#LasPrestadas: El INAH: entre la preservación y la mercantilización del patrimonio histórico-cultural de México.

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Por Víctor Manuel Ovalle Hernández

Resumen:
En este artículo se analiza al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como aparato ideológico del Estado mexicano, la conflictividad que ha generado con organizaciones civiles, sindicales y comunidades étnico-campesinas a partir de su pretensión de conciliar preservación y mercantilización del patrimonio histórico-cultural de México y las respuestas sociales que se derivan de esta confrontación.

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El INAH ha optado por el pensamiento monótono, por la indiferencia de la historia, por la vacuidad de todo proyecto intelectual, por algarabías inútiles en las que la autoridad de décadas, la historia de las interrogaciones se disipa… (Raymundo Mier)

En las dos primeras décadas del siglo XXI, el INAH se ha visto involucrado en distintas controversias y episodios conflictivos con sectores organizados de la población sobre el tema del cuidado y preservación del patrimonio histórico-cultural de México. A esta institución se le ha acusado de mal manejo y negligencia en el cumplimiento de sus funciones y de ser cómplice de los gobiernos municipales, estatales y federales al servicio de las empresas trasnacionales, en la mercantilización de diversos bienes culturales de nuestro país. ¿Cómo se llegó a esta situación de enfrentamiento casi permanente? En este escrito se ofrece una respuesta histórica a esta problemática.

Para entender el asunto es necesario ubicar al INAH como parte de un sistema social que cuenta con instituciones agrupadas en un Estado cuya función es dirimir las contradicciones internas para que dicho sistema funcione en forma adecuada.

El Estado es una abstracción que nos permite entender el gobierno, las normas jurídicas, las prácticas y los comportamientos sociales que rigen en un territorio.

El Estado se integra de instituciones, o grupos de personas localizadas en sedes reconocidas por el Poder, quienes adoptan comportamientos convencionales para atender y resolver asuntos de interés público y privado. De esta manera existen instituciones de gobierno como la Presidencia de la República, El Congreso de la Unión y los Congresos Estatales y los Partidos Políticos oficiales; instituciones militares como el Ejército, la Marina, La Policía Federal y las policías municipales; instituciones educativas de nivel básico, medio y superior e instituciones civiles como sindicatos, asociaciones de vecinos, asociaciones deportivas y culturales que coexisten y se reconocen mutuamente. Las familias constituyen las unidades básicas del sistema estatal.

Dado que vivimos en un sistema capitalista en el que todo lo que produce el ser humano es susceptible de ser convertido en mercancía, aun los bienes culturales, el comportamiento de las instituciones favorece los intereses de la clase dominante o burguesa.

El Estado-Nación es una disposición territorial que responde a un momento histórico del Capitalismo, en el que se pretende conciliar intereses antagónicos entre clases sociales, comunidades étnicas rurales y urbanas diversas. Es también una forma de administrar los mercados y los flujos de mercancías y capitales de unas regiones a otras. El surgimiento del Estado-Nación, está asociado a la pretensión de la burguesía nacional de manejar la economía sin la intervención decisiva de los grandes monopolios y las potencias imperialistas de Occidente. El gobierno, como garante del Estado, se ostenta como representante de los intereses generales de la Nación.
Después de 100 años de conflictos sociales bélicos, que incluyen la Guerra de Independencia, las invasiones norteamericana y francesa a nuestro país y la Revolución mexicana, el Estado-Nación se consolida en nuestro país, una vez que es posible reconocer jurídicamente los derechos, garantías y facultades de los sectores populares, en particular las comunidades étnico-campesinas. Esto ocurre entre los años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, y el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas de 1934-40.

En esa época, toma forma el Nacionalismo mexicano, expresión ideológica o superestructural de la industrialización capitalista en nuestro país, que además de integrar símbolos como la bandera y el himno nacionales, se legitima ante los sectores populares administrando la Memoria histórica, es decir, exaltando las raíces mexicanas, “el pasado glorioso”, definiendo la evolución social por etapas e incorporando la idea de “la redención del indio” al discurso oficial. Esta forma de identidad promueve la incorporación al Progreso a través de la alfabetización y la Educación pública, laica y gratuita. Se adjudica la prerrogativa de salvaguardar el patrimonio histórico-cultural y pretende que la lucha de clases es sustituida por la unidad de clases.

El Nacionalismo justifica la existencia y razón de ser de un Estado que aunque sirve a la clase dominante, en el discurso ideológico se presenta como representante de todas las clases sociales y garante del legado histórico-cultural.

El Estado mexicano capitalista, se enfrenta a la contradicción de haber creado y sostenido instituciones no dedicadas al lucro, que en la época actual, en la que predominan los capitales financieros internacionales en todos los ámbitos de la vida económica, ceden a la tentación de participar en el proceso de acumulación de capitales.
Tal es el caso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que con 75 años de existencia ha evidenciado su complicidad con el mercado de bienes culturales y el poder económico.

El INAH se constituye por decreto presidencial el 31 de diciembre de 1938, como resultado de la política nacionalista derivada de la Revolución Mexicana, con el objetivo de realizar las tareas científicas y de conservación del patrimonio cultural de México y de la población indígena que legó ese patrimonio. Años más adelante, en 1949, se fundó el Instituto Nacional Indigenista (INI) con independencia en objetivos y políticas al INAH. De esta manera, el INAH se dedicó a la investigación y protección del patrimonio cultural, a los estudios antropológicos e históricos, a la enseñanza y difusión de estas áreas a través de museos y publicaciones (Olivé, 1988: 207).

En sus primeros años, el Instituto realiza sus funciones con las limitaciones propias de una institución centralizada, con un reducido personal calificado –en la ENAH se formaban las primeras generaciones de especialistas en las ciencias antropológicas- y con un modesto presupuesto para cubrir el extenso territorio nacional.

No obstante, de 1939 a 1958, la dependencia integra y sistematiza los servicios de protección de los monumentos y restauración de las zonas arqueológicas, el estudio y la protección de los monumentos coloniales e históricos, los museos regionales, locales y de sitio, los archivos, las bibliotecas y la ENAH, mediante planes de cooperación con la UNAM, el Politécnico y el Colegio de México. El Museo Nacional, ya dedicado exclusivamente a la antropología, enriquece sus colecciones, reestructura sus salas, emplea técnicas museográficas modernas y fortalece sus actividades de difusión. Se crea en 1952 la Dirección de Prehistoria y en 1954 la Dirección de Estudios Antropológicos, la cual promovía proyectos interdisciplinarios de antropología y etnología para estudiar los problemas de la población mexicana. Se logran en esta época, avances sustanciales en el conocimiento de las culturas prehispánicas, en la investigación de la población actual del país, en el diseño de las acciones de protección del patrimonio y en las tareas de restauración de los monumentos y zonas arqueológicas. Resalta en esta época, la preservación de los monumentos del Centro Histórico, de la Merced, Coyoacán y San Ángel de la Ciudad de México, que estuvieron amenazados por los proyectos de obras públicas y de modernización. El Instituto evitó que se destruyeran los edificios coloniales a lo largo de la calle de Tacuba (Olivé, 1988: 209-213).

