#LasPrestadas: Afrenta a la vida institucional.

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Por Tomás Juárez

En días recientes, las redes sociales y los medios de comunicación han abordado profusamente la noticia del fallido intento de restauración de la estatua ecuestre de Carlos IV, conocida cariñosamente como el Caballito. La indignación por el daño al Caballito ha sido generalizada. Sin embargo, la atroz “limpieza” con ácido nítrico no es lo que particularmente preocupa en este caso, sino una serie de acciones que ilustran la falta de respeto hacia las instituciones, así como el desconocimiento de la conservación como una disciplina profesionalizada y especializada.

Primeramente cabe cuestionarse cómo es que el gobierno del Distrito Federal adjudicó de manera directa la restauración de una obra tan emblemática a una persona sin formación profesional en la conservación de objetos metálicos. Todo apunta a que fue una decisión fundada en el amiguismo, o al menos en criterios presupuestales, pero en definitiva no justificada profesionalmente.

Aún más desafortunado es el total desconocimiento de la legislación en materia de protección patrimonial por parte del Fideicomiso del Centro Histórico (FCH), que no se preocupó por contar con la licencia de restauración, otorgada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC). Eufemística o tramposamente, el FCH ha alegado una “descoordinación” con el INAH. Parece que no basta, entonces, una ley federal emitida hace más de 40 años ni una historia de más de 70 años de la institución encargada de la conservación, investigación y difusión del patrimonio cultural, para que las autoridades locales y los fideicomisos creados ex profeso para la revitalización de centros históricos conozcan las competencias del INAH y los procedimientos estipulados para la intervención de monumentos históricos. Y no es sólo el desconocimiento legal y de las competencias institucionales lo que preocupa en este caso, sino el hecho de que una instancia del gobierno le meta el pie a otra.

Por si fuera poco, en las redes sociales han destacado una serie de figuras públicas a quienes les sobra ego y les falta conocimiento de causa. Estos “centinelas” del patrimonio se han dedicado a convocar a sus distinguidos contactos, quienes —adulándose mutuamente— se dicen capaces de encontrar la solución al daño infligido al Caballito sin convocar, claro, a ninguna persona realmente especialista en el tema (quizá por no estar en su red de contactos). Esto lo hacen, curiosamente, vapuleando al INAH y a sus autoridades —quienes de hecho frenaron la intervención de manera temprana— y simultáneamente alabando al director del FCH, Inti Muñoz, quien es uno de los mayores responsables del daño a la escultura.

En estos días veremos cómo evoluciona el caso. Esperemos que el FCH y la Autoridad del Centro Histórico respeten los procedimientos para el otorgamiento de la licencia y lleven a buen término los trabajos necesarios para asegurar la conservación de este monumento histórico. El INAH tendrá que hacer mayores esfuerzos con las distintas instancias de gobierno para promover el correcto seguimiento de los procedimientos, y quizá incluso emprender acciones legales para sentar precedentes que eviten que este tipo de casos se repitan. También es importante que se permita el funcionamiento del Consejo de Conservación-Restauración de la CNCPC, ya que esta instancia colegiada promoverá la regulación de las acciones de conservación y restauración del patrimonio cultural y abonará al reconocimiento de la disciplina.

Si alguna lección debe dejarnos esta desafortunada “restauración” es que no pueden pasarse por alto las competencias institucionales. Sin esto último no sólo se cometen atropellos al patrimonio cultural, sino que se ahoga a las instituciones y a la misma vida pública del país.

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Fuente: http://elpresentedelpasado.com/2013/09/27/afrenta-a-la-vida-institucional/

A debacle, investigación científica en el INAH

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Por Luis Carlos Sánchez

CIUDAD DE MÉXICO, 17 de junio.- La investigación, una de las tareas sustantivas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es también una de las más golpeadas. A pesar de que el número de zonas arqueológicas, museos de sitio y monumentos históricos abiertos al público ha aumentado, la cantidad de especialistas encargados de su estudio ha disminuido más de una cuarta parte en las dos últimas décadas.

Son varias las razones provocan la debacle. “Ha habido desinterés por parte de los funcionarios hacia la investigación, se han enfocado más a la cuestión turística y, para quienes sólo están interesados en lo turístico, es suficiente lo que hay en las zonas arqueológicas o los monumentos históricos”, considera Sergio Gómez, arqueólogo que desarrolla un proyecto de exploración en Teotihuacán.

