DE LA CASA #129: SI HAY MAGIA… HAY TRUCO / SV.

Por Selene Velázquez

Si hay magia, hay truco” me dijo en alguna ocasión un buen amigo en Guanajuato capital, mientras hablábamos de los llamados Pueblos Mágicos…

Pero, querido lector, querida lectora, si usted nunca antes había escuchado hablar sobre los Pueblos Trágicos Mágicos, deje le cuento un poquito de ellos.

En el año 2001 se creó un programa para beneficiar a municipios que tuviesen atractivos únicos y diferentes, dignos de ser visitados para incrementar el turismo en la localidad y que la derrama económica llegara a todos, cito directamente de la guía para la incorporación y permanencia de los Pueblos Mágicos, desde la página de SECTUR:

Los Pueblos Mágicos, son localidades que requieren orientarse para fortalecer y optimizar el aprovechamiento racional de recursos y atractivos naturales y culturales, fortalecer su infraestructura, la calidad de los servicios, la innovación y desarrollo de sus productos turísticos, el marketing y la tecnificación, en suma, acciones que contribuirán a detonar el crecimiento del mercado turístico.

Entonces, si ustedes viven en un municipio cuyas características los hacen especiales, digamos, que conserve en buenas o medianas condiciones su arquitectura, alguna fiesta tradicional excepcional o un lago de aguas cristalinas (ya ven que casi no abundan) o todas las anteriores juntas, arma un proyecto de mínimo 4 cuartillas para contar porqué debería estar en el programa de Pueblos Mágicos, además de conformar un patronato para la declaratoria, se compromete a que el estado y el municipio, junto con la IP invierta en la infraestructura turística, lo inscribe para su consideración anual, la valoran y, listo, si ven viable la declaratoria se la dan y a partir de ahí, le entregan un documento de inscripción al programa, tipo diploma, comienzan las asesorías, los recursos para la mejora de la imagen urbana e infraestructura, y puede utilizar el logotipo y en sí, la marca de Pueblo Mágico para su municipio.

En Nuevo León, (ese bonito estado del noreste mexicano), contamos con tres Pueblos Mágicos: Villa de Santiago, Linares, y recientemente, Bustamante. Santiago, se encuentra a casi 34km al sur del centro de la ciudad de Monterrey, y es uno de los sitios turísticos por antonomasia desde mucho antes de la declaratoria, cuando uno suele “agarrar carretera” como decimos acá, Linares un poquito más lejos, se encuentra a 127km, el cual, junto con Bustamante al norte, a 111 km están aproximadamente a 1:45 horas del centro de la capital. En los tres municipios, el contexto natural es riquísimo, abunda el agua, las montañas e incluso los sembradíos, en su traza urbana, aún conservan grandes ejemplos de arquitectura norestense, ya sea de tierra, adobe, caliche o ladrillos cocidos, la variedad en su gastronomía es exquisita y están repletos de hechos que han conformado la historia de Nuevo León.

Hasta aquí, todo parece perfecto, ¿no?

Sin embargo, no todo es como parece.

El programa, desde un inicio, ha presentado fallas de las cuales se ha escrito, hablado y discutido muchísimo, en lo particular en la que me concentraré es en la unificación visual de las poblaciones, principalmente en su arquitectura de mediano o pequeño formato, y es que, si bien, no podemos unificar por sus dimensiones al Templo del Apóstol Santiago en el municipio del mismo nombre, con el Templo del Señor de La Misericordia en Linares, o el de San Miguel Arcángel, en donde se encuentra el veneradísimo Señor de Tlaxcala en Bustamante, las pequeñas o grandes casonas de los pueblos, son tratadas como si fuesen parte de una mera escenografía colorida, en donde se les trata de manera homogénea sin tener un plan de acción para su conservación, restauración y permanencia , ¿cómo es esto?

En el caso de Santiago y Linares, las casonas de tierra, en donde ya fuera que sus muros sean de adobe o de sillar de caliche (bloques labrados por sus cuatro caras de tierra compuesta por grava, limo, arcillas y sobre todo: caliza), fueron aplanadas con un mortero a base de cemento y arena, y, en algunos casos sobre malla de gallinero y pintadas con pintura vinílica, lo que impide que el muro de la construcción pueda transpirar correctamente, le provoca humedades, disgregación en la fábrica del muro, y por ende, deterioros. Está documentado cómo se perdieron detalles de esgrafiados o molduras para al final, solo recuperar las formas abstractas, perdiendo la decoración de las casonas norestenses.

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Santiago 1: Estado de conservación de una casona norestense, antes de «la mejora urbana» del Pueblo Mágico de Santiago, en donde podemos apreciar aún el detalle de los alto relieves en el acceso de medio punto y las ventanas, aplanados con cal y arena de río. también es posible ver enmarcado el inmueble con pintura a la cal.

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Santiago 2: La escenografía: aplanado de cemento y vinílica sobre el mismo inmueble.

