DE LA CASA #84: LOS FUNERALES DE MAMÁ SHIBA.
 ETNOGRAFÍA DE UN FUNERAL EN UN PUEBLO DE LA SIERRA NORTE PERUANA / WMC.

Por Wilmer Mejía Carrión

Dedicado a Sebastiana Lobato Vallejos, Mamá Shiba, mi abuela[1]

1. Introducción[2]

Desde épocas inmemoriales, la muerte ocupa un lugar especial en la vida de los habitantes de los pueblos andinos, se sabe que estos pueblos -en la época prehispánica- no consideraban la muerte como un final sino como una etapa más dentro de sus vida, las familias tenían las momias de sus muertos dentro de sus casas y cada cierto tiempo las sacaban a pasear, también se sabe que muchas veces estas momias tenían voz y voto en las decisiones familiares importantes, pues la familia le preguntaba –cual oráculo-  sobre ciertos asuntos a resolver. Todo esto acabó con la llegada y expansión de la religión católica en los Andes. Es así que durante la época colonial se imponen – gracias a los curas extirpadores de idolatrías en el siglo XVI – una serie de rituales importados de Europa. A través del tiempo los cultos católicos[3] prevalecieron en los pueblos andinos. Sin embargo es interesante constatar que ya desde hace varias décadas atrás los cultos católicos han estado en franco retroceso ante el avance de las sectas de origen protestante. Es por eso que el ritual católico es reconocido por muchos de los habitantes más jóvenes como antiguo. En este artículo se describirá el proceso funerario de la que en vida fue doña Sebastiana Lobato Vallejos, vecina del caserío de 7 de Junio dentro del distrito de La Libertad de Pallán[4], un pueblo ubicado en la sierra norte peruana,  en la provincia de Celendín en el departamento de Cajamarca. Nacida en 1931, hasta el momento de su muerte -en 2015- fue una de las personas más longevas del pueblo[5].

Más conocida como Doña Shiba por sus vecinos y conocidos- y por sus hermanos[6], hijos y nietos como Mamá Shiba-, a pesar de haber pertenecido – desde hace más de 30 años- a la Iglesia Adventista del día sábado[7], tuvo un funeral a la usanza católica tradicional del departamento de Cajamarca ya que sus 6 hermanos –organizadores del funeral- son católicos. Estos a su vez trajeron a su familia, hijos y sobrinos de diferentes lugares -como Chepén, Trujillo y Lima (en la costa) y Moyobamba (en la selva)- los cuales también pertenecen a la misma religión. Si no hubiera sido por eso, el funeral se hubiera llevado de otra manera, pues hubiera predominado la forma adventista[8].

Cabe mencionar que en el Perú el proceso de expansión del adventismo se remonta a 1898[9].Y en el caso específico de La Libertad de Pallán su proceso de expansión ya tiene entre tres o cuatro décadas y ha ido creciendo poco a poco a través del tiempo teniendo en la actualidad su propia iglesia dentro del caserío de 7 de Junio.

He dividido el ritual funerario en cuatro: velorio, entierro, velada de ropa y lavado de ropa. Realicé observación-participante pero no hice ninguna entrevista estructurada a los realizadores de este ritual ya que sentía que no era el momento adecuado para hacer una serie de preguntas que por las circunstancias probablemente hubieran generado cierta incomodidad[10].

2. Proceso del ritual funerario

En total fueron 6 los días -dentro de los cuales se dieron las cuatro etapas ya mencionadas- contados desde mismo el viernes 6 de noviembre (fecha de deceso) hasta el miércoles 11 de noviembre del 2015. El proceso culminó con el lavado y repartición de la ropa de la difunta entre familiares y amigos y con la promesa de volverse a ver para el próximo año para el Bota luto.

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Gráfico N° 1: Etapas del funeral. Elaboración propia

2.1. El velorio 

2.1.1. Primer día

Hubo una especie de acuerdo entre ambos grupos el primer día fueron los adventistas los que empezaron y luego los católicos quienes al día siguiente llegaron temprano a la casa de la difunta para “ganarles a los evangélicos” por el peligro que estos se apropien de la ceremonia.

