Protección y manejo del patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan. Parte V

Etnohistoriador Aldo Armando Guagnelli Núñez
Arqueólogo Jonathan Rosas Peña
Arqueólogo Juan José Guerrero García

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Vinculando la historia: Museos teotihuacanos como parte de la estrategia de participación comunitaria en la protección del patrimonio cultural

¿Qué es un museo?

Originalmente la palabra museo se identificó con “el lugar de las musas” el cual  generalmente se encontraba en los templos griegos, también tiene su origen en las colecciones de las reliquias de la Edad Media y en las colecciones de los  objetos saqueados por Roma, sin embargo el concepto moderno de museo se da a partir de la conformación de los estados nacionales capitalistas, y de su correspondiente ideología cientificista que buscaba vincular los objetos del  pasado con la gloria actual (en su momento) o “futura” (lo que pretendían volver a ser) de las jóvenes naciones. Hoy el museo debe pasar de ser un elemento simplemente reivindicativo a un espacio donde se generan y se transmiten ideas; un espacio de exposición pero también de reflexión y en algunos casos desacuerdo de parte del auditorio. Podemos definir al museo como un espacio en el cual se exponen objetos que logran influir en la vida de los visitantes. Ya sean obras de arte que expresan diferentes situaciones de la sociedad o de los individuos, u objetos utilizados en la actualidad o en el pasado que quedan  como muestra de las vivencias, relaciones sociales o alcances de la tecnología y la ciencia actual, el museo es un vínculo (entre) quienes tienen algo qué decir con las personas que se interesan por conocer el mensaje.

¿Qué son los museos comunitarios?

A partir de los años ochenta se dio una alternativa a la centralización de la museografía nacional la cual llevaba los objetos arqueológicos recuperados a los museos ubicados en los grandes centros urbanos alejándolos de la gente que vivía en las cercanías de los sitios arqueológicos. Esta práctica si bien conseguía el importante fin de divulgar la información a más personas, también fomentaba el desarraigo de las comunidades con su patrimonio y un creciente resentimiento de las poblaciones con el INAH pues lo veían como saqueador de su riqueza cultural. Los museos comunitarios desde entonces han sido una propuesta de vinculación real en la cual la sociedad se organiza para conservar y difundir su patrimonio. En general la forma en que se manejan estos museos parte de la constitución de una asociación civil compuesta por los integrantes de la comunidad interesados en hacerse cargo del museo, así, con asesoría del INAH se elabora un discurso propio sobre la historia de sus pueblos.

¿Qué son los museos municipales?

Si bien en México no existe una figura jurídica tal como los museos municipales, hay una gran cantidad de museos supuestamente comunitarios que están a resguardo y administración del gobierno municipal. Nuestra opinión al respecto de este tipo de museos es que a pesar de la intención de difundir el patrimonio arqueológico, estos espacios se convierten en presas de los caprichos de los  gobiernos en turno, hay quienes los abandonan por completo y quienes desean modernizarlo sin la asesoría adecuada. Si se usaran de manera  responsable, estos espacios podrían cumplir con las tareas a las que un museo de arqueología debe avocarse como son: difundir el conocimiento de la historia y de los cambios sociales, promover la identificación crítica de los actuales pobladores con su historia y territorio, y la protección al patrimonio arqueológico e histórico.

¿Es viable la creación de museos externos al INAH en una región en la cual se encuentra una de las mayores zonas arqueológicas del mundo?

En un lugar tan lleno de contenidos históricos y culturales como lo es el Valle de  Teotihuacan, donde se ha fijado gran parte de la atención mundial debido a que alberga los vestigios del proceso de desarrollo de uno de los llamados estados primarios. Donde existe una de las zonas arqueológicas más visitadas y con mayores dimensiones en el orbe, que cuenta con tres museos administrados por el INAH, ¿hace  falta un  museo comunitario?

Éste texto es una respuesta afirmativa a ese cuestionamiento, por supuesto que hacen falta más museos en ésta y cualquier región. Pero no hace falta cualquier museo, hacer museos comunitarios o municipales en una zona como la que ya mencionamos implica proponer una forma distinta en los contenidos y en la museografía. El fin de un museo debe ser reintegrar a las personas que lo visitan al paso de la historia, acercar a los pobladores de las comunidades a su propio patrimonio, para eso se deben de utilizar una serie de técnicas pedagógicas y museográficas que logren el acercamiento e identificación de las personas con los objetos arqueológicos.

Vinculación comunitaria del patrimonio cultural y la protección del mismo

Desde hace tiempo se sabe que si no se generan experiencias comunitarias en la conservación investigación y difusión del patrimonio arqueológico, éste está condenado a su desaparición; patrimonio que no se incorpora a la vivencia de las comunidades no solo corre peligro de ser saqueado o destruido sino que de facto pierde su carácter mismo de patrimonio, pues al final terminan siendo objetos o sitios enteros que no representan absolutamente nada para las personas, que no logran difundir la experiencia histórica de la humanidad y por tanto condenan al olvido una gran cantidad de vivencias que podrían sernos de utilidad. Patrimonio, sin una comunidad que se identifique con él, no es patrimonio aunque las leyes digan lo contrario. Es por esta razón que para quienes trabajamos en la conservación e investigación del patrimonio arqueológico de Teotihuacan, la participación de la comunidad es vital, sobre todo por el hecho de que gran parte de la información de la población de la antigua ciudad del clásico, se encuentra bajo las casas de los pobladores  actuales quienes en algunos casos ven a la protección de los bienes  arqueológicos como un obstáculo para sus propias aspiraciones. Los proyectos de museos que se han realizado en los pueblos buscan generar un vínculo que acerque a la población con la Zona Arqueológica.

Estado actual de los museos de la región que se encuentran fuera del perímetro “A” de  protección.

Museo comunitario de San Francisco Mazapa. Este museo está ubicado en la Escuela Secundaria Técnica industrial No.72 “Felipe Carrillo Puerto”. A partir de un salvamento arqueológico realizado en los años noventa por Rubén Cabrera quien registró una habitación en cuyo piso se encontraban dibujados en bajo relieve un par de círculos entrelazados de distinto tamaño, el hallazgo se trataba de un marcador solar, si bien el INAH realizó correctamente los trabajos de investigación, el procedimiento común de su conservación es enterrar de nuevo los monumentos arquitectónicos. Ante tal situación y sabiendo de la importancia de lo hallado, maestros y padres de familia se organizaron para exponer al público y dar una conservación adecuada a este monumento, además de incorporarlo a las actividades docentes del plantel. La inauguración de este museo fue el día 20 de abril de 1999 y funcionó cerca de tres años. El Museo Comunitario de San Francisco Mazapa fue concebido como una verdadera experiencia comunitaria y pedagógica en la cual coadyuvarían distintas instancias tales como el patronato del museo, las autoridades escolares y municipales, y la Zona Arqueológica. Sin embargo la falta de acuerdos y cambios en las administraciones fue deteriorando la organización, si bien el museo ha cumplido con la conservación del monumento, se cerró al público y se desincorporó de las actividades docentes. Nuestro Departamento trata de restaurar los lazos sociales que quedaron diluidos y contribuir a reactivar esta experiencia comunitaria.