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Santiago 3: ¿En dónde quedaron las molduras? ¿Cómo está por dentro?

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Santiago 4: Estado de conservación del interior de la casona norestense. Claramente se observa una «»mejora estética»» (las dobles comillas son adrede) del bien inmueble solo al exterior. Fachadismo puro.

En alguna ocasión, registrando las intervenciones en estos poblados, me tocó acercarme con uno de los maestros albañiles que estaba trabajando los inmuebles, “Maestro, ¿con qué está enjarrando? Le pregunté. “Con cemento y arena”, hasta la fecha, no sé qué cara habré hecho que, inmediatamente después me respondió: “yo sé que esto no se debe de hacer, pero son órdenes que me dan, yo mi casa la enjarro con cal y arena, esto nomás va a desgraciar la casita, pero eso me ordenó la constructora”.

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Linares 1: Bultos de cemento para el aplanado sobre muros de sillar de caliche.LINARES 2

Linares 2: Además del aplanado de cemento sobre la arquitectura de tierra, se utilizaron pinturas vinílicas, que, por ser plásticos, encapsulan a la fábrica del inmueble, en la imagen superior, aún es posible ver pintura a la cal en la moldura.

En Linares, por ejemplo, el mosaico antiguo, anti derrapante, de la Plaza Juárez fue cubierto en su totalidad por un piso de concreto rectangular, cuando en realidad, el mosaico bicolor, típico de una época en la región, se encontraba en perfecto estado de conservación. Cuando, quien les escribe por acá, fue a documentar el proceso de transformación del pueblo, al platicar con los boleros del jardín, me comentaban que no estaban de acuerdo con que se cambiara el piso, porque además de ser resbaloso, le quitaba “lo bonito, lo antiguo” a la plaza. Además, al igual que en Santiago, las fachadas de los inmuebles se recubrieron con cemento y sin pensarlo se recubrió, de nuevo, con pintura vinílica, incluso los inmuebles que pertenecen a la Universidad Autónoma de Nuevo León o al estado, como el Templo del Sagrado Corazón de Jesús.  Y sí. Lo que se busca con el programa, es la intervención rápida de los espacios, las apariencias, la escenografía perfecta para la selfie o en sí, para la foto. No importa que el inmueble esté, por así decir, con una enfermedad terminal, sÍ, por el exterior se ve recién pintadito de colores chillantes, si se ve pulcro, mágico.

linares 3Linares 3: Piso de la Plaza Juárez, losetas hidráulicas de mosaico anti derrapante en buen estado de conservación siendo cubierto completamente.

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Linares 4: Inmueble de sillar de caliche de la UANL, detalle de los aplanados con cemento.

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Linares 5: Inmueble de sillar e caliche de la UANL, acabado final pintado con vinílicas.

La denominación llega sin consultar a los habitantes, se impone como una visión vertical en donde se les dice que el turismo llegará a borbotones, la derrama económica será en abundancia y además ¿cómo es que te vas a negar que tu propiedad se vea como nueva? Claro, en el entendido que, tengas la suerte de que no hayan llegado ya a comprarte tu inmueble a un precio baratísimo para que, al final, el dueño de todo el centro sea solo uno o unas cuantas personas. Porque, no neguemos el hecho, de que, en la mayoría de los Pueblos Mágicos, los propietarios de los inmuebles ubicados en la poligonal beneficiada son siempre tan solo unos cuantos, los que al final del día, administran la “riqueza” generada. Aunado a ello, en muchas ocasiones las poblaciones se ven gentrificadas (claro, no sólo se gentrifica a las colonias de las grandes ciudades), la comunidad que ha habitado por muchísimo tiempo ve encarecido su estilo de vida, y es expulsada hacia otros sitios. La gordita de maíz o el dulce de leche se hace “gourmet”, aumenta su valor y se hace inaccesible para quienes ahí habitaban.

Los escritos, estudios e investigaciones sobre los Pueblos Mágicos y sus consecuencias negativas en los entornos son amplísimas, por muchos años se ha pedido la reconsideración del programa, hasta que un buen día de diciembre de 2018, se dio la noticia: el presupuesto designado para los Pueblos Mágicos en el 2019 sería de 0 pesos, e incluso, se consideraba la eliminación de la marca[1].

Pero es que, entonces, ¿nuestros ruegos y súplicas fueron escuchadas?

Y la respuesta es: no, no nos engañemos. El programa desaparece ante la nueva política de austeridad encabezada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No tiene que ver con una política cultural real en cuanto a la protección y conservación del patrimonio cultural de los pueblos, sino más bien, a la reducción del presupuesto. El turismo en estos sitios no desaparecerá, el apoyo económico, sí.

El momento es el ideal para ahora sí, buscar la protección y el disfrute real del patrimonio cultural, es el momento perfecto para que los municipios volteen a ver a sus artesanos, a sus maestros albañiles, a sus cocineras tradicionales, y se rescaten los oficios, se rescaten no solo las antiguas recetas de cocina, sino también, los antiguos sistemas constructivos de las regiones, que se creen talleres de conservación en las poblaciones, que se haga comunidad.

