Teotihuacán antigua, la ciudad que agoniza

Con este texto [versión original aquí] comenzamos la transcripcón de una serie de reportajes que hemos obtenido de la publicación electrónica Revista Contralínea. Estos textos siguen un enfoque crítico sobre la forma en que «las autoridades» como el INAH y los diversos niveles de gobierno, actúan frente a los graves problemas de conservación en las zonas arqueológicas emblemáticas del país, como Teotihuacan y el Tajín. Muchas de esas veces con omisiones, o más grave aún, francas transgresiones a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Nos permitimos compartir estos textos dada la pertinencia de los temas tratados con relación a la vocación de este blog, en ningún momento tratamos de transgedir algún tipo de derecho de autor y cada una de las opiniones expresadas son responsabilidad de quienes aparecen como autores de las mismas, ArKeopatías no las comparte necesariamente.

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Tras 101 años de su apertura al público, la urbe prehispánica de Teotihuacán se enfrenta al paso del tiempo, la contaminación, el saqueo y la especulación. De la antigua Ciudad Roja, sede del imperio Teotihuacano, hoy se conserva apenas el 20 por ciento; la destrucción y la falta de interés de autoridades, ciudadanos y empresarios la han llevado a un estado de emergencia.

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Elva Mendoza, enviada/Segunda parte

Teotihuacán, Estado de México. Montado en su bicicleta, Julio Alva viaja todos los días por 30 minutos hasta la ciudad antiguade Teotihuacán. Ahí recubre de cal los pisos como parte de un proyecto de rehabilitación del sistema de drenado para evitar que continúe el deterioro por la humedad en la zona.

“Don Julio es de sangre real”, dice Sergio Gómez, el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien está a cargo del proyecto, y explica que el apellido de Julio, Alva, proviene del historiador de origen indígena Fernando de Alva Ixtlixóchitl, nieto del gobernante de Texcoco y poeta prehispánico Nezahualcóyotl.

A sus 71 años, Julio trabaja en la zona arqueológica de Teotihuacán. Desde la década de 1960 colabora en proyectos temporales de investigación, rescate y conservación, por el que le pagan alrededor de 4 mil pesos mensuales. A partir de 1963 participó en el Proyecto Teotihuacán 62-64, el cual tenía por objeto detallar el conocimiento del sitio a través de 11 zonas de excavación.

“Donde quiera que andamos excavando encontramos muertos, puros muertos con sus ofrendas, ollas, cazuelitas, cuentas, sellos largos o redondos”. Durante su labor, se han hecho hallazgos de trascendencia arqueológica y cultural. El que más recuerda es la exhumación de 18 individuos: “Todos con collares y uno con siete mandíbulas humanas de collar”, el cual se puede apreciar en el museo del sitio.

Las manos agrietadas de don Julio son altamente especializadas. Las técnicas que utiliza para “encontrar a los antepasados”, como él mismo define su trabajo, las aprendió con el tiempo y a partir de la observación.

A don Julio nadie le habló de su ascendencia real, tampoco recuerda que su madre o abuela lo llevaran a visitar el sitio. “Habemos mucha gente que no sabemos cómo está por acá y eso que aquí vivimos”.

Vive al pie del cerro, “más allá de San Martín de las Pirámides”, una de las nueve comunidades que se asientan sobre los vestigios de la también llamada Ciudad Roja que, con más de 2 mil conjuntos habitacionales y poco más de 120 mil habitantes, representó la urbe más grande de América antigua.

La ciudad de Teotihuacán se extiende 22.5 kilómetros cuadrados sobre el Valle de México. Únicamente el 20 por ciento (263 hectáreas abiertas al público), de los más de 22 kilómetros cuadrados que abarca,es de propiedad federal. Las tierras sobre las que se encuentran la pirámide del Sol, de la Luna, la Ciudadela y la Calzada de los Muertos fueron expropiadas por el gobierno a un particular en 1964.

El resto, permanece bajo las comunidades vecinas de San Martín de las Pirámides, San Sebastián Xolalpa, San Francisco Mazapa, Santa María Coatlán, Purificación, San Lorenzo Tlalmimilolpan, San Juan Evangelista, San Juan Teotihuacán y Puxtla, algunas de ellas instaladas desde el siglo XVI, según cuenta Alejandro Sarabia, director de la zona arqueológica.

“Debajo delos poblados de San Juan, San Martín y San Francisco, está plagado de vestigios arqueológicos. En 1960 eran pequeños poblados, pero han crecido de tal manera que están ahorcando a la zona central. Es un problema muy grave, hay una fuerte destrucción”, alerta Sergio Gómez.

La mancha urbana de las comunidades ha invadido con permisos y sin ellos la zona B (1 mil 730 hectáreas de propiedad privada y ejidal donde se han encontrado vestigios arqueológicos),y la zona C (1 mil 387 hectáreas definidas como parte de la zona arqueológica con posible existencia de vestigios). Ambas, declaradas áreas de protección mediante decreto presidencial en 1988.

Sarabia asegura que la urbanización moderna (cimentación de casas habitación e infraestructura), abarca alrededor del 30 por ciento de los perímetros B y C, mientras que el 70 por ciento, pese a tener propietarios, se mantiene libre de construcciones. “Es una ventaja; significa que hay un 70 por ciento investigable”.

Sin embargo, día con día la mancha urbana crece. Cuenta Sergio Gómez que la gente construye sus casas los fines de semana o en las noches por temor a que el INAH clausure las obras o expropie sus terrenos. “Hay un enfrentamiento entre la sociedad y el INAH; eso es muy grave”.

Sergio señala que si alguien encuentra vestigios, por ley, tiene que dar aviso al INAH, éste envía personal a recuperar la información y sólo si se trata de un hallazgo importante se expropia. Para el INAH, dice Sergio, el trabajo de recuperación es sistemático y muy delicado, cada casa que se construye con pico y pala implica destrucción.

Para detener la urbanización, Sarabia plantea como estrategia el cabal cumplimiento de la normatividad establecida en el decreto de protección de 1988 por parte de las dependencias municipales, estatales y federales, el cual permite, únicamente y de manera condicionada,construcciones modernas en la poligonal C.

A decir de Sergio Gómez, el decreto de 1988 ha sido utilizado por las autoridades para fomentar la corrupción en los niveles estatal, municipal y federal, y para extorsionar a la gente. “No hay la voluntad política o el interés suficiente; no se han desarrollado las estrategias necesarias para detener el crecimiento de la mancha urbana”.

“Hay fallas. Nosotros aplicamos la normatividad pero no somos quienes dan los servicios públicos; no hacemos los planes de desarrollo urbano; eso ya rebasa nuestra capacidad. Debe haber una mejor coordinación entre las autoridades y el INAH”, señala Sarabia.

Adquisición de tierras

Además de la aplicación de la normatividad y la coordinación con las autoridades, tener la propiedad de las tierras significa para el actual director de la zona arqueológica, la única posibilidad para la conservación de Teotihuacán.

Pese a ello, este año el Instituto únicamente planea la compra de alrededor de 15 hectáreas del ejido Oxtoyahualco, en la comunidad de Purificación y dos colonias modernas,el Mirador y la Nueva Teotihuacán, asentamientos humanos irregulares con servicio de agua potable y luz eléctrica que están dentro del polígono B.

Con la aprobación en 2009 del Fondo Arqueológico por 300 millones de pesos anuales, la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados pretendía que se compraran tierras en zonas arqueológicas.

La intención, dice el arqueólogo Sergio Gómez, era que una parte del presupuesto aprobado por los diputados se usara para la compra de tierras con mayor potencial arqueológico y mayor riesgo en Teotihuacán: “Hasta donde yo sé no se ha comprado ningún terreno”.