En 1994, Rafael Tovar y de Teresa, actual presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), registró en su libro Modernización y política cultural (FCE) que el INAH contaba con mil 234 plazas para docentes. Según cálculos de los propios investigadores hoy sólo existen 860 expertos aunque la cifra podría ser mucho menor. La página oficial de la dependencia (http://www.inah.gob.mx/academia/investigacion) señala que apenas “más de 400 académicos” llevan a cabo investigación científica en el país.

“Uno de nuestros reclamos a la anterior administración es que estaba muy empeñada en abrir zonas arqueológicas, nosotros sugerimos, que de la misma forma tendría que incrementarse el número de investigadores”, agrega Gómez. Durante la administración pasada, encabezada por Alfonso de Maria y Campos, el país sumó la apertura de 15 nuevos sitios arqueológicos pero no experimentó el incremento de expertos.

Con Sergio Raúl Arroyo esta política continuará: el 6 de junio pasado, el funcionario declaró en Mérida a la agencia Notimex, que durante la presente administración se espera la apertura de al menos 18 sitios arqueológicos, principalmente en la zona norte del país.

“Han convertido esto más en una institución de turismo, que le hace competencia a la abocada a esa tarea, que una de investigación y protección”, considera el especialista Jorge Angulo, quien cuenta con más de 55 años de trabajo en el INAH. “Los que han estado a cargo de la institución no les interesa que se conozca más del pasado, cómo se formaron las culturas y se desarrollaron: no hay interés”, agrega.

Volver los ojos a la investigación, sin embargo, fue uno de los objetivos que Arroyo planteó al menos en el discurso. A su llegada a la dirección del INAH, el 12 de diciembre del año pasado, afirmó en el Museo Nacional de Antropología que uno de sus “principales objetivos” sería “reconocer y fortalecer a la investigación académica como el núcleo de la función pública del Instituto Nacional de Antropología e Historia”.

Gómez dice que Arroyo ha planteado que atenderá la demanda de incrementar la investigación, “esperaríamos que fuera de esta manera”.

Pero para Angulo el panorama se visualiza complicado: “tiene muchos contratos ya hechos por las autoridades pasadas, un ejemplo es el edificio de Aristos que se come mucho del presupuesto en renta y burocracia (más de 30 millones de pesos tan sólo en renta) y él no lo puede resolver el que se pueda utilizar ese dinero en nuevas investigaciones. Y como ésa, hay una serie de elementos que se han anquilosado en la institución”, opina.

Felipe Echenique March, secretario general del sindicato de investigadores del INAH, tampoco tiene muchas esperanzas.

“Su actuación pasada no fue diferente a la de Teresa Franco. Arroyo me tiene muy desconcertado primero por el caso de Teotihuacán y, segundo porque no cambia a los funcionarios: Nelly Robles sigue siendo intocada, Oaxaca sigue siendo un cacicazgo de ella; además, está reciclando mucha gente de su viejo equipo que ya habían dado muestras de su desapego a la institución. En el discurso está que va fortalecer la vida académica pero las señales que manda no son muy claras”.

Varias centenas más

Los especialistas del INAH consideran que para enderezar la brecha de la investigación se requiere, por lo menos, regresar a las mil 234 plazas que existían en 1994.

“Estamos sugiriendo que por lo menos se necesita 50 por ciento más de lo que existe ahorita; para empezar unos 400 o 500 investigadores más”, señala Sergio Gómez. En principio recuperar lugares para la investigación no requiere más presupuesto sino revisar cómo han sido ocupadas las plazas de investigadores fallecidos y que funcionarios administrativos las han ocupado.

Un ejemplo es la plaza que tuvo el escritor y ensayista Carlos Monsiváis como investigador de la Dirección de Estudios Históricos.

“Nosotros sugeríamos que su plaza se dividiera en dos, eso no iba causar ninguna afectación al presupuesto pero los funcionarios de la administración pasada nunca aceptaron subdividirla. Así ha sucedido con muchos investigadores que lamentablemente han fallecido: sus sitios se quedan uno, dos años o más tiempo sin ser utilizados o los utilizaban los funcionarios para cubrir puestos de confianza, trabajo administrativo y acrecentar la burocracia”, agrega el arqueólogo.

