#LasPrestadas: Tragedia y patrimonio cultural

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Por Francisco José Casado Pérez

«Me acostalé costal, y qué manera, digo, de encostalar costales de memoria. Uno nomás encostaliza olvidos, y el recordar que llega, y llega recio».

Max Rojas, El turno del aullante.

La pérdida del patrimonio cultural se expone en un abanico de situaciones, por ejemplo: conflictos accidentales como lo ocurrido el 15 de abril del presente año en Notre Dame, París, Francia a la par del incendio en la mezquita Al-Aqsa[iii], Jerusalén, así como el incendio del Museo Nacional de Brasil, Río de Janeiro, Brasil, el 2 de septiembre de 2018. Conflictos bélicos difundidos en Irak, Siria, Yemen, Afganistán, Ucrania, El Álamo en Estados Unidos o el Puerto de Veracruz, México durante la invasión americana. Conflictos bélicos no difundidos como el caso de Armenia. Conflictos premeditados como la demolición de la Catedral de San Alberto, Immerath, Alemania, la demolición del templo de San Isidro Labrador, Capira, Panamá, la demolición de la Capilla del Santo Cristo, San Pablo del Monte, Tlaxcala, México.

Aristóteles, en su texto Poética, describe la tragedia como “[…] imitación, no de personas, sino de una acción y una vida, y la felicidad y la infelicidad están en acción, y el fin es una acción no una cualidad”.[i] En otras palabras, es la representación de un evento que deja un mensaje, una marca de fuego en la mente y el espíritu de quien escribe, quien relata, representa, pero sobre todo de quien la aprecia, ¿pero de qué sirve en la actualidad?, ¿sigue siendo presente? Sí, porque la tragedia se extiende en múltiples escalas y direcciones, más prolíficamente en algunas situaciones que otras.

La tragedia contemporánea se hace presente a través de una de las visiones más prácticas y sumarias: la pérdida del patrimonio cultural, efecto inherente para la constitución de la civilización a través de la historia en todas las latitudes habitadas por la humanidad, pero que en años recientes ha resonado con mayor fuerza al interior del pasado inmediato gracias a la difusión masiva: la tecnología y la sistematización global, propiciando así una sensible extrañeza emotiva[ii] en la memoria de la población en general. Desde la creación de la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura (por sus siglas en inglés UNESCO) en 1945 –poco después de ser oficialmente finalizada la Segunda Guerra Mundial– el vínculo global visibilizó el hecho de que la pérdida de los referentes materiales de la cultura representa un atentado a la memoria e identidad de la sociedad que le habita en primer término y, en segundo término, de la población mundial en general.

La pérdida del patrimonio cultural se expone en un abanico de situaciones, por ejemplo: conflictos accidentales como lo ocurrido el 15 de abril del presente año en Notre Dame, París, Francia a la par del incendio en la mezquita Al-Aqsa[iii], Jerusalén, así como el incendio del Museo Nacional de Brasil, Río de Janeiro, Brasil, el 2 de septiembre de 2018. Conflictos bélicos difundidos en Irak, Siria, Yemen, Afganistán, Ucrania, El Álamo en Estados Unidos o el Puerto de Veracruz, México durante la invasión americana. Conflictos bélicos no difundidos como el caso de Armenia. Conflictos premeditados como la demolición de la Catedral de San Alberto, Immerath, Alemania, la demolición del templo de San Isidro Labrador, Capira, Panamá, la demolición de la Capilla del Santo Cristo, San Pablo del Monte, Tlaxcala, México. Otros tipos de patrimonio cultural como el natural (Manglar Tajamar, Quintana Roo, México; la continua deforestación del Amazonas, los efectos de la radiación nuclear en Chernóbil, Rusia y Fukushima, Japón; la extinción de especies animales), no olvidemos también lo inmaterial entre la pérdida de lenguas originarias, técnicas y manufacturas (textil, arquitectura, culinaria, médica…) y un largo etcétera que englobe toda tipología en la interminable lista no sólo referente al pasado inmediato, sino también al más lejano.

