DE LA CASA #70: «RESTAURACIÓN DE LA VIVIENDA ANTIGUA». CARTA ABIERTA AL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE MÉXICO / AM.

LA MERCED 2

Por Azrael Mordad

Apreciables Señores, Jefe de Gobierno y Delegados:

A raíz de las remodelaciones que me ha tocado ver en el centro histórico (histérico) de la Ciudad de México y sus alrededores, he querido exponer mi humilde punto de vista en cuanto a algunas de ellas se refiere.

Antes, quisiera aclarar que hay una conciencia acerca de la urgencia de satisfacer la necesidad de vivienda para la creciente población de la Ciudad de México, a la vez que de reactivar la circulación de dinero, ayudando así a movilizar la economía de nuestra querida metrópoli.

Sin embargo, hay una diferencia entre ofrecer vivienda digna y hacinar a la población en espacios tan reducidos, que la convivencia cotidiana se transforme en un infierno; mencionando nada más esto para no entrar en detalles en cuanto a la calidad de las construcciones se refiere.

Es así como me ha tocado ver maravillosos edificios viejos entrar en la mal llamada “restauración o renovación” que ha consistido en dividir hasta su mínima expresión posible, los grandes departamentos de las antiguas vecindades, forrar los falsos muros con acabados modernos, habilitar tuberías con PVC y vender 40 metros cuadrados a precios exorbitantes.

Un antiguo departamento en el cual crecieron corriendo los ahora adultos o ancianos, se ha transformado en un habitáculo en donde, para intentar correr, un niño tiene que dar vueltas y vueltas sobre si mismo y eso con el riesgo de hacerse un hoyo en la pantorrilla con la esquina de un mueble de la cocina, que queda al lado del sillón de la sala, que no cabe si no es tapando la mitad del fabuloso ventanal, que se diseñó originalmente con la finalidad de iluminar pero que termina, invariablemente y por necesidad de espacio, tapado con algún mueble; vamos, que si cabe una maceta, ya dicen que tiene jardín.

Sale uno del expendio con su café en la mano, a recorrer las calles del centro y colonias aledañas, tapizadas de bellos edificios, con sus muros cubiertos de tezontle y cantera. Dándole una fumada al cigarro, mira hacia los altos ventanales y fantasea con el interior de altos techos abovedados o de vigas de madera, que han observado pasar la historia desde allá arriba, se recorren con la imaginación los pasillos tortuosos de las vecindades y atravesando las puertas con la mente, se logra ver al chamaco de la década de los 30’s o aún más atrás, persiguiendo al perro, al gato o a su hermana para jalarle el cabello.

CASA ISABEL LA CATÓLICA

Foto 1. La Merced; Foto 2. Casa Isabel La Católica. Astrid Cortés (c)

Es entonces cuando se le dice al otro:
-vamos a entrar para ver como va lo de la renovación del centro histórico.

Y ya va uno pensando en como le habrán hecho para recobrar los muros, la viguería, los balcones, tratando de adivinar que prodigios tecnológicos habrán obrado para contener los hundimientos de nuestra nata central; se dan algunos pasos hacia adentro y se encuentran las siguientes dos opciones:

1) Todo es un desastre porque no se le ha invertido un solo centavo al edificio, que dizque está protegido por el gobierno y vaya usted a saber por cuantas fundaciones más; tal parece que sólo esperan a que se deteriore tanto, que esta vez sí, quede completamente inservible para tirarlo y hacer multifamiliares, que se venderán con el plus de que estarán ubicados en singularidades espacio-temporales, es decir, con infinitas densidades (de muebles, utensilios y habitantes) en espacio cero…

y…

2) Lo único que queda del edificio original es la fachada, en este caso, comprendo que es probable que la construcción haya quedado inservible después del terremoto de 1985 o que se haya derrumbado por el paso del tiempo.

Hablando de la opción 1, hay otros edificios que han sido tan divididos y divididos, que, aún remodelados, cayeron en el mismo desastre porque se convirtieron en hacinamientos de gente.

