DE LA CASA #130: PUEBLOS MÁGICOS Y DERECHOS CULTURALES DE LOS RESIDENTES / VEHJ.

Por Víctor Eduardo Hernández Juárez

El turismo es un sector que deja una considerable aportación al producto interno bruto, sin embargo se debe ser crítico con esta práctica, en cuanto al tipo de modelo de desarrollo que pretende aplicar, el uso que se le da al patrimonio cultural y cómo las políticas públicas se relacionan con los derechos culturales de los habitantes de las comunidades que son impactadas de una forma directa o indirecta, en este caso se realizará una crítica al programa de Pueblos mágicos en función de dos aspectos, en primer lugar en cuanto a la población local, y en segundo lugar, al uso de patrimonio cultural.

En el año 2001 nace el Programa Pueblos Mágicos, según el acuerdo por el que se establecen los Lineamientos generales para la incorporación y permanencia al Programa Pueblos Mágicos[1] se constituye como una estrategia para el desarrollo turístico, orientada a estructurar una oferta turística complementaria y diversificada hacia el interior del país, basada fundamentalmente en los atributos históricos y culturales de localidades singulares. Esta noción alude principalmente a una visión de crecimiento económico tomando como motivación para el turista el patrimonio cultural, sin embargo no hace mención sobre los impactos o beneficios para la comunidad o cómo pueden ser aprovechados para la conservación y difusión del patrimonio.

El turismo, antes de la creación del programa, según datos de Talledos, se concentró en el denominado Sea, Sand And Sun y en la promoción de una imagen folklórica de los pueblos originarios, la cual exaltó la vestimenta y la comida de diferentes regiones como una tarjeta postal[2] así como en la creación de centros integralmente planeados que contaban con la infraestructura necesaria para brindar las comodidades al visitante en un solo lugar, este modelo prevalece en la visión del programa pues aunque no pretende construir grandes complejos de hoteles y restaurantes como lo hizo la política sobre el turismo de la década de los ochenta, si busca la creación de comunidades tematizadas y encaminadas en brindar servicios y comodidades al turista. En un inicio, el programa tenía la intención de aprovechar el patrimonio cultural de las comunidades cercanas a destinos de sol y playa ya consolidados para aprovechar los trayectos de carretera y detonar un crecimiento económico en zonas que se ubican en la periferia de grandes destinos turísticos, sin embargo, el aumento desmedido de nombramientos a localidades y el cambio de políticas públicas hicieron que el programa se convirtiera en un pilar para el turismo en los últimos años.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo, en la página oficial menciona que un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin, «magia», que emanan en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico[3], es importante señalar que en esta definición nunca menciona de forma la clara que estos criterios son parte del patrimonio cultural, las comunidades son las que en primer lugar son poseedoras de tal patrimonio, por lo tanto la comunidad es quien a través de su forma de vida y cotidianidad construye los elementos culturales a los que el programa aprovecha con fines turísticos.

El programa ha tenido una serie de cambios desde su creación y actualmente cuenta con 121 denominaciones, siendo las más recientes incorporadas en septiembre de 2018 en el marco de la feria de pueblos mágicos en Monterrey. Al hacerse un análisis sobre la cantidad de nombramientos otorgados desde su creación se puede notar el cambio de criterios para generar dichos nombramientos, debido a que en los primeros años del programa el número de incorporaciones eran limitado, esto sucedió ya que debían cumplir con criterios muy específicos como la cercanía con un destino turístico reconocido, pero al consolidarse el programa a partir del año 2012 se aligeraron los criterios creciendo de una forma desproporcionada a los objetivos del programa, convirtiéndose en una estrategia de gobernanza para los gobiernos municipales, esto trajo un problema en cuanto a la calidad de los servicios ofrecidos por lo que se optó por hacer una revisión del programa y no hacer nuevos nombramientos. No fue hasta el año 2014 cuando se actualizaron los lineamientos de pertenencia y de incorporación y comenzaron a descender el número de nombramientos, causados en gran medida por las quejas de los turistas en cuanto a los servicios ofertados y a las críticas de académicos y defensores del patrimonio cultural que solicitaban clarificar la situación del uso de la cultura.

Incorporación de nombramientos

Año

Número de nombramientos

2001

2

2002

9

2003

2

2004

2

2005

6

2006

6

2007

5

2008

0

2009

1

2010

4

2011

11

2012

35

2013

0

2014

0

2015

28

2016

0

2017

0

2018

10

Fuente: Elaboración propia. Enero 2019.

Barroso Alarcón concibe el programa de Pueblos Mágicos como un producto que responde a las motivaciones y expectativas de viaje de aquellos turistas cuya principal motivación de visita es la cultura[4]. Es entonces que el turista se convierte en el principal actor al que está dedicado el programa y por ende toda la planeación está dirigida en satisfacer sus necesidades dejando a la comunidad local en un segundo plano ignorando la existencia de sus derechos culturales, al respecto debemos entender que los derechos culturales están reconocidos en la constitución en su artículo cuarto, sin embargo, tal reconocimiento se dio en el año 2010 con la reforma sobre derechos humanos[5] que fue posterior a la creación del programa, a pesar de esta situación el reconocimiento de los derechos culturales ya se había dado desde tiempo atrás.

Al respecto, Bolfy Cottom menciona que al hablar sobre derechos culturales se debe contemplar que existen dos supuestos: el primer supuesto menciona que es incorrecto hablar del derecho a la cultura, pues de esta forma se aceptaría la posibilidad de que el ser humano pueda nacer o vivir en una comunidad sin cultura, en este supuesto el Estado tiene la obligación de respetar las diferencias culturales, siendo el principio de toda política pública la garantía y respeto a la libertad de creación y expresión.

El segundo supuesto parte de la idea que todos poseemos y formamos parte de culturas diferentes lo que ha producido una dicción entre las diferentes manifestaciones culturales que han provocado una desigualdad, por lo que se entiende como un reclamo a sus derechos, entre los que se destaca el derecho a la identidad, la libre expresión de las ideas y forma de entender la vida, mostrar sus capacidades creativas y que sean susceptibles de recibir los bienes y servicios que el Estado otorga[6].

