#Yoreconozcotutrabajo / «Don Carlos es un señor que me colaboró muchísimo en la apertura de pozos de sondeo en mi trabajo de tesis en una hacienda Colonial llamada Catama que queda en el municipio de Funza en Cundinamarca, Colombia… Era demasiado rápido, que si yo le decía que bajara hasta diez centímetros, él se pasaba hasta 20 y me decía «uy señorita otra vez me pasé»… Siempre preguntaba que si ya casi encontrábamos el tesoro de los indios… encontré un tesoro no precisamente material en el cariño de la gente de la Hacienda».// #Reconoce: Lorena María Cruz Coral. Estudiante Arqueología Universidad Externado de Colombia.
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Haciendas: La importancia de su arquitectura
Por: Mónica Rodríguez
Con las encomiendas y la repartición de tierras, en la segunda mitad del siglo XVI; tiene sus orígenes la hacienda, que a partir del siglo XVII y hasta el Porfiriato, esta constituye una unidad productiva con una organización compleja; con las siguientes características: a) tenía dominio sobre los recursos naturales de la zona (agua y tierra), b) dominio sobre la fuerza de trabajo y c) dominio sobre los mercados regionales y locales.
(cc) Hacienda de San Antonio Ometusco / Juan Tonchez
Algunas de las primeras haciendas estuvieron ubicadas principalmente en las zonas agrícolas del territorio central del virreinato, actualmente corresponde a los estados de Guerrero, Michoacán, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Se ha hablado sobre el importante papel que tuvieron las haciendas en la economía del país, se sabe que la actividad a la que se dedicaban estaba determinada por su entorno natural; por ejemplo hubo haciendas agrícolas, ganaderas, mineras, henequéneras, azucareras y pulqueras principalmente.
Para los primeros años del siglos XVII, las haciendas de Tlaxcala ya estaban consolidadas. Durante la colonia, Tlaxcala contaba con haciendas principalmente agrícolas, ganaderas y de producción mixta. Entre tanto en el Porfiriato se introdujo el ferrocarril, lo que proporciono a las haciendas beneficios tales como: incremento en la venta de sus productos además de un menor costo en el traslado.
Una de las causas de la Revolución de 1910, fue el aumento en el proceso de concentración de grandes extensiones de tierras, estuvieran en manos de unos pocos, por lo que se tomo en cuenta en el articulo 27 de la constitución de 1917, estableciendo las bases para la liquidación de las haciendas. Y de esta forma se puso fin legal al establecimiento hacendario en el país.
Muchas de las investigaciones que se han realizado sobre las haciendas tratan los aspectos formativo y económico dándole diferentes enfoques por ejemplo Charles Gibson, Francois Chavalier y Gissela Von Wobeser, hablan sobre los orígenes de la hacienda, Enrique Florescano y Edith Boorteir han estudiado su desarrollo, transformación y evolución en las diversas épocas; Jan Bazant y Enrique Semo analizaron lo referente a la producción y los mercados de consumo. Solo por mencionar algunos.
Y aunque hay una gran cantidad de trabajos sobre este tema, son de llamar la atención las pocas investigaciones que existen sobre su arquitectura. Tal es el ejemplo de Joaquín García Lazo y Gisela Von Wobeser que en su texto existe la descripción de ciertas construcciones de este tipo, pero de manera muy general y breve, en algunas ocasiones solo mencionan los materiales con los que fueron construidos. Además de una breve descripción de los edificios que se podían encontrar en las haciendas tales como la capilla, la casa del hacendado, los establos, la troje, las bodegas etc. La distribución de la arquitectura de las haciendas no es la misma para todas, ya que esta dependía del tipo de producción.
La hacienda esta constituida por un conjunto de edificios interrelacionados en sus funciones, por lo que generalmente la disposición de los edificios estaba relacionada a un partido arquitectónico previo, con el cual se construían los otros inmuebles contemplando el vinculo que había con los otros espacios además de los factores ambientales del lugar con esto se obtenía un funcionamiento adecuado para las necesidades de cada hacienda.