Aunque llegué el día sábado a las 11 de la noche, pude enterarme que los “hermanos de fe”- como ellos mismos se denominan – de la difunta habían iniciado la ceremonia desde el viernes, dando cánticos que estaban escritos en su himnario, un pequeño libro que contiene himnos y alabanzas que cantan durante sus ceremonias religiosas.

En contraposición, a la ceremonia católica- como se verá más adelante- el grupo que canta es mixto ya que está conformado por hombres y mujeres, además que estos- mientras realizan la ceremonia- no beben aguardiente- tampoco otro tipo de bebida- ni mastican hojas de coca. Lo que no variará- y lo que llamó poderosamente mi atención cuando ingresé por primera vez a la habitación- es que había un grupo de mujeres acostadas en el suelo con sus pequeños hijos al lado del ataúd el cual estaba sobre una mesa y rodeada de velas. Ellas acompañan a la difunta toda la noche, en ocasiones llorando fuerte y desconsoladamente. Una sobre un colchón mientras que las demás habían puesto sábanas y ponchos sobre el suelo y así poder echarse sin sentir el frío suelo de la tierra apisonada (Fotos 1 y 2). Cabe destacar que el pueblo está a aproximadamente a 3000 metros de altura sobre el nivel del mar. El orden dentro de la habitación se muestra en el siguiente gráfico:

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Gráfico N° 2: Disposición de las personas cuando la ceremonia la realizan los adventistas. Elaboración propia

Foto No. 1

Foto No. 2

2.1.2. Segundo y tercer día

Como se manifestó líneas arriba los católicos llegaron temprano a la casa de la difunta Mama Shiba, rápidamente se instalaron. A diferencia de los adventistas el grupo que cantaba estaba compuesto exclusivamente de varones entre los cuales pasaba de mano en mano el aguardiente y las hojas de coca las cuales se chacchan (mastican) ayudados por la cal depositado de un recipiente especial para este elemento denominado calero.

En el resto de las cosas era similar al día anterior, mujeres echadas en el suelo con sus niños y niñas, aunque en este caso había aumentado el número y por eso también las había hacia la parte de trasera de la habitación. Una de las hijas de la difunta que vino de Lima fue instalada en una silla bastante cerca al ataúd, parece ser que por ser mujer, ese era el lugar que le correspondía pues no podía sentarse en las bancas con los demás varones y por estar en Lima más de 30 años no compartía la misma costumbre de echarse en el suelo. Allí pasó toda la noche. Gracias a las colchas que le proporcionaron se abrigó y pudo conciliar el sueño – de esa manera acompañó a la difunta los dos días cada vez que la ceremonia se iniciaba-.

Observando estas actividades pude notar que la posición dentro de la habitación, está guiada principalmente por cuestiones de género, los hombres y mujeres forman grupos compactos diferenciados con actividades distintas. No vi a ningún varón (adolescente o adulto) echado con las mujeres en el suelo ni a ninguna mujer (niña, adolescente o adulta) sentada con los varones. La excepción se daba en los infantes varones, éstos podían echarse al costado de sus madres, quedándose a dormir, sin ningún problema. Así en líneas generales podría decirse que las mujeres echadas en el suelo lloraban y los hombres sentados en bancas se lamentaban cantando.

El “entierro cantado” en el cual los asistentes varones cantan a modo de contrapunto, es decir, que los asistentes se dividen en dos grupos, en un cuadernillo viejo están escritas las canciones señalando algunas estrofas en A y otras en B.  Por lo que pude notar la mayoría se sabía las canciones de memoria.

Mientras se cantaba se escuchaba el incesante golpeteo que hacían los hombres del calero para sacar la cal que mezclan con las hojas de coca chacchadas en sus bocas. El calero es un recipiente que consta de dos partes, la tapa tiene una especie de tubo delgado que sirve para sacar la cal que uno luego pondrá en la boca. (Foto 3)

Foto No. 3

La coca y el aguardiente son fundamentales para los asistentes varones, aquí es donde nuevamente hay una división tajante en cuanto a los géneros, las mujeres no toman aguardiente ni chacchan coca, solamente toman en caso de algún malestar físico como dolor de garganta o de estómago. Más allá de eso, no hay mayor consumo de alcohol entre las mujeres durante la ceremonia[11].

