DE LA CASA #89: TEATRO EN PLAZAS PÚBLICAS: NI UNA MÁS / ARK.

Terminamos este #maratóncultural en la #CasaDeCultura de los #SieteBarriosDeIztacalco, con las amigas de la compañía de teatro sirenas.com, quienes pusieron en escena la obra «Ni una más, un testimonio vivo«, como parte del programa de Teatro en Plazas Públicas de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, junto con quien trabajamos desde el Colectivo #ArKeopatías para llevar a cabo estos eventos en la #DelegaciónIztacalco// Han sido para nosotras una increíble sorpresa ver la respuesta de la gente durante todo el tiempo que duró la puesta. Algo se movió hoy por la tarde en cada uno de las que escuchamos/presenciamos las historias de todas aquellas que somos todas. Estamos seguras y firmes en nuestra consigna: ¡NI UNA MÁS! // Un abrazo y nuestro reconocimiento a Juan José Guerrero y Héctor Espinosa por la chamba de gestión del espacio para la presentación.// #niunamás! #Iztacalco #TeatroEnPlazasPúblicas #CiudadDeMéxico #denuncia #grita #alzalavoz

Versión 2 – Versión 3

Ver galería completa aquí / Fotos: Juan Tonchez y Héctor Espinosa

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #89″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: La arqueología, una pasión femenina.

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Por Sabina Rosas

Las mujeres que encontraron el Gran Tzompantli de Tenochtitlán investigan, excavan, interpretan y, además, 
echan pala y empujan la carretilla con tierra sobrante.

Esencialmente se puede decir que la arqueología es un trabajo para hombres. Sin embargo, al desarrollo de esta disciplina también han asistido mujeres que desde el siglo XIX desafían las convenciones sociales para realizar el pesado trabajo de campo. Vestir de pantalones, dirigir a peones y pasar largas temporadas aisladas en lugares inhóspitos han sido algunos de los principales retos.

Desde que la arqueología mexicana comenzó a dar sus primeros pasos durante el Porfiriato, las mujeres incursionaron en ella, informa la investigadora Paloma Estrada, autora de un exhaustivo estudio sobre la participación femenina en el desarrollo de esta ciencia, titulado Las mujeres en la arqueología mexicana 1876-2006.

La investigadora documenta que durante el siglo XIX y principios del XX comenzaba la exploración de algunos de los más importantes sitios monumentales y otros se descubrían como: Teotihuacan, en el Estado de México; Xochicalco, en Morelos; Tajín en Veracruz; Monte Albán, en Oaxaca; Palenque, en Chiapas, y Chichén Itzá, en Yucatán. En todos ellos, las mujeres desempeñaron diversas funciones, desde hacer recorridos de superficie, dibujos, croquis hasta excavaciones.

“Expedicionarias, viajeras y visionarias, así fueron las primeras mujeres que incursionaron en la arqueología mexicana y trabajaron bajo las mismas condiciones laborales que los hombres: recorrían largas distancias a pie o caballo y dormían en los campamentos”, indica Paloma Estrada.

Realizar tales actividades en el siglo XIX y aun hasta los años 50 del XX era un verdadero desafío.

Expedicionarias, viajeras 
y visionarias

Beatriz Barba Ahuactzin es la primera mujer mexicana hija de padres mexicanos con título de arqueóloga, y que obtuvo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Narra que su primer desafío cuando estudiaba en la ENAH fue ponerse pantalones. Era el comienzo de los años 50 y entonces no había tallas para mujer. Ideó comprar de niño y arreglarlos ella misma para que le quedaran. Sus padres enfurecían al verla vestida como hombre para asistir a las prácticas de campo los fines de semana. Los regaños se repetían cada ocho días, hasta que se cansaron.

Hoy Beatriz Barba es profesora emérita del INAH. Fundó en 1965, con Julio César Olivé, el Museo Nacional de las Culturas. Su vida personal la hizo al lado de Román Piña Chán, uno de los arqueólogos de más prestigio que ha tenido México. Comparte que cuando sus hijos estaban pequeños, él la ayudaba a cuidarlos mientras ella cumplía con largas temporadas de campo; recuerda con cariño que cuando regresaba a casa llena de tierra y lodo, encontraba a Piña Chán oliendo a talco de bebé.

