DE LA CASA #142: SUBASTA DE ARQUEOLOGÍA PRECOLONIAL EN PARÍS. ¿POR QUÉ EL RECLAMO DE GUATEMALA RESULTÓ FRUCTÍFERO MIENTRAS QUE EL DE MÉXICO NO? / DSC.

Por Daniel Salinas Córdova

El pasado miércoles 18 de septiembre se vendieron más de un centenar de piezas arqueológicas de América precolonial por un valor total de 1.2 millones de euros en una controversial subasta organizada por la casa Millon en París. El catalogo estaba conformado por piezas de la colección de Manichak y Jean Aurance y contaba con esculturas, cerámicas, máscaras y policromados producidos por pueblos mesoamericanos como los mexicas, mayas o teotihuacanos, además de vasijas y textiles del Perú precolonial, ornamentos de oro de Colombia precolonial y ciertas máscaras de madera de los siglos XIX y XX.

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Fig. 1: Algunas de las piezas precoloniales subastadas en París el pasado 18 de septiembre. (Foto: Casa Millon)

Pese a que el catálogo se hizo público a finales de agosto, en México la amplia cobertura y discusión respecto a dicha subasta realmente comenzó tras las declaraciones públicas del embajador de México en Francia Juan Manuel Gómez Robledo del 17 de septiembre, un día antes de la subasta. En dicho comunicado se reprobó la comercialización del patrimonio arqueológico mexicano, señalando la posible reciente manufactura de algunas de las piezas e informando respecto a una denuncia interpuesta por el INAH “contra los propietarios de dichas piezas para obtener su restitución” y de la solicitud de cooperación la fiscalía mexicana ante las autoridades judiciales galas.

La conferencia de prensa de Gómez Robledo desató una intensa discusión en medios y redes sociales, en donde se reprochó la subasta y abundaron las peticiones para detener la subasta parisina y repatriar las piezas arqueológicas a México.

Sin embargo, los reclamos tanto diplomáticos como públicos resultaron ineficaces y no lograron amedrentar a la casa Millon. La subasta se llevó a cabo como estaba planeado el 18 de septiembre por la mañana y las 95 piezas provenientes del “patrimonio cultural de México” fueron vendidas, continuando así en manos particulares y pasando a formar parte de nuevas colecciones privadas, las cuales muy seguramente se encuentran fuera de México.

No obstante, una de las piezas sí fue retirada del catálogo previo a la subasta: el espectacular fragmento central de la estela 9 del sitio maya de Piedras Negras, la cual fue reclamada públicamente por el gobierno de Guatemala el 27 de agosto. ¿Por qué el reclamo de Guatemala resultó fructífero mientras que el de México no?

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Fig. 2: Lote 55 de la subasta de Millon: un fragmento de la estela 9 de Piedras Negras, sitio arqueológico maya en Petén, Guatemala. (Foto: Casa Millon)

Primero que nada, las autoridades guatemaltecas comenzaron a gestionar la recuperación de la pieza desde principios de agosto, más de un mes y medio antes de la subasta. Pero más importante aún, la pieza en cuestión contaba con una amplia documentación que la identifica sin lugar a dudas como un fragmento de la estela 9 de Piedras Negras, la cual fue excavada y registrada en 1899 por el arqueólogo alemán Teobert Maler. El fragmento de la estela que estaba en venta, un tocado de búho, fue sustraído ilegalmente en la década de 1960 y desapareció hasta aparecer en venta en el catálogo de la subasta de Millon. Como bien comentó en su momento la Dra. Donna Yates, “no había forma legal de que la estela abandonara Guatemala en la década de 1960 o después. La única posibilidad es que fue mutilada, saqueada, traficada y lavada en un mercado que no le importó y tal vez todavía no le importa.”

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Fig. 3: Fotografía de la estela 9 de Piedras Negras tomada por Maler en 1899, en donde claramente se identifica la talla de piedra del tocado de pájaro que se intentaba subastar en Paris. (Foto: David Stuart)

Ahora bien, muy seguramente un gran número de las piezas mexicanas subastadas también fueron sustraídas en circunstancias ilegales similares, ya que en México hay legislaciones que protege al patrimonio arqueológico nacional justo contra el robo y exportación desde al menos 1897. Sin embargo, la gran diferencia entre el exitoso retiro de la estela 9 de Piedras Negras de la subasta y el fallido intento respecto a las piezas mexicanas fue precisamente el infalible registro y documentación que la primera contaba y que las últimas carecían. Es decir, debido a la certera identificación del Lote 55 del catálogo de Millon como un fragmento de la estela 9 de Piedras Negras, el cual indudablemente fue saqueado y retirado ilegalmente de Guatemala en la década de 1960, es que la casa de subastas se vio forzada reconocer el reclamo de Guatemala y retirar la pieza de su catálogo. Al no contar con documentación tan irrefutable, el patrimonio mexicano no resultó tan afortunado.

