DE LA CASA #132: CONSTRUYEN BAÑOS EN CONVENTO DEL SIGLO XVI EN MICHOACÁN, MÉXICO / A.

Por «Profesionistas de Ucareo«

El Templo Ex Convento de San Agustín que data del siglo XVI, en la población de Ucareo, Michoacán se verá afectado por la construcción de unos sanitarios que tendrán acceso por el muro sur de la barda atrial, construcción que estará edificada en plena calle que colinda con la pintoresca plaza de la población, además estarán exactamente frente al Portal Allende, tapando el acceso de una de las casas del mismo, rompiendo con los artículos 6º, 7º, 8º, 9º, 12º, 13º y 14º de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que prohíben este tipo de alteraciones y también la Carta de Venecia adoptada por ICOMOS, en base a los artículos 1º, 21 y 31, por lo que no puede proceder este tipo de proyectos que alteran, afectan y atentan contra nuestro legado histórico.

20190118_131648

fb_img_1547838901151

20190118_131637

Se verá afectada una parte del muro del Atrio, para colocar el acceso a los sanitarios y por si fuera poco, el tinaco quedará en la parte superior de la estructura, rompiendo con todo el entorno de la Plaza de Ucareo y el Ex Convento Agustino, pues sobresale por los tejados a dos aguas con vigas de madera cubiertos por tejas de barro, los adobes y las piedras, vista que es menester admirar y contemplar, legado arquitectónico, artístico e histórico de nuestros antepasados. Cabe mencionar que el Atrio de Ucareo ostenta una de las cruces atriales más bellas que se efectuaron en la Nueva España, y en el año de 1602, es sabido que aquí se separó la Provincia Agustiniana de la Ciudad de México y se creó la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán.

La idea de una red de sanitarios surgió en mayo de 2017, en donde un dictamen del Centro INAH Michoacán con número de oficio 401.3S.2.2017/DAN/664 emitido el 28 de julio del 2017, dice claramente que es “improcedente un proyecto de construcción de sanitarios públicos dentro del atrio junto con su barda perimetral”, desconociendo el por qué la aprobación de este proyecto en agosto de 2018 por parte del Delegado del Centro INAH Michoacán, Jasinto Robles, quien además mintió en uno de sus comunicados al decir que “varias personas de Ucareo habían ido a decirle que preferían los baños dentro del Atrio” y que “se les había pedido la autorización a los vecinos que viven en el Portal Allende”, cuando todo eso no es verídico. 

img-20190107-wa0033

Los sanitarios comenzaron a construirse los primeros días de enero del presente año, pese a que varios ucarenses nos opusimos a tal obra, donde hemos insistido sin cansancio en que ese proyecto se haga, pero dentro del edificio que alberga la Jefatura de Tenencia, o que sean rehabilitados los numerosos sanitarios que se encuentran dentro del Ex Convento, siendo ya un capricho por parte del Pbro. David Hernández Cruz, quien está a cargo del recinto religioso y de los miembros del Consejo Parroquial, Gabriel Guerrero Soto, Ignacio Castro, Verónica Morales, Gema Heredia Guzmán, por mencionar algunos, quienes no están conscientes del gran valor que ostenta tanto el Templo Ex Convento del siglo XVI como la Plaza de Ucareo del siglo XIX, y que el propio Centro INAH Michoacán ha apoyado, dejando en estas manos la responsabilidad de todo el peso del patrimonio histórico edificado y que nosotros como profesionistas y vecinos de Ucareo, damos a conocer esta situación vergonzosa, solicitando de su ayuda a los defensores del patrimonio histórico, para que esta obra atroz sea detenida, porque hemos preservado por años lo que nos heredaron nuestros ancestros.

Adjuntamos varias fotografías para mostrar dicha problemática.

fb_img_1547225104259

img-20190113-wa0020

img-20190113-wa0019

obra baños 1

obra baños 2

ucareo barda atrial 3

ucareo barda atrial 1

ucareo barda atrial 2

_____

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #132″. México 2019. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

_____

Nota del editor: Las opiniones vertidas en los artículos son responsabilidad de los autores y no representan necesariamente la postura o ideología del Proyecto ArKeopatías (o tal vez sí). Se publican responsablemente bajo los criterios de libertad expresión y apertura del debate sobre los temas que giran en torno al patrimonio cultural.

#LasPrestadas: Violencia y narco obstaculizan el trabajo de arqueólogos.