Todas sin excepción alguna son tragedias; sin embargo, al retomar a Aristóteles emerge el problema crítico: “Así pues [los personajes], no actúan para imitar caracteres, sino que revisten los caracteres a causa de las acciones. De suerte que los hechos y la fábula son el fin de la tragedia, y el fin es lo principal en todo”.[iv] La reciente situación en Río de Janeiro, Jerusalén y París ha despertado choques de opinión sobre las relevancias simbólicas percibidas por las personas (propias y ajenas) a estos casos debido a la mención de hechos ocurridos dentro del pasado lejano traídos al presente (inserte aquí la visión de Piotr Kropotkin), circunstancias políticas con especial atención a los términos económicos, así como también las políticas planteadas por otras situaciones que también apremian atención: el calentamiento global, la contaminación y nuevamente un largo etcétera que englobe toda temática del sistema neoliberal o postneoliberal, como guste llamársele; el principio fue la visión globalizadora que en su momento planteó la igualdad humana.

A lo mencionado cabría contrastarle con la visión de Gabriel Marcel: “identidad no quiere decir unidad; o más bien, suponiendo que en efecto se estuviera produciendo una unificación, se trataría de una unificación por reducción, por pérdida de diferencias que, al principio, conferían a esos seres su singularidad, su valor”.[v] En otras palabras, decretar la unidad, la semejanza entre los individuos no va con razón de la réplica, de la producción masiva, sino de una equidad en razón de las particularidades y características en cada grupo alrededor del mundo. Motivo previsto en la proclamación de UNESCO con la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial (1972) al hacerlo con pleno el respeto de la soberanía de los Estados parte, sin perjudicar los derechos reales de su legislación sobre el tema[vi] de patrimonio, con énfasis en los bienes declarados patrimonio de la humanidad. Esto dicta que tanto el Estado afectado, como la comunidad internacional propiciarán la posibilidad de protección, pero muchos de los efectos mencionados son poco factibles de ejercer debido a un sinfín de circunstancias, especialmente, lo referido por Raymond Williams[vii]:

En una sociedad como un todo, y en todas sus actividades particulares, la tradición cultural puede ser vista como una continua selección y re-selección de ancestros. Líneas particulares serán dibujadas, por tanto tiempo como un siglo y de pronto, con alguna nueva fase en crecimiento, tal línea será debilitada o cancelada donde se dibujarán nuevas líneas.[viii]

Es inminente hecho de que la humanidad cambia sus valores así como los elementos donde radican etéreamente para la percepción de la sociedad actual, sucede en cada momento; sin embargo, ¿qué sucede al preguntarse sobra las próximas generaciones?, ¿cómo esperamos trascender nuestro propio presente? El discurso de proyección a largo plazo parece siempre estar tambaleándose como si estuvieran dando pasos en la arena. Debemos tomar una decisión, siendo no solo porque Aristóteles cierre con ello en su intervención sobre la tragedia:

Carácter es aquello que manifiesta la decisión, es decir, qué cosas, en las situaciones en que no está claro, uno prefiere o evita; o por eso no tienen carácter los razonamiento en que no hay absolutamente nada que prefiera o evite el que habla. Hay pensamiento, en cambio, en los que demuestran que algo es o no es, o en general manifiestan algo.[ix]

Lo mencionado por Williams, Marcel y Aristóteles se engloban en ver que la tragedia es un hecho propio de la vida, así como de la dialéctica[x]. Todo objeto o situación está sujeto de sufrir cambios propios o ajenos, hechos que serán –y deben– ser discutidos porque la división de opiniones funciona durante la zozobra[xi], se hace una cierta catarsis; no obstante, en otros casos parece repetirse el escenario donde a lo lejos, como un espejismo, nos espera la tan ansiada síntesis, dejando que la trascendencia, el mensaje de la tragedia, se mitifique y disuelva entre historias sin poder lograr actuar y en el caso del patrimonio cultural ocurre en todas sus expresiones: tangible e intangible, propio, local, municipal, estatal, nacional y mundial, principalmente, porque no se logra una profunda identificación con este.

