#LasPrestadas: Arquitecturas y adoradores de piedra.

Vidrios rotos

Era viernes, mis amigas me convocaron a la marcha. No pude asistir, pero me mantuve atenta a lo que se reportaba, atenta también a que mis amigas estuvieran bien. De pronto las redes sociales reportaban: ¡vidrios rotos, pintas diversas, mucho aerosooool! De pronto, también en las redes, comenzaban a leerse textos, sobre todo de sujetos de género masculino, que daban cuenta de una constante desaprobación y una no requerida consejería de cómo es que una marcha debe ser realizada… 

De la piedra al símbolo

Al cabo de unas horas se reportaba: ¡el Ángel de la Independencia (que no llaman victoria alada) ha sido mancillado con pintas, qué mujeres tan groseras! Y así los días, indignación por el daño a los monumentos, al patrimonio nacional y por otro, una indignación que comparto por tantas muertas, tanta violencia que, además, encima de todo, la marcha sacó a relucir, pero no por las pintas ni por los vidrios rotos, sino por una insensibilidad difícil de creer y mucho más difícil de asimilar. Leí por ahí, “en el pedir está el dar”. Ese dicho de inmediato fue cuestionado con suma indignación: ¡Quién habló de pedir, se exige el derecho a vivir! Y, vaya, como discurso adjunto a éste, estaba la defensa y la total indignación por las pintas hechas al intocable patrimonio histórico, a los monumentos-signo que, según estas lecturas, dan sentido de nación y que dan lugar también al espacio público. 

Es curioso que se considere que los significados deben estar tan petrificados como los monumentos, es curioso que no se entienda que el sentido del mundo y el sentido de la ciudad se articulan cada vez que, ¡por fin y qué bueno!, se toma el espacio público como un espacio vivido sobre el que se actúa, en el que se expresan y se prueban nuevas formas de interacción que sí, a veces serán violentas, como la propia realidad a la que replican. Es increíble que quienes defienden lo significativo de unas piedras olviden que lo simbólico solamente ocurre, a diferencia del signo hegemónico fijado y prescrito, cuando la ciudad de nuevo nos habla en nuestra actualidad, desde nuestra vida en curso.  

De la piedra a la acción

El antropólogo Manuel Delgado ha puesto sobre la mesa una serie de ideas que el filósofo Henri Lèfebvre cocinaba ya por ahí de 1968: el espacio público no es su geometría, sino la acción viva que se realiza cada vez que la ciudad es resignificada y reexperimentada en el nivel práctico-sensible. Es más, la ciudad no es el requerimiento de habitáculos–hábitat, sino la expresión misma del habitar: acción. Por ello, ese espacio es el que aparece cuando tomamos las calles y las volvemos nuestras otra vez, cuando la ciudad se vuelve el sitio del acuerdo, pero también del desacuerdo y, sobre todo, el espacio de la invención de nuevas formas de vivir. El “espacio” regulado, que sólo se muestra como imagen no es espacio público, es publicidad, como lo dirá Lèfebvre, ideología pura que no admite reinvención y que, por tanto, no reconoce la soberanía de los colectivos negándoles la posibilidad de reinventar el mundo. Por ello, defender unas piedras, por más hermosas que estas sean, es un despropósito si no entendemos que la ciudad es obra, es decir, creación, no sólo por los monumentos que la conforman, sino porque es el lugar que da posibilidad al encuentro y a la toma activa del destino mismo de una sociedad. Para que quede más claro: la ciudad no es obra creada: es acto creativo. Si no es así no es ciudad y, ¿saben qué?, tampoco vale la pena. 

Arquitectos: no le tengan miedo a la imaginación.

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Este texto apareció originalmente en Arquine, aquí.

DE LA CASA #141: ANTES DE MEDUSA / DMEV.

Por Dinna Maricela Esparza Vázquez

Pocos saben la historia de Medusa antes de que se convirtiera en Medusa, y es que como ya les había contado, cuando yo era chica me obsesioné un poco con este personaje e investigué todo lo que pude acerca de ella, realmente nunca entendí su historia sino hasta hoy que tuve la oportunidad de entrar a registrar las pintas (a las cuales de ahora en adelante llamaré “intervenciones”) que se hicieron durante la mega marcha feminista, en el Monumento a la Independencia (mejor conocido como “Ángel de la Independencia, el cual a partir de ahora llamaré por su verdadero nombre: “Victoria Alada”), en fin, pues ahí estaba yo, registrando cuando me topé con la imagen tallada de la cabeza de Medusa, ahora intervenida con los ojos llorando sangre, y entonces recordé su historia, y de pronto su historia cobró todo el sentido que de niña no pude ver.

Medusa Dinna

Y ahí estaba yo frente a Medusa, comprendiendo que en la marcha también alzó su voz, y como parte del monumento también contó su historia, la historia de Medusa también es la historia de las mujeres violentadas.