Al finalizar a eso de las 5 de la mañana, todos se levantaron sin dejar de cantar reuniéndose alrededor del ataúd, cada uno tiene una vela prendida. En ese momento una de las hijas de la difunta se puso muy mal teniendo que ser atendida por otras personas, tuve que dejar mi observación para poder ayudar en su atención. Al final ella quedó fuera de peligro[12].

El orden de la habitación se muestra en el siguiente gráfico:

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Gráfico N° 3: Disposición de las personas cuando la ceremonia la realizan los católicos. Elaboración propia.

2.2. El entierro 

2.2.1 Cuarto día

En la casa de la difunta se congregaron los familiares y conocidos, aproximadamente a las 9 a.m. Se da de comer a los asistentes[13]. Luego se procede a sacar el ataúd de la habitación (Foto 4). El ataúd se pondrá sobre dos bancas largas, se procede a amarrar dos troncos a los extremos más delgados del féretro y luego  después de un rezo se carga, el camino hasta el cementerio de Pallán es largo, hubieron varias paradas al menos 3 fueron rituales, en estas los cargadores flexionaron sus rodillas 3 veces en son de despedida del lugar donde pasó la difunta momentos de su vida, luego se ponía el ataúd en el suelo y se ponían a rezar uno de los lugares fue al frente de la iglesia que ella frecuentaba, otro fue al frente de la casa de uno sus hijos.  Dos descansos más se dieron para que los cargadores pudieran retomar fuerzas, aunque cabe mencionar que también hubo paradas cortas para que haya cambio de cargadores todos ellos familiares o amigos de la difunta.

Foto No. 4

En cierto punto del camino un grupo de estudiantes – junto con algunos profesores-  de la escuela primaria del caserío dieron alcance al cortejo fúnebre y se sumaron a éste (Foto 5). Uno de los niños tenía una corona de flores en el cual había una tarjeta donde estaba escrito – con algunos errores ortográficos- que los alumnos y docentes del colegio se “aúnen” en sentimiento a los familiares y amigos de la difunta. El niño pasó a estar adelante llevando esta corona, hubo momentos en los cuales se exigía que los cargadores no vayan muy rápido pues los ancianos de la familia se estaban quedando atrás.

Foto No. 5

Dos de las hijas, tuvieron problemas, la primera (la de mayor edad entre sus hermanos) en cama en casa de la difunta[14] y la otra se desmayó en pleno camino rumbo al cementerio, según algunas personas, en otras ocasiones se han contado casos de muerte de uno de los deudos durante el proceso del funeral.

Esta última se recuperó gracias a los esfuerzos de una profesora que llevó a la persona en cuestión hasta la casa que la familia tiene en el pueblo y sobre todo a la hermana que mediante una serie de actividades médicas caseras logró despertarla.

La última parada- y la más larga – se dio dentro de la casa que se encuentra dentro del mismo pueblo de Pallán donde se encontraban ya los “hermanos de fe” de la difunta, los cuales ocuparon todas las bancas (Foto 6). Algunos católicos manifestaron entre ellos que los “hermanos” solo servían para criticar. Esta reacción se dio ya que al parecer los adventistas se adelantaron, en lugar de seguir el cortejo fúnebre ya estaban instalados en la casa del pueblo que también pertenecía a la difunta.

Foto No. 6

Después de unos cuantos cánticos se sirvieron los respectivos “cafés”[15]  y panes a los asistentes, después de casi una hora se retomó la marcha hacia el cementerio, en el último tramo un grupo de familiares tomó un manta negra extendiéndola y cada uno de ellos (siete, seis mujeres y un varón)[16] la sostenían de los extremos mientras caminaban junto al ataúd. (Foto 7)

Foto No. 7

Ya en el cementerio, hubo un conato de bronca entre dos de las personas asistentes que estuvieron en el lugar, parece que el aguardiente había hecho efecto, lo interesante para mí fue observar que nadie del pueblo intervenía- tal vez porque se considera normal este tipo de comportamiento-. Tuvo que intervenir uno de los nietos de la occisa –que vino de Lima- para detener la posible pelea.

Fueron tres personas quienes echaron tierra, todos ellos familiares. La tumba quedo sepultada por varios metros de tierra ahora descansando junto a su esposo quien falleció 10 años antes. (Foto 8)

Foto No. 8

2.3. Velada de ropa

2.3.1. Quinto día

Se vela la ropa y las cosas personales de la persona fallecida, así en esta ocasión se velaron el bastón, el sombrero y la ropa. Se rellena una manta grande de color oscuro que me dio la impresión de asemejarse a una oruga echada en un colchón sobre la mesa en reemplazo del féretro. En esta ocasión ya no hay bancas y la habitación está vacía pues ya no hay gente como en los días anteriores.