Pretensiones de museo “Hacienda de la Cadena, Maquixco”

La “Hacienda de la Cadena” es uno de los pocos vestigios coloniales que quedan en  Teotihuacan. Este sitio tuvo gran importancia en la economía de la región y en la vida de sus habitantes hasta tiempos de la Revolución. En los años setenta, pobladores de Maquixco resolvieron ocuparla y fincar dentro de los terrenos del casco destruyendo gran parte de los edificios, aun así la evidencia de las actividades de la hacienda siguen bajo tierra, en algunos casos los muros antiguos fueron reutilizados en las construcciones modernas, además de que una  parte de lo que podría ser una troje fue conservada, en este espacio los vecinos de Maquixco tienen la intención de hacer un museo, además de rescatar la  mayor  parte de la información de lo que ellos hoy reconocen y se arrepienten haber destruido en el pasado.

Museo municipal “Museo Comunitario Quetzalpapalotl”

Fue creado por el Municipio de Teotihuacan a finales de los años noventa, con el fin de que la gente pudiera exponer las piezas que guardaban los pobladores, además de generar un espacio para la exposición de artesanías de producción local. Con el paso del tiempo, este espacio fue olvidado por las autoridades, convirtiéndose en una bodega de piezas y un sitio de oficinas administrativas. Hoy es un espacio desaprovechado que requiere una readecuación que permita cumplir con las funciones de difusión de cultura y desarrollo local para las que fue creado. Como parte de un esfuerzo coordinado entre la Zona Arqueológica de Teotihuacan y gobierno municipal, se plantea rehabilitar el Museo Quetzalpapalotl restaurando el inmueble, realizando  inventarios de sus piezas y, sobre todo, actualizando el discurso museográfico.

Guión museográfico

En general las exposiciones tanto temporales como permanentes de este museo, se insertan en el tema de la producción histórico cultural del pueblo teotihuacano a través del tiempo.  Con la utilización de objetos arqueológicos, dioramas de distintos tamaños e información visual bidimensional, los cambios que vivió la sociedad teotihuacana, en su  organización social, su forma de producir y comerciar, además de su religión, sugiriendo las posibles implicaciones sociales y causas de este cambio Este museo cuenta con un acervo de piezas arqueológicas el cual es el eje principal de la exposición permanente. Sin embargo, no puede ser un espacio únicamente abierto para la arqueología; es un museo de los habitantes de la región a través del tiempo, eso incluye no solo el tiempo prehispánico, sino también el periodo colonial, los siglos XIX y XX, hasta la actualidad.

Los objetivos del museo son: señalar que fue el trabajo de muchísimas personas el que logró construir, transformar y mantener a la ciudad prehispánica más importante del clásico. Ejemplificar de manera visual la forma en que se utilizaban algunos objetos con los que cuenta el museo. Aclarar que es debajo de los pueblos que hoy ocupan las áreas B y C de protección donde hoy se encuentra la mayor cantidad de información sobre la forma de vida de los antiguos pobladores y por eso es importante investigar y conservar los sitios arqueológicos que existen hoy debajo de la actual Teotihuacan. Que está ciudad no se hizo ni se deshizo en un día, quedando claro que el valle de Teotihuacan ha sido escenario de muy diferentes tipos de organización social, dándosele valor a todas las ocupaciones prehispánicas no solo a las del clásico. Crear una sala  específica para la última parte del posclásico, la Conquista, el virreinato, tratar de ser lo más claros y sintéticos en la museografía. Esta  sala tiene como objetivo que el visitante logre ver que el origen de los pueblos actuales se da justamente a partir del periodo de conquista; que observe que el Valle de Teotihuacan vivió cambios y procesos durante el virreinato que hoy en día son observables; que el Valle de Teotihuacan fue de gran importancia en la formación del México independiente, primero por su ubicación estratégica hacia el Golfo de México, razón por la cual fue ruta de las vías del ferrocarril y segundo por la Zona Arqueológica que desde los últimos siglos de la Colonia fue de gran importancia para la  ideología  del criollismo y la concepción del Estado Moderno Mexicano. Que durante los procesos dichos anteriormente los habitantes de los pueblos del Valle fueron actores fundamentales. Destinar un espacio para las exposiciones temporales las cuales lograran  mantener  visitas continuas y exponer las creaciones  culturales de la actualidad de los pueblos.

Conclusiones

Pese al diagnóstico de una disociación entre el pasado y el presente de las comunidades del Valle de Teotihuacan, que impacta negativamente en las labores de protección del patrimonio arqueológico e histórico con que cuentan; existe una reutilización y resignificación del mismo. Es posible entonces identificar a las comunidades actuales como pueblos originarios; como parte de una continuidad histórica y cultural viva.

Bajo un planteamiento teórico aún no desarrollado, es posible abordar la problemática social en torno a la preservación del patrimonio cultural desde la etnohistoria, contribuyendo a la resolución de problemas planteados originalmente en los campos de la arqueología y del derecho, ampliando las posibilidades de protección integral patrimonial.

El trabajo de protección de los bienes muebles e inmuebles históricos y  arqueológicos ubicados dentro de los perímetros B y C de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan, requiere de la coordinación del INAH con los diferentes actores sociales de la región, los museos comunitarios son sólo una de las formas en las que esto puede realizarse. Si bien falta muchísimo trabajo para concretar estos proyectos, el esfuerzo realizado y por realizarse puede traer grandes beneficios tanto a las comunidades como al patrimonio cultural.

Bibliografía

Gamio, Manuel.

1979, La población del Valle de Teotihuacan, Vol. 4, INI, México, D.F.

Munich, Guido.

1976, El cacicazgo de San Juan Teotihuacan durante la Colonia, INAH/CIS, México, D.F.

Nolasco Armas, Margarita.

1962, La tenencia de la tierra en el municipio de San Juan Teotihuacan, Estado de México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.

Mora, Teresa. (Coordinadora)

2008, Los pueblos originarios de la ciudad de México, Atlas Etnográfico, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.

Decreto por el que se declara Zona de monumentos Arqueológicos el área conocida como Teotihuacan.

Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1988.

Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.

Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972. Última reforma publicada el 13 de enero de 1986 en el mismo órgano informativo.

Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 3 de febrero de 1939. Última reforma publicada el 23 de enero de 1998 en el mismo órgano informativo.Reglamento de la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 8 de diciembre de 1975. Última reforma publicada el 5 de enero de 1993 en el mismo órgano informativo.

La Planeación y Gestión del Patrimonio Cultural de la Nación

2006, Guía Técnica, INAH, México.

Protección y manejo del patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan. Parte IV

foto Juan José Guerrero García

Etnohistoriador Aldo Armando Guagnelli Núñez
Arqueólogo Jonathan Rosas Peña
Arqueólogo Juan José Guerrero García

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Los pueblos originarios del Valle de Teotihuacan. Concepción de pueblos originarios

El término “pueblos originarios” surge en América Latina en la década de los ochenta, refiriéndose para entonces a los pueblos indígenas del continente. Más tarde, en los noventa, en México se utiliza tal categoría para identificar a aquellos pueblos de raíz mesoamericana fundados durante la Colonia, con presencia indígena o no, que conservan una identidad sustentada en los siguientes elementos básicos: I. Una delimitación política y territorial fundada en títulos primordiales o documentos reconocidos por las autoridades novohispanas; II. Identificación de la unidad social con el entorno ecológico y una complejidad de pensamiento en torno a ello; III. Organización política y religiosa representada en sistemas de cargos y mayordomías; IV. Reproducción de actividades económicas y de tecnologías mesoamericanas, y IV. Persistencia de tradiciones de origen prehispánico, o bien, configuradas durante la época colonial.

Conforme a lo anterior consideramos que las comunidades y pueblos del Valle de Teotihuacan, localizados a su vez dentro del perímetro de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan, constituyen en realidad pueblos originarios con un fundamento más profundo aún: se encuentran reocupando los espacios de la ciudad prehispánica de Teotihuacan, la más grande e importante del periodo clásico precolombino.

