Gustavo Araoz, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), habló de esto durante la conferencia Los cambios desde Nara 94: retos, obstáculos y oportunidades en la implementación de las Convenciones UNESCO.
Ciudad de México.- «Tengo que lamentar que a pesar de tener seis convenciones que protegen lo mejor de lo mejor del patrimonio mundial no existe un instrumento de cooperación internacional para proteger el Patrimonio Cultural día tras día», refirió Gustavo Araoz, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS).
Esto lo reveló el especialista durante su conferencia Los cambios desde Nara 94: retos, obstáculos y oportunidades en la implementación de las Convenciones UNESCO efectuada en el encuentro Convenciones UNESCO: Una visión articulada desde Iberoamérica, realizado este viernes 25 de octubre en el auditorio José Luis Sánchez Bribiesca de la Torre de Ingeniería, en Ciudad Universitaria.
Gustavo Araoz inició su conferencia comentando que Nara 94 es un instrumento al que se le considera un documento relacionado específicamente a un patrimonio construido con materiales efímeros en ciertas culturas foráneas o peor aún relevante solamente al patrimonio de comunidades autóctonas o indígenas fuera de Europa.
«Sin embargo es lo contario. Gracias a Nara hoy sabemos que una iglesia o plaza aquí en México o cualquier otro lugar no son solamente patrimonios por su belleza o su antigüedad sino también por el papel que pueden jugar como centros tradicionales para la celebración de rituales y funciones comunitarias que le dan coherencia a la sociedad y alimenta la identidad cultural de su pueblo».
El presidente también comentó que Nara es un documento que destaca que los valores de cualquier tipo de patrimonio cultural o natural varían constantemente tanto en el tiempo como el espacio «y por la tanto lo que un sitio significó para nuestros antepasados puede ser diferente de lo que significa para nosotros hoy».
Detalló que uno de los cambios importantes ocurridos desde Nara 94, que a su vez es una contradicción, es la democratización del patrimonio cultural.
Añadió que en este contexto un resultado inesperado de la apropiación del patrimonio por parte de las comunidades es que ahora demandan su participación en la toma de decisiones y en todo lo relacionado al reconocimiento de sus lugares patrimoniales, desde el por qué y cómo es que el sitio es significativo y del uso que se le pueda dar.
Comentó que este fenómeno ha sido impulsado por la aceptación de la naturaleza dinámica de ciertas categorías del patrimonio y por el acento que hoy se le da al patrimonio cultural como fuerza motriz para el desarrollo y el papel que debe jugar en la reducción de la pobreza.
El presidente de ICOMOS detalló que el Patrimonio Cultural se ha convertido en un tema muy complejo y con una enorme gama de objetivos no necesariamente relacionados a su protección lo que ha provocado que se convierta en un arma política de múltiples usos.
«Sin embargo no todo es negativo. Hay muchas minorías que han utilizado el reconocimiento de su patrimonio para lograr legitimación y visibilidad en sus ciudades donde antes había reinado una única cultura dominante que las opacaba o hacia invisibles».
Gustavo Araoz refirió algunas de las convenciones que después de Nara 94 surgieron para proteger el Patrimonio Mundial, entre las que destacó la Convención sobre Prevención del Tráfico Ilícito, que busca mantener la integridad y autenticidad de cada sitio.
Además de la Convención de Patrimonio Subacuático, «que contempla y ha inscrito en sitios de patrimonio subacuático su lista. El problema con esta convención es que una parte importante de ese patrimonio se encuentra en aguas internacionales o territoriales que están gobernadas por otras leyes y convenios internaciones y que son manejadas por ministerios que nada tienen que ver con la cultura».
El presidente de ICOMOS también reveló algunos de los casos en los cuales la Comisión de Patrimonio Mundial cumple con los objetivos de la Convención de Patrimonio Inmaterial: el sitio del bosque sagrado Osun-Osogbo ubicado en Nigeria.
El cual, de acuerdo al especialista, «demuestra como un sitio natural puede llegar a ser patrimonio cultural y que un patrimonio inmaterial puede tener lazos esenciales con una geografía tangible que tiene elementos vegetales que están en un proceso de cambio y que son dinámicos».
Añadió que dada la naturaleza y el difícil proceso de ratificación de un sitio como Patrimonio Mundial, se deben de tener en cuenta los límites de cada una de las convenciones de la UNESCO y utilizarlas de la mejor manera posible para lograr el objetivo que comparten: conservar y defender el patrimonio de cada estado.
Finalmente enfatizó que las convenciones de Patrimonio Mundial e Inmaterial han fallado en cuanto a fomentar y lograr una cooperación internacional más contundente en los Estados Parte.
«Uno de los aspectos negativos de la Convención de 1972 es que la lista ha creado una especie de aristocracia del patrimonio a la cual muchos aspiran, pero pocos llegan. Los que llegan se posicionan en la cadena alimenticia, logrando los mejores presupuestos, mejores recursos humanos y muchas veces desgraciadamente a costas del patrimonio en esa nación».
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