En el caso del patrimonio edificado, la forma de construcción supedita la percepción de los valores en la materialidad, por lo que la actual factibilidad de intervención de la tragedia se ciñe a la magnitud del trabajo, tiempo y sobre todo: el presupuesto, ahí se encuentra el pero más crítico del asunto porque lo estético pasa a un segundo lugar debido a que cada restauración, conservación y reconstrucción busca lograr que el objeto se aprecie lo más próximo a lo original, pero ante la falta de artesanos que guíen el proceso se abre la posibilidad de integrar nuevos sistemas que puedan acoplarse, obviamente, respetando la integridad de este. Es la búsqueda de mantenerlo presente tal como ha sido heredado por distintas generaciones, propias o ajenas al sitio del objeto y de este su autenticidad es una característica muy difícil de desdibujar; ¿la pérdida de una extremidad limita la definición del ser de una persona, de quién es, o si cambia de camisa o de corte de cabello? No, la autenticidad es una imagen y concepto que se construye a través del tiempo, se arraiga en la memoria a partir de su forma y función, pero aunque tampoco esté exenta de cambiar también con el tiempo, con el olvido: el consenso entre lo exacto y lo práctico va sobre dicha pauta.

En consecuencia, las actividades de restauración que se avecinan, no intentan decir que será una nueva Notre Dame, un nuevo templo o convento afectado por el s192017, un nuevo Museo de Mosul, Palmira, Hatra; un nuevo Museo Nacional de Brasil, sino que siguen siendo los mismos que la humanidad habrá de recuperar de la catástrofe. Continúan presentes o ausentes brindándole a la memoria elementos para contar la historia desde distintos bandos: nuestro vínculo con las cicatrices del patrimonio sucede a modo del propio reflejo de la humanidad, de sus logros y de sus lapsos oscuros. No obstante, habría de agregar que las próximas intervenciones –y queda en responsabilidad de todos exigirlas– deberán contar y considerar las vicisitudes consideradas sobre los riesgos y las previsiones necesarias para prolongar su presencia con el fin de que la apropiación social llegue a niveles de consciencia en todos los estratos posibles: pertenecemos de una u otra forma a unos y a otros, hoy y en el futuro.

Sobre la memoria, el poeta Max Rojas considera uno de sus atributos más crudos: Uno nomás encostaliza olvidos, / y el recordar que llega, y llega recio. El recordar las marcas de fuego que dejó una tragedia es un encuentro drástico, determinante hasta cierto grado ¿Hacia dónde nos dirigiremos desde ahora?, ¿quiénes seremos después de lo ocurrido? Son algunas de las vertientes que se asoman en la oscuridad, letreros que en ningún instante deberán de considerarse como fatalidades, sino pasos en el proceso de duelo: ciclo que debe recorrerse, aunque en ocasiones parece nos rehusamos enfrentar; sin embargo, en los últimos años, poco a poco la paulatina infiltración de la consciencia humanista en distintos rubros se ha hecho notoria debido a que la percepción del presente, el pasado y el futuro se va haciendo cada vez más amplia con nuevas y viejas dudas por resolver, entre las cuales, la tragedia del patrimonio cultural puede arrojar luz porque no implica exclusivamente una discusión de medios y formas de valores subjetivos, invita a la búsqueda de abrazar la tragedia humana, aceptar la imperfección de su esencia para alcanzar la cumbre, establecerse y prepararse para la eventual decadencia en un ciclo que se ha venido repitiendo en la naturaleza, de igual modo en la humanidad al darse cuenta de su propia humanidad.