Por otra parte Gonzales Castellanos refiere que el término “derechos culturales” viene sirviendo indiscriminadamente a propósitos discursivos carentes muchas veces de rigor en el análisis sobre orígenes y potencialidades, ante todo porqué, hasta expertos en ciencias sociales suelen confundir el término de derechos con el de legislación[7], la confusión en el uso del término que hace referencia el autor dificulta poder hacer un diagnóstico sobre la situación de los derechos culturales en las comunidades que son afectadas por el programa de Pueblos Mágicos, por lo que tomar el catálogo de prerrogativas que son consideradas como derechos culturales será sólo parte de una metodología académica para poder llevar acabo este análisis.

Cuando se menciona el reconocimiento de los derechos culturales se debe tomar en cuenta a qué personas es quien se le están reconociendo este derecho, son los turistas o los habitantes quienes gozan de estas prerrogativas pues dada su característica como parte de los derechos humanos no debe haber distinción alguna. Es cierto, parte de dicho reconocimiento se refiere al libre uso, goce y disfrute de la cultura en cualquiera de sus formas, pero habrá que ser críticos en cuanto a si el turismo funciona como una práctica de reconocimiento a la cultura o si es una herramienta para mercantilizar la cultura.

De los residentes y visitantes

En otro tenor, enfocado al público y las comunidades que residen en los Pueblos Mágicos, se cuenta con un diagnóstico de competitividad y sustentabilidad en el cual los temas que versan están relacionados la demanda turística y poco sobre los ofertantes, por lo que falta un estudio que se enfoque en diagnosticar el desarrollo de los habitantes locales más allá del rubro de la capacitación o los alcances económicos del programa. Se debe considerar la aplicación de una consulta previa sobre cuál es él modelo de desarrollo que la comunidad estime pertinente, así como la forma en que deba de ejecutarse.

Siguiendo esta línea, la diversidad cultural de las comunidades es la fuente de los atractivos que usa el programa para atraer al turista, por lo que atender los derechos culturales de la población debe ser una prioridad para conservar el patrimonio cultural. Es decir, a tomar en cuenta las características de cada población para así entender el impacto social y cultural de tendrá la aplicación del programa.

El turista ha sido visto como la prioridad en el programa y ha creado una segmentación en los modelos de la política turística, debido a que es el interés mercantil el motor para la creación de políticas públicas,  la segmentación turística crea imaginarios simplistas sobre los lugares a ser visitados y sobre sus habitantes, los cuales terminan siendo reducidos a una visión servicial y al turista como una élite a la que se le debe de complacer. Dicha división crea tensiones sociales entre los visitantes y los residentes debido a la desigualdad socioeconómica que se genera y a los cambios en los procesos culturales que son forzados por cumplir con este imaginario, es entonces cuando la fiesta del pueblo deja de ser para el pueblo y se convierte en un espectáculo para el visitante perdiendo el contexto y el valor para los habitantes. Esto provoca la pérdida de la memoria histórica y del patrimonio cultural e intangible.

En este mismo tenor, los habitantes de los pueblos con el nombramiento no han tenido una voz real dentro de la aplicación del programa, pues la toma de desiciones recae en el comité y el ayuntamiento, dejando sin mecanismos de participación a la comunidad. Al respecto Suárez Monsalve profesora e investigadora de la Universidad de Medellín menciona que la tradición electoral en Latinoamérica ha mostrado que los gobiernos municipales promueven proyectos que obedecen más bien a compromisos con las élites económicas y políticas y no son producto de consensos ciudadanos[8]. Por lo que las comunidades que se han convertido en destinos turísticos consolidados tienen que buscar métodos para crear diálogos y que su voz pueda ser tomada en cuenta para que se respete su identidad cultural.

En este sentido y a manera de propuesta la investigadora Aline Carvalho propone la necesidad de crear discursos más complejos que valoricen la diversidad local para permitir no sólo una mayor implicación de las múltiples comunidades locales en la actividad turística, sino un concepto valorizado de diversidad[9]. Esta diversidad debe ser atendida no sólo en cuanto al patrimonio cultural, visto como la noción de lo monumental, si no a la relación directa y cerca de la identidad con los habitantes, en manifestaciones como el idioma, las cosmovisión y las formas de organización de aquellas que cuentan con un gran número de habitantes de pueblos originarios como es el caso de Cuetzalan del Progreso o San Cristobal de las Casas. Es entonces, en estos casos donde se debe tener más cuidado en cómo se plantea la implementación de las actividades turísticas y cómo se crean las relaciones de convivencia y comunalidad. Cabe resaltar que en ambos ejemplos no se cuentan con los reglamentos, ni indicaciones de qué es el programa y cómo funciona en el idioma de las comunidades de pueblos originarios, por lo tanto, se deja fuera de la toma de decisiones a la población y el pueblo se convierte en una imagen folclórica que atrae visitantes y aprovecha sus conocimientos y diversidad cultural, los invisibiliza en cuanto a los recursos y desiciones sobre el territorio.

Otro de los problemas que tiene el programa es la incoherencia de los discursos, por un lado hace referencia al valor de la diversidad cultural y reconoce las identidades y cosmovisiones, por el otro mantiene en su estructura normativa una teoría jurídica rígida propia del derecho positivo mexicano. De acuerdo con el antropólogo Esteban Krots la normatividad unitaria era el proyecto identitario de la burguesía en proceso de consolidación, resultando una idea uniforme de nación. Así se combinaban y reforzaban mutuamente la acción de los mecanismos creados para reducir la diversidad sociocultural[10], es decir que bajo un criterio de homogeneidad el Estado pretende que se utilicen las mismas reglas de operación en todas las comunidades como si todas tuvieran las mismas características y se tratara de una sola identidad, por lo que la identidad de la población termina convirtiéndose en un discurso para mercantilizar la cultura, por lo tanto es indispensable que se creen mecanismos de exigibilidad de los derechos culturales e ir más allá de un solo reconocimiento.