Así, tenemos los siguientes elementos de continuidad cultural:

  • Reutilización y resignificación de los espacios públicos y domésticos, así como de caminos antiguos;
  • Traza urbana colonial de los centros de población;
  • Cuentan con documentos fundatorios y se encuentran referenciados en fuentes etnohistóricas;
  • La toponimia es característica de lugares y predios;
  • El aprovechamiento de los recursos naturales (manantiales, jagüeyes, ríos, cerros; flora y fauna endémica);
  • Actividades económicas tradicionales: agricultura de temporal, talleres de obsidiana, organización en faenas, por mencionar algunas;
  • Filiación familiar de profundo arraigo;
  • Organización religiosa tradicional en fiscalías y mayordomías dentro de la práctica del catolicismo, así como la realización de procesiones e interrelación patronal entre las comunidades. Algunas procesiones, incluso, se realizan en las inmediaciones de la Zona Arqueológica;
  • Tradiciones festivas y gastronómicas;
  • En algunos sectores, la práctica de tradiciones prehispánicas como la danza, la música y la utilización de temascales;
  • Existe, además, presencia de arquitectura vernácula correspondiente a la primera mitad del siglo XX y anterior, inclusive, que marca la transición entre el campo y la ciudad.

En contrasentido, podemos identificar como elementos de cambio los siguientes: a) El patrón de vivienda ha sufrido modificaciones en la medida en que también lo han hechos las relaciones familiares, pasando de una familia numerosa compuesta de abuelos, padres, hijos, tíos, nueras y yernos, ocupando todos un mismo predio e incluso vivienda, al patrón de dotación parcial en un mismo predio en donde éste se divide en viviendas unifamiliares, lo cual se hace a través de donaciones o compraventas, principalmente. Ello genera el incremento de construcción doméstica, la cual se encuentra regulada dentro del régimen monumental; b) La propiedad privada y la noción de beneficio individual está sobrepasando a la propiedad comunal y el beneficio colectivo. No obstante, existe régimen ejidal en amplias áreas, aunque la tendencia turística y de prestación de servicios tiende a incrementarse, y c) Los cambios en los patrones sociales (económicos, habitacionales, urbanísticos), han desvinculado a las comunidades actuales de su pasado histórico.

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Parte V

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Protección y manejo del patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan. Parte III

Etnohistoriador Aldo Armando Guagnelli Núñez
Arqueólogo Jonathan Rosas Peña
Arqueólogo Juan José Guerrero García

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Estrategias de comunicación

Una de las propuestas que se ha empezado a trabajar es establecer lazos con la comunidad, en este primer acercamiento se ha tratado de invitar a la gente a una serie de charlas de divulgación para que conozcan las investigaciones de la región. Por otra parte se ha planeado establecer mesas informativas en los distintos poblados afectados para hacer llegar la información de manera más ágil, sin embargo, es reducido el recurso humano dentro del área para cumplir ésta necesidad. Así mismo y bajo este tenor, se tiene acordado con los municipios afectados, que éstos no pueden expedir a los particulares el documento de construcción sin antes recibir el permiso correspondiente del INAH, sin embargo, en algunas administraciones este acuerdo no ha sido del todo respetado. Además de ello en algunas áreas irregulares e inmersas en el área B, los municipios han proporcionado los servicios básicos de luz, agua y drenaje.

En tal sentido tenemos claro que existe una falta de difusión sobre la labor del INAH en el polígono de protección de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.

Estrategias para la toma de conciencia

En relación a algunos comentarios de los pobladores arriba referidos, vemos que en términos generales se ha perdido un rasgo de apropiación del entorno, por lo cual se deben buscar las herramientas necesarias para vincular a la gente de nueva cuenta con su pasado y recrear una identidad en la región, es decir, se tiene que lograr en primera lugar una valoración de la identidad contemporánea para revalorar el pasado y la tradición histórica. Entre estas estrategias debemos tomar en cuenta la manera en que se difunde la información y hacer partícipes a la población en la toma de decisiones en beneficio del patrimonio cultural.

Propuestas

Ya que resulta complicado la modificación de la ley y de la declaratoria de zona de monumentos arqueológicos, debemos generar opciones para mejorar la relación tan deteriorada que tiene la población con el INAH, entre estas se debe planear el uso de los espacios restringidos e insertarlos en una dinámica de producción que a su vez permitan el desarrollo social comunitario. Todos los predios inmersos en el área B, tienen la posibilidad de cercarse con malla ciclónica, que permite delimitar linderos entre los pobladores, bajo este marco, se genera las siguientes propuestas:

• Los predios pueden ser utilizados como jardines para fiestas con mobiliario móvil, para evitar la realización de excavaciones.

• Se puede fomentar la creación de viveros que promuevan la venta de especies de la región.

• Así mismo, se pueden establecer talleres de artesanos bajo la misma dinámica para fomentar la tradición ya existente en la región, exigiendo a las autoridades apoyos económicos.

• Por otra parte y dado la cantidad de vestigios arqueológicos, el INAH debería proporcionar mayor presupuesto para realizar investigaciones en áreas aún no exploradas, con el objetivo de liberar o en su caso adquirir dichos predios.

• Finalmente y en relación a la imagen urbana que se pretende proyectar, esta resulta complicada para la mayor parte de la población, ya que así como existen personas con abundantes recursos económicos, la mayoría tiene recursos limitados. Por tal motivo, para poder conservar la imagen deseada se debería de destinar un presupuesto para apoyar las obras elaboradas por gente de bajos ingresos, así también se debería de exigir al resto de la población respetar las restricciones emitidas en los dictámenes técnicos del propio INAH.

• La meta que debemos alcanzar es mediar la situación entre la necesidad de vivienda y la protección del patrimonio cultural y para ello es indispensable la aportación de las autoridades locales, de las instancias federales como el INAH, de nosotros como investigadores y de la comunidad que en términos generales es la principalmente afectada. Necesitamos gestionar y dialogar en diferentes niveles para darle una solución a este gran problema.

Proyecto de vinculación social y de preservación del patrimonio cultural teotihuacano

De acuerdo con el artículo 37 de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, “Zona de monumentos arqueológicos es el área que comprende varios monumentos arqueológicos inmuebles, o en que se presuma su existencia”. Es, por tanto, una categoría jurídica derivada de la hipótesis normativa. Como tal, aún con un espíritu protector sustentado en el interés social y nacional y en la utilidad pública que representan “la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos” , se crea con ello un ente monumental aislado de su entorno social; de su propio contexto sistémico contemporáneo.

Dentro de la legislación cultural mexicana, el problema en torno al régimen monumental y la propiedad y tenencia de la tierra es de carácter histórico. Las leyes dictadas durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX enfrentaban ya esa problemática, tratando de resolverla de diferente manera. No obstante, hoy día es un problema no resuelto, respecto al cual es necesario plantear estrategias de gestión y preservación las cuales, si bien deben encontrarse apegadas a derecho, deben permitir una protección y manejo integral, sustentado precisamente en el carácter histórico y cultural de tales bienes en relación con el entorno inmediato al cual pertenecen.