Estamos en un punto clave: la búsqueda real de la permanencia de nuestro patrimonio cultural por sí solo, y no por medio de una marca mágica. Dejemos de pintar el deterioro, mejor, busquemos la solución, y sobre todo, aprendamos a conocer nuestras diferencias y a partir de ahí, la riqueza que tenemos.   Digamos adiós a la magia y trabajemos para recuperar la realidad y lo tradicional de nuestros pueblos.

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Sobre la autora: (Monterrey, Nuevo León – 1982) Maestra en restauración de sitios y monumentos por la Universidad de Guanajuato y arquiterca por la Universidad Autónoma de Nuevo León, ama a la arquitectura norestense y a su tierra. Es fundadora de Restáurika, empresa que se dedica a la arquitectura contemporánea y a la restauración de bienes muebles e inmuebles. No le gusta quedarse callada cuando ve que le tiran el patrimonio de su ciudad./

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Notas: [1] https://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/dejan-sin-recursos-121-pueblos-magicos-de-mexico

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DE LA CASA #62: MERCADO DEL BARRIO / SV.

Por Selene Velázquez

Mucho calor, (o mucho frío), cerveza, futbol, cabrito y carne asada, ¿adivinan? ¡Sí! estamos hablando de Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, que se caracteriza entre otras cosas por su clima, la afición futbolera y el asador siempre listo. O al menos así nos conocen en el resto del país.

En días recientes se ha dado una gran movilización en las redes sociales debido a la creación inminente de un mercado gourmet en el área del centro histórico de la ciudad, en un cuadrante conocido como Barrio Antiguo, ¿lo conocen? Para ponerlos un poco en contexto es una de las áreas con inmuebles más antiguos de la capital, (después de que en los 80´s destruyeron varias manzanas para crear la Macroplaza), en los 90´s se decide ponerle nombre a un polígono y llamarlo simplemente así: Barrio Antiguo.

Ahí habitaban y habitan, aunque en menor medida, ciudadanos. Hace algunos años el área estaba llena de pequeños cafés, galerías y sí, muchos antros. Las calles se volvían un caos nocturno y los pocos lugares de estacionamiento eran el paraíso de los “viene viene”. Y de repente la violencia llegó. Balaceras, cobro de piso y un ambiente de inseguridad acabó por expulsar a una buena cantidad de vecinos que de por sí, hartos de la fiesta nocturna, tenían ahora que lidiar con el crimen en la zona.

Casi cinco años después la marea bajó. La situación volvió a normalizarse en la ciudad y la gente empezó a salir. Para entonces, el área del Barrio Antiguo ya de por sí, vapuleado por la violencia, se convirtió en una zona de especulación inmobiliaria, en donde los edificios, o lo que quedaba de ellos, se empezaron a cotizar a un precio relativamente bajo. No está de más contarles que los nuevos usos que durante varios años tuvieron los inmuebles se limitaron a dejar solo las fachadas y obviamente, demoler todo el interior para crear un tipo de “naves industriales” para ir a bailar. Cabe mencionar, que aún y que existe una “Ley del patrimonio cultural del Estado de Nuevo León”, publicada en el periódico oficial del estado en 1991, ésta no se cumple.

http://sic.conaculta.gob.mx/documentos/560.pdf

Regresemos ahora al mercado gourmet.

El 9 de agosto del 2014, se publicó en Milenio Monterrey, la regeneración de una calle que atraviesa el barrio, la calle Morelos, peatonal en el lado poniente de la macro plaza, se buscaba ahora hacerla semi peatonal en su lado oriente. Las obras comenzaron, y bueno ¿por qué no? Se pintaron con vinílica las fachadas que daban a la calle, después de todo, ellas también debían de verse regeneradas para estar ad hoc con el entorno, se colocaron lonas con postes que se pusieron en las casonas de sillar para crear sombra, bancas, estacionamiento para bicicletas, guías para los débiles visuales, y se plantaron árboles, que esperemos crezcan y nos den no sólo como las lonas, sombra, sino mucho oxígeno.

Fachada por la calle Morelos, SV, 2015

(c) Fachada por la calle Morelos, Foto: SV, 2015.

http://www.milenio.com/monterrey/rehabilitacion_Morelos-Plaza_Morelos-trabajos_Plaza_Morelos_0_350964924.html

El mercado que nos ocupa (y que van a hacer) escogió… viene otra adivinanza: adivinen ¿cuál calle? ¡Correcto! ¡La calle Morelos! Se decidió como fachada y entrada principal dicha vía, pero se conectará con otra que corre paralela, Padre Mier.

Empezó a demolerse el interior del predio ubicado en la calle regenerada, que a según del INAH Nuevo León, ya estaba modificado, y se propuso una flamante fachada de cristal, (esperen, creo que se parece al: http://www.mercadodesanmiguel.es/el-mercado/)   dejando, claro, algunas ruinas de sillar (bloques labrados, en esta región del país es usual que sean de tierra caliza), para que haya un  testigo de que “alguna vez hubo sillares por aquí”.

Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015

(c) Propuesta de la fachada del mercado para la calle Morelos, Milenio Monterrey 2015.

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

Registro de la casa en catálogo, calle Morelos, 2013

El inmueble por la calle Padre Mier, es otro cantar. Catalogado incluso por el propio gobierno del estado y municipio de Monterrey como un inmueble con un valor alto para su conservación los constructores del mercado lo demolieron, y esta vez, no sólo el interior sino también la fachada.

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Registro de la casa en catálogo, Padre Mier, 2013

Fachada semi demolida de Padre Mier, SV, 2015

(c) Fachada semi demolida de Padre Mier, Foto: SV, 2015

http://www.milenio.com/cultura/Alistan-mercado-obra-genera-dudas-plaza-comercial-propuesta-INAH-construcciones_0_553144716.html

Ustedes seguro se preguntarán, bueno, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ¿qué hace? ¿Dónde está? Pues están en sus oficinas en el cerro del Obispado, y pues, no pueden hacer mucho, es siglo XX. Se limitaron a pedir otra fachada que no sea de cristal y la que tiraron “pues que la repongan” Yo me pregunto, ¿encontrarán la cantera de donde se extrajo ese sillar de caliza de hace casi 100 años que tiraron?

Detalle de la demolición por Padre Mier, SV 2015

(c) Detalle de la demolición por Padre Mier, Foto: SV, 2015

Y ojo, no estamos en contra de que regeneren calles o hagan mercados (incluso gourmet si quieren) y le den nuevos giros a las construcciones históricas. Estamos en contra de que demuelan o que hagan “fachadismos”, en contra de cascarones vacíos y fachadas pintorescas. La arquitectura norestense vale en su conjunto: partida arquitectónica y fachada, es un todo. Estamos conscientes de la evolución de los inmuebles y sabemos que un inmueble que no se usa, se cae, pero no aceptamos se demuela en “aras” de la modernidad.

En Monterrey estamos (mal) acostumbrados a decir que aquí no hay patrimonio, que nuestra «cultura» es tirar todo, que «así somos». Nos maravillamos de lugares como Oaxaca, Guanajuato o Morelia, «ellos sí que tienen patrimonio», nos vamos de vacaciones para allá cuando no escogemos la Isla del Padre.

Acá en el noreste queremos ver grandes construcciones coloniales o una pirámide del adivino como en Uxmal y decir entonces que hay patrimonio, ¿a quién le importan las zonas arqueológicas del estado?  ¿Las conocen? , ¿A quién le importa una casona sin arcos? ¿A quién le importa tener una casa que no tiene decoración barroca? Pareciera que a nadie. Nuestro clima es distinto, nuestra manera de construir también lo fue, pero es una manera muy sabia de la cual deberíamos aprender. Si el progreso es la acción de ir hacia delante en cualquier materia, entonces  ¿por qué no progresar conservando nuestro legado histórico?

Pareciera que a los restauradores/conservadores se les quiere estigmatizar con las etiquetas de “románticos” “atrasados” “amantes de las piedras viejas” y a los que manejan las inmobiliarias como “lobos feroces” “devoradores del patrimonio (artístico, histórico o natural)” “amantes del dinero”. Habrá que llegar a puntos intermedios. Dialogar. Proponer sin lastimar el poco patrimonio que nos queda, porque aunque no lo crean sí hay. Tal vez no se parece al del centro del país, pero vale igual.

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Extra: «A propósito de la demolición en días recientes de parte de la fachada y el interior de una casa ubicada en la calle Padre Mier en la zona conocida como Barrio Antiguo en Monterrey, para conectarla con otro predio ubicado por la calle Morelos (donde también demolerán la fachada, so pretexto de un cambio) y así crear un mercado gourmet, Jesús Torres, mejor conocido en el noreste como El Gato Raro convocó a dos charlas, la primera con Indira Kempis y en la segunda a Selene Velázquez (quien escribe estas líneas), para dar ambas su postura ante el hecho. Tal vez están un poco largas, (45mins c/u) pero valen la pena! Ahora vienen los dos links aquí abajo, esperamos sus comentarios!» (facebook.com/Restaurika)

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DE LA CASA #58: PIDO MANO / MM.

#58

Por Marlen Mendoza

Así como se puso de moda la gentrificación, hay temas o fenómenos urbanos que cruzan al lado oscuro y comienzan a reproducirse cual Gremlins (sin control y a lo loco), se abordan y discuten inclusive en plataformas “no especializadas”; esta ocasión hay un debate latente entre una no tan nueva tendencia sobre privatizar el espacio público.