En atención a esto Vélez Rivas propone la necesidad de un modelo de construcción de alteridades desde una concepción que rompa con los paradigmas excluyentes y de poder. Esto sin duda constituye otro reto para las imágenes construidas del turismo desde las guías y las imágenes de marca de los destinos; seguramente estos influirán en las maneras en que los turistas perciben ellos mismos a los nativos, lugareños y pobladores locales[11]. Siguiendo con esta propuesta se debe hacer una reflexión en cuanto a los papeles que han jugado en los procesos de la modernidad y la visión de la otredad, separar las divisiones entre residentes y visitantes y construir diálogos para respetar las desiciones y los caminos al desarrollo que la propia comunidad decida fuera de la voluntad de las políticas estatales.

Por lo tanto, la participación ciudadana es vital para el ejercicio de los derechos culturales y la integración de mecanismos donde la comunidad intervenga de forma directa sobre la toma decisiones y el uso del programa debe ser una prioridad en la elaboración de los reglamentos en cada comunidad atendiendo a la diversidad de la población contemplando en todo momento la consulta previa libre e informada y en caso de pueblos originarios debe elaborarse con respeto a su forma de organización, cosmovisión y en su idioma natal.

Del patrimonio cultural

De acuerdo con la Declaración de Friburgo en su artículo tercero[12] el patrimonio cultural es parte de los derechos culturales, entendiéndose como el derecho que tiene cualquier persona individual o colectiva de elegir y que se respete su identidad cultural, en la diversidad de sus modos de expresión así como de conocer y a que se respete su propia cultura, como también las culturas que, en su diversidad, constituyen el patrimonio común de la humanidad. En este contexto podemos concluir que el patrimonio cultural está relacionado con la identidad y su definición está alejada de la noción legal que encontramos en la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos en la cual encontramos que el patrimonio cultural mantiene una visión monumental, Al respecto Edna Rozó menciona que los espacios para el turismo emulan el sentido de lo monumental espacial buscando sobrevivir al tiempo, sin darse cuenta que con esa unicidad de lo estático-patrimonializado se genera una mirada reduccionista de la historia[13], esta mirada está relacionada con la forma de protección de aquellos bienes que representen una imagen para fortalecer una identidad nacional, uniforme plana y hegemónica.

En este contexto la identidad nacional ha servido para fortalecer la industria turística, pues los monumentos históricos, arqueológicos y artísticos son los que atraen mayor cantidad de visitantes ya sea en destinos consolidados o en los emergentes, es entonces que se mercantiliza la cultura y su valor se mide con base en cuántos visitantes puede atraer y la derrama económica que significa para el Estado y los particulares a través de empresas relacionadas a la prestación de servicios turísticos.

Sobre la mercantilización de la cultura Suárez Monsalve menciona que desde el turismo se aprovecha este mecanismo para la acumulación de ganancia y se hace uso de las transacciones sobre el ocio, la recreación, los productos artísticos, las tradiciones e incluso los saberes populares[14], la autora advierte que en estas transacciones mercantiles se encuentran también las expresiones culturales del patrimonio inmaterial, siendo estas las que le otorgan el valor monetario y el contexto al patrimonio material cultural, por lo tanto el turismo es considerado como una industria cultural que asume una función de acumulación de capital; por eso se utiliza como generador de estrategias de desarrollo en ciudades que desean insertarse en las redes globales de producción, de servicios y de comercialización con el uso de productos y simbología cultural[15] reduciendo al patrimonio cultural a un producto mercantil que solo está disponible para quien pueda pagar por su disfrute, atentando así contra los principios de los derechos humanos.

Al respecto, Allen Cordero menciona que la privatización turística se expresa, inicialmente, en la compra del espacio bello y su consiguiente cierre a los libres desplazamientos si no mediante un pago. Paralelamente, al turismo internacional le interesa canalizar algunas expresiones de la cultura turística autóctona, como pueden ser las comidas y bebidas, actividades recreativas y culturales corrientes como los deportes y actividades al aire libre, los bailes y otras expresiones socio-recreativas[16], estas expresiones que menciona el autor es lo que el programa denomina como la “magia” y queda reducida a un privilegio que sólo aquellos que pueden pagar por vivir o conocer estas experiencias tienen acceso.

Siguiendo esta idea debemos analizar lo que el programa de Pueblos Mágicos entiende por “Magia”, pues aunque menciona que son los elementos que hacen un lugar singular y de gran importancia para el turismo, se puede considerar que el término alude a un proceso teatral y de embellecimiento como si se tratara de un cuento que narra el interés por un imaginario, por ello es que la profesora Edna Rozó menciona que el lugar turístico opera como un teatro, como una metáfora de aparente socialización entre residentes y visitantes, donde lo efímero de la experiencia turística, sus itinerarios previamente demarcados, los ritos de entrada, estadía y salida hacen que las experiencias de los viajeros sean una ficción en la que se resignifica de manera permanente el lugar[17]. Alejándose de lo auténtico, peculiar u original que el programa pretende vender.

Este fenómeno de lo mágico Dean MacCannell lo llama el efecto de “disneyficación” el cual presenta a través de la creación de algunas atracciones turísticas que emulan el pasado o el presente, los hitos históricos, sociales y culturales, tradicionales o contemporáneos, re-creando lugares desde la mistificación, la escenificación o la ficción, cuya consecuencia es que lo que resulta atractivo es aquello que niega la autenticidad y que se valora desde los artificios, identificándolos como “seudoatracciones”[18], por lo que la tematización y re creación artificial de los lugares turísticos y la búsqueda de lo auténtico e identitario se han convertido en la práctica común de los pueblos con el nombramiento de mágicos, es entonces que surge la interrogante si el programa de pueblos mágicos aprovecha o crea los atractivos culturales.

Lo anterior hace pensar en la necesidad de nombrar a una expresión cultural como patrimonio, pues para quienes viven estas manifestaciones como parte de su identidad no necesitan la aprobación o reconocimiento del Estado o de alguna institución para llevarlas acabo, difundirlas o modificarlas según el contexto sociocultural de la misma población, en otras palabras son los miembros de la comunidad quienes deben definir cómo llevar su vida cultural ya sea en forma colectiva o individual, así como el aprovechamiento de su diversidad cultural.