Después de la publicación de Tovar y de Teresa, afirma Felipe Echenique, comenzaron a congelarse plazas, “la de José Luis Lorenzo o del ingeniero Bárcenas se perdieron, a De Maria le planteamos por lo menos 50 plazas que tenían nombre y apellido”.

Pero la cosa quedó ahí, mientras el número de investigadores sigue disminuyendo, lugares como Teotihuacán apenas cuentan con cuatro expertos para más de 300 hectáreas de una zona que en términos de estudio es un cuerno de la abundancia.

Condiciones desfavorables de contratación

Las autoridades del INAH han sustituido la demanda de investigadores contratando a jóvenes científicos en condiciones desfavorables.

“Mucho del trabajo lo está realizando personal contratado que, desafortunadamente, no tiene seguro social y ninguna prestación, casi ninguno de los arqueólogos contratados tiene alguna prestación que por ley se les debiera dar.

“A muchos de ellos se les contrata por tres, cuatro o cinco meses, se les despide y deben andar buscando chambas en cualquier lado, eso crea un perjuicio al trabajo de investigación que realizamos”, señala Sergio Gómez.

Jorge Angulo, quien parte de su trabajo ha consistido en enseñar a las nuevas generaciones dice que “en los dos últimos sexenios fue disminuyendo el número de investigadores. Se siguen titulando de las escuelas arqueólogos, antropólogos, especialistas pero no hay trabajo para ellos.

“Los presupuestos que han entrado al INAH en los dos últimos dos sexenios, y que han aumentado notablemente, se han dedicado a alquilar edificios como Aristos.

En cambio hay muchos estudiantes o colegas que andan manejando taxis porque no les conviene o no tienen una oportunidad para entrar a la institución”, dice.

Disminuir la investigación, agrega Felipe Echenique, “ha sido una política que se ha impulsado desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, de cambiar a la institución, pasar de ser una de investigación y conservación física, jurídica y simbólica a una de administración de lo antropológico e histórico ya dado.

“Lo que menos les interesa es que se renueve la plantilla de profesores e investigadores y que ésta crezca”.

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Cifras:

Investigadores en 1994: mil 234

Investigadores actuales: 860

Investigadores según INAH: más de 400

Mandos medios en 1994: 360

Mandos medios en 2013: 560

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Fuente: http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/06/17/904433

VII Coloquio de Arqueología. ABANDONO Y DESTRUCCIÓN. El final de las ciudades mesoamericanas

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

COORDINACIÓN NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA

DIRECCIÓN DE ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS

MUSEO DEL TEMPLO MAYOR

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Del 27 al 31 de agosto de 2012

Auditorio Eduardo Matos Moctezuma

Museo del Templo Mayor

Centro Histórico, ciudad de México

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PROGRAMA

Lunes 27 de agosto

10:00 horas

Inauguración

Nelly Robles García, Coordinación Nacional de Arqueología

Carlos Javier González González, Dirección del Museo del Templo Mayor

Morrison Limón Boyce, Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA)

10:15 – 11:00 horas

LA ÚLTIMA ETAPA DE OCUPACIÓN DE PLAN DE AYUTLA

Luis Alberto Martos López, DEA

11:10 – 12:00 horas

TEPEXI PROVINCIA POPOLOCA, AUGE Y ABANDONO

Noemí Castillo Tejero, DEA

12:30 – 13:20 horas

PARA UNA SEMIOSIS DEL ABANDONO DE CIUDADES A PARTIR DE LOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS

Jesús Evaristo Sánchez Sánchez, DEA

13:30 – 14:20 horas

SONIDOS MEXICANOS PROHIBIDOS Y ABANDONADOS

Roberto Velázquez Cabrera, Instituto Virtual de Investigación Tlapitzcalzin

Martes 28 de agosto

10:00 – 10-50 horas

DEL ABANDONO A LA REAPROPIACIÒN DEL PAISAJE RITUAL XOCHIMILCA

Araceli Peralta Flores, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos

11:00 – 11:50 horas

DATOS SOBRE EL ABANDONO Y DESTRUCCIÓN DEL EDIFICIO 4 DE LA CIUDAD DE TULA

Fernando Báez Urincho, Proyecto Tula, DEA

12:30 – 13-20 horas

TRES ETAPAS EN EL DESARROLLO DE LA URBE TEOTIHUACANA

Jorge Angulo Villaseñor, DEA

13:40 – 14:30 horas

EL FIN DE XOCHICALCO, ¿UNA DESTRUCCIÓN RITUAL?

