DE LA CASA #87: NEZAHUALCÓYOTL. PATRIMONIO DE PATRIMONIOS / DT.

Por Daniela Tovar

Quisiera iniciar platicando un poco los antecedentes de cómo surge mi interés por participar en un evento como este, desde hace más de un par de años tenía la inquietud de poder escribir algo sobre Neza, como yo la suelo llamar, sin embargo, no había encontrado el espacio idóneo para compartirles mi experiencia como habitante de una ciudad perdida en la periferia de la “GRAN CIUDAD”.

Mi primer acercamiento con el patrimonio del municipio que por ahora habito, se debe a mi familia materna, a quienes les agradezco compartir su historia, la historia del municipio conmigo, ya que, desde que llegaron al joven municipio de Nezahualcóyotl en 1963, como el resto de los migrantes que después de la década de los cuarenta salieron de sus terruños a buscar mejores oportunidades de vida, construyeron un patrimonio basado en su día a día.

UN POCO DE NÚMEROS:

El Estado de México cuenta con una extensión territorial de 22,351 kilómetros cuadrados, lo que representa el 1.1 % del territorio nacional, y de acuerdo con el INEGI, en el residen  15 175 862 habitantes que se distribuyen en 125 municipios. En lo que respecta a Nezahualcoyotl, el municipio fue erigido el 23 de abril de 1963 por el entonces gobernador del Estado de México, Gustavo Baz Prada, que aceptó la necesidad de crear un municipio en los asentamiento que hasta ese momento eran conocidos como Colonias del Vaso de Texcoco, así se fundó el municipio.

LOS PATRIMONIOS INVENTADOS

Entrando en materia del título Nezahualcóyotl: Patrimonio de Patrimonios, la definición elaborada por la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre el Patrimonio Cultural, celebrada en México en el año 1982, describe que

“El Patrimonio Cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.»

Y aunque Neza cuenta con más de una de estas obras, ninguna es considerada patrimonio cultural. Excepto la espantosa obra titulada Cabeza de Coyote, del “artista” Sebastián inaugurada en 2008 con motivo del 45 aniversario del municipio, que busca plasmar entre su ciudadanía una identidad gráfica que difícilmente los atrae, siendo las 298 toneladas que pesa lo que intenta transforma de la memoria de los primeros pobladores un espacio tan significativo como es el cruce de las avenidas Pantitlán y López Mateos.

Digo “que intenta” porque al menos la primera y segunda generación de los primeros pobladores de Neza, saben que en ese cruce se construyeron varias historias del andar cotidiano. Mismas que difícilmente se desdibujarán.

En este cruce, en los años sesentas se ubico un tanque de agua que abastecía a los primeros pobladores; amas de casa que mandaban a sus hijos a acarrear agua, posteriormente en 1981 Humberto Peraza crea la obra de Nezahualcóyotl, como el emblema que da la bienvenida al municipio. Cabe destacar que este cruce es conocido por quienes visitan Neza como la avenida principal, esto debido a varias razones; allí se ubicó el primer cine del municipio, además que fue la terminal de camiones que permitían a las personas trasladarse a la ciudad.

El tanque de agua que estuvo en la glorieta de Pantitlán y López Mateos, Cd Neza, años sesenta / (c) Twitter @CdMéx en el Tiempo.

Aunque Cabeza de Coyote, que desde mi perspectiva es estéticamente espantosa, ha intentado desde hace ocho años a través de una política pública mal desarrollada posicionarse como “el patrimonio monumental del municipio” no lo ha logrado y esto se debe a varias cosas, las cuales enunciaré:

Desde la política cultural nacional que define los bienes considerados patrimonios, nuestra Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, establece la diferencia entre los bienes arqueológicos, históricos y artísticos y faculta a las instituciones nacionales de la siguiente manera: la custodia protección y conservación de los bienes arqueológicos e históricos es competencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia, definiéndolos a los primeros como “los bienes muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con esas culturas.” Mientras que  los bienes históricos “son los vinculados con la historia de la nación, a partir del establecimiento de la cultura hispánica en el país”. Así mismo, nuestra legislación instituye que es competencia del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura la protección de los bienes artísticos, los cuales someramente la ley define como: los bienes muebles e inmuebles que revisten valor estético relevante y que son significativos del siglo XX.

