DE LA CASA #12: OTRO ROLLO MEXICANO / MFA.

num12

Por MaFer

¿Y tú, ya la viste?- preguntó el.
Sí y me encantó- contestó Laura.
A mí no me gustó, me parece que de nuevo el cliché del sueño americano es lo que llama a la gente a los cines- Dijo Amelia.

Parecería una conversación cualquiera sobre una película más en los cines de nuestro país. Sin embargo para mí no lo era.

En septiembre del año pasado me enteré de una noticia, a mí parecer, triste y decepcionante. Si bien siempre hemos sabido que la cultura no es un “servicio” redituable para el gobierno, la noticia de una reducción al presupuesto para cultura propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto que representó un recorte de casi 4 millones de pesos, siendo un 23.84 por ciento menos del presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados para el año 2013, afectando principalmente al Instituto Nacional de Bellas Artes, a la producción cinematográfica, las ciudades patrimonio de la humanidad, así como las librerías de Educal y al Centro Cultural y Turístico de Tijuana[1], me dejó atónita. ¿Cómo, con tantas dificultades los que trabajamos y vivimos de las artes vamos a lograr que estas lleguen a más gente cada vez? Y hablando más particularmente, en la industria cinematográfica ¿cómo así se va a lograr un mejor posicionamiento de la industria tanto dentro del territorio nacional como en el extranjero? Mi mente no dejaba de pensar en mil cosas, y el tiempo fue pasando.

No se aceptan devoluciones

Se estrenaron películas como Nosotros los Nobles (2013), de Gary Alazraki y No se aceptan devoluciones (2013), de Eugenio Derbéz, parecía que había un entusiasmo renovado por la industria nacional y pensé ¡qué posturas tan fuertes y contrarias! Por una parte el gobierno no atiende las necesidades de los procesos culturales y por otra parte estos procesos no hacen más que, al parecer, invitar a la población a hablar de ellos y sembrar curiosidad por lo que se está haciendo en el país.

Con este pensamiento seguro habrá posturas encontradas, quiénes me apoyen y quienes digan que la producción nacional no da para nada más que pequeños logros, parece ser una discusión interminable, siempre todos los mexicanos tenemos puntos de vista “autónomos” pero pocas veces tomamos acción, como incluso sucedió con el Oscar otorgado a Alfonso Cuarón por Gravity (2013) dónde muchos se colgaron la medallita y otros, a los cuáles apoyo, fueron lo bastante claros como para notar que el galardón pertenece al autor por su esfuerzo y dedicación sin un apellido nacional. En fin, ejemplos podría encontrar miles.

???????

Pero el punto es que como persona interesada en la cultura y trabajando en un festival de cine, es importante mantenerte al tanto de qué sucede y como suceden los acontecimientos cinematográficos y más aún los grandes eventos. Así el pasado marzo fue como mi cúmulo de ideas sobre el cine nacional y sus dos posturas contradictorias tomaron cuerpo. El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) por cuarto año consecutivo publicó Anuario Estadístico de Cine Mexicano mostrando cifras de cómo, cuándo, dónde e incluso por qué el cine nacional es una industria que tiene todas las herramientas para despegar a lo grande.

“El Anuario presenta un acercamiento a la exhibición y distribución de películas mexicanas estrenadas en el año, mostrándose las regiones, número de ciudades y cines en las que se exhibieron, lo que permite documentar un primer acercamiento a las estrategias que cada filme realizó” – IMCINE.

Según las estadísticas y números recopilados por el anuario, habemos 112 millones de habitantes de los cuáles asistimos a las salas de cine 248 millones, y a ver películas mexicanas 30.1 millones. Lo cual representa que estamos justo a la par en números de la época de oro del cine mexicano, ¿qué gran momento para quitarle presupuesto a la cultura lanzando al extranjero a los talentos nacionales no? Y no sólo eso, sino todas las consecuencias que trae consigo hacer cine nacional con recursos externos, logrando así que el consumo de cine siga siendo en nuestro país hacia los largometrajes de ficción y regando el gusto por el morbo haciendo que la vida humana sea catalogada como desecho, retratando la cara del país donde las prácticas humanas son violentas e injustas y el único cometido es filmar esto lo más artístico posible.

