deifica la arquitectura de revista, al entrepreneur de vocación adiestrado e influenciado por un medio que se ha enfocado a convertir una profesión dirigida a satisfacer una necesidad social en un monigote engreído y petulante, convencido de que es lo mejor que le pudo pasar al diseño y que como él nadie, brindándonos la gracia de su presencia pero sobre todo de su arte.


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Sobre la autora: (Guanajuato, México – 1988) Arquitecta egresada de la UNAM campus CU en 2012, colaboró como docente de la asignatura representación gráfica por un periodo de 3 años. Para el 2010 incursiona en el interiorismo, posteriormente se especializa en diseño arquitectónico, desarrollo y coordinación de proyectos residenciales, ramo en el que se desenvuelve actualmente. También escribe para ArKeopatías, Portavoz y ERRR-Magazine, sus textos se enfocan desde la crítica arquitectónica, el cine y la literatura, reflejando una visión peculiar sobre su relación con la cotidianidad y su impacto a nivel social. Se interesa en temas relacionados con el arte, ilustración, arquitectura, cine, música y literatura.
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Versión para imprimir y descargar aquí // Imágenes tomadas del sitio: http://www3.centro.edu.mx/centro/
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Hola, no sé donde buscaste esta información pero es falsa. Miquel Adriá no es dueño de CENTRO, es el director de la Maestría en Vivienda y de la Maestría en Ciudad así como de Arquine y Mextrópoli… Saludos
Hola, muchas gracias por leer, el objetivo del texto va mucho más allá de las posesiones del señor Adriá ni que fuera un servidor público. Gracias por su tiempo. Saludos!