De acuerdo con nuestra propuesta, debemos partir del entorno social prevaleciente en el área de estudio. Tenemos así que dentro de la delimitación de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan se encuentran asentadas diez comunidades fundadas entre los siglos XVI y XVIII, éstas son: San Martín de la Pirámides, San Francisco Mazapa, Santa María Coatlan, San Sebastián Xolalpa, San Lorenzo Tlamimilolpa, San Juan Teotihuacan, Santa María Maquixco, San Juan Evangelista y los barrios de La Purificación y de Puxtla. No obstante el origen histórico de estos pueblos, asentados a su vez sobre los restos de la ciudad antigua de Teotihuacan, existe una disociación entre la sociedad actual y el patrimonio arqueológico e histórico. Desde nuestra perspectiva, ello se debe fundamentalmente a los siguientes factores: 1. La disolución paulatina de población indígena originaria a lo largo de los siglos XIX y XX y, con ello, la pérdida de identificación respecto al pasado mesoamericano; 2. La creación de la Zona Arqueológica de Teotihuacan como un proyecto de Estado; 3. Como una de las consecuencias de lo anterior, el desplazamiento de la población otrora habitante de la hoy Zona Arqueológica hacia su periferia, lo que impactó en una reconfiguración territorial del entorno; 4. La relación autoridad-gobernado, entre el INAH y los vecinos; 5. La aplicación irrestricta de la ley bajo los principios constitucionales de propiedad originaria de la nación y de imposición de modalidades a la propiedad privada que establece el artículo 27 de la Carta Magna; 6. La proyección de la Zona Arqueológica y de su entorno como un proyecto turístico, no cultural, lo que responde al modelo de explotación comercial prevaleciente; 7. La noción de utilidad particular en oposición a la de utilidad pública, y 8. La falta de programas educativos, a nivel nacional, regional y local, tendientes a la identificación con el pasado prehispánico.

Bajo esas consideraciones y tomando en cuenta que gran parte de la población actual del Valle de Teotihuacan se observa a sí misma desvinculada del pasado prehispánico e incluso el colonial, ajena por tanto a una continuidad histórica teotihuacana; es necesario identificar ésta, tendiendo un puente entre el pasado prehispánico y el presente a través del conocimiento de la sociedad teotihuacana de los siglos XVI al XIX e incluso de la primera mitad del siglo XX, comprendiendo por tanto el desarrollo de la sociedad teotihuacana en su dimensión histórica. Para ello, se propone un estudio histórico y social, más allá de la investigación arqueológica hasta hoy realizada, que permita identificar los rasgos y patrones sociales y culturales de origen mesoamericano y sus continuidades, recuperando además el patrimonio etnográfico de las comunidades.

De acuerdo con el planteamiento anterior, se definen como objetivos de investigación los siguientes:

I. Identificar a las comunidades actuales del Valle de Teotihuacan con el pasado prehispánico y colonial a través del registro de patrones de asentamiento común, las formas de organización social y rasgos culturales distintivos;

II. Conocer el desarrollo histórico de los asentamientos humanos del Valle de Teotihuacan, en general, y de la actual Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan, en particular;

III. Conocer el impacto de la Zona Arqueológica de Teotihuacan como proyecto de Estado a lo largo del siglo XX, en las comunidades aledañas.

Para ello, como parte del análisis social, se estructuran las siguientes interrogantes: ¿Qué relación guardan los vecinos con la zona federal delimitada, constituida en zona arqueológica? ¿Qué identificación tienen los habitantes con las investigaciones arqueológicas? ¿Qué impacto ha tenido en las comunidades las expropiaciones de 1907 y 1964 social y territorialmente? ¿Qué cambios y continuidades sociales, económicos y políticos, se presentan a partir de entonces? ¿De qué manera está relacionado el patrimonio arqueológico con los proyectos de desarrollo actuales?

IV. Difundir entre las comunidades la información obtenida, generando el interés y aprecio de sus habitantes hacia la conservación de los bienes culturales.

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Parte IV

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La autonomía del pasado. El papel de la arqueología en los procesos de autonomía indígena.

Por Juan  José  Guerreo  García

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Los pueblos  se  identifican a sí  mismos  según su  patrimonio cultural. Su  patrimonio cultural acumulado les da seguridad frente a los problemas de su entorno y les permite  desenvolverse creativamente frente a nuevos problemas. Ese es el destino de identidad que hace que los pueblos se hagan hacedores de su destino, se identifiquen con sus tareas, con su hábitat creado, con sus símbolos y todo ello con su conciencia.[1]

Introducción

Este documento es resultado de la inquietud surgida a partir de la lectura de “La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI) de la ONU”,  específicamente de la  fracción primera del artículo once que a la letra dice:

Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales. Ello incluye el derecho a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas, presentes y futuras de sus culturas, como  lugares arqueológicos e históricos, utensilios, diseños, ceremonias, tecnologías, artes visuales e interpretativas y literaturas.

¿Qué sucede entonces con la arqueología y la ley mexicana, sobre todo en cuestión de  la  fracción XXV del  articulo 72 de la constitución, donde queda claro que la legislación sobre monumentos arqueológicos corresponde únicamente a la  federación y, en la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos Artísticos e Históricos publicada en el año de 1972 donde establece la propiedad  nacional de  dichos monumentos  y al INAH como su  principal responsable? ¿Es posible la compatibilidad entre las leyes actuales de protección al patrimonio y los derechos indígenas?

En mi opinión: la arqueología mexicana y en general las instituciones y especialistas dedicados al patrimonio, deben ver la autonomía indígena como un elemento necesario en la conservación, investigación y difusión del patrimonio. La legislación vigente sobre la protección de monumentos permite dar pasos importantes en ese sentido, sin  embargo, no deja de ser opuesta, en principio, con las aspiraciones de autonomía.

El origen histórico del problema.

La incompatibilidad entre los derechos indígenas y la legislación sobre monumentos arqueológicos radica en los principios con los que ésta ultima fue creada, las leyes se hicieron  para responder a una serie de necesidades propias de la relación entre la arqueología mexicana y el gobierno de nuestro país de mediados del siglo pasado.

La relación fundamentada en el financiamiento estatal a cambio de “crear un espíritu de unidad nacional”,[2] consolidando el mito de la magnanimidad mexicana, de un  pasado glorioso que anunciaba un futuro equivalente.[3] Los enormes centros ceremoniales cumplieron con la tarea de difundir nuestra grandeza.[4] La idea de Mesoamérica se tornó como un elemento unificador,[5] la historia ocurrida en el territorio siempre había sido homogénea y tendiente al  progreso de lo olmeca, maya a lo teotihuacano, lo tolteca y finalmente lo azteca, se creó toda una historia compartida y unificada de México, “el patrimonio eran los vestigios de la matriz de una nueva nación”[6] como lo pensaba Don Alfonso Caso. Se homogenizó “la historia  al igual que el patrimonio”[7] en aras de la formación del nuevo imperio mestizo, el Estado Mexicano. Como dice Manuel Gándara, el arqueólogo, solo prestó su bata blanca de investigador para dar un tinte científico a “la ideología que hemos ayudado a construir”.[8]

De la misma forma, en ese momento se tenía una actitud paternalista y civilizadora hacia los pueblos indios, basado en la asimilación cultural de estos.[9] La Nación mexicana mestiza se impuso como única, homogénea y generalizada.[10] Esto implicaba la  eliminación de las diversas culturas indígenas. Como continuación del proceso de colonización, la “Unidad  Nacional” destruyó la identidad de los pueblos indígenas, atacando los símbolos, confundiendo la percepción y el valor de su patrimonio. El resultado de la política indigenista y patrimonial del estado postrevolucionario fue crear la idea de la imposibilidad de un futuro propio fuera del Estado Nacional mestizo.[11] El Estado arrebató el pasado de las comunidades, haciendo de los arqueólogos y otros especialistas, los únicos poseedores de la verdad en torno a éste. La valorización del patrimonio siempre fue unilineal y asimétrica, nunca se tomo en cuenta a los pueblos.[12] El descubrimiento de los centros ceremoniales y su adecuación para el turismo lograron desorganizar las distintas costumbres de los pueblos indígenas cercanos, se les impusieron nuevas relaciones de subordinación con los burócratas y turistas. Bajo la bandera del interés publico y de la nación se expropiaron terrenos de las comunidades, el criterio para ésta medida nunca fue la protección del patrimonio en general, sino más bien la apropiación de las zonas que daban prestigio y legitimidad al proyecto estatal.[13]