La política pública en la que se desarrolla el municipio difícilmente ha logrado construir una identidad municipal, prueba de ello es la carencia de un gentilicio único para quienes conformamos la ciudadanía, nos ha lo tocado pasar de ser necences a neceños y allí a nezahualcoyenses, de tal forma que esta falta de identidad política, tan necesaria, ha impedido que nos identifiquemos con los “patrimonios” que el municipio pretende construir para los habitantes de Nezahualcóyotl y ha hecho que nos reconozcamos entre nosotros y con la otredad con varios sobrenombres que entre la urbe se han popularizado: eres de Nezayork, vivo en Nezahualodo, son de Nezahualpolvo, estoy en MiNezota y nos identifican con los otros.

El espacio público, que desde lo político ha intentado consolidarse como un patrimonio cultural moderno entre la sociedad, sin conseguirlo. Dado que la apropiación del espacio no ha sido posible, debido al vandalismo y la drogadicción que impera en los alrededores, además que su estrategia gracias a los acelerados procesos de globalización ha desintegrado la unión que prevalecía en los alrededores del extinto Cine Lago.

El patrimonio de la gente que vivimos en Neza se construye a través de historias, pláticas, anécdotas  y nuestro caminar; por naturaleza somos necios y al menos en los 8 años que lleva la “gran escultura”  son pocos los que lo viven o asimilan como su patrimonio.

¿QUÉ ES EL PATRIMONIO DE NEZA DE 1963?

La anécdota que cuentan muchos de los primeros habitantes del municipio es la siguiente:

En Neza no había luz eléctrica y por ende no se tenía acceso a los medios de comunicación, los niños entre tanta polvacera tenían mucho lugar donde correr y jugar por lo cual se hacía comunidad ante la pobreza generalizada. Así se construyeron muchas formas de convivir: Los niños lo hacían a través de juegos: las escondidillas, al bote, encantados y la cascarita o bien corrían hacia los restos del Lago de Texcoco a recoger chichicuilotes. Por su parte los adultos hacían comunidad de otra forma, los que tenían mayor ingreso económico compraban radios de pila que compartían con sus vecinos y pasadas las siete de la noche sacaban sus sillas, botes o apilaban tabiques para escuchar las radio novelas de ese entonces “Chucho el Roto”, “Porfirio Cadena”, “El Ojo de Vidrio” o Kalimán y una vez que terminaba la radio novela se quedaban a platicar un rato.

«Ciudad Neza» / (c) Centro de Investigación Documental de Neza

Así vivían en casas de cartón, con pisos a flor de tierra, entre lodo, polvera y escasez de agua, siendo estas condiciones de carencia de servicios públicos lo que hizo que la población comenzara a organizarse y a empoderarse para solicitar lo que se merecían, escuelas, iglesias, hospitales, energía eléctrica, drenaje y suministro de agua. Hasta que lo lograron gracias a capacidad propia de hacer comunidad.

De tal forma que si hoy preguntan ¿Cuál es el patrimonio de Neza? Yo enunciaría con certeza lo siguiente:

El sentido de comunidad que se ha generado en cada colonia. Alrededor de los mercados y de las iglesias, en las CONASUPOS y en las esquinas, donde las señoras platican acerca de la novela, el precio del huevo y el azúcar. Pero también expresan su apoyo cuando alguien tiene alguna mortificación.

La fiesta del barrio y su «sonidero»: en los años noventas era muy común que los jóvenes salieran a buscar una “tocada”, no importa si conocías a la quinceañera o a los novios, lo importante era un rato de buen baile y así el típico enlonado amarillo y las bocinas a todo lo que dan se convirtió en algo propio de Neza imitando lo vivido en las colonias populares del DF: La Guerrero, Tepito, La Morelos y el Peñón de los Baños. Hoy en día prevalece esta costumbre, aunque no con tanta frecuencia, pero por ejemplo en el caso de la Colonia Virgencitas, cada 12 de diciembre, fecha que se celebrar el santo patrono llegan dos «sonideros»; uno de guaracha y uno de rock urbano que reúnen a más de 300 personas entre el tibiri y la rocanroleada.