Arnold Lebeuf, Instituto por la Historia de la Religiones, Universidad Jagielonica de Cracovia, Polonia

Miércoles 29 de agosto

10:00 – 10:50 horas

DESARROLLO TÉCNICO CONSTRUCTIVO DEL TEMPLO MAYOR DESDE LA ETAPA I HASTA LA ÚLTIMA ETAPA CONOCIDA

Osiris Quezada Ramírez

11:00 – 11:50 horas

LAS PINTURAS DE MITLA, OAXACA

Bernd Fahmel, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM

12:20 – 13:30 horas

ARQUEOLOGÍA EN LOTES BALDÍOS

Violeta Patricia Vargas Castro, DEA

13:40 – 14:30 horas

PROCESOS DE ABANDONO DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS DEL CUEXCOMATE, MORELOS Y LAS PALOMAS EN HIDALGO AL MOMENTO DEL CONTACTO

Mauricio Gálvez Rozalez, Omar García Zepeda y Roberto Israel Fuentes Martínez, Dirección de Salvamento Arqueológico

Jueves 30 de agosto

10:00 . 10:50 horas

POSIBLE BARRIO DE COMERCIANTES EN LA CIUDAD DE TULA, EXAMEN DE INDICADORES ARQUEOLÓGICOS Y LAS HUELLAS DE SU ABANDONO

Horacio Javier Figueroa Silva, Proyecto Tula, DEA

10:40 – 11:50 horas

FIN DE TULA

Luis Manuel Gamboa Cabezas, Centro INAH Hidalgo

Nadia Vélez Saldaña, Proyecto Tula, DEA

12:30 – 13:20 horas

EL COLAPSO DE TULA TOLTECA: UN PROCESO REGIONAL

Robert H. Cobean, DEA

13:20 – 14:20 horas

EXPLOTACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LA OBSIDIANA VERDE Y LA ESTABILIDAD DEL PODER

Alejandro Pastrana Cruz, DEA

Viernes 31 de agosto

10:00 – 10:50 horas

TEHUACÁN, PROVINCIA POPOLOCA, AUGE Y ABANDONO

Ramón López Valenzuela, DEA

11:00 – 11:50 horas

TAJÍN EN EL ABANDONO DE LA CIUDAD Y LOS FENÓMENOS DEL JUEGO DE PELOTA EN UN CAMBIO CLIMÁTICO

Patricia Castillo Peña, Centro INAH Veracruz

12:20  13:30 horas

REGISTRO DE INUNDACIONES EN EL ÁREA DE TAJÍN

María Eugenia Maldonado Vite, Centro INAH Veracruz

13:30 – 14:30 horas

IDEAS SOBRE EL COLAPSO DE LAS GRANDES METRÓPOLIS: EL CASO DE TEOTIHUACAN DESDE UNA PERSPECTIVA DIACRÓNICA

Sergio Gómez Chávez, Zona Arquelógica de Teotihuacan

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Cupo limitado a 139 espacios

Entrada Libre

Constancia de asistencia

Coordinación: Rosalba Nieto Calleja, DEA

Recuperan piezas arqueológicas de más de 2,000 años robadas en México

La Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía) ha explicado en un comunicado que las piezas estaban en poder de una persona que intentaba venderlas en las inmediaciones del Boulevard Tepic-Xalisco.

Tras una denuncia ciudadana, el sujeto fue detenido por el delito de violación de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, ha explicitado.

Las piezas recuperadas son de origen prehispánico y representativas de la tradición cultural de las Tumbas de Tiro (200 a.C. – 400/450 d.C.).

En el grupo hay cuatro esculturas antropomorfas femeninas, huecas, en posición sedente y estilo chinesco, una vasija-efigie zoomorfa y tres cuencos bicromo de pared recta divergente.