Desgraciadamente las piezas mexicanas no cuentan con registros o documentación que las identifiquen y vinculen a un sitio, excavación o colección específica, determinando así si su exportación fue ilegal o no. Debido a la falta de rastros documentales, no hay realmente forma de saber de dónde son y cuándo fueron excavadas, así como cuándo, cómo y en qué circunstancias salieron de México. Un reclamo sobre bienes culturales como el interpuesto por México ante Francia y la casa de subastas Millon se debilita enormemente si no se cuenta con la procedencia de los bienes, esto es con una detallada y bien documentada cronología de la propiedad, custodia o ubicación de ellos a través de los años.

Además, la incógnita respecto a la procedencia de las piezas implica que se ha perdido gran parte de su contexto arqueológico, social y temporal, el cual nos podría brindar mayor información sobre la situación en la que fueron creadas y utilizadas así como la importancia que tuvieron en el pasado. Como acertadamente señaló María Villareal, coordinadora nacional de asuntos jurídicos del INAH, al carecer de contexto y ser comercializadas como mercancía, las piezas se han convertido en “objetos decorativos”, arte de gran belleza y antigüedad que simplemente engalana las casas de millonarios.

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Fig. 4: Al perder su contexto, estás piezas pasan a ser simples objetos decorativos que han perdido gran parte de su valor histórico, científico y social, quedándose sólo con su importancia estética. (Fotos: Casa Millon)

La venta al mejor postor de piezas arqueológicas del pasado precolonial mexicano del mes pasado es terrible, mas no es la primera vez que esto sucede y tristemente probablemente no sea la última. Desdichadamente, y pese a múltiples tratados y convenciones internacionales como la de la UNESCO de 1970 citada en el comunicado de la Embajada de México en Francia, sin contar con un registro y documentación claros e innegables, es muy fácil que la rampante mercantilización del patrimonio continúe, que casas de subastas como Millon continúen comercializando antigüedades sin restricción y que piezas como las vendidas hace dos semanas permanezcan en colecciones privadas fuera de México en donde no pueden ser disfrutadas por las personas que tienen una filiación cultural con ellas.

Las leyes y tratados internacionales en torno a la comercialización de antigüedades son complejas. Debido a que por lo general estos no son retroactivos y se consideran ‘leyes suaves’ (es decir, no legalmente vinculantes), a la hora de su aplicación en situaciones como la del mes pasado, es fácil que resulten inefectivas y que innumerables piezas arqueológicas de dudable e incierta procedencia se sigan comercializando. Afortunadamente la compraventa de antigüedades se ha vuelto cada vez más socialmente reprochable y, en conjunto con las recientes discusiones respecto a la repatriación de bienes culturales de las colecciones de museos foráneos a sus lugares de origen, cada vez hay más consciencia y demandas públicas respecto a estos asuntos. Puede que siga habiendo varias circunstancias en las que la comercialización de patrimonio arqueológico sea legal, pero eso no necesariamente significa que esto sea justo o moral.

El saqueo, tráfico y venta de bienes arqueológicos es un tema amplio, complicado y con una larga historia, sin embargo, como apunta mi colega Omar Espinosa, algunos primeros pasos para combatirlo son fortalecer el registro preciso de los bienes arqueológicos y hacerlos accesibles para que el público pueda involucrarse en conocerlos y protegerlos. Además es importante atender la raíz del problema: el saqueo de bienes patrimoniales florece debido a la existencia de un mercado ilícito de piezas arqueológicas y antigüedades precoloniales; el saqueo y comercio ilegal continúan con tanto vigor debido a que sigue habiendo demanda así como grandes sumas de dinero involucradas.

Independientemente de su legalidad, subastas cómo la organizada por la Casa Millon promueven la comercialización y privatización del patrimonio cultural al exaltar su valor económico, lo cual funge como un incentivo al saqueo, el tráfico ilícito y las falsificaciones de piezas arqueológicas. Es imperativo que continúen e incrementen los esfuerzos para detener la compraventa de bienes arqueológicos, ya sea por medios de educación y concientización, el fortalecimiento de las legislaciones nacionales e internacionales y su adecuada implementación, así como mejorando los sistemas de registro y documentación de dichos bienes. Sólo así se podrá detener a aquellos que inmoralmente sólo buscan lucrar con el pasado de otros pueblos y culturas.