Señores, eso no es renovar, ni remodelar y mucho menos rescatar, eso que se está haciendo con el centro histórico es comparable a una violación, ¿porque?, pues porque cuando una persona sobrevive a una violación y se repone de los golpes y maltratos sufridos, desde el exterior parece estar muy bien, pero por dentro la persona está destrozada en su misma esencia.

Y la esencia del centro histórico es esa: ¡¡¡que es histórico!!!, que sus edificios, sus piedras y sus balcones han visto y sufrido la historia de México y sus pobladores, por muy común que sea el pasado de sus habitantes, ese es el pasado que ha forjado nuestra nación, para bien o para mal.

Rescatar el centro histórico sería entonces, conservar la construcción original hasta donde sea posible, rescatando las viviendas y reestructurándolas siguiendo los planos originales hasta donde sea posible.

La decisión de mudarse al centro histórico radica precisamente en habitar esas viviendas añejas y devolverles su dignidad como morada de uso común, porque entre sus muros está guardada la evolución de nuestra cultura, nuestro legado como mexicanos y esa es la riqueza que llama tanto a mexicanos, como a extranjeros, a quienes con tanto afán buscan atraer algunos.

Ir a vivir al centro histórico para habitar un departamento igual a cualquier otro departamento moderno, cuadrado y minimalista (por aquello del espacio mínimo) no tiene ningún atractivo, a menos que a uno le guste ser pisoteado diariamente por las hordas de compradores que transitan por sus calles y lo único que podría motivar esa decisión sería la necesidad de tener un ataúd en donde vivir.

Por el momento es todo y me despido agradeciendo su atención y antes de que se me ocurran más cosas enfadosas.

Que pasen un buen día y lo amenicen con un café de nuestro centro, que aún es histórico.

México D. F. 12 de febrero de 2014

EN EL VIEJO DEPA DE VICTORIA

Foto 3. “El viejo depa de Victoria”. Astrid Cortés (c)

____

Versión para imprimir y descargar aquí//

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #70″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #68: AUSENCIAS [ANTES Y DESPUÉS] / SV.

ark68

Por Selene Velázquez

Érase una vez una bonita casa de sillar de caliche que existió en algún lugar remoto del noreste del país… Y así, como si fuera un cuento, les platicaré lo que sucedió por mi tierra hace no mucho.

IMG. 1, Detalle decorativo, Marín, N.L. SV, 2015

No más allá de un par de meses el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (CONARTE), me invitó a dar un recorrido por las calles de un pequeño poblado del estado para que hablara de arquitectura norestense junto con la cronista de Marín; conocido regionalmente por sus bolitas de leche quemada con azúcar, los orígenes del municipio se remontan a un conjunto de haciendas del siglo XVII, las cuales crecieron hasta convertirse en la Villa de San Carlos de Marín un 16 de Julio de 1807.

Cuando me invitan a dar el recorrido lo primero que hago, (después de aceptar, claro) es hacer una visita de reconocimiento al sitio, para poder escoger los inmuebles y la ruta a seguir el día de la plática. Nunca está de más decirles que el pueblo es una belleza, grandes casonas de sillar y adobe bajo un cielo azul conforman la traza de damero del poblado, las construcciones,  si bien luchan por sobrevivir a la vorágine de los nuevos estilos y métodos constructivos, siguen en pie.

Las elegidas fueron siete, todas del siglo XIX.

Las casonas eran perfectas para observar parte de la decoración geométrica y austera de la arquitectura norestense, para poder ver la fábrica de los muros y otras más eran ideales para hablar de la pintura a la cal y su importancia en la arquitectura de tierra.

De entre todas como siempre había una especial, el inmueble estaba en una esquina, de unos 4.50 metros de altura era, sí era, un gran ejemplo de arquitectura norestense: prevaleciendo el macizo sobre el vano, el edificio era el indicado para mostrar cada detalle de él, aún con parte del terrado y en otra zona colapsado, la casona aún conservaba parte del aplanado de cal arena y herrerías contemporáneas a su creación, así que, sin duda, sería la estrella del recorrido por Marín.