Foto: Philippe Wojazer, RFI/Reuters, 2019

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Fuentes consultadas

ARISTÓTELES, Aristóteles II: Física – Acerca del alma – Poética. Madrid, España: RBA COLECCIONABLES, S.A. 2014.

ROJAS, Max, El turno del aullante y otros poemas. México: Trilce ediciones. 1997.

MARCEL, Gabriel. Los hombres contra lo humano. España: Caparrós Editores, S.L. 2001.

WILLIAMS, Raymond, The long revolution. Great Britain: Pelican Books. 1965.


[i] Aristóteles, 2014: 403.

[ii] Williams (1965: 80) menciona que en análisis de la cultura se parte de dos conceptos concretos, el “carácter social” y la “estructura emotiva”, siendo la primera asumida por la conciencia de clase de los individuos y la segunda por “…el grupo productivo dominante. Sin embargo, en este nivel, se diferencia de cualquier personaje social distinguible porque este, debe lidiar no solo con las ideas públicas sino con sus omisiones y consecuencias, como han sido vividas”. Traducción del autor. “[…] the structure of feeling corresponds to the dominant social character, but it is also an expression of the interaction described. Again, howevcr, the structure of feeling is not uniform throughout the society; it is primarily evident in the dominant productive group. At this level, however, it is different from any of the distinguishable social characters, for it has to deal not only with the public ideals but with their omissions and consequences, as lived”.

[iii] Nodo crítico de los embates islámicos y judíos por compartir su periferia con el Muro de las Lamentaciones.

[iv] Aristóteles, 2014: 404.

[v] Marcel, 2001: 127.

[vi] Artículo 6, apartados 1 y 2 de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial,UNESCO.Fuente: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000114044_spa.page=139

[vii] 1921-1988. Intelectual galés miembro del Círculo de Birmingham donde se enfocó a desarrollar un marxismo de la subjetividad en el desarrollo de una historia cultural.

[viii] Williams, 1965: 69. Traducción del autor. “In a society as a whole, and in all its particular activities, the cultural tradition can be seen as a continual selection and re-selection of ancestors. Particular lines will be drawn, often for as long as a century, and the suddently with some new stage in growth this will be cancelled or weakened, and new lines drawn”.

[ix] Aristóteles, 2014: 404.

[x] Teoría y técnica de discusión, diálogo y ordenamiento de ideas, compuesta por dos elementos contrarios: tesis y antítesis, de cuya confrontación se obtiene la resolución del tema: síntesis.

[xi] Sensación de desorientación, desesperanza.

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Fuente: Centro Mexicano de Análisis de la Política Internacional (CEMAPI) / link aquí

#CharlasDeCafé en La Fondark: Entrevista con Alejandra Ramírez Zambrano/ ARK.

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#CharlasDeCafé en #LaFondark: En esta ocasión platicamos con la Historiadora Alejandra Ramírez Zambrano, quien nos platicó sobre su proyecto de activación de la memoria en la comunidad de La Esperanza en Puebla.// En el contexto de un estado donde los proyectos «culturales» buscan lo magnificente -casi megalómanos-, esta iniciativa que surge de un deseo casi personal y de la mano de más amigos que recursos económicos, se presenta como una luz de, precisamente eso, «esperanza» en la apropiación comunitaria – simbólica de los espacios patrimoniales ante la imposibilidad del disfrute material de los mismos.// Abajo pueden encontrar unas extraordinarias fotografías y la entrevista completa. [Nos encantará leer sus comentarios].

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#ViernesRelajado…

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‪#‎viernesrelajado‬‪#‎LaBanquetera‬ para un relax reflexivo sobre la restauración y la arquitectura.// ¿Un techito? ¿por qué no? -Calle Allende, Centro Histórico de la Ciudad de México- ‪#‎instagram‬‪#‎loqueveunoenlacalle‬

DE LA CASA #62: MERCADO DEL BARRIO / SV.