Al respecto Gerardo Fernández Noroña, diputado federal, y miembro de la actual Comisión de Cultura dice que en dicha Comisión no tienen conocimiento del caso: “No estaba enterado. Es muy grave. Hay una presión enorme sobre las zonas arqueológicas, y en vez de estar comprando las tierras para reducir la presión sobre los sitios, las autoridades del INAH hacen trácala con el dinero”.

A decir del integrante del Partido del Trabajo (PT), las posibilidades desde el Congreso se reducen a darle seguimiento al caso, exigir a las autoridades competentes que se apliquen los recursos en la compra de tierras, y evitar que el dinero entre al Fideicomiso para el Fomento y la Conservación del Patrimonio Cultural, Antropológico, Arqueológico e Histórico de México.“Esos fideicomisos son el paso previo a que se roben el dinero”.

Turismo cultural

Con 3 millones de visitantes al año, la ciudad antigua de Teotihuacán es la segunda zona arqueológica más visitada en el mundo, tan sólo después de las pirámides de Egipto. Pese a ello, la falta de equipamiento y de servicios no han consolidado a las comunidades aledañas como destino turístico.

Con el fin de impulsar el turismo en la región y de crear el primer corredor turístico cultural en el país, el gobierno del Estado de México, el Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur), el INAH y los presidentes municipales de la región convinieron, en 2007,el Programa Regional de Desarrollo Turístico del Corredor Teotihuacán-Acolman-Otumba, para el valle de Teotihuacán, que contempla “el desarrollo” de los siete municipios colindantes a la zona arqueológica: San Martín de las Pirámides, San Juan Teotihuacán, Acolman, Otumba, Axapusco, Nopaltepec y Ecatepec.

El detonante del Programa era la puesta del espectáculo comercial de luz y sonido Resplandor Teotihuacano, promovido en 2008 por el gobernador Enrique Peña Nieto.

El espectáculo, que contaba con presupuesto federal y estatal, consistía en la iluminación de las pirámides del Sol, de la Luna y un tramo de la Calzada de los Muertos, la proyección de un video en una pantalla y un juego de luces sobre las pirámides. Se presentaría dos veces por día durante todo el año y se cobraría a cada persona que quisiera verlo alrededor de 300 pesos, de los cuales 160 serían para el INAH y el resto para gastos de operación y promoción.

Resplandor Teotihuacano fue aprobado por el Consejo de Arqueología del INAH sin que éste tuviera atribuciones para hacerlo. Según explica el abogado Irving Espinosa, las autorizaciones son competencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

La perforación de 8 mil 668 hoyos en las pirámides para colocar las 2 mil 167 bases que soportarían los rieles de las lámparas causó,además de daño a las piedras auténticas que las conforman y afectación visual,el descontento de investigadores y expertos.

El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS, por su sigla en inglés), organismo asesor de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por su sigla en inglés), y delos Estados parte para garantizar el respeto de los sitios inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial, después de una visita técnica en la zona, se pronunció por la suspensión del proyecto.

En el dictamen emitido en enero de 2009 el ICOMOS reiteró su preocupación porque el INAH, especialmente, el Consejo de Arqueología “haya emitido de una manera tan ligera su aprobación a un proyecto que constituye una afectación a los valores de autenticidad y visuales del área arqueológica y de sus estructuras más emblemáticas: la Pirámide del Sol y de la Luna”.

El espectáculo, con un cupo para 520 personas, era similar al que se realizó en 1968 en el sitio como parte de la celebración de los Juegos Olímpicos, con sistema de iluminación colocado en canales subterráneos, música de Blas Galindo y guión de Salvador Novo.

A diferencia de aquel proyecto, Resplandor Teotihuacano no contaba con guión alguno. “En tanto no se cuente con ese guión, o si dicho guión no es objeto de una revisión, el proyecto no representará una acción que contribuya a la educación y difusión de esa zona arqueológica, y podría convertirse en un show comercial, ejemplo de la utilización inadecuada de un sitio, basado en consideraciones de lucro y no en su conocimiento y difusión”, condena ICOMOS.

En 2009, trabajadores e investigadores del INAH interpusieron un juicio de amparo y una denuncia penal en contra del proyecto y de las autoridades responsables y ejecutoras de la orden, autorización, aprobación, celebración y firma del convenio que le daba vida al proyecto;contra las autoridades responsables de otorgar permisos, licencias y autorizaciones para realizar construcciones en la zona de monumentos,la orden y aprobación de la autorización para que terceros administren directamente la zona de monumentos arqueológicos, y contra la autoridad responsable por la omisión de proteger y conservar la zona.

Entre los responsables, se señalaba a Felipe Calderón, a Enrique Peña Nieto, a la SEP, al secretario de Turismo, al director general del INAH, a la coordinadora Nacional de Arqueología de esa dependencia, y al Consejo de Arqueología del Instituto.

Luego de casi tres años de litigio, se declaró el no ejercicio en el caso de la denuncia penal,y fue negado el amparo bajo el argumento de que las personas que lo promovieron carecían de interés jurídico, pese a que las leyes (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y Ley General de Bienes Nacional)establecen que las zonas y monumentos arqueológicos son bienes nacionales de uso común y dominio público y por tanto, señala Irving Espinosa, cualquiera podría interponer una demanda a favor del patrimonio.

“El argumento es totalmente ilógico, pues según el juez, el único que tiene interés jurídico y por tanto quien debe denunciares el INAH, y es el Instituto quien conjuntamente con el gobierno del Estado de México promovió el espectáculo”, explica Espinosa.

Además, agrega, en este caso los delitos que se cometieron por dañar a las pirámides se persiguen de oficio, no se requería que el representante legal del INAH denunciara.

La presión social obligó al gobierno estatal a detener el proyecto de iluminación y también desató la discusión sobre el llamado “turismo cultural”, y el uso de los bienes del dominio público con valor patrimonial para su explotación comercial.

A decir del abogado Irving Espinosa, el “turismo cultural” es un concepto estrictamente comercial e ilegal que violenta la Ley de Bienes Nacionales, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, y el Acuerdo por el que los bienes e instalaciones dependientes del INAH no serán utilizados con fines ajenos a su objeto o naturaleza,las cuales no permiten que particulares usen o exploten los bienes.

Publicado en el Diario oficial de la federación en 1997,el Acuerdo prohíbe que los bienes e instalaciones dependientes del INAH sean utilizados con fines ajenos a su protección, investigación, conservación, restauración, recuperación, promoción y difusión.

“El hecho de que terceros usen, disfruten y obtengan ganancias de los bienes propiedad de la nación,instrumentos de conocimiento de la historia y adscritos al sistema educativo nacional,es algo totalmente inconstitucional e ilegal”, asegura Irving.

El Acuerdo,que aún sigue vigente, en su artículo segundo establece, a manera de excepción, que sólo con autorización del secretario de Educación Pública los bienes e instalaciones a cargo del INAH podrán ser utilizados para la realización de actos culturales o cívicos relevantes, a juicio del propio secretario.

Sin embargo, dicho documento no especifica los parámetros para determinar la “relevancia” de los actos que ahí se realicen. Lo que está a discusión, dice Espinosa, es si un concierto es culturalmente relevante o no; y ante la falta de normatividad, la decisión es discrecional.

“Se ha hecho de la excepción la regla. Se administran las zonas arqueológicas como negocio, como salón de fiestas”.

Desgaste

Inscrita en la lista de la UNESCO como Patrimonio Mundial en 1987, la ciudad de Teotihuacán (o “Lugar de los Dioses”, como sería su traducción del náhuatl), una de las ciudades mejor planeadas del mundo antiguo, también enfrenta problemas graves de conservación, dice Alejandro Sarabia.

El arqueólogo asegura que la intemperie, la contaminación, incluida la lluvia ácida, el viento, la radiación solar, son factores que en conjunto han causado la pérdida de pisos originales y murales: “Hay problemas en todas partes, incluso las bodegas de los museos tienen problemas de conservación”.

