Por Mariana Colín
Ningún país, ningún patrimonio está exento del Ecce Homo. Esta vez es Guatemala y su Ministerio de Cultura y Deportes que no quisieron quedarse atrás y engendraron su propio Ecce Homo maya.
En las últimas semanas en la redes sociales del MCD se han publicado varios videos y fotografías dónde en un intento de restauración, en realidad nos muestran piezas repintadas y monumentos barnizados con el pretexto de las remodelaciones del Museo Nacional de Arqueología y Etnología, recinto que por cierto, lleva más de dos años cerrado al público y hasta le cambiaron de nombre.
La reacción inmediata sería pensar que por fin o al menos, alguien se preocupa por la conservación del patrimonio arqueológico. Sin embargo, el viernes pasado la molestia del público y del gremio arqueológico no se hizo esperar, tanto así que el incómodo MCD borró y limitó los comentarios de su propia publicación. Resulta que a alguien se le ocurrió que el famoso vaso del danzarín no se veía “bonito” y en esas condiciones no era digno de exhibirse en el “Museo de Arte Maya”.
Este vaso es uno de los objetos más famosos de la arqueología maya en el mundo, fue encontrado en las excavaciones del sitio Altar de Sacrificios, Petén. Desde su descubrimiento sorprendió por su belleza y excelente estado de conservación. La pintura presenta una de las escenas de danza más conocidas de la cultura maya, por eso se le apodó “El Vaso del Danzarín”. Es una obra maestra patrimonial de Guatemala, pero el MCD no tiene clara su importancia y prefiere dejarlo “bonito” a su criterio, alterando su historicidad con total negligencia.
Para ellos conservar es repintar piezas a diestra y siniestra, usar acuarelas de buena calidad, ponerse bata blanca y guantes para dar la impresión de hacer lo correcto, usar términos rimbombantes que leyeron en algún lugar como “reversible, restauración estética, buena calidad…” porque suenan intelectuales pero seguramente desconocen su significado y que la conservación es una profesión, no un oficio que se aprende en un curso. Se ha visto que quienes realizan dichos atropellos son jóvenes sin experiencia y técnicos que trabajan esculturas coloniales y pinturas religiosas, gente sin conocimiento en materiales arqueológicos. No menos importante, hay que cuestionarse ¿Quiénes autorizan y supervisan estos trabajos? ¿Qué más hay detrás de estas restauraciones burdas del MCD y por qué son en realidad daños al patrimonio?
Acá a nota:
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