En relación a lo anterior García Canclini menciona que los patrimonios reafirman algo propio, sobrestimándolo en comparación con los bienes del otro, y por eso mismo dividiendo. Si acaso tuviera sentido nombrarlos «patrimonios de la humanidad» no sería tanto porque todos podamos enorgullecernos de centenares de sitios lejanos que nunca vamos a conocer, sino por que algunos de ellos, gracias al turismo intercontinental, fueron asociados con acontecimientos mundiales como las olimpiadas y son difundidos como parte de un imaginario globalizado[19]. Es entonces que los patrimonios sólo son visibles y valorados cuando tiene un respaldo social basado en la aprobación de las masas, pues los criterios que llevan a un sitio a tener una declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad están relacionados con la cantidad de visitantes e información que sale de su región y logran convertirlo en un sitio de interés internacional.

En relación con las multitudes Renato Ortiz habla sobre su carácter como legitimados, al respecto menciona que una multitud es una conglomeración de personas en un determinado punto y pose la característica de la visibilidad, la multitud está compuesta por elementos heterogéneos donde no los une ningún vínculo social, por lo tanto, es transitoria, la multitud presupone la disolución de las individualidades, estas se encuentran anuladas por la coerción del todo[20], estas multitudes son lo que el Estado y la industria turística ha usado para evaluar cómo un caso de éxito el programa de Pueblos Mágicos, aún cuando no existen diagnósticos completos que permitan medir el impacto de estas multitudes en los poblados que generalmente antes de la aplicación del programa tenían una población mucho menor y con actividades económicas ajenas al turismo, generándose procesos de gentrificación y extractivismo.

El patrimonio es una herramienta que permite definir o “re-definir” una identidad generada por los contextos históricos, sociales y culturales de una región, entendiéndose como un complejo sistema de valores y símbolos cambiantes que le otorgan a un sitio su diversidad cultural, por lo tanto estos procesos no deben ser forzados a mantenerse estáticos a fin de conservar rasgos folclóricos que sirvan para el turismo, como una especie de burbuja cultural donde las políticas estatales tratan de mantener aquellos elementos que pueden utilizar como productos culturales, tampoco deben ser manipulados para que el modelo de desarrollo basado en la infraestructura modifique el entorno o que actividades económicas obliguen a cambiar una forma de vida para que el lugar tenga una “magia” y pueda ser considerado como beneficiario del programa.

Casos

Muestra de lo anterior se realizará una breve revisión del caso de San Cristobal de las Casas atendiendo a sus especificados, no sin antes aclarar que en cada uno de los pueblos con el nombramiento se den tomar consideraciones diferentes para su análisis en materia de derechos culturales, pues cada población es diferentes atendiendo sus contextos, por lo que el siguiente ejemplo es enunciativo, no limitativo e intenta mostrar violaciones a los derechos culturales en sus habitantes causadas por la ejecución del programa.

San Cristobal de Las Casas

Esta población en Chiapas fue incorporada al programa en el año 2003 en medio del conflicto zapatista y con una población en su mayoría compuesta por miembros de pueblos originarios tzotziles y tzetzales. Es indispensable para hacer el análisis que la historia de la región de los altos de Chiapas es la que ha marcado la identidad de San Cristobal y está estrechamente vinculada con otras poblaciones aledañas como es Zinacantan, San Juan Chamula o San Andrés Larraiza, las cuales también son afectadas de forma directa por el turismo.

Siendo tres los elementos principales los que atraen al turismo, en primer lugar está la arquitectura colonial, en segundo, la cultura de los pueblos originarios, y en tercero, la identidad revolucionaria causada por el movimiento zapatista.

En cuanto a la arquitectura colonial se debe entender que la mayor parte de inmuebles con estas características son las iglesias y museos, sin embargo la casa del los habitantes sufrieron modificaciones debido al desplazamiento de los pobladores por la venta de inmuebles a extranjeros, está situación se dio por el reconocimiento que en el año 2010 se le otorgó por ser “El pueblo más mágico de los pueblos mágicos”, dicho reconocimiento se dio por la recuperación de la imagen urbana, el rescate del centro histórico y el crecimiento de inversiones por parte de extranjeros en la compra de inmuebles para crear una fuerte estructura hotelera y restaurantera. En este punto es donde se hace la primera crítica ya que estos logros en los modelos de desarrollo no representan un beneficio económico para los habitantes, pues la inversión en los hoteles y restaurantes es en su mayoría extranjera, obligando a los pobladores a vender sus inmuebles ya que su modo de vida no coincidía con los modelos planteados por el programa. Actualmente la población coleta[21] ha sido excluida por los extranjeros.

Por otro lado, la cultura de los miembros de pueblos originarios que habitan en San Cristobal de Las Casas y sus alrededores, tienen una relación de tensión entre los habitantes originarios, los extranjeros y los visitantes debido a la discriminación,  desigualdad social y la explotación laboral que viven los primeros, para los miembros de pueblos originarios San Cristobal es un centro de comercio que les permite tener un sustento a través de la venta de productos y artesanías, pero que han sido desplazados a la afueras del cuadro denominado como “mágico”. Mientras que en el cuadro principal existen galerías de arte propiedad de extranjeros, los miembros de comunidades originarias tienen que recurrir al mercado informal. Es evidente la segregación causada por el imaginario colectivo que se ha creado pues el orgullo de lo indígena se valora cuando está en sus poblaciones[22] y no cuando venden artesanías a pie de piso. La explotación de la imagen de lo indígena es uno de los atractivos turísticos que más atrae turistas en San Cristobal, siendo caricaturizados en su cultura. Otra crítica que se hace sobre las comunidades es la falta de información en su idioma natal, no existen documentos que respeten sus derechos lingüísticos, que hablen de las reglas de operación del programa o que puedan facilitar la comunicación con los visitantes.

Finalmente se tiene también la identidad revolucionaria pues la explotación de elementos que aluden al ejército zapatista como una forma de atraer visitantes se ha convertido en una práctica común, se pueden encontrar desde productos o servicios relacionados con el movimiento zapatista que invita a vivir la experiencia de la revolución, creando un tercer imaginario turístico al servicio de la venta de la cultura y la identidad.