Primero sería prudente y adecuado tratar de definir cuál es ese “espacio público”, podría desatar una oleada de términos y puntos de vista, pero como siempre voy a dar mi personal conceptualización; la mayoría de los ciudadanos laboralmente activos tenemos que pagar tributo a nuestro gobierno por el simple hecho de pertenecer a una sociedad “civilizada”, es decir pagamos impuestos, con los cuales se financian vacaciones a Europa, ropita nueva en L.A., helicópteros privados, sueldazos para funcionarios públicos, casas blancas y hasta entretenimiento para adultos, aunado a otro kit digno de la realeza que encabeza nuestra pirámide social, el sobrante (si lo hay) es empleado en “mejoras, mantenimiento, infraestructura, equipamiento y rehabilitación” de los espacios públicos más un largo etcétera. Estos lugares incluyen plazas con kiosquito, áreas verdes, banquetas, vías vehiculares, mobiliario urbano, pasos peatonales, ciclo vías, algunos polideportivos entre otros espacios en los que uno puede andar, caminar o estar libremente. Dado que todos ponemos nuestro grano de arena para que estén ahí. El gobierno es entonces, un desplifarrador administrador de nuestros recursos.

Cabría aclarar éste es un tema pantanoso ¿Realmente vemos reflejados nuestros impuestos en el espacio público? Diría NO y tampoco voy a deshilvanarme despotricando contra el SAT, ni pretendo hacer recuento en cifras de cuánto dinero se emplea en dichas áreas, pues sabemos de antemano es una burla, así que no se espanten. El tema va en una cuestión urbana y arquitectónica: ¿Qué pasa con el descuido de los espacios públicos? Fácil, hay de dos: o se convierten en focos de delincuencia, violencia y narcomenudeo o alguien se adueña del espacio y lo privatiza.

Es bien sabido que la naturaleza del ser humano es mayoritariamente destructiva, sobre todo con las cosas que “no le cuestan”, muchas son las muestras de vandalismo y “gandallez” presentes en iniciativas de buena voluntad, es así como escarmentamos a la mala y todo debe tener un costo inmediato para que aprendamos a valorar y apreciar algo, por ejemplo: la eco-bici, una buena iniciativa ¿por qué no las implementan en Iztapalapa o en Ecatepec? La mayoría de las personas que viven en éstas zonas no cuentan con una tarjeta de crédito con $5000 pesos disponibles o pagar el costo de la renta de una bicicleta ($90.00 por un día) es mayor al salario mínimo en el D.F. ($70.10), lo cual obligaría a ser un servicio enteramente gratuito y al ser una de las zonas más inseguras de la ciudad, implica que las robarían; caso de un sistema innovador privado y exclusivo para un sector poblacional privilegiado. En otro contexto (la realidad de otros) pagar casi 100 pesos por un lo-que-sea-menos-café, en uno de estos Starbucks para poder sentarte a leer, platicar, navegar, etc. sería mucho más placentero si fuera en un parque o plaza, pero nos fascina la sensación de “status” que otorga sumergirnos en esas peceras petulantes; las plazas comerciales son una oda al consumismo, ingeniosamente ubican las zonas de descanso en el área de comida rápida, a la cual accedes después de recorrer más de la mitad de la plaza y para salir de ellas debes cruzar la restante. Las plazas y locales comerciales están en propiedad privada ¿qué pasa entonces en la vía pública?

Supongamos abren una cafetería, hoy en día los comercios son minúsculos y no cuentan con más de 5 mts. de frente, al hacer números entre las áreas mínimas necesarias para la cocina, preparación, equipo, exhibición, sanitario y bodega, consumen aproximadamente un 85% del total del local y el restante queda en apretujadas circulaciones, entonces ¿dónde colocan mobiliario para consumir lo adquirido en el establecimiento? Es correcto, la vía pública. Ciertamente no es una norma absolutista y los hay con áreas disponibles para los comensales, sobre todo en restaurantes y fondas, también he notado una creciente apropiación del espacio público, al grado de obligarte a transitar a través del comercio tras sembrar bancas, mesas, lonas, etc… primero disfrazadas como “mobiliario de apoyo” para posteriormente convertirse en “área para fumar”.

He andado por Coyoacán, encuentro una banca, me siento a platicar y se acerca un mesero ofreciendo la carta ¿debo consumir algo para poder usarla? ¿No se supone estamos en la banqueta? Pero no, estás efectivamente en la banqueta, frente a su local y le pertenece, hay duelos a muerte a las afueras de “El Jarocho” por un nano pedazo de asiento, cuando sería mucho más fácil pedir tu café y salirte a caminar y hallar lugar disponible en cualquier cuadra, al parecer nuestros impuestos no alcanzan para equipar mobiliario urbano de éste tipo. Queda abierta la posibilidad de quien los implemente adueñarse de él, quizás en una de esas ponemos bancas que funcionen cual parquímetro, colocas una moneda y se te permite estacionar tu humanidad, de menos sería más justo y barato que obligarnos a consumir en un establecimiento solo por el hecho de querer disfrutar de la ciudad.