La verdad me haría muy feliz llegar a una conclusión positiva sobre la industria cinematográfica en particular y el mundo cultural en general, bueno por un lado sí es gratificante saber que a pesar de los topes de las instituciones y el gobierno se logra salir adelante con grandes metas cumplidas a nivel internacional; pero es sumamente triste que con grandes proyectos las industrias culturales se encuentren con problemas para llegar más arriba e incluso utilizar a la misma cultura como herramienta de explotación positiva para la generación de más recursos yendo de la mano de la educación en el país.

No está mal que la película mexicana más vista del 2013, sea No se aceptan devoluciones (2013), de Eugenio Derbéz con 15.2 millones pero sí se podría hablar de una diversificación de gustos, como quién dice crear un ojo más crítico dentro de la población para que así el espectro sea más amplio e incluso los comentarios en una plática cualquiera sobre cine nacional, sean más informados, más ricos y con mayores exigencias.

Si te interesa leer más información sobre el Anuario Estadístico de Cine Mexicano lo puedes consultar en este enlace: http://www.imcine.gob.mx/presenta-el-imcine-el-anuario-estadstico-de-cine-mexicano-2013.html

Notas: [1] MÉNDEZ, Enrique. Periódico La Jornada. Lunes 30 de septiembre de 2013, p. 6, sección Política. Propone Peña un recorte de casi $4 mil millones al gasto cultural para 2014.

___

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #12″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #9: ¿REGRESA O NO REGRESA EL MONOLITO DEL «TLÁLOC» A COATLINCHAN? / GAD.

num9bPor Gustavo Díaz

Después de cincuenta años del despojo de su famoso monolito “Tláloc” para el pueblo de San Miguel Coatlinchan municipio de Texcoco; el tema todavía sigue generando controversia sobre si deben o no retirar la pieza de la entrada del museo de antropología de la ciudad de México para regresarla a su espacio original.

foto 1a

Foto 1. Portada del filme. La piedra Ausente dirigido por Jesse Lerner y Sandra Rozental.

El documental dirigido por Jesse Lerner y Sandra Rozental: “La piedra ausente”, es una producción original que relata entre el cómic y la investigación de campo, el sentimiento más profundo de los comuneros de Coatlinchan con respecto a esta pieza monumental, pero deja en el espacio de la reflexión muchas preguntas abiertas.

Por ejemplo:

¿Qué significa este monolito?: Chalchiuhtlicue, Tláloc o la piedra de los tecomates.

¿Que hubiera pasado si el gobierno no se lleva esta escultura de ahí?… Ya que cuando fue extraída, la estructura presentaba deterioro y “grafitis” en sus costados.

Y si regresa la piedra: ¿A dónde regresaría?… Si Coatlinchan no cuenta con un museo arqueológico.

En fin, Sandra Rozental nos habla simplemente de un rescate en la memoria colectiva de la zona, de una investigación de tesis de doctorado que terminó con la inmersión social de su vida dentro de este pueblo y que significó el destape de varios archivos fílmicos escondidos entre los museos comunitarios, las universidades, las televisoras y las colecciones privadas de los hombres tanto intelectuales como campesinos que fueron parte de dicho acontecimiento.

foto 2a

Foto 2. Sandra Rozental. Fotografía cortesía: Gira de documentales ambulante.

El cine documental en México tiene una historia de casi doce años de vida y siempre ha sido una gran ventana para revelar todo aquello que se muestra vivo en el paisaje popular y narrar desde la óptica del lugar de origen todo aquello que provoque comentario, es por ello que el filme de la piedra ausente, también es considerado desde mi punto de vista: como un modelo claro en la conformación de un periodismo moderno en materia de contenido y pluralidad.

La investigación documental acartonada, politizada, panfletaria o ideológica, siempre ha sido cuestionada, porque en muchos casos, el documentalista ha tratado de emular a la televisión privada en materia de contenidos y no en todos los casos es la mejor opción, es por ello que en esta ocasión, yo resalto el trabajo de animación inscrito de manera coherente en el trabajo de Jesse y Sandra, pues han creado un “programa” de entretenimiento formativo a partir de un binomio interesante entre lo lúdico y lo experimental.

Esta comicidad inmersa en el largometraje, no puede ser vista desde otra perspectiva más que la del lenguaje popular de la zona, Coatlinchan es una comunidad que enfrenta muchos problemas de organización, pero que se expresa con humor de su vida y retrata a manera de broma su pasado arqueológico, ya que este mismo despojo de la piedra les dio identidad como comunidad dentro de la geografía del área.

foto 3a

Foto 3. Comuneros de Coatlinchan. Catálogo de investigación del filme la piedra ausente de Sandra Rozental.

