DE LA CASA #119: ALTERNATIVAS A LA SITUACIÓN LABORAL DE LOS ARQUEÓLOGOS EN MÉXICO / MD.

Por Martín Domínguez Nuñez

Siguiendo con el tema de la situación laboral de los #arqueólogos en #México, nos tomamos la libertad de publicar estos puntos que andan por las redes (por la mente de muchos seguramente también) y que hemos recogido del muro del autor, de nuevo con el objetivo de provocar al debate.// La propuesta para hacerlo más interesante es que los comentarios que escriban aquí serán publicados en nuestra revista.// Sin más preámbulo, acá el texto íntegro:

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«El INAH ya no puede dar empleo ni a los arqueólogos ni a los trabajadores de las comunidades rurales en dónde se encuentran los sitios. Desafortunadamente la legislación arqueológica sólo nos permite ejercer la profesión al amparo de un Estado que fue saqueado y que ya se quedó sin recursos. Urge exigir un cambio en la legislación arqueológica. Si no van a dar empleo a la mitad de los arqueólogos que no tenemos base, si el empleo que nos van a dar va a ser de pésima calidad, que nos permitan:

1.- Crear nuestras propias empresas o cooperativas de salvamento y con ello generar empleo al gremio de arqueólogos y a los trabajadores de las comunidades en las que se encuentran los sitios.

2.- Realizar investigación con dinero de la iniciativa privada o con dinero dado por las comunidades interesadas en la investigación arqueológica beneficiando a arqueólogos y comunidades.

3.- Crear nuestras escuelas de campo y cobrar por ello contratando trabajadores y arqueólogos locales.

4.- Que los sitios puedan ser administrados y protegidos por las comunidades en las que se encuentran y que el beneficio económico se quede en las comunidades; y que sean asesoradas en cuánto al tema arqueológico por nosotros.

5.- Que se exija a la SEP y a la UNAM que se reconozca a la profesión de arqueólogo dentro de los perfiles profesionales para impartir historia.

6.- Que se exija a la Secretaria de Turismo que se nos permita ser guías de turistas en zonas arqueológicas e históricas con el sólo presentarla cédula profesional y sin necesidad del diplomado de guía de turistas.»

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #119″. México 2017. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: El Edificio H, entre el patrimonio y la educación.

Por Patricio Patiño

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En el círculo universitario, sobre todo el más cercano a la “cultura”, ha surgido una interesante inquietud. Un nuevo edificio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), el edificio H de ocho pisos, parece interferir con la estética proyectada por los realizadores del Espacio Escultórico. La imagen final de este espacio, que pretendía entre otras cosas eliminar los edificios de su paisaje más próximo, no había sido alterada desde que fue concebido en 1979.

Pero hay que recalcar que no se trata de un caso aislado, otros espacios han visto cuestionados sus privilegios estéticos en el pasado; por ejemplo, el corazón del Centro Cultural Universitario, que en 2007 tuvo que plegar su Sala Nezahualcóyotl a un segundo y poco vistoso plano, por la llegada de la enorme edificación que alberga al MUAC, Museo Universitario de Arte Contemporáneo, inaugurado en 2008.

Al margen de que el beneficio de la expansión de espacios en la Universidad es indiscutible, algunos se preguntan si en ambos casos resultaba estrictamente necesaria una intervención tan agresiva.

Podríamos incluso citar un caso más, la construcción del IISUE, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, situado a un costado de la Biblioteca Nacional, “obstruyendo” así sus posibilidades paisajísticas.

Probablemente la respuesta sea negativa en ciertos casos. No es necesario violentar el patrimonio para conciliar la necesidad de espacios más numerosos y de calidad en la UNAM. Pero el caso del edificio H y el Espacio Escultórico es un tanto distinto.

Primero, el Espacio Escultórico está considerado “Monumento Artístico”, lo que jurídicamente le proporciona una situación especial y protección extra de parte de otras instituciones (por ejemplo, del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Patronato Universitario). Por si fuera poco, resulta ser uno de los complejos escultóricos al aire libre más reconocidos a nivel mundial, algunos dirían “único en su tipo”. De ahí que, a raíz de la construcción del mencionado edificio, quienes son capaces de apreciar estos detalles hayan salido en su airada defensa por medio de la presión política. Efectiva en cierta medida, pues hasta ahora ha logrado colectar más de 25 mil firmas de apoyo, valiéndose de información sesgada, por decir lo menos.

Por su parte, el edificio H de la FCPyS ha sido construido bajo dos poderosos argumentos: aumentar el espacio disponible para las numerosas actividades de esta Facultad, y disponer en libertad del ya de por sí limitado espacio que les ha sido asignado. En otras palabras, una causa de que la construcción se extienda hacia arriba es que no puede hacerlo hacia los lados, precisamente porque la FCPyS se encuentra rodeada de zonas protegidas (en específico, reservas ecológicas y la mencionada zona designada “Monumento Artístico”). Asimismo, construir hacia abajo implica un abrumador reto técnico y económico, por la dura piedra volcánica que yace bajo toda la Ciudad Universitaria.

El que comparte estas líneas pudo corroborar, por medio de breves entrevistas de sondeo y consulta en grupos en línea integrados por estudiantes de aquella Facultad (por ejemplo, el grupo de Facebook “No me quiero morir en Polakas”), que se trata de una decisión respaldada por la propia comunidad de la FCPyS, y para ello bastan unas pocas muestras. La más elocuente: la construcción de este edifico tardó aproximadamente dos años, y si bien fue alzado de forma irregular y sin las precauciones debidas (por ejemplo, jamás se acordonó la zona contigua de riesgo durante los trabajos), la gran mayoría de los que ahí desarrollan sus actividades está de acuerdo en que lo prioritario es dar cabida a la mayor cantidad de estudiantes posible. Algo que resulta inviable sin la ampliación de los espacios.