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Sobre el autor: Daniel Salinas Córdova (Monterrey / 1991). Licenciado en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y maestro en arqueología y patrimonio por la Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden, Países Bajos. Sus temas de investigación giran en torno a la relación entre patrimonio, identidad nacional y turismo.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos De La Casa #142″. México 2019. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: El crimen arqueológico no paga.

espolio

La Guardia Civil presenta las piezas recuperadas en la operación denominada ‘Helmet’, desarrollada en la provincia de Zaragoza, donde ha recuperado más de 4.000 piezas arqueológicas pertenecientes a diversas culturas. / ULY MARTIN

Por Tommaso Koch

El hombre yacía en el suelo haciéndose el muerto. Un infarto lo había fulminado. O eso gritó antes de desmayarse. Al llegar la ambulancia, cambió el diagnóstico: “Lo que usted tiene es a la Guardia Civil en casa”. La anécdota la recuerda un agente del Grupo de Patrimonio Histórico de la UCO (Unidad Central Operativa) que registró el hogar del señor, cuyo problema era otro: ¿cómo justificar las monedas antiguas, el detector de metales y los demás objetos sospechosos que abarrotaban la vivienda?

Más de 9.000 fueron las piezas arqueológicas que los agentes requisaron entonces en la llamada operación Necrópolis, que provocó 12 detenciones por presunto expolio. La Guardia Civil llegó a fotografiarlos mientras, sentados en un bar, se jactaban de su botín. ¿Qué castigo judicial recibieron? Ninguno.

Tampoco, de momento, ha pagado por su crimen arqueológico el jubilado detenido en marzo en la llamada Operación Helmet por llevarse 4.000 piezas celtíberas en Aragón. Ni siquiera acaban en sentencia, en realidad, la mayoría de las entre 300 y 500 denuncias por expolio que cada año remite el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) a la Guardia Civil (que en 2012 recibió un total de 3.305). A falta de cerrar las estadísticas de 2013, la impresión es que ha sido uno de los peores años que se recuerdan en la materia, coronado el viernes con la detención de dos personas acusadas de saquear el yacimiento de Tiermes, en Soria.

Fuente: Guardia Civil. / EL PAÍS

“Sentencias hay pocas, muy pocas. Lo que hay es un gran sobreseimiento”, explica Ana María Yañez, jurista especializada en Patrimonio y profesora de la Complutense. Tanto que, a veces, se ha llegado a devolver las piezas al supuesto expoliador.

Una de las claves está en las exigencias de los jueces: el patrimonio arqueológico no es como el Cluedo; no basta con encontrar el arma del delito y su culpable. O se demuestran procedencia y momento del expolio de cada objeto o la puerta hacia la conclusión del caso permanece cerrada. “Es imposible hoy por hoy, con los medios que tenemos, lograrlo. Hemos controlado a mucha gente y la hemos dejado. Son malos, pero no podemos demostrarlo”, explica el guardia civil de la anécdota. Los malos fichados son unos 1.500. Entre ellos, unos 200 son auténticos reincidentes.

Mientras el agente habla, por su ordenador van pasando fotos y vídeos de hombres con detectores de metales, volcados en la caza ilícita del patrimonio. Es el fruto de horas y horas de espiar el trabajo de los expoliadores. Y la cosa da para un largo historial de anécdotas. Como los dibujos chapuceros de un sepulcro que un museo extranjero recibió en 1990. “I have a tomb tartesica. For sale. I am sorry. My inglis is very beed[SIC]”, agregaba el hombre que había en un torpe intento de vender su botín.

Cuanto los sospechosos terminan su trabajo, la Guardia Civil lleva a cabo una inspección ocular. Y vuelve con un arqueólogo para determinar si se trata de un yacimiento y el alcance de los daños. Cosa distinta, obviamente, es saber qué se han llevado los expoliadores. “El patrimonio arqueológico normalmente está oculto. Y su desaparición pasa inadvertida», asegura Yáñez. “Jurídicamente, es más complejo de defender. Muchas veces el juez entiende que el expoliador no conocía el valor de lo que se llevaba”, añade Carmen Acedo, abogada del Estado. Más aún si, como puede suceder, el yacimiento era un enigma incluso para las autoridades.

Casco celtíbero subastado en Alemania. /EL PAÍS

Conocido de sobra en cambio es el perfil del enemigo, como detalla un comandante de la Guardia Civil: “Siempre son los mismos. El aficionado, el seudocientífico y el profesional, el más peligroso. Va a destrozar el yacimiento y conseguir lo que para él tiene valor. Se mueven en grupos, lejos de su casa, a menudo entre semana”. Todo ello, con georradares y tecnologías dignas de un Indiana Jones contemporáneo. Los agentes tienen bien definido el kit del buen expoliador: mapas repletos de x, manuales de historia, monedas, artículos. Y el omnipresente detector.

El instrumento se puede adquirironline o en un centro comercial por pocos cientos de euros. ¿No lo tendrán los expoliadores demasiado fácil? «No se puede comparar con un arma. Pero algunas regiones exigen una licencia para usarlo en un yacimiento. Sería interesante plantearlo a nivel nacional”, defiende Yañez.