12112835_10153153903235233_848215361_o

Quince días después se llegó el momento de comenzar, llegamos a la calle, Porfirio Díaz esquina con Juárez, sí, era la dirección correcta, pero algo estaba mal, la casa, simplemente ya no estaba: ¿Se la habrá llevado un tornado como a la casita de Dorothy en el mago de Oz? ¿Habrían acaso arenas movedizas debajo? ¿Qué sucedió?

IMG. 3 Antes, Marín, N.L., SV, 2015

IMG. 4 Después,Marín N.L., SV, 2015

Si el poste de luz seguía ahí, la lámpara, el anuncio de “alto” también, ¿entonces por qué la casa había decidido irse?

A menudo el patrimonio arquitectónico del país se cae solo, de noche o de día. Y es así como al predio vacío llegará una tienda de conveniencia o una nueva casa hecha de concreto, desapareciendo poco a poco la arquitectura vernácula.

IMG. 5 Las reliquias en el atrio, Marín, N.L., SV, 2015

Lo más interesante del caso es que en el atrio del templo, tal cual como si fueran reliquias, algunos vecinos decidieron llevar sillares que en otrora formaban parte de la construcción “ahí vivía doña Chonita, todavía nos acordamos, no sabemos por qué la tiraron, seguido tiran casas, pero esa era especial, y como quiera la tiraron”.

Y es que si bien, los recorridos por los municipios del estado de Nuevo León sirven para conocer sobre su historia, gastronomía y arquitectura, son en definitiva un buen ejercicio para mostrar (e incluso demostrar) que tenemos patrimonio, y mucho, porque no se conserva lo que no se valora, por naturaleza solemos tenerle miedo y rechazo a lo que desconocemos, al hablar de la preservación de inmuebles el temor es la restauración. Cuando se ve una cubierta colapsada, cuando los adobes o el sillar de caliza se está deshaciendo se cree por lo general que la salida más sencilla es derribar. Contrario a lo que se pudiera pensar, las cubiertas de terrado perfectas para el clima extremoso del noreste pueden recuperarse, así como los aplanados de cal arena para los muros de sillar.

En el camino se anda, mientras más se hable de que el patrimonio del noreste es igual de valioso que el del resto del país, empezaremos por creérnoslo nosotros mismos, para a partir de ello hacer todo lo posible por preservar el patrimonio edificado que aún nos queda en toda la región y si no me creen, las puertas están completamente abiertas para que recorramos desde Anáhuac o Lampazos de Naranjo a Dr. Arroyo y se maravillen de la arquitectura que tenemos en el noreste mexicano.

IMG. 6 Escala Humana I, SV, 2015

IMG. 7 Escala Humana II, SV, 2015

Fotos: Selene Velázquez (c)

____

Versión para imprimir y descargar aquí //

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #68″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta). 

DE LA CASA #62: MERCADO DEL BARRIO / SV.

Por Selene Velázquez

Mucho calor, (o mucho frío), cerveza, futbol, cabrito y carne asada, ¿adivinan? ¡Sí! estamos hablando de Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, que se caracteriza entre otras cosas por su clima, la afición futbolera y el asador siempre listo. O al menos así nos conocen en el resto del país.

En días recientes se ha dado una gran movilización en las redes sociales debido a la creación inminente de un mercado gourmet en el área del centro histórico de la ciudad, en un cuadrante conocido como Barrio Antiguo, ¿lo conocen? Para ponerlos un poco en contexto es una de las áreas con inmuebles más antiguos de la capital, (después de que en los 80´s destruyeron varias manzanas para crear la Macroplaza), en los 90´s se decide ponerle nombre a un polígono y llamarlo simplemente así: Barrio Antiguo.

Ahí habitaban y habitan, aunque en menor medida, ciudadanos. Hace algunos años el área estaba llena de pequeños cafés, galerías y sí, muchos antros. Las calles se volvían un caos nocturno y los pocos lugares de estacionamiento eran el paraíso de los “viene viene”. Y de repente la violencia llegó. Balaceras, cobro de piso y un ambiente de inseguridad acabó por expulsar a una buena cantidad de vecinos que de por sí, hartos de la fiesta nocturna, tenían ahora que lidiar con el crimen en la zona.