El auge económico de la posguerra arrojó la entrada de enormes inversiones extranjeras en nuestro país, principalmente estadounidenses, lo que permitió la industrialización y el crecimiento económico de los años 1950-60. Se implementaron grandes proyectos museológicos y de restauración de zonas arqueológicas monumentales con el apoyo de los sucesivos gobiernos federales, quienes encontraron en el patrimonio cultural un mecanismo de exaltación del “pasado glorioso” y de la figura presidencial, que eran ligados ideológicamente en el discurso nacionalista.

A partir de este momento, se priorizan las inversiones educativas, las de investigación y difusión del patrimonio cultural con el propósito de fortalecer la identidad nacional y mostrar las riquezas culturales del país. Se inicia entonces la promoción del turismo cultural como medio para nivelar la balanza de pagos (Olivé, 1988: 214-15).

El primer trabajo del INAH que integra el manejo ideológico del Estado mexicano con las demandas de afluencia turística de esta floreciente industria es el Proyecto Teotihuacán de 1962-64, durante el gobierno de Adolfo López Mateos, que se concibe primordialmente como una labor de acondicionamiento de la zona para el turismo, ya que la Avenida de los Muertos se habilita como un corredor de acceso cómodo, los edificios aledaños se consolidan sólo en la cara que ven los turistas y se reconstruye para ellos el Palacio de Quetzalpapálotl, aun cuando el dato original es muy limitado (Rodríguez, 1996: 92-93).

Durante este mismo régimen se construye el Museo Nacional de Antropología (1964), concebido como un gran altar para rendir admiración al pasado prehispánico, que despliega técnicas modernas de museografía y una gran riqueza informativa, logrando un gran impacto internacional y convirtiéndose de paso, en el mayor logro del sexenio (Rodríguez, 1996: 93.94).

A partir de entonces, el INAH deberá atender los “encargos presidenciales”, de uso estatal, que se traducirán en proyectos coyunturales sexenales: el Proyecto Cholula del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-70); las investigaciones en torno a los presuntos restos de Cuauhtémoc en Ixcateopan, Guerrero, en el periodo de Luis Echeverría Álvarez (1970-76); El Proyecto Templo Mayor, en la gestión de José López Portillo (1976-82); la creación de museos por toda la República durante el régimen de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-88) y los 12 Megaproyectos arqueológicos impulsados por Carlos Salinas de Gortari en su sexenio (1988-94) (Rodríguez, 1996: 95-101).

Un golpe demoledor al “orgullo nacional” significó el robo de 140 piezas arqueológicas al Museo Nacional de Antropología el 25 de diciembre de 1985, en medio de una profunda crisis económica y social, y a sólo tres meses de ocurrido el terremoto del 19 de septiembre. No obstante, la recuperación de la mayoría de las piezas en 1989, fue una inmejorable oportunidad para el cuestionado régimen entrante[1] de promover su imagen a través de un acto de propaganda política en el que se dieron cita el Presidente de la República, el Presidente de CONACULTA, el Procurador General de la República y el Director General del INAH entre otros (Antropología, 1989).

En los años 1990, el INAH participó como organizador junto con el INBA y organismos privados en la Exposición México, esplendores de 30 siglos, en la que se expusieron obras consideradas artísticas de la época prehispánica, colonial y contemporánea, primero en Estados Unidos durante un año y medio (en la ciudad de Nueva York) y posteriormente en Monterrey, Nuevo León en la que se dijo que se exponía “con orgullo nuestros orígenes y nuestra identidad” (Abelleyra, 1992: 35).

En todos estos años el Estado se consolida como el principal promotor de la conciencia nacional e impulsor del turismo en nuestro país, atribuyendo al INAH su carácter de aparato ideológico. Poco importó desatender las necesidades académicas del gremio antropológico e identitarias de los diversos sectores de la población.
En 1997, María Teresa Franco, Directora General del INAH, declaraba a un diario de circulación nacional, que hacía falta establecer un programa de planeación importante que pudiera articular la conservación del patrimonio con programas turísticos integrales. Comentó que la relación con el sector turismo era orgánica, ya que el INAH era miembro de un consejo técnico dentro de la Secretaría de Turismo (SECTUR) y que el trabajo era ahora más intenso vía dos grandes programas: el de Mundo Maya y el de Ciudades Coloniales. Franco reconocía el financiamiento de la SECTUR a proyectos de investigación arqueológica y construcción de unidades de servicio, talleres de imagen urbana y programas de capacitación para guías de turistas. De acuerdo con los conteos elaborados por personal del INAH durante el segundo semestre de 1996 y el primero de 1997, 11 millones 513 mil personas visitaron las zonas arqueológicas. De ellas, 8 millones 390 mil fueron connacionales (73%) y 3 millones 123 mil extranjeros (Mateos y Ravelo, 1997).

Y en 1998, Jorge Carlos Díaz Cuervo, Secretario Administrativo del INAH, anunciaba que el Instituto desarrollaría estrategias para recibir flujos de turismo en las 155 zonas arqueológicas abiertas al público, de un total de 25 mil registradas en todo el país; que entre las medidas a adoptarse estarían el acercamiento concreto y fluido a empresas privadas y organismos internacionales como la Organización Mundial de Turismo (OMT) que en ese entonces preveía un incremento anual del 4 por ciento en la rama turística durante los siguientes 20 años en todo el mundo. Informó que desde 1995 se habían firmado las bases de colaboración entre distintas entidades gubernamentales para realizar proyectos de desarrollo sostenido y sustentable de las zonas turísticas, arqueológicas, históricas y paleontológicas. Para el funcionario era posible conciliar el incremento de las corrientes turísticas “con un claro espíritu conservacionista y de valoración del patrimonio cultural” (Gómez, 1998).

Un año después, El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) donaba más de 1.2 millones de dólares a la Organización Mundo Maya para la implementación de un programa de desarrollo económico y social sobre el área comprendida de Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y México, el cual contemplaba un plan de inversión en turismo cultural y de aventura, así como ecoturismo, que –de acuerdo al proyecto- preservaría el medio ambiente, el patrimonio cultural y garantizaría la participación de la comunidad maya y otros pobladores (Reforma, 1999).

A partir de los años 1990 se recurrió a la utilización de zonas arqueológicas monumentales como escenarios de conciertos multitudinarios y eventos artísticos: en 1997 se presentó Luciano Pavarotti en Chichén Itzá, Yucatán, generando protestas, tanto por el alto costo de los boletos (el más barato fue de 50 dólares), como por las 17 mil personas que se acomodaron en la explanada principal, generando daños a las estructuras, que las autoridades minimizaron. En ese mismo sitio se realizaron los conciertos de Plácido Domingo en 2008, Sarah Brightman en 2009 y Elton John en 2010, con la restricción de tener un aforo máximo de 6,500 personas; en 2010, se presentó la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México en Uxmal. A partir del año 2000, el gobierno federal autorizó la celebración anual de la Cumbre Tajín, en el Estado de Veracruz, que se realiza durante cinco días en tres sedes: la zona arqueológica, la ciudad de Papantla y el parque temático Taquilsukut, y que recibe a unos 400 mil asistentes. Los espectáculos de luz y sonido se instalaron por primera vez 1984 en Uxmal y Chichén Itzá y en 2008 fue implementado en Morelos un sistema de iluminación para visitas nocturnas en el que los particulares sólo tienen la obligación de dar al instituto la cantidad por concepto de entrada a las zonas por cada asistente (Mateos-Vega, 2012).