Además de ello, la Guardia Civil agradecería la creación de un delito de expolio, que integre las sanciones administrativas. De momento, deben conformarse con una definición genérica en la ley 16/85, que reformó la Protección del Patrimonio Histórico. El delito no existe en el Código Penal. De ahí que la Guardia Civil se agarre a otros crímenes: daños, contrabando, etc. “Ayudaría mucho”, reconoce Ignacio Rodríguez Temiño, director del conjunto arqueológico de Carmona y autor del libroIndiana Jones sin futuro. La lucha contra el expolio del patrimonio arqueológico. “Es un bien no renovable”, añade. Rodríguez aclara que no hacen falta alarmismos, aunque sí define otro problema: “La ley ofrece un marco para intervenir. Pero la lucha contra el expolio nunca ha sido una prioridad. No ha habido ni medios técnicos ni voluntad política”.

Desde luego no la hubo, por ejemplo, ante las alarmas de museos y fiscales alemanes ya en 2008 sobre dos decenas de cascos celtíberos que se iban a subastar en su país. Durante años, el Ministerio de Cultura hizo oídos sordos, y el tesoro acabó vendido, entre Múnich y Londres. “El problema es que ni la cúpula ni el pueblo están sensibilizados”, remata Rodríguez.

Precisamente allí se halla, según los expertos, el otro aliado del expolio. “Tenemos que ver el patrimonio como algo que nos pertenece a todos”, sugiere Carmen Marcos, subdirectora del —todavía— cerrado Museo Arquéológico Nacional. Y Elisa de Cabo de la Vega, subdirectora general de Patrimonio Histórico, remata: “El gran reto es la sensibilización, la mejor arma preventiva”. Traducido: más educación, más denuncias, más atención de autoridades y ciudadanos. Dicho así, suena fácil. Y podría ser una solución.

¿Bastará? Quién sabe, la vida no funciona como el Cluedo.

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Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/28/actualidad/1388234408_869864.html

Recuperan piezas arqueológicas de más de 2,000 años robadas en México

La Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía) ha explicado en un comunicado que las piezas estaban en poder de una persona que intentaba venderlas en las inmediaciones del Boulevard Tepic-Xalisco.

Tras una denuncia ciudadana, el sujeto fue detenido por el delito de violación de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, ha explicitado.

Las piezas recuperadas son de origen prehispánico y representativas de la tradición cultural de las Tumbas de Tiro (200 a.C. – 400/450 d.C.).

En el grupo hay cuatro esculturas antropomorfas femeninas, huecas, en posición sedente y estilo chinesco, una vasija-efigie zoomorfa y tres cuencos bicromo de pared recta divergente.

Además, un cuenco policromo, otro bicromo de pared ligeramente curva y borde redondeado, una figura antromorfa hueca, femenina y en posición de pie y una vasija zoomorfa monocroma hueca.

Las piezas serán entregadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia en Nayarit (INAH) “para su debido resguardo, administración y protección del patrimonio arqueológico de la Nación”, según la PGR.

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Fuente: Portal «Qué!» http://www.que.es/cultura/201208082103-recuperan-piezas-arqueologicas-2000-anos-efe.html

El patrimonio, histórico y cultural de México, un grave caso de saqueo

Por C.E.E.

El pasa do 23 de diciembre (2011), el periódico El Universal, dio a conocer una nota en la que se hacía referencia, a una reciente capacitación que recibieron directivos y personal de la Procuraduría General de la República, en lo concerniente a la Prevención y combate al hurto y comercio ilegal de piezas arqueológicas y de arte sacro, como parte del programa de Prevencion de robo y tráfico de bienes culturales [1].

Si bien, es necesario mencionar que nuestro país, según datos del mismo diario, en el año 2008, se estimaba que «cuatro de cada cinco obras robadas nunca son recuperadas»[2], que 80% de los asentamientos de la península de Yucatán han sido saqueados»[3], y que «además 10 mil 485 sitios arqueológicos, de los más de 35 mil con que cuenta el país, son explorados antes por saqueadores que por el INAH»[4]. Sin embargo, esta problemática situación, no es nada reciente. El hurto y saqueo de los bienes históricos y culturales, en México, se remonta a los años de guerra de la conquista, agudizándose con la caída de la ciudad de Tenochtitlan. Desde entonces hasta la fecha, este delito ha transformado sus modos de ejecución, desarrollando diversas redes de corrupción, que permiten que en el mercado negro, el patrimonio de los mexicanos quede al alcance de la curiosidad extranjera, despojándonos del derecho de facto de acceder al conocimiento de nuestra cultura.