Por Selene Velázquez

Mucho calor, (o mucho frío), cerveza, futbol, cabrito y carne asada, ¿adivinan? ¡Sí! estamos hablando de Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, que se caracteriza entre otras cosas por su clima, la afición futbolera y el asador siempre listo. O al menos así nos conocen en el resto del país.

En días recientes se ha dado una gran movilización en las redes sociales debido a la creación inminente de un mercado gourmet en el área del centro histórico de la ciudad, en un cuadrante conocido como Barrio Antiguo, ¿lo conocen? Para ponerlos un poco en contexto es una de las áreas con inmuebles más antiguos de la capital, (después de que en los 80´s destruyeron varias manzanas para crear la Macroplaza), en los 90´s se decide ponerle nombre a un polígono y llamarlo simplemente así: Barrio Antiguo.

Ahí habitaban y habitan, aunque en menor medida, ciudadanos. Hace algunos años el área estaba llena de pequeños cafés, galerías y sí, muchos antros. Las calles se volvían un caos nocturno y los pocos lugares de estacionamiento eran el paraíso de los “viene viene”. Y de repente la violencia llegó. Balaceras, cobro de piso y un ambiente de inseguridad acabó por expulsar a una buena cantidad de vecinos que de por sí, hartos de la fiesta nocturna, tenían ahora que lidiar con el crimen en la zona.

Casi cinco años después la marea bajó. La situación volvió a normalizarse en la ciudad y la gente empezó a salir. Para entonces, el área del Barrio Antiguo ya de por sí, vapuleado por la violencia, se convirtió en una zona de especulación inmobiliaria, en donde los edificios, o lo que quedaba de ellos, se empezaron a cotizar a un precio relativamente bajo. No está de más contarles que los nuevos usos que durante varios años tuvieron los inmuebles se limitaron a dejar solo las fachadas y obviamente, demoler todo el interior para crear un tipo de “naves industriales” para ir a bailar. Cabe mencionar, que aún y que existe una “Ley del patrimonio cultural del Estado de Nuevo León”, publicada en el periódico oficial del estado en 1991, ésta no se cumple.

http://sic.conaculta.gob.mx/documentos/560.pdf

Regresemos ahora al mercado gourmet.

El 9 de agosto del 2014, se publicó en Milenio Monterrey, la regeneración de una calle que atraviesa el barrio, la calle Morelos, peatonal en el lado poniente de la macro plaza, se buscaba ahora hacerla semi peatonal en su lado oriente. Las obras comenzaron, y bueno ¿por qué no? Se pintaron con vinílica las fachadas que daban a la calle, después de todo, ellas también debían de verse regeneradas para estar ad hoc con el entorno, se colocaron lonas con postes que se pusieron en las casonas de sillar para crear sombra, bancas, estacionamiento para bicicletas, guías para los débiles visuales, y se plantaron árboles, que esperemos crezcan y nos den no sólo como las lonas, sombra, sino mucho oxígeno.

Fachada por la calle Morelos, SV, 2015

(c) Fachada por la calle Morelos, Foto: SV, 2015.

http://www.milenio.com/monterrey/rehabilitacion_Morelos-Plaza_Morelos-trabajos_Plaza_Morelos_0_350964924.html

El mercado que nos ocupa (y que van a hacer) escogió… viene otra adivinanza: adivinen ¿cuál calle? ¡Correcto! ¡La calle Morelos! Se decidió como fachada y entrada principal dicha vía, pero se conectará con otra que corre paralela, Padre Mier.

Empezó a demolerse el interior del predio ubicado en la calle regenerada, que a según del INAH Nuevo León, ya estaba modificado, y se propuso una flamante fachada de cristal, (esperen, creo que se parece al: http://www.mercadodesanmiguel.es/el-mercado/)   dejando, claro, algunas ruinas de sillar (bloques labrados, en esta región del país es usual que sean de tierra caliza), para que haya un  testigo de que “alguna vez hubo sillares por aquí”.

Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015

(c) Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015.

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

El inmueble por la calle Padre Mier, es otro cantar. Catalogado incluso por el propio gobierno del estado y municipio de Monterrey como un inmueble con un valor alto para su conservación los constructores del mercado lo demolieron, y esta vez, no sólo el interior sino también la fachada.

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Fachada semi demolida de Padre Mier, SV, 2015

(c) Fachada semi demolida de Padre Mier, Foto: SV, 2015

http://www.milenio.com/cultura/Alistan-mercado-obra-genera-dudas-plaza-comercial-propuesta-INAH-construcciones_0_553144716.html

Ustedes seguro se preguntarán, bueno, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ¿qué hace? ¿Dónde está? Pues están en sus oficinas en el cerro del Obispado, y pues, no pueden hacer mucho, es siglo XX. Se limitaron a pedir otra fachada que no sea de cristal y la que tiraron “pues que la repongan” Yo me pregunto, ¿encontrarán la cantera de donde se extrajo ese sillar de caliza de hace casi 100 años que tiraron?

Detalle de la demolición por Padre Mier, SV 2015

(c) Detalle de la demolición por Padre Mier, Foto: SV, 2015

Y ojo, no estamos en contra de que regeneren calles o hagan mercados (incluso gourmet si quieren) y le den nuevos giros a las construcciones históricas. Estamos en contra de que demuelan o que hagan “fachadismos”, en contra de cascarones vacíos y fachadas pintorescas. La arquitectura norestense vale en su conjunto: partida arquitectónica y fachada, es un todo. Estamos conscientes de la evolución de los inmuebles y sabemos que un inmueble que no se usa, se cae, pero no aceptamos se demuela en “aras” de la modernidad.

En Monterrey estamos (mal) acostumbrados a decir que aquí no hay patrimonio, que nuestra «cultura» es tirar todo, que «así somos». Nos maravillamos de lugares como Oaxaca, Guanajuato o Morelia, «ellos sí que tienen patrimonio», nos vamos de vacaciones para allá cuando no escogemos la Isla del Padre.

Acá en el noreste queremos ver grandes construcciones coloniales o una pirámide del adivino como en Uxmal y decir entonces que hay patrimonio, ¿a quién le importan las zonas arqueológicas del estado?  ¿Las conocen? , ¿A quién le importa una casona sin arcos? ¿A quién le importa tener una casa que no tiene decoración barroca? Pareciera que a nadie. Nuestro clima es distinto, nuestra manera de construir también lo fue, pero es una manera muy sabia de la cual deberíamos aprender. Si el progreso es la acción de ir hacia delante en cualquier materia, entonces  ¿por qué no progresar conservando nuestro legado histórico?

Pareciera que a los restauradores/conservadores se les quiere estigmatizar con las etiquetas de “románticos” “atrasados” “amantes de las piedras viejas” y a los que manejan las inmobiliarias como “lobos feroces” “devoradores del patrimonio (artístico, histórico o natural)” “amantes del dinero”. Habrá que llegar a puntos intermedios. Dialogar. Proponer sin lastimar el poco patrimonio que nos queda, porque aunque no lo crean sí hay. Tal vez no se parece al del centro del país, pero vale igual.

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Extra: «A propósito de la demolición en días recientes de parte de la fachada y el interior de una casa ubicada en la calle Padre Mier en la zona conocida como Barrio Antiguo en Monterrey, para conectarla con otro predio ubicado por la calle Morelos (donde también demolerán la fachada, so pretexto de un cambio) y así crear un mercado gourmet, Jesús Torres, mejor conocido en el noreste como El Gato Raro convocó a dos charlas, la primera con Indira Kempis y en la segunda a Selene Velázquez (quien escribe estas líneas), para dar ambas su postura ante el hecho. Tal vez están un poco largas, (45mins c/u) pero valen la pena! Ahora vienen los dos links aquí abajo, esperamos sus comentarios!» (facebook.com/Restaurika)

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #62″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #47: SINSABORES DE LA COTIDIANIDAD/ MMV.