El artículo ocho apartado primero de la DNUDPI, dice que, los pueblos y las personas indígenas tienen derecho a no sufrir la asimilación forzada o la destrucción de su cultura.[14] En su segundo apartado menciona que el estado debe prevenir y resarcir “todo acto que tenga por objeto o consecuencia privar a los  pueblos y las personas indígenas de su integridad como pueblos distintos o de sus valores. Además de todo acto que tenga por objeto o consecuencia enajenarles sus tierras.[15] Visto desde la declaratoria, la política indigenista como la del patrimonio, actuó en perjuicio de los pueblos indios, y según los mismos lineamientos debemos resarcir los daños.

Para ser justos, hay que mencionar que a partir de los años sesentas, cuando el proyecto posrevolucionario empezó a colapsar y las diferencias ocultas desbordaron el recipiente de la unidad nacional, diversos  movimientos sociales cuestionaron el proyecto instituido por el PRI, las disciplinas antropológicas no se quedaron atrás, las criticas a la asimilación indígena y el total apego a la ideología gubernamental en perjuicio del propio  patrimonio, hechas desde dentro del INAH, fueron  contundentes, muchas de estas críticas sirvieron para la creación de ley del setenta y dos, sin embargo el fundamento de arqueología nacionalista sigue presente en ella.

La LFMAAH es un gran ejemplo mundial para la protección del patrimonio, sobre todo porque hace propiedad de la nación y le da el carácter de imprescriptibles e inalienable, a los monumentos arqueológicos muebles e inmuebles. Además tipifica como monumentos arqueológicos no solo a los objetos de valor estético y político sino a otros materiales que la ciencia arqueológica necesita para su estudio. Sin embargo, lejos de conseguir más fuerza, tras la ley del setenta y dos, el INAH se debilitó, esto no sucedió por el contenido de la ley, sino por el cambio de la política estatal sobre el patrimonio,[16] ya que vino un “debilitamiento del sustento nacionalista”que era lo que daba “eficacia social” al trabajo arqueológico.[17] El instituto se volvió cada vez menos importante, incapaz de cumplir con las justas aspiraciones legales.[18]

El gobierno una vez que dejó el proyecto nacionalista se volcó a explotar el valor económico del patrimonio, los arqueólogos acostumbrados al apadrinamiento estatal, se volvieron huérfanos, el proyecto de protección del patrimonio cultural defendido por los especialistas que pone énfasis en el valor científico del patrimonio, fue y es  incompatible con el proyecto gubernamental que ve en éste sólo una fuente de riquezas, el INAH se volvió para el gobierno y las empresas un obstáculo para el desarrollo.[19] El proyecto nacional de la cultura está orientado al turismo no a la ciencia, ni a la educación, los verdaderos usufructuarios del patrimonio son los  grandes consorcios turísticos muchas veces transnacionales,[20] no las comunidades y pueblos cercanos, tampoco el INAH.

El proyecto del gobierno neoliberal requiere de impedir a toda costa la autonomía de los pueblos indígenas, para eso se ha servido de la guerra sucia en todo el territorio, al mismo  tiempo necesita  desmantelar la estructura de las instituciones del México postrevolucionario, entre ellas el INAH, que a tenido que enfrentar embates como la creación del CONACULTA, y mas recientemente la conocida ley Bermúdez y la iniciativa del legislador del PRI Cesar Camacho Quiroz. Queda  claro  que tanto las comunidades como el INAH, tienen que  librar  una  lucha por su sobrevivencia.

Apropiación colectiva del patrimonio

Tanto el nacionalismo como la actual administración neoliberal generaron formas de identificación ecléctica o indeterminada, este tipo de identificación es en realidad una no identidad.[21] No  está acorde con las comunidades ya existentes  ni ayudan a éstas a desarrollarse, por  lo  tanto, son proyectos  sin eficacia social. Al notar que la tarea de proteger el patrimonio excede con mucho las capacidades del instituto, algunos arqueólogos han dicho que es indispensable incluir al público para ayudarnos con nuestra labor.[22] La propia ley autoriza a realizar acciones con organizaciones vecinales y campesinas con el fin de impedir el saqueo y preservar el patrimonio. Sin embargo a pesar de que las propias autoridades del INAH han reconocido la importancia del la participación colectiva y popular en la  defensa del patrimonio, nunca han hecho programas para integrar los apoyos.

Como bien dice Lumbreras “un patrimonio carente de poseedores que se identifiquen con él es un patrimonio congelado y absolutamente, indispuesto con su condición de bien promotor y generador de desarrollo social”,[23] habría que agregar que un patrimonio huérfano resulta también indefendible. La identificación colectiva, me parece la única manera de defensa. La participación de comunidades organizadas es la forma de regresarle su sentido tanto al patrimonio como a la arqueología, los pueblos autónomos son un buen ejemplo de estas comunidades, el patrimonio sirve como vehículo para fortalecer y recrear identidades que en este caso si son reales ya que son parte de una colectividad. Las comunidades indígenas, con asesoría de especialistas pueden generar programas para conservar la herencia histórica material.

Demandas patrimoniales de  los  pueblos  indígenas

En México la organización de los pueblos indios en torno a la demanda central de autonomía ha sido expresada en múltiples foros, las peticiones a grandes rasgos son en torno a que se les reconozca la capacidad de auto legislarse y auto organizarse, manteniendo sus propios cuerpos de seguridad, de educación, escritura de su historia, mantener cohesión social y cultural tener control de su territorio lo cual comprende el suelo subsuelo espacio aéreo y en algunos casos marítimo.[24] La demanda del manejo de los monumentos arqueológicos no ha sido suficientemente formalizada, sin embargo está implícito en la exigencia que se hace al gobierno federal de que se vea como inembargables e imprescindibles las tierras y los recursos naturales pertenecientes a los grupos indígenas quedándose en estos la responsabilidad de su protección y conservación.[25]

¿Cómo, coordinar lo inembargable e imprescindible del territorio indígena con lo inalienable e imprescriptible, de la propiedad nacional? Por otro lado una cosa es la cooperación con juntas vecinales y organizaciones agrarias para evitar el saqueo y la protección, y otro muy distinto, es mantener, controlar y promover el patrimonio cultural que es  lo que piden los  pueblos.

Mencionaré algunas de las exigencias que con respecto al patrimonio hacen los pueblos indígenas y ahora la propia ONU. El artículo 31 apartado primero de la DDNUDPI dice que: Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar la propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, los conocimientos tradicionales y las expresiones culturales tradicionales.[26]

El Congreso Nacional Indígena ha exigido la restitución de las tierras y territorios arrebatados a los pueblos.[27] El reconocimiento del patrimonio histórico y cultural colectivo, dando derechos de autoría y propiedad intelectual de los diseños, modelos, productos artísticos y medicinales,[28] aclararan que se debe considerar como una“medida prohibida la expropiación del patrimonio cultural territorios y recursos naturales de los pueblos indígenas,[29] exigen que los centros ceremoniales y espacios sagrados sean administrados directamente por los pueblos indígenas, garantizando el libre acceso para la realización de ceremonias.[30] Que a partir de hoy las zonas arqueológicas se denominen centros ceremoniales, y que estos sean patrimonio de los pueblos indígenas, pudiendo así “gozar de sus beneficios”.[31]

Resumiendo, rechazan la expropiación, exigen la administración de los centros ceremoniales y ser beneficiarios de los recursos que éstos generen.