Se puede dilucidar que conservación y mercantilización son actividades antagónicas e irreconciliables, que sólo pueden subsistir en conflicto permanente, hasta ser resuelto en una u otra dirección. La preservación, conservación y protección del patrimonio es una función que reserva una parte valorada de la cultura material y simbólica a la cual encapsula, mantiene, paraliza, aísla, le extrae el movimiento para su contemplación, comprensión e identificación; la mercantilización en cambio, es una actividad que moviliza, circula, pone en movimiento, transforma para el consumo inmediato. En los dos casos existe la posibilidad del disfrute estético; en el caso de la preservación, el disfrute es a largo plazo y en la mercantilización, el disfrute es inmediato, procurando extraer la mayor tasa de ganancia en el menor tiempo de consumo.

En nuestro sistema social, cuya razón de ser es la acumulación constante de capitales por parte de los monopolios internacionales a través de la producción y consumo incesante de mercancías de caducidad inmediata, la conservación de objetos no parece tener cabida y cuenta con espacios limitados. Bauman (2006: 18-19) ofrece una representación certera de la manera habitual de vivir en nuestras sociedades modernas contemporáneas: “La vida líquida es una vida devoradora. Asigna al mundo y a todos sus fragmentos animados e inanimados el papel de objetos de consumo: es decir, de objetos que pierden su utilidad (y, por consiguiente, su lustre, su atracción, su poder seductivo y su valor) en el transcurso mismo del acto de ser usados”.

Sin embargo, la necesidad de alejarse de la incertidumbre, la precariedad, la ausencia de rumbo y de contar con escenarios estables y seguros, emerge entre los diversos sectores de la población mexicana que en los hechos asumen la defensa de sus propios bienes de identidad.

En los últimos 20 años, el INAH se ha visto enfrentado a organizaciones sociales, quienes le han demandado el no actuar con firmeza, prontitud y apego a la ley en su principal encargo: la defensa irrestricta del patrimonio cultural de México.

En 1994 habitantes de San Juan Teotihuacan levantaron una averiguación previa en la Procuraduría General de la República contra las autoridades del INAH por traficar con el patrimonio cultural al permitir la construcción de “La Plaza de los Jaguares” en la zona arqueológica. En esta obra comercial el entonces presidente de México, Carlos Salinas colocó la primera piedra. Los habitantes argumentaban que el terreno es patrimonio cultural de la humanidad y que no podría pasar a manos de los mercaderes de la cultura (Tinoco, 1994).

En 1997, colonos, intelectuales, estudiantes, profesores y trabajadores, principalmente de la ENAH, se opusieron a la construcción del Megaproyecto urbano Plaza Inbursa y Proyecto Peña Pobre del Grupo Carso, en medio de dos estructuras prehispánicas: la Pirámide Circular de Peña Pobre, que colinda con la esquina de San Fernando e Insurgentes y el conocido basamento circular en terrenos de la Zona Arqueológica de Cuicuilco, al sur de la Ciudad de México. Allí se localizaban vestigios arqueológicos como una presa primitiva, un cuerpo de agua que contenía restos de cerámica y una figura completa que podría representar al dios del fuego: Huehuetéotl. Se realizaron foros académicos, políticos y festivales artístico-culturales. En septiembre de ese año, se llevó a cabo la Segunda Asamblea del Congreso Nacional Indígena en la que participaron más de 40 grupos indígenas mexicanos, además de la presencia de 1,111 delegados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En la inauguración se efectuó una festividad ritual en el basamento circular y la plenaria final se realizó a un costado del basamento con la intención de defender al centro cívico-ceremonial (Adame, 1999: 1-3). Los representantes del INAH aparecieron tarde y su titular, María Teresa Franco, se apresuró a emitir su dictamen: “… el proyecto presentado es factible y respetuoso de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, por lo que se decidió autorizar la continuación de las obras del centro comercial… El Grupo Carso no ha causado ninguna destrucción a la zona arqueológica (Vega, 1997: 25)”. Por su parte, el Sindicato de Académicos del INAH denunció que la dirección del Instituto, se había manifestado incompetente para actuar legalmente, al omitir la integración del expediente técnico para la declaratoria de zona arqueológica (Vega y Posada, 1997). Finalmente se canceló la construcción de una torre de 22 niveles del megaproyecto urbano y se firmó un acuerdo de catorce cláusulas entre la Junta Vecinal Pro-Defensa de los Monumentos Arqueológicos, Artísticos, Históricos, Culturales y Ecológicos de la Delegación de Tlalpan, A. C., las autoridades del INAH y el Gobierno de la Ciudad de México para salvaguardar lo rescatable de Cuicuilco (Salazar, 1999: 65-67).

El primero de abril de 2000, una cadena humana detuvo la demolición de las antiguas bodegas de Santo Tomás en Ensenada, Baja California, las cuales fueron fundadas en 1888 y en la época actual alojaban un Centro Cultural. Los propietarios de los terrenos pretendían construir allí un supermercado ante la indiferencia del INAH y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). El INAH local argumentaba que no podía intervenir, pues las bodegas no tenían más de 100 años. Aprovechando la Semana Santa los propietarios pretendieron sorprender a la población e iniciaron la demolición en la noche. Al percatarse, los vecinos dieron la voz de alarma y de inmediato llegaron cientos de indignados ciudadanos a defender el sitio con un cordón humano (Ortíz, 2000).

Desde el año 2000 se han registrado protestas contra el evento artístico musical Cumbre Tajín: en ese año, alrededor de 150 personas, entre investigadores del INAH, trabajadores, estudiantes de la ENAH y población se manifestaron contra el cobro por el evento y contra el daño que se habría generado al patrimonio cultural (Ravelo, 2000); en 2006, miles de campesinos totonacas e integrantes del Frente del Totonacapan para la Defensa del Patrimonio Cultural, así como agrupaciones adheridas a la otra campaña zapatista marcharon en repudio al festival musical Cumbre Tajín, y bloquearon de manera simbólica el llamado parque temático Takilshukut, que de acuerdo a los manifestantes, fue edificado sobre vestigios arqueológicos. Los representantes ejidales y agentes municipales de los poblados totonacas exigieron que el centro recreativo, al que no tenían acceso los indígenas, fuera cerrado y en su lugar se edificara la Universidad Indígena del Totonacapan, como opción para frenar la pobreza extrema y la migración. Denunciaron que en la Cumbre Tajín no participaban, ni como invitados ni organizadores, que eran espectadores marginados o empleados de las empresas que hacen mucho negocio ahí. Asímismo, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) presentaron una demanda de amparo ante el juzgado 13 del fuero federal en Poza Rica y una denuncia de hechos en la Procuraduría General de la República (PGR) por los daños ocasionados a la zona arqueológica y la violación a la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos (Morales, 2006). En 2009, la novena edición del festival se inició en medio de protestas de pobladores totonacas de diversos municipios del norte de Veracruz. Cerca de dos mil indígenas adheridos a la Central de Organizaciones Campesinas y Populares (COCYP) marcharon por la carretera Papantla-El Chote, antes de ingresar a la zona arqueológica en donde realizaron un acto de desagravio a los dioses prehispánicos por nueve años “de profanación, pisoteo y agresiones” a su cultura (Morales, 2009). En todos estos años, la Dirección General del INAH ha sido acusada de complicidad con las autoridades federales y estatales para llevar a cabo el evento.