“Durante 2003 y 2004 estuvimos muy preocupados por los daños tan severos. Todos los días veíamos cómo se caían pedazos de las esculturas”, dice Sergio Gómez, arqueólogo a cargo del proyecto de conservación del Templo de Quetzalcóatl, un espacio dedicado a conmemorar el inicio del tiempo mítico.

Como la mayor parte de las estructuras en la zona arqueológica, el Templo de Quetzalcóatl se ve afectado por la humedad. Su constitución a partir de piedra volcánica y recubrimientos de cal y colores que en algún momento impresionaron a sus antiguos visitantes, la hacen endeble y denotan la urgencia de aplicar programas integrales para evitar su degradación y deterioro, y con ello, la pérdida de información fundamental para entender la historia del hombre.

El actual director de la zona indica que la conservación e investigación de Teotihuacán, una de las ciudades más antiguas de América, y una de las más monumentales obras hechas por el hombre antiguo, es una necesidad y una obligación.

Aunque se sabe que la ciudad fue el desarrollo urbano mejor planificado y más exacto de la antigüedad, que requirió de un conocimiento muy avanzado en ingeniería e hidráulica; que poseía una de las sociedades más complejas en cuanto a su organización social, política y de gobierno; que fue el primer Estado que existió en la época prehispánica, dice Sarabia, de Teotihuacán “sabemos poco”. La ciudad “tiene mucho que aportar a la historia de la humanidad y si la perdemos, perdemos mucho no sólo como mexicanos sino como ciudadanos de este mundo, porque no es posible concebir la historia de este continente sin ella”.

Actualmente en la zona hay tres proyectos de conservación: pintura mural in situ; conservación del Palacio de la Quetzalpapalotl, conservación de la Plaza Oeste en la Calzada de los Muertos, Atetelcoy del Templo de Quetzalcóatl.

Sarabia considera que para salvaguardar los monumentos sería necesario aplicar programas de conservación sistemáticos y permanentes, además de más personal y más recursos: “Necesitaríamos un ejército y mucho dinero, y eso no es posible”.

Fuente: Contralínea 243 / 24 de julio de 2011

Toltecaiztli, “La obsidiana de los maestros…” Siglos de tradición artesanal en el trabajo de la obsidiana

Por Reyna Beatriz Solís Ciriaco y Lizeth Azucena Cervantes Reyes

Y aquello con que cortaban eran navajas de obsidiana, a las cuales les agregaban un madero de sabino (ahuehuetl), sobre el cual cortaban la pluma fina. La fama general es que fue esto  hasta el tiempo del rey Ahuizotl…  Entonces poco a poco, fueron descubriendo, fueron inventando, fueron poniendo en uso todos sus instrumentos de trabajo…” (Sahagún 2006:529)

Introducción

El trabajo artesanal de la obsidiana es un oficio que data de hace cientos de años, concretamente desde la época prehispánica como un trabajo altamente especializado. Arqueológicamente la obsidiana se encuentra por toda Mesoamérica en diversos contextos.

La obsidiana es un vidrio volcánico que gracias a sus características físicas de dureza, tenacidad y fractura concoidea de dirección predecible se utilizó para manufacturar, por medio de técnicas de percusión, presión y pulido, herramientas de corte y diversos objetos y adornos como cetros, orejeras, cuentas, bezotes, narigueras, flechas, espejos, recipientes, navajas, dardos, etc. (Pastrana 1998: 21). Debido a su color negro característico, se creía que venía del inframundo, y por lo tanto se consideraba una materia prima fría y nocturna. Gracias a sus características como materia prima y a su simbolismo, la especialización en el trabajo de la obsidiana llegó tener un gran desarrollo, convirtiéndose incluso en el sustento económico de sociedades y aún hoy en día, persiste su explotación y la manufactura de diversos objetos que son el sustento de familias en zonas cercanas a los yacimientos.

La Sierra de la Navajas

La Sierra de las Navajas es un yacimiento de obsidiana del que durante varios siglos se ha extraído materia prima para la manufactura de diverso tipos de instrumentos y objetos. Durante la época prehispánica este yacimiento fue uno de los más explotados y aún hasta nuestros días sigue siendo de gran importancia para extraer la obsidiana que artesanos contemporáneos trabajan para subsistir. Los mexicas llamaban a la obsidiana de este yacimiento como Toltecaiztli, “la obsidiana de los maestros”.

“En el proceso de explotación de un yacimiento de obsidiana o de cualquier fuente de materia prima de origen mineral, se conjugan factores sociales y naturales…” (Pastrana 1998: 39),  por lo tanto, para poder conocer el trabajo de artesanos prehispánicos y actuales primero debemos conocer el contexto geológico de este yacimiento para después abordar la parte social que comprenderá desde las técnicas de extracción, la producción y los distintos procesos de trabajo, la distribución y la venta de las piezas terminadas.

La obsidiana fue explotada de depósitos bajo la superficie a diferentes profundidades y se presenta en grandes masas empotradas en una toba amarilla, es decir que no hay afloramientos, lo que se puede observar hoy en día en superficie es producto de la explotación y de desecho de talla de la época prehispánica y colonial.

Pastrana (1998: 50) describe el proceso geológico de la obsidiana de la siguiente manera:

La obsidiana se originó durante la salida a la superficie de un domo riolítico, ubicado hacia la cima del cerro Cruz del Milagro que es la mayor elevación de este sector de la Sierra, con una altura de 3,180 msnm; posteriormente una erupción de tipo explosivo provocó el desplazamiento de un lahar[i] que descendió hacia el SO desde la cúspide, cubriendo un área en forma de abanico de alrededor de 4 por 2.5 km.

Debido a este proceso, la obsidiana se encuentra en bloques de diferentes dimensiones y con diferente calidad mezclados entre sí a distintas profundidades, formando un depósito subterráneo. De ahí la gran cantidad de minas que se pueden observar y que corresponden a varias épocas (teotihuacanos, toltecas, aztecas, colonia y actualidad) realizadas para localizar los depósitos de obsidiana y extraer los bloques de la calidad requerida para el trabajo artesanal (cfr. Pastrana 1998).

Las minas y la extracción de la obsidiana

Como ya se mencionó, la extracción de obsidiana en la Sierra de las Navajas tiene su origen en la época prehispánica, alcanzando su máxima actividad durante la época de la antigua ciudad de Teotihuacán y del Imperio azteca. Los indicadores arqueológicos van desde la acumulación de desechos de talla y extracción, perforaciones, excavaciones, pozos, instrumentos para la actividad minera, material cerámico y arquitectura (muros formando cuartos). Pastrana (1998: 53) identificó los asentamientos correspondientes a las diferentes épocas en la región con base a estos materiales, por lo que hoy podemos saber que este yacimiento ha tenido gran importancia para la economía de diferentes sociedades en varias épocas y en un área bastante extensa.

Los asentamientos próximos a las minas fueron los campamentos de los mineros que extraían la obsidiana, que se instalaron en lugares libres de desechos de talla. Estos asentamientos se identificaron gracias a restos de muros y al material arqueológico como martillos y percutores, así como algunos instrumentos de molienda y material cerámico que corresponde a ocupación del Clásico, tolteca, Mazapa, azteca y colonial (Ibid.: 54 – 57).

En cuanto a la extracción, se pueden encontrar las bocaminas, que son perforaciones de hasta 1.50 metros de diámetro con un tiro vertical que varía en profundidad, algunas con más de 30 metros, muchas de ellas erosionadas (Ibid.: 55).

Por otro lado está la explotación a cielo abierto que consiste en excavaciones extensas de hasta 15 metros de profundidad y se caracteriza por haber sido realizadas en áreas donde la obsidiana estaba a poca profundidad y fue abundante. Cabe mencionar que este tipo de explotación fue la menos utilizada, sólo realizada por los aztecas (Ibid.).