47

Por Marlen Mendoza

La siguientes líneas van cargadas de un significado especial por ser la primera entrega del año, y a propósito de la nostalgia que conlleva el cierre de un ciclo, así como también el 5° aniversario de la revista ArkEopatías, para la cual me siento extremadamente honrada de colaborar.

En un principio este texto iba dedicado a una mujer que me ha inspirado desde que decidí enfilarme hacia la arquitectura; brilló en un tiempo en el que la profesión de arquitecto se consideraba exclusiva para hombres, dejó en su camino una estela de logros, los que van desde verdaderos hitos urbanos en su adoptada ciudad São Paulo hasta incursiones en las artes plásticas; ella es un verdadero ejemplo de la fortaleza alrededor de la mujer y una vida dedicada al arte, la cultura y el pueblo: Lina Bo Bardi.

Por situaciones lamentables, aquel borrador quedó en otras manos, y por alguna razón, ya no pude retomarlo. Prefiero entonces, presentar algo que no estuviera bajo la sombra de un trago amargo. Hice un breve viaje a mi natal Guanajuato, es curioso, cada vez voy menos y cuando lo hago, noto cambios significativos en su estructura, además que mis ojos van evolucionando y lo que antes me parecía una locación vacacional (aburrida y monótona) ahora me parece una válvula de escape para encontrarme cuando estoy perdida o reflexionar cuando necesito aplacarme. Durante el camino, observaba los suburbios de algunas ciudades como Salamanca, Irapuato, Celaya y Silao; lo que vi, es responsable del tema que a continuación les presento, ojalá les produzca la misma inquietud que a mí.

La pregunta inicial es: ¿Estamos generando patrimonio para las futuras generaciones?

El común denominador entre todas las ciudades enunciadas con anterioridad, es la vivienda en serie, ese ready made se caracteriza por ser desarrollos de gran extensión territorial, escasas áreas verdes, espacios angustiosos con minúsculos 45 m² y una cuantiosa dotación de mediocre diseño arquitectónico, estructural, paisajístico y reparo en el impacto ambiental.

No pretendo ahondar mucho en éste esquema, quizás con suerte, en otra ocasión será; pero dejaré unos datos que me encontré sobre un fraccionamiento de la desarrolladora GEO, ubicado en Celaya, Guanajuato: “Villas de Elguera”, ofrece viviendas de 67.5 m² de terreno con 49.4 m² de construcción, a dos niveles. Cuenta con 2 recámaras, 1 cajón de estacionamiento, 1 baño completo y patio de tendido; se entrega en obra blanca con loseta vinílica en áreas comunes y azulejo en zona húmeda, muebles de baño, tarja y calentador automático para un servicio. Lo anterior por $311,000.00 pesos, lo cual nos lleva a un resultado de $4,607.00 el m² de venta, si lo comparamos con los $60,000.00 el m² promedio de venta en Polanco, hay una diferencia escalofriante, que marca una desigualdad en lo que debería ser un derecho digno de todos los ciudadanos.

Me llamó mucho la atención estos casos particulares, pues la vivienda de interés social es la que ocupa un mayor porcentaje en el país y es preocupante; no sólo por las condiciones de vida que le estamos entregando a los usuarios, también lo es en el sentido patrimonial ¿Estas son las edificaciones que estamos legando a las futuras generaciones?

Es aterrador pensar: estamos generando más basura arquitectónica que obras significativas de una época, todo aspirante a arquitecto, sueña y anhela con dejar un objeto que sea lo suficientemente bueno para aparecer en los libros de historia y como fuente de inspiración para el estudio de su composición, solución estructural, materiales novedosos y sistemas constructivos envidiables, sin embargo la realidad es que pocos son los que van a poder lograrlo, eso no significa que el resto debamos fabricar verdaderos monumentos a la incompetencia, corrupción, autoritarismo y falta de sensibilidad (sensibilidad la cual se presume nos enseñan a desarrollar en la escuela y pulimos a lo largo de la vida profesional).