Lorena Mirambell también estudió arqueología en la ENAH, a finales de los 50. Cuenta que entonces las mujeres que pretendían dedicarse a esta carrera no eran muy bien vistas por la sociedad, pues había que vivir por un tiempo prolongado en los campamentos con los obreros y los arqueólogos; no obstante, las mujeres ya nos estábamos emancipando, dice riendo.

Ella, en lo personal, no tuvo grandes obstáculos para estudiar arqueología porque sus padres estuvieron de acuerdo. Cuenta que como responsable de los trabajos de campo, al principio era difícil que los peones la obedecieran, porque ellos estaban acostumbrados a mandar a las mujeres, era una cuestión cultural; sin embargo, “el primer sábado que les entregué la paga, las cosas cambiaron”, recuerda.

Lorena Mirambell es especialista en prehistoria; estudió análisis de lítica en Francia, al lado de uno de los mejores prehistoriadores de ese país: François Bordes (1919-1981). Excavó en importantes sitios con los vestigios más antiguos de población humana en México, entre ellos El Cedral, en San Luis Potosí.

Un caso especial es el de Beatriz Braniff (1921-2012), nacida de una de las familias de más abolengo durante el Porfiriato. Los Braniff eran dueños de los aviones, y ella renunció a todo por buscar el conocimiento. Decía que los esquemas estaban hechos para romperse y reinventarse. Aficionada a las carreras de autos, tenía su propio deportivo rojo y practicaba equitación en el club Chapultepec.

Su destreza con los caballos le permitió cruzar el noroeste de México, sierras y desiertos para estudiar las culturas que se asentaron en la Gran Chichimeca. Beatriz Braniff es la arqueóloga del norte de México, la valiente que se aventuró a explorar los vestigios que dejaron aquellos pueblos que por mucho tiempo se consideraron bárbaros. Sus estudios son referencia obligada para los investigadores de esa región del país.

La brecha que abrieron en la arqueología esta generación de mujeres de los años 50 y 60 del siglo XX se ha ensanchado. La participación femenina en esta tarea es cada día más amplia y cada vez es mayor el número de mujeres que se inscriben en la carrera de arqueología en la ENAH. Hoy sobre el terreno arqueológico hay muchos nombres femeninos por destacar, como Nelly Robles en Monte Albán, Oaxaca; Martha Cuevas en Palenque, Chiapas; Laura Solar en El Teúl, Zacatecas o Elisa Villalpando en Trincheras, Sonora.

Una de las recientes aportaciones del trabajo femenino llevó al descubrimiento del Huey Tzompantli del Templo Mayor. Un equipo de cinco arqueólogas, todas entre los 30 y 35 años, quienes con cucharilla y brocha en mano alumbraron este descubrimiento, considerado uno de los más importantes del recinto ceremonial mexica en los últimos años.

El Huey Tzompantli, excavado por mujeres

Raúl Barrera Rodríguez es el arqueólogo responsable del Proyecto de Arqueología Urbana, es decir, de las excavaciones en las manzanas que rodean la zona arqueológica del Templo Mayor mexica, en la ciudad de México. Dice que le agrada integrar equipos de exploración con muchachas porque son muy confiables, responsables y trabajadoras.

En el predio de Guatemala 24, la arqueóloga Lorena Vázquez Vallín es la jefa de campo y con ella trabajan cuatro mujeres más: Sandra Ramírez Barrera, Ingrid Trejo Rosas y Janette Linares Fuentes, quienes están en las excavaciones, y Moramay Estrada Vázquez, en el registro de materiales. Fueron ellas las heroínas del Gran Tzompantli de Tenochtitlán, revelado al público hace unos meses por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La exploración comenzó en enero de este año, y después de largas faenas que sólo recompensaban mostrando restos de pisos prehispánicos, a un mes de terminar la temporada descubrieron una plataforma que cambiaría el curso de la excavación.

