#LasPrestadas: Ser conservador restaurador.

Por Pablo Travasos

Hoy me venía replanteando una duda que me quema por dentro desde hace bastante tiempo. Prácticamente desde que entré en la Facultad de Bellas Artes hace ya unos años. Una duda tan simple como difícil de contestar: ¿Qué es ser conservador-restaurador?

Supongo que me asaltaría esta pregunta al ver cómo mis amigos de infancia, orgullosos de la aceptada utilidad y necesidad de sus carreras con salidas profesionales más que contrastadas y supuestamente aseguradas, me hacían sentir bastante acomplejado -a pesar de que eso no entrara en sus intenciones, por supuesto-. Como si yo estuviera haciendo algo de escasa o nula proyección productiva. Inútil para la sociedad. No me equivocaba: los conservadores-restauradores no crean como lo hace un ingeniero industrial, un arquitecto, o un artista. Pensaba que no tenía razones para sacar pecho por ser conservador-restaurador como lo hacía un arquitecto o los omnipotentes ingenieros. Entonces, ¿por qué ser conservador-restaurador?

En las aulas, a esta cuestión, siempre se respondía acudiendo al eterno paralelismo con el mundo médico: «Los restauradores salvan obras de arte, son los cirujanos del arte. Por eso no crean, pero por eso son tan necesarios«. ¡Joder! ¡Cirujanos! Vaya pasada, ¿no? ¡Soy médico!

Pero, tras unos segundos de euforia, aparecía la siguiente pregunta: ¿Y por qué necesito compararme con otro para saber qué soy? ¿Acaso al cirujano le dicen que es como el restaurador de la vida? Sería una respuesta maravillosa, sinceramente, pero nada utilitaria y por lo tanto escasamente aceptada. Y es que en pleno siglo XXI, lo romántico y lo maravilloso no consiguen escapar de debajo de la suela del utilitarismo -aunque este es otro tema-. En resumen, seguía encontrándome con que no podía igualar mi futura profesión a la de mis amigos si no era capaz de plantear una justificación de mi trabajo que no fuera comparativa ni supuestamente utópica. Situación a la que, como luego averigüé, se enfrentan en la actualidad gran parte de las disciplinas de Humanidades que intentan subsistir.

Y, como no podía ser de otro modo, acabé encontrando la respuesta en los libros. Como buen universitario, porque eso es lo que era. Tan universitario como los médicos, los arquitectos, los ingenerios, o los historiadores. Estudiando con interés. Leyendo con entusiasmo. Y salvando obstáculos para continuar estudiando después de que a los de mi generación nos estallara la crisis cuando prácticamente empezábamos a andar.

De entre todos esos libros, apuntes y artículos, nunca olvidaré las palabras de Philip Ward, hace ya casi 34 años, en el que definía cuál era el sentido de la conservación y en qué medida era necesaria:

«Todo lo que realmente conocemos sobre nosotros mismos y sobre nuestro mundo proviene del pasado. Y todo lo que conocemos verdaderamente del pasado es aquella parte que ha sobrevivido bajo la forma de objetos materiales. Solamente una pequeña fracción de nuestra historia está consignada de manera escrita, y esta está sujeta a los errores de interpretación humanos. Solo los especímenes materiales de la historia natural y humana son indispensables, ya que son la materia prima de la historia, y los hechos innegables, la verdad sobre el pasado. La conservación es el medio a través del cual preservamos. Es un acto de fe en el futuro«

PHILIP WARD (1982). «LA CONSERVACIÓN: EL PORVENIR DEL PASADO», MUSEUM, XXXIV, Nº1, 6-9
ENLACE A MUSEUM, VOL. XXXIV, Nº 1, 1982

Entonces descubrí que sí. Que los conservadores-restauradores también creamos. Que creamos futuro pues trabajamos e investigamos para derrotar al tiempo que actúa sobre bienes perecederos. Que creamos verdad pues no entramos a valorar el testimonio que nos ha sido legado, sino que lo garantizamos para que nuestros hijos conozcan su historia sin adulterar. Creamos conocimiento pues dotamos a otras disciplinas de las herramientas necesarias para ejercer sus propias investigaciones, gracias a nuestro trabajo previo y tan necesario. En definitiva, en un mundo que avanza a una velocidad de la que apenas tomamos consciencia y que olvida deprisa, creamos la fe que se necesita para recordar cuáles son las grandezas del ser humano que nos permiten aspirar a un mundo mejor en el mañana. Hoy, saco pecho y digo: «Yo soy conservador-restaurador«.


Fuente: https://porlasbarbasdeleccehomo.wordpress.com/2015/12/28/un-acto-de-fe/ Publicado por CR ECCEHOMO el 

Por las barbas del Ecce Homo

Pablo Travasos

Hoy me venía replanteando una duda que me quema por dentro desde hace bastante tiempo. Prácticamente desde que entré en la Facultad de Bellas Artes hace ya unos años. Una duda tan simple como difícil de contestar: ¿Qué es ser conservador-restaurador?

Supongo que me asaltaría esta pregunta al ver cómo mis amigos de infancia, orgullosos de la aceptada utilidad y necesidad de sus carreras con salidas profesionales más que contrastadas y supuestamente aseguradas, me hacían sentir bastante acomplejado -a pesar de que eso no entrara en sus intenciones, por supuesto-. Como si yo estuviera haciendo algo de escasa o nula proyección productiva. Inútil para la sociedad. No me equivocaba: los conservadores-restauradores no crean como lo hace un ingeniero industrial, un arquitecto, o un artista. Pensaba que no tenía razones para sacar pecho por ser conservador-restaurador como lo hacía un arquitecto o los omnipotentes ingenieros. Entonces, ¿por…

Ver la entrada original 554 palabras más

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s