Los Trabajadores de base del INAH agrupados en la sección D III 24, denunciaron en 2009, que el Proyecto “Resplandor teotihuacano” -impulsado por el gobierno del Estado de México a cargo de Enrique Peña Nieto-, consistente en visitas guiadas nocturnas con un espectáculo de luz y sonido, de alto costo para la población en general, había dañado a las principales pirámides de la zona arqueológica: la del Sol y de la Luna. Al colocarse estructuras metálicas, planchas de aluminio, cemento, más de 8,000 taquetes expansivos parta el anclaje, cableado, capelos de fibra de vidrio, lámparas, soldadura, se perforaron piedras de la estructura y el mortero de asiento, fracturando y generando daños irreversibles a los edificios. Con este Proyecto se violaba la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su Reglamento, además de la Ley Orgánica del INAH y varias leyes internacionales (Volante D III 24 ORGANIZACIÓN NACIONAL). Asimismo, investigadores y trabajadores sindicalizados de la zona arqueológica denunciaron la colocación de bloques prefabricados de concreto sobre la superficie taladrada de las Pirámides del Sol y de la Luna; consideraron que se trataba de una maniobra de la empresa contratada por el Gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para justificar el proyecto y decir que con los bloques de concreto no se dañarían las estructuras piramidales, cuando el daño por haber taladrado las rocas de la cima de las pirámides ya estaba hecho (Salinas, 2009). El Proyecto fue cancelado debido a las protestas, aunque el siguiente gobernador, Eruviel Ávila, se comprometió con empresarios durante su campaña a volver a lanzar el proyecto multimedia de luz y sonido en la zona arqueológica (Mateos-Vega, 2012).

En 2012, los vecinos de Chimalhuacán, Estado de México, agrupados en el Frente Ciudadano en Defensa del Agua Potable y Patrimonio de Chimalhuacán, denunciaron que en el predio el Molino -expropiado por el gobierno del Estado de México en octubre de 2010 para construir un Megaproyecto de 28 mil 90 metros cuadrados-, se destruían objetos y estructuras prehispánicas. En el sitio se localizaba una construcción reconocida como histórica y cultural por el gobierno estatal y por el INAH, además de contener un área natural de fresnos y ahuehuetes de por lo menos 700 años de antigüedad. No obstante, tanto las autoridades del ayuntamiento como el INAH negaron los hechos. El Megaproyecto incluía el Teatro Municipal, un parque infantil y la plaza Estado de México. Muchas piezas arqueológicas fueron resguardadas por los residentes de la localidad para evitar que su historia “fuera tirada a la basura” (Mendoza, 2012).

En 2014, pobladores de Cholula, Puebla, organizaron acciones de protesta para evitar la expropiación de terrenos que se encuentran en las inmediaciones de la pirámide de Cholula, que son considerados por el INAH parte de la zona federal protegida por contener estructuras prehispánicas y piezas arqueológicas y en donde se construiría el proyecto turístico estatal y municipal “Parque de las Siete Culturas”. El 24 de agosto miles de personas, vecinos de San Pedro y San Andrés, Cholula, activistas, académicos y gente de la ciudad de Puebla vestidos de blanco y llevando veladoras, rodearon la pirámide tomados de las manos y proclamaron la decisión de proteger su patrimonio. Dos días después los pobladores detuvieron la expropiación arrancado una malla que el ayuntamiento pretendía colocar en sus terrenos. En los siguientes días continuaron las acciones de resistencia. Se presentaron grupos artísticos, se realizaron foros, pintas en las bardas, actividades culturales para niños, jóvenes y adultos, se elaboraron vídeos y hasta una amplia procesión el 4 de octubre en la que se hermanaron los barrios de San Pedro y San Andrés, tiempo atrás enemistados. El 6 de octubre, unos 3 mil cholultecas tomaron la presidencia de San Andrés para detener el proyecto del parque temático. En la madrugada del 7 de octubre fueron desalojados por policías estatales y municipales del zócalo de San Andrés, deteniendo a 4 personas. La amplia movilización cholulteca, aunada a una gran presión nacional e internacional, logró, en primer lugar el anuncio de la cancelación por parte del gobernador Rafael Moreno Valle del proyecto del “Parque de las Siete Culturas”, el 15 de octubre, y casi 6 meses después, la liberación de 2 de los 4 presos políticos (Muñiz, 2015). En agosto de 2014, el delegado del INAH en Puebla, Francisco Ortíz Pedraza, reveló que había acompañado al gobernador Moreno Valle a la zona donde se edificaría la obra, ahí el mandatario se comprometió a presentarle el proyecto de manera formal para que el Instituto otorgara los respectivos permisos, lo cual no cumplió. No obstante, el responsable del INAH aplaudió que se fuera a construir un parque recreativo pues generaría derrama económica y se reactivaría el turismo (López, 2014).

En 2015, integrantes de cuatro colectivos culturales de Naucalpan, Estado de México, realizaron una marcha para exigir al INAH un informe sobre el destino de al menos mil quinientas piezas originales de la cultura tlatilca, que tiene en resguardo y la construcción de un museo de sitio para exhibir las piezas prehispánicas originales de la zona. Las organizaciones suponen que las piezas se encuentran arrumbadas en cajas, sin protección, ni registro, maltratándose y con el riesgo de ser robadas (Chávez, 2015).

En este mismo año, arqueólogos, investigadores y pobladores de Atenco y Texcoco, en el Estado de México, han denunciado que el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que se construirá en esa zona por iniciativa del gobierno federal, provocará la destrucción ambiental y arqueológica de la zona.

Estos ejemplos y otros casos más en todo el país han generado la desconfianza de sectores importantes de la población en el INAH. Habría que añadir sucesos tan lamentables como el robo al Museo Nacional de Antropología de 1985, que evidenció la incapacidad del Instituto de proteger los bienes culturales del pasado en su principal recinto de resguardo y el escandaloso saqueo arqueológico que padece nuestro país en forma continua, desde hace décadas y que el Instituto tolera:

De los 42 mil 991 sitios arqueológicos registrados por el INAH a junio de este año, se considera que 40% de ellos han sufrido saqueos, según Blanca Paredes, investigadora de la dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas, quien comparte estadísticas personales a falta de cifras oficiales. Con base en el seguimiento de noticias y casos denunciados, la arqueóloga calcula que se presentan de 20 a 30 destrucciones de sitios por día…

Para el director de la División de Objetos Culturales y de Patrimonio Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Edouard Planche, la situación de alto saqueo en México sólo se compara con países en conflictos bélicos como Irak, Camboya, Afganistán y Colombia o con Guatemala (Chávez, 2010).

Es evidente que desde la creación del Instituto, nuestro país se ha transformado profundamente: del México rural de finales de los años 1930, nos colocamos en el México urbano del siglo XXI, en el que el predominio del Imperialismo y sus empresas trasnacionales a nivel planetario es irreversible.

