Por Selene Velázquez
Vamos a hablar de Monterrey, la sultana del norte, la capital de Nuevo León, la ciudad industrial y boyante del siglo XX perfumada a carne asada, la ciudad de las montañas, los estadios y ahora, de edificios altos, mi ciudad.
Imagen I, Selene Velázquez, 2016
Monterrey se distingue por muchísimas cosas pero, casi nunca, por su patrimonio arquitectónico. Y es que, cuando arrasas con más de 20 manzanas para crear una macro plaza pues, digamos, se te queda la mala fama.
Acostumbrados a decir que en el norte “no hay nada de patrimonio” generalmente tendemos a menospreciar lo que sí hay. Algunos políticos lo consideran como un estorbo o como leímos hace poco “cadáveres”. Pero, ¿en serio no existe el patrimonio edificado? ¿O no lo queremos ver?
En la ciudad se han editado libros que muestran un magnífico patrimonio ahora perdido que podría haber estado en Morelia o Querétaro, existen más de ocho grupos de Facebook con miles de seguidores sobre el Monterrey antiguo y se publican libros de historia sobre nuestro pasado. Pareciera entonces como si estuviéramos destinados a solo ver en páginas impresas o por las redes sociales las fotografías del antiguo Monterrey.
Recordarán que el año pasado presenté un artículo sobre la construcción de un mercado “gourmet” en dos predios de la zona del Barrio antiguo, una construcción en la calle de Morelos muy modificada, pero rescatable, y otra la colindante en la calle Padre Mier que estaba completita, y que fue destruida para dar paso a una mole de modernidad de concreto con sillares de fachaleta aparentes como para que se vea “viejito” y le de ese toque chic para un mercado gourmet, claro. Hubo mucha agitación en las redes sociales y en los medios impresos, pero, obviamente, nada pasó. (Por acá el link)
Sin embargo, ya estamos cansados de que no pase nada, de que nunca pase nada.
Hace unos días un amigo arquitecto me dio un “pitazo”: una casa en el primer cuadro de la ciudad estaba siendo demolida. Sin la ubicación exacta, fuimos a calle por calle para buscarla sin resultado. Días después, en uno de los grupos antes mencionados del Facebook encontré una imagen de la casa con la ubicación. Sin perder un minuto fuimos a documentarla: la propiedad era excelsa, dos niveles, planta en forma de herradura, techos de terrados y vigas de madera, muros de sillar de caliza, un patio central flanqueado por arcos de medio punto, y en la fachada detalles neoclasicistas. Una maravillosa casa (aparentemente del siglo XX) estaba siendo convertida en polvo. Todo para dar paso, ¿adivinen a qué? A un estacionamiento.
IMAGEN II, Restāurika 2016
Esta vez se sumaron más voces para a pedir que se detuviera la demolición de una casa que, prácticamente estaba ya demolida. Sin embargo para nuestra fortuna Eduardo Quintanilla subió a la red una ficha de catálogo realizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León en el año de 2004 donde se decía que la casa estaba protegida, aunque la ubicaban en el siglo XX. Más tarde, Juan Casas subió a las redes una ficha de catálogo más antigua realizada solo por el INAH donde se inscribe a la propiedad como del siglo XIX e incluso se comenta que hay una inscripción: “Septiembre de 1885, E.M.” sin imagen de la misma. Sin embargo hay inconsistencia en el número de la propiedad, horrores y errores de origen a la hora de documentar: ¿De cuándo era la construcción? ¿Siglo XIX o siglo XX? Nos preguntamos entonces: ¿debería de ser demolida por ser de un siglo u otro? ¿Quién la debe proteger? ¿Era un paraje desolado que ya no se podía restaurar? O peor aún: ¿era ya un cadáver mal oliente?
IMAGEN III, Eduardo Quintanilla, 2016
IMAGEN IV, cortesía Juan Casas, 2016
Pues bueno, viene acá lo más interesante, según un documento difundido por los periódicos de Milenio Monterrey y El Norte de grupo Reforma: el primer permiso de DEMOLICIÓN TOTAL lo dio nada más ni nada menos que el Instituto Nacional de Antropología e Historia Delegación Nuevo León en julio de este año 2016. Hasta este momento no conocemos los dictámenes estructurales del bien patrimonial realizado por ingenieros o arquitectos peritos en la materia, mucho menos si quiera, alguna fotografía que pudiera evidenciar el daño irreparable para su eminente destrucción.
http://www.milenio.com/cultura/avalo_inah-demolicion_casona_protegida-milenio_0_848915522.html
http://www.elnorte.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=986678&v=3
Sin embargo, horas más tarde, Elsa Rodríguez delegada del INAH Nuevo León declaró ante los periódicos antes mencionados que no reconocía la firma en el documento como suya y que era, muy probablemente una falsificación, por la que interpondría una demanda contra quien resulte responsable. Lo más terrible de esto, es que quien realizó el documento apócrifo lo hizo desde el mismo Instituto, pues los sellos estaban ahí.