También existen pozos de extracción de forma circular a cielo abierto en forma de cráter de hasta 6 metros de diámetro y 3 metros de profundidad. Actualmente se pueden observar restos de extracción y talla alrededor de estos pozos (Ibid).

En cuanto a los instrumentos empleados para la extracción de la obsidiana durante la época prehispánica se han encontrado martillos-picos elaborados en riolita y basalto tanto local como foráneo. Estos instrumentos se hallaron cerca de las bocaminas, en las minas y en campamentos mineros. Se tiene reportado la existencia de instrumentos similares en minas de obsidiana del Pico de Orizaba y en Otumba (Ibid.: 56-57).

Para el periodo colonial entre el 1521 y 1620 la actividad minera fue un remanente de la época prehispánica y posteriormente se introdujeron nuevos procesos productivos así como instrumentos de metal.

Relacionado con la explotación de la obsidiana durante la época de México – Tenochtitlán, se tiene conocimiento sobre la gran actividad económica que se generaba en torno a la región. Según las Relaciones de Cempoalla y de Epazoyucan (1985), los principales pueblos tributarios de obsidiana a la capital mexica se encontraban en las proximidades de los yacimientos de Pachuca, en comunidades localizadas  en el Estado de México e Hidalgo, como Cempoalla, Epazoyucan, Pachuca, Tlaquilpa, Tecpilpan, Tezóntepec y Temazcalapa (Velázquez y Melgar 2007:2).

Los talleres

Para conocer el nivel de especialización y los procesos de trabajo de la obsidiana, el estudio de los talleres nos aporta datos a través los materiales arqueológicos que se pueden encontrar. En ellos se observa evidencia de toda la cadena operativa, es decir, las diferentes etapas de manufactura, desde los núcleos y preformas, hasta objetos terminados y desecho de talla. También es evidencia de la producción artesanal especializada, diferenciando aquellos talleres dedicados a la elaboración de cierto tipo de instrumentos y objetos, por un lado de instrumentos tallados y por otro de objetos de lítica pulida y lapidaria, todas fundamentales para la economía de las sociedades prehispánicas principalmente.

Los talleres no sólo se concentraban en los grandes centros urbanos, sino en centros secundarios, es decir, poblaciones cercanas a los centros de explotación dedicadas exclusivamente a la explotación, transformación y distribución de la obsidiana (Pastrana 2007: 112). En resumen, había ciudades–Estado o asentamientos urbanos como Otumba, Teotihuacán (ocupación azteca), Chiconautla, Tepeapulco y Huapalcalco, y por otro lado estaban los asentamientos rurales. En cada uno de estos dos tipos de asentamientos se elaboraban diferentes tipos de instrumentos que podían ser enviados a otros centros y talleres o bien para el consumo local (Ibid.: 112 – 113).

Los artesanos. De la época prehispánica hasta nuestros días.

Durante el posclásico se distinguían tres tipos de artesanos dedicados al trabajo de la obsidiana:

  • Artesanos que elaboraban instrumento comunes, talladores.
  • Artesanos de la lítica pulida
  • Artistas lapidarios[ii]

Carrasco (1978: 36) señala que los artesanos especializados estaban organizados en gremios, integrados a nivel de mercado o de palacio, según el caso. El oficio era transmitido de padres a hijos, y cuando éstos últimos heredaban la casa, también heredaban la obligación de prestar los servicios de su oficio.

Poco se sabe sobre la organización gremial de los artesanos dedicados al trabajo de la obsidiana, entre otras cosas por el poco interés económico que los españoles tuvieron sobre esta materia prima (Pastrana 2007: 124).

Sin embargo se menciona la existencia del Gremio de los oficiales de navajas, dedicados a la manufactura de navajillas, raspadores y otros artefactos (itzcopenhquen – talladores de navajas de obsidiana) (Pastrana 1998: 192).

Este gremio como todos los demás, tenían sus deidades protectoras y su festividad. En el caso de los artesanos de la obsidiana, sólo se tienen datos sobre las deidades de los lapidarios quienes adoraban a Papaloxáhual, Tlapapalo, Macuil calli, Nahualpilli y Cinteotl cuyas fiestas se celebraban en Xochimilco, ya que según las tradiciones remitían sus orígenes a aquella región (Sahagún 2006: 497-498). Pero se desconoce las deidades protectoras de los mineros y “talladores de navajas” (Pastrana 2007: 124).

En relación a la organización del trabajo, había artesanos que formaban parte de los calpulli (barrio), quienes trabajaban de forma independiente y pagaban tributo. Estos artesanos obtenían la materia prima a través del mercado. Elaboraban instrumentos y objetos que eran distribuidos y controlados por el Estado, quien además suministraba y controlaba la materia prima.

Por otro lado estaban los artesanos del teccalli (palacio), quienes elaboraban objetos usados en las ceremonias y rituales estatales o bien armamento para la guerra. Estos instrumentos eran para el consumo de la institución religiosa y militar. (Ibid.).

Los Artesanos de Nopalillo, Hidalgo

La producción de objetos de obsidiana en el Municipio de Nopalillo en el Estado de Hidalgo se lleva a cabo de manera familiar generalmente. Se realizaron entrevistas con dos familias de artesanos en esta población, los Castelán y Los Pelcastre.

  • Artesano Juan Castelán

La manufactura de objetos pulidos de obsidiana que realiza Juan Castelán se hace mediante pedido en un pequeño taller que está instalado en su vivienda. Juan lleva 21 años dedicándose a esta labor que ejerce desde 1986. Primero, antes de ser artesano fue minero, extrajo obsidiana del yacimiento de Nopalillo. Posteriormente trabajó en una bodega para después ir a Teotihuacán a aprender el trabajo de la obsidiana durante tres meses, actividad que ha perfeccionado a través de los años.

Los objetos que elabora son diversos, generalmente los hace por pedido. Juan señala que se han puesto mucho de moda las piedras pulidas empleadas para masajes las cuales fabrica en serie, así como también los objetos geométricos como los óvalos, las pirámides, huevos, etcétera, que son fáciles de elaborar y baratos para los consumidores.

Sin embargo también es importante señalar que uno de los principales consumidores de los objetos de obsidiana es el turista, quien compra los llamados “idolitos”, objetos con características o semejanzas de los objetos prehispánicos que observan en los museos, se los llevan como un recuerdo distintivo de México, señala.

El tiempo de trabajo que emplea en elaborar los objetos es variado, Juan puede hacer 15 “idolitos” de aproximadamente 12cms de largo en un día. Estos objetos son elaborados en diferentes fases: primero se elije la materia prima, posteriormente elabora una preforma; y después empieza a desgastar con discos de esmeril y/o carburo, él le llama a esta técnica el labrado; finalmente se pule con polvo de cerio que compra en el Distrito Federal. En esta última técnica se tarda un par de minutos o más si la pieza es muy elaborada, es decir, si es una figura antropomorfa o zoomorfa, la cual tiene más detalles, acanaladuras y líneas incisas que dificultan que el pulido llegue a toda la pieza.

Como ya mencionamos, la manufactura de la artesanía de obsidiana se realiza en un taller que tiene adaptado en el traspatio de su casa. En él podemos observar una gran cantidad de desecho de la producción que es reutilizado para piezas más pequeñas, así mismo, se pueden apreciar las distintas fases por las que pasa el objeto para llegar a ser una pieza terminada y lista para la venta.

La materia prima generalmente es del yacimiento de Nopalillo y también de Guadalajara, en raras ocasiones procede de Otumba en el Estado de México. Juan emplea obsidiana verde dorada en la mayoría de las piezas que elabora, y en menor cantidad obsidiana meca o rojiza así como azul, ambas procedentes de Guadalajara.