2.4. Lavado de ropa

2.4.1. Sexto día

Al día siguiente se encuentran los familiares y conocidos que desean ayudar en el lavado de ropa, para esto se escoge entre toda la ropa que tenía la difunta (Foto 10) se va a un pequeño pozo de agua que se encuentra a unos cien metros de la casa. El pozo es un hueco en el cual llega agua gracias a un tubo de plástico que viene de una zona más alta trayendo el agua. (Foto 11)

Foto No. 11

Cada uno de los diferentes familiares que asistieron se encarga de llevar y luego lavar la parte que se le dio en la casa. Lo que se considera inservible se quema, esto último no tanto porque sea tradición sino que es la mejor manera que consideran de deshacerse de la ropa.

No faltan los aprovechados (fueron dos, varones en este caso) quienes solamente llevaron la ropa y no la lavaron. Sólo la dejaron allí. No necesariamente la ropa que se lava será la que se lleve, la selección se hará después una vez que esté seca la ropa, en casa y con los hermanos presentes.

Una vez lavado todo las ropas se tienden sobre el pasto, por fortuna ese día no llovió, así que sólo se esperó unas horas (Foto 12)

Foto No. 12

La ropa ya secada se recoge y se lleva nuevamente a la casa la mismas personas proceden a escoger que ropa que les gustaría llevarse hubo algunas quejas de dos de las hijas de que la difunta en vida no se ponía la ropa que estos le regalaban pero también me enteré por otra de ellas que algunas de las ropas no eran las adecuadas para ella y –al menos en parte- por eso no se las ponía, aunque de todos modos todo indica que la difunta prefería no ponerse la ropa que le mandaban y si usar y re-usar la ropa que ya tenía.

Una vez realizado todo este los hijos y familiares – sobre todo los hijos- están listos para iniciar una nueva etapa, satisfechos con todo el proceso, proceden a realizar una reunión entre ellos para ver las cuestiones de herencia además de quedar con los familiares a regresar para realizar, después de un año, el bota luto.

Ahora Mama Shiba descansa en paz.

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Sobre el autor: (Lima, Perú-1981) Antropólogo egresado de la Universidad Federico Villarreal. Miembro del área de investigación del Instituto Cultural Ruricancho, el cual se dedica a la investigación y la difusión de la historia local y el patrimonio cultural y natural de San Juan de Lurigancho, distrito de la ciudad de Lima. Apasionando por la historia local y la literatura, escribe diversos artículos enfocados en el tema del patrimonio cultural para la Revista Virtual ArKeopatías. Tiene su propia pagina: yoamolaantropologia.es.tl donde trata de temas de antropología general.

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Notas:

[1] Este artículo es en son de homenaje a la que en vida fue mi abuela. Aunque por la distancia, no pudimos convivir en la vida diaria como si lo hicieron algunos de mis primos, ella dejó una huella imborrable en mí por su cariño e incrementar mi conocimiento de las raíces familiares en los ocho meses que vivió en la casa de mis padres, en Lima durante este año.

[2] La salida al lugar a etnografiar fue intempestiva en menos de dos horas de preparativos tuvimos que partir desde Lima hasta Pallán, en un viaje – por tierra- de casi 24 horas. Al no estar planificado no hice la pesquisa necesaria sobre otros trabajos similares, es por eso que esta etnografía es sobre todo una descripción sencilla de lo ocurrido sin teoría de por medio.

[3] En muchos casos los rituales católicos se entremezclaron con elementos andinos lo cual dio a nuevas formas de culto. Esto fue tolerado por los curas extirpadores de idolatrías mientras veían que no iba en contra de la doctrina nuclear de la iglesia.

[4] Durante la época de régimen hacendatario (Desde mediados del siglo XVI hasta 1968), el catolicismo era la religión predominante y los más viejos aún recuerdan lo fastuoso de las celebraciones católicas lideradas por los hacendados, quienes usaban la religión como parte del control social sobre los campesinos.