Incluso hay grupos de activistas tradicionalmente críticos de la institución que así lo consideran, y por ende se manifiestan en conformidad. De este sector, sólo los más trasnochados y puristas exigen el derrumbe o modificación estructural del edificio (cuyo costo final se calcula en más de 80mdp, sin hasta ahora disponer de cifras oficiales por parte de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM), pues a su juicio “no se tomó en cuenta a la comunidad para una decisión de esta magnitud”.

De modo que en esta ocasión no se trata, en general, de una pugna más que proviene de sectores “radicales”. Una estructura que estuvo abierta a la crítica por más de setecientos días (y contando), no puede ser rechazada razonablemente a su término por la comunidad que la vio consolidarse. ¿De dónde viene entonces esta pugna? Como dije, de las élites universitarias, de los estetas que ponen por encima de las necesidades de los mexicanos la supuesta preservación de un espacio artístico. De un puñado de egoístas privilegiados.

Una prueba al respecto: el rector se manifestó “abierto” a escuchar las inquietudes relacionadas y para ello abrió un canal de diálogo, cosa rara si se tratase de una inconformidad multitudinaria. ¿Cometemos un exceso con nuestra sospecha?, otra prueba: este canal de diálogo se cristaliza en la reciente creación de un “Comité” para la discusión y solución de este asunto, integrado por afamados arquitectos, artistas y estetas emanados de las élites de la cultura que ejercen al interior de la UNAM, bien como funcionarios o bien como beneficiados del control fáctico de los espacios.

Desde aquí nos lamentamos por la voluntad de dar voz únicamente a quienes tienen privilegios, y de que estos a su vez sólo la alcen para conservarlos. Creemos que en el fondo se trata, para ellos, de una victoria política y oportunista que les permite seguir agenciándose espacios universitarios a discreción. Creemos también que su lucha debilita los esfuerzos de la Universidad por el cumplimiento de su deber primordial: hacer accesibles las luces del conocimiento a los mexicanos. Y en sintonía, también sostenemos que estos esfuerzos implican una actitud dolosa por pretender imponerse sobre las necesidades de la comunidad estudiantil, mostrando su total desconocimiento e interés por la misma.

¿Por qué quejarse hasta ahora que la inversión y los trabajos han concluido? ¿Por qué darse el lujo de exigir el derrumbe parcial a estas alturas? ¿Qué hicieron con su preocupación estética durante estos dos años?

Por último, creemos que esta coyuntura constituye una oportunidad inmejorable para abrir el debate sobre el asunto que reposa al fondo, por demás escabroso y que por ello casi nunca se aborda; y del que además, casi nunca podemos apreciar sus contradicciones con tanta claridad como ahora: la institución del “patrimonio” y las funciones de la Universidad.

¿Tiene la UNAM obligación de preservar intactas sus estructuras, en función de los intereses de otras instituciones?, ¿es necesario plegar las necesidades universitarias por el estatus de museo que se le imponen a algunos de sus inmuebles?, ¿la función primordial de la UNAM es servir a los mexicanos o ser un bastión de la alta cultura?, ¿en qué medida resulta regresivo considerar la petrificación de los espacios por ser “patrimonio”?; en suma, ¿qué es más importante, el patrimonio o la educación? Esta última pregunta puede considerarse maniquea, pero debemos mencionar un hecho contundente: buena parte del campus central funciona mal, en sobrepoblación y de forma excluyente por la imposibilidad de expandirlo, porque es Patrimonio de la Humanidad.

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Fuente: Metrópoli Digital 

 

#LasPrestadas: Luces y sombras sobre el espacio escultórico.

Por José Guerra

En el mundo del arte se tiende demasiado a querer clasificar y poner en aparador todas aquellas obras producidas por culturas o artistas del pasado. Sin embargo, existen ejemplos de arte más allá de esos espacios de conservación, estudio o exposición que llamamos museos. El Espacio Escultórico en la Ciudad Universitaria de México es una de las mejores muestras a nivel mundial de lo que se conoce como “land art” ya que involucra un trabajo colectivo entre las artes plásticas, la intervención paisajística y la construcción arquitectónica. Se trata de un espacio único, irrepetible e imposible de meter en una vitrina porque su valor artístico no se limita a lo tangible sino que es un lugar rodeado por el excepcional paisaje del Pedregal de San Ángel que es apreciable únicamente mediante la experiencia de visitarlo.

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Un recuento de tragedias y acontecimientos: breve historia del Pedregal de San Ángel.