Los tianguis: Todos vamos a los tianguis; el del Sol, el de Madrugada, el de San Juan, el de Palacio y el de la Neza, pareciera que se ha convertido en una tradición visitar los tianguis, chacharear o ir a comprar el mandado. Todo lo encuentras en los tianguis y se repite de sobre manera la función que en la época prehispánica tuvieron.

Los fines de semana en Palacio: Aunque en Neza se ha construido uno de los complejos económicos más importantes del oriente del Estado de México, quien no visita el Palacio Municipal, no es de Neza. Si recordamos que la mayoría de las personas que habitamos el municipio provenimos de familias que venían de otros estados de la República, nos explicaremos porque nos gusta tanto ir a lugares que se asemejen a los espacios que con añoranza recuerdan nuestros abuelos o tíos. Visitar Palacio es como si fueras a la cabecera municipal de cualquier otro estado de la República (juegos mecánicos, comida, paletas de hielo y ruedas de payaso), se vuelve la visita obligada de todos los padres jóvenes, ya que llevar a sus hijos a jugar es menos costoso que visitar el gran complejo comercial de Ciudad Jardín, pero sobretodo más real.

La cascarita y el futbol de liga: es común ver en las calles unos tabiques que delimitan las canchas y como se arma la reta, que te cedan el paso mientras caminas por la cancha improvisada y que el que gane invite las cervezas o los «frutsis» y los camellones llenos de canchas de «Fut» Rápido y ligas de «fut» que organizan torneos, así el «fut» se ha convertido en una forma más de vivir en Neza.

Panorámica de «Ciudad Neza» / (c) National Geographic. Foto: Rodrigo Cruz

Así estas y muchas otras prácticas que se realizan en el día a día del municipio conforman el patrimonio, un patrimonio vivo y dinámico que si bien no descansa en ninguna de las definiciones y clasificaciones del patrimonio institucionalizado es constructo de identidad para los necios de Neza, logra crear comunidad y permiten que nos identifiquemos con lo que vivimos, contrario a los monumentales patrimonios que al ser reconocidos como un PATRIMONIO NACIONAL generan una espacie de controversia sobre que se protege y para quién.

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Sobre la autora: (Nezahualcóyotl, Edo. de México / 1991) Licenciada en Desarrollo y Gestión Interculturales, ha participado con diferentes proyectos culturales, destacando su participación en el Colegio de Jalisco en 2012 y en la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia en 2014, es co-organizadora del evento de difusión del patrimonio arqueológico Simposio Román Piña Chán, evento a que se realiza en el marco de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia. Se desempeña como responsable del laboratorio de gestión de la Dirección de Operación de Sitios, además de ser adjunta del curso Aprovechamiento del Patrimonio Arquitectónico y forma parte del Seminario de Construcciones, Preservación y Salvaguarda del Patrimonio Cultural en Contextos Urbanos de la UNAM.

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DE LA CASA #33: EL MARCHANTE GOURMET / MMV.

num33Por Marlen Mendoza

(…) y desde que llegamos a la gran plaza, que se dice Tatelulcu, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían… cada género de mercaderes estaban por sí y tenían situados y señalados sus asientos.

-Bernal Díaz del Castillo

Mercado de Tlatelolco, Diego Rivera 1942

Mural: Mercado de Tlatelolco, Diego Rivera, 1942.

Cuando decidí el tema para mi siguiente entrega, estaba convencida que sería sobre el “hit” del momento, en cuanto a lugares “in” para dar el “rol” por la ciudad se trata, esos que aparecen en las revistas, especializadas en reseñar el abanico de posibilidades que nos ofrece la capital del país; y que mejor que hacer referente a una de las colonias con una fuerte presencia en la Ciudad de México: La Colonia Roma.