[5] Ella era originaria de La Llica un lugar en el distrito de Bambamarca en la provincia de Hualgayoc. Llegó a La Libertad de Pallán cuando tenía aproximadamente 15 años.

[6] Al ser la mayor de los hermanos, ella fue la encargada de cuidarlos. Sus hermanos recuerdan con cariño como ella prácticamente los crió –junto con su madre-. Así lo mencionó uno de sus hermanos que termino diciendo: “ se ha ido una de las buenas”.

[7] Esto gracias a que tuvo una sanación milagrosa de una enfermedad que  hasta ese momento pareció incurable.

[8] Por su conversión en edad adulta, la mayoría de sus hijos no pertenecen a la iglesia adventista solamente dos (ambas mujeres), el esposo de una de ellas y los hijo(a)s de estos. El resto dice ser católico.

[9] “Fue precisamente en 1898 que se inicia la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Perú, con la partida del puerto de Valparaíso, Chile, de dos grupos rumbo a Perú”. Fuente: http://centrowhite.upeu.edu.pe

[10] A pesar de ya haber ido otras veces era la primera vez que conocía a mis tíos abuelos, organizadores del funeral. Entre otras cosas porque la mayoría de ellos no vive en el pueblo.

[11] He preguntado sobre el uso de estos elementos en lo cotidiano entre las mujeres fuera de este tipo de ceremonias y me dijeron que no es usual que una mujer chacche coca y tome aguardiente en contraposición a los varones (no evangélicos) que lo hacen continuamente.

[12] Hay que acotar que el Centro de Salud más cercano está entre 45 a una hora de camino a pie. No hay transporte público regular.

[13] Durante los días de funeral, una de las obligaciones de la familia de la difunta ha sido la preparación de la comida para los asistentes, para esto se mató una vaca propiedad de la difunta.

[14] Hubo inclusive quien ya mencionaban que habría doble funeral.

[15] Fue interesante constatar que “café” era una generalización para bebidas calientes como la yerbabuena. Nunca en la semana y media que estuve tomé una taza de verdadero café.

[16] Cuatro, eran hijas, una era una hija adoptada desde pequeña, otra era la nuera y el varón era uno de los hermanos.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #84″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: La arqueología, una pasión femenina.

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Por Sabina Rosas

Las mujeres que encontraron el Gran Tzompantli de Tenochtitlán investigan, excavan, interpretan y, además, 
echan pala y empujan la carretilla con tierra sobrante.

Esencialmente se puede decir que la arqueología es un trabajo para hombres. Sin embargo, al desarrollo de esta disciplina también han asistido mujeres que desde el siglo XIX desafían las convenciones sociales para realizar el pesado trabajo de campo. Vestir de pantalones, dirigir a peones y pasar largas temporadas aisladas en lugares inhóspitos han sido algunos de los principales retos.

Desde que la arqueología mexicana comenzó a dar sus primeros pasos durante el Porfiriato, las mujeres incursionaron en ella, informa la investigadora Paloma Estrada, autora de un exhaustivo estudio sobre la participación femenina en el desarrollo de esta ciencia, titulado Las mujeres en la arqueología mexicana 1876-2006.

La investigadora documenta que durante el siglo XIX y principios del XX comenzaba la exploración de algunos de los más importantes sitios monumentales y otros se descubrían como: Teotihuacan, en el Estado de México; Xochicalco, en Morelos; Tajín en Veracruz; Monte Albán, en Oaxaca; Palenque, en Chiapas, y Chichén Itzá, en Yucatán. En todos ellos, las mujeres desempeñaron diversas funciones, desde hacer recorridos de superficie, dibujos, croquis hasta excavaciones.

“Expedicionarias, viajeras y visionarias, así fueron las primeras mujeres que incursionaron en la arqueología mexicana y trabajaron bajo las mismas condiciones laborales que los hombres: recorrían largas distancias a pie o caballo y dormían en los campamentos”, indica Paloma Estrada.

Realizar tales actividades en el siglo XIX y aun hasta los años 50 del XX era un verdadero desafío.