Por Reyna Paz Avendaño

Reportaje. Crónica narra algunos de los casos de violencia que han provocado la disminución del trabajo arqueológico en los estados de Durango, Jalisco y Michoacán. No obstante, el trabajo de los investigadores continúa en diversas zonas de conflicto.

En el camino que diario tomaban para ir a su campamento de trabajo apareció un narcomensaje, la nota era una amenaza de muerte con firma de Los Zetas. Era el año de 2010. Fue entonces cuando el arqueólogo José Luis Punzo y su equipo de trabajo apresuraron las investigaciones en San Bernardino de Milpillas, Durango, para proteger un sitio prehispánico con barreras antifiltrantes y cortafuegos. Pero otras comunidades duranguenses con patrimonio arqueológico no tuvieron la misma suerte: el fuego cruzado destruyó la vida local, incluido el campamento de los arqueólogos.

CHALCHIS R 29OCT031.JPG

CHALCHIS R 220CT001.JPG

Una situación similar vivió el año pasado el arqueólogo Eduardo Ladrón de Guevara en Jalisco. Mientras un helicóptero del Ejército era derribado por el Cártel Jalisco Nueva Generación, el investigador tenía la tarea de registrar vestigios prehispánicos en una zona aledaña al incidente, la Sierra de Ameca; sin embargo, por su seguridad, lo transfirieron a otra zona, los Altos de Jalisco, pero ahí la violencia con cara de hombres armados también les impidió hacer su trabajo.

CHALCHIS R 220CT004.JPG

Ésas son algunas historias que han vivido en los últimos años especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y son testimonios que evidencian cómo la violencia a causa del narcotráfico ha provocado la disminución del trabajo arqueológico en los estados de Durango, Jalisco y Michoacán.

Narcomensajes y pueblos quemados.

El arqueólogo José Luis Punzo llegó a la Sierra Madre Occidental de Durango en 1994 a excavar y registrar ciudades prehispánicas, pero llegó cuando el cultivo de amapola y la extracción de su savia para producir heroína ya era una práctica cotidiana.

“Llegué a la sierra, a la región Mesa de Tlahuitoles, en el invierno de 1994, en ese momento podíamos llegar a cualquier poblado después de las cortesías de rigor y explicar lo que hacíamos. Al ver que éramos unos locos inofensivos buscando cosas viejas se nos invitaba a pasar (a sus casas), a comer y a dormir, estableciéndonos con las familias. Así, pudimos hacer varias temporadas de trabajo al año”, señala el arqueólogo que trabajó en la zona hasta 2012.

De 1994 a 1999 el investigador del INAH comenta que en la sierra se podía vivir con bastante comodidad, hasta que inició la militarización de la región durante los sexenios de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.

“La violencia en la zona aumentó en 2007, con la disputa de los cárteles de Sinaloa y Los Zetas, los propios cárteles comenzaron un proceso de militarización de sus integrantes, cambiando las estrategias, formando lo que se ha conocido popularmente en esa región como la mafia nueva. Eso en la sierra ocasionó una fuerte ruptura en el tejido social que funcionaba a través de las relaciones de parentesco a escala regional, eso se trastocó porque ahora la relación era con el cártel con el cual se trabajaba”, platica.

Tal panorama hizo que el equipo de José Luis Punzo implementara nuevas estrategias para el trabajo de campo porque ya no tenían claro con quién debían hablar para desarrollar las excavaciones sin riesgos ni malentendidos.

“En 2007 iniciamos un proyecto de investigación en las Casas en Acantilado de la Cueva del Maguey, zona indígena del estado de Durango, y para iniciar el trabajo fue muy importante contar con el consenso de la comunidad y las autoridades tradicionales ya que la cueva (a estudiar) se encontraba en una zona de cultivo muy fuerte de amapola y mariguana”, recuerda.

Los estudios arquitectónicos, la conservación de vestigios y el registro puntual de materiales en dicho sitio, indica Punzo, se lograron gracias a la fuerte vinculación que establecieron con las autoridades comunitarias de San Bernardino de Milpillas, sin embargo, la investigación terminó abruptamente en 2010.

“En verano de 2009 recibimos una amenaza directa por parte de los grupos de sicarios de la región, Los Zetas. Nos dejaron una nota por la brecha en que transitábamos, amenazándonos de muerte, afortunadamente la comunidad nos arropó, pudimos continuar el trabajo y declaramos junto con la comunidad indígena a San Bernardino de Milpillas Chico como un bosque de alto valor cultural”.