La propiedad  del  patrimonio

El problema entre la legislación actual y la autonomía indígena, en cuestión del patrimonio, radica en el hecho de quien es dueño de éste, si es propiedad de la nación o de las comunidades, el derecho vigente es muy  claro en esto, pero la discusión ahora sobrepasa  lo legal y entraremos al terreno de lo legítimo.

¿Podemos decidir quiénes son los legítimos herederos de los diferentes grupos pre y sposthispánicos? Mi respuesta tiene que ser que no.

El patrimonio es universal, las comunidades autónomas así como arqueólogos y restauradores solo nos responsabilizamos de preservar el registro de las experiencias humanas del pasado, de tal forma que el pasado no le pertenece a nadie o más bien nos pertenece a todos, cada  participante de la sociedad tiene distintos grados de responsabilidad en la conservación del patrimonio. Lo importante es valorar la vida  de los que ya murieron, las experiencias, los sueños y con esto incorporarlo a nuestra   existencia.

El problema es definir los grados de responsabilidad que se tiene sobre el patrimonio. Si bien el derecho vigente sigue dando al INAH la responsabilidad mayor sobre los monumentos arqueológicos, éste no puede darse el lujo de no permitir la participación de las comunidades indígenas, al contrario, el instituto tiene que ver como una urgencia el que ésto suceda, los  lineamientos  de  la ONU, en este como en otros temas, no dejan de ser simples  recomendaciones, que desgraciadamente se las lleva el viento. Sin embargo esperamos que si alguna vez se le da mayor  validez en la Constitución Mexicana, al derecho de las comunidades  sobre el  patrimonio, estas no excluyan a los  científicos,  como  nosotros  lo  hemos hecho con ellas.

Las comunidades autónomas quieren asumir la administración de los centros ceremoniales, ser beneficiarios de los recursos que estos generen.  No sólo estoy de acuerdo con que esto suceda sino que creo que es la mejor forma de defender estos centros, por varias razones.

Hasta ahora el saqueo de piezas se ha visto como un robo al gobierno, al ser la comunidad quien se responsabilice, no será más un robo a la administración pública sino también a la comunidad lo cual lo hará más difícil. La cercanía de las comunidades les permite organizarse de mejor manera para la custodia y mantenimiento. La participación colectiva en la protección del patrimonio es la mejor forma de valorarlo, quien no se involucra no puede aspirar a conocer, la defensa colectiva es la forma en que el patrimonio cumple el fin último de generar identidad y conocimiento, de incorporarse a la existencia y aspiraciones de las comunidades presentes.

Pese a lo anterior me parece que hay una idea poco clara (en las comunidades) de lo que implica realmente la administración de un sitio y el goce de sus beneficios, cabe aclarar que los responsables de dicha confusión somos los arqueólogos.  En principio el patrimonio va más allá de los centros ceremoniales. Lo siguiente es que la administración de un sitio trasciende del simple cobro de la taquilla, los gastos para el mantenimiento de las zonas arqueológicas en la mayoría de los casos son más grandes que los recursos generados por los visitantes.

Así pues las comunidades autónomas no pueden ver al patrimonio como la alcancía que los sacara de pobres. La administración del patrimonio es un acto de responsabilidad  con el resto de la humanidad.  Su conservación y difusión requiere de diversos saberes técnicos, que hasta ahora son algunas instituciones educativas las que han logrado sistematizarlos, somos los especialistas los que hemos tenido la experiencia de conservar e investigar el patrimonio, hoy tenemos dos opciones o decidimos aportar nuestros conocimientos a favor de un uso colectivo del patrimonio  lo cual lo permitiría la autonomía o nos aferramos a nuestro aislamiento progresivo y nos mantenemos en la idea de ser los únicos capaces de dar valor a los monumentos  arqueológicos.

Las comunidades no están cerradas a la participación de los diversos especialistas,  ni niegan la creación de programas conjuntos, al contrario, la autonomía es la bandera con la que los grupos indígenas en el país están luchando por transformar sus condiciones y defender su libre determinación,[32] por qué existe voluntad de acción, existe la voluntad de dialogo y de transformación, en ningún momento la autonomía puede ser retrograda,  los arqueólogos debemos de responder a esa apertura  participando con  los pueblos en la defensa del patrimonio.

El artículo treinta y nueve de la DNUDPI dice que los pueblos indígenas tienen derecho a la asistencia  financiera y técnica y por conducto de la cooperación internacional para el disfrute de los derechos enunciados en la presente declaración.[33]

Prueba de la apertura de las comunidades indígenas a las instituciones de educación y enseñanza es la opinión del CNI, de que las universidades tienen que cambiar su visión, ya que estamos obligados a apoyar a las comunidades mediante el servicio social de los estudiantes.[34]

En principio me parece que somos el  INAH y los diversos grupos encargados del patrimonio cultural, los que debemos tomar la iniciativa y comenzar con el diálogo y la participación conjunta, respetando las diversas ideas y  valores que se puedan generar “para  llegar a un  dialogo en pie de igualdad”[35] tenemos que cambiar la actitud de prepotentes agentes del Estado, de sabios, de  ingenieros interesados en hacer perfectos agujeros. Tenemos que entender que el patrimonio cultural de una comunidad va mas allá de tepalcates y piedras, que esas comunidades tienen necesidades inmediatas en  las que podemos ayudar, por citar un ejemplo  muchas comunidades necesitan planos de los linderos de su territorio, esa es una de sus tareas primordiales pues las fabricas empresas y ciudades “crecen como esponja y nos van arrinconando”. Así  pues el principal patrimonio arqueológico es la tierra, desgraciadamente  para aprovechar ese patrimonio se les exige que delimiten sus terrenos en el mas nuevo lenguaje occidental, las coordenadas UTM y el AUTOCAD, que por cierto es un lenguaje que los arqueólogos manejamos bien, otra forma es la búsqueda de documentos, el rastreo de los documentos históricos de las comunidades es fundamental para ellas  ya que el artículo segundo de la constitución mexicana dice que para reconocer a un  pueblo como indígena y también sus  formas de gobierno, éstos deben descender  de  poblaciones  que  habitaban  en el  territorio actual del país cuando comenzaba  la colonización.

Por más evidente y  obvio que  nos  pueda  parecer el reconocimiento de una  comunidad  indígena, el Estado exige documentos que nosotros podemos proporcionar a los pueblos. La Priorización del patrimonio es tan diversa como los pueblos, lo primero que hay que hacer es atenernos a sus prioridades, el primer paso para generar comunicación debe de ser la humildad, y no nuestra soberbia legalmente sustentada.

Debemos generar  planes de trabajo en conjunto para la protección y administración del patrimonio, ajustándonos a las formas de trabajo comunitario y no imponiendo los modelos casi siempre fallidos de la  burocracia, debemos pugnar  porque se de apoyo presupuestal  para la conservación.

¿Por qué si podemos aceptar que las comunidades autónomas pueden administrar el patrimonio y no los gobiernos estatales o la iniciativa privada? Como ya dijimos, es la  participación comunitaria la que da verdadera identificación hacia el patrimonio, darle el  patrimonio a los gobernadores implica cambiar la administración de una burocracia a otra, además de restarle  facultades al INAH y con esto muy probablemente, perder la oportunidad de investigación científica, los gobiernos estatales han demostrado ser  fácilmente seducidos para la explotación turística de los sitios, en perjuicio de estos y en beneficio de los gobernadores y de las empresas cercanas al grupo de poder, dejar  los sitios a la administración de las empresas privadas implica su deterioro y elitización, lo que elimina de facto la idea de patrimonio de la humanidad.