En el Imperialismo –hoy conocido como Neoliberalismo- las instituciones del Estado-Nación no desaparecen como algunos pudieran pensarlo, continúan siendo funcionales al Capitalismo global que ordena la producción y los flujos de capital por países y regiones; y requiere concentrar la fuerza de trabajo para disponer de ella sin mayores obstáculos, como podrían ser: la existencia de sindicatos o la obligación de ofrecer salarios altos que inhiban la tasa de ganancia y por lo tanto, la acumulación de riqueza. Una globalización auténtica, sin fronteras, sólo es posible en un sistema socialista en el que los Estados-Nación serían inútiles para el libre flujo de manufacturas, tecnología y fuerza de trabajo que se movilizarían en función de satisfacer las necesidades sociales y no las del Capital.

La alta burocracia –los mandos del Estado-, junto con los partidos políticos, cumplen en esta época la función de mantener el control de la población a través de cacicazgos[2] fuertes -familiares en muchos casos-, que promueven beneficios económicos a quienes muestran lealtad y obediencia. La burocracia, que en los tiempos de la consolidación del Estado-Nación en México se relacionaba con la burguesía nacional y pretendía ser un instrumento para el desarrollo de un mercado interno fuerte, hoy aparece subordinada y dócil a las demandas de la burguesía internacional, que exige garantías para la explotación de las principales áreas económicas: extracción de recursos naturales y turismo.

El INAH no es la excepción. En esta dependencia también se han generado espacios de poder político, que en lugar de promover liderazgos académicos y de investigación, han devenido en cacicazgos casi eternos, cuya función primordial es mantener sus privilegios económicos. Un factor que favorece la proliferación de cacicazgos académicos es la negativa de muchos investigadores a la jubilación.

En un análisis realizado por el Foro Consultivo Científico y Tecnológico que entrevistó a más de l,200 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) mayores de 60 años, los resultados mostraron que la mayoría no desea jubilarse porque perciben el retiro como “una amenaza a su nivel de vida”. En las condiciones actuales, el retiro significa dejar de contar con seguro médico, espacio para trabajar, recursos para investigación o congresos e incentivos económicos que pueden representar hasta el 75% de su percepción anual (Olivares, 2013).

De esta manera, la Planta académica y de investigación se encuentra actualmente envejecida y no permite que miles de jóvenes egresados con maestrías y doctorados encuentren acomodo en los centros de investigación.

Finalmente, una burocracia dócil a los designios del Estado, lleva a instituciones como el INAH a promover la mercantilización del patrimonio histórico-cultural.

La docilidad burocrática en nuestras instituciones de investigación y de educación superior ha sido ejemplar en la implantación de la indiferencia, la mezquindad y la ignorancia como régimen de vida (Mier, 1999: 40).

El INAH tiene la capacidad jurídica para actuar con firmeza. Sin embargo, como hemos visto, actúa con negligencia[3] y complicidad con los poderes fácticos económicos y políticos de alcance internacional que pretenden lucrar con el patrimonio cultural de nuestro país. El relevo, lo asumen entonces, las organizaciones sociales que han ido surgiendo para defender sus bienes de identidad.

Debido a la importante función ideológica que desarrolla el INAH para el Estado en promover la identidad nacional a través de la administración del patrimonio cultural, es poco factible prever su desaparición, aunque sí podemos anticipar nuevas iniciativas de reformas a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que permitan a los capitales acceder sin limitaciones importantes al usufructo de los bienes culturales.

La iniciativa del Ejecutivo Federal de crear una Secretaría de Cultura -enviada al Congreso de la Unión en septiembre de 2015 y que absorbería las funciones del INAH y del INBA- constituye un eslabón más en la mercantilización legal del patrimonio histórico-cultural de México.

De esta manera, es posible también prever enfrentamientos cada vez más recurrentes y beligerantes entre las agrupaciones ciudadanas, campesinas e indígenas con el Instituto y los gobiernos municipales, estatales y federal, asumiendo las organizaciones sociales la tarea de la defensa del patrimonio histórico-cultural, evidenciando nítidamente al INAH, como una institución al servicio de la clase burguesa en el poder. El conflicto persistirá, en tanto la principal institución encargada de la preservación de los bienes culturales de México, entienda el patrimonio como objetos y no como relaciones humanas, manifestaciones culturales y lazos de identidad.

No obstante el prestigio institucional que tuvo el Instituto en el pasado, lo que queda es un INAH debilitado, avasallado y violentado en sus tareas sustantivas. Este debilitamiento también genera desprestigio e ilegitimidad para el régimen político al que sirve. La promoción de la mercantilización en todos los aspectos de la vida cotidiana, se traduce, por un lado, en el desarraigo cultural de la población, y por el otro, en el fortalecimiento de los lazos de identidad de diversas comunidades a partir de la organización política.

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Bibliografía

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Notas:

[1] Tras el escandaloso fraude electoral de 1988, realizado por el partido en el gobierno.

[2] Se denomina cacicazgo a la relación que se establece en una comunidad o grupo de personas en los que predomina uno o varios dirigentes que dictan el comportamiento social y basan su poder en la capacidad de disponer de recursos económicos y beneficios sociales que son repartidos en el grupo a cambio de lealtad y obediencia. En el caso de los centros de investigación y las instituciones educativas, los caciques académicos reparten becas o invitan a compañeros investigadores y alumnos a participar en los proyectos de investigación que dirigen.

[3] Negligencia es la omisión, el descuido voluntario y consciente en la tarea cotidiana que se despliega o bien en el ejercicio de la profesión a través de la realización de un acto contrario a lo que el deber, que esa persona o conjunto de personas realizan, exige y supone. Esta falta grave o culpa, generalmente son punibles de una sanción en materia penal.
http://www.definicionabc.com/salud/negligencia.php
El concepto supone también falta de esfuerzo o aplicación.
http://www.wordreference.com/definicion/negligencia

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Fuente: Publicado en Antropología Mexicana, Indigenismo, El INAH y la Escuela Nacional de Antropología e Historia en el contexto neoliberal, Miguel Ángel Adame (Compilador y Editor), Ediciones La Social, México, 2015, pp. 115-137.

Foto: Juan Tonchez (cc)

#ViernesRelajado…

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De los problemas del INAH, sólo se conoce “la punta del iceberg”!

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Por Fabiola Palapa y Carlos Paul

Las polémicas derivadas de los proyectos como el Museo del Cacao, dentro de la zona arqueológica de Chichén Itzá, el sigilo en torno a la compra de terrenos en ese sitio, el teleférico en Puebla, la restauración del claustro del ex convento de La Merced, “son la punta del iceberg” de una gran cantidad de temas de corrupción, opacidad y venta del patrimonio cultural, que señalan a administraciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), expresan diversos especialistas consultados por La Jornada.

El antropólogo e investigador Gilberto López y Rivas sostiene que existe un proyecto de trasnacionalización que no sólo pone en riesgo el patrimonio cultural, sino que que ha penetrado en las estructuras propias del INAH, en particular en las coordinaciones de Arqueología y Salvamento Arqueológico que son muy dados a convivir con las mineras y con las corporaciones de turismo.