Además, un cuenco policromo, otro bicromo de pared ligeramente curva y borde redondeado, una figura antromorfa hueca, femenina y en posición de pie y una vasija zoomorfa monocroma hueca.

Las piezas serán entregadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia en Nayarit (INAH) “para su debido resguardo, administración y protección del patrimonio arqueológico de la Nación”, según la PGR.

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Fuente: Portal «Qué!» http://www.que.es/cultura/201208082103-recuperan-piezas-arqueologicas-2000-anos-efe.html

Los funcionarios del INAH destruyen monumentos arqueológicos en Tzintzuntzan

Comentarios sobre la construcción el museo de Tzintzuntzan.

La zona arqueológica de Tzintzuntzan forma parte de un conjunto urbano histórico de gran importancia que tuvo su inicio durante la época prehispánica, continuó en la colonia y se mantiene hasta nuestros días, presentando una profundidad histórica poco común en nuestro país.

Su ubicación y emplazamiento a orillas del lago de Pátzcuaro, sobre la ladera del cerro Yahuarato, muestra una Zona Arqueológica formando parte de un singular paisaje natural e histórico, la volumetría, materiales de construcción, emplazamiento y texturas, se integra perfectamente a su entorno natural. Es importante enfatizar que su emplazamiento obedeció a las condiciones topográficas, es decir, desde su fundación fue un asentamiento planeado para integrarse y adaptarse a las condiciones del terreno, ponderando el respeto y admiración del paisaje cultural de la cuenca del lago de Pátzcuaro.

El espacio de Tzintzuntzan se encuentra protegido por el INAH desde hace varias décadas, los terrenos fueron parcialmente pagados desde las primeras exploraciones, sin embargo, fue hasta 1991 y 1993 cuando el Centro INAH retomó las gestiones para regularizar la tenencia de la tierra, logrando pagar algunos de los predios que forman la poligonal envolvente. En este mismo periodo se estableció la poligonal actual que integra 180 has en un sólo polígono, donde el uso del suelo fue establecido por la Delegación Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico, como restricción total reservado para la investigación y conservación de los monumentos arqueológicos. En 1993 se decidió cercar un área de 18 hectáreas aproximadamente, en este espacio se localizan los principales edificios públicos de la antigua capital purépecha. Dicho cercado presupone que se trata del lugar de mayor monumentalidad e importancia arqueológica y por lo tanto, estaría limitado a labores de investigación, conservación y difusión del patrimonio arqueológico.

Durante años, el Centro o Delegación INAH Michoacán ha pugnado por respetar dicho entorno a través de restricciones al tipo y materiales constructivos utilizados en las inmediaciones, se convenció a las autoridades municipales de construir una unidad deportiva en terrenos alejados del centro ceremonial; se ha argumentado la imposibilidad de construir una clínica y un centro educativo en terrenos que forman parte del sitio arqueológico aunque están fuera de la poligonal envolvente, por motivo de estar muy cerca de la zona protegida y para evitar la alteración visual del sitio y su entorno.

Si bien la difusión a través de un museo o sala introductoria es parte de las labores sustantivas del INAH, no se justifica la construcción de un gran edificio al interior del perímetro antes señalado.

Son muchas las razones que podemos esgrimir para exigir la reubicación de la obra.

1.- Existe afectación directa sobre los monumentos arqueológicos, la construcción se realiza sobre la plataforma que delimita por el lado sureste la plaza central de la Zona Arqueológica. Como podemos observar en las imágenes y en el mismo informe de trabajo, existen edificaciones prehispánicas en ese lugar, las cuales fueron sepultadas por la construcción del museo. Si se analiza el sitio en su conjunto, puede observarse que “La Tira” como se conoce al mencionado terreno, es una parte importante del antiguo asentamiento, tal como lo demuestra el acceso recientemente excavado y seguramente (aunque los arqueólogos del Centro INAH Michoacán desconocemos la información obtenida con las excavaciones) las construcciones o contextos ubicados en la parte superior. Por lo que una construcción moderna en ese punto es absolutamente improcedente.

2.- Se trata de una construcción ubicada dentro de la poligonal envolvente de la Zona Arqueológica. Cabe señalar que esta ZA tiene un polígono único donde el Centro INAH Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico establecieron la restricción total al uso de suelo para fines de conservación e investigación.