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Foto 1. Vida cotidiana fuera del cuadro principal. Lugar: Mercado municipal “José Castillo Tielemans”, San Cristobal de las casas, Chiapas, México. Autor: Víctor Eduardo Hernández Juárez. 

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Foto 2. Mercado de artesanías donde se concentra la mayor parte de la población de pueblo originario. Lugar: Iglesia de Santo Domingo, San Cristobal de las casas, Chiapas, México. Autor: Víctor Eduardo Hernández Juárez.

Conclusiones

El programa de Pueblos Mágicos se ha enfocado por ver a la cultura como un producto mercantil, creando o manteniendo imaginarios que intentan ser atractivos para el visitante, por medio del discurso de preservar lo auténtico y lo singular, sin embargo es a través de ese mismo discurso que ha tenido una serie de deficiencias en cuanto a la originalidad del producto que oferta y al respeto de los derechos culturales, pues en su aplicación se limita a crear las condiciones de comodidad para un grupo de visitantes con cierto nivel de elitismo, dejando de lado a los habitantes de los pueblos con el nombramiento. El programa no prevé mecanismos de participación ciudadana e intenta estandarizar la diversidad cultural, por lo que los responsables de la creación de políticas turísticas deberían abrir espacios de diálogos interculturales a fin de que las prácticas turísticas no afecten a la población local y puedan tener accesos a los beneficios económicos de forma directa si esta es la voluntad de la población. La Secretaria de Turismo debe crear diálogos con otras instituciones a fin de crear programas interinstitucionales de turismo con organizamos de cultura, pueblos originarios y la sociedad civil para que los proyectos estén validados por la población mediante una consulta previa y sobre todo que estos proyectos surjan por iniciativa de la propia comunidad. Por su parte la población debe de integrarse y crear propuestas para defender sus derechos culturales.

Con la desaparición del presupuesto federal al programa de Pueblos Mágicos vendrán nuevos retos en la forma de administración y organización a lo cual las comunidades estarán en un momento clave en el que tendrán que abrir diálogos para tomar desiciones sobre el uso y aprovechamiento de su riqueza cultural, pues algunos poblados ya se han consolidado como destinos turísticos por excelencia y al no ser estática la cultura, está actividad  tendrá un efecto transformador en aquellas comunidades que decidan continuar con él modelo turístico como actividad principal.

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Notas:

[1] Acuerdo por el que se establecen los Lineamientos generales para la incorporación y permanencia al Programa Pueblos Mágicos publicado en el diario oficial de la federación el 26 de septiembre del 2014 consultado en https://bit.ly/1qDmNvd 

[2] Talledos Sánchez Edgar,  Megaproyectos turísticos en México El caso de los centros integralmente planeados en Megaproyectos en México: Una lectura crítica, p. 94.

[3] Consultado en https://bit.ly/293Kgcy

[4] Barroso Alarcón en MADRID Flores Francisco (coord.) Pueblos mágicos, aciertos  y retos de una iniciativa de política pública en turismo. Limusa, México, 2016,p 24.

[5] Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. Artículo 4 constitucional consultado en https://bit.ly/2MDSvjw

[6] Cottom Bolfy, Legislación cultural temas y tendencias, MAPorrua, México, 2015, 24 p.

[7] Gonzales Castellanos V. , Patrimonio cultural integración y desarrollo en América Latina.p 27.

[8] Suárez Monsalve Ana María, Políticas de recuperación de ciudad, una mirada crítica a las estrategias de comunicación e imagen turística de Medellín y Río de Janeiro en Turismo y cultura 46 p.

[9] Carvalho  Aline, Políticas públicas del turismo en el litoral Norte de São Paulo (Brasil):turismo de naturaleza versus turismo cultural en Turismo y cultura: retos y perspectivas en América Latina,.  129 p.

[10] Esteban Krotz, Antropología jurídica: perspectivas socioculturales  en el estudio del derecho p. 17.

[11] Vélez Rivas,Marta Lucia. Las alteridades en los viajes y el turismo: propuesta de un horizonte de investigación, 316 p.

[12] Declaración de Friburgo consultada en https://bit.ly/V0ShmD

[13] Edna Rozo, El lugar y las dinámicas del turismo, 176 p.

[14] Suárez Monsalve Ana María, Políticas de recuperación de ciudad, una mirada crítica a las estrategias de comunicación e imagen turística de Medellín y Río de Janeiro en Turismo y cultura: retos y perspectivas en América Latina, 58 p.

[15] Ídem 49 p.

[16] Allen Cordero Ulate, Nuevos ejes de acumulación y naturaleza el caso del turismo, p 124.

[17] Edna Rozo, El lugar y las dinámicas del turismo, 176 p.

[18] Dean MacCannell , El turista, p 20.

[19] García Canclini Néstor, La sociedad sin relato Antropología y estética de la inminencia, 81 p.

[20] Renato Ortiz, Otro Territorio, convenio Andrés bello, p 75-76.

[21] Nombre que se le da a los habitantes originarios de San Cristobal de las casa.que remiten su historia a la fundación de la ciudad.

[22] Se ofertan tour por comunidades de pueblos originarios cercanas a San Cristobal De Las Casas, siendo estos de gran aceptación por los turistas.

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Bibliografía

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MACCANNELL Dean, El turista: una nueva teoría de la clase ociosa, Melusina, España, 2003, 291 pp.