La hacienda arquitectónicamente hablando esta formada por varios edificios, que servían para realizar una serie de actividades, espacios designados para la producción, habitación, administración e instrucción, al conjunto de estos edificios se le conoce como casco, por ejemplo en Tlaxcala se presentan en tres tipos diferentes: a) aquellas en las que sus edificios forman una unidad, b) las que están construidas por formas dispersas y c) las conformadas por una o varias unidades arquitectónicas aisladas entre si o de otras edificaciones
Un espacio arquitectónico es representativo del modo de vivir de una época. Principalmente en el aspecto socioeconómico donde las circunstancias son muy diferentes. El ambiente rural tiene grandes modificaciones, la tecnología representada por los procesos constructivos y los materiales usados.
El desconocimiento de los inmuebles de las haciendas y del vínculo que tienen unos con otros es posible que impida entenderla como una unidad arquitectónica al servicio de la producción. Para lograr este propósito es necesario entender que la arquitectura es un fenómeno cultural socio-antropológico, producido en el área rural y que tiene connotaciones muy diferentes a las que se encuentran edificadas en la ciudad.
Los métodos empleados en el estudio de la arquitectura generalmente se han caracterizado por juzgar solamente la cualidad estética de determinado inmueble limitándose la mayoría de los casos al análisis formal.
La distribución arquitectónica de las haciendas así como los sistemas constructivos que se emplearon en la edificación de dichos inmuebles y por la estrecha relación que hay entre estos edificios y los modos de vida de quienes trabajaron tanto en su construcción, como en la producción. Ya que el modo de vida es de carácter central dentro de los conceptos de la Arqueología Social y dado que es una categoría mediadora entre la formación económica, social y cultural que integran el sistema productivo, con las relaciones que existen entre los seres sociales y las relaciones que puedan tener con el medio ambiente. Sobre todo en la obtención de materia prima.
(cc) Detalle de la Fachada Principal / Juan Tonchez
(cc) Exteriores de la Hacienda / Juan Tonchez
(cc) Capilla de la Hacienda / Juan Tonchez
(cc) Espacios de producción / Juan Tonchez
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Sobre la autora: Mónica Martha Rodríguez Martínez. Pasante en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Sus Principales intereses son la arquitectura y cerámica colonial así como su desarrollo durante la época del contacto./ [monic_rm05@yahoo.com.mx]
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DE LA CASA #153: HACIENDAS DE MORELOS Y UN POCO DE HISTORIA / RAD.
Por Raúl Alva Durán
La hacienda es heredera directa de la sociedad feudal y la encomienda, con la salvedad de que la hacienda, en su periodo final, gozó los beneficios de las innovaciones tecnológicas del siglo XIX. La vertiginosa caída que experimentó este sistema durante la Revolución Mexicana, obligó al grupo triunfante a modificar -de forma pero no de fondo- las relaciones sociales de producción. La enorme acumulación de poder y dinero que gozaron los hacendados a finales del XIX y principios del XX fue uno de los factores que provocaron el movimiento armado, que en Morelos alcanzó su nivel más alto de organización.
Durante el Porfiriato las haciendas alcanzaron su máximo apogeo. Los promedios de extensión oscilaban entre las diez mil y las cien mil hectáreas; incluso una, la de Luis Terrazas en Chihuahua, alcanzó las 400,000 hectáreas. En Morelos la extensión no fue tan grande, a excepción de las propiedades de Luis García Pimental, cuyas haciendas de Santa Clara, Tenango y San Ignacio, totalizaban poco más de 68,000 ha. Sin embargo, por la abundancia de ríos y manantiales, los terrenos morelenses ofrecían una fertilidad asombrosa, mucho mayor que los terrenos en el norte del país, y con la ventaja de tener el mercado de la Ciudad de México a menos de 100 km. de distancia; por lo tanto, Morelos se convirtió rápidamente en el principal productor de caña a nivel nacional. La renovación tecnológica que experimentó esta industria a partir de 1880 produjo un crecimiento enorme.
Los métodos antiguos de producción de azúcar fueron empleados en la Nueva España y el México independiente por espacio de 300 años, por lo menos. Un primer avance sustancial se dio a mediados del siglo XIX con la introducción de la variedad de caña habanera (Saccharum otahitense) en sustitución de la variedad criolla (Saccharum oficianarum), mucho más fácil aquélla de moler en los ingenios. Otro cambio fundamental fue el uso del vapor en lugar de las caídas de agua para accionar los molinos, lo que incremento de manera significativa la cantidad de caña triturada.