http://www.milenio.com/cultura/desconoce-inah-permisos-pondra-denuncia-milenio_0_849515366.html
http://www.elnorte.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=986955&v=2
IMAGEN V, Obtenida en grupo Reforma y Milenio, 2016
Aún así imágenes de Google Street y Google Earth fechadas en febrero de este año nos muestran una casa con una aparente estabilidad estructural. ¡Digo!, viviendo la que escribe también en la ciudad de Guanajuato, donde hay losetas de barro que literalmente se caen de los balcones y que bien podrían matar a un cristiano ¡y no por eso tiran la finca! La restauran. Pero en Monterrey pareciera que por un posible colapso de azotea decidieron tirar el inmueble entero.
IMAGEN VI, Google Earth, 2016
IMAGEN VII, Google Earth, 2016
IMAGEN VIII, Google Earth, 2016
El mismo día que salieron las notas en los periódicos hubo un movimiento ciudadano importantísimo afuera de la ruina que es ahora la casona en la calle Allende, donde más de 30 personas nos reunimos para externar nuestro interés en la conservación y preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Monterrey, y digo importantísimo porque no es algo que se vea muy seguido en la ciudad. Sin embargo, y con todo y la colocación de los sellos de suspensión de obra por parte de desarrollo urbano, la propiedad había sido demolida ya en más de un 80%. http://refor.ma/9s-baei3T
IMAGEN IX, Restāurika 2016
IMAGEN X, Restāurika 2016
Pero entonces, volvemos a la premisa ¿tenemos patrimonio o no? ¡Claro que tenemos patrimonio y mucho! Sobra decir que las autoridades que se supone son las competentes para su resguardo se están quedando cortas. Y es que, dar un permiso de demolición total sin antes proponer su conservación es un error garrafal. Ahora, ninguno de quienes estamos en contra de este tipo de acciones decimos (porque este es un error muy común, créanme) que para conservar el patrimonio edificado este debe ser momificado, o convertirlo en un museo con tapices del siglo XIX y candelabros franceses. ¡No!. Un edificio patrimonial puede y debe tener usos múltiples, debe ser adaptado a las nuevas necesidades de la comunidad con materiales que sean compatibles para su conservación, pero de eso a que parezca que estamos en los tiempos de Don Porfirio, se dista mucho.
En la propia ciudad de Monterrey Marcela González, de Oficio Taller Arquitectura, intervino una propiedad en la calle 15 de mayo para adaptarla a uso de oficinas. ¿Cómo? Respetando la construcción antigua y creando junto con su despacho una intervención contemporánea y amigable al contexto. Pero claro, tuvo la visión y el respeto por el patrimonio.
IMAGEN XI, Cortesía Marcela González, Oficio Taller Arquitectura, 2015
IMAGEN XII, Cortesía Marcela González, Oficio Taller Arquitectura, 2016
Algo está fallando en Monterrey, lo he dicho en más de una ocasión, debemos dejar de hablarnos entre especialistas sobre patrimonio, debemos dejar de darnos palmaditas en la espalda y hay que llevar el patrimonio a todos, desde los niños hasta los ancianos, desde los dueños de los bienes arquitectónicos hasta los posibles y futuros inversionistas, y obviamente, a las escuelas de arquitectura. Hay que incentivar con apoyos económicos a los propietarios de los inmuebles de valor histórico y artístico, para que en realidad éstos se puedan conservar, porque muchas veces sí hay un amor al patrimonio y apego a la propiedad, pero sin dinero y un conocimiento claro sobre los materiales constructivos, seamos realistas, poco o nada se puede lograr. Más de uno estamos cansados de que nunca pase nada y de que los catálogos sólo sirvan para llorar por lo desaparecido. Así que basta ya de perder batallas.
IMAGEN XIII, Restāurika 2016
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Actualización del 29 de noviembre: «»Acá (un par de videitos) del Barrio antiguo: pura construcción que se integra perfecto al contexto histórico.» by Selene Velázquez.
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Sobre la autora: (Monterrey, Nuevo León – 1982) Maestra en restauración de sitios y monumentos por la Universidad de Guanajuato y arquiterca por la Universidad Autónoma de Nuevo León, ama a la arquitectura norestense y a su tierra. Es co-fundadora de Restáurika, empresa que se dedica a la arquitectura contemporánea y a la restauración de bienes muebles e inmuebles. No le gusta quedarse callada cuando ve que le tiran el patrimonio de su ciudad./
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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #112″. México 2016. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).