Los arqueólogos además de colocar una cédula institucional que reconoce el valor arqueológico del sitio, trazaron polígonos de protección, hicieron barreras antifiltrantes y barreras cortafuegos. “Pero al subir a la sierra durante la última temporada de trabajo, en el trayecto pudimos ver los primeros pueblos quemados por la guerra entre cárteles”.

En diciembre de 2010, narra el investigador, se quemaron pueblos, entre ellos San Manuel, comunidad donde habían trabajado, entonces “ya no pudimos subir. Tuvimos que suspender el proyecto y no sabemos si nuestro campamento fue saqueado o quemado, ya nunca más regresamos”.

Narcolaboratorios y sembradíos.

“Ante el panorama de violencia surge continuamente una pregunta: ¿cómo cumplir cabalmente y coherentemente el cometido de dar protección al patrimonio arqueológico disperso por la amplia geografía jalisciense?”, comenta la arqueóloga Martha López Mestas, directora del Centro INAH Jalisco y quien afirma que el incremento de violencia en la entidad la ha llevado a replantear medidas de trabajo para asegurar la integridad de los investigadores a su cargo.

“Esta situación ha hecho que nos demos cuenta de que ya no podemos salir tan sencillamente a campo. Muchas de las medidas que hemos implementado son de carácter paliativo, si no es que psicológicas, ya que ante los grupos armados poco se puede hacer y el riesgo de ser levantado o de encontrarse en un tiroteo es latente”, comenta.

Por eso López Mestas se pregunta si en los próximos años los arqueólogos deberán limitarse al trabajo de gabinete y estudio de colecciones, en espera de tiempos mejores.

Para ejemplificar, la responsable del Centro INAH Jalisco realiza un breve recuento de noticias que reportan los medios de comunicación: el Cártel Jalisco Nueva Generación, con el liderazgo de Abigail González Valencia, superó al Cártel de Sinaloa en ganancias netas por el trasiego internacional de narcóticos a Europa y Asia, siendo el cártel mejor conectado con el extranjero, el proveedor número uno de la cocaína para México procedente de Colombia, Ecuador y Perú. También son la principal organización de tráfico de metanfetaminas en Canadá y Europa, al igual que los más grandes traficantes de precursores químicos de Asia y Europa hacia México.

¿Cómo afecta eso a la investigación?, se cuestiona.  “Implica que gran parte de la zona serrana de Jalisco, Colima y parte de Tierra Caliente en Michoacán, se encuentren ocupados por la presencia de narcolaboratorios que procesan clandestinamente los precursores químicos”, responde.

En ese contexto, a mediados de 2012, indica, el proyecto de salvamento arqueológico Macrolibramiento Sur de Guadalajara, tuvo que suspender temporalmente la excavación de un sitio arqueológico en el municipio de Atlacomulco que se encontraba sobre el eje del trazo de la carretera, por encontrarse a escasos 100 metros de narcolaboratorios.

Lo mismo sucedió con los sitios La Boquilla y Las Ánimas en el municipio de Tala, en donde se desmantelaron narcolaboratorios, lo cual dio origen a levantones y asesinatos en los meses de marzo y junio de 2012.

Un caso específico, narra, le sucedió al arqueólogo Eduardo Ladrón de Guevara, quien tuvo que cambiar su zona de trabajo porque acababa de suceder el derribo del helicóptero del Ejército por integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación.

“Sucedió el año pasado, cambié a Eduardo de lugar porque fue entonces cuando tiraron un helicóptero militar, le recomendé que se moviera porque estaba muy preocupada. Lo trasladamos a los Altos de Jalisco, pero tuvo una situación incómoda: se encontró con unos saqueadores que iban armados y que lo invitaron amablemente a que colaborara en el proceso de excavación”, platica la arqueóloga.

Otro problema ligado al narcotráfico es la siembra de amapola y marihuana, actividad común en la Sierra de Ameca que también afecta la conservación del patrimonio cultural.

“Los narcos suelen desmontar varias decenas de hectáreas (de bosque) ocasionando incendios forestales para (que ellos puedan) visualizar a los soldados y, en un momento dado, sembrar. Lo que sucede con esto es que todos los petrograbados ahí localizados se resquebrajan y deterioran”.

¿Cuánto bosque con patrimonio se ha quemado? 