Procesadores de efecto múltiple y evaporadoras al vacío, para controlar mejor el calor y el proceso de cristalización de las meladuras; básculas, grúas y trenes de mulas, para facilitar la medición y el transporte de la caña desde el campo al ingenio, y de ahí a la estación del ferrocarril, fueron algunos de los instrumentos que ayudaron en gran medida al desarrollo de las haciendas azucareras. El otro aspecto que aceleró tal desarrollo fue la apropiación de los mejores terrenos de siembra y la monopolización del agua, en detrimento de las comunidades.
John Womak Jr., entre otros historiadores, describe el acontecimiento que llevaría a la confrontación final entre hacendados y pueblos en el estado de Morelos: la muerte del gobernador Manuel Alarcón (15 de diciembre de 1908) y la elección del candidato porfirista, Pablo Escandón, apoyado por los hacendados.
Ante ese candidato, de gustos refinados y educado en Inglaterra, que respondía a los intereses de los hacendados, los campesinos de Morelos postularon al suyo: Patricio Leyva, hijo del general Francisco Leyva, héroe local de la Guerra de Intervención y con gran influencia popular en todo el estado. Entre los hombres que apoyaron a Leyva estaba uno que los hacendados también conocían y por quien se disputaban sus servicios de insuperable domador de potros: Emiliano Zapata.
Las haciendas azucareras
En la región de Cuernavaca – Cuautla, desde inicios de la colonia se establecieron varios trapiches e ingenios, por ser la más próxima al mayor mercado de la Ciudad de México. Hacia 1600 operaban en la región 12 ingenios de diversos tamaños, siendo el de Cortés el mayor productor. Hacia 1900, alrededor de 30 plantaciones de caña poseían casi toda la tierra de Morelos, probablemente el total del número que funcionaron desde 1600, varía entre 50 y 60 incluyendo las abandonadas. Después de la Revolución casi todas dejaron de funcionar y se construyó un gran ingenio cooperativo, Zacatepec. En la actualidad Morelos produce más caña que nunca.
Los ingenios se pueden dividir en dos tipos generales, el de propiedad privada y el perteneciente a órdenes y colegios religiosos, los segundos tuvieron una continuidad mayor.
La industria azucarera fue iniciada con la instalación de los primeros ingenios, en la Nueva España por Cortés en San Andrés Tuxtla, Veracruz, alrededor de 1528. Y en Morelos por Antonio Serrano de Cardona cerca de Cuernavaca en 1530, en Axomulco.
(c) Iglesia de Tlaltenango, Cuernavaca / Raymundo Rodriguez
(cc) Humilladero del calvario / Raúl Alva Durán
El tercer ingenio fue construido por Hernán Cortés en Tlaltenango, se comenzó en 1524 y concluyó en 1535. Serrano Ruiz de Velasco afirma en 1937, que todavía se encontraban la base de un molino de agua, parte de un acueducto y algunos muros en pie con distintivos y la fecha de 1535, el lugar se encuentra ubicado a 3 km del centro de Cuernavaca. En la actualidad, por donde pasaba el camino real se encuentra la avenida Emiliano zapata. Además, todavía se encuentra una capilla que data de esa época cerca de la iglesia de lo que era el poblado de Tlaltenango y la iglesia del Señor San José y el Señor de la Misericordia (del calvario). En 1553 el ingenio de Axomulco fue comprado por los descendientes de Cortés y desmantelado, pasando a formar parte de Tlaltenango.
En 1531, Cortés le otorga una merced a Bernardino del Castillo en tierras del barrio de Amanalco, en Cuernavaca, en las cuales funda el ingenio de Amanalco, este duró en funcionamiento hasta el siglo XVIII, siendo su último dueño Diego Caballero.
(c) Restos de la hacienda de Amanalco / www.morelostravel.mx
En la actualidad se puede admirar lo que era el acueducto de esta hacienda que partía desde el manantial que se encuentra en lo que actualmente es el parque Melchor Ocampo.
(c) Parque Melchor Ocampo / www.panoramio.com/photo/11172908
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