A nosotros como sociedad nos debe de quedar claro que en un espacio de dos horas u hora y media de duración en un documental: no se educa a un niño o no se forma una opinión clara para debatir un tema, se presenta un esbozo solamente y es tarea de: los padres de familia, los educadores y el periodista en conjunto, instruir para generar conciencia histórica que propicie un criterio de opinión mejor sustentado.

Coatlinchan es un ejemplo claro de abuso de autoridad, pero en el filme no se muestra propiamente al gobierno federal como el malo de la historia, la película también retrata las deficiencias de una sociedad mexicana poco crítica de su pasado y la desvalorización moderna de una pieza que parece triste y abandonada en el paisaje urbano de la zona de Chapultepec.

Esta producción propone poco en materia de conservación del bien patrimonial, pero si genera una especie de auto-representación moral que sitúa al espectador en el modo de vida del pueblo de Coatlinchan de los años sesentas, dejando para ellos a manera de análisis, una pregunta más por resolver:

¿Qué hubieras hecho tú ante un caso de saqueo arqueológico por parte del ejército?

Es por todo esto, que el tema del famoso “Tláloc” seguirá siendo un referente memorial de análisis profundo, la coyuntura del hecho está presente y hay muchos grupos de salvaguarda de patrimonio que están trabajando para que la piedra regrese a su lugar de origen, pero también hay varios organismos y sociedades completas que ni siquiera conocen el pueblo de San Miguel Coatlinchan y les resultaría muy complicado visitar el monolito: (Esa fue la primera condición que impuso el gobierno para llevarse la pieza que alude al Dios de la lluvia).

foto 4a

Foto 4. Imagen de Tláloc de los años sesentas. Familia de Coatlinchan. Catálogo de investigación del filme la piedra ausente de Sandra Rozental.

Es gracias a esta nueva discusión histórica que dedico mi columna de esta semana a la famosa “Piedra de los tecomates” como es conocida originalmente la escultura entre los habitantes de Coatlinchan, dejando abierta una brecha amplia para la charla de café y los foros académicos, invitando de manera humilde a la inversión económica por parte del INAH para el rescate arqueológico de la zona y la cooperación voluntaria de una sociedad consiente que respete y valore nuestros monumentos históricos.

Nota: El documental es parte de la gira “Ambulante” y estará recorriendo varias ciudades de la república mexicana. Consultar cartelera en: http://ambulante.com.mx/es.

Se presenta los días 16, 23 y 30 de abril en punto de las 19 hrs. En el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo de antropología de la Cd. De México.

También se estará proyectando en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario de Texcoco. Carretera federal México-Texcoco kilómetro 33.5, esquina Manuel González en San Miguel Coatlinchán, Texcoco, Estado de México. Funciones: Jueves 17 de abril / 12:00 hrs. Sábado 19 de abril / 12:00 y 16:00 hrs. Domingo 20 de abril / 13:30 hrs. y Martes 22 de abril / 11:00 hrs.

__

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #9″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

COLOQUIO INAH Y SOCIEDAD

LogotipoINAH75

El Instituto Nacional de Antropología e Historia

en el marco del LXXV Aniversario del INAH y del XXX del INAH en Querétaro

Convoca

a investigadores, académicos, profesionales del quehacer cultural, organismos comunitarios, defensores del patrimonio cultural y demás público interesado a participar en el

COLOQUIO INAH Y SOCIEDAD

Protegiendo e investigando el patrimonio cultural

Por realizarse los días 11, 12 y 13 de agosto de 2014 en la ciudad de Querétaro con el objetivo de generar un espacio de discusión y debate sobre la labor del Instituto y su vinculación con la sociedad. La tarea fundamental del Instituto es generar conocimiento sobre el patrimonio cultural a través de la investigación, protección, conservación y difusión que propician una constante relación con la sociedad. Desde su formación y en el camino por cumplir con sus tareas sustantivas, ha tenido encuentros y desencuentros con la sociedad en general. Consideramos que es momento de sentarnos a reflexionar sobre este vínculo a través de la presentación de trabajos que versen sobre las siguientes temáticas:

I. Patrimonio cultural, ¿para quién?

El patrimonio cultural es un constructo social cuyo significado y contenido ha cambiado con el tiempo y con la percepción que se ha tenido históricamente sobre él. Por lo tanto, se pretende analizar, discutir y problematizar sobre los procesos que definen la selección de expresiones culturales desde la mirada académica hasta las perspectivas sustentadas por la población en general.