La civilización de Cuicuilco habitó la región del actual Pedregal de San Ángel pero sus asentamientos urbanos quedaron para siempre enterrados bajo una gruesa capa de lava petrificada que brotó de la única erupción del Volcán Xitle hace aproximadamente 2,000 años, tras este fenómeno la zona se volvió inhabitable tanto para la civilización mexica como para la sociedad de la época colonial; su condición inhóspita permitió que con el transcurso de los siglos surgiera un ecosistema de características únicas a nivel mundial porque es una reserva natural rodeada por una enorme urbe. Fue hasta el siglo XX que el auge económico nacional permitió expandir la ciudad y habitar el extenso e inhóspito Pedregal dándole diversos usos. En la década de los 50 se trasladó a la población estudiantil universitaria hacia la magna obra arquitectónica del “Milagro Mexicano”, es decir, el Campus principal de la UNAM (con el consecuente deterioro del Centro Histórico de la ciudad que perdió a la educación como una de sus funciones principales y se orientó más hacia el comercio formal e informal). En esa misma década otro sector del Pedregal sirvió para desarrollar viviendas de lujo (la actual colonia Jardines del Pedregal) en la que varios arquitectos  del “star system” de la época consolidaron el Movimiento Moderno en México desarrollando casas bajo este estilo y apoyados con la gran holgura de terreno y presupuesto que les proporcionaron sus clientes (muy pocas de estas casas se conservan hasta la actualidad pero son reconocidas por el Instituto Nacional de Bellas Artes que las cataloga por su valor histórico y artístico). En 1968 se hizo pasar por la zona el “Anillo Periférico” como parte de la infraestructura de los Juegos Olímpicos destinada a competiciones ciclistas así como para establecer un “límite” para la ciudad que fracasó ya que en lugar de frenar el crecimiento de la mancha urbana propició la invasión de zonas como el Pedregal de San Nicolás. El proyecto artístico más destacable de ésta época fue sin duda el corredor artístico “Ruta de la Amistad” en la que el gobierno mexicano invitó a artistas plásticos de diversas nacionalidades a construir una serie de esculturas abstractas monumentales; hasta 2010 dicho corredor se podía apreciar viajando en automóvil por el Periférico pero actualmente la mayoría de las obras se concentran en el cruce de este anillo con Insurgentes Sur. A principios de los 70 sucedió la mayor devastación ecológica a causa de la más extensa invasión urbana en América Latina, es decir, el conjunto de las actuales colonias Pedregal de Sto. Domingo, Ajusco y Sta. Úrsula que son ejemplo de un urbanismo voraz y descontrolado porque gran parte de su suelo se destina únicamente a vivienda aunado a una carencia de servicios, fuentes de trabajo así como de áreas verdes y de esparcimiento. Finalmente, entre 1976 y 1980 se construyó el complejo al que pertenece el Espacio Escultórico: el Centro Cultural Universitario, concebido como un espacio en donde confluyen la mayoría de expresiones artísticas. En el CCU podemos encontrar una gran oferta  cultural como la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, la Biblioteca Nacional, salas de teatro, danza y cine, un museo, librerías, restaurantes además de la mejor estación de metrobús en la ciudad de acuerdo al gremio de arquitectura. Parte importante del conjunto es también el Recorrido Escultórico: un muro de piedra que serpentea por la reserva Ecológica del Pedregal y que a su paso va presentando obras individuales de distintos artistas plásticos como Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Hersúa, Sebastián, Roberto Acuña y Federico Silva; estos mismos artistas culminaron el Paseo de las Esculturas con una obra colectiva (el Espacio Escultórico) que hoy ve dañado su valor paisajístico por la irrupción del Edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales aledaña al recinto. Justo al oriente del conjunto de prismas desde el cual se aprecia la silueta de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl se interpone ahora en primer plano la arquitectura común y típica de un edificio destinado a la academia.

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LUCES (Guía para el visitante propio y extraño)

La obra es conceptualmente un homenaje al paisaje virgen que debió dominar el entorno de las civilizaciones prehispánicas así como una conjunción de ecología y arte que revalora un ecosistema agreste e inhóspito pero que no por eso carece de cualidades estéticas: los contrastes de luz y sombra así como la ausencia de ruido citadino logran introducir al visitante en un ambiente pacífico. Para decidir la ubicación del Espacio Escultórico se trazó un eje en dirección norte desde la Pirámide circular de Cuicuilco hasta la Reserva Ecológica del Pedregal; en el centro de dicha reserva y con un diámetro idéntico a los vestigios de la estructura arqueológica principal (pirámide = montículo = lleno = positivo) se trazó el círculo sobre el que se encuentran la serie de prismas que conforman el conjunto (prismas = cráter = vacío = negativo) es así como el Espacio Escultórico pretende establecer una relación con el paisaje y la historia del sitio. A través de un sendero que se adentra en la irregularidad del pedregal se hace un recorrido que finaliza con un “happening” o acontecimiento dentro del paisaje, una especie de cráter que emerge del terreno; al aproximarse se descubre una enorme plataforma circular sobre la que se disponen varios prismas y que delimitan el espacio interrumpiendo la visibilidad hacia el exterior. Si se logra llegar al centro del conjunto se podrá apreciar la bóveda celeste (siempre cambiante y en continuo movimiento) y la roca volcánica (testigo de un movimiento en el pasado de las capas de lava, ahora petrificadas). El factor tiempo también está presente en la obra ya que a cada época del año y a determinada hora del día siempre corresponderá un juego de luz, sombra y color distinto. Se trata de un proyecto ecléctico porque combina la intervención en el paisaje con la composición arquitectónica basada en  elementos simples y escultóricos. Es una obra que nos revela la estrecha relación que puede existir entre diversas disciplinas y que nos conecta con las experiencias sensoriales por las que percibimos el lenguaje universal del arte. Es una intervención sutil en el entorno pero cargada de alusiones, relaciones y símbolos que debe ser experimentada para ser comprendida.