Nace de los potreros de la antigua “Hacienda de la Romita”, para posteriormente ser fraccionada a principios del siglo XX; fue diseñada con bulevares y amplios camellones, seccionada en extensos terrenos que permitieron trasplantar la idea anglosajona del chalet con mansardas, lucarnas y chimenea, circundado por un generoso jardín, a la inversa del modelo de construcción tradicional español. Fue concebido en sus inicios como un barrio para la élite capitalina; posterior al terremoto de 1985, un importante porcentaje de inmuebles desaparece y otros más presentan severos daños. Es así como baja la plusvalía de la zona y es ocupada por la clase social media y baja, en su mayoría comerciantes, que abren pequeños locales como barberías, misceláneas, panaderías y demás ultramarinos, creando así, una red vecinal sustanciosa que se fue consolidando en los años posteriores. Podemos encontrar un retrato muy acertado de cómo funcionaba la colonia en el libro de José Emilio Pacheco “Las Batallas en el desierto” enmarcando el contexto político y social durante el año de 1948.

fuente www.ciudadanosenred.com.mxfuente www.ciudadanosenred.com.mx (2)

Colonia Roma. Fuente: http://www.ciudadanosenred.com.mx

No es una novedad que de unos años hasta la fecha, la colonia Roma ha estado en un proceso de auge, tanto inmobiliario como la revitalización de su infraestructura, se ha convertido en un atractivo foco de inversión y una excelente opción para vivir, ahora alberga a una población económicamente activa y de rangos de edad fluctuantes, sus gustos van enfocados hacia un comercio diferente al que contaba la zona; es propensa al cambio: una circunstancia generalizada en la ciudad, nada permanece estático.

Cobijado por la colonia Roma, se ubicaba en Querétaro 225 el prestigioso bar de rumba y música tropical: “El Gran León”, vástago del “Bar León” (con locación en el centro histórico) cuyo dueño era Pepe Arévalo; lugar conocido bajo la premisa de “La Rumba es Cultura”, albergaba noche a noche música en vivo, frecuentado por personalidades como Carlos Monsivaís, Gonzalo Celorio, Arturo Ripstein y el “Tigre” Azcárraga, entre otros. Operó durante 30 años, lugar de apabullante historia sirvió como locación en cintas como: “El mil usos”,”Hotel” y “Las glorias del gran Púas”.

Google Street View, 2011

 Bar «El Gran León». Fuente: Google Street View, 2011.

Se me ocurriría pensar que un inmueble que es un referente social y urbano, dentro en una colonia con una importante carga histórica, estaría protegido y no pienso que la manera de proteger un inmueble sea mediante la conservación extrema (ponerle un domo de plástico encima), ni tampoco trato de compararlo con la aportación plástica de la Ciudad Universitaria o el Polyfórum Cultural Siqueiros, pero es en definitiva parte de la identidad de un barrio y de quiénes interactúan con él.

Estoy a favor de la rehabilitación urbana, incentivar el aumento de la plusvalía de zonas que están decayendo y considero imperante poner los ojos en edificaciones “olvidadas”, para posteriormente intervenirlas y darles un nuevo aire; sin embargo requiere que estas intervenciones se realicen acompañadas de un profundo sentido de conciencia, análisis y respeto.

El proyecto del “Mercado Roma” por el despacho Rojkind Arquitectos, lamentablemente no es un ejemplo de esta conciencia espacial. He leído una buena cantidad de reseñas, críticas, comentarios y entrevistas, en las cuales hacen alarde del despunte económico y social que implica un proyecto como éste, haciendo énfasis en la calidad y lo minucioso de su diseño interior, de mobiliario y “branding” (que eso no está a discusión) así como de la selecta lista de colaboradores en la composición de la oferta gastronómica del lugar. Es efectivamente un planteamiento fresco, con un esquema inexplorado en el país y que ofrece una experiencia cautivadora.

Victoria Zamora

Mercado Roma. Fotografía: Victoria Zamora.

Sin embargo dista mucho de lo que debió ser: un sitio de convergencia que preservara su identidad y funcione simultáneamente de parteaguas para nuevas prácticas, en sinergia con la atmósfera que se ha moldeado con el paso de los años y la evolución del lugar.