¿A caso las comunidades autónomas no son susceptibles a hacer lo mismo que los gobiernos y las empresas? ¿No pueden acceder a presiones y sobornos para servir de intermediarios entre las empresas y el patrimonio? Sin duda es  posible y ese es un gran problema que  debemos de analizar.

Confieso que uno de mis mayores miedos es que el patrimonio se quede en manos de algún cacique, desgraciadamente eso ya sucede dentro del INAH, ahora bien como dice Díaz Polanco el caciquismo es justamente el resultado de la ausencia de autonomía, los caciques solo son un eslabón más en la cadena de mando del Gobierno Federal, el objetivo de la autonomía es romper con esta cadena.[36] La autonomía como ya dijimos es en si misma democrática y colectiva,  no se trata de dejar en pocas manos lo que es de la humanidad sino al contrario, la autonomía debe garantizar la participación de la comunidad y esto impide los arreglos cupulares muy conocidos en la política occidental. Es mucho más factible participar con una comunidad sobre la conservación de su  patrimonio, que convencer o más  bien rogarle a un gobernador para que no haga un  negocio de la historia.

¿Es compatible la legislación actual de protección al patrimonio con los derechos indígenas? Me parece que la autonomía indígena propone una nueva forma de nación que no es  para nada la que se pensó cuando se formuló la legislación vigente, los autores de la ley, en los años setentas, no podían adivinar la movilización cada vez mayor de los pueblos indígenas, tampoco podían predecir el cambio de política Estatal, sin embargo, la autonomía indígena y los demás tipos de usos comunitarios del patrimonio no solo son compatibles sino necesarios para la defensa de este. Un día esperemos, que más pronto que tarde, la movilización de los pueblos logre conseguir una situación más favorable, en ese momento la ley de monumentos tendrá que ser transformada para bien de todos. Hasta entonces debemos defenderla pues es ésta la que de una u otra forma ha detenido la ofensiva neoliberal. Debemos aprovechar los espacios que nos brinda la LFMZAAH para  incorporarnos a las comunidades y defender los patrimonios, presionar para cambiar la ley de monumentos o desfederalizar el patrimonio. Sería en estos  momentos dar pretexto a los diputados y senadores para cambiar la ley a favor de la elitización y mercantilización del patrimonio, lo primero que hay que hacer es generar verdaderas  experiencias de colectivización y valorización de los regalos del pasado.

*

Bibliografía

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Constitución  Política  de  los Estados  Unidos  Mexicanos.

Declaración de las  Naciones  Unidas Sobre  los Derechos le  los  Pueblos  Indígenas. ONU,


[1]Lumbreras, Luis  “el patrimonio cultural como concepto económico” p44

[2] Manuel Gándara la  arqueología  oficial mexicana.  p153. Después  del  gobierno  del General  Cárdenas   el  cual  concedió muchos de  los derechos  y demandas  legitimas  de  los  obreros y campesinos,  se vino  el  gobierno del  General Manuel Ávila Camacho,  gobierno  caracterizado  el proyecto de “Unidad Nacional” el cual,  en los hechos,  consistió  en  pedir  la plena  fidelidad  del  movimiento  obrero y  campesino  al  proyecto  burgués del Estado Nación impulsada  por  la  nueva  elite posrevolucionaria que  a  la  postre sería la  única beneficiada.  La  “Unidad  Nacional”  fue  el sustento ideológico del gobierno  priista durante  todas  sus décadas  en el poder  y  actualmente sustenta  también   las  ideologías de  los diversos  partidos políticos, de  manera ms  marcada  PRI y PRD quienes compiten por las  bases  campesinas  y obreras.

[3] Augusto  Urteaga “notas  para  una  historia del  estado y  la demanda social de  la preservación del  patrimonio  cultural.p119

[4] Manuel Gándara la  arqueología  oficial mexicana.  P158

[5] Augusto  Urteaga “Notas  para  una  historia del  estado y  la demanda social de  la preservación del  patrimonio  cultural.p119

[6] Nalda Enrique “ Elementos para  la  elaboración  de una  política del patrimonio arqueológico”p129

[7] Guillermo Bonfil Batalla  nuestro patrimonio cultural.p142

[8] Manuel Gándara la  arqueología  oficial mexicana.  P162

[9] Rosalva Aida Hernández “El zapatismo  en  la  era de la autonomía” boletín de  antropología americana 32, p149

[10] Bonfil Batalla,  Nuestro patrimonio cultural laberinto de significados.

[11] Bonfil Batalla  nuestro patrimonio cultural.p139

[12] Bonfil Batalla  nuestro patrimonio cultural.p143

[13] Augusto Urteaga “notas  para  una  historia del  estado y  la demanda social de  la preservación del  patrimonio  cultural.p121

[14] Declaración de  derechos  indígenas  ONU

[15] Declaración de  derechos  indígenas  ONU

[16] Nalda enrique. “ Elementos para  la  elaboración  de una  política del patrimonio arqueológico”

[17] Nalda enrique. “ Elementos para  la  elaboración  de una  política del patrimonio arqueológico”

[18] Nalda enrique. “ Elementos para  la  elaboración  de una  política del patrimonio arqueológico”

[19] Manuel Gándara la  arqueología  oficial mexicana.  P218

[20] Manuel Gándara. La arqueología  oficial mexicana

[21] Lumbreras, Luis  “el patrimonio cultural como concepto económico”46

[22] Manuel Gándara la  arqueología  oficial mexicana  P178

[23] Lumbreras, Luis. “el patrimonio cultural como concepto económico”p44

[24] Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena  nunca  mas  un México  sin  nosotros. P14

[25] Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena  nunca  más un México  sin  nosotros. P15

[26] Declaración de  derechos  indígenas  ONU

[27] Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena  nunca  más un México  sin nosotros. P15

[28] Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena  mesa 1 nunca  más un México sin nosotros. P16

[29]Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena mesa 1nunca  más un México sin nosotros. P16

[30] Anzaldo, Juan. Primer congreso nacional  indígena  mesa 4  nunca  más un México sin  nosotros. P32

[31] Anzaldo, Juan. segunda  asamblea nacional congreso nacional  indígena  nunca  mas  un México  sin  nosotros. 62

[32] Araceli Burgete  boletín  “autonomías  en  los  altos de  Chiapas “de  antropología  americana boletín de  antropología americana 33, p133

[33] Declaración de las Naciones Unidas derechos de los Pueblos Indígenas  ONU

[34]Segunda  asamblea  nacional del congreso nacional  indígena  nunca  mas  un México  sin  nosotros. P59

[35] Bonfil Batalla  nuestro patrimonio cultural laberinto de significados. p149

[36] Francois Badaire “el dilema de  la autonomía  indígena”. boletín de  antropología americana 33, p133

Palabras enterradas. La experiencia del patrimonio arqueológico.

alturas contra

Por Ometeot

El presente texto será publicado en el número 10 de la revista «palabras pendientes», el cual tratará de: arte cultura y movimientos sociales.

Hace ya varios números de Stachka-Palabras Pendientes que no participo, publicación que con mucho trabajo y alegría llega hoy a su número 10, el tema de este ejemplar hace que pueda volver a participar con gusto.