VIDEO reseña del Mtro. Arq. Carlos Mijares Bracho para el proyecto Recorridos Arquitectónicos de México

SOMBRAS (Tome sus precauciones)

Cabe recordar al visitante que dadas las condiciones del sitio se puede encontrar toda clase de flora y fauna en su estado natural por lo que conviene tomar ciertas precauciones ante la presencia de cactáceas y arbustos así como arácnidos, insectos, culebras, víboras y otros pequeños reptiles y mamíferos que se desplazan a zonas como el Espacio Escultórico cuando ocurren incendios forestales dentro de la Reserva; además la zona se ha convertido en uno de los puntos favoritos en la ciudad para abandonar fauna doméstica como perros y gatos que al adaptarse a vivir en el Pedregal se agrupan en pequeñas jaurías o manadas. La zona es también hogar de vagabundos o “homeless” que habitan las pequeñas cavernas y oquedades típicas del entorno. Por otra parte, medios periodísticos como VICE México han dado a conocer la popularidad de la Reserva Ecológica en foros, páginas y aplicaciones de internet destinadas a personas que practican el “cruising” o sexo al aire libre, en público o grupal. Finalmente, el Espacio Escultórico y sus zonas aledañas son generalmente inaccesibles al personal de vigilancia por lo que se ha convertido en un sitio de consumo de alcohol, drogas o estupefacientes tanto por parte de miembros de la comunidad universitaria como de personas ajenas. Lo anterior se confirma porque se pueden hallar vestigios de todo lo descrito cuando se visita la zona.

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Lo que nos queda: vestigios de historia, arte y paisaje. ¿Patrimonio o educación?

En cuanto al Pedregal como paisaje y ecosistema nos queda cada vez menos; actualmente se puede apreciar el grosor de la capa de lava y el suelo original que pisaron los cuicuilcas en la llamada “Cantera Puma” cerca del Metro Universidad. Este enorme agujero es el resultado de la explotación de roca para usarla como materia prima del asfalto que cubre calles y avenidas en la Ciudad de México. La Cantera pertenece hoy al club de futbol PUMAS y a la red de Institutos de investigación científica de la UNAM que ha generado un lago artificial recreando así el paisaje del antiguo Valle de Anáhuac.

Sobre la controversia del Espacio Escultórico y el Edificio H ya se ha creado un comité especializado encabezado por el Dr. Arquitecto Xavier Cortés Rocha (rector interino de la UNAM en 1999) y otros expertos en arquitectura de paisaje y arte que determinarán las acciones a emprender para rescatar el paisaje que rodea a la obra. Es poco probable que se ordene la demolición total del Edificio H y más aún que la administración de José Narro asuma responsabilidades por el daño causado al paisaje. Entre las acciones viables para el rescate de esta obra se pueden esperar ajustes en la fachada, la altura o la cromática del Edificio H.

En conclusión; la historia del Pedregal de San Ángel y el Espacio Escultórico da cuenta de la constante devastación de aquello que dota de identidad a un lugar y lo hace único: el paisaje. Si la dinámica de expansión tanto de la Ciudad de México como de la Ciudad Universitaria continúa con esa pérdida de sensibilidad ante este patrimonio intangible, pronto no quedarán más que vestigios o recreaciones históricas. El reconocimiento y la defensa del patrimonio son muestras del nivel de educación que tiene una sociedad; cuando el nivel educativo es bajo, incluso los vestigios de patrimonio terminan por desaparecer.

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Fuente y fotos: Metrópoli Digital.

DE LA CASA #97: EL ARTE RITUAL DEL TOTONACAPAN. EL CASO DE LA PINTURA MURAL DE LAS HIGUERAS / AG.

Por Anael Joanna González Álvarez

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La pintura mural ha sido nuestro
eje, su expresión: el vínculo de
acceso al otro.[1]
Beatriz de la Fuente

Descripción breve: La pintura mural de Mesoamérica como vehículo de expresión gráfica y contenedor de simbolismo y religión, nos abstrae hoy día incluso. Las preguntas derivadas de sus formas y colores, nos apertura caminos a su más profundo y delicado entendimiento. Las Higueras, a la vez que son lienzo y capas de color, son hojas integrantes de este bello crisol Totonaco. Llevándonos de vuelta a esta época misma…

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Las áreas culturales que integraron a Mesoamérica poseen rasgos que nos permiten hablar de estilos regionales. Siendo este uno de los temas que con cierta facilidad permite identificar a primera vista, la diversidad de estilos pictóricos es un rasgo posible de deducir a través del tiempo y del espacio. En este sentido la pintura mural, nos indica el camino a su comprensión mediante la apreciación visual y su abstracción cognitiva con el otro. Además la amplitud de su formato nos implica en cuestionamientos cada vez más profundos, cuyas referencias tienden hacia la religiosidad mesoamericana.

El documento pictórico mesoamericano, como elemento cultural imprescindible para la comprensión del aparato estético, nos lleva hoy día a repensarla en términos de la relacionalidad precolombina. Este patrimonio tangible de México prehispánico es sin lugar a duda, la vía para adentrarnos comprender diferentes realidades de las sociedades quienes las crearon. Motivo por el cual el registro adecuado tanto en contexto arqueológico como en sus posterioridades, deben ser llevadas a cabo a la brevedad. Ya que la realidad actual es la perdida de los datos pictóricos así como los eventos allí destacados en varios de los sitios arqueológicos de México, en el que la restauración y conservación es imperativo.

Los trabajos de Sonia Lombardo nos brindan mucha luz al respecto. Sucintamente se puede entender al estilo como “[…] una unidad de sentido, un sistema de formas con una cualidad y una expresión significativas, que denotan la personalidad del artista y la visión del mundo del grupo social inmerso, con su peculiar sistema de valores”[2]. Es decir las formas son representaciones mentales y sociales que materializadas mediante la técnica pictórica, nos revelan mucho de su significado más profundo. Éstas formas de las que nos habla Lombardo de Ruiz son plasmadas en un mismo soporte, refiriéndome a la pintura mural, sobre la arquitectura, en espacios múltiples, de ello la importancia de los formatos, de los tipos de línea y de color, la superficie, la textura, el volumen, las figuras, las dimensiones, el orden de la composición, la simetría y el ritmo[3], dotan de singularidad a las diversas manifestaciones muralísticas.