Comencemos con lo fundamental: La diferencia de tipología entre el inmueble original al giro del producto final, es así como brincamos de un salón de baile a un “mercado”, lo anterior no es ni positivo o negativo, depende únicamente del resto del análisis urbano para determinar si era conveniente o no cambiar por completo el uso.

Extirpando al “El Gran León” y todo lo que esto puede significar, en el sentido estricto de identidad espacial, la calle dónde se encuentra emplazado el inmueble, no es la idónea para un proyecto con tales pretensiones, como lo es el Mercado Roma, es cierto que como proyecto aislado de un contexto, funciona como epicentro para un “boom” gastronómico que está caracterizando a la colonia, pero no cumple con los requerimientos mínimos para una buena operación, y no va en función de equipamiento urbano o de infraestructura, tiene que ver con la solidificación de un tejido urbano en conjunción con los habitantes, explotar su atractivo visual (al que le han puesto mucho énfasis) y de integrarse armoniosamente con su entorno. Sobresale por las razones equivocadas.

El contexto que acompaña al Mercado Roma no empata bajo ninguna circunstancia con su lenguaje plástico, tiene en frente un estacionamiento, lo cual mantiene el acceso al mercado plagado de contaminación visual, abrirse paso entre los automóviles que están esperando y los que circulan en la calle se convierte en la primera faena (de muchas), el mercado es un terreno entre medianeras, es decir no posee ninguno de los beneficios de los que están en una esquina: proveer de dos frentes visibles entre 3 puntos.

Cuando vas caminando por la calle de Querétaro, si es la primera vez, es arduo advertir si estas cerca por llegar, hasta que vislumbras un tumulto de jóvenes en la calle riendo y conversando, tampoco queda claro como interactúa con el exterior, cuenta con mobiliario urbano, pero la rehabilitación incluye únicamente su sección de la acera, el acceso no es intuitivo, al grado que cuenta con una placa que indica por dónde comenzar.

Ya en el interior, abruma la cantidad de elementos que lo componen, entre la muy extraña disposición de los locales (los cuales impiden un flujo limpio) el exceso de diseño en muros y mobiliario aunado a los colores y texturas que proveen todos los productos que se venden; el visitante no sabe hacia dónde mirar, hay en mi opinión demasiados estímulos y es una sensación que no me abandonó en toda mi estancia.

Victoria Zamora (2)

 Interior del Mercado Roma. Fotografía: Victoria Zamora.

México tiene una gran tradición de mercados, nos sigue constantemente, la tenemos arraigada a nuestro código genético, pero estando en el mercado Roma nunca tuve la sensación de estar en un verdadero mercado, desde niña he visitado muchos (como casi cualquier Mexicano) y no logré encontrar una similitud en cuanto a su configuración espacial y mucho menos índices simbólicos de lo que identifico como un mercado. Lobo piel de oveja.

Modificaron la típica distribución locataria, proponiendo un esquema que no funciona óptimamente, genera flujos cruzados, donde es necesario caminar en zigzag, los locales centrales chocan con los que están arraigados a los muros circundantes, Sacal hace alarde de la zona comunitaria para comer, menciona que es algo que no se hacía en México, ¿Dónde entonces comí tacos de barbacoa y consomé, los Domingos por la mañana? ¿Soy la única persona que tiene recuerdos de mesas comunales en los tianguis y mercados?. El muro-huerto-verde lo considero como un acierto, quizás el más sobresaliente de todos los elementos que componen el proyecto; el mercado carece de adecuada iluminación natural y la movilidad es un verdadero inconveniente.

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 Disposición de los locales al interior del Mercado Roma.

Marlen Mendoza

Fotografía de área común para comer.

Vi la entrevista que le hicieron a Carlos Sacal en Foro TV, dónde cuenta el nacimiento de la idea; con inspiración tomada del reconocido mercado de San Miguel en Madrid, se encontraba con su hijo mayor Pablo Sacal, y observaban mientras bebían una copa de vino a la gente contenta pasando un momento agradable, compartiendo una buena plática y degustando deliciosa comida, en un breve instante casi cual epifanía, pensaron en conjunto que sería acertado traer ese concepto a México.

