Buscan frenar daños de complejo arquitectónico en Teotihuacán

Javier Salinas Cesáreo

Teotihuacán, Méx., 10 de octubre. El Palacio de Quetzalpapálotl, ubicado en la zona arqueológica de Teotihuacán, constituye uno de los complejos arquitectónicos más importantes de esta cultura, por lo que tuvo una de las mayores intervenciones de conservación, restauración y mantenimiento, lo cual permitirá frenar su deterioro.

Desde 2009 y durante tres temporadas de trabajo, arqueólogos, especialistas, arquitectos y restauradores laboraron sobre los mil 200 metros cuadrados del conjunto para atender y corregir problemas de fisuras, filtraciones de agua, restitución de pisos, trabajos de exploración arqueológica, intervención en muros, columnas y pintura mural.

El recinto, emplazado en la esquina suroeste de la Gran Plaza de La Luna, presentaba problemas y deterioro acumulados durante más de 45 años, ocasionados por factores meteorológicos, que provocaron filtraciones y humedades, además de desprendimiento de estucos y materiales originales.

Edwin Romero Meneses, encargado de la parte arquitectónica, manifestó que desde el 21 de septiembre de 2009, el Quetzalpapálotl fue cerrado para comenzar los trabajos de conservación y durante 14 meses (en tres años) se atendió de manera integral.

Explicó que en más de 800 metros cuadrados se retiraron pisos de cemento y se sustituyeron por materiales más idóneos.

“Lo que aplicamos ahora son materiales compatibles, al utilizar en mayores cantidades lo que es cal viva, barro arena de río y un porcentaje mínimo de cemento, es decir, no lo tomamos como una forma aglutinante sino como un compuesto para mantener la estabilidad en los pisos.

También trabajamos en el mantenimiento preventivo y correctivo, porque atendimos problemas de fisuras, microfisuras de microambientes generadas por humedad y filtraciones que ponían en riesgo la evidencia original arqueológica, dijo.

En la antesala del Palacio de Quetzalpapálotl, se atendieron problemas en el maderamen del techo, que consta de 388 morillos y vigas maestras.

Lo que hicimos fue generar una cámara de fumigación y aplicar químicos y preservadores para la madera, colocamos monofilamento de polietileno, que es una membrana, una red para evitar nidos, los insectos e incluso murciélagos que teníamos en la cubierta, abundó Romero Meneses.

Verónica Ortega, arqueóloga encargada del proyecto, detalló que el palacio tenía afectaciones, debido al deterioro de los materiales usados para su reconstrucción en los años 60 del siglo pasado.

“Se realizaron esfuerzos en materia de restauración para preservar los enlucidos de estuco originales, las almenas que rematan el Palacio de Quetzalpapálotl, así como las columnas del Patio de los Pilares, cuyos quetzales y lechuzas labrados están asociados a la salida del Sol y a la noche, respectivamente.»

A su vez, se intervino la pintura mural, única en toda la ciudad prehispánica. Sus diseños abstractos hacen alusión al agua y además tenía incrustaciones de mica y de obsidiana, por eso representa un modelo sin igual; aquí vemos cómo los teotihuacanos integraban plásticamente diferentes técnicas de decoración en las paredes, dijo Ortega Cabrera.

Edwin Romero apuntó que al efectuar los trabajos de restitución de pisos, se hizo exploración arqueológica y ocurrió un descubrimiento importante.

Encontramos un hallazgo en el aposento sur, donde se localiza un drenaje que pudiera ser ritual, donde se encontró pigmento rojo. Pedimos la intervención del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México para analizar ese material y las conclusiones pudieran ser que se trata de un baño de carácter ritual. Esto es nuevo, el desagüe, que aumenta aún más el carácter de importancia del sitio, que es de élite.

El complejo arquitectónico Quetzalpapálotl fue descubierto en 1962 por el arqueólogo Jorge Acosta, y se excavó y consolidó en esos años con motivo de la apertura de varios conjuntos monumentales del sitio arqueológico, en 1964.

Hace unas semanas, el Quetzalpapálotl fue abierto al publico, con un nuevo tipo de visita, donde se diseñaron senderos que facilitan el flujo de personas y se realiza en grupos de 20 con permanencia de sólo 10 minutos.

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Fuente: Periódico La Jornada, Jueves 11 de octubre de 2012, p. 4 [http://www.jornada.unam.mx/2012/10/11/cultura/a04n1cul]

Reapertura del Complejo Arquitectónico Quetzalpapálotl

El día 21 de septiembre de 2009 se inciaron los trabajos de la primera temporada de campo, dentro del Proyecto de Conservación del Complejo Arquitectónico Quetzalpapálotl a cargo de la Mtra. Verónica Ortega Cabrera. Después de tres temporadas y casi cuatro años, durante los cuales estuvo cerrado al público, el día 24 de agosto del 2012, se oficializa la reapertura de este «palacio», emblemático en la historia de la arqueología y referente obligado para los visitantes a la zona arqueológica de Teotihuacan. Con una nueva estrategia de visita, accesos para las personas con capacidades diferentes, y otras acciones, se pretende, en palabras de la coordinadora del proyecto, garantizar su permanencia para las futuras generaciones de mexicanos.