Por otra parte es la técnica pictórica un tema relevante por mencionar. Este nos dirige específicamente a la manufactura de la pintura mural. En palabras de Diana Magaloni la forma de hacer en el arte[4] es propiamente la técnica pictórica. Lo anterior se percibe integrado en una estratigrafía que es única para cada sitio arqueologico o consistente y significativa en un área cultural. Siendo sus partes integrantes el muro, un mortero, el enlucido y finalmente la capa pictórica. La composición química y sus grosores son los que nos permiten percibir otras complejidades, como las propias que el artista tuvo que abstraer y plasmar, por exponer un ejemplo.

No obstante ambos elementos son complementarios mutuos, de manera tal que cuando se trate de un estilo en referencia directa se alude a la técnica pictórica, de allí la presencia de escuelas o tradiciones. La relevancia de reconocer un estilo típico dado en tiempo y espacio nos accede a ámbitos culturales definidos por la sociedad mesoamericana y que nos apertura cada vez más a este panorama de interacción no nada más comercial e ideológica sino con un sentido de la cultura en términos religiosos.

Como propuesta plástica de la Costa del Golfo, el Totonacapan como región abarcante de una diversidad geográfica y étnica, nos permite entender y proyectar conexiones diversas y por tanto interesantes. Por ejemplo, Dolores Pineda nos expresa que los murales de Tiahuatlán, de El Tajín y de Las Higueras constitutivamente son idénticos[5]; dos propuestas iconográficas de varios fragmentos de Las Higueras enlazan con Tajín, la primera a partir del análisis de la serpiente[6] y una segunda a partir del culto al agua sagrada[7]. Así mismo Magaloni Kerpel nos expresa la existencia de estas escuelas pictóricas en Mesoamérica[8]. Tras 300 años de la caída de Teotihuacán, en Tajín “aparece” la misma técnica pictórica de estos murales con la adecuación fina y precisa de una corrección plástica típica en los murales de Bonampak. El anterior suceso se debe a la inclusión de la corteza del jonote en los murales de Tajín Chico[9], aglutinante que permea de mejor manera las partículas de cal, permitiendo que el fresco sea medianamente similar al seco y prolongar así las labores artísticas. No obstante aunque en Las Higueras se llevaron a cabo análisis químicos de saponificación efectuados por Dolores Pineda, el aglutinante fue imposible de identificar. En relación con lo anterior Adriana Meza con mediciones arqueométricas además de identificar el cinabrio en las primeras capas pictóricas, de nuevo el aglutinante fue la interrogante, quedándose sin resolver.

Lo anterior es la conformación de una serie de elementos que discurren directamente de la influencia de El Tajín durante el Clásico y el Epiclásico en la Costa del Golfo, siendo parte atrayente y medular de esta serie de interacciones Las Higueras. A partir de aquí es donde podemos acercarnos a la relevancia de este sitio durante uno de los periodos más fascinantes del arte mesoamericano, en una región donde la abundancia y la naturaleza era lo endémico y en el que un mito abarcaría una amplia extensión: el Totonacapan antiguo.

En la ciudad prehispánica perteneciente a la zona norte de las Culturas del Golfo de Morgadal Grande, el arqueólogo Arturo Pascual Soto localizó varios soportes de vasos cilíndricos trípodes y cuyos incisos recuerdan varios fragmentos pictóricos de Las Higueras. En concreto se tratan de los presentados en “El Tajín: en busca de los orígenes de una civilización”. Dichos soportes fueron hallados en la superficie general de la Plataforma Sur de Morgadal Grande, en el Templo Rojo, se refieren a unos vasos cilíndricos trípodes del tipo Valenzuela Pulido, variedad Santa Rosa, de acuerdo con Pascual Soto[10]. El Templo Rojo de Morgadal Grande tuvo una ligera capa de estuco rojo, la cerámica tipo Valenzuela tiene sus orígenes durante el Clásico Temprano pero tiene presencia hasta parte del Clásico Tardío. De igual manera la mayoría de la producción de los vasos cilíndricos trípodes pertenecen a la fase Cacahuatal, “[…] los soportes, desnudos de color, contrastaban con el acabado brillante del interior del vaso, pintado con distintos tonos de rojo”[11], recordándonos sin duda la increíble semejanza con la alfarería oriunda de Teotihuacán. Lo que nos permite cuestionarnos, ¿si este rojo encontrado en estos vasos de Morgadal Grande, son similares a los encontrados en los murales de Higueras y de Teotihuacán? Lo sabremos hasta llevar a cabo los análisis comparativos compositivos.

Como el arqueólogo e investigador Pascual Soto manifiesta, iniciando el Clásico tardío ésta cerámica proyecta técnicas innovadoras y mejoradas, “[…] la cocción vuelve a mejorar hasta hacerse completa en las paredes de los vasos, que adquieren una coloración anaranjada rojiza, que también exhiben sus soportes”…[12], muestra la evolución artística en estos pequeños relieves incisos de los soportes del vaso trípode[13]. Ambos soportes tienen inciso a un personaje de perfil izquierdo. Uno de los aspectos que interesa resaltar primeramente, es el de una vírgula de la palabra que se encuentra de frente a este personaje y a la altura de la boca, aunque esta se encuentre con la comisura de los labios contraídos. De esta vírgula se presenta un caracol cortado de perfil y de la misma brota otra vírgula, alcanzado a rozar la frente de nuestro personaje. Se trata de una vírgula con cierto movimiento.