Lorena Vázquez grita: “Topé con un muro”. Ingrid Trejo replica: “Acá hay algo”. La misma Ingrid relata: “Primero pensamos que era una escalinata, Raúl Barrera revisó y dijo: ‘Es una plataforma. Vamos a buscarla’. Entonces comienza Sandra a excavar y nos damos cuenta de que efectivamente se trata de una plataforma; tuvimos que trabajar a marchas forzadas, turnos extra, porque el tiempo se nos agotaba y los recursos programados para la temporada también se estaban acabando”.

Lorena Vázquez, la jefa de campo, está parada dentro del pozo de la excavación, 2 metros bajo la superficie del suelo, enfundada en unos jeans y una playera, tratando de sacar la tierra suelta que quedó tras la liberación de los edificios prehispánicos.

“Aquí no hay arqueólogas que se queden en la parte de arriba a ver cómo trabajan los peones. Aquí hay gente que se mete a trabajar, que excava y saca tierra con la pala, no sólo con cucharillas y brocha, porque sabe que es necesario y lo puede hacer”, enfatiza Lorena Vázquez.

Ingrid Trejo platica que las últimas semanas trabajaron arduamente porque al término de la temporada se quedaron con cuatro de los nueve peones que tenían. “El tiempo para terminar era limitado, entonces las cinco empezamos a excavar, nos turnábamos para tomar las herramientas, jalar los pesados botes de tierra y mover la carretilla”, comenta.

La jefa de campo continúa: “Hubo días en que estuvimos hasta las 7 de la noche cargando cubetas llenas de piedras, normalmente trabajamos de 8 de la mañana a 3 de la tarde, pero ésa es la razón por la que los trabajadores nos respeten tanto: ven que hacemos lo mismo que ellos”.

Femeninas en un ámbito masculino

Pese a la rudeza del trabajo, su feminidad no cede un ápice; al contrario, parece que le aporta frescura y oxígeno a un ámbito aún mayoritariamente masculino. De repente, estas universitarias se vuelven niñas y narran con una mezcla de complicidad y temor la mítica historia de una mujer de blanco con vestimentas virreinales que se pasea por los pisos superiores de la casona de Guatemala 24. Unas dicen haberla visto por el rabillo del ojo cruzar de una habitación a otra; algunas aseguran haberla oído silbar, y otra más escéptica dice que es probable que sea producto de tantas horas metidas en esa finca del México colonial. Pero todas, por si acaso, se acompañan por la noche, se hacen plática y compañía para ahuyentar al fantasma y poder continuar la excavación.

Pero el trabajo no es sólo físico, la propia Lorena Vázquez lo explica: “Hay que saber buscar. Encuentras un muro, pero cómo lo sigues, hay que saber dónde está su esquina, su superficie. No basta con encontrarlo, hay que continuarlo”.

Cuando las arqueólogas llegan a una excavación ya revisaron documentos, planos, fuentes históricas y tienen una idea de qué buscar, de qué pueden encontrar. Deben leer, estudiar mucho para interpretar lo que queda al descubierto cuando quitan la tierra.

Janette Linares viste formal, lleva su cabello negro adornado con un broche, los labios rojos y el delineador grueso en el borde de las pestañas. Su joven rostro está enmarcado por un par de pendientes en forma de calaverita. “A Jane le gustan mucho los cráneos y escalar la montaña”, dice Lorena Vázquez. “Y ella encontró los primeros restos óseos asociados al Tzompantli. Su pozo de excavación estaba a sólo 10 centímetros de la plataforma, fue uno de los primeros que hicimos y nada, habían salido sólo fragmentos de cráneos”, agrega Vázquez.

Janette Linares dice: “A veces tenemos un poco de problemas con la familia o con la pareja porque nos apasionamos demasiado. Hay que explicarles que en momentos la arqueología requiere tiempo completo, si estás en excavación y sale un entierro, pues hay que avisar que no voy a llegar. La arqueología es nuestra pasión y aquí estamos, apostando todo por ella”.

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Fuente: El Economista. http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2015/11/08/arqueologia-pasion-femenina

DE LA CASA #43: ¿EN VERDAD LA ARQUEOLOGÍA ES SEXY? / SVC.

num43

Por Sara Vargas

Navegando por la web puede uno encontrar cualquier cosa… zapatos, ropa, artículos de todo tipo, personas, pornografía, tecnología, etc. Es sin duda, un mar donde todo se puede hallar mientras uno se adentra desde las redes sociales o los buscadores. Hace apenas unos días, encontré precisamente un posteo en uno de los «muros» de un colega; el título me llamó la atención porque ostentaba el rimbombante título de «¿Quién dijo que la arqueología no es sexy?» y en la portada del video, dos chicas, una con un pronunciado escote y la otra vestida a una usanza más sencilla.