Basta citar cualquier referencia a los tesoros saqueados, para comprobar que la atención de los organismos mexicanos habilitados para resolver este problema, ha sido casi nula; pues no son solo las piezas arqueológicas y obras artísticas que siguen saliendo de nuestro país día a día, o que en un caso no menos complicado, no son solo las piezas arqueológicas y obras artísticas que siguen saliendo de nuestro país día a día, van a parar con coleccionistas privados en el propio país, sino que también es grande la lista de piezas que fueron hurtadas ya mucho antes, y que hoy se exhiben sin el menor remordimiento en museos europeos.

«Del saber de los mayas se conservan pocos códices. Ninguno esta hoy en territorio mexicano. El Códice Dresdensis, hoy en Ia Biblioteca Estatal de Sajonia, Dresden, fue saqueado de la región de Chichán Itzá; el Códice Pereziano, que data del siglo XIII, está en la Biblioteca Nacional de París; el Códice Tro-cortesiano, originario de la península de Yucatán figura en el inventario del Museo de América de Madrid; y el penacho de Moctezuma, último emperador azteca a la llegada de Cortés a México, está junto a un collar de plumas de quetzal, oro y piedras preciosas en el Museo Etnológico de Viena. La lista de tesoros de nuestras culturas secuestrados en museos y colecciones privadas de países del centro capitalista es larga, así como también la demanda por la restitución de dichas piezas a sus culturas originales … Así pasó con los códices aztecas: Los códices Becker I y Vindobonensis Mexicanus 1, saqueado por Hernán Cortés y enviado a Carlos V, está en la Biblioteca Nacional de Viena; el Códice Zouche-Nuttall, que registró a las dinastías de Teozacualco, Culipan y Tilantongo y elaborado por los artesanos mixtecos, está en el Museo de Humanidades de Londres; el Códice Ciuacoatl (también llamado Codice Borbónico) está en la Biblioteca del Palacio de Bourbon en Francia; o el Códice Tudela, que data del siglo XVI, lo tiene el Museo de América de Madrid … Otra valiosa colección, llamada el Grupo Borgia, que data del periodo Postclásico tardío (entre el 1200 al 1300) están en la Biblioteca Apostólica del Vaticano. Pese al valor incunable de estas piezas para la historia de México, los pedidos de devolución de su gobierno han sido inútiles … La Biblioteca Nacional de París, por su parte, tiene Los Anales de Tlatelolco, compuesto en 1528 siendo una tentativa de los sabios nahuatl en el uso del alfabeto latino para transmitir la experiencia de conquista que sufrian y una decena de códices aztecas como el Xolotl, el Tlotzin o el Ixtlilxochitl»[5].

Cabe señalar, que aunque la permanencia de este problema, en México es grave, no es el unico país que lo padece; pues países como Chile, India, Egipto, Perú, Irak, también se han visto invadidos por huaqueros(saqueadores de tesoros arqueológicos), en algunos casos respaldados por otros Estados con historial colonialista. En 1954, la UNESCO adopto Ia «Convencion para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado», donde los Estados se comprometen a renunciar a la destrucción, el saqueo o el uso peligroso de la propiedad cultural, ya sea inmueble o mueble(tomando en cuenta sitios arquitectónicos y arqueológicos, así como museos y colecciones). Sin embargo, esta resolución tuvo mas como causa los desastres de las guerras mundiales, que la preocupación por privar del conocimiento y estudio de su historia en su propio país, a habitantes de los países tercermundistas. En 1970, la «Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales», organizada también por UNESCO, en seguimiento a la convención de 1954, así mismo, en 1980 el «Comité intergubernamental para fomentar el retorno de los bienes culturales a sus países de origen o su restitución en caso de apropiación ilícita»[6].

El 7 de agosto de 1982, una nota en la sección de cultura, del diario español El País, declaraba que ante la Conferencia Mundial de la UNESCO, la Conferencia de Mexico pidió la devolución de los bienes culturales a su país de origen, anunciando que pensaba reclamar «de inmediato, al Museo de Viena la devolución del penacho de Moctezuma y el retorno de numerosos códices que se encuentran dispersos actualmente por Europa»[7]. Pero hasta hoy, no hay nada claro sobre dicha declaración, ni sobre el supuesto reclamo que se supone realizaría esta comisión, ni sobre ninguna supuesta resolución a ello departe de la Comisión intergubernamental de la UNESCO.

Hoy en día, valiosas memorias históricas y culturales del México precolombino siguen bajo el poder de saqueadores, quienes se rumora, se excusan en que su apropiación de piezas arqueológicas como los códices y el penacho de Moctezuma, consiste en que para ellos representan trofeos de guerra, pero no hurtos. Parece que resulta imprescindible, ser insistentes, en tanto ciudadanos, en la procuración de políticas internacionales que contribuyan a la recuperación y protección de los bienes históricos y culturales de la nación; así mismo, de ocuparnos, ciudadanía y gobierno de apoyar y fomentar la investigación histórica, arqueológica y filológica del pasado mexicano, a fin de tener motivos concisos para la exigencia de los patrimonios hurtados, mas allá del mero atesoramiento o vínculos afectivos, que puedan mal interpretarse en una disputa binacional, aunque a fin de cuentas por derecho nos pertenezcan.