Casi cinco años después la marea bajó. La situación volvió a normalizarse en la ciudad y la gente empezó a salir. Para entonces, el área del Barrio Antiguo ya de por sí, vapuleado por la violencia, se convirtió en una zona de especulación inmobiliaria, en donde los edificios, o lo que quedaba de ellos, se empezaron a cotizar a un precio relativamente bajo. No está de más contarles que los nuevos usos que durante varios años tuvieron los inmuebles se limitaron a dejar solo las fachadas y obviamente, demoler todo el interior para crear un tipo de “naves industriales” para ir a bailar. Cabe mencionar, que aún y que existe una “Ley del patrimonio cultural del Estado de Nuevo León”, publicada en el periódico oficial del estado en 1991, ésta no se cumple.

http://sic.conaculta.gob.mx/documentos/560.pdf

Regresemos ahora al mercado gourmet.

El 9 de agosto del 2014, se publicó en Milenio Monterrey, la regeneración de una calle que atraviesa el barrio, la calle Morelos, peatonal en el lado poniente de la macro plaza, se buscaba ahora hacerla semi peatonal en su lado oriente. Las obras comenzaron, y bueno ¿por qué no? Se pintaron con vinílica las fachadas que daban a la calle, después de todo, ellas también debían de verse regeneradas para estar ad hoc con el entorno, se colocaron lonas con postes que se pusieron en las casonas de sillar para crear sombra, bancas, estacionamiento para bicicletas, guías para los débiles visuales, y se plantaron árboles, que esperemos crezcan y nos den no sólo como las lonas, sombra, sino mucho oxígeno.

Fachada por la calle Morelos, SV, 2015

(c) Fachada por la calle Morelos, Foto: SV, 2015.

http://www.milenio.com/monterrey/rehabilitacion_Morelos-Plaza_Morelos-trabajos_Plaza_Morelos_0_350964924.html

El mercado que nos ocupa (y que van a hacer) escogió… viene otra adivinanza: adivinen ¿cuál calle? ¡Correcto! ¡La calle Morelos! Se decidió como fachada y entrada principal dicha vía, pero se conectará con otra que corre paralela, Padre Mier.

Empezó a demolerse el interior del predio ubicado en la calle regenerada, que a según del INAH Nuevo León, ya estaba modificado, y se propuso una flamante fachada de cristal, (esperen, creo que se parece al: http://www.mercadodesanmiguel.es/el-mercado/)   dejando, claro, algunas ruinas de sillar (bloques labrados, en esta región del país es usual que sean de tierra caliza), para que haya un  testigo de que “alguna vez hubo sillares por aquí”.

Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015

(c) Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015.

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

El inmueble por la calle Padre Mier, es otro cantar. Catalogado incluso por el propio gobierno del estado y municipio de Monterrey como un inmueble con un valor alto para su conservación los constructores del mercado lo demolieron, y esta vez, no sólo el interior sino también la fachada.

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Fachada semi demolida de Padre Mier, SV, 2015

(c) Fachada semi demolida de Padre Mier, Foto: SV, 2015

http://www.milenio.com/cultura/Alistan-mercado-obra-genera-dudas-plaza-comercial-propuesta-INAH-construcciones_0_553144716.html

Ustedes seguro se preguntarán, bueno, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ¿qué hace? ¿Dónde está? Pues están en sus oficinas en el cerro del Obispado, y pues, no pueden hacer mucho, es siglo XX. Se limitaron a pedir otra fachada que no sea de cristal y la que tiraron “pues que la repongan” Yo me pregunto, ¿encontrarán la cantera de donde se extrajo ese sillar de caliza de hace casi 100 años que tiraron?

Detalle de la demolición por Padre Mier, SV 2015

(c) Detalle de la demolición por Padre Mier, Foto: SV, 2015

Y ojo, no estamos en contra de que regeneren calles o hagan mercados (incluso gourmet si quieren) y le den nuevos giros a las construcciones históricas. Estamos en contra de que demuelan o que hagan “fachadismos”, en contra de cascarones vacíos y fachadas pintorescas. La arquitectura norestense vale en su conjunto: partida arquitectónica y fachada, es un todo. Estamos conscientes de la evolución de los inmuebles y sabemos que un inmueble que no se usa, se cae, pero no aceptamos se demuela en “aras” de la modernidad.