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Quiero tener aquí bastante cuidado, y cuido mis palabras porque la impresión que todo en su conjunto me causó fue por demás desagradable. Sin afanes de purismo ni extremismos, veo con absoluta incredulidad, lo pasivo de la respuesta de muchos colegas, cuyo mutismo a este respecto fundamenta aún más el justificado coraje que puede provocar una pésima PUBLICIDAD como esta para la Arqueología.

En primera instancia, soy arqueóloga de profesión y considero completamente errada la imagen que proyectan estas dos personas (y lo que esté detrás de ellas, llámese corporación, página web, periódico o quienes sean sus «managers») como MUJERES ARQUEÓLOGAS. Sabemos quienes hemos estado en campo, ya sea en tierra, hielo o en Arqueología Subacuática, que nuestro atuendo no es precisamente dirigido a complacer miradas masculinas ni femeninas, sino a proteger nuestro cuerpo de las inclemencias del lugar donde trabajamos. No vamos al trabajo a provocar ni a insinuar nada, como claramente estas personas están tratando de proyectar, ni a ser «sexys» (o podría decir, a sexualizar y erotizar el ejercicio de la profesión) .

En lo particular, si pudiera estar encuerada, desnuda, calata (o ponga ud. el adjetivo que guste) en una excavación, inmersión o trabajo de gabinete, lo haría, siempre y cuando tuviera la posibilidad de no verme ultrajada, violada, abusada o violentada. He trabajado a más de 36° C completamente tapada de pies a cabeza para que el sol no me rostice, pero si tuviera la posibilidad de una sombra, por supuesto que andaría en short, en traje de baño si hiciera una inmersión o con ropa ligera si el proyecto permitiera portarla (pues en muchos lugares se usa uniforme). La ropa pues, NO ME CONSTITUYE COMO ARQUEÓLOGA y tampoco me hace ser más o menos «sexy»; precisamente esa cuestión es la que menos se lleva a colación a un trabajo serio y profesional.

Es pues, indignante, la promoción que el periódico ABC.es da a este spot publicitario, con una pésima estrategia de marketing, claramente está dirigida a un público masculino, (que aparte, está tildado de ignorante) proyectando una imagen incorrecta en muchos sentidos, tanto de la profesión como de la mujer en la Arqueología. Lo considero injusto en muchas formas, pues mientras hay gran cantidad de excelentes arqueólogas, colegas, compañeras, académicas y estudiantes que pasan (pasamos) AÑOS estudiando, especializándonos, haciendo trabajo de campo, gabinete, enfrentando burocracias tremendas e insertándonos, como todo arqueólogo, con mucho trabajo al mundo laboral y académico, venga un mal marketero y estas dos chicas a echar por tierra el trabajo serio que hace un arqueólogo de verdad.

La imagen torcida de Indiana Jones y Jaques Costeau como próceres de los descubrimientos científicos más importantes no son (por lo menos para mí) ninguna panacea ni ídolos a seguir. No reflejan pues, el verdadero carácter de nuestra profesión (como lo plantean estas dos chicas). Si ellas no conocen de los grandes trabajos de las pioneras de la arqueología (tanto mexicana como mundial), en breve podría colaborarles con una lista inmensa tanto de mis profesoras, como de mis colegas, quienes trabajan incluso en condiciones paupérrimas y son LAS arqueólogas, junto con otros profesionales, quienes han constituido nuestra disciplina, transformándola en lo que es hoy.

Romper moldes tiene que ver con la construcción de nuevas formas de pensar, sustentadas en hechos, en pruebas, con criterio científico, no con destaparse o exhibirse en falda, tanga, bikini o burka, no proyectándonos como si fuésemos modelos de Playboy o de alguna marca de ropa, no como promotores turísticos (ellos tienen su propio «target» u objetivos). Arqueólogos y arqueólogas hacemos teorías, ciencia y trabajo, no exhibicionismo; buscamos proteger el patrimonio y conservarlo, no andar turisteando.