Expedicionarias, viajeras 
y visionarias

Beatriz Barba Ahuactzin es la primera mujer mexicana hija de padres mexicanos con título de arqueóloga, y que obtuvo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Narra que su primer desafío cuando estudiaba en la ENAH fue ponerse pantalones. Era el comienzo de los años 50 y entonces no había tallas para mujer. Ideó comprar de niño y arreglarlos ella misma para que le quedaran. Sus padres enfurecían al verla vestida como hombre para asistir a las prácticas de campo los fines de semana. Los regaños se repetían cada ocho días, hasta que se cansaron.

Hoy Beatriz Barba es profesora emérita del INAH. Fundó en 1965, con Julio César Olivé, el Museo Nacional de las Culturas. Su vida personal la hizo al lado de Román Piña Chán, uno de los arqueólogos de más prestigio que ha tenido México. Comparte que cuando sus hijos estaban pequeños, él la ayudaba a cuidarlos mientras ella cumplía con largas temporadas de campo; recuerda con cariño que cuando regresaba a casa llena de tierra y lodo, encontraba a Piña Chán oliendo a talco de bebé.

Lorena Mirambell también estudió arqueología en la ENAH, a finales de los 50. Cuenta que entonces las mujeres que pretendían dedicarse a esta carrera no eran muy bien vistas por la sociedad, pues había que vivir por un tiempo prolongado en los campamentos con los obreros y los arqueólogos; no obstante, las mujeres ya nos estábamos emancipando, dice riendo.

Ella, en lo personal, no tuvo grandes obstáculos para estudiar arqueología porque sus padres estuvieron de acuerdo. Cuenta que como responsable de los trabajos de campo, al principio era difícil que los peones la obedecieran, porque ellos estaban acostumbrados a mandar a las mujeres, era una cuestión cultural; sin embargo, “el primer sábado que les entregué la paga, las cosas cambiaron”, recuerda.

Lorena Mirambell es especialista en prehistoria; estudió análisis de lítica en Francia, al lado de uno de los mejores prehistoriadores de ese país: François Bordes (1919-1981). Excavó en importantes sitios con los vestigios más antiguos de población humana en México, entre ellos El Cedral, en San Luis Potosí.

Un caso especial es el de Beatriz Braniff (1921-2012), nacida de una de las familias de más abolengo durante el Porfiriato. Los Braniff eran dueños de los aviones, y ella renunció a todo por buscar el conocimiento. Decía que los esquemas estaban hechos para romperse y reinventarse. Aficionada a las carreras de autos, tenía su propio deportivo rojo y practicaba equitación en el club Chapultepec.

Su destreza con los caballos le permitió cruzar el noroeste de México, sierras y desiertos para estudiar las culturas que se asentaron en la Gran Chichimeca. Beatriz Braniff es la arqueóloga del norte de México, la valiente que se aventuró a explorar los vestigios que dejaron aquellos pueblos que por mucho tiempo se consideraron bárbaros. Sus estudios son referencia obligada para los investigadores de esa región del país.

La brecha que abrieron en la arqueología esta generación de mujeres de los años 50 y 60 del siglo XX se ha ensanchado. La participación femenina en esta tarea es cada día más amplia y cada vez es mayor el número de mujeres que se inscriben en la carrera de arqueología en la ENAH. Hoy sobre el terreno arqueológico hay muchos nombres femeninos por destacar, como Nelly Robles en Monte Albán, Oaxaca; Martha Cuevas en Palenque, Chiapas; Laura Solar en El Teúl, Zacatecas o Elisa Villalpando en Trincheras, Sonora.

Una de las recientes aportaciones del trabajo femenino llevó al descubrimiento del Huey Tzompantli del Templo Mayor. Un equipo de cinco arqueólogas, todas entre los 30 y 35 años, quienes con cucharilla y brocha en mano alumbraron este descubrimiento, considerado uno de los más importantes del recinto ceremonial mexica en los últimos años.

El Huey Tzompantli, excavado por mujeres

Raúl Barrera Rodríguez es el arqueólogo responsable del Proyecto de Arqueología Urbana, es decir, de las excavaciones en las manzanas que rodean la zona arqueológica del Templo Mayor mexica, en la ciudad de México. Dice que le agrada integrar equipos de exploración con muchachas porque son muy confiables, responsables y trabajadoras.