3.- No es una obra “reversible”.

4.- Competencia con la Zona de Monumentos. Altura de la obra supera la altura de las estructuras piramidales.

5.- Afectación al paisaje cultural. Por lo que sabemos hasta ahora, se trata de una obra de gran impacto en el entorno.

6.- Procesos de excavación con técnicas inadecuadas para la excavación de contextos primarios no alterados. El uso de calas perimetrales para ubicar los muros, falta de un manejo claro de la información de contextos evidenciada en la ausencia de dibujos en los informes arqueológicos, se omite información relacionada a los pisos y a los puntos de contacto entre las estructuras y los pisos de la plaza, falta de control de las excavaciones al dejar tirados los restos culturales junto a las excavaciones.

7.- Trabajos de restauración con criterios fuera de las normas nacionales y las recomendaciones internacionales. Historia de las restauraciones del sitio. México es uno de los países miembros de la UNESCO, organismo que ha emitido desde los años 60 una serie de recomendaciones, convenciones y declaraciones en torno a la conservación del patrimonio cultural a las que –en principio- todo país miembro debe dar seguimiento. Como puede observarse en el documento anexo, hay en varios de esos documentos una serie de argumentos con los que de entrada se demuestra la improcedencia de la construcción de un museo en el sitio donde se pretende construir.

8.- Falta de planeación en la toma de decisiones. Una constante en las recomendaciones y exigencias para aprobar proyectos por parte del Consejo de Arqueología y para asignación de recursos por la Coordinación Nacional de Arqueología es que exista un Plan de Manejo de la Zona Arqueológica y que la tenencia de la tierra sea Propiedad Federal. En este caso, no se cumplen estas dos circunstancias. Por otra parte, hay una notoria e inexplicable falta de investigación y manejo de la información existente, sea bibliografía informes y tesis, esta ignorancia les ha llevado a tomar decisiones apresuradas ubicando la obra en el lugar menos indicado y omitiendo las opiniones y trabajos previstos de parte de los investigadores del estado de Michoacán, quienes manejan y sustentan otros espacios para edificar la obra. El caso más dramático es que el Centro INAH desde hace diez años viene trabajando en una línea de investigación y difusión para conformación del paisaje urbano histórico de Tzintzuntzan, esto incluía un Museo de Sitio y una propuesta para elaborar el Plan Parcial de Ordenamiento Territorial y el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica.

9.- Normas arqueológicas y labores sustantivas del INAH. Falta de respeto a los investigadores de Michoacán. Los investigadores del Centro INAH hemos trabajado Tzintzuntzan y conocemos las problemáticas específicas del lugar, por lo que nos resulta del todo extraño no haber sido considerados para participar o por lo menos, para opinar sobre el Proyecto Especial Michoacán.

Los centros o Delegaciones del INAH son una especie de “patio trasero” de la institución y este es un buen ejemplo de la pésima administración federal, que pasa por encima de las atribuciones estatales y de la experiencia acumulada por los investigadores locales. Otros ejemplos son los mismos funcionarios siempre los mismos.

10.- Afectación total con los procesos locales de vinculación e interacción con la población local y con otras dependencias oficiales a las cuales les hemos regulado obras llegando a situaciones de gran presión como la construcción del CBTIS y la Unidad Deportiva y cuyo resultado fue la reubicación de la Unidad y la adecuación del CBTIS a las circunstancias que establece la poligonal envolvente. Varios casos más se han presentado en el pasado y las autoridades del Centro ahora Delegación INAH, han logrado ubicar o recomendar procurando siempre la menor de las afectaciones. Ahora, la mayor afectación la están haciendo los arqueólogos y arquitectos serviles a la Dirección General y Coordinación de Arqueología. Otras dependencias no están exentas de responsabilidad, por ejemplo, la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos que no han acreditado la propiedad del terreno o la Coordinación de Centros INAH que no han manifestado. Quizá lo más grave es que nosotros mismos establecimos la poligonal, la argumentamos y la hemos gestionado, pero lo que no esperábamos es que nosotros mismos la echáramos abajo.

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Fuente: Sindicato Nacional de Investigadores y Docentes del Instituto Nacional de Antropología e Historia [http://investigadoresinah.org.mx/]