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Hemerografía

Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía. Trapecio amazónico: turismo e imaginarios sociales sobre un territorio exotizado. Volumen 26, Número 2, p. 113-131, 2017. Martha Lucía Vélez Rivas. [https://doi.org/10.15446/rcdg.v26n2.59229]

Legisgrafía

  • Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos
  • Declaración de Friburgo
  • Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos

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Sobre el autor: (Ciudad de México – 1988) Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, con especialidad de Políticas Culturales y Gestión Cultural de la UAM Iztapalapa, actualmente se encuentra terminando la maestría en Derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM, cuenta con cursos de actualización en materia de legislación del patrimonio cultural, derechos de autor, pluralismo jurídico y gestión cultural. Es coordinador del Seminario Derechos Culturales Un Reconocimiento Impostergable en la UACM, plantel Cuautepec. Como consultor independiente en materia de derechos de autor, ha colaborando con empresas, asociaciones civiles, en proyectos culturales y con artesanos de diversas comunidades de pueblos originarios. En el área laboral se ha desempeñado como docente y tallerista en diversas instituciones, entre las que destaca su participación como profesor de asignatura en la materia de Legislación del patrimonio cultural y artístico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, plantel San Lorenzo Tezonco, y colaborador en el Grupo de Investigación sobre Derechos Colectivos y Ambientales en la Universidad Nacional De Colombia sede Bogotá./

Contacto: abogadoculturalvictor@gmail.com

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ARKEOPATÍAS EN LA FIESTA DE LAS CULTURAS INDÍGENAS EN EL ZÓCALO.

El pasado viernes 1 de septiembre en la «Fiesta de las culturas indígenas, pueblos y barrios originarios» en el #Zócalo de la #CiudadDeMéxico, platicando lo que hacemos en #ARK y hablando de #PatrimonioInmaterial.// Aprovechamos para presentar nuestro más reciente proyecto editorial y consolidarnos de este modo como un espacio no sólo de reflexión y crítica sino también de producción académica./////

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Fotogalería: Caminata histórica Papalotla – San Pablo Jolalpan.//

Caminata desde Papalotla, municipio de Papalotla, hasta San Pablo Jolalpan, municipio de Tepetlaoxtoc, con la compañía y explicación del profesor Julio Víctores, estudioso de la zona. Organizada por la Red Ciudadana Nodo 56, el proyecto Texcoco en el Tiempo y el colectivo La Nave de los Locos el pasado sábado 17 de septiembre de 2016.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #107″. México 2016. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #83: CARNAVAL DEL PUEBLO DE SAN MATÍAS IZTACALCO / HMEV.

Por Héctor Manuel Espinosa Vázquez

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Cumpliendo con el ciclo anual de fiestas, el pueblo de San Matías Iztacalco, ubicado en la delegación política del mismo nombre en Ciudad de México, se une al grupo de delegaciones que celebran esta fiesta (Azcapotzalco, Cuajimalpa, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Milpa Alta, Tláhuac, Venustiano Carranza, y Xochimilco); la edición de 2016, se realizará a partir del domingo 24 de enero y cada fin de semana las diferentes comparsas que existen en el pueblo harán su recorrido por las calles de los ocho barrios que conforman la localidad: La Asunción, Santa Cruz, Santiago, Los Reyes, San Miguel, San Francisco Xicaltongo, San Sebastián Zapotla, San Pedro, llegando al cierre del carnaval el día 8 de abril, fecha en la que todas las comparsas salen a las calles y transforman la monotonía en una gran fiesta donde propios y extraños pueden disfrutar de la algarabía de esta fiesta.

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El pueblo de San Matías Iztacalco es considerado como uno de los pueblos originarios de Ciudad de México, sus antecedentes prehispánicos y lacustres le confieren una tradición festiva muy amplia, arraigada al calendario agrícola mesoamericano; cada año se organizan una serie de festejos que están a cargo de las diferentes mayordomías, asociaciones y agrupaciones civiles que se encargan de la organización, realización y cuidado de los santos[1].

Toda esta serie de fiestas conforman el patrimonio cultural inmaterial de este pueblo, con estos festejos cada día se construye la cosmovisión de sus habitantes, lo que permite la transmisión de conocimientos y cohesión social dentro de sus pobladores.

El carnaval no es la excepción, en esta fiesta se pueden apreciar como elemento más significativo los trajes que visten los integrantes de las comparsas, siendo los trajes de Charros los más vistosos, otro atuendo que es imprescindible en este festejo es el que portan los Licenciados, que es una combinación del traje de chinelo por la máscara de carnaval y los sombreros y mascadas que completan la indumentaria de un traje sastre de dos piezas, estos atuendos representan a los traidores que venderán a Cristo y sufrirán un castigo simbólico: serán colgados y fingirán su muerte. En últimas fechas se han integrado al festejo del carnaval los vestuarios de diferentes personajes de películas y series infantiles, así como disfraces traídos de la fiesta de Halloween, estas últimas de origen extranjero.

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El contingente del carnaval está casi siempre integrado de la siguiente manera, primero marchan las comparsas de Charros, acompañados por los grupos de Licenciados, estos seguidos por la banda de música que ameniza todo el trayecto, atrás de manera aleatoria, los siguen las personas con todo tipo de disfraz y en esta sección se integran además el contingente gay. Atrás se ubica el carro alegórico de la reina del carnaval, quien realizará el recorrido que las comparsas elijan; tras de ellos van los habitantes del pueblo en general que quieren seguir las comparsas.

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Una característica muy importante referente al cuidado del patrimonio, es que en Iztacalco se realiza un carnaval infantil, donde los niños son los actores principales de este festejo, y al igual que la versión tradicional, los niños visten con los trajes bordados de canutillo y las niñas con sus vestidos de gala, lo mismo sucede con los trajes de los licenciados, y todo tipo de disfraz. En ambas ediciones, el público está a las orillas del camino y cuando el contingente pasa, muchos más se unen a este, lo que hace que cada vez el grupo de los que participan sea más nutrido.

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Para el cierre del carnaval, cada una de las comparsas salen a las calles y en ocasiones se encuentran con otra comparsa, solo confluyen a una hora por la avenida principal del pueblo que es la Calzada de la Viga, en ese momento se puede ver la magnitud de los grupos que acompañan a cada comparsa, se entremezclan los carros alegóricos, las bandas de música, los grupos de charros y licenciados, dando a ese momento un verdadero mosaico de colores. Después cada comparsa sigue su camino hasta culminar su recorrido, donde se hará la quema de castillos pirotécnicos.