Mesas:

I.1. ¿Qué es patrimonio cultural?

I.2. Los significados y funciones del Patrimonio cultural

II. El Patrimonio cultural ante la globalización

La compleja definición del patrimonio cultural vinculada a contextos históricos, sociales, culturales, políticos y económicos que se observan en el presente nos conducen a reflexionar sobre las distintas formas en las que interactúa global y localmente. Por ello, se pretende discutir sobre las acciones, proyectos, programas y estrategias de uso, manejo y gestión de nuestra herencia cultural.

Mesas:

II.1. El patrimonio cultural como estrategia para el desarrollo local

II.2. Designificación y resignificación del patrimonio cultural

III. Educación y patrimonio cultural

El patrimonio cultural en su relación con la educación demarca distintas vías para la construcción de una sociedad que celebre la diferencia sociocultural. Es necesario reflexionar sobre su relevancia en la generación de procesos educativos y de reproducción sociocultural en pro de la creación de espacios de intercambio, colaboración y comunicación de los valores culturales de la nación y sus distintos grupos étnicos.

Mesas:

III.1. Balance de la relación entre el INAH y la educación

III.2. Perspectivas de la relación entre el INAH y la educación

Se podrá participar en el coloquio bajo dos modalidades:

1. Ponencia escrita. Las ponencias deberán contar con una duración máxima de 15 minutos.

2. Ponencia cartel. Los carteles deberán presentarse en formato de 60 x 90 cm. Materiales, calidad y diseño quedarán a criterio del autor.

Los interesados en participar deberán llenar el formato de inscripción y enviarlo vía correo electrónico a inahysociedad@gmail.com antes del 30 de abril de 2014. Los trabajos serán enviados a dictaminación y el 15 de junio se dará a conocer el programa final del evento. Se confirmará por la misma vía la aceptación de los trabajos.

Los trabajos en extenso deberán presentarse en un máximo de 20 cuartillas con imágenes, bibliografía y notas incluidas, en letra Times New Roman 12 puntos, interlineado: 1.5, referencias bibliográficas estilo Harvard, en formato pdf. Además deberá enviarse el texto en formato Word con los pies de fotos integrados en el cuerpo del texto con las imágenes por separado en formato jpg o tiff (300 dpi) con lista y descripción de figuras. Los trabajos entregados en tiempo y forma serán enviados a un comité científico para su dictaminación y su eventual publicación.

Informes al teléfono (442) 245-5205, ext. 308019

Atentamente

Comité organizador

Fiorella Fenoglio, Elizabeth Hernández, Ricardo Jarillo, Israel Lara, Yanet Lezama, Mirza Mendoza y Juan Carlos Saint-Charles.

Santiago de Querétaro, Qro. a 20 de enero de 2014.

___

Descargar formato de registro en esta página:

https://sites.google.com/site/inahysociedad/home/formato-de-registro

#LasPrestadas: La vida de los arqueólogos.

excavación caricatura

Por Piergiorgo M. Sandri

Carme lleva botas altas de caminar y pantalones tipo militar de color verde. Fuma un cigarrillo de vez en cuando. Camina supervisando máquinas excavadoras y cuando hace falta sube al terrado del castillo medieval donde trabaja, mediante una escalera un tanto precaria apoyada en la pared. Protege su cabeza con un casco de obra. Verónica pasa el día delante de un ordenador en un diminuto despacho de la universidad, situado en un sótano cercano a un almacén de restos de esqueletos humanos. A su derecha, un microscopio de laboratorio con distintas placas. La pantalla de su computadora está repleta de cálculos estadísticos y fórmulas químicas.

Cuesta imaginarlo, pero ambas mujeres desempeñan la misma profesión: son arqueólogas. Si poco tienen en común entre ellas, aún menos lo tienen con la mitología de Indiana Jones: ni rastro del látigo empolvado y aún menos del sombrero de piel desgastada. Tampoco tienen pinta de haberse balanceado sobre puentes de bambú colgados sobre un río repleto de cocodrilos hambrientos.