El proyecto ArchaeoVenturers está en su derecho de utilizar los recursos que desee, pero no quiere decir que sea válido, ni correcto. Particularmente, considero que es pertinente empezar a verter nuestras opiniones y actuar, pues conforme avanza el tiempo, muchos oportunistas y aficionados proyectan imágenes e información incorrecta en pos de la «frescura», la «accesibilidad al conocimiento arqueológico y antropológico» y de «llegar a todo público», al que creen tonto al darle la información «masticada y digerible»; lastimosamente, es así que se inicia con el saqueo, la mala calidad de la información y por ende, el desprestigio de nuestra carrera.

Ojalá que muchos y muchas de mis colegas compartamos opinión, y si no es así, estaré contenta de haber podido expresar mi desacuerdo total con este tipo de proyectos incategorizables y altamente criticables. No es una exageración, es la realidad de lo torcido y desechable en que los medios pocos serios, están convirtiendo a nuestros campos académicos y laborales.

¿Qué opinas?

Atte. Sara Vargas Carbajal
Arqueóloga por la ENAH
Maestrante en Estudios Andinos por la PUCP
Estudiante-Maestría en Arqueología de la ENAH

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #43″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

DE LA CASA #15: EL PATRIMONIO PICTÓRICO DE MÉXICO TIENE SEXO / GLG.

num15

Por Gema Liliana González

Cuando se refiere a la pintura mexicana es relevante hablar sobre quiénes son los principales exponentes; cuáles son las obras más representativas o las tendencias artísticas más originales, sin embargo, queda en el aire una cuestión que es: si existen en la pintura diferencias – por el sexo – en sus tendencias artísticas, entre pintores o en las obras de arte, ¿A qué me refiero con esto?

Pues bien, tras visitar algunos museos tanto de manera presencial como digital, así como revisar manuales, revistas y otro tipo de publicaciones sobre la historia del arte mexicano; caí en cuenta de la “casi” ausencia de mujeres en la pintura mexicana, de lo que no se dice acerca de las representaciones de género en las obras de arte, así como del papel que tienen las mujeres en los mercados de arte, los movimientos artísticos, las academias de pintura, etcétera.

ROSARIO CABRERA

En este sentido, me parece relevante preguntar ¿Qué sabemos de las mujeres pintoras?; ¿Frida Kahlo es la única exponente?; ¿Quiénes hacen las obras? y ¿Qué dicen las pinturas sobre lo que somos, lo que sentimos y las formas en que nos relacionamos? A partir de estos cuestionamientos, realicé una revisión y me di cuenta de tres aspectos. El primero, es que en el caso mexicano existen pocos espacios que dan muestran de las diferencias de género, por ejemplo; el Museo de la Mujer, sitio en el cual se aborda el devenir histórico y el papel de las mujeres en la construcción de la sociedad mexicana. Otro espacio es el Museo de Mujeres Artistas Mexicanas (MUMA), un museo virtual que exhibe el trabajo artístico de las mujeres, principalmente de los siglos XX y XXI.

MaríaEl segundo aspecto se encuentra en la formación y difusión sobre la pintura mexicana, pues no está presente la cuestión de género. Si las mujeres participan o no, así como las razones de esta participación, no es un hecho que se conozca abiertamente. Lo anterior me llevó a un tercer aspecto, en México cuesta trabajo nombrar a las mujeres, valorar a sus obras, así como estudiar en las pinturas, las instituciones académicas, los mercados de arte, la situación del género. Lo cual ya comenzó a suceder en otras partes del mundo, por ejemplo: en España y Estados Unidos (Chadwick, 1993; INMUJERES, 2005).

Cabe señalar que en este tipo de países se está instruyendo a las y los estudiantes jóvenes (que en México corresponde a los alumnos de secundaria y preparatoria), sobre quiénes son las mujeres exponentes de determinado estilo pictórico. Asimismo, se explican las razones por las cuales existen o no registros de mujeres pintoras en distintas épocas históricas, cuáles fueron sus posibilidades, e imposibilidades, oportunidades de acceso, de participación y otra serie de situaciones que permitieron el desarrollo de las mujeres en esta manifestación artística.