—No lo sabemos, es un problema que están enfrentando las autoridades forestales porque se desmontan para el cultivo ilegal y lo que hemos notado es eso, que realmente el problema de afectación sobre los sitios arqueológicos es muy grande. Con el calor la piedra de los petrograbados se revienta y las áreas pequeñas como unidades habitacionales prehispánicas se arrasan para sembrar amapola o mariguana.

¿Cuántos proyectos arqueológicos se han detenido en Jalisco en los últimos dos años?

—Hemos hecho pocos. Por ejemplo, ahora tenemos el caso de una prospección arqueológica del Parque Eólico Palo Alto en el municipio de Ojuelos, pero nos recomendaron que los arqueólogos tendrían que ir cada día a campo con sus papeles de identificación porque estaba habiendo operativos militares, porque en las mesetas se estaban identificando campamentos de narcotraficantes, en teoría, relacionados con Los Zetas.

“El problema es que si los arqueólogos están en campo, cómo identificar que realmente son arqueólogos. Los estudios de campo se han vuelto riesgosos para ellos”, responde.

¿Ha buscado alguna protección o denuncia legal?

—Cuando hay afectaciones a sitios arqueológicos presentamos la denuncia con quien resulte responsable, pero la decisión de poner una denuncia en términos de violencia pensamos que debemos hacerla pero nos preguntamos si es lo indicado… como delegada tengo que estar consciente de la seguridad de los arqueólogos. Hemos tenidos casos de arqueólogos que han sido amenazados, entonces preferimos resguardar su seguridad.

Autodefensas michoacanas.

Después de que el arqueólogo José Luis Punzo terminó sus investigaciones en Durango, en 2012 le asignaron un proyecto en la cuenca del Río Balsas, región enclavada en la Tierra Caliente de Michoacán.

“Ahí el conflicto nos alcanzó porque con la llegada de Alfredo Castillo y del arresto y sustitución del gobernador, presidentes municipales y de altos funcionarios, surgieron las autodefensas. Nosotros tuvimos muy buena relación con las guardias comunitarias indígenas de Paramuén, donde pudimos hacer buen trabajo de campo con ellos, sin embargo, las autodefensas en la Huacana eran otra cosa, me gustaría aclarar que no todo es lo mismo”, platica.

En 2014 el investigador hizo salvamento arqueológico en el emplazamiento de una presa de riego en Chugüero, Huetamo, en la frontera con Guerrero y una de las zonas más conflictivas del país. “Implementamos las mismas relaciones que habíamos hecho y pudimos trabajar bajo el amparo de las autodefensas de Huetamo, con cortes y restricciones en cuanto a movilidad y horarios de trabajo”.

Fue un año tranquilo porque existía una violencia institucionalizada, es decir, los arqueólogos tenían con quien hablar y de esa forma pudieron trabajar.

“Pero la violencia apareció en la zona tras la disolución de las  autodefensas en 2015, muchas áreas quedaron bajo el control de cárteles locales y nosotros en medio. Gracias a las estrategias de comunidad, pudimos concluir los últimos seis meses del proyecto pero con intimidaciones directas a los arqueólogos. En esa zona registramos 59 sitios arqueológicos”, indica Punzo quien además comenta que a pesar de la violencia, el trabajo de investigación se continúa al igual que la vida de cientos de personas que habitan en localidades consideradas focos rojos de inseguridad.

___

Fuente: Crónica.com.mx  [Consultado el 11 de noviembre del 2016] // Fotos: Juan Tonchez. Trabajos de Recorrido de Superficie en Zacatecas, México.

Utilizaron retroexcavadora en Tzintzuntzan en 2009, denuncian

Por Marisol Gama

Durante el mes de noviembre del año 2009 y ante la orden de utilizar una máquina retroexcavadora para retirar el derrumbe de la Yacata. Los arqueólogos asistentes renunciaron al proyecto. Días después el trabajo se hacia de esta manera.

El mismo día de la intervensión de la maquina, el profesor y los estudiantes de la licenciatura de historia de la UMSN, fueron testigos de la destrucción de la Yacata.

Si no respondieron antes háganlo ahora…

Estimados colegas, amigos, muchos de ustedes conocen el caso tzintzuntzan, los más cercanos lo vivieron conmigo. Hoy a unos años de eso veo, la indignación que le produce al Sr. Oliveros lo que pasa con la contrucción del museo, pero recordaremos que después de que el mismo se empeñara en hacer una escalinata de la cual no existía registro o testigo de desplante, nosotros asistentes entonces de Oliveros renunciamos al proyecto. Recordaremos que manifestó pasar por alto los pisos policromados que entonces se descubrieron y de los cuales aún no se da noticia.