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[1]. El Universal, Expertos capacitan a PGR en protección de piezas arqueológicas, viemes 23 de diciembre 2011, México D.F..

[2]. Juan Solis, El Universal, México país más saqueado del mundo, martes 10 de junio de 2009, Mexico D.F.

[3]. Ibíd.

[4]. Ibíd.

[5]. Mauricio Becerra, El Ciudadano, El saqueo de los países civilizados a otras culturas, Santiago de Chile, Chile.

[6]. http://www.cinu.org.mx/eventos/cultura2002/unesco.htm

[7]. Jesús Ceberio, El País, La Conferencia de México pide la devolución de los bienes culturales a sus países de origen, 07 de agosto de 1982, Madrid, España.

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Fuente: «El patrimonio histórico y cultural de México, un grave caso de saqueo». Revista Paradoxa, edición 1, Recuentos, pp. 37-39 http://issuu.com/paradoxa/docs/issu_definitivo/38?mode=window&backgroundColor=%23222222

En busca del patrimonio perdido

Por Miryam Audiffred | Fuente: Revista Quo Especial Historia, Otoño 2011. Ed. Expansión. Pags. 50 -55  | Foto: Internet

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Cientos de piezas arqueológicas abandonan el país cada año. Salen por cielo, mar y tierra rumbo al mercado negro del arte. En México, este saqueo comparte rutas con el narcotráfico.

La mañana del martes 5 de abril, la policía italiana anunció que un gran guerrero regresaría, por fin, a casa. Nadie sabe, con certeza, cuando abandonó el país y cómo llegó a Europa. Lo único seguro es que salió de México clandestinamente y que fue hallado en un mercado de antigüedades en la ciudad de Bolonia, Italia.

No se trata de un guerrero de carne y hueso, sino de un hombre formado en barro. Los expertos dicen que esta pieza fue elaborada entre el año 100 a.C. Y el 1300 d.C., y que pertenece a una cultura del occidente de México. Es una de las más de mil piezas arqueológicas que -según registros oficiales- han sido llevadas al extranjero, ilegalmente, en los últimos 10 años.

El tráfico ilícito de arte, asegura la Interpol, es el tercer delito más rentable del mundo, después del tráfico de drogas y de armas. Las cifras más conservadoras señalan que en el mercado negro del arte se mueven alrededor de seis mil millones de dólares al año y que el valor de las piezas varía entre mil y un millón de dólares. Por supuesto, hay piezas que se venden en mucho más.

Además, de multimillonario, el mercado negro del arte prehispánico es un escenario cambiante que adopta, con rapidez, los avances tecnológicos. “Los traficantes de arte disponen de sistemas de rastreo satelital y cuentan con recursos tecnológicos de vanguardia para iniciar sus operaciones”, dice el investigador Fernando Báez, autor del libro El saqueo cultural de América Latina.

México es uno de los sitios de mayor interés para los saqueadores. Las imágenes tomadas por satélites que están en el espacio, a 700 kilómetros sobre la Tierra, son herramientas clave que los saqueadores profesionales utilizan para elegir los sitios ideales en los que deben escarbar. Cuentan con poderosas cámaras que son capaces de ubicar edificios enterrados e, incluso, objetos con apenas un metro de diámetro. Esta tecnología, que está incorporada en proyectos como Google Earth, combina las imágenes de infrarojos con fotografías de alta resolución. De esta manera, los saqueadores tienen la posibilidad de ver debajo de la tierra y dejar al descubierto las estructuras de adobe y piedra de las ciudades antiguas que continúan escondidas en todo el mundo.

Se estima que en todo el país hay 100 mil zonas arqueológicas, de las cuales únicamente hay 43 mil 624 registradas, de acuerdo con información proporcionada por la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Blanca Paredes. De las últimas, solo mil han sido exploradas por los expertos de la institución, y tan solo 140 están abiertas al público. El resto se encuentra en el total desamparo.

Los datos reunidos por el arqueólogo Alejandro Martínez Muriel, durante su gestión al frente de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH reflejan, con claridad, la magnitud del problema. Un total de 478 zonas arqueológicas han sido afectadas por saqueadores profesionales y 2,127 sitios más presentan huellas de un “saqueo simple”, pero sistemático, en el que no se usó tecnología avanzada. A esto, hay que añadir los comentarios de Blanca Paredes, quien después de 30 años de investigaciones, concluye que “cada día se registran entre 25 y 30 afectaciones a las zonas arqueológicas del país, entre saqueo, destrucción y daños”. Pero, ¿quienes son los saqueadores? ¿Quiénes están detrás del mercado negro del arte prehispánico?