Este artículo trata de los diferentes proyectos sobre patrimonio histórico-arqueológico que hoy en día están en pugna. Tomando prestadas las palabras de cuatro poetas –que saben describir mejor las entrañas y los propósitos que la arqueología y demás ciencias dedicadas al patrimonio deberían tener en nuestros tiempos– se argumentará una postura en favor de la acción comunitaria de nuestra disciplina.

En los últimos treinta años la lucha por el patrimonio histórico y arqueológico ha trascendido los límites que los libros y la discusión teórica imponían para volverse un enfrentamiento constante. El patrimonio arqueológico se encuentra vulnerable frente al cambio de valoración gubernamental surgido con el arribo de los gobiernos neoliberales.

En los años ochenta el patrimonio arqueológico e histórico dejó de ser un elemento fundamental de la ideología de la Unidad Nacional para convertirse en un cuantioso recurso económico que no ha escapado de las ansias privatizadoras.

Esta denuncia no quiere decir que se esté de acuerdo con el proyecto de Unidad Nacional para el cual fue utilizado el patrimonio histórico-arqueológico a partir de la década de los años cuarenta. Al contrario, el patrimonio no debe ser el factor que identifique al gobierno actual con la grandeza mitificada de los estados prehispánicos, la historia no es un proceso unilineal que desembocó en la ficticia perfección del estado priísta de mediados del siglo anterior.

Si bien los estudiantes y sindicatos del INAH, junto con diferentes sectores de la sociedad, hemos logrado detener los afanes de elitización y privatización del patrimonio, el debate en general se ha centrado en detener el avance neoliberal, defendiendo así el antiguo sistema “nacionalista” de utilización del patrimonio, propio del estado nación capitalista mexicano de mediados del siglo XX, quedando un hueco en la discusión sobre el papel y la importancia que debe tener el patrimonio en el proceso histórico actual y en la lucha de los pueblos.

Desenterrando palabras

Recuerdo que -al concluir el curso de Historia de la Arqueología en el año de 2005- el profesor guatemalteco Carlos Navarrete Cáceres nos dijo:

“Bueno muchachos, hasta ahora, así ha sido la arqueología, si me preguntan mi idea de cómo debería de ser nuestra disciplina, les tendría que contestar leyendo esto”.

Sacó de su morral un libro que seguramente era una edición históricamente valiosa del “Poemario General” de Pablo Neruda (comprada tal vez recién publicada la primera edición, o recuperada de alguna librería de viejo) y nos leyó los siguientes fragmentos del poema “Alturas de Machu Picchu”:

X

Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?
Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?
Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?
Fuiste también el pedacito roto
de hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba?
La pobre mano, el pie, la pobre vida…
Los días de la luz deshilachada
en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta,
dieron pétalo a pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía?

Yo te interrogo, sal de los caminos,
muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entraña hasta tocar el hombre.

Macchu Picchu, pusiste
piedra en la piedra, y en la base, harapos?
Carbón sobre carbón, y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
Devuélveme el esclavo que enterraste!
Sacude de las tierras el pan duro
del miserable, muéstrame los vestidos
del siervo y su ventana.
Dime cómo durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una luna, con el sueño!
Antigua América, novia sumergida,
también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mezclándose al trueno de los tambores y de las lanzas,
también, también tus dedos,

XII

Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.

Ese es el sentido de la arqueología y la obligación del arqueólogo. Se trata de rescatar del olvido la historia del los que quedaron fuera de la historia oficial, de regresar su mérito a los que con su trabajos y sacrificios lo han construido todo, de condenar el dolor que se les hizo sufrir, de invitarlos, como dice Neruda, a traer “a la copa de esta nueva vida” sus “viejos dolores enterrados”, de solidarizarnos con el pasado que nos sustenta, de cumplir la promesa de Espartaco, quien vuelve multiplicado en cada generación.

Walter Benjamin nos dice en su segunda tesis de la historia que:

Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos.

Pero, desgraciadamente, no somos los explotados los únicos que tenemos continuidad histórica, son sobretodo las clases dominantes las que han entendido claramente la importancia del control de la memoria histórica y con esto del patrimonio arqueológico. Hasta hoy los grandes intentos de protección y promoción histórico cultural están diseñados para ejemplificar la perpetuidad de las formas de explotación, así como para generar metáforas del poder de los estados nación actuales. Siguiendo con Benjamin, que en su séptima tesis nos dice que:

Los respectivos dominadores son los herederos de todos los que han vencido una vez. La empatía con el vencedor resulta siempre ventajosa para los dominadores de cada momento… Quien hasta el día actual se haya llevado la victoria, marcha en el cortejo triunfal en el que los dominadores de hoy pasan sobre los que también hoy yacen en tierra. Como suele ser costumbre, en el cortejo triunfal llevan consigo el botín. Se le designa como bienes de cultura…los bienes culturales que abarca con la mirada, tienen todos y cada uno un origen que no podrá considerar sin horror. Deben su existencia no sólo al esfuerzo de los grandes genios que los han creado, sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos… Por eso el materialista histórico se distancia de él en la medida de lo posible. Considera cometido suyo pasarle a la historia el cepillo a contrapelo.

Hacer una historia a contrapelo es la tarea de la arqueología, nuestra responsabilidad es extraer de la investigación y del patrimonio, que es gran orgullo de los vencedores, el reclamo de los vencidos.

Los hallazgos de la arqueología deberían generar la experiencia de vínculo, la entrada a una comunidad que vive más allá del momento de nacimiento y muerte individual, la experiencia del patrimonio es la apropiación de un tiempo que nos está negado, un tiempo de unión con el pasado y el futuro, un tiempo de continuidad, comunión con las mujeres y hombres trabajadores del tiempo. Lo que pasó no sólo pasó, sigue pasando, se encuentra en nosotros como los genes que nos constituyen, cada objeto, cada situación de lo que hoy es cotidiano trae consigo la vida de todas las sociedades y de todos los tiempos.

Es por eso que la lucha por la defensa del patrimonio no puede seguir siendo meramente defensiva, ya que en este caso lo que hacemos es perpetuar la visión del patrimonio del estado nación vencedor de mitad del siglo pasado. Nuestra labor como trabajadores de la historia y la cultura es vincularnos con las comunidades y vivir con ellas la experiencia de rescatar su propia historia, sus propias caídas, que se sientan parte de eso que les ha excluido siempre. La historia oficial es la historia de su exclusión, el rescate del patrimonio propio devuelve los seres al mundo y con esto también la potencia de cambiar las cosas.

Obviamente tenemos que luchar por detener las iniciativas elitizadoras y privatizadoras, que buscan quitar contenido a las huellas del pasado y convertirlas en pleno entretenimiento, un montaje, hacer parecer la historia como una ficción de la cual podemos escapar. Pero esta lucha no puede estar fundamentada en la ideología de la Unidad Nacional que caracterizó al gobierno mexicano a partir del gobierno del presidente Ávila Camacho. Desde la arqueología no sólo debemos estudiar los contenidos de los vestigios, sino generar la vivencia de recuperación del pasado junto a las comunidades.

La defensa del patrimonio es también el proceso de desenterrar las palabras junto a la gente que puede escucharlas y devolverlas al lenguaje, a la vida y a su propia lucha.

Logrando solidarizarnos con esas palabras enterradas, palabras pendientes buscando despertar a gritos. Tal como lo decía el Chiquis en su trabalenguas “Con P-los en la lengua”, escrito en el número cero de esta publicación:

Pensar poder parar al poder
Esperanza peleada de puños parados
y pechos caídos en peleas pasadas
Palabras pendientes proponen pelear.