
Por Juan José Guerrero García
Ideología en el proceso ritual de purificación
Hace casi tres años un compañero de la ENAH de nombre Héctor me invitó a la peregrinación que hacen los diferentes barrios de Iztacalco (Distrito Federal) al santuario del señor de Chalma (Edo Mexico), evento sobre el cual realiza su tesis de licenciatura. Yo con pleno desconocimiento de esa tradición, pero con curiosidad felinicida, accedí gustoso a acompañarlo en ese largo viaje lleno de experiencias.
Lo primero que me llamó la atención fueron los tipos de gente que se reunía para emprender el trayecto, había desde familias completas, bien organizadas y respetuosas, hasta peregrinos solitarios, la mayoría de extracción humilde como nosotros, pero sin ese tono pedante que te da la escuela.
Si se pudiera describir en una palabra a todos los participantes creo que sería la palabra “Barrio”. El barrio se mueve fragmentado pero junto el día que le corresponde, siguiendo la misma ruta con el fin de llegar a ver al Señor de Chalma.
Ésta peregrinación de barrios marginales, es un caudal de gente que se encuentra, por decirlo de una forma, fuera de los parámetros de la moral social, es común ver grupos de chavos moneando, tomando alcohol, haciendo fiesta con sus grabadoras de vendedor ambulante y sus toques de mota mientras atraviesan el bosque purificador que separa al distrito federal del santuario.
Héctor como buen guía nos explicó los avances de su investigación la filiación otomí, la tradición a los cerros, el camino de los pochtecas, la relación con Tláloc, los nombres de los barrios de Iztacalco y una serie de datos que por miedo a violar los derechos de autor no revelaré en este espacio. La serie de impresiones y apreciaciones que tuvimos las platicamos y compartimos después de los dos viajes en los que me uní al grupo de chalmanautas (como el multicitado Héctor nos llama). Desgraciadamente no he vuelto a platicar con ningún chalmanauta y por tanto no he comunicado los nuevos datos y nuevas reflexiones que he tenido a partir de lecturas y relecturas recientes, por eso, aprovecharé este espacio para escribirlas.
Leyendo, con otros fines de investigación, el libro El destino de la palabra de Miguel León Portilla en la pagina 99 donde habla sobre el Tonalamat de los pochtecas del códice Fjervary Mayer encontré el siguiente texto:
Los dioses a cuya benevolencia se debían propiciar los pochtecas se conocen con varios nombres. Cinco eran del sexo masculino y una femenino. Ésta también ostentaba varios títulos. Uno era Chalmecacihuatl, “Mujer de los de Chalma”. En algunos casos se identificaba con Tlazolteotl, la diosa de la basura, conocida también como Tlaelcuani, la que come inmundicias.
Esto le servirá al Hector, pensé, por lo que seguí la lectura con el placer que da el hallazgo. Párrafos siguientes León Portilla anota que en el códice florentino Fray Bernardino de Sahagún “transvasa” al alfabeto ideas muy similares a las contenidas en el ya citado Tonalamt de los pochtecas. A continuación describe la página del códice ya referido donde hay una “mujer sentada sobre una estera, vestida con su quechquémitl y su falda de color rojo” esta diosa de pecho descubierto introduce en su boca lo que León Portilla llama inmundicia, frente a ella hay un hombre sentado en un banco vistiendo un maxtlat blanco, con su piel pintada de negro en su mano derecha sostiene a una persona pequeña y desnuda en “actitud de humillación” quien ve a la diosa Tlazolteotl.
Continua el investigador, citando los textos del códice florentino donde Sahagún compiló algunos textos sobre esta diosa y los rituales que para ella se hacen:
Así se llamaba Tlazolteotl, porque a ella pertenecía le correspondía el polvo, la basura, quiere decir la vida disipada. Se decía esto porque ella mandaba, imperaba sobre la vida licenciosa…
Se llama Tlaelcuani porque delante de ella se dicen, se cuentan, todas las vanidades. Ante ella se refieren se exponen todas las acciones sucias, por más feas que sean por más depravadas. Nada se oculta por vergüenza; todo se declara ante ella, todo se manifiesta.
Sobre las características del ritual cita lo siguiente:
Barría él muy bien el lugar donde se colocaba una estera nueva…
Hablaba luego el tlapouhqui a quien venía a hablar sus transgresiones, le decía: Has venido junto y a la presencia del Dueño del cerca y del junto. Has venido para manifestarle, para hacer entrega de tu podredumbre, tus inmundicias. Has llegado para abrir tu cofre tu petaca tus secretos…
Despójate de tu ropa desnúdate…
Siguiendo este texto la “Mujer de los de Chalma” tenía el papel de purificar a los que acudían a ella, saldar la deuda moral que ellos traían sin importar la gravedad del caso, este dato tiene mucha importancia, puesto que dicho ritual de purificación se sigue llevando a cabo en la actualidad (aunque obviamente con las muchas transformaciones y resignificasiones que tantos años de historia han creado).

Como mencionaba antes los devotos al señor de Chalma son por lo general personas que llevan una forma de vida que se encuentra en el límite de la tolerancia social, ladrones, borrachos, narcotraficantes, si bien no todas las personas que van en la peregrinación son “bandidos” al menos si son “pobres” con diferentes cargas morales y de de salud. Como en la mayoría de los cultos populares, el culto al señor de Chalma se da justo por la capacidad que tiene este santo de expiar culpas y de perdonar, es el señor benevolente que otorga el perdón y con esto salda la deuda que el peregrino tiene con la «sociedad», ese es el mismo papel regenerador que cumplía en su tiempo Tlazolteot que como ya vimos se encarga de la gente de vida licenciosa. Por tanto podemos decir que en lo general se comparten, en ambas épocas, los dos rasgos fundamentales de ésta relación ritual, por un lado, la marginalidad de los actores y por el otro la capacidad del ente sobrenatural para otorgar un comienzo nuevo.
Ahora bien la purificación como lastre que se termina, como muerte y renacimiento simbólico es el sentido mismo de Tlazolteot, esta diosa pochteca que consigue tragar las inmundicias y transformar en hombres moralmente nuevos y limpios, ella misma es metáfora de la culpa y su expiación o más bien del proceso que se da entre la una y la otra. Ese proceso se ve representado, también, en el camino del actual peregrino, la experiencia religiosa que ocurre en ese trayecto disculpante es, quizás, el proceso en el cual se materializa esta metáfora de la comedora de inmundicias.

Tlazolteotl codice borbonico
En la siguiente entrega trataré de ejemplificar los diversas partes del proceso ritual partiendo de mi experiencia personal como chalmanauta, además de que interpretaré las consecuencias ideológicas del ritual de purificación en ambas épocas, ritual que condensa una serie de significaciones personales y colectivas. Escribiré sobre el acto de dejar las vestimentas, del desnudarse, del baño ritual, las analogías entre inmundicia, hombre, humillación y desnudes , limpieza y purificación. Hablaremos del proceso de transferencia, de la economía de la culpa, de la metáfora y del acolchado ideológico que se da dentro de este ritual y por tanto daremos una interpretación de ese camino de inmundicia coprofagia, purificación y alivio, que es la peregrinación a Chalma.
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