Se puede discutir si el personaje cinematográfico interpretado por Harrison Ford, el prototipo del arqueólogo aventurero de acción (que el director Steven Spielberg acaba de jubilar), ha sentado bien o mal a la reputación del colectivo. Por un lado, ha sacado del anonimato a unos profesionales poco reconocidos y con poca visibilidad. Pero, por el otro, ha difundido unos tópicos que, como se acaba de describir, no corresponden a la realidad. ¿Cómo vive de verdad un arqueólogo? Lo primero que hay que decir es que, hasta hace poco esta profesión ni siquiera tenía una carrera como tal. Los primeros arqueólogos de principios del siglo XX eran casi unos románticos y en sus investigaciones sí había cierta vertiente artística o aventurera. Eran, en el mejor de los casos, licenciados en Historia o en Filosofía y Letras que se dedicaban a buscar nuestro pasado olvidado bajo tierra. La administración hacía la vista gorda y, por otra parte, había muchos terrenos desconocidos que explorar. En otros casos, eran coleccionistas que querían recuperar piezas olvidadas. Simplemente hacían de arqueólogos.

Ahora, ya entrados en el siglo XXI, el oficio se ha profesionalizado y el marco laboral ha quedado institucionalizado. En España, desde hace un par de años, con los nuevos planes de estudios, además de los másters, por primera vez existen facultades de Arqueología, aunque todavía no ha salido la primera promoción. Pero esto no despeja las incógnitas: una vez terminados los estudios, ¿cuál es la realidad? ¿En qué consiste este estilo de vida?

“Existe una imagen bucólica de la profesión, pero el arqueólogo hoy en día tiene que hacer trabajo de campo en coordinación con su equipo. Y no todos los arqueólogos van por ahí con pinceles en la mano. En este oficio existe un componente burocrático importante: hay que pedir permisos, porque para excavar siempre se precisa una autorización”, recuerda Gemma Caballé, de ADAC, Associació d’Arqueòlegs de Catalunya. “Es cierto: se necesita tener un cierto aguante físico, ya que al cabo del día acabas con la espalda machacada. Pero es un trabajo delicado y de hormiga, no de fuerza. Puedes tener suerte, no obstante se precisa paciencia: el reconocimiento llega al cabo de los años”, explica.

Casi todos los arqueólogos sueñan con encontrar la tumba del faraón perdido, pero la realidad es que una de las salidas profesionales más comunes es la inspección arqueológica previa a la construcción de una obra, pública o privada. “En el fondo esta profesión tiene poco glamur. Un arqueólogo casi nunca decide dónde excavar: lo decide la constructora”, explica Carme Subiranas, de la empresa ARCS Patrimoni Cultural, que está terminando excavaciones en el castillo medieval de Vallmoll, en la provincia de Tarragona. “Hacemos los mismos horarios que los albañiles en una obra. Y las relaciones con los promotores pueden llegar a ser difíciles”.

Pues sí: los arqueólogos se ven como estorbos al desarrollo de planes urbanísticos, ya que con sus descubrimientos pueden paralizar una obra. Una vez comprobada la existencia de algunos restos, ellos son los que redactan las llamadas memorias, en las que queda constancia de los descubrimientos, para que las autoridades públicas correspondientes hagan sus propias valoraciones.

La verdad es que, en los años del boom económico, la arqueología ha sido una actividad subsidiaria del urbanismo. Xavier Hernández, catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia de la UB y miembro de la plataforma SOS Museu d’Arqueologia explica que, “a raíz delboom de la construcción, en los años 90 se pagaron legiones de arqueólogos para llevar a cabo una actividad que yo llamo arqueología del cemento, que lo único que han producido son memorias rápidas. Pero estas memorias no han sido capaces de traducirse en informes idóneos para publicaciones científicas”.

Hoy por hoy, ese boom de la arqueología ha terminado. Francesc Florensa, de la empresa Atics, hace un análisis muy duro. “Hemos notado la crisis en todos los sectores. La construcción y la promoción inmobiliaria han frenado en seco y la bajada de la obra pública ha sido muy fuerte. Muchas empresas de arqueología han desaparecido”. Para Florensa, quien aspire a convertirse con este oficio en el Indiana Jones del siglo XXI no debería hacerse demasiadas ilusiones. Los esfuerzos que supone la profesión, como desplazarse durante temporadas fuera de casa, ir en constante búsqueda de un proyecto de investigación, no siempre tienen el reconocimiento social y económico esperado (y deseado). “Uno no tendría que tener demasiadas expectativas. El arqueólogo es un mileurista, no tiene trabajo todo el año y todo es muy precario”, advierte.