El medio de subsistencia de Juan es únicamente la producción y venta de artesanía en obsidiana, aunque también es músico; su única fuente de ingreso deriva de la obsidiana. Él quisiera que sus hijos se dedicaran a este oficio, les enseña el oficio y al parecer ellos quieren seguir la tradición de su padre y convertirse en artesanos.

  • Jazmín, Juan y Leonardo Pelcastre

La familia Pelcastre se dedica tanto a la producción de artesanía de obsidiana como a la minería. Todos los días por la mañana, Juan y Leonardo se dedican a la extracción de obsidiana y por la tarde a la manufactura de objetos tallados, como por ejemplo puntas de flecha y cuchillos, actividad que también realiza Jazmín esposa de Juan. Jazmín elabora hasta 30 puntas pequeñas en un día donde su única herramienta es un percutor cilíndrico de riolita.

Juan y Leonardo señalan que también se dedican a la obsidiana pulida empleando discos de esmeril y carburo, pero en menor cantidad ya que su especialidad es la obsidiana tallada, la que elaboran en grandes cantidades (cientos) que posteriormente envían para su venta a Teotihuacán. Ellos aprendieron este oficio de su padre, y junto con la minería es su única fuente de ingreso. Mencionan que desgraciadamente sus hijos no piensan dedicarse a esta labor y creen que con ellos se perderá la tradición de la producción artesanal de este vidrio volcánico.

Los artesanos de San Martín, Teotihuacán, Estado de México

En San Martín Teotihuacán, los hermanos Edmundo y Gerardo Cuevas comparten el oficio, aunque sus productos son muy diferentes; ambos son legatarios de la escuela de Manuel Gamio[iii]. Edmundo Cuevas es artista plástico y Gerardo Cuevas se desempeña como productor en serie. Juntos han logrado extender a diversas partes del país su obra y su herencia.

  • Edmundo y Gerardo Cuevas, artista plástico y artesano.

Edmundo Cuevas lleva cuarenta años elaborando objetos de obsidiana en San Martín, Teotihuacán, nos narra que pertenece a la segunda generación de artesanos instruidos por Manuel Gamio. Él aprendió el oficio de su padre al igual que su hermano Gerardo, sin embargo los objetos que elabora cada uno son muy diferentes entre sí.

Edmundo es artista plástico y lo refleja en su trabajo, nos muestra  su obra la cual ha ganado diversos premios debido a su calidad y elaboración. Él imprime su sello y su manera de ver el mundo, trata también de no perder sus orígenes al plasmar distintas ideas y diseños prehispánicos que él conoce. Su taller también está acondicionado en su casa, es pequeño y los restos de la producción son muy pocos, debido a que los objetos que elabora son muy particulares y la manufactura de éstos es a una baja escala, empleando las mismas herramientas que los otros artesanos. Las piezas las realiza por pedido y en caso de que participe en algún certamen.

Por su parte, Gerardo elabora piezas en serie desde hace 15 años en un gran taller independiente en su casa; generalmente produce bases para diversos objetos: relojes, plumeros, urnas, etcéteras. La producción y la cantidad de estos objetos se encuentra sujeta a la oferta y la demanda, por ejemplo, puede tener un pedido de cientos de bases de determinada forma, en su mayoría geométricas las cuales comercia en Teotihuacán y Guerrero para otros artesanos. En menor cantidad elabora bisutería y recuerdos para los turistas que su esposa Graciela vende en un puesto pequeño dentro del sitio de Teotihuacán.

Mientras que la labor artesanal no es la única fuente de ingreso de Edmundo, si lo es para Gerardo, quién mantiene a sus hijos y a su esposa gracias a su oficio. Gerardo comenta que probablemente la actividad artesanal familiar también termine con ellos debido a que algunos de sus hijos se encuentran estudiando la licenciatura y nos les interesa preservar dicha actividad, a lo que ellos están de acuerdo porque aunque hay temporadas buenas, también hay épocas muy precarias.

El taller de Gerardo es muy grande debido a que elabora una gran cantidad de objetos, tiene una gran maquinaria donde destacan varias cortadoras, discos de diamante, carburo y esmeril para tallar y de piel para dar brillo donde también emplea polvo de cerio para esta última técnica.

Debido a la gran producción que lleva a cabo, Gerardo no se da abasto solo, por lo que tiene alrededor de cuatro empleados que se dedican a cada una de las distintas fases de manufactura de las piezas de obsidiana, la cual procede en su mayoría de la Sierra de las Navajas y de Guadalajara.

Los objetos de obsidiana a la venta

Existe una gran cantidad de tiendas, puestos sobre ruedas y comercio informal de artesanías de obsidiana, algunos de estos pertenecen a los propios artesanos pero en su mayoría los compran ya elaborados en distintas partes de México.

Dos de los principales productores de estos objetos son los artesanos de Hidalgo especialmente de Nopalillo y de San Martín Teotihuacan. La mayoría de los artesanos que fueron entrevistados, elaboran objetos por pedido pero también se dedican a vender recuerdos o artesanías destinadas al turismo, como por ejemplo; puntas de flecha, cuchillos, “idolitos”, bisutería y joyería, así como objetos geométricos como esferas, pirámides, huevos, etcétera.

La mayoría de las artesanías corresponden a obsidiana por sí sola, sin embargo, también es montada en bases, pastas o incrustadas con pedrería y fragmentos de concha; para elaborarlas de esta manera hay tiendas que surten a los artesanos de estos elementos a bajos costos y que también les compran las artesanías ya terminadas para ponerlas a la venta en el mismo establecimiento.

Un trabajo de muchos reducido a la ganancia de unos cuantos

Si bien los precios de las artesanías de obsidiana son muy variados y para todos los bolsillos, pues se puede conseguir una punta de flecha o unos aretes por diez pesos, un abre cartas a cuarenta pesos o una reproducción del famoso mono de obsidiana a dos mil pesos aproximadamente. Hay algunos establecimientos, sobre todo dentro del sitio de Teotihuacán, donde los precios son estratosféricos, e incluso existe un montaje teatral dentro de la tienda en la que simulan talleres y artesanos trabajando.

Recordando el bajo salario obtenido por los mineros y tomando en cuenta que  un artesano vende una punta de obsidiana a tres pesos aproximadamente a vendedores secundarios, es muy escandaloso observar los precios de estas tiendas, donde el mismo abre cartas cuesta ciento ochenta pesos y la reproducción del mono de obsidiana tiene un valor aproximado de cinco mil quinientos pesos. Es evidente que existe una explotación e inequidad en las ganancias económicas de estos objetos sin olvidar mencionar que la mayoría de los precios en los comercios establecidos suelen ser chocantes, como por ejemplo, la reproducción del calendario del sol con un costo de ciento cincuenta mil pesos en la misma tienda.

Cabe señalar, que el objetivo de este trabajo no es el de satanizar la venta de artesanías de obsidiana a precios tan elevados, sino que creemos necesario dar a conocer la desigualdad en las ganancias obtenidas por parte de los participantes en la obtención,  producción y venta de estos objetos así como promover el consumo de artesanías directamente con los artesanos, estableciendo y proponiendo estrategias de mercado más justas y equitativas.

Consideraciones finales

El estudio de la producción artesanal es muy amplio y es necesario considerar muchas categorías desde la obtención de las materias primas, hasta la producción (que comprende a los artesanos, las relaciones sociales,  sus áreas de producción, la actividad productiva, los desechos de la producción) y el consumo.

Este trabajo es un primer acercamiento y nos hemos limitado a tratar de manera general la actividad artesanal desde la época prehispánica hasta hoy en día, llevada a cabo por los artesanos de Nopalillo, Hidalgo y de San Martín, Teotihuacán.