En Monterrey estamos (mal) acostumbrados a decir que aquí no hay patrimonio, que nuestra «cultura» es tirar todo, que «así somos». Nos maravillamos de lugares como Oaxaca, Guanajuato o Morelia, «ellos sí que tienen patrimonio», nos vamos de vacaciones para allá cuando no escogemos la Isla del Padre.

Acá en el noreste queremos ver grandes construcciones coloniales o una pirámide del adivino como en Uxmal y decir entonces que hay patrimonio, ¿a quién le importan las zonas arqueológicas del estado?  ¿Las conocen? , ¿A quién le importa una casona sin arcos? ¿A quién le importa tener una casa que no tiene decoración barroca? Pareciera que a nadie. Nuestro clima es distinto, nuestra manera de construir también lo fue, pero es una manera muy sabia de la cual deberíamos aprender. Si el progreso es la acción de ir hacia delante en cualquier materia, entonces  ¿por qué no progresar conservando nuestro legado histórico?

Pareciera que a los restauradores/conservadores se les quiere estigmatizar con las etiquetas de “románticos” “atrasados” “amantes de las piedras viejas” y a los que manejan las inmobiliarias como “lobos feroces” “devoradores del patrimonio (artístico, histórico o natural)” “amantes del dinero”. Habrá que llegar a puntos intermedios. Dialogar. Proponer sin lastimar el poco patrimonio que nos queda, porque aunque no lo crean sí hay. Tal vez no se parece al del centro del país, pero vale igual.

____

Extra: «A propósito de la demolición en días recientes de parte de la fachada y el interior de una casa ubicada en la calle Padre Mier en la zona conocida como Barrio Antiguo en Monterrey, para conectarla con otro predio ubicado por la calle Morelos (donde también demolerán la fachada, so pretexto de un cambio) y así crear un mercado gourmet, Jesús Torres, mejor conocido en el noreste como El Gato Raro convocó a dos charlas, la primera con Indira Kempis y en la segunda a Selene Velázquez (quien escribe estas líneas), para dar ambas su postura ante el hecho. Tal vez están un poco largas, (45mins c/u) pero valen la pena! Ahora vienen los dos links aquí abajo, esperamos sus comentarios!» (facebook.com/Restaurika)

____

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #62″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

Protasio Tagle y Gómez Pedraza

Por Jazmina Barrera

En esta esquina de la San Miguel Chapultepec permanece, aunque no por mucho tiempo, una casa que nos recuerda el vínculo que existe entre la memoria, la narrativa y la arquitectura.

Toda mi vida he realizado el mismo trayecto camino a casa: vuelta a la derecha en Gómez Pedraza y después vuelta otra vez en Protasio Tagle. Paso, por tanto, casi a diario por la casa que está en dicha esquina. Aunque la he admirado desde siempre, fue hasta hace poco que despertó mi curiosidad.

La casa está construida con piedra volcánica y cantera. Dos mascarones observan al transeúnte desde la fachada; el superior es una especie de joven guerrero y el inferior un hombre barbudo. Ambos se mantienen casi intactos, orgullosos entre los escombros del resto de la construcción. La puerta principal está en la esquina, y a través de las rejas se alcanzan a ver dos escaleras simétricas que descienden de un segundo piso. Sobre la puerta hay una capitular rodeada de hojas talladas, lo que queda de una probable D o B. La herrería es impresionante, cubierta de flores y hojas. En la barda de Protasio Tagle hay varias ventanas y una pequeña puerta. Entre ventana y ventana quedan los restos de varios dragones desmoronados, con los ojos carcomidos. Volteando hacia arriba, en vez de techo se ve el cielo. ¿Cómo cae una casa, que alguna vez fue tan lujosa, en ruinas? ¿Por qué nadie la ha arreglado o, como sucede con tantas otras, derrumbado para construir un edificio?

En un principio pensé que estaba abandonada, pero al asomarme por la puerta vi una camioneta roja estacionada dentro. En eso vi llegar al camión del gas. Le pregunté al operador si sabía quién vivía allí. Allí vivían varias personas, me dijo, y que había que tocar en una pequeña puerta que yo ni había visto. Estuve un rato tocando el timbre, pero no tuve respuesta.