Me parece, que es momento de hacer una revisión sobre el caso mexicano, de formular categorías propias que expliquen el proceso que ha llevado a constituir el patrimonio pictórico a partir del género. Para ello, es indispensable visibilizar a las mujeres pintoras y a aquellas que se relacionan con este mundo artístico, como las mecenas, las modelos, las curadoras, etc. Es preciso saber quiénes son, dónde están y por qué están ahí y no en otro espacio (Aumente, 2000; Durán, 2004). Por ejemplo, reconocer y explorar que sucedió con las mujeres pintoras de la prehispanidad, las cihua-tlacuilo (Eriksen, 2006) ¿Acaso continuaron pintando tras la conquista?

Pilar de Hidalga

También se requiere reconocer y entender las obras que las mujeres han realizado a partir de los procesos y diferencias de sus autoras con relación a sus compañeros varones. Esto sin caer en prejuicios que catalogan a la pintura como femenina o masculina. Aludiendo que en las representaciones pictóricas hay valores asociados a los estereotipos de género, como el hecho de que las mujeres pintan flores o el mundo interior, subjetivo. Mientras que los hombres plasman los temas públicos y sociales, como la guerra o la lucha por la libertad (Aumente, 2000).

De este modo, será posible apreciar y conocer el legado pictórico, tanto en lo particular como en lo general. Será posible tener más certeza sobre las posibilidades que hubo en cada momento histórico para gestar un movimiento, una tendencia o una obra de arte en sí; comprender los contenidos de las pinturas, los cuales al final del día nos están hablando y exhortando a conocerlos para reconocernos a nosotras y nosotros mismos.

Referencias

Aumente. P. (2010). La imagen de las mujeres a través de su propia mirada. 15 de octubre de 2012, de Creatividad y sociedad. Sitio web: http://www.creatividadysociedad.com/articulos/15/creatividadysociedad_la%20imagen%20de%20las%20mujeres.pdf

Chadwick, W. (1993). La mujer y el arte. 9 de mayo 2014, de Debate feminista Sitio web: http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/lasmuj1096.pdf

Durán, M. (2004). De Fra Angelico a Francis Bacon: Las claves sociológicas de la Anunciación. En Reflexiones sociológicas: homenaje a José Castillo Castillo (921-956). Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.

Eriksen, L. (2006). La crisis del guadalupanismo. Cerca de cien años de silencio a través de los textos del arzobispo Montúfar (1556) y del bachiller Miguel Sánchez (1648). México: Navarra.

INMUJERES. (2005). Las mujeres en la cultura y las artes. 9 de mayo 2014, de INMUJERES Sitio web: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100720.pdf

Museo de Mujeres Artistas Mexicanas (MUMA) http://www.museodemujeres.com/ 9 de mayo 2014.

Museo de la Mujer http://museodelamujer.org.mx/ 9 de mayo 2014.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #15″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

INVITACIÓN: V Encuentro de Estudios Afroamericanos

INVITACIÓN :   V  Encuentro de Estudios Afroamericanos

En el marco del título «Derroteros afrodescendientes de la raíz a la flor» , les extendemos la cordial invitación para que nos acompañen del 24 al 26 de Abril en las instalaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) – Plantel Centro Histórico donde compartiremos diferentes puntos de vista académicos en torno al movimiento Afro en México. Solemos tener la idea de la » tercer raíz»… pero en verdad ¿Cuántas veces nos hemos planteado históricamente ,e incluso en la vida cotidiana, la presencia de los afrodescendientes en México y en toda América Latina? ¿Reconocemos, validamos y damos su lugar tanto en las leyes, en la comunidad, en la identidad y en los usos y costumbres a lo «afro», lo «negro», lo «moreno»?

Dentro de estas disyuntivas encontramos un marco de discusión, debate y análisis a través de puntos de vista tan diversos como la Antropología, la Arqueología, los enfoques de Género y Derechos Humanos además de la presentación de un documental y la Revista UNISUR- UNICOSTA.

Los esperamos!! la entrada es libre (ver programa adjunto // http://es.scribd.com/doc/137277614/Programa-v-Encuentro-de-Estudios-Afroamericanos)