La actividad artesanal en obsidiana es una labor que ha perdurado a través del tiempo. Desde los primeros asentamientos en Mesoamérica ha quedado evidencia de la producción de bienes de prestigio con este valioso material donde la obtención, producción y el consumo sólo estaba destinado a ciertos estratos de la sociedad.

En la actualidad la producción ha cambiado, las herramientas y el consumo también, sin embargo el estudio de esa actividad nos sigue indicando mucho sobre  la organización de una sociedad, de cómo realiza el artesano su trabajo, con qué métodos y con qué fines.

El estudio de la producción resulta muy útil ya que nos ayuda a comprender las condiciones sociales y económicas de esta actividad en determinada sociedad. Cómo es que se dan las divisiones sociales del trabajo, cómo se obtienen y se emplean las herramientas, quiénes venden y compran los productos y a que costos. También permiten conocer cómo se llevan a cabo las redes de comercio y distribución, y finalmente las estrategias de mercado relacionadas con esta actividad.

Otro tema a discusión es la diversificación del trabajo de la obsidiana en la actualidad, es decir, qué tipo de objetos son lo que se elaboran hoy en día. En este caso observamos que muchos de los artesanos responden a la demanda del mercado, teniendo que elaborar “nuevos” objetos que salen de la “tradición artesanal”. Las reproducciones de piezas arqueológicas siguen vigentes, pero debido al costo y tiempo de elaboración se ha tenido que recurrir a objetos más prácticos y sencillos.

Es interesante destacar que entre los artesanos que se entrevistaron, uno de ellos se cataloga así mismo como artista plástico. Edmundo Cuevas señala que su obra destaca por su originalidad y por plasmar su forma particular de ver el mundo. Por lo tanto la diferencia está en la idea misma, en la creación de piezas de su propia inspiración. Aunque utiliza las mismas técnicas y herramientas que los demás artesanos, se trata de piezas originales e incluso destinadas a otro tipo de público y de mercados, como concursos y galerías. Elabora reproducciones, pero bajo pedido y no en serie, ya se trata de un trabajo más detallado y con menos demanda.

A pesar de que los hermanos Cuevas se dedican al trabajo de la obsidiana y que ambos utilizan las mismas herramientas y técnicas, la diferencia radica en la originalidad de los objetos, en la escala de la producción y a quiénes están destinadas las piezas.

Con este trabajo queremos mostrar la situación actual de un oficio que data de hace siglos pero que ha cambiado con el tiempo, adaptándose a las necesidades y demanda de consumo, utilizando nuevas y diferentes técnicas y herramientas. De haber sido una de las materias primas más importantes durante la época prehispánica, el sustento de la economía de muchas sociedades, en la actualidad sólo es un material más con el que se elaboran artesanías y objetos que tiene otros usos y funciones a las del pasado. Tal vez el trabajo artesanal de la obsidiana perdure por mucho tiempo más, pero seguirá cambiando tratando de no desaparecer y quedar en el olvido…

Carrasco, Pedro

1978    La economía del México prehispánico en Economía política e ideología en el México prehispánico, Pedro Carrasco y Johanna Broda (editores), Ed. Nueva Imagen, CIS – INAH, México.

Pastrana, Alejandro

1998    La explotación azteca de la obsidiana en la Sierra de las Navajas, Científica 383, México, INAH.

2007  La distribución de la obsidiana de la Triple Alianza en la Cuenca de México, Colección Científica 517, INAH, México.

Sahagún, fray Bernardino de

2006    Historia General de las Cosas de Nueva España, México, Porrúa.

Velázquez Castro, Adrián y Emiliano Melgar Tísoc

2007    Tributo Comercio y Producción, Mecanuscrito, Museo del Templo Mayor, INAH.


[i] Lahar: avalancha repentina de los materiales circundantes al centro eruptivo, compuesta principalmente por una matriz de material tobáceo y pumítico, con bloques y fragmentos menor de riolita y, en este caso, también de obsidiana (Pastrana 1998: 50).

[ii] Es importante señalar que los lapidarios también trabajaban toda una gama de materiales, como el tecalli, la turquesa y jades principalmente.

[iii] Manuel Gamio lleva a cabo en 1917 una de las primeras investigaciones de carácter integral en el mundo, de la que derivó su obra La población del Valle de Teotihuacan. En este trabajo hace una investigación de dicha región a partir de dos categorías: población y territorio vistos en su devenir histórico, desde la época prehispánica hasta el momento actual. Publicada en 1922,  tres volúmenes reúnen información geológica, geomorfológica, faunística, florística, arquitectónica, de cultura material prehispánica, de los aspectos económicos y religiosos de la época colonial y de las condiciones de vida de los habitantes de entonces. También sentía un gran compromiso con las poblaciones indígenas. Añadía que la antropología sólo tenía sentido si procuraba el mejoramiento de la población, por lo que dentro de su proyecto integral originó la creación de escuelas, talleres de artesanías, donde promovía la reproducción de piezas prehispánicas en diversos materiales como por ejemplo en obsidiana para la venta que generara la subsistencia de la gente, así como el rescate de tradiciones y costumbres entre los habitantes de Teotihuacán.

Protección y manejo del patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan. Parte V

Etnohistoriador Aldo Armando Guagnelli Núñez
Arqueólogo Jonathan Rosas Peña
Arqueólogo Juan José Guerrero García

[Viene de…]

Vinculando la historia: Museos teotihuacanos como parte de la estrategia de participación comunitaria en la protección del patrimonio cultural

¿Qué es un museo?

Originalmente la palabra museo se identificó con “el lugar de las musas” el cual  generalmente se encontraba en los templos griegos, también tiene su origen en las colecciones de las reliquias de la Edad Media y en las colecciones de los  objetos saqueados por Roma, sin embargo el concepto moderno de museo se da a partir de la conformación de los estados nacionales capitalistas, y de su correspondiente ideología cientificista que buscaba vincular los objetos del  pasado con la gloria actual (en su momento) o “futura” (lo que pretendían volver a ser) de las jóvenes naciones. Hoy el museo debe pasar de ser un elemento simplemente reivindicativo a un espacio donde se generan y se transmiten ideas; un espacio de exposición pero también de reflexión y en algunos casos desacuerdo de parte del auditorio. Podemos definir al museo como un espacio en el cual se exponen objetos que logran influir en la vida de los visitantes. Ya sean obras de arte que expresan diferentes situaciones de la sociedad o de los individuos, u objetos utilizados en la actualidad o en el pasado que quedan  como muestra de las vivencias, relaciones sociales o alcances de la tecnología y la ciencia actual, el museo es un vínculo (entre) quienes tienen algo qué decir con las personas que se interesan por conocer el mensaje.

¿Qué son los museos comunitarios?

A partir de los años ochenta se dio una alternativa a la centralización de la museografía nacional la cual llevaba los objetos arqueológicos recuperados a los museos ubicados en los grandes centros urbanos alejándolos de la gente que vivía en las cercanías de los sitios arqueológicos. Esta práctica si bien conseguía el importante fin de divulgar la información a más personas, también fomentaba el desarraigo de las comunidades con su patrimonio y un creciente resentimiento de las poblaciones con el INAH pues lo veían como saqueador de su riqueza cultural. Los museos comunitarios desde entonces han sido una propuesta de vinculación real en la cual la sociedad se organiza para conservar y difundir su patrimonio. En general la forma en que se manejan estos museos parte de la constitución de una asociación civil compuesta por los integrantes de la comunidad interesados en hacerse cargo del museo, así, con asesoría del INAH se elabora un discurso propio sobre la historia de sus pueblos.

¿Qué son los museos municipales?