El crimen organizado y las rutas del tráfico

Fernando Báez es venezolano y uno de los pocos investigadores que se han aventurado a unir los eslabones del mercado negro. Ha llegado a la conclusión de que narcos y traficantes de arte trabajan de manera coordinada: “Comparten rutas, lavan dinero y brindan protección a las entregas. La franquicia de las redes y rutas es rentable e híbrida. Estamos ante criminales organizados con gran capacidad de evolución”, asegura este experto. Nadie mejor que un traficante arrepentido para confirmar este vínculo. Este es Michel van Rjin, un antiguo saqueador y comerciante de objetos prehispánicos quien, vía telefónica desde Ámsterdam, explica que el robo de arte y el narcotráfico mantienen una estrecha relación. “Utlizan las mismas vías y la misma infraestructura. Es un mismo negocio”.

Van Rjin es descendiente directo del famoso pintor Rembrandt. Abandonó el tráfico ilícito para trabajar como informante de Scoland Yard y otros grandes grupos e lucha contra el crimen organizado. Su experiencia ha dado grandes frutos. Gracias a él fueron recuperados una serie de frescos y mosaicos, saqueados de varias iglesias de Chipre y que estaban valuados en, aproximadamente, 40 millones de dólares, así como una pieza peruana incluida en la colección Patterson, que reúne varias piezas mexicanas que fueron sacadas ilícitamente del país.

Aunque la Procuraduría General de la República (PGR) no brinda detalles de la relación entre saqueadores y narcotraficantes, sus archivos, desde 2006, registran decomisos en los que los detenidos trasladaban, de forma conjunta, armas de fuego, cocaína y figurillas prehispánicas originaes.

En el informe Stealing History, publicado por la UNESCO en 2000, los investigadores Neil Brondie, Jenny Doole y Peter Watson mencionan que las bandas que lavan dinero y trafican con droga también han comenzado a traficar con antigüedades. Para muchos expertos, esta relación se hizo evidente en 1999, cuando las autoridades de Estados Unidos detuvieron, en Colorado, un avión que trasladaba toneladas de marihuana y cientos de miles de dólares en objetos prehispánicos. Su origen era el estado de Chiapas.

Las piezas arqueológicas salen del país por cielo, mar y tierra. No hay límites cuando se trata de transportar, ilegalmente, figurillas de barro o piedra. Algunas son sacadas del territorio nacional en camiones de doble fondo. Suelen ser colocadas en cajas de cartón o de madera que son cubiertas por una tapa falsa, que simula el fondo del camión. Después se les pone encima otro tipo de carga, no muy pesada, de tal forma que atraviesan la frontera norte sin que puedan ser percibidas por la policía.

Las piezas de gran tamaño, como estelas, frisos y esculturas monumentales, salen por mar. Los saqueadores los trasladan, hechas pedazos, en buques cargueros destinados a mover material de construcción. Así, las invisibilizan y las confunden con otros trozos de piedra o cantera que no tienen valor histórico alguno. Al llegar a su destino, son restauradas y vendidas a través de galerías, casas de subasta y mercado de antigüedades. La red es impresionante.

Por increíble que parezca, algunas salen del país por aire, a través de los aeropuertos internacionales. Los saqueadores las guardan en maletas en mano, cuyo contenido hacen pasar por “artesanías”. De acuerdo con las investigaciones de Fernando Baéz, todas las semanas se movilizan piezas robadas por las llamadas “rutas fantasma”. “Hay, al menos, 50 rutas menores o mayores para el tráfico de arte mexicano. Son negocios que se realizan con dinero, estrictamente, en efectivo y los grupos operan, principalmente, en Jalisco, Monterrey, Cancún y Gómez Palacio. También en Nuevo Laredo y Ecatepec”, afirma el investigador.

El gran escaparate

Al igual que sucede con la droga, los aeropuertos de Cancún y del Distrito Federal son los puntos que conectan, por aire, a México con el mercado negro de Ámsterdam, Madrid y Frankfurt. Las costas de Acapulco, Manzanillo y Zihuatanejo son, por otro lado, los puertos de salida para las piezas que abandonan el país vía marítima con rumbo al mercado negro japonés. Los expertos, así mismo, mencionan que países como Estados Unidos, Japón, Brasil, España, Francia e Italia albergan los más grandes mercados clandestinos del arte mexicano.

Sin embargo, las cosas están cambiando rápidamente. Los mercados de antigüedades, las galerías y las casas de subasta que por años han puesto en venta piezas arqueológicas, están siendo sustituidos por numerosos sitios de internet. Así lo comenta la arqueóloga Karen Bruhns, quien desde su estudio en San Francisco, California, se ha dedicado a rastrear y documentar los abusos cometidos a través de los sitios virtuales.