Trabajo muy cerca del corporativo de grupo Elektra, que a bien su arquitectura es tema que se cuece aparte, hay una serie de mini camellones sobre la calle camino a Santa Teresa y sobre ellos un letrero que dice “éste jardín lo cuida Grupo Elektra” con unos lindos bambúes para delimitarlo, prácticamente es imposible transitar ahí pero Elektra lo cuida. Se apañan las áreas comunes en desarrollos habitacionales, aquellos vecinos con una porción de jardín frente a su ventana al podarlo o limpiarlo les genera una sensación de propiedad sobre el mismo, cosa que desata verdaderas batallas campales aun cuando es un espacio de todos y para todos. El «franelero» al colocar cubetas en la calle se apropia de la vía pública y se transforman en verdaderos terroristas si nos negamos ante su clásico “ay con lo que guste cooperar”.

Casos hay sin duda muchísimos, algunos extremistas otros más sutiles, la cuestión aquí es quién puede regular éste fenómeno o si existe alguna solución arquitectónica. Me gustaría pensar en un esquema de ciudad en el que puedan coexistir lo público y lo privado sin que la diferencia sea evidente en cuanto a calidad y ubicación. Tenemos una tarea difícil ante un panorama desconcertante y abrumador de una ciudad fragmentada en la cual prevalece una carencia de respeto y por tanto la cohesión. Sería útil considerar proyectos que generen puntos de reunión y convivencia, plazas y espacios de recreación. Estoy segura no soy la única que se ha planteado tales interrogantes, al igual que no es exclusivo mi descontento ante acciones que secuestran el espacio público y los ciudadanos no tenemos forma de recuperarlos. ¡Cuidado con el rayo privatizador!

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DE LA CASA #33: EL MARCHANTE GOURMET / MMV.

num33Por Marlen Mendoza

(…) y desde que llegamos a la gran plaza, que se dice Tatelulcu, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían… cada género de mercaderes estaban por sí y tenían situados y señalados sus asientos.

-Bernal Díaz del Castillo

Mercado de Tlatelolco, Diego Rivera 1942

Mural: Mercado de Tlatelolco, Diego Rivera, 1942.

Cuando decidí el tema para mi siguiente entrega, estaba convencida que sería sobre el “hit” del momento, en cuanto a lugares “in” para dar el “rol” por la ciudad se trata, esos que aparecen en las revistas, especializadas en reseñar el abanico de posibilidades que nos ofrece la capital del país; y que mejor que hacer referente a una de las colonias con una fuerte presencia en la Ciudad de México: La Colonia Roma.

Nace de los potreros de la antigua “Hacienda de la Romita”, para posteriormente ser fraccionada a principios del siglo XX; fue diseñada con bulevares y amplios camellones, seccionada en extensos terrenos que permitieron trasplantar la idea anglosajona del chalet con mansardas, lucarnas y chimenea, circundado por un generoso jardín, a la inversa del modelo de construcción tradicional español. Fue concebido en sus inicios como un barrio para la élite capitalina; posterior al terremoto de 1985, un importante porcentaje de inmuebles desaparece y otros más presentan severos daños. Es así como baja la plusvalía de la zona y es ocupada por la clase social media y baja, en su mayoría comerciantes, que abren pequeños locales como barberías, misceláneas, panaderías y demás ultramarinos, creando así, una red vecinal sustanciosa que se fue consolidando en los años posteriores. Podemos encontrar un retrato muy acertado de cómo funcionaba la colonia en el libro de José Emilio Pacheco “Las Batallas en el desierto” enmarcando el contexto político y social durante el año de 1948.

fuente www.ciudadanosenred.com.mxfuente www.ciudadanosenred.com.mx (2)

Colonia Roma. Fuente: http://www.ciudadanosenred.com.mx

No es una novedad que de unos años hasta la fecha, la colonia Roma ha estado en un proceso de auge, tanto inmobiliario como la revitalización de su infraestructura, se ha convertido en un atractivo foco de inversión y una excelente opción para vivir, ahora alberga a una población económicamente activa y de rangos de edad fluctuantes, sus gustos van enfocados hacia un comercio diferente al que contaba la zona; es propensa al cambio: una circunstancia generalizada en la ciudad, nada permanece estático.

Cobijado por la colonia Roma, se ubicaba en Querétaro 225 el prestigioso bar de rumba y música tropical: “El Gran León”, vástago del “Bar León” (con locación en el centro histórico) cuyo dueño era Pepe Arévalo; lugar conocido bajo la premisa de “La Rumba es Cultura”, albergaba noche a noche música en vivo, frecuentado por personalidades como Carlos Monsivaís, Gonzalo Celorio, Arturo Ripstein y el “Tigre” Azcárraga, entre otros. Operó durante 30 años, lugar de apabullante historia sirvió como locación en cintas como: “El mil usos”,”Hotel” y “Las glorias del gran Púas”.

Google Street View, 2011

 Bar «El Gran León». Fuente: Google Street View, 2011.