Si bien en México no existe una figura jurídica tal como los museos municipales, hay una gran cantidad de museos supuestamente comunitarios que están a resguardo y administración del gobierno municipal. Nuestra opinión al respecto de este tipo de museos es que a pesar de la intención de difundir el patrimonio arqueológico, estos espacios se convierten en presas de los caprichos de los  gobiernos en turno, hay quienes los abandonan por completo y quienes desean modernizarlo sin la asesoría adecuada. Si se usaran de manera  responsable, estos espacios podrían cumplir con las tareas a las que un museo de arqueología debe avocarse como son: difundir el conocimiento de la historia y de los cambios sociales, promover la identificación crítica de los actuales pobladores con su historia y territorio, y la protección al patrimonio arqueológico e histórico.

¿Es viable la creación de museos externos al INAH en una región en la cual se encuentra una de las mayores zonas arqueológicas del mundo?

En un lugar tan lleno de contenidos históricos y culturales como lo es el Valle de  Teotihuacan, donde se ha fijado gran parte de la atención mundial debido a que alberga los vestigios del proceso de desarrollo de uno de los llamados estados primarios. Donde existe una de las zonas arqueológicas más visitadas y con mayores dimensiones en el orbe, que cuenta con tres museos administrados por el INAH, ¿hace  falta un  museo comunitario?

Éste texto es una respuesta afirmativa a ese cuestionamiento, por supuesto que hacen falta más museos en ésta y cualquier región. Pero no hace falta cualquier museo, hacer museos comunitarios o municipales en una zona como la que ya mencionamos implica proponer una forma distinta en los contenidos y en la museografía. El fin de un museo debe ser reintegrar a las personas que lo visitan al paso de la historia, acercar a los pobladores de las comunidades a su propio patrimonio, para eso se deben de utilizar una serie de técnicas pedagógicas y museográficas que logren el acercamiento e identificación de las personas con los objetos arqueológicos.

Vinculación comunitaria del patrimonio cultural y la protección del mismo

Desde hace tiempo se sabe que si no se generan experiencias comunitarias en la conservación investigación y difusión del patrimonio arqueológico, éste está condenado a su desaparición; patrimonio que no se incorpora a la vivencia de las comunidades no solo corre peligro de ser saqueado o destruido sino que de facto pierde su carácter mismo de patrimonio, pues al final terminan siendo objetos o sitios enteros que no representan absolutamente nada para las personas, que no logran difundir la experiencia histórica de la humanidad y por tanto condenan al olvido una gran cantidad de vivencias que podrían sernos de utilidad. Patrimonio, sin una comunidad que se identifique con él, no es patrimonio aunque las leyes digan lo contrario. Es por esta razón que para quienes trabajamos en la conservación e investigación del patrimonio arqueológico de Teotihuacan, la participación de la comunidad es vital, sobre todo por el hecho de que gran parte de la información de la población de la antigua ciudad del clásico, se encuentra bajo las casas de los pobladores  actuales quienes en algunos casos ven a la protección de los bienes  arqueológicos como un obstáculo para sus propias aspiraciones. Los proyectos de museos que se han realizado en los pueblos buscan generar un vínculo que acerque a la población con la Zona Arqueológica.

Estado actual de los museos de la región que se encuentran fuera del perímetro “A” de  protección.

Museo comunitario de San Francisco Mazapa. Este museo está ubicado en la Escuela Secundaria Técnica industrial No.72 “Felipe Carrillo Puerto”. A partir de un salvamento arqueológico realizado en los años noventa por Rubén Cabrera quien registró una habitación en cuyo piso se encontraban dibujados en bajo relieve un par de círculos entrelazados de distinto tamaño, el hallazgo se trataba de un marcador solar, si bien el INAH realizó correctamente los trabajos de investigación, el procedimiento común de su conservación es enterrar de nuevo los monumentos arquitectónicos. Ante tal situación y sabiendo de la importancia de lo hallado, maestros y padres de familia se organizaron para exponer al público y dar una conservación adecuada a este monumento, además de incorporarlo a las actividades docentes del plantel. La inauguración de este museo fue el día 20 de abril de 1999 y funcionó cerca de tres años. El Museo Comunitario de San Francisco Mazapa fue concebido como una verdadera experiencia comunitaria y pedagógica en la cual coadyuvarían distintas instancias tales como el patronato del museo, las autoridades escolares y municipales, y la Zona Arqueológica. Sin embargo la falta de acuerdos y cambios en las administraciones fue deteriorando la organización, si bien el museo ha cumplido con la conservación del monumento, se cerró al público y se desincorporó de las actividades docentes. Nuestro Departamento trata de restaurar los lazos sociales que quedaron diluidos y contribuir a reactivar esta experiencia comunitaria.

Pretensiones de museo “Hacienda de la Cadena, Maquixco”

La “Hacienda de la Cadena” es uno de los pocos vestigios coloniales que quedan en  Teotihuacan. Este sitio tuvo gran importancia en la economía de la región y en la vida de sus habitantes hasta tiempos de la Revolución. En los años setenta, pobladores de Maquixco resolvieron ocuparla y fincar dentro de los terrenos del casco destruyendo gran parte de los edificios, aun así la evidencia de las actividades de la hacienda siguen bajo tierra, en algunos casos los muros antiguos fueron reutilizados en las construcciones modernas, además de que una  parte de lo que podría ser una troje fue conservada, en este espacio los vecinos de Maquixco tienen la intención de hacer un museo, además de rescatar la  mayor  parte de la información de lo que ellos hoy reconocen y se arrepienten haber destruido en el pasado.

Museo municipal “Museo Comunitario Quetzalpapalotl”

Fue creado por el Municipio de Teotihuacan a finales de los años noventa, con el fin de que la gente pudiera exponer las piezas que guardaban los pobladores, además de generar un espacio para la exposición de artesanías de producción local. Con el paso del tiempo, este espacio fue olvidado por las autoridades, convirtiéndose en una bodega de piezas y un sitio de oficinas administrativas. Hoy es un espacio desaprovechado que requiere una readecuación que permita cumplir con las funciones de difusión de cultura y desarrollo local para las que fue creado. Como parte de un esfuerzo coordinado entre la Zona Arqueológica de Teotihuacan y gobierno municipal, se plantea rehabilitar el Museo Quetzalpapalotl restaurando el inmueble, realizando  inventarios de sus piezas y, sobre todo, actualizando el discurso museográfico.

Guión museográfico

En general las exposiciones tanto temporales como permanentes de este museo, se insertan en el tema de la producción histórico cultural del pueblo teotihuacano a través del tiempo.  Con la utilización de objetos arqueológicos, dioramas de distintos tamaños e información visual bidimensional, los cambios que vivió la sociedad teotihuacana, en su  organización social, su forma de producir y comerciar, además de su religión, sugiriendo las posibles implicaciones sociales y causas de este cambio Este museo cuenta con un acervo de piezas arqueológicas el cual es el eje principal de la exposición permanente. Sin embargo, no puede ser un espacio únicamente abierto para la arqueología; es un museo de los habitantes de la región a través del tiempo, eso incluye no solo el tiempo prehispánico, sino también el periodo colonial, los siglos XIX y XX, hasta la actualidad.