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En este año estarán participando 12 grupos:

  • Carnaval barrio San Pedro
  • Carnaval la Cruz
  • Barrio San Miguel
  • Barrio La Asunción
  • Familia Rivera y amigos
  • Nueva comparsa (La Asunción)
  • Auténticos de Iztacalco (Santiago)
  • Charros del  pueblo (Santiago)
  • Los originales Carnavaleros de Iztacalco (Santiago)
  • Carnaval Los Reyes (Los Reyes)
  • Comparsa Caballeros y Escaramuzas de Ixtacalco
  • Charros los Centenario de Ixtacalco (Los Reyes)

Todos estos grupos participaron de manera muy activa en la celebración del primer carnaval de la Ciudad de México, que se llevó a cabo el día 15 de noviembre de 2015, en donde participaron agrupaciones carnavaleras de todas las delegaciones donde se realizan los carnavales. Durante varias horas la avenida Reforma se colmó de comparsas, grupos, asociaciones así como público en general en la siguiente liga se puede ver parte del evento que congregó a diversos grupos de charros, licenciados, chinelos, bandas, cabalgatas y más.

Sin duda el carnaval es la fiesta del pueblo, ya que en ella pueden participar todos los miembros de la comunidad, este festejo permite que todas las personas se sientan identificadas con sus barrios.

La pirotecnia es un factor importante en el festejo, durante el arribo de las comparsas a los diferentes sitios por donde estas pasan, la detonación de cohetes es latente, así como la quema del castillo al final del camino, con lo que se da por concluida la jornada. Los alimentos son otro factor relevante en la realización de esta fiesta, en Iztacalco se ofrecen tamales a las personas que realizan los recorridos, así como agua de sabores tradicionales del pueblo (limón con chía y horchata), y en las casas de las diferentes reinas de cada comparsa se ofrece comida a los integrantes de cada grupo.

La música acompaña en todo momento a los charros y licenciados, cada agrupación se hace acompañar por bandas que ejecutan las diferentes piezas especialmente creadas para los carnavales, lo que confiere un ambiente muy festivo. Durante más de 8 horas que duran los recorridos, la música de banda, vestimentas especiales para la ocasión, pirotecnia, y comida tradicional, se conjugan en un tiempo y espacio festivo que colma de colores las calles del pueblo por donde pasan las comparsas.//

Otras ligas sobre los grupos del carnaval:

Comparsa Charros del pueblo

Comparsa Caballeros y Escaramusas del Barrio de Los Reyes

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Nota:

Para más sobre las fiestas de Iztacalco ver el artículo: El ciclo de fiestas tradicionales de Iztacalco, vida social que refleja su cosmovisión, publicado en la revista electrónica Ruta Antropológica del Posgrado en Antropología de la UNAM, en el siguiente enlace: http://issuu.com/antropologicasrevista/docs/revista_ruta_antropologica_02

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Sobre el autor: Licenciado en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Maestro en Antropología con especialidad en arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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DE LA CASA #72: PUEBLOS ORIGINARIOS DEL D.F. Y SU PATRIMONIO CULTURAL AMENAZADO. EL CASO DE IZTACALCO / ATG.

Por Atziri Tufiño

Para hablar de los Pueblos Originarios se debe estar consciente del gran flujo poblacional en la Cuenca de México. Se calcula que desde hace 20,000 años aproximadamente existen asentamientos humanos en esta zona. En los años posteriores, los asentamientos humanos fueron cada vez más grandes, complejos y con tiempos de estancia más prolongada. Tanto que para el año 1 000 a.C. aproximadamente, empezaron a formarse poblados que sobrevivieron hasta la conquista (unos incluso mucho después de ella). Por ejemplo, podríamos hablar de grupos como los acolhuas, tepanecas, culhuas, chalcas, cuitlahuicas, xochimilcas y los más recientes, mexicas. Además de grupos hñä hñüs y mazahuas que ocupaban ciertos sitios cerca de la cuenca. Después de la conquista hubo desplazamientos poblacionales cada vez más marcados, ya que los españoles tenían la intención de residir en ciertos lugares donde se distinguiera la exclusividad de las residencias, a menos que se necesitara mano de obra en haciendas y ranchos.

Por esta compleja movilidad, a veces es muy difícil concebir que en la actualidad existan pueblos originarios que aún no estén totalmente urbanizados, con excepción de algunos pueblos del sur de la ciudad, gracias a la Poligonal de Conservación Natural que ha amortiguado el impacto de la creciente urbe, pero eso no significa que no sean vulnerables a ser absorbidos por el asfalto, ya que la mala administración de algunas autoridades gubernamentales, pueden ponerlos en riesgo.

Sin embargo existen pueblos dentro de esta enorme ciudad que, aunque ya no tengan chinampas y tierras de cultivo, no vistan con huipil, enaguas y calzón de manta, y no hablen la lengua de sus abuelos, aún conservan parte de esa cosmovisión ancestral. Esto se ve reflejado en las celebraciones de religiosidad popular, sin embargo, en algunos pueblos están más presentes que en otros. Esto podría deberse a que muchos de ellos de plano se los comió la ciudad, ejemplos de ellos hay muchos, donde sólo sobrevive una pequeña iglesia en medio de altos edificios de departamentos, otros a la orilla ya no de un canal, sino de una calzada o una avenida. En otros casos, los más tristes, ya no queda más que el recuerdo de ellos en escritos antiguos.

Pero este no es el caso de San Matías Iztacalco, ya que a pesar de ser uno de los pueblos más cercanos al centro y lugar de paso hacia el mismo, conserva bastantes características que bien lo definen como Pueblo Originario.

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Imagen 1. Se observa en azul el límite aproximado del pueblo de San Matías Iztacalco y en rojo la ubicación de su Centro Histórico. 

Iztacalco fue uno de los últimos lugares en los que moraron los mexicas antes de edificar Tenochtitlán, con base en documentos antiguos como la Crónica Mexicáyotl, se sabe que Iztacalco puede tener más de 700 años de existencia. Testimonios documentales nos cuentan que los iztacalcas fueron de las últimas fuerzas en contener a los españoles (ya sabemos cómo terminó esa historia). Inmediatamente después de la conquista viene la evangelización y con ello la transformación de usos, costumbres e imagen del pueblo. Se erigieron capillas sobre las construcciones prehispánicas y más tarde el Templo y convento de San Matías apóstol sobre el Teocalli principal.