Bruhns es investigadora y catedrática universitaria. Nos sugiere que estemos alertas de los movimientos de las galerías online Merrin, Anthropos, William Siegal y Barakat, cuyos catálogos reúnen numerosas piezas prehispánicas de México. “La cantidad de galerías que comercian estas piezas es muy superior a lo que uno puede imaginar”, confiesa.

Por su parte, la arqueóloga del INAH, Blanca Paredes, confirma esta información. “Las subastas de piezas prehispánicas se han incrementado enormemente a nivel mundial. Y los precios que manejan son exorbitantes”, revela. En 2007, el INAH sentó un precedente al demandar, ante la PGR, a las casas de subasta mercadolibre.com y deremate.com, por la venta de objetos patrimoniales. No obstante, muy poco se ha logrado frenar desde aquel primer intento.

Basta consultar los catálogos online de las galerías que sugiere Bruhns o echarle un vistazo al de la polémica galería galería francesa Binoche et Giquello, para descubrir que las piezas mexicanas tienen una gran demanda en el mercado internacional. Esta casa de arte se hizo famosa la pasada primavera, por haber subastado una estatua estilo maya en cuatro millones de dólares. Y aunque el INAH considera que es falsa, debido a que es “de manufactura reciente”, los directivos de Binoche et Giquello criticaron a los funcionarios mexicanos por basar sus observaciones en fotografías, una práctica que, afirma, le parece cuestionable. La galería europea, además, tiene en su catálogo un centenar de piezas mexicanas más a la venta. “Quieren arruinar el mercado del arte prehispánico”, acusó Alexandre Giquello a los líderes del INAH, según publicaron algunos medios periodísticos.

La mayoría de las obras que se comercializan proceden de las culturas olmeca y maya. También hay varios perritos de Colima, hecho de cerámica roja, y urnas funerarias zapotecas, de Oaxaca. Como en cualquier otro sector comercial, el mercado negro sigue modas y tendencias. Hoy, lo más popular son figurillas antropomorfas hechas por los mayas, y las piezas de Veracruz.

Nadie se atreve a imaginar hasta dónde llegará el saqueo del país ni cuáles serán los números en un par de años. Lo cierto es que dioses y guerreros siguen cruzando las fronteras de México de forma clandestina para incorporarse a un universo en el que el pasado tiene un gran valor… Y un precio muy alto.

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Arte en peligro

Debido a la crítica situación del comercio negro, existe una Lista Roja del arte prehispánico. En ella figuran las piezas mexicanas que, según el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés), están en riesgo de ser incorporadas al mercado negro del arte. La lista más reciente indica que, aunque las piezas de la cultura siguen estando en gran peligro, las figurillas del sitio arqueológico de Jaina, en Campeche, empiezan a figurar entre los gustos predilectos de los coleccionistas.

Las piezas de jade y de piedra verde también llaman la atención de los saqueadores. La demanda de joyas prehispánicas, en general, se está incrementando con rapidez. Pendientes, orejeras, collares y brazaletes de oro y metales aparecen en el listado de los objetos más solicitados. Lo mismo sucede con las vasijas de cerámica con formas humanas o de animales que fueron creadas por las prehispánicas del estado de Guanajuato.

El FBI no sólo busca criminales

En el corazón político de Estados Unidos, Washington, se encuentra el cuartel general de la policía especializada en robo de obras de arte del FBI. Oficialmente, es conocido como el Art Crime Team. El equipo consta de 13 agentes especiales, los cuales han sido entrenados no solo para perseguir el robo de obras de arte, sino para detectar las piezas falsas que existen en el mercado.

Desde su nacimiento, en el año 2004, estos súper policías han recuperado más de 2,600 piezas robadas, con un valor total de 142 millones de dólares. También han elaborado una lista de objetos robados, llamada National Stolen Art File, en la que se encuentran piezas mexicanas y extranjeras que han sido robadas en territorio mexicano.

En el caso de una de las piezas más buscadas por el FBI. Se trata del pectoral de jadeíta, procedente de la ciudad maya de Copán, en Honduras. Fue robado en la Ciudad de México, tras su exhibición en el Antiguo Colegio de San Ildefonso en el año 2006. Aunque el museo pagó al gobierno hondureño los 100 mil dólares del seguro, la pieza sigue siendo rastreada por los policías especializados de esta oficina de investigación.

En el listado con el que trabaja el Art Crime Team también figura una espectacular punta de hacha con forma de hombre-jaguar, producida por la cultura olmeca de Veracruz entre los años 1100-800 a.C. Entre las piezas destacan un incensario de cerámica que recrea la figura de un hombre elegante y una cabeza de barro que tiene forma de botón. También proceden de Veracruz. Vasijas de Tula y figurillas de barro de Nayarit aparecen con frecuecia en el listado de piezas robadas. Así como figuras femeninas de barro que representan la fertilidad y son típicas de Jalisco.