Otro de los atributos de estos soportes es la posición de ambos brazos, el lateral derecho extendido de frente, con el dorso hacia arriba y la palma hacia el piso de la cenefa de este pequeño fragmento. El brazo izquierdo, extendido detrás de él y con la palma directa sobre el piso de este soporte de vaso trípode. La joyería que el sedente personaje porta, son la orejera correspondiente con el lóbulo izquierdo en ambos personajes y un collar rectangular sobre el cuello. La orejera está constituida por un par de círculos, uno minúsculo dentro del más grande terminando en forma de dos semicírculos.  Sobre el tocado de los personajes es importante subrayar que en el caso del segundo soporte esta área ha sido fracturada, así que no es posible contar con los detalles del tocado. El tocado consta de una pequeña diadema que rodea la circunferencia de la cabeza, es decir una xihuitzolli, segmentada por rectángulos, es seguido por un elemento semicircular del cual se desprende justo sobre el brazo izquierdo, una cauda. De este elemento semicircular surgen dos círculos y tres plumas. Sus piernas al parecer se encuentran flexionadas y su enredo muestra un achurado y un paño que cae por delante de este enredo, a la altura de la cintura. En el primer soporte, es preciso señalar que este se encuentra sujetando con cierta fuerza lo que sería una banda acuática, revelada por volutas. El segundo personaje por el contrario pareciera “dejar caer” esta misma banda acuática, de su mano derecha le prosigue una pequeña cauda de agua.

El horizonte cultural de la mayor producción artística de El Tajín, eje principal de la Costa del Golfo, así como de estos soportes de vaso cilíndrico pertenecen al Clásico Temprano (ca. 350-600 d.C.)[14]. El estilo característico de El Tajín es plasmado  magistralmente en este soporte de vaso cilíndrico de Morgadal Grande. Pero este mismo repertorio iconográfico es evocado a todo color, en los murales de Las Higueras, en una serie especifica de fragmentos con personajes sedentes. Con 300 años de lejanía, ya entrados en el Epiclásico mesoamericano, ambos soportes son compartidos a través de estilos y manufacturas diferentes. Sin embargo gran parte de los atributos son notables. Como por ejemplo: xihuitzollis, grandes tocados de plumas, elementos al frente del rostro del personaje que por el momento sugiero sean vírgulas emplumadas de la palabra, en el caso de los murales de Las Higueras.

En la Costa del Golfo, en la zona aledaña a Morgadal Grande se suscitaban procesos culturales y sociales interesantes, cuyas repercusiones extensas son evidentes en otro sitio arqueológico al sur. El arqueólogo Arturo Pascual Soto entiende estos amplios sucesos de la siguiente manera:

“Ahora sabemos que la cuenca del río Tecolutla, […] fue el escenario de una vigorosa cultura regional cuyas manifestaciones más tardías son las […] de la cultura de El Tajín. En la que fuera la capital más importante del oriente de Mesoamérica, se sintetizaba la víspera del Clásico Tardío (ca. 600 d.C.) la herencia de una cultura local propia del periodo Formativo  con la reciente adquisición de un modelo cultural de extracción teotihuacana.”[15]

En el Totonacapan Antiguo es posible evidenciar ciertos rasgos que nos permiten hablar no sólo de contactos regionales, sino de mitos y de eventos rituales inmortalizados y materializados en una serie de soportes específicos. Por ejemplo por una parte, Juan Sánchez Bonilla el arqueólogo encargado de las excavaciones en el Edificio 1 de Las Higueras, nos apunta varias semejanzas plásticas entre El Tajín y este sitio arqueológico, afirmando que “[…] la expresión plástica con que fueron plasmadas estas obras es sorprendente, el manejo del color revela gran maestría, tanto en Tajín como en Las Higueras, donde primero se dibujó la forma y luego se llenaron los espacios de color.”[16]

Por otra parte Sara Ladrón de Guevara manifiesta que existen “Tres tradiciones pictóricas en la Costa del Golfo”[17], siendo los tres sitios que analizó El Tajín, Las Higueras y El Zapotal. En este documento sostiene “que la pintura mural de tres sitios ubicados espacialmente en el llamado Totonacapan y temporalmente en el periodo Clásico Tardío, obedecen estilísticamente a tres tradiciones distintas, desarrolladas regionalmente, más no exentas de influencias de otros sitios”[18]. Lo que indica la conformación e identidad de esta macro-área cultural a partir del estilo de estos tres ejemplos muralísticos, que temporal y geográficamente se encuentran cercanos.

En otro tipo de aportación hacia la mejor compresión de la pintura mural en sus aspectos materiales, Diana Magaloni nos expresa que la técnica pictórica de El Tajín tiene como elemento principal la presencia del jonote[19], corteza que permite a la mezcla alcalina perdurar más tiempo que el normal. En otras palabras el fresco se convierte en una especie de secco y esto es característico de esta área cultural. De igual modo Dolores Pineda encuentra otro tipo de semejanzas a partir de la pintura mural también. Mediante análisis químicos de saponificación de varias muestras procedentes de El Tajín, de Tihuatlán y de Las Higueras, concluye que tanto los pigmentos son constitutivamente similares, que la técnica pictórica en estos casos es temple, aunque no haya identificado el aglutinante positivamente. Además cabe señalar que Adriana Meza al centrar su análisis en los pigmentos de los murales de Las Higueras, resultó imposible asegurar que la disminución o desaparición parcial ó total de cualquier pigmento en alguna capa y cuyo comportamiento es errático. No así con el cinabrio, hasta ahora su propuesta es la de un acceso limitado al recurso o un cambio en el lenguaje tanto religioso como en registro iconográfico. Si bien es cierto el aglutinante al parecer es el mismo que se empleó en El Tajín y la técnica pictórica es también similar, estos dichos en Las Higueras cobran una relevancia tal que es importante poner en manifiesto.