De acuerdo con López y Rivas, hay dos tipos de institutos: “el INAH de los trabajadores y el de las autoridades trasnacionalizadas a las que les preocupa poco lo que ocurre. Tenemos casos como el de los fuertes de Loreto y Guadalupe, el de Chichén Itzá y lo que ocurre actualmente en la ciudad de México en el ex convento de La Merced.

Los ejemplos de gastos discrecionales, de opacidad, proliferan en todos lados. El INAH mismo está corroído de este tipo de funcionarios que no tienen ninguna trayectoria académica para ejercer sus cargos y lo único que hacen es seguir dañando el patrimonio de los mexicanos.

Merma en investigación

López y Rivas afirma que además de la agresión al patrimonio cultural en los sexenios recientes, el propio INAH se ha visto mermado en lo que se refiere a investigación e incorporación de nuevos académicos, lo que significa una lesión al instituto como organismo rector de lo que podría ser el resguardo y la defensa del patrimonio cultural.

“No existe ninguna forma de un tipo de democratización dentro de la propia institución y eso nos lleva a una situación de permanente inestabilidad junto con lo que significa la opacidad de la administración del organismo en la manera en cómo se adquieren edificios, terrenos, las rentas de computadoras, de automóviles, incluso se ha llegado a tener fiestas en el Museo de Antropología, hay toda una situación negatoria de lo que podría ser el fin institucional del INAH.

Para las autoridades, los investigadores somos una molestia. Ellas quisieran tener gestores culturales a los cuales poder utilizar de acuerdo con las trasnacionales del turismo que lucran con los patrimonios, es decir, el instituto molesta mucho al INAH de los trabajadores.

El historiador Iván Franco Cáceres considera que el compromiso social que el INAH tuvo históricamente, empezó a decaer de unos sexenios a la fecha.

Se puede decir que la crisis que vive es un acumulado, y lógicamente, se ha llegado a niveles muy críticos en las más recientes administraciones federales, porque lejos de preocuparse por el perfil de los directores generales del INAH y consecuentemente de los delegados estatales, es decir, los directores de los centros INAH, de pronto se puede encontrar en esos puestos, en lugar de antropólogos o historiadores, a odontólogos o administradores. Lamentablemente es un problema que se ha agudizado de manera grave, de unos 20 años a la fecha, explica.

En palabras del historiador, la protección y defensa del patrimonio, a nivel de funcionarios, definitivamente se ha empobrecido: “Todas las áreas del INAH han sido golpeadas, como pueden ser la custodia y la conservación. Pero, por ejemplo, una de las que han sido mayormente afectadas, en términos de presupuesto y actualización, es la de investigación.

“De manera paradójica, lo que sí se ha visto que se ha incrementado y se le da enorme relevancia, es el área administrativa burocrática. Respecto del uso del patrimonio con fines comerciales, como autor del volumen Quienes lucran con el patrimonio cultural, lo que planteo es que ese problema empezó en los años 60 y 70; cuando los funcionarios del INAH comenzaron a copiar modelos extranjeros para activar el patrimonio cultural. Empezaron a instalar espectáculos de luz y sonido para comercializar esa riqueza.

“Es verdad que no en todos lados se ha instalado ese tipo de espectáculos, pero ha sido porque se les ha cuestionado mucho también, sobre lo que implican los servicios y basura, una serie de problemas que vienen asociados con esos espectáculos. Lo que se puede reconocer es la penetración de intereses comerciales, de diversos tipos, en las zonas cercanas a las zonas arqueológicas.

En la lógica de esa comercialización galopante, esos espacios comienzan a ser concesionados. El problema es que esas acciones aisladas y luego frecuentes se han convertido en políticas públicas al grado de que prácticamente el ex presidente Felipe Calderón planteó explícitamente en su Plan Nacional de Desarrollo la mercantilización de las zonas arqueológicas.

Para el arquitecto e integrante de Icomos México, Enrique X. de Anda Alanís, en los dos sexenios panistas hubo un escaso interés por la cultura, la salvaguarda y el mantenimiento de todos los vestigios.

“Cuando estos gobiernos hablaron de cultura –señaló el arquitecto–, como no tenían mucha idea de lo que estaba pasando, y me refiero al grupo de gente que estuvo en el aparato de poder, pues lo que se les ocurría era hacer lo que más cercano tenían: una magna biblioteca, la Vasconcelos, que se llenó de agua de inmediato.

“En el sexenio pasado decidieron meterle mano al Palacio de Bellas Artes y entonces estropearon el edificio de Instituto Nacional de Bellas Artes, y así podría enumerar 10 cosas. En lo que se refiere al teleférico en Puebla, se les ocurrió y eso ha sido nefasto en los años recientes que el patrimonio tiene que estar vinculado con el turismo, entonces pensaron en un teleférico para que los turistas desde arriba observaran los últimos edificios del siglo XVII.

Todo lo que ha sucedido con nuestro patrimonio es falta de cultura, de sensibilidad, de tino, de ético, exceso de soberbia y de intenciones de manejo de dinero y de otras cosas.

Contra intervenciones salvajes

Sobre la restauración del ex convento de La Merced, De Anda Alaníz, especialista en la historia de la arquitectura mexicana comenta que todo edificio histórico requiere de procesos de mantenimiento, pero si el inmueble nunca tuvo una cubierta, no se puede colocar una, pues aunque no existe una ley que lo establezca, se trata de una posición de ética internacional, de un acuerdo entre expertos.

Señala que desde algunos años prolifera la idea de que los edificios históricos tienen que ganarse el sustento y el pan de cada día alquilándose y para ello debe tener una cubierta si son patios y entonces planeas intervenciones salvajes.

El arquitecto considera que el éxito de una intervención tiene que ver con un buen destino del edificio que permita mantener la lectura de sus valores históricos, artísticos y patrimoniales.

La cronista Ángeles González Gamio comentó que el patio del ex convento de La Merced se tiene que cubrir para proteger el maravilloso trabajo de piedra que tiene un labrado extraordinario. Es una joya ese claustro y merece estar protegido.

Asimismo, expresó que no le parece mala la idea de convertir el ex convento en un museo del textil.

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Fuente: Periódico La Jornada / Jueves 18 de julio de 2013, p. 3 [http://www.jornada.unam.mx/2013/07/18/cultura/a03n1cul]

Especulación y Patrimonio… en Teotihuacan

Con este texto seguimos en la línea de las reflexiones acerca del patrimonio arqueológico y su cabal protección… particularmente en Teotihuacan. Reiteramos la invitación dejarnos sus comentarios y puntos de vista.

El Proyecto Mundo Maya, «Salvajemente Neoliberal»

Judith Amador Tello
31 de julio de 2011 . Revista Proceso

Creado por Salinas de Gortari y recuperado hace un mes por el gobierno de Calderón, este proyecto que se anuncia como la creación de un granpolo de desarrollo turístico en el sureste del país, en realidad es “un proceso muy similar a la conquista española de grandes compras o despojos de tierra”, a decir de los antropólogos Iván y Jorge Franco. Ambos exponen que poco a poco se irán dando las condiciones para la integración a la economía estadunidense y se virará hacia la explotación de recursos, con consecuencias deplorables.