La Administración también tiene su parte de responsabilidad. Según Xavier Hernández, “España no cuenta con una verdadera política cultural. Las instituciones han pensado exclusivamente en encargar equipamientos culturales a grandes arquitectos, con el resultado de que se excava muy poco en nuestro país”. Otro problema es el sistema de financiación pública, que está en manos de las comunidades autónomas. Esto hace que se impulsen las investigaciones de carácter local, pero las misiones arqueológicas internacionales a otros países quedan prácticamente huérfanas de ayudas.

Con este panorama, para ejercer de arqueólogo se necesita mucha moral, pasión y vocación. Vistos desde fuera, estos profesionales pueden parecer unos bichos raros, más interesados por el pasado que por vivir el mundo presente. Una vez, con cierto sarcasmo, la escritora británica Agatha Christie dijo: “Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará”.

Sin embargo, quien se dedica a esta profesión asegura que, pese a todo, el trabajo compensa. Hace muchas décadas, cuando todo era más improvisado, el arqueólogo lo hacía todo: excavar, investigar, dibujar, analizar. En la actualidad esto ya no es así. El arqueólogo moderno tiene que rodearse de profesionales de varias disciplinas: filólogos, arquitectos, paleontólogos… Es un ambiente intelectual muy estimulante.

Porque una cosa está clara: una persona por sí sola, por muchos conocimientos que tenga, ya no puede abarcarlo todo. “Entre los arqueólogos coexisten varias figuras: están los que pasan meses en el campo de trabajo, pero cojean en el momento de hacer informes y viceversa. Lo más importante es la capacidad de observación, de entender el descubrimiento, de interpretarlo”, señala Josep Maria Gurt, catedrático de Arqueología de la UB.

José Manuel Galán representa tal vez el modelo de arqueólogo al que aspiran muchos que quieren dedicarse a esta profesión. Lidera una expedición española en Egipto. Empezó hace diez años en Luxor, con la ayuda de patrocinadores privados y está considerado como unos de los máximos expertos en arqueología egipcia. Una vez más, Galán invita a ser realistas y a no caer en ilusiones: “Mi día a día está en la oficina aquí en Madrid. La excavación dura unas semanas, pero luego hay que estudiar lo que se encuentra, fecharlo, entenderlo. El 80% del trabajo de un arqueólogo es trabajo de mesa. Porque luego tienes que divulgar, interpretar y publicar lo que has encontrado. En la arqueología, la excavación tiene que ser el medio, no el fin”, avisa.

En efecto, lo que hace un buen arqueólogo no es tanto el descubrimiento en sí, cuanto la interpretación que se da del mismo. Por poner un ejemplo, si se encuentran restos de cerámica antigua en unas excavaciones, a partir del análisis geológico y mineralógico de los materiales, se puede deducir su zona geográfica de procedencia y de ahí suponer la posible existencia de rutas comerciales en el lugar del yacimiento. Para llevar a cabo este análisis, la pica, la pala y el pincel no son suficientes: ¡se precisan conocimientos de química orgánica! Con todo, esta rama de arqueología más científica, muy sugestiva, es minoritaria y una de las más difíciles que conseguir. José María Gurt explica que el arqueólogo que quiere seguir investigando en el ámbito universitario y conseguir un doctorado a menudo ha de irse al extranjero. Y que cuando vuelve a España, su futuro tampoco está asegurado. Así que muchos acaban trabajando en museos o en institutos de conservación del patrimonio y aparcan sus sueños.

Ahora bien, si la arqueología no goza de su mejor salud, los que se dedican a ello no pierden las esperanzas y son conscientes de la riqueza social de su trabajo. Aseguran que les pagan para hacer lo que más le gusta. Y cuando se encuentra algo inesperado durante la búsqueda en un yacimiento, la emoción se dispara. “Fui a excavar durante un mes y no apareció nada. De repente, chocas con algo inesperado… Y así es como funciona”, recuerda Florensa. “Una vez que sale algo de la tierra, ves a todo el mundo en el campo que corre a ver lo que ha salido. Es algo que ilusiona”, dice Salvador Musté, de la empresa Recop.