Nuevamente en el país de las buenas intenciones pero malas respuestas, un concepto distinto e interesante se presenta bien y ejecuta de un modo opaco. Comenzando por su referente, el mercado de San Miguel está situado en una plaza que a principios de 1800 pertenecía a la Parroquia de San Miguel de los Octoes, derribada en 1809, es este espacio liberado dónde se estableció un pequeño mercado al aire libre, y ofrecía en su mayoría la venta de pescado. En una imagen mental del mercado donde nace Jean-Baptiste Grenouille en la cinta de “El Perfume”, pescado al aire libre, no es precisamente lo más higiénico y agradable, por eso es que en 1835 Joaquín Henri erigió una endeble estructura, que posteriormente en 1912 Alfonso Dubé y Diez proyectaría un mercado cubierto de estructura metálica. Contaba con el esquema tradicional y con los años se vio afectado por la aparición de los súper mercados y comprometiendo su existencia, hasta que en 1999 un colectivo nombrado “El Gastrónomo de San Miguel” invierte en una modernización del mercado y toman como modelo a “La Boquería de Barcelona” (efectivamente nadie descubre el hilo negro) para en 2009 reabrir sus puertas. Lo que caracteriza a esta intervención es la preservación de su estructura, perteneciente a la corriente de “Arquitectura de Hierro”, la inserción de grandes ventanales que permitan a raudales la entrada de luz natural y por supuesto 2000 m² de una muy selecta experiencia gastronómica (en comparación con los 700 m² del mercado Roma).

Juan Antonio Flores SegalMercado de San Miguel, Madrid, España.

plano antiguo Mercado_de_San_Miguel_Planta, fuente www.abc.es

Antigua configuración del Mercado de San Miguel, Madrid, España.

planos-mercado san miguel nuevo, fuente www.abc.es b

Actual disposición locataria. Mercado de San Miguel, Madrid, España

Si analizamos el proceso evolutivo del mercado de San Miguel, el de la Roma está poco menos que en pañales contra el bagaje histórico y arraigo cultural de su tío político Ibérico, olvidaron buscar un sitio que tuviera esa tradición de mercado, para que fuera identificable, en cambio hicieron uso de un inmueble que bajo ninguna circunstancia podría percibirse como una zona mercantil. Nos trajeron el genérico de un concepto evolucionado haciéndolo encajar con calzador en un ámbito urbano frágil. Que en efecto necesita una reactivación, pero también requiere de profunda reflexión y delicadeza.

Al final del día, puedo concluir lo siguiente: el mercado Roma, como proyecto aislado funciona (a secas), no cuenta con una buena ubicación, ni un atinado planteamiento y análisis, carece del agente unificador y va a desplazar a los habitantes de la calle, pues poco a poco, vendrán otros inversionistas con el mismo poco cuidado y respeto por el contexto e insertaran esquemas mal estudiados y forzados para una colonia que se caracteriza por su diversidad, ya sea en nacionalidades, edades o culturas, la Roma necesita de un lenguaje arquitectónico sólido que dé cabida a todas esas variantes de usuarios, si comienzan esas mutaciones urbanas, propicia una falta de afinidad, ¿Qué pasaría si todas estas casonas desaparecen y son sustituidas por esquemas como el del Mercado Roma? ¿Cómo vamos entonces a identificar la colonia?

Google Sreet View, 2011

2011

Marlen mendoza (3)

2014

Es de suma importancia que los arquitectos dejemos de lado nuestro ego y tratemos de dar soluciones específicas para cada caso, es un reto satisfacer todas las necesidades: los usuarios, la ciudad, los empresarios, la economía; pero si nosotros que tenemos las herramientas no nos comprometemos a renunciar al camino fácil y seguimos trasplantando esquemas que no pertenecen a un sitio, corremos el riesgo de volvernos cómplices de un crimen contra la ciudad y co-responsables de marchitarla. Auguro tiempos tempestuosos y una oleada de reconfiguraciones urbanas.

rayo gentrificador

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