La arquitectura cual espejo, refleja la realidad de una sociedad, un tiempo específico, la tecnología disponible y un lugar determinado. No es lo mismo construir vivienda en Puerto Rico en una zona de clase media a en Ámsterdam. Lo que nos lleva a pensar, ¿Qué dice la arquitectura de los mexicanos como sociedad? Lo que viene a mi mente es: fragmentación y ruptura, somos una sociedad a pedazos y es lógico que nuestra arquitectura sea así también; suelo hacer énfasis en la reflexión y el compromiso al momento de involucrarse en un proyecto arquitectónico, todo lo que colocamos hace ciudad, no sólo las casas o los edificios, por tanto ¿hasta dónde estamos realmente comprometidos para erigir una ciudad digna de formar parte del patrimonio histórico?

Otro ejemplo que me salta a la mente es la nueva escultura de Sebastián, El Guerrero Chimalli con 60 m. de altura, se impone sobre el contexto de Chimalhuacán, Estado de México, y es a mi gusto una oda a lo ridículo y excéntrico de la peor manera posible. No sólo aturde su monumentalidad, puesto que, a palabras de Sebastián, evoca al sentido de los dólmenes o menhires, lamentablemente sin discutir la plástica y composición de lo que parece un muñeco de acción para niños, las proporciones son el primer fallo del objeto, ubicado en un contexto árido y gris, con viviendas y comercios no mayores a tres niveles, ese monigote color rojo encendido parece en fotografía una parodia gráfica realizada en Photoshop. Muestra de la caprichosa y desenfadada elección de un objeto aislado sin el menos índice de identidad y una pésima ubicación, costó 35 millones de pesos (pareciera que vivimos en el primer mundo y podemos darnos el lujo de derrochar tremenda suma de dinero). Sabemos que Sebastián es de los consentidos, no existe ningún otro artista que presuma de tener más obra en espacios públicos como él (para nada sospechoso, no seamos mal pensados).

Basta con dar un recorrido por la ciudad para notar la falta de cohesión, el pobre lenguaje y las carencias con las que cuenta. Quizás valdría la pena replantear cuál es la finalidad de hacer arquitectura. Ya sea porque es un lucrativo negocio, un buen camuflaje para el desvío de fondos o corrupción, funge como objeto de poder (aquella nada humilde casa blanca, de la que tanto se habló hace unas semanas) o simplemente es un camino directo a la “fama” y la farándula bananera de la sociedad mexicana; nada de lo anterior es material para constituir un patrimonio arquitectónico sólido, son un montón de banalidades efímeras y volátiles.

Entonces, ¿Cuáles son nuestras posibilidades reales de edificar el patrimonio arquitectónico futuro? ¿Qué necesitaríamos para llegar a ello? ¿Nuevamente vamos a dejarle la mayor responsabilidad a las escuelas de arquitectura ante la carencia de un patrimonio planeado y sólido?

Convendría reflexionar, me imagino y aclaro que estoy especulando de una manera romántica e idílica, cuando la Ciudad Universitaria estaba aún en papel, ¿Pensarían que se convertiría en un ícono de la arquitectura mexicana? ¿Habría concebido Juan O’Gorman las casas de Frida y Diego como un patrimonio a futuro, dado su valor y aporte plástico? Creo que no, simplemente eran profesionales entregados con amor y pasión en su labor. Bajo ésta premisa puedo concluir que: es imposible vaticinar qué objeto va a ser o no patrimonial, por tanto lo que nos corresponde es reivindicar el quehacer arquitectónico y urbano, para producir obra de calidad y con conocimiento y respeto; entonces sí, que las generaciones futuras juzguen y valoren cual será merecedor a preservarse.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #47″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).