«Este (proyecto) busca además establecer un procedimiento integral de atención al edificio, con el objetivo de ayudar en su conservación a largo plazo, documentándolo antes, durante y después de las acciones de intervención directa, como una propuesta que pueda generalizarse a otros monumentos del sitio en un futuro próximo».

INFOGRAFÍA PROYECTO QUETZALPAPÁLOTL 2010

DE LA CASA #154: UN MONOLITO DE PIEDRA VERDE EN LOS LÍMITES DE LA ANTIGUA CIUDAD DE TEOTIHUACAN / DAO.

Por David Andrade Olvera

En una visita al salvamento arqueológico realizado por el arqueólogo Víctor Álvarez en el moderno poblado de San Martín de las Pirámides, se detectó en superficie, un bloque de piedra verde pálido, de aproximadamente 8O cm de largo por 40 cm de ancho y 15 cm de espesor, el cual es un fragmento de una pieza monolítica mayor, cuya forma debió ser cilíndrica o mas precisamente debió tener la forma de un prisma de base elíptica. Piezas similares se han detectado en diferentes locaciones dentro del área central de la antigua urbe teotihuacana, en piedras cuyas tonalidades van del gris claro o verde pálido con inclusiones amarillentas, hasta el verde oscuro. Tienen la forma de un prisma elíptico, algunas de silueta mas regular que otras, con uno o dos extremos ligeramente adelgazados y a veces con uno de ellos mas burdo (menos trabajado). Se ha dado en llamarlas estelas aunque no presentan grabado alguno ya que son completamente lisas, frecuentemente con un pulimento que les da cierto lustre.

A lo largo de los años y en diferentes excavaciones se han recuperado alrededor de una veintena de estas piezas, algunas de las cuales se pueden observar en el denominado «Jardín escultórico» de Teotihuacan, ubicado al este de la calzada de los muertos, entre el Río San Juan y la Ciudadela. De una buena parte de estos monolitos no se ha publicado el lugar ni contexto de procedencia y solo dos fueron detectadas in situ, una de estas se puede observar empotrada en el piso de un aposento ubicado al norte del acceso que comunica la calzada de los muertos con la plaza central del Conjunto Plaza Oeste. Los restantes monolitos de los que se ha publicado su procedencia fueron detectados dentro de fosas de saqueo, algunos en espacios privados (como las detectadas dentro del complejo arquitectónico denominado Quetzalpapálotl por Acosta) y otros en espacios públicos (tal es el caso de la recuperada por quien suscribe en la Estructura 64, estructura ubicada directamente al este de la Calzada de los Muertos, en la esquina suroeste de la Plaza y Complejo de la Pirámide del Sol.

Ya que la mayor parte de los monolitos conocidos proceden de la parte central de la ciudad, lo sobresaliente del monolito que nos ocupa es su ubicación, ya que fue detectado en un conjunto que se asienta en los límites de la antigua urbe teotihuacana, a unos 4 km de la Pirámide de la Luna en dirección NE.  Esto muestra la unidad cultual y religiosa que observaron los pobladores de la urbe, unidad que involucra tanto a los grupos de élite del centro, como a los grupos periféricos de artesanos (en el conjunto arquitectónico donde se detectó el monolito existen evidencias del trabajo de la obsidiana). Pero además muestra el desarrollo económico de la sociedad en su conjunto, ya que la roca sobre la que fueron construidos los monolitos no es propia del valle de Teotihuacan.

Si bien a partir del fragmento de este monolito no podemos conocer su tamaño total, es muy probable que sea menor a los detectados en el centro de la ciudad, pero aún así, consideramos que su peso debió ser mayor a los 150 kg. Algunas piezas similares de casi dos metros de alto debieron pesar entre 300 y 400 kg. Por su tamaño, peso y distancia a la fuente de materia prima, el traslado de los monolitos debió implicar un enorme gasto energético y de horas hombre, tiempo y esfuerzo que no se dedicó a la producción directa y que debió correr por cuenta del grueso de la sociedad (por el tipo de roca de estas piezas, su lugar de procedencia no puede distar menos de 30 km) . Algunos monolitos como ya quedó dicho, proceden de áreas públicas por lo que los costos de transporte y producción debieron ser absorbidos por la sociedad como conjunto, pero los procedentes de espacios privados (especialmente el detectado en un conjunto arquitectónico de artesanos) debieron de ser costeados por grupos privados. Esto muestra el desarrollo económico que debió alcanzar la sociedad teotihuacana, ya que incluso los estratos sociales bajos consiguieron bienes de un alto costo en términos energéticos.

Los juicios sobre el significado o función religiosa de estas piezas se desarrollaron en una ponencia presentada en la penúltima mesa redonda de la SMA, efectuada en Jalapa, Veracruz, por lo que en lo presente no tocamos el tema.

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