Tengamos presente que fue usted quien dio la órden de utilizar la retroexcavadora para quitar el derrumbe de la Yacata y fueron los trabajadores los que se pusieron a cargo de «excavar» , ese mismo día se bajaron cerca de 5 metros de «escombro» que no era otra cosa que parte del contexto. Ese dia los estudiantes de historia de la UMSNH estaban presentes y lo registraron todo, hay que hacer memoria de que entonces al presentar nuestro informe ni el INAH, ni el propio consejo nos hicieron el menor caso -la idea era el no escandalo- mis proyectos tienen otro rumbo pero mi deber como colega es hacer lo necesario para cambiar las cosas en nuestro trabajo, que es nuestra vida, reformar de fondo al INAH que llena de carcoma monumentos. Es una lucha constante por mejorar las cosas, es una necesidad implacable por decir lo que se hace bien y lo que da pena hasta el cansancio. Recordar es pasado y no olvidemos en qué lugar estamos presentes.

Sí habrá museo de sitio en Tzintzuntzan, Michoacán

Angélica Ayala

Corresponsal La Voz de Michoacán

Tzintzuntzan, Mich.- Los actuales pobladores del primer imperio purépecha, Tzintzuntzan, están valorando tomar las acciones pertinentes para que la zona arqueológica donde se ubican Las Yácatas sean retomadas por la comunidad y se expulse al Instituto Nacional de Antropología e Historia que tiene en resguardo el sitio arqueológico, esto después de que consideran que existe una lucha de poder interinstitucional entre los investigadores y arqueólogos en contra del titular del INAH en el país por la construcción de un museo, sobre los vestigios de lo que pudiera haber sido un complejo habitacional de los jerarcas y sacerdotes purépechas.

La postura de la comunidad

indígena respecto a la construcción del museo sobre los vestigios, la dieron a conocer a Alfonso de María y Campos, director del INAH Federal, respecto a que no están de acuerdo en que se cancele la obra del museo, ya que es una gestión que se inició el Consejo Directivo del Centro Cultural Comunitario de Tzintzuntzan, las autoridades comunitarias, el Ayuntamiento y que son apoyados por el sacerdote de la parroquia de San Francisco.

El secretario del Consejo Directivo Cultural, Filiberto Villagomez Estrada, informó que todas las decisiones que se toman es en una asamblea general en la que participan los habitantes de Tzintzuntzan y las personas no quieren que se pare la construcción del museo; sin embargo, también consideran la expropiación de la zona arqueológica al INAH de continuar estos conflicto interinstitucionales, “que vienen a dañar las acciones que se generan para que la comunidad tenga una alternativa económica, social, cultural y de pertenencia, si este conflicto sigue la comunidad está en disposición de ir y tomar las Yácatas para recuperarlas”.

Filiberto Villagomez comentó que no se permitirá que los problemas internos del INAH afecten a la comunidad y cuestionó la ética y el profesionalismo de quienes quieren que se pare la obra cuando ya tiene una avance significativo, “si dicen que tiene un acercamiento con la zona, dónde estaban cuando se colocó la primera piedra para la construcción del museo, por qué hasta ahora hacen esos señalamiento y piden que se pare la obra”.

Dijo que se tiene el respaldo del presidente municipal y de las autoridades comunitarias, “si continúan estos conflictos interinstitucionales y vienen a dañar lo que es una alternativa para nuestra comunidad, se está valorando seriamente recuperar las Yácatas porque a luz de todos se está viendo la diferencia desde el Convento y que es el ejemplo a seguir y es tener en resguardo la propia zona arqueológica”.

No hay daños a los vestigios

Respecto a los daños que pudiera ocasionar la construcción del museo sobre la zona habitacional arqueológica, Julio César Ibarra López, integrante del equipo técnico del proyecto, aseguró que las estructuras prehispánicas no sufrirán ninguna afectación, caso contrario se estarán conservando e incluso se dejará una “ventana arqueológica” donde los visitantes podrán observar los muros, además como manera de protección se colocaron capas de amortiguamiento.