Para finalizar, la Costa del Golfo lugar de esas caritas sonrientes que de alguna manera tranquilizan el alma del espectador, fue cuna civilizatoria de múltiples ciudades. Las Higueras, ciudad prehispánica poco explorada, llanamente excavada. Acervo artístico, quizás, plenamente recuperado y aun así descontextualizado y desfragmentado, es de los más amplios en dicho ámbito territorial. Pues siendo El Tajín este centro rector y religioso del Totonacapan Antiguo, sin duda la pintura mural más bella de este ámbito costero y por el contrario escaso.

Acercarnos a los murales de Las Higueras, pequeña zona arqueológica en Vega de Alatorre, Veracruz, obliga al planteamiento de eventos insólitos y diferentes. Al tener como marco temporal este crisol de la época Clásica mesoamericana nos permite visualizar un mundo antiguo interconectado culturalmente y significativamente.

Lo anterior nos indica que estrechamente existe un vínculo entre la pintura mural, el adoratorio y el Edificio 1 en Las Higueras. Aquí es evidente que en las jambas y en el piso han sido manifestadas las evidencias pictóricas de estos eventos astronómicos, que al ser iluminados directamente en los solsticios de verano e invierno y en sus equinoccios, reflejan de esta manera un eje de simetría clásica. Lo anterior es típico en varias de las alineaciones arquitectónicas de Mesoamérica, comprendidos ampliamente como hierofanías.

Muchas de las pirámides principales de numerosas ciudades prehispánicas, son evocaciones tanto del centro del universo como representaciones de la montaña sagrada. En la época clásica de este amplio complejo sociocultural, la pintura mural tuvo su singular apogeo y cuya presencia pictórica nos revela interrogantes enigmáticas en los distintos lugares en las que se les localiza, que, de por sí son únicas. En Las Higueras precisamente destaca por este detalle y por localizarse en la zona Central Norte de las Culturas del Golfo.

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Ilustración 1. Soporte rectangular con decoración incisa y calada del tipo Valenzuela Pulido, variedad Santa Rosa, fase Tecolutla (ca. 0-350 d.C.) Cacahuatal (ca. 350-600 d.C.) Plataforma C-Sur de Morgadal Grande, “La cerámica arqueológica de Morgadal Grande” en El Tajín. En busca de los orígenes de una civilización, p 97. Fotografía: Anael Gonzalez.

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Ilustración 2.  Personaje con Labios Azules. Reconstrucción museográfica de Las Higueras, MAX. Fotografía: Anael González. Derecha. Personaje de Labios azules. Archivo Fotográfico de la Escuela Nacional de Restauración Conservación y Museografía, fotografía anónima, sin fecha. Fotografía Anael Gonzalez, 2015.

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Notas:

[1] Beatriz de la Fuente, Diálogos con el tiempo, Muros que hablan: Ensayos sobre la pintura mural prehispánica en México, (El Colegio Nacional. México, 2004), 2.

[2] Sonia Lombardo de Ruiz, ¿Qué nos dijeron los estilos?, Muros que hablan. Ensayos sobre la pintura mural prehispánica en México, (El Colegio Nacional. México, 2004), 43.

[3] Ibídem, p 44-67.

[4] Diana Magaloni Kerpel, Materiales, técnicas y procedimientos en la pintura mural de Mesoamérica. Metodología de estudio en Muros que hablas. Ensayos sobre la pintura mural prehispánica en México, (El Colegio Nacional. México, 2004), 141.

[5] Dolores Pineda Campos, Los materiales de la pintura mural de El Tajín, Tiahuatlán y Las Higueras en Investigaciones culturales del Cuerpo académico Restauración y museología de la Universidad Veracruzana. (Ediciones Universidad de Xalapa/ UX, 2008), 3-92.

[6] Adriana Lorena Meza Gonzalez, “La serpiente cósmica en Las Higueras,  Veracruz” (tesis de licenciatura, Universidad Veracruzana, 2010).

[7] Mayra Janette Barradas García, “Representaciones del culto al agua en la pintura mural de Las Higueras” (tesis de licenciatura, Universidad Veracruzana, 2012).

[8] Diana Magaloni Kerpel. La pintura mural en Mesoamérica: materiales, técnica pictórica y contacto artístico entre regiones en Historia del arte y restauración 7mo Coloquio del Seminario de estudio del patrimonio artístico. Conservación, restauración y defensa, /UNAM, México, 2000), 105-123.

[9] Cfr. Diana Magaloni Kerpel. Los pintores de El Tajín y su relación con la pintura mural teotihuacana en La Costa del Golfo en tiempos teotihuacanos: propuestas y perspectivas Mesa de la Segunda Mesa redonda de Teotihuacan, (INAH, 2004), 427-439.

[10] Arturo Pascual Soto, “La cerámica arqueológica de Morgadal Grande,” en El Tajín. En busca de los orígenes de una civilización, (UNAM, IIE, INAH, 2006), 71- 220.

[11] Ibídem, p 89.

[12] Ibíd.

[13] Es lamentable no contar con una reproducción completa del vaso cilíndrico trípode de Morgadal Grande, por el momento.

[14] Arturo Pascual Soto, “La cultura de El Tajín en el Clásico Temprano,” en La costa del Golfo en tiempos teotihuacanos: propuestas y perspectivas. Memoria de la Segunda Mesa Redonda de Teotihuacán, (INAH, 2005), 441-449.

[15] Arturo Pascual Soto, Op cit., 442.