Los objetivos del museo son: señalar que fue el trabajo de muchísimas personas el que logró construir, transformar y mantener a la ciudad prehispánica más importante del clásico. Ejemplificar de manera visual la forma en que se utilizaban algunos objetos con los que cuenta el museo. Aclarar que es debajo de los pueblos que hoy ocupan las áreas B y C de protección donde hoy se encuentra la mayor cantidad de información sobre la forma de vida de los antiguos pobladores y por eso es importante investigar y conservar los sitios arqueológicos que existen hoy debajo de la actual Teotihuacan. Que está ciudad no se hizo ni se deshizo en un día, quedando claro que el valle de Teotihuacan ha sido escenario de muy diferentes tipos de organización social, dándosele valor a todas las ocupaciones prehispánicas no solo a las del clásico. Crear una sala  específica para la última parte del posclásico, la Conquista, el virreinato, tratar de ser lo más claros y sintéticos en la museografía. Esta  sala tiene como objetivo que el visitante logre ver que el origen de los pueblos actuales se da justamente a partir del periodo de conquista; que observe que el Valle de Teotihuacan vivió cambios y procesos durante el virreinato que hoy en día son observables; que el Valle de Teotihuacan fue de gran importancia en la formación del México independiente, primero por su ubicación estratégica hacia el Golfo de México, razón por la cual fue ruta de las vías del ferrocarril y segundo por la Zona Arqueológica que desde los últimos siglos de la Colonia fue de gran importancia para la  ideología  del criollismo y la concepción del Estado Moderno Mexicano. Que durante los procesos dichos anteriormente los habitantes de los pueblos del Valle fueron actores fundamentales. Destinar un espacio para las exposiciones temporales las cuales lograran  mantener  visitas continuas y exponer las creaciones  culturales de la actualidad de los pueblos.

Conclusiones

Pese al diagnóstico de una disociación entre el pasado y el presente de las comunidades del Valle de Teotihuacan, que impacta negativamente en las labores de protección del patrimonio arqueológico e histórico con que cuentan; existe una reutilización y resignificación del mismo. Es posible entonces identificar a las comunidades actuales como pueblos originarios; como parte de una continuidad histórica y cultural viva.

Bajo un planteamiento teórico aún no desarrollado, es posible abordar la problemática social en torno a la preservación del patrimonio cultural desde la etnohistoria, contribuyendo a la resolución de problemas planteados originalmente en los campos de la arqueología y del derecho, ampliando las posibilidades de protección integral patrimonial.

El trabajo de protección de los bienes muebles e inmuebles históricos y  arqueológicos ubicados dentro de los perímetros B y C de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan, requiere de la coordinación del INAH con los diferentes actores sociales de la región, los museos comunitarios son sólo una de las formas en las que esto puede realizarse. Si bien falta muchísimo trabajo para concretar estos proyectos, el esfuerzo realizado y por realizarse puede traer grandes beneficios tanto a las comunidades como al patrimonio cultural.

Bibliografía

Gamio, Manuel.

1979, La población del Valle de Teotihuacan, Vol. 4, INI, México, D.F.

Munich, Guido.

1976, El cacicazgo de San Juan Teotihuacan durante la Colonia, INAH/CIS, México, D.F.

Nolasco Armas, Margarita.

1962, La tenencia de la tierra en el municipio de San Juan Teotihuacan, Estado de México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.

Mora, Teresa. (Coordinadora)

2008, Los pueblos originarios de la ciudad de México, Atlas Etnográfico, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.

Decreto por el que se declara Zona de monumentos Arqueológicos el área conocida como Teotihuacan.

Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1988.

Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.

Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972. Última reforma publicada el 13 de enero de 1986 en el mismo órgano informativo.

Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 3 de febrero de 1939. Última reforma publicada el 23 de enero de 1998 en el mismo órgano informativo.Reglamento de la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 8 de diciembre de 1975. Última reforma publicada el 5 de enero de 1993 en el mismo órgano informativo.

La Planeación y Gestión del Patrimonio Cultural de la Nación

2006, Guía Técnica, INAH, México.

Protección y manejo del patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan. Parte I

Etnohistoriador Aldo Armando Guagnelli Núñez
Arqueólogo Jonathan Rosas Peña
Arqueólogo Juan José Guerrero García

Introducción

La presente ponencia tiene como objetivo general el integrar y articular diferentes propuestas técnicas y metodológicas de protección de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan así como del patrimonio cultural histórico y etnográfico del Valle de Teotihuacan, tendientes a conformar y fortalecer estrategias y líneas de acción institucionales y comunitarias.

Como objetivos específicos se definen los siguientes: I. Identificar el patrimonio cultural del Valle de Teotihuacan y la interrelación de la sociedad con él; II. Reflexionar sobre el estado de conservación del patrimonio arqueológico e histórico y las políticas aplicadas para su protección; III. Proponer la aplicación de técnicas y metodologías propias de las disciplinas involucradas en las labores de protección patrimonialista; IV. Analizar los canales de vinculación social e institucional así como de participación comunitaria; V. Desarrollar un modelo de gestión del patrimonio cultural existente en el Valle de Teotihuacan compuesto por bienes arqueológicos, históricos y etnográficos, y VI. Fortalecer las líneas de acción de la Zona Arqueológica de Teotihuacan en su labor de protección del patrimonio arqueológico e histórico que compete al Instituto Nacional de Antropología e Historia, y desarrollar aquellas tendientes a la recuperación del patrimonio etnográfico.

Preámbulo sobre la problemática social en torno a la protección del patrimonio cultural

El Proyecto de Protección Técnica y Legal de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, creado en el año 2002 con el propósito de dar cumplimiento a las disposiciones del Decreto por el que se declara Zona de Monumentos Arqueológicos el área conocida como Teotihuacan, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1988, así como a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en materia de protección de monumentos arqueológicos; cuyo antecedente lo constituyen tanto la Unidad de Salvamento Arqueológico de la Zona Arqueológica de Teotihuacan como las labores de salvamento y rescate arqueológico implementadas por la propia Zona Arqueológica así como por el Centro Regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el Estado de México desde finales de los años setenta, principalmente; tiene como objetivos definidos proteger y difundir el patrimonio arqueológico de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan , a través de la investigación de salvamento arqueológico, la instrumentación de procedimientos jurídicos y el desarrollo de estrategias de vinculación social.

A lo largo de tres décadas de labor de salvamento arqueológico en los pueblos y comunidades que circundan el Área Central de Monumentos Arqueológicos, se ha identificado como el principal factor de riesgo para la preservación del patrimonio arqueológico, el crecimiento urbano local así como la expansión de la zona metropolitana de la Ciudad de México, por lo que las medidas jurídicas y administrativas adoptadas, sustentadas en la legislación vigente, han sido enfocadas a contener el crecimiento urbano, por una parte, y recuperar la mayor cantidad de información arqueológica posible, por la otra. De ahí que se hayan constituido y se ejecuten actualmente medidas legales y técnicas, primordialmente, que si bien han arrojado resultados interesantísimos en términos de investigación y conocimiento de la cultura teotihuacana y las reocupaciones de la ciudad antigua, e incluso de la etapa virreinal sobre los pueblos constituidos en ése periodo, han resultado insuficientes en términos de protección de los patrimonios arqueológicos e históricos y del conocimiento que los mismos pudieran proporcionarnos.

Desde nuestro punto de vista, sustentado en la experiencia de campo adquirida y conforme a la información que arrojan tanto los expedientes correspondientes a los procedimientos jurídicos y administrativos iniciados en las oficinas de la Zona Arqueológica, como a los informes técnicos elaborados sobre las incuantificables excavaciones de salvamento arqueológico que se llevan a cabo día con día, la protección del patrimonio cultural constituye un problema social relacionado con factores históricos, económicos y políticos, por lo que su resolución desborda los ámbitos arqueológico y jurídico.

De acuerdo con el planteamiento señalado, consideramos caracterizada la problemática conforme a los siguientes factores: a) El crecimiento urbano local y metropolitano; b) La disociación entre sociedad y patrimonio; c) La ausencia de políticas culturales integrales, y d) La proyección económica y turística, más no cultural, del área y su entorno.

Visto así, resulta necesario trabajar en el planteamiento y desarrollo de estrategias simultáneas a la protección técnica y legal, que amplíen las posibilidades de preservación de los bienes culturales del Valle de Teotihuacan.

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Parte II

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Texto presentado originalmente en el Primer Congreso Iberoamericano sobre Patrimonio Cultural. Costa Rica

Teotihuacan. 1er ciclo de conferencias, los salvamentos arqueológicos en tu comunidad