El arquitecto aclaró que no se está afectando la estructura, al contrario se están preservando, ya que previo a iniciar con la construcción del museo se hizo un rescate arqueológico por el personal especializado que son los arqueólogos, “después de este rescate se dictamina la factibilidad, en este caso se colocaron algunas capas de amortiguamiento sobre las partes de las estructuras, como tal no se está afectando al vestigio se está conservando, con las capas antes mencionadas”.

Reiteró que no se están maltratando los vestigios, ya que se está cumpliendo con las normas de conservación establecidas “y mas allá de ello se tiene contemplado no afectar a ninguna de las estructuras y sobre todo el principio de reversibilidad de que todo lo nuevo se puede quitar en el caso de estructuras arqueológicas”. Es decir que todo lo construido se puede demoler en el momento que sea necesario o que la zona requiera de una mayor investigación.

Los funcionarios del INAH destruyen monumentos arqueológicos en Tzintzuntzan

Comentarios sobre la construcción el museo de Tzintzuntzan.

La zona arqueológica de Tzintzuntzan forma parte de un conjunto urbano histórico de gran importancia que tuvo su inicio durante la época prehispánica, continuó en la colonia y se mantiene hasta nuestros días, presentando una profundidad histórica poco común en nuestro país.

Su ubicación y emplazamiento a orillas del lago de Pátzcuaro, sobre la ladera del cerro Yahuarato, muestra una Zona Arqueológica formando parte de un singular paisaje natural e histórico, la volumetría, materiales de construcción, emplazamiento y texturas, se integra perfectamente a su entorno natural. Es importante enfatizar que su emplazamiento obedeció a las condiciones topográficas, es decir, desde su fundación fue un asentamiento planeado para integrarse y adaptarse a las condiciones del terreno, ponderando el respeto y admiración del paisaje cultural de la cuenca del lago de Pátzcuaro.

El espacio de Tzintzuntzan se encuentra protegido por el INAH desde hace varias décadas, los terrenos fueron parcialmente pagados desde las primeras exploraciones, sin embargo, fue hasta 1991 y 1993 cuando el Centro INAH retomó las gestiones para regularizar la tenencia de la tierra, logrando pagar algunos de los predios que forman la poligonal envolvente. En este mismo periodo se estableció la poligonal actual que integra 180 has en un sólo polígono, donde el uso del suelo fue establecido por la Delegación Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico, como restricción total reservado para la investigación y conservación de los monumentos arqueológicos. En 1993 se decidió cercar un área de 18 hectáreas aproximadamente, en este espacio se localizan los principales edificios públicos de la antigua capital purépecha. Dicho cercado presupone que se trata del lugar de mayor monumentalidad e importancia arqueológica y por lo tanto, estaría limitado a labores de investigación, conservación y difusión del patrimonio arqueológico.

Durante años, el Centro o Delegación INAH Michoacán ha pugnado por respetar dicho entorno a través de restricciones al tipo y materiales constructivos utilizados en las inmediaciones, se convenció a las autoridades municipales de construir una unidad deportiva en terrenos alejados del centro ceremonial; se ha argumentado la imposibilidad de construir una clínica y un centro educativo en terrenos que forman parte del sitio arqueológico aunque están fuera de la poligonal envolvente, por motivo de estar muy cerca de la zona protegida y para evitar la alteración visual del sitio y su entorno.

Si bien la difusión a través de un museo o sala introductoria es parte de las labores sustantivas del INAH, no se justifica la construcción de un gran edificio al interior del perímetro antes señalado.

Son muchas las razones que podemos esgrimir para exigir la reubicación de la obra.

1.- Existe afectación directa sobre los monumentos arqueológicos, la construcción se realiza sobre la plataforma que delimita por el lado sureste la plaza central de la Zona Arqueológica. Como podemos observar en las imágenes y en el mismo informe de trabajo, existen edificaciones prehispánicas en ese lugar, las cuales fueron sepultadas por la construcción del museo. Si se analiza el sitio en su conjunto, puede observarse que “La Tira” como se conoce al mencionado terreno, es una parte importante del antiguo asentamiento, tal como lo demuestra el acceso recientemente excavado y seguramente (aunque los arqueólogos del Centro INAH Michoacán desconocemos la información obtenida con las excavaciones) las construcciones o contextos ubicados en la parte superior. Por lo que una construcción moderna en ese punto es absolutamente improcedente.