En el predio de Guatemala 24, la arqueóloga Lorena Vázquez Vallín es la jefa de campo y con ella trabajan cuatro mujeres más: Sandra Ramírez Barrera, Ingrid Trejo Rosas y Janette Linares Fuentes, quienes están en las excavaciones, y Moramay Estrada Vázquez, en el registro de materiales. Fueron ellas las heroínas del Gran Tzompantli de Tenochtitlán, revelado al público hace unos meses por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La exploración comenzó en enero de este año, y después de largas faenas que sólo recompensaban mostrando restos de pisos prehispánicos, a un mes de terminar la temporada descubrieron una plataforma que cambiaría el curso de la excavación.

Lorena Vázquez grita: “Topé con un muro”. Ingrid Trejo replica: “Acá hay algo”. La misma Ingrid relata: “Primero pensamos que era una escalinata, Raúl Barrera revisó y dijo: ‘Es una plataforma. Vamos a buscarla’. Entonces comienza Sandra a excavar y nos damos cuenta de que efectivamente se trata de una plataforma; tuvimos que trabajar a marchas forzadas, turnos extra, porque el tiempo se nos agotaba y los recursos programados para la temporada también se estaban acabando”.

Lorena Vázquez, la jefa de campo, está parada dentro del pozo de la excavación, 2 metros bajo la superficie del suelo, enfundada en unos jeans y una playera, tratando de sacar la tierra suelta que quedó tras la liberación de los edificios prehispánicos.

“Aquí no hay arqueólogas que se queden en la parte de arriba a ver cómo trabajan los peones. Aquí hay gente que se mete a trabajar, que excava y saca tierra con la pala, no sólo con cucharillas y brocha, porque sabe que es necesario y lo puede hacer”, enfatiza Lorena Vázquez.

Ingrid Trejo platica que las últimas semanas trabajaron arduamente porque al término de la temporada se quedaron con cuatro de los nueve peones que tenían. “El tiempo para terminar era limitado, entonces las cinco empezamos a excavar, nos turnábamos para tomar las herramientas, jalar los pesados botes de tierra y mover la carretilla”, comenta.

La jefa de campo continúa: “Hubo días en que estuvimos hasta las 7 de la noche cargando cubetas llenas de piedras, normalmente trabajamos de 8 de la mañana a 3 de la tarde, pero ésa es la razón por la que los trabajadores nos respeten tanto: ven que hacemos lo mismo que ellos”.

Femeninas en un ámbito masculino

Pese a la rudeza del trabajo, su feminidad no cede un ápice; al contrario, parece que le aporta frescura y oxígeno a un ámbito aún mayoritariamente masculino. De repente, estas universitarias se vuelven niñas y narran con una mezcla de complicidad y temor la mítica historia de una mujer de blanco con vestimentas virreinales que se pasea por los pisos superiores de la casona de Guatemala 24. Unas dicen haberla visto por el rabillo del ojo cruzar de una habitación a otra; algunas aseguran haberla oído silbar, y otra más escéptica dice que es probable que sea producto de tantas horas metidas en esa finca del México colonial. Pero todas, por si acaso, se acompañan por la noche, se hacen plática y compañía para ahuyentar al fantasma y poder continuar la excavación.

Pero el trabajo no es sólo físico, la propia Lorena Vázquez lo explica: “Hay que saber buscar. Encuentras un muro, pero cómo lo sigues, hay que saber dónde está su esquina, su superficie. No basta con encontrarlo, hay que continuarlo”.

Cuando las arqueólogas llegan a una excavación ya revisaron documentos, planos, fuentes históricas y tienen una idea de qué buscar, de qué pueden encontrar. Deben leer, estudiar mucho para interpretar lo que queda al descubierto cuando quitan la tierra.

Janette Linares viste formal, lleva su cabello negro adornado con un broche, los labios rojos y el delineador grueso en el borde de las pestañas. Su joven rostro está enmarcado por un par de pendientes en forma de calaverita. “A Jane le gustan mucho los cráneos y escalar la montaña”, dice Lorena Vázquez. “Y ella encontró los primeros restos óseos asociados al Tzompantli. Su pozo de excavación estaba a sólo 10 centímetros de la plataforma, fue uno de los primeros que hicimos y nada, habían salido sólo fragmentos de cráneos”, agrega Vázquez.

Janette Linares dice: “A veces tenemos un poco de problemas con la familia o con la pareja porque nos apasionamos demasiado. Hay que explicarles que en momentos la arqueología requiere tiempo completo, si estás en excavación y sale un entierro, pues hay que avisar que no voy a llegar. La arqueología es nuestra pasión y aquí estamos, apostando todo por ella”.