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Foto 1. Restos de los murales franciscanos dentro del ex convento de San Matias, Iztacalco, México D.F. (c) Atziri Tufiño.

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Foto 2. Atrio de la Parroquia de San Matías. (c) Atziri Tufiño.

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Foto 3. Interior de la Parroquia de San Matias. (c) Atziri Tufiño.

A lo largo de la historia de Iztacalco se puede observar la creación de una identidad que fue dejando huella en su patrimonio cultural, desde la edificación de Teocallis, traza de canales, construcción de chinampas, festividades religiosas, organización social, organización territorial (Iztacalco siguió el modelo de ciudad-estado, se componía de un Altepetl y este a su vez de Calpullis. Actualmente San Matías Iztacalco está compuesto por siete barrios). Esa identidad sobrevive y se replica en las festividades religiosas, ya que muchas de ellas están ligadas a la actuación cotidiana de la comunidad, esto se explica con el hecho de que apenas al inicio del siglo pasado, la mayor parte de la población de Iztacalco era indígena, esto se puede constatar en las descripciones de varios cronistas y narradores que se inspiraron en la imagen, las sensaciones y emociones que les evocaba este lugar.

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Foto 4. Portadas florales en el Santo Jubileo 2015.  (c) Atziri Tufiño.

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Foto 5. Posa de San Matias apóstol, Santo Jubileo 2015.  (c) Atziri T.

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Foto 6. Torito en honor a San Miguel Arcángel del barrio de San Miguel, en honor a su fiesta 2015.  (c) Atziri Tufiño.

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Foto 7. Preparando tamales para recibir Mayordomía en Iztacalco.          (c) Atziri Tufiño.

Foto 8. Fuegos artificiales que anuncian las festividades de los Santos en Iztacalco.  (c) Atziri Tufiño.

Pero también en esta historia existen casos de despojo y atropellos al patrimonio cultural. Para empezar con la caída de Tenochtitlán, los pueblos mexicas bajo la protección del imperio, obviamente sufrieron matanzas, hambrunas, enfermedades, enfrentamientos por tierras con los conquistadores, al igual que una serie de abusos por parte de los mismos. Conforme las décadas transcurrían el paisaje se fue modificando, aunque se integraron construcciones que reflejaban solvencia económica, predominaron los jacales y casitas de adobe, que en el momento de mayor esplendor del pueblo, en ese añorado Paseo de La Viga, le dieron el toque campirano que inspiró a muchos. Ya por ahí de los años 20 del siglo XX se empezó con la desecación de los canales, la cual terminó aproximadamente en la década de los 50. Este fue el inicio de la transformación más grande del pueblo, pues sin canales, las chinampas ya no eran tan sostenibles. Llegó la “modernidad” y la devastación con cara de “progreso”, cultivar, ser campesino y ser “indio” ya no era bien visto (no es como si esta discriminación no existiera antes, pero se volvió más marcada), se tuvo que transformar el modo de vida, trabajar en el primer nivel productivo se sustituyó por el segundo y el tercer nivel, este último fue ganando más terreno. Con un poco de más ingresos la población creció, las viviendas ya no eran suficientes, se tuvieron que sustituir los materiales tradicionales por unos cada vez más comerciales, hasta que muchas de las casas estilo siglo XVl y XVll fueron desapareciendo por un diseño más contemporáneo.

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Foto 9. Mercado de Iztacalco sobre La Viga. (c) Atziri Tufiño.

Entre despojos de tierra y expropiaciones, los límites de los barrios y por lo tanto del pueblo se fueron diluyendo con las colonias emergentes, con eso, su morfología tradicional fue tomando un aspecto contemporáneo, mimetizándose con el entorno urbano que pretendía hacerlo parte de él. Unos aspectos sobrevivientes de toda esta historia se pueden apreciar en la Parroquia, algunas capillas y ermitas, que datan del siglo XVl. En casas, quintas, traza de calles y callejones. Incluso muchos de los causes de los canales se respetaron y el agua fue sustituida por adoquín y piedra.

Actualmente, a consecuencia de estas circunstancias históricas y sociales, algunas instituciones gubernamentales y constructoras privadas ignoran o simplemente niegan toda esta carga cultural y patrimonial. Construcciones catalogadas como históricas se tiran, se modifican y no se respetan. Se sustituye verdadero arte por condominios y edificios de tablaroca y aluminio.

Foto 10. Inicio de la construcción en Santa Cruz Número 1 e Iztacalco.  En la primera imagen se observa el inmueble histórico demolido para dar paso a la obra. (c) Gerardo Suárez.

Es importante resaltar que estos Pueblos Originarios son en donde residen los restos de una tradición ancestral, guardan una identidad propia que se ve reflejada en su patrimonio material e inmaterial. Lamentablemente, se está dejando morir, existe la amenaza de la destrucción y el olvido, sabemos que la población, sobre todo en esta gran ciudad, seguirá aumentando, las personas tienen el derecho de residir en donde consideren que su calidad de vida es mejor. Pero deben existir políticas públicas en cuanto a vivienda que nos permitan vivir y convivir a todos lo mejor posible. Iztacalco es una de las delegaciones más pequeñas y se pretende que aloje a más y más personas cada vez. Es de preocupar el probable colapso e insuficiencia de servicios desde los más básicos, como agua, luz y drenaje, como la eficiencia del transporte colectivo y privado, además de todo lo que conlleva una sobrepoblación sin conciencia alguna.

A parte de todo esto, aunque muchos de los pobladores de los Pueblos Originarios de Iztacalco ya se asumen como tal, no existe ninguna pauta legal que los reconozca como sujetos de derecho, con una carga cultural y patrimonial, que les otorgue la autoridad de decidir sobre su comunidad y no que se los imponga el gobierno, porque estamos halando de elementos que configuran una cosmovisión que se ha replicado durante mucho tiempo.

Pareciera que se hablan de temas lejanos y pasados, pero es un problema presente, que conforme pasan los gobiernos se transgrede un poco más este valioso patrimonio capitalino.

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Foto 11. Cruz en la entrada del Barrio de San Francisco Xicaltonco y Calzada de La Viga. (c) Atziri Tufiño.

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