2.- Se trata de una construcción ubicada dentro de la poligonal envolvente de la Zona Arqueológica. Cabe señalar que esta ZA tiene un polígono único donde el Centro INAH Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico establecieron la restricción total al uso de suelo para fines de conservación e investigación.

3.- No es una obra “reversible”.

4.- Competencia con la Zona de Monumentos. Altura de la obra supera la altura de las estructuras piramidales.

5.- Afectación al paisaje cultural. Por lo que sabemos hasta ahora, se trata de una obra de gran impacto en el entorno.

6.- Procesos de excavación con técnicas inadecuadas para la excavación de contextos primarios no alterados. El uso de calas perimetrales para ubicar los muros, falta de un manejo claro de la información de contextos evidenciada en la ausencia de dibujos en los informes arqueológicos, se omite información relacionada a los pisos y a los puntos de contacto entre las estructuras y los pisos de la plaza, falta de control de las excavaciones al dejar tirados los restos culturales junto a las excavaciones.

7.- Trabajos de restauración con criterios fuera de las normas nacionales y las recomendaciones internacionales. Historia de las restauraciones del sitio. México es uno de los países miembros de la UNESCO, organismo que ha emitido desde los años 60 una serie de recomendaciones, convenciones y declaraciones en torno a la conservación del patrimonio cultural a las que –en principio- todo país miembro debe dar seguimiento. Como puede observarse en el documento anexo, hay en varios de esos documentos una serie de argumentos con los que de entrada se demuestra la improcedencia de la construcción de un museo en el sitio donde se pretende construir.

8.- Falta de planeación en la toma de decisiones. Una constante en las recomendaciones y exigencias para aprobar proyectos por parte del Consejo de Arqueología y para asignación de recursos por la Coordinación Nacional de Arqueología es que exista un Plan de Manejo de la Zona Arqueológica y que la tenencia de la tierra sea Propiedad Federal. En este caso, no se cumplen estas dos circunstancias. Por otra parte, hay una notoria e inexplicable falta de investigación y manejo de la información existente, sea bibliografía informes y tesis, esta ignorancia les ha llevado a tomar decisiones apresuradas ubicando la obra en el lugar menos indicado y omitiendo las opiniones y trabajos previstos de parte de los investigadores del estado de Michoacán, quienes manejan y sustentan otros espacios para edificar la obra. El caso más dramático es que el Centro INAH desde hace diez años viene trabajando en una línea de investigación y difusión para conformación del paisaje urbano histórico de Tzintzuntzan, esto incluía un Museo de Sitio y una propuesta para elaborar el Plan Parcial de Ordenamiento Territorial y el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica.

9.- Normas arqueológicas y labores sustantivas del INAH. Falta de respeto a los investigadores de Michoacán. Los investigadores del Centro INAH hemos trabajado Tzintzuntzan y conocemos las problemáticas específicas del lugar, por lo que nos resulta del todo extraño no haber sido considerados para participar o por lo menos, para opinar sobre el Proyecto Especial Michoacán.

Los centros o Delegaciones del INAH son una especie de “patio trasero” de la institución y este es un buen ejemplo de la pésima administración federal, que pasa por encima de las atribuciones estatales y de la experiencia acumulada por los investigadores locales. Otros ejemplos son los mismos funcionarios siempre los mismos.

10.- Afectación total con los procesos locales de vinculación e interacción con la población local y con otras dependencias oficiales a las cuales les hemos regulado obras llegando a situaciones de gran presión como la construcción del CBTIS y la Unidad Deportiva y cuyo resultado fue la reubicación de la Unidad y la adecuación del CBTIS a las circunstancias que establece la poligonal envolvente. Varios casos más se han presentado en el pasado y las autoridades del Centro ahora Delegación INAH, han logrado ubicar o recomendar procurando siempre la menor de las afectaciones. Ahora, la mayor afectación la están haciendo los arqueólogos y arquitectos serviles a la Dirección General y Coordinación de Arqueología. Otras dependencias no están exentas de responsabilidad, por ejemplo, la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos que no han acreditado la propiedad del terreno o la Coordinación de Centros INAH que no han manifestado. Quizá lo más grave es que nosotros mismos establecimos la poligonal, la argumentamos y la hemos gestionado, pero lo que no esperábamos es que nosotros mismos la echáramos abajo.

_________________________

Fuente: Sindicato Nacional de Investigadores y Docentes del Instituto Nacional de Antropología e Historia [http://investigadoresinah.org.mx/]