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Fuente: El Economista. http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2015/11/08/arqueologia-pasion-femenina

#Yoreconozcotutrabajo / Mariano, Cecilio y Juan

Mariano, Cecilio Condori y Juan

‪#‎yoreconozcotutrabajo‬ / «Es una lástima que no se vea bien, pero esta es la que mejor resume la idea de la propuesta: Mariano acompaña a Cecilio Condorí y su hijo, Juan. Les contamos por qué estábamos allí, qué hacíamos y la importancia de ello. Y fueron los mejores ayudantes de campo. Hicieron grandes descubrimientos, siempre con sumo cuidado. Juan era el nuevo puestero en ese momento y su padre se sumó a ayudar. (2007)» .// ‪#‎reconoce‬: María Teresa Iglesias.

DE LA CASA #32: MENTIDEROS CON SARA VARGAS / ARK.

num32

Por ArKeopatías

Con motivo del video – spot ‘Yo soy arqueólogo’ que apareció en Flashback arqueología (http://vimeo.com/99382703), y que se estuvo compartiendo con mucho éxito en las redes sociales, tuvimos una breve conversación con la arqueóloga Sara Vargas acerca de la profesión, sus contradicciones y los clichés que aún la rodean. Una entrega más de nuestros «mentideros» curiosamente interrumpida por la mesera, quien nos pregunta por nuestro proyecto y su intención de seguirnos por las redes…/

Abajo pueden escuchar el audio de esta conversación, esperamos que detone sus comentarios.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #32″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #8: FRASES REALES QUE SIENDO ARQUEÓLOGO TE PUEDEN AYUDAR (PERJUDICAR) A TERMINAR UNA RELACIÓN AMOROSA / HAQP.

num8

Por Adolfo Quintanar

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A diferencia de muchas profesiones, el perfil y las actividades propias del antropólogo suelen ir en contra de cualquier tipo de estabilidad emocional relacionada con el noviazgo. Las ausencias, el estilo de vida y la interminable pasantía a veces tienen como consecuencia el término de una bonita relación amorosa. A continuación dejamos un compendio de frases que pueden ayudarte a terminar una relación con bastante estilo y que a diferencia de los clichés populares… éstas sí están basadas en casos concretos y reales.

1.- Es que no eres tú… ni yo. Fué el mal de campo.

2.- Te juro que no voy a rasurarme la barba.

3.- Me tengo que ir… tengo una misión que cumplir y no sé hasta cuando vuelva.

4.- Un pueblo me necesita.

5.- Te juro que después de 3 semanas en campo… mi amig@ ________ no se veía tan mal.

6.- Hacía demasiado frío en el campamento y una cosa llevó a la otra…

7.- Acepto casarme contigo sólo si la boda dura 8 días como en Oaxaca.

8.- Por última vez… no tiraré mis viejas botas a la basura.

9.- ¡NO TOQUES MI COLECCIÓN DE PIEDRAS!

10.- ¿Tú papá es ingeniero y viaja mucho?.. jajaja !Bitch please!

11.- Te juro que parte del ritual implicaba besar a mi mejor amiga que tanto detestas querida…

12.- Sólo estuve participando activamente en rituales de apareamiento… nada serio amor. De hecho fue muy profesional.

13.- ¿En serio había que venir de traje a la boda de oro de tus padres?

14.- Tal vez vuelva en un mes… o dos… o 6… ¿te aviso vale?

15.- Si sumas alcohol, luna llena, práctica de campo y mi amig@______, el resultado es que no ya podemos estar juntos.

16.- ¿Creías que el látigo que usa Indiana Jones era sólo para colgarse querida?

17.- Estábamos borrachos… prácticamente me violó.

18.- Sí mi amor… Estoy seguro que tu clase de arquitectura fue muy emocionante… (sarcasmo)

19.- Si mi amor.. Estoy seguro que tu clase de: (Cualquier cosa que no sea arqueología ) fue emocionante (sarcasmo).

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P.D. Dedicada con mucho amor a aquellos héroes y heroínas olvidados que soportan el ritmo de vida de los marginados locos que formamos parte de la arqueología y siguen junto a nosotros.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #8″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).