Montado en la mundialmente difundida idea de que los mayas predijeron para el próximo 2012 el fin de un ciclo o, peor, el fin del mundo, el gobierno de Felipe Calderón desempolvó el proyecto turístico Mundo Maya originalmente propuesto en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, para tratar de atraer turistas de todo el mundo hacia los estados del sur y sureste del país.

El proyecto fue dado a conocer el 21 de junio pasado en el Museo Nacional de Antropología, en un acto al que asistieron empresarios y operadores turísticos, y en el cual se enlazaron en directo los gobernadores de Campeche, Fernando Ortega Bernés; Chiapas, Juan Sabines Guerrero; Tabasco, Andrés Granier Melo; y Quintana Roo, Roberto Borge Angulo. Ivonne Ortega, de Yucatán, no pudo enlazarse debido al huracán Beatriz.
Esta vez, sin embargo, no sólo se están poniendo en bandeja de plata a los inversionistas –sobre todo extranjeros– las mejores playas, propiedades y tierras aledañas a las zonas arqueológicas. A decir de los antropólogos e investigadores Iván y Jorge Franco Cáceres, literalmente se está “abonando el terreno” para la explotación de las vastas riquezas naturales y minerales existentes en la zona.

Se trata, resumen vía telefónica desde Yucatán, de un proyecto de “liberalismo salvaje” que terminará por integrar la economía de México y de los países de la frontera con Centroamérica, a la economía estadunidense. Está además destinado a las élites cuyo divertimento son los clubes de golf, yates, marinas y resorts, y en el cual el discurso oficial que habla de desarrollo económico de la zona y creación de empleos, se traducirá en la realidad en un mayor abandono de tierras de cultivo y la contratación de la población local como mano de obra barata en los servicios turísticos.

Señalan que aunque los proyectos Mundo Maya (el de Salinas y el de Calderón) tienen coincidencias, el contexto es distinto. El primero de ellos (recuerda Jorge Franco, especialista en el estudio del impacto de desarrollos turísticos e inmobiliarios en la zona maya), el proyecto Maya Zamá tuvo su origen en la Secretaría de Turismo (Sectur) que encabezaba Carlos Hank González.

Iván Franco (doctor en ciencias políticas por la UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y autor entre otros libros de Los proyectos neoliberales sobre cultura y patrimonio cultural en México, editado por la Universidad Autónoma de Yucatán) añade que aunque ya estaba permeado por las políticas neoliberales y del libre comercio, todavía era un proyecto del Estado mexicano, no de las transnacionales. Se centraba en la explotación de cultura y los sitios prehispánicos de lo que fue Mesoamérica, así como de los paisajes naturales, pero bajo la batuta del gobierno federal.

Diez años después comienza a tenerse más clara idea de la riqueza en recursos naturales estratégicos que hay en la zona debido al impacto de uno o varios meteoritos en la Península de Yucatán (el más grande formó el cráter de Chicxulub), que dejaron en el subsuelo grandes cantidades de iridio, platino y otros materiales de alto valor.

Se encuentra también cerca de los llamados Hoyos de Dona, ricos en recursos petroleros, ubicados en el Golfo de México, en aguas marinas que México comparte, del lado occidental, con Estados Unidos, y en el oriental también con él mismo y con Cuba.

“Ahora que se tiene una noción muy vasta de lo que hay en términos de riqueza y explotación de los recursos naturales y estratégicos, el discurso del propio Estado cambió porque las transnacionales de Estados Unidos y Europa, incluidas las que están promoviendo el turismo, empiezan a interesarse más en toda esta zona.”

Después del sexenio salinista, durante el gobierno de Ernesto Zedillo se siguió dando cierto impulso al proyecto Mundo Maya. En junio de 1996 el empresario Roberto Hernández anunció que las haciendas henequeneras, ya abandonadas y que él había adquirido por 300 mil y hasta 1 millón de pesos, las convertiría en hoteles de “gran calidad”, donde podrían descansar los visitantes a las zonas de Uxmal, Chichén-Itzá, Celestún, Mérida, Campeche, así como a los conventos coloniales y Jaina, entre otros sitios (Proceso, 1025).

Cambio de ruta

Durante el gobierno de Fox, rememoran, el discurso gubernamental no se enfocó al desarrollo turístico. En opinión de Jorge Franco, los Hank disminuyeron su poder con la pérdida de la presidencia de la República por parte de Francisco Labastida. Y aunque Fox no había anunciado nada durante su campaña para la zona del sur-sureste, al poco tiempo de su arribo a la presidencia dio a conocer el Plan Puebla-Panamá en el cual explícitamente se abría la puerta a la instalación de refinerías.

Aunque debido a la crisis global hay disminución de inversiones extranjeras (así lo reconoce la propia Secretaría de Turismo), paradójicamente, dice Iván Franco, sigue habiendo empresas transnacionales que se están apropiando de grandes extensiones de terreno para establecer sus desarrollos turísticos o de otros giros de negocio:

“Estamos viviendo, sobre todo de los noventa a la fecha, un proceso muy similar a la conquista española de grandes compras o despojos de tierra. En esas épocas, los siglos XV y XVI, eran tierras que concedía la Corona a los encomenderos, a los ganaderos. En este caso son tierras que está sacando al mercado el propio Estado o la iniciativa privada.”

Añade que luego de los cambios al artículo 27 Constitucional (para modificar el Ejido) los campesinos, que han dejado de recibir apoyo del Estado para producir, se han visto obligados a vender sus tierras a los grandes inversionistas.

Ha sido fácil también, dice Jorge, porque los marcos jurídicos del uso de suelo se han hecho más flexibles, pero además porque los gobiernos estatales y municipales han encontrado un mecanismo: crear nuevos municipios con nuevas reglas. Así, por ejemplo, Cozumel se partió y quedó en Cozumel la isla y del otro lado el municipio de Solidaridad que responde “a los grandes intereses turísticos del gobierno federal y del gobierno del estado de Quintana Roo”.

Subraya que el nuevo plan turístico “está determinando no solamente que el Estado se aleje de ciertas responsabilidades que tenía con la población local, sino que está creando nuevas condiciones en cuanto al manejo de límites políticos y zonas territoriales, y lógicamente esto tiene mucho que ver con las facilidades y con los planes estratégicos que se están manejando para promover grandes desarrollos turísticos y darle entrada a marinas y campos de golf, con el fin de evitar reclamos, por ejemplo, de tierras ejidales.”

Iván agrega: “El conocimiento de los recursos naturales en el subsuelo y los Hoyos de Dona, la utilización de las zonas arqueológicas y los paisajes naturales, las inversiones extranjeras y nacionales; todo ello embona con el discurso de detonar el desarrollo turístico y crear empleos en una región deprimida económicamente y con bajos niveles de ingresos”.

Desde la llegada de Felipe Calderón a la presidencia, en el Plan Nacional de Cultura 2006-2012 se anunció que se impulsaría el “turismo cultural”. Destaca el investigador que incluso se hablaba de utilizar las zonas arqueológicas como un potencial para el progreso. Esto ha llevado a que los desarrollos inmobiliarios y turísticos se hagan no sólo en las grandes propiedades, sino también en la cercanía con zonas arqueológicas.