Se me ocurriría pensar que un inmueble que es un referente social y urbano, dentro en una colonia con una importante carga histórica, estaría protegido y no pienso que la manera de proteger un inmueble sea mediante la conservación extrema (ponerle un domo de plástico encima), ni tampoco trato de compararlo con la aportación plástica de la Ciudad Universitaria o el Polyfórum Cultural Siqueiros, pero es en definitiva parte de la identidad de un barrio y de quiénes interactúan con él.

Estoy a favor de la rehabilitación urbana, incentivar el aumento de la plusvalía de zonas que están decayendo y considero imperante poner los ojos en edificaciones “olvidadas”, para posteriormente intervenirlas y darles un nuevo aire; sin embargo requiere que estas intervenciones se realicen acompañadas de un profundo sentido de conciencia, análisis y respeto.

El proyecto del “Mercado Roma” por el despacho Rojkind Arquitectos, lamentablemente no es un ejemplo de esta conciencia espacial. He leído una buena cantidad de reseñas, críticas, comentarios y entrevistas, en las cuales hacen alarde del despunte económico y social que implica un proyecto como éste, haciendo énfasis en la calidad y lo minucioso de su diseño interior, de mobiliario y “branding” (que eso no está a discusión) así como de la selecta lista de colaboradores en la composición de la oferta gastronómica del lugar. Es efectivamente un planteamiento fresco, con un esquema inexplorado en el país y que ofrece una experiencia cautivadora.

Victoria Zamora

Mercado Roma. Fotografía: Victoria Zamora.

Sin embargo dista mucho de lo que debió ser: un sitio de convergencia que preservara su identidad y funcione simultáneamente de parteaguas para nuevas prácticas, en sinergia con la atmósfera que se ha moldeado con el paso de los años y la evolución del lugar.

Comencemos con lo fundamental: La diferencia de tipología entre el inmueble original al giro del producto final, es así como brincamos de un salón de baile a un “mercado”, lo anterior no es ni positivo o negativo, depende únicamente del resto del análisis urbano para determinar si era conveniente o no cambiar por completo el uso.

Extirpando al “El Gran León” y todo lo que esto puede significar, en el sentido estricto de identidad espacial, la calle dónde se encuentra emplazado el inmueble, no es la idónea para un proyecto con tales pretensiones, como lo es el Mercado Roma, es cierto que como proyecto aislado de un contexto, funciona como epicentro para un “boom” gastronómico que está caracterizando a la colonia, pero no cumple con los requerimientos mínimos para una buena operación, y no va en función de equipamiento urbano o de infraestructura, tiene que ver con la solidificación de un tejido urbano en conjunción con los habitantes, explotar su atractivo visual (al que le han puesto mucho énfasis) y de integrarse armoniosamente con su entorno. Sobresale por las razones equivocadas.

El contexto que acompaña al Mercado Roma no empata bajo ninguna circunstancia con su lenguaje plástico, tiene en frente un estacionamiento, lo cual mantiene el acceso al mercado plagado de contaminación visual, abrirse paso entre los automóviles que están esperando y los que circulan en la calle se convierte en la primera faena (de muchas), el mercado es un terreno entre medianeras, es decir no posee ninguno de los beneficios de los que están en una esquina: proveer de dos frentes visibles entre 3 puntos.

Cuando vas caminando por la calle de Querétaro, si es la primera vez, es arduo advertir si estas cerca por llegar, hasta que vislumbras un tumulto de jóvenes en la calle riendo y conversando, tampoco queda claro como interactúa con el exterior, cuenta con mobiliario urbano, pero la rehabilitación incluye únicamente su sección de la acera, el acceso no es intuitivo, al grado que cuenta con una placa que indica por dónde comenzar.

Ya en el interior, abruma la cantidad de elementos que lo componen, entre la muy extraña disposición de los locales (los cuales impiden un flujo limpio) el exceso de diseño en muros y mobiliario aunado a los colores y texturas que proveen todos los productos que se venden; el visitante no sabe hacia dónde mirar, hay en mi opinión demasiados estímulos y es una sensación que no me abandonó en toda mi estancia.

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 Interior del Mercado Roma. Fotografía: Victoria Zamora.

México tiene una gran tradición de mercados, nos sigue constantemente, la tenemos arraigada a nuestro código genético, pero estando en el mercado Roma nunca tuve la sensación de estar en un verdadero mercado, desde niña he visitado muchos (como casi cualquier Mexicano) y no logré encontrar una similitud en cuanto a su configuración espacial y mucho menos índices simbólicos de lo que identifico como un mercado. Lobo piel de oveja.