Fui entonces a una peluquería que está junto a la casa. Le pregunté a la dueña si conocía la historia del edificio, Mientras le realizaba un pedicure a una mujer de cabello empapelado me dijo que ahí vivían las Franco, unas hermanas españolas que rentaban desde 1930. Cuando murieron, la casa pasó al dueño de Pemex, José Ramón Beteta.

José Ramón Beteta probablemente existe en esta ciudad de 20 millones de habitantes, pero después de buscar en google y preguntar por ahí, me quedó claro que nadie con ese nombre fue dueño, ni jefe, ni nada de PEMEX. Mario Ramón Beteta, por otro lado, fue gobernador del Estado de México y jefe de SOMEX, lo cual podría ser una posible pista.

A continuación  me dirigí al expendio de huevos que está cruzando la calle. La señora Dominga, quien allí atiende, me informó que la herrería de esa casa es de 1890. Me contó luego cómo de niña ella vivía al lado del «señor» (así llama a la cabeza de la fachada) pero de quién vive o vivía allí, no sabía nada.

Volví entonces a pararme frente a la casa, hasta que de la pequeña puerta salió una mujer bien peinada, de traje y acompañada de un joven que parecía ser su hijo.

Emocionada, le pregunté si ella sabía algo acerca de la historia de la casa, pero tampoco supo decirme mucho. Según ella la casa era del a go gó para acá, probablemente de 1885, y era la casa de un general que tenía unas caballerizas enormes. Dijo que está catalogada como monumento del INBA pero que no la pueden restaurar porque no hay interés ni dinero. Le pregunté por la historia de las hermanas Franco que me contó la estilista, y me respondió: «No le crea nada, ¡Yo soy Beatriz Franco! Y llevo viviendo aquí 60 años. Soy la que más tiempo lleva viviendo aquí».

Me dirigí entonces a la papelería en contraesquina de la casa donde, desde que tengo memoria, atiende un hombre que mis abuelos llamaban «el Bizco». Sin querer cometí una imprudencia: le pregunté si sabía algo de la casa, considerando que «tiene una vista privilegiada». Por supuesto, no le caí en gracia. Sólo me contó que el dueño es un joven que tiene una lechería a la vuelta.

Durante varios días intenté entrar a la lechería, pero siempre la encontré cerrada. Sólo un día, justo cuando no tenía el tiempo de detenerme, la vi abierta a las seis de la tarde. Después de eso nunca más la volví a ver abierta.

Decidí entonces preguntarle a unas primas de mi abuela que vivía en la otra esquina, en una casa azul hermosa. En el timbre me presenté como la nieta de «la China». Me abrieron Lupe y Cuca, hermanas de aproximadamente 80 años de edad y un metro cuarenta de estatura y me invitaron a pasar, hablando siempre al mismo tiempo. Les pregunté por la casa y me respondieron que la verdad no sabía nada. Hacía mucho que no salían de su casa, que sería grande pero siguen siendo cuatro paredes. Me hablaron de la enorme residencia en la que viven, que es de fines del siglo XIX y fue remodelada en 1928. Se describieron como dos garbanzos en su casota. Recordaron cómo pasaban por ahí las vacas, en una época en que todo esto estaba lleno de establos. Lupe llegó de Jalostotitlán, Jalisco a los 3 años de edad, y entonces esto era mucho más tranquilo, antes del metro. Ahora son puras oficinas. Me dijo que en la casa de la esquina contraria vivía un hermano de mi bisabuela. Y en la de Alumnos núm. 36, vive Tere Meraz, aunque ambas hermanas tenían la sospecha de que murió hace poco. A continuación, me contaron la historia de Tere Meraz: se casó con un pariente de los del principado de Mónaco. Tenía muchísimo dinero y aún así nunca quiso usar estufa ni refri ni luz ni nada. Adoptaba muchos perros, eso sí.

Pero respecto a la casa de Tagle sólo pudieron decirme que ha estado siempre en ruinas y que no había a quién más preguntarle porque ellas son las más viejas de aquí.