Los desarrolladores hablan en sus promociones de esa cercanía, de los paisajes naturales, de crear lagos artificiales “…para ofrecer el paquete completo a los turistas. Y la cantaleta de siempre de que se desarrollan hoteles, spas, campos de golf. Es la venta casi al por mayor de las tierras del país”.

Es la utilización, agrega Jorge Franco, del patrimonio cultural tangible e intangible como un plus para los servicios turísticos para la atención de grupos como los spring breakers, los baby boomers y hasta para la promoción del arribo de cruceros.

La Asociación Mexicana de las Agencias de Viajes, presidida por Jorge Hernández, anunció a los medios que el sector turístico ofrecerá paquetes de entre 5 mil y 8 mil pesos por persona por cuatro días, con avión incluido para aquella zona maya.

A través de la dirección general de Comunicación Social de Sectur, encabezada por Alberto Petrearse, se solicitó una entrevista con Amado Contreras Wong, coordinador del Programa Mundo Maya, y la respuesta fue que se buscaría un lugar en su agenda. Incluso se le enviaron las preguntas por correo electrónico, pero no hubo respuesta.

En la escasa información que la página web ofrece sobre el programa se indica que la región Mundo Maya ofrece al turismo nacional e internacional: “Sol y playa, cultura, ecoturismo y aventura, buceo, cruceros, negocios y convenciones”. A través suyo se busca, entre otros propósitos, consolidar a la Organización Mundo Maya integrada desde hace un par de décadas por los países de Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y México, que participan conjuntamente del plan.

Los Mouriño

En la ceremonia en el Museo de Antropología se anunció que se promoverán diez zonas arqueológicas, se remodelarán algunas y se abrirán Sak T’zi o Plan de Ayutla, en Ocosingo, Chiapas; e Ichkabal, en la reserva forestal de Bacalar, Quintana Roo.

Asimismo, se creará el Museo de Arqueología en Cancún, así como el Gran Museo del Mundo Maya en Yucatán, cuyo contrato de construcción y operación fue adjudicado por el gobierno de Ivonne Ortega a Promotora de Cultura Yaxché, S.A. de C.V., propiedad de Carlos Hank Rohn. El anuncio lo hizo Jorge Esma Bazán, director del Patronato de las Unidades de Servicios Culturales y Turísticos del estado de Yucatán (Cultur) el pasado 8 de junio, día en que fue aprehendido Jorge Hank Rohn. La oferta de la empresa fue de 143 millones de pesos y el contrato será por veinte años, como informó la reportera Rosa Santana en la agencia Apro.

Habrá también más de 500 programas y actividades culturales. Se terminará la restauración del exconvento de Santo Domingo de Guzmán en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Y se prevé el fortalecimiento de la infraestructura carretera. Se ha difundido en los medios que está listo el tren rápido transpeninsular que comunicará a Yucatán, Quintana Roo y Campeche y trasladará anualmente un millón de pasajeros así como mercancías.

Todo con el pretexto de que en la cosmovisión maya se habla de un cambio de era. Y todos, comenta Iván Franco, contribuyen con su granito de arena pues hasta Discovery Channel ha hecho programas sobre las profecías mayas y no falta quien las liga con las de Nostradamus y el asunto va teniendo popularidad:

“Empecé a ver inclusive que los hoteleros y gente ligada a los servicios hablan de aprovechar estas profecías para atraer más turismo, así, literalmente. A estos les vale gorro si es real o no, la cosa es traer turismo.”

Recuerda que el turismo decayó a partir del escándalo de la influenza y ha sido difícil su recuperación. Incluso considera que los conciertos de los cantantes Sarah Brightman y Elton John en Chichén Itzá no fueron tan exitosos como sus promotores esperaban y muchos de los asistentes quedaron inconformes por el mal sonido, el clima y hasta los mosquitos, pues las zonas arqueológicas “no son escenarios”.

De cualquier modo, dice, llegan inversiones estadunidenses, canadienses y europeas que pretenden apropiarse de “nichos paradisíacos”. Recuerda el caso del hotel canadiense Princess Riviera Maya, de Playa del Carmen, donde el piso estalló matando a unas siete personas, pues –explica– se le permitió construir el lobby en una zona de manglares. Al ser materia en descomposición que quedó tapada, almacenó gases que finalmente explotaron.

Y como otro ejemplo de apropiación de grandes hectáreas de terreno cita a la familia del fallecido exsecretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, que según publicó el diario Por esto el pasado 27 de junio, construye el desarrollo turístico inmobiliario Campeche Country Club, con campo de golf, una marina, además de una playa artificial, aledaño todo al balneario popular de Playa Bonita, Campeche. El desarrollo, refiere el diario, se localiza “en un área de zona federal, la cual ya cuenta con autorización en materia de la Zona Federal y Ambientes Costeros”.

El caso de la familia Mouriño es, a decir del antropólogo, un ejemplo de apropiación de tierras tanto para crear desarrollos turísticos como para explotar los recursos naturales de la zona, pues no se debe olvidar que cuando llegó a México comenzó a obtener concesiones de Petróleos Mexicanos para explotar gasolineras. En la región de Mérida y Campeche, agrega, se están asentando otras empresas como la Shell o la Exxon Mobil.

Puede hablarse, advierte, de una primera fase en la cual hay una apropiación de tierras e infraestructura para los desarrollos turísticos e inmobiliarios, pues también se están construyendo unidades habitacionales para clases altas y extranjeros retirados que quieren venir a vivir a México, pero poco a poco se ira cambiando el giro hacia la explotación de los recursos:

“A la larga se están creando las condiciones para la integración económica definitiva a la economía estadunidense y con condiciones evidentemente deplorables.”

Añade su hermano Jorge que “al final el nuevo Mundo Maya es salvajemente neoliberal si lo comparamos con el viejo Mundo Maya que todavía tenía algunos compromisos con la cultura y la tradición”.

Y será igual para los países centroamericanos, en los cuales, según denuncia Iván Franco, se está formando una especie de cinturón de bases militares de Estados Unidos, que él interpreta como una forma de vigilar las zonas ricas en recursos estratégicos, pero también de contener a los países sudamericanos que se están yendo por la izquierda.

No cree que haya miles de turistas ansiosos de venir al Mundo Maya. Más bien avizora detrás del proyecto la gran apropiación de terrenos para las empresas que explotan diamantes, iridio –utilizado en la fabricación de pilas para computadoras, por ejemplo–, rodio y otros recursos resultado del meteorito.
El futuro en la zona, concluye Jorge Franco, está en la compra y expropiación de las tierras y habrá que investigar un punto que parece “muy delicado”, que es la procedencia de las inversiones. Pregunta si es dinero legítimo, de dudosa procedencia o capital especulativo, pues de ello dependerá también la continuidad de los desarrollos.

De lo que está cierto es que los políticos en el gobierno de Yucatán tienen ya su candidato a la presidencia de la República, identificado con ese modelo de desarrollo turístico:

“Al rato tendremos aquí a Peña Nieto celebrando sus convenciones en los grandes espacios del turismo internacional.”

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Fuente:http://hemeroteca.proceso.com.mx/?p=277517%3Ft%3DEl+proyecto+Mundo+Maya%2C++%E2%80%9Csalvajemente+neoliberal%E2%80%9D Foto: Internet