Modificaron la típica distribución locataria, proponiendo un esquema que no funciona óptimamente, genera flujos cruzados, donde es necesario caminar en zigzag, los locales centrales chocan con los que están arraigados a los muros circundantes, Sacal hace alarde de la zona comunitaria para comer, menciona que es algo que no se hacía en México, ¿Dónde entonces comí tacos de barbacoa y consomé, los Domingos por la mañana? ¿Soy la única persona que tiene recuerdos de mesas comunales en los tianguis y mercados?. El muro-huerto-verde lo considero como un acierto, quizás el más sobresaliente de todos los elementos que componen el proyecto; el mercado carece de adecuada iluminación natural y la movilidad es un verdadero inconveniente.

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 Disposición de los locales al interior del Mercado Roma.

Marlen Mendoza

Fotografía de área común para comer.

Vi la entrevista que le hicieron a Carlos Sacal en Foro TV, dónde cuenta el nacimiento de la idea; con inspiración tomada del reconocido mercado de San Miguel en Madrid, se encontraba con su hijo mayor Pablo Sacal, y observaban mientras bebían una copa de vino a la gente contenta pasando un momento agradable, compartiendo una buena plática y degustando deliciosa comida, en un breve instante casi cual epifanía, pensaron en conjunto que sería acertado traer ese concepto a México.

Nuevamente en el país de las buenas intenciones pero malas respuestas, un concepto distinto e interesante se presenta bien y ejecuta de un modo opaco. Comenzando por su referente, el mercado de San Miguel está situado en una plaza que a principios de 1800 pertenecía a la Parroquia de San Miguel de los Octoes, derribada en 1809, es este espacio liberado dónde se estableció un pequeño mercado al aire libre, y ofrecía en su mayoría la venta de pescado. En una imagen mental del mercado donde nace Jean-Baptiste Grenouille en la cinta de “El Perfume”, pescado al aire libre, no es precisamente lo más higiénico y agradable, por eso es que en 1835 Joaquín Henri erigió una endeble estructura, que posteriormente en 1912 Alfonso Dubé y Diez proyectaría un mercado cubierto de estructura metálica. Contaba con el esquema tradicional y con los años se vio afectado por la aparición de los súper mercados y comprometiendo su existencia, hasta que en 1999 un colectivo nombrado “El Gastrónomo de San Miguel” invierte en una modernización del mercado y toman como modelo a “La Boquería de Barcelona” (efectivamente nadie descubre el hilo negro) para en 2009 reabrir sus puertas. Lo que caracteriza a esta intervención es la preservación de su estructura, perteneciente a la corriente de “Arquitectura de Hierro”, la inserción de grandes ventanales que permitan a raudales la entrada de luz natural y por supuesto 2000 m² de una muy selecta experiencia gastronómica (en comparación con los 700 m² del mercado Roma).

Juan Antonio Flores SegalMercado de San Miguel, Madrid, España.

plano antiguo Mercado_de_San_Miguel_Planta, fuente www.abc.es

Antigua configuración del Mercado de San Miguel, Madrid, España.

planos-mercado san miguel nuevo, fuente www.abc.es b

Actual disposición locataria. Mercado de San Miguel, Madrid, España

Si analizamos el proceso evolutivo del mercado de San Miguel, el de la Roma está poco menos que en pañales contra el bagaje histórico y arraigo cultural de su tío político Ibérico, olvidaron buscar un sitio que tuviera esa tradición de mercado, para que fuera identificable, en cambio hicieron uso de un inmueble que bajo ninguna circunstancia podría percibirse como una zona mercantil. Nos trajeron el genérico de un concepto evolucionado haciéndolo encajar con calzador en un ámbito urbano frágil. Que en efecto necesita una reactivación, pero también requiere de profunda reflexión y delicadeza.

Al final del día, puedo concluir lo siguiente: el mercado Roma, como proyecto aislado funciona (a secas), no cuenta con una buena ubicación, ni un atinado planteamiento y análisis, carece del agente unificador y va a desplazar a los habitantes de la calle, pues poco a poco, vendrán otros inversionistas con el mismo poco cuidado y respeto por el contexto e insertaran esquemas mal estudiados y forzados para una colonia que se caracteriza por su diversidad, ya sea en nacionalidades, edades o culturas, la Roma necesita de un lenguaje arquitectónico sólido que dé cabida a todas esas variantes de usuarios, si comienzan esas mutaciones urbanas, propicia una falta de afinidad, ¿Qué pasaría si todas estas casonas desaparecen y son sustituidas por esquemas como el del Mercado Roma? ¿Cómo vamos entonces a identificar la colonia?

Google Sreet View, 2011

2011

Marlen mendoza (3)

2014

Es de suma importancia que los arquitectos dejemos de lado nuestro ego y tratemos de dar soluciones específicas para cada caso, es un reto satisfacer todas las necesidades: los usuarios, la ciudad, los empresarios, la economía; pero si nosotros que tenemos las herramientas no nos comprometemos a renunciar al camino fácil y seguimos trasplantando esquemas que no pertenecen a un sitio, corremos el riesgo de volvernos cómplices de un crimen contra la ciudad y co-responsables de marchitarla. Auguro tiempos tempestuosos y una oleada de reconfiguraciones urbanas.

rayo gentrificador

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