
Por Nan
Preámbulo
Decidí publicar esta entrada no tanto a manera de crítica, si no de reflexión. Todo surgió el día de ayer a raíz de una charla con una colega y amiga sobre nuestros planes a futuro…
-Ella: ¿Y cuáles son tus planes a futuro?, ¿Qué te gustaría hacer?
-Yo: ….¿mis planes?….ummm pues por lo pronto titularme, ¡¡of course!! (y con una tesis nunca antes pensada por nadie más, eso ni se pregunta, pensé), después estudiar una maestría, probablemente en antropología y aplicar para UNESCO, el INAH no me agrada ¿y los tuyos?…
-Ella: …
… La charla continuó, pero no pretendo balconearme a mí o a mi amiga, el punto al que voy es que esta breve plática sobre nuestros planes a futuro nos hizo pensar en la problemática actual que viven las nuevas generaciones de arqueólogos, y por jóvenes me refiero a esa generación que está entre los 25 y 35 años (si ya sé lo que están pensando…), que la mayoría somos contratados y además pasantes!
Haciendo cálculos, de todas estas jóvenes promesas, sólo un 20% (exagerado) tiene plaza en alguna institución relacionada con la arqueología.
De acuerdo con mis cuentas, de cada 100 jóvenes arqueólogos 60 tienen trabajo relacionado con la arqueología, de esos 60, 40 ocupan puestos subordinados en algún proyecto o institución, de esos 40 solo 10 están titulados (la mayoría de la UV) y los otros treinta perciben al mes un salario entre los 5,800 a los 8,000 pesos (dependiendo el lugar y el proyecto al que estén adscritos y también de la bondad del investigador, ¿por qué no decirlo?). Por otra parte, de los 20 restantes que no tienen puestos subordinados, 2 están dirigiendo proyectos propios con presupuesto de otras instituciones y 5 dirigen proyectos con un aval del INAH, 5 tienen puestos administrativos de mandos medios, 5 estudian la maestría en instituciones de nivel aceptable, 2 obtuvieron una beca y están estudiando la maestría en instituciones de alto prestigio, 1 estudia el doctorado y de los 8 que estudiaron un postgrado solo uno obtendrá trabajo y este será en el extranjero, los otros siete trabajarán en México percibiendo un salario (con suerte) de titulado, porque las instituciones no tienen presupuesto para cubrir los gastos de un doctor no adscrito a la institución en cuestión.
Debo aclarar que estas cifras las he calculado haciendo remembranza de las historias personales de mis amigos y colegas cercanos, es parte del retrato de nuestra realidad en la práctica cotidiana de la arqueología. Por supuesto que la inquietud continúa y me gustaría preparar una encuesta formal para sustentar con datos más precisos lo que estoy mencionando. Sin embargo, puedo decir que las preocupaciones y las quejas de los compañeros en cuanto a la práctica arqueológica son siempre las mismas, las oportunidades de trabajo realmente son pocas y muchas veces no dependen de tu talento.
Es entonces cuando nos preguntamos ¿Para qué seguir preparando arqueólogos que cuando salgan se enfrentarán a estas condiciones? La realidad es que el INAH no se da abasto y hoy en día ya no es la opción (como me decía alguna vez una maestra muy querida de la ENAH: “el INAH ya no es lo que era hace veinte años cuando yo entré”).
Pero el problema no es la institución si no los que formamos parte de ella, porque lamentablemente desde los inicios fomentamos una idea mediocre respecto a la inserción al mundo productivo, es decir, las escuelas antropológicas no promueven la competencia, ni promueven el desarrollo profesional de sus estudiantes, porque por generaciones y generaciones seguimos cometiendo los mismos errores y generando los mismos prejuicios.
Debido a lo anterior preparé esta pequeña crítica tomada de experiencias propias y ajenas, para que aquellos que queremos cambiar las cosas lo tomemos a manera de reflexión…
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TRECE REQUISITOS PARA SER BUEN ARQUEÓLOGO
1. Primero y antes que nada aprenda el concepto y uso del verbo PENDEJEAR y practique como si fuera un nuevo deporte, recordando siempre que todos son “pendejos” en el mundo menos usted.
2. Haga del PREJUICIO una virtud (pero grítele al mundo que usted antes que arqueólogo (a) es antropólogo (a) y que los antropólogos (as) no tienen prejuicios) y no se junte con los nacos, los jodidos, los indios, los putos…… pero sobre todas las cosas evite a los pendejos …no vaya a ser que lo anden relacionando con ellos.
3. Desarrolle su DELIRIO DE PERSECUCIÓN y recuerde que como en la historia de Orwell…. un mundo nos vigila y todo, absolutamente todo, lo que usted diga puede (y “debe”) ser utilizado en su contra (y por supuesto que viceversa: usted puede usar todo en contra de alguien).
4. Como antropólogo usted tiene que aprender el principio de la RECIPROCIDAD (entiéndase como: ¡ahora va la mía puto!).
5. La NEUROSIS es un requisito más importante (y además bien vista) que el promedio para entrar a cualquier institución, así es que no sienta vergüenza al respecto.
6. Procure NO ACCIDENTARSE… ¡por favor! Recuerde que usted es el empleado(a) (no aplica al patrón) y si se accidenta o se enferma eso le genera un gasto a la institución (además tenga en cuenta que si usted se accidenta el INAH lo borrará del sistema, entiéndase como: ¡No lo conocemos!).
7. Aprenda bien las ETAPAS EVOLUTIVAS del arqueólogo (y quien no esté de acuerdo con esto es un pendejo -ver punto 1-): pase 6 años de estudiante, 3 de paseante, otros 2 de pasahambre, 2 de tesista (y sólo dos, porque si no tengo que repetir materias) y cuando usted rasque los cuarenta ya con toda su experiencia podrá aplicar para una maestría (antes no, no sea pendejo).
8. Pase 10 años de su vida como CHALÁN de algún investigador, chance y le da un infarto y usted puede quedarse con la plaza.
9. Ligado al anterior, y dice: NO SE DEPRIMA al darse cuenta que después de diez años dedicados a la institución, le dieron la plaza a la chava frondosona que compitió con usted el día del examen.
10. ¡AGUANTESE! (Como Jesucristo ponga la otra mejilla, que es su obligación) y no se queje, recuerde que no tiene vida personal, usted le pertenece a la institución de lunes a domingo y días festivos (no pida que le paguen doble estos últimos, no sea encajoso).
11. BARBEROS vs Preparados, entiéndase como: no importa su grado de preparación siempre y cuando usted este dispuesto a discutirse las chelas, téngalo muy presente porque de esto depende su futuro profesional.
12. Recuerde que la idea del ÉXITO depende de qué tan exitoso crean los demás que eres, no de que en verdad lo seas.
13. Y finalmente… tenga ¡¡MIEDO!! Porque nosotros sabemos lo que usted está pensando…. y lo vamos a vetar.
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La reflexión se las dejo de tarea… por lo pronto comencemos a armar esa encuesta, ¿no? Y recuerden que el cambio depende de nosotros, de aceptar o no las viejas normas y de comenzar a vislumbrar otras opciones, de volvernos más competitivos adquiriendo mejores herramientas y actitudes, principalmente actitudes.
Nos leemos la próxima semana…
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