[16] Juan Sánchez Bonilla, “Similitudes entre las pinturas de Las Higueras y las obras plásticas del Tajín,” en Tajín de Juergüen Brüggeman, (El Equiibrista. 1992), 155.

[17] Sara Ladrón de Guevara. “Tres tradiciones pictóricas en la Costa del Golfo”, (versión digital). Consultado: 16/04/2015. http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/330/2/2005135P21.pdf

[18] Ibídem, p 12.

[19] Diana Magaloni Kerpel. Ibidem, 2004, 427-439.

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Bibliografía

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De la Fuente, Beatriz. Diálogos con el tiempo, Muros que hablan: Ensayos sobre la pintura mural prehispánica en México. El Colegio Nacional. México, 2004.

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Sobre la autora: (Veracruz, México – 1985) Arqueóloga por la Universidad Veracruzana con la tesis “El simbolismo en la indumentaria de la pintura mural prehispánica de Las Higueras” y maestrante de Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México, con el proyecto de investigación “Los sacerdotes de labios azules y tezcacuitlapilli de la pintura mural de Las Higueras, Veracruz. Una imagen a través del tiempo en Mesoamérica y el culto a Quetzalcóatl”. Sus cuestionamientos tienden hacia la comprensión más profunda del arte prehispánico, para converger en el discurso locativo de las capacidades artísticas de la Costa del Golfo y su inclusión e implicaciones a nivel Mesoamérica.

Ha participado como Asistente y Ponente en diferentes Congresos Institucionales  a nivel Nacional sobre la Filosofía de la Ciencia y la Filosofía Antropológica, la Teoría en Arqueología, la Arqueoastronomía y temas referentes a la Montaña Sagrada en Mesoamérica y de Estudios mesoamericanos en general, en instituciones como la UV, la UNAM, la ENAH, el CIESAS-D.F., el CIDHEM, entre otras. Ha asistido a distintos cursos sobre Mitos mesoamericanos, Arte prehispánico y Arte Novohispano, en la UNAM, en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, respectivamente.

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DE LA CASA #85: DOCUMENTO EN DEFENSA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES DE LA UNAM / JAB.

Por Julio Amador Bech

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Un grupo de personas que dicen proteger la estética del Espacio Escultórico, pretenden demoler el recién construido Edificio “H”, el cual, gracias a un gran esfuerzo de gestión de recursos, de diseño y construcción acaba de ser concluido en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estas nuevas instalaciones académicas, destinadas a ser aulas, cubículos para profesores y oficinas del Posgrado, alivian los graves problemas de falta de espacios educativos que ha padecido nuestra Facultad, debido a su crecimiento en los años recientes, en función del éxito que sus actividades académicas han tenido. Los profesores, estudiantes y miembros del personal administrativo de la FCPyS hacemos del conocimiento público nuestro punto de vista al respecto.

La construcción del Edificio “H” responde a la misión principal de la Universidad Nacional Autónoma de México que es la de la docencia, la investigación, la producción de nuevos conocimientos, científicos y humanísticos, y la difusión de los mismos. Quienes pretenden la demolición del edificio ignoran por completo este hecho irrefutable. La misión de la UNAM no es la de constituirse en un espacio para la producción de Land Art. Me pregunto si esas personas saben lo difícil que es obtener recursos para la educación pública en estos tiempos. Me pregunto si les importa que los jóvenes mexicanos que asisten a la UNAM se formen adecuadamente, en instalaciones idóneas para tales fines.

En vez de pensar razonablemente, anteponen sus criterios de fundamentalismo estético, carentes de fundamento, a los intereses de los universitarios, para pretender demoler unas instalaciones educativas que son indispensables para el buen funcionamiento de las actividades académicas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. ¿Por qué no hicieron público su punto de vista antes del proceso de construcción del Edificio “H” o durante el mismo? ¿Por qué han esperado hasta ahora? Su actitud es totalmente arbitraria, pues también la Torre de Rectoría y el Centro Cultural Universitario, particularmente la Biblioteca Nacional, que se encuentra a 300 m, afecta la visual del Espacio Escultórico. ¿Debemos también demoler esos edificios para mejorar la estética del Espacio Escultórico? Me pregunto si esas distinguidas personas del medio artístico mexicano no obedecen, sin saberlo, a intereses ajenos a la Universidad que intentan causar un grave problema a nuestra máxima casa de estudios y enfrentar a las autoridades universitarias a un dilema sumamente difícil de resolver. No será la primera vez que algo así ocurra.

La posición de esas personas vulnera los derechos que tenemos los miembros de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM de construir las instalaciones idóneas que permitan el desempeño de nuestras labores académicas. Además, esas personas mienten pues es falso que el Edificio “H” esté construido sobre el Área Protegida de la UNAM. Los miembros de la Facultad sabemos que nos asiste la razón y defenderemos nuestros derechos mayoritarios contra las pretensiones de un grupo minoritario que intenta privarnos de nuestro derecho a decidir sobre nuestras propias actividades académicas y nuestras instalaciones. Los universitarios tenemos una larga experiencia de organización y movilización y agotaremos todas las instancias que sean necesarias para defender nuestros derechos y, si es necesario, impediremos por la vía de la movilización la demolición de nuestras instalaciones.

No queremos ser parte del problema, sino, parte de la solución, por lo cual proponemos que es posible un acuerdo negociado: realizar una intervención artística sobre la fachada del Edificio “H” que lo integre al paisaje. De hecho, varios de los edificios de la Facultad han sido pintados con murales y ese tipo de intervención ha sido promovida por la misma Facultad. Estamos abiertos a resolver este asunto de la mejor manera posible.