Volví entonces a la casa de Tagle, y allí me encontré a un hombre alto, con lentes de pasta y peinado de lado, saliendo de la casa. Al instante lo intercepté, y resultó ser muy amable, dispuesto a enseñarme su casa. Me contó cómo la casa antes era un palacio, y ahora no pueden ni arreglarla ni nada porque no los dejan los de Sitios y Monumentos. El techo ya hasta se vino abajo y casi se le cae encima a su sobrino, quien por suerte se alcanzó a hacer a un lado. En el segundo piso yo alcanzaba a ver una tina de porcelana empotrada y ahora medio colgante. Lo seguí entonces por la puertita que da a Protasio Tagle. Adentro había una vecindad que parecía una construcción mucho más sólida y reciente. Hablando de los antiguos dueños, me contó que la dueña, que en paz descanse, fue construyendo cuartos y cuartos, y que los inquilinos están en juicio para adquirir la propiedad. Le pregunté entonces por las teorías que me habían contado los otros vecinos, por el general, el director de Pemex o SOMEX, y las hermanas españolas.

Me respondió que todo es mentira porque él tiene el contrato original. Dijo que esos son puros chismoleros, que cree que los antepasados de la dueña tenían algo que ver con el castillo de Chapultepec, y que las calles de la colonia se llaman así por los generales que ahí vivían. Dice que la historia del general es mentira, y que está seguro de ello porque él es el que tiene más tiempo viviendo ahí, 50 años, según dice y, a juzgar por la colección de angelitos que su esposa ha acumulado, debe ser cierto. Para probarlo, me enseñó las llaves originales de la casa, enormes y metálicas, como las puertas de un castillo.

Mi siguiente paso fue hablar con Alicia, cuya madre vendió por años tamales en la esquina de Alumnos y Protasio Tagle. Me dijo que la casa pertenecía a un piloto aviador, que seguro murió y quedó intestada. Eso es algo muy común en la colonia, donde hacía poco desalojaron al tío de Alicia que desde hacía tres generaciones vivían allí sin papeles.

Después de tantas versiones encontradas, se me ocurrió hablarle a mi tía abuela, que vivió junto con sus siete hermanos y sus padres en la calle de Alumnos durante muchos años. Su memoria es aún prodigiosa y me contó que en la casa de Tagle vivía Esther Barrón. Según Martha, ella fue compañera de mi bisabuela en el colegio de las Viscaínas y allí vivió todavía de viuda con sus hijos. Una de las hijas se fue a vivir a una casa de enfrente, a la casa de Tezontle. Martha se acordaba de haber vivido cuando la casa de Tagle estaba en todo su esplendor.

Ya con el dato de Esther Barrón, les pregunté a mi madre y a mi tía si tenían algún recuerdo de ella. Y se acordaban de que murió sola. Según ellas, se le murió la madre y el marido, y se volvió loca. Desde entonces se vestía siempre de negro y lloraba por las calles. Cuando murió tardaron días en darse cuenta.

Fui entonces a preguntar a la casa de Tezontle. Los nuevos dueños sólo recordaban de los inquilinos anteriores que uno de ellos tiene un puesto de tacos junto a la PROFECO.

Encontré el puesto de tacos, y a Alejandro, nieto de Esther Barrón. Me dijo que su padre, Alfonso, vivió un tiempo en la casa de Tagle con su madre y luego se mudó a la casa de Tezontle. La casa de Tagle la rentaba su bisabuela desde aproximadamente 1930 pero no recordaba quién vivía ahí antes.

Hoy en día, el listón amarillo de Protección Civil rodea la casa de Tagle porque se está derrumbando. Así, todas esas historias que me contaron, y todas las que me falta averiguar, desaparecen con ella. Las autoridades con las que hemos hablado los vecinos no logran hacer algo al respecto, como tampoco lo logran con decenas de casas de mi colonia y miles de casas en toda la ciudad con un valor histórico, arquitectónico y narrativo incalculable que se desvanecen de la noche a la mañana.

________

Fuente: «La Semana de Frente» 15 de noviembre de 2012 [www.frente.com.mx] | Fotografía: Toumani Cámara