Galán reconoce que en su profesión hay que superar muchas dificultades a diario, pero que el desafío merece la pena. “Cada vez es más difícil justificar unas excavaciones. Sólo se mira lo práctico: la posibilidad de hacer un parque arqueológico, en lugar de valorar el conocimiento en sí”, denuncia. “La ciencia española está volcada en lo de siempre: hacer edificios y que el político salga en la foto. Las autoridades no se dan cuenta del poder económico que tiene un descubrimiento. Es muy importante proteger y cuidar nuestro legado cultural. Se puede sacar partido”, asegura. A su vez, Josep María Gurt invita al optimismo. “Les aseguro que es una profesión gratificante, nadie lo hace para ganar dinero. Gemma Caballé lo resume así. “Esto es un trabajo muy vocacional. Nunca te harás rico. Y, por cierto, a mí me consta que tampoco Indiana Jones navegaba en el oro…”.

_____

Fuente: http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20110819/54201191791/la-vida-de-los-arqueologos.html#ixzz2e9mS1bV7

Estudio de la SEP revela que quienes estudian humanidades tienen más probabilidades de terminar como vigilante o chofer

mujer-taxista-df-620x310

Cuatro de cada diez profesionistas en México trabaja en una actividad que no está ligada a la carrera que estudió; pero quienes terminan buscando un ingreso como taxista o vigilante son los antropólogos, etnólogos, arqueólogos, historiadores, geógrafos, geólogos, agrónomos o ingenieros químicos industriales.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hasta el último trimestre de 2009, 37 por ciento de los mexicanos que cuentan con estudios superiores trabaja en ocupaciones no profesionales, fenómeno que se acentúa ligeramente entre las mujeres.

El subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, explicó que ante la crisis económica, que el año pasado dejó sin empleo a más de 400 mil profesionistas, algunos se vieron obligados a obtener un ingreso como operador de transporte o en tareas de protección y vigilancia.

El funcionario detalló que la falta de oportunidades de empleo, sobre todo en áreas donde no hay mucha oferta, ha ocasionado que algunos profesionistas se inserten en actividades no profesionales y que no exigen calificación alguna para su desempeño.

Tras un análisis de la situación de los profesionistas y el mercado laboral de los últimos tres meses de 2009, la subsecretaría de Educación Superior detectó que 14 por ciento de los antropólogos, arqueólogos y etnólogos laboran de taxistas o guardias de seguridad.

Lo mismo ocurre con 11 por ciento de los historiadores; 10 por ciento de los ingenieros en topografía, hidrografía y geología; y cinco por ciento de los ingenieros químicos, industriales y de alimentos.

En contraste, los profesionistas que menos recurren a esta ocupación son los químicos farmacéuticos, enfermeras, doctores, físicos, músicos, ingenieros metalúrgicos o egresado de turismo, nutrición y danza.

En cuestión de género, las mujeres están en mayor desventaja. Mientras que 38.5 de las universitarias se emplean en oficios ajenos a su formación, dicho porcentaje se reduce a 34.6 por ciento entre los varones.

Con base en este cuadro comparativo de la proporción de profesionistas por carrera que se emplean como operadores de transporte o vigilantes, revela que las áreas sociales ligadas al estudio del hombre y de su entorno son las que más complicaciones tienen para insertarse en el mercado laboral.

En consecuencia, son los universitarios que más se ocupan como operadores de taxi, microbús o vigilantes debido a que no tienen otra opción.

Así, un egresado de Antropología, Etnología, Arqueología, Historia o Ingeniería Química corre mayor riesgo de no ejercer su profesión y de ocuparse como operador de transporte o guardia de seguridad.

En otras palabras, son las carreras que más taxistas y vigilantes preparan durante cuatro años de educación superior.

Ante esta situación, no es extraño que en nuestro país una persona sin estudios o que no terminó la primaria tenga más oportunidades de encontrar un empleo que un profesionista.

Datos de la misma SEP, muestran que en México la tasa de desempleo abierto de la población sin estudios o con primaria incompleta es menor a la de la población que estudió una licenciatura o ingeniería.

En el último trimestre del año pasado, la tasa de desocupación general en el país fue de 6.2 por ciento; mientras que para los profesionistas fue de 5.7 por ciento.

En cambio, esta desocupación fue menos grave para las personas que no tienen estudios, ya que el desempleo en este sector fue de 2.7 por ciento, y para los que no concluyeron la secundaria la posibilidad de estar desempleada se redujo a cinco por ciento.

Fuente: http://www.dossierpolitico.com/vernoticiasanteriores.php?ar2596&relacion=dossierpolitico