Medusa, antes de ser ese “monstruo” temido por todos fue una hermosa doncella que custodiaba el templo de Atenea diosa de la guerra; durante muchos años Medusa fue acosada por el dios del mar, Poseidón, y a pesar de que el dios era sumamente insistente, Medusa siempre lograba burlarlo y alejarse de él; Medusa sufría por esto e imploraba a Atenea su intervención pero Atenea no hacía caso, un día Medusa no pudo huir de Poseidón y éste la violó, Medusa no atinó más que gritar e implorar por ayuda, por lo que Atenea irritada por los gritos decidió castigarla convirtiendo su cabello en un nido de serpientes, a partir de ese momento Medusa se convirtió en un “monstruo” agresivo y cruel que convertía en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos, Atenea quiso detenerla pero no pudo, fue hasta muchos años después que Perseo guiado y ayudado por la misma Atenea, logró cortarle la cabeza, no sin antes transformarla en piedra.

¿Ven?, la historia se repite una y otra vez. La víctima denuncia varias veces a su acosador, implora porque alguien haga algo, el violentador abusa de su poder y comete un crimen, la ley castiga y re-violenta a la víctima en vez de al violador; la víctima ahora no solamente sufre por la agresión inicial sino por la constante re victimización que sufre día tras día, tanto por la ley como por la sociedad, y el delincuente sigue libre y adorado por todos, una vez más se salió con la suya y no solo no hay justicia sino que peca de cinismo y burla, la víctima se ve sola y desamparada; ya no puede más y su corazón se vuelve piedra, y entonces ahora solo puede dar lo que es (en lo que la convirtieron), ahora entonces ella es el monstruo, ella es a quien se debe desaparecer, y callar, y se debe invisibilizar, e ignorar, ahora ella es la no “políticamente correcta” porque ya no nos importa su historia, ni su dolor, ni su causa, ni su circunstancia; lo que nos importa es que no esté fea y que no vaya gritando por las calles asustando a la gente y convirtiéndola en piedra, lo que nos importa es que no nos incomode; entonces aparece un “héroe”, un hombre que recibe absolutamente toda la ayuda posible departe de la ley, de los dioses, y entonces la decapita; corta su cabeza para que se calle, para que ya no tengamos que oírla, ni verla, ni recordar que nos pidió ayuda y no hicimos nada, para que ya no sintamos culpa de haberla castigado siendo ella la agraviada, para no acordarnos de que dejamos libre a su violador y para colmo, lo adoramos solo porque nos da peces; y entonces creemos que muerta Medusa su historia se olvidará como se olvidan todas las historias similares.

Pero Medusa es fuerte y trasciende el tiempo y cruza el puente de la mitología a la vida real, y entonces emerge y se une a los gritos de las miles de mexicanas que salieron a exigirle al pueblo y al Estado ¡que ya no nos violen!, ¡que ya no nos maten!, ¡que ya estamos hartas de tanta impunidad!, y entonces Medusa se cuela por más de cien años en uno de los monumentos más importantes de nuestro país, y permanece ahí, tallada en piedra, pacientemente espera callada y pasando casi desapercibida en una esquina cerca del dintel de la entrada principal, espera por cien años el día de la marcha; porque Medusa sabía que nos íbamos a cansar de no ser escuchadas, de no ser atendidas, Medusa sabía que después de intentarlo todo sin éxito, entonces íbamos a levantar la voz, y entonces ella estaría ahí para unirse y alzar la suya, porque Medusa mejor que nadie sabe que las piedras son importantes, pero nunca más importantes que la vida y la integridad de las mujeres.

#RestauradorasConGlitter ✨
#PrimeroLasMujeresLuegoLasParedes
#NiUnaMás

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Sobre la autora: Dinna Maricela Esparza Vázquez (Ciudad de México / 1986). Egresada de la licenciatura en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Desde 2005 se desarrolla como investigadora, y en 2010 comienza su labor docente. Ha participado en numerosos proyectos arqueológicos tanto en la Ciudad de México, en sitios como Tlatelolco, Chapultepec, y Centro Histórico (Proyecto Boturini), así como en el interior de la República, en donde estuvo a cargo de las zonas arqueológicas de Dainzú y Yagúl en Oaxaca, así como de las excavaciones del Monasterio de San Pedro y San Pablo en el centro de esa ciudad; en Hidalgo, a cargo de las excavaciones del Palacio Quemado en la zona arqueológica de Tula; también ha colaborado en el área de investigación en el Museo Casa Morelos de Ecatepec.

Fotografía: Dinna Maricela Esparza Vázquez

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ «Textos De La Casa #141″. México 2019. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #99: «INTERVENCIÓN» EN EL HEMICICLO A JUÁREZ / ACT.

Por Astrid Cortés Torres

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Debido a las publicaciones que aparecieron el día miércoles en facebook, acerca de la «intervención» en el Hemiciclo a Juárez, me di a la tarea de visitar el lugar en cuestión para corroborar los hechos que se señalaban.

Efectivamente, el Hemiciclo ha sido cubierto con una especie de «pintura», con textura áspera y apariencia mate. Le comparto las fotografías que pude tomar, ya que en el lugar había un policía que no dejaba de observarnos, esto con el fin de dar difusión y que ArKeopatías siga siendo un medio de denuncia.

¡Saludos!

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Fotografías: Astrid Cortés Torres (c)

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Sobre la autora: Ciudad de México, México (1989). Arquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura de la UNAM en 2011. Originaria de Iztapalapa y actual habitante del Centro Histórico de la Ciudad de México. Defensora e investigadora aguerrida del Centro Histórico de la Ciudad de México. Bailarina de danza folclórica desde 2003. Actualmente estudia la maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado en la UAM, Unidad Xochimilco.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #99″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).