#LasPrestadas: Arquitecturas y adoradores de piedra.

Vidrios rotos

Era viernes, mis amigas me convocaron a la marcha. No pude asistir, pero me mantuve atenta a lo que se reportaba, atenta también a que mis amigas estuvieran bien. De pronto las redes sociales reportaban: ¡vidrios rotos, pintas diversas, mucho aerosooool! De pronto, también en las redes, comenzaban a leerse textos, sobre todo de sujetos de género masculino, que daban cuenta de una constante desaprobación y una no requerida consejería de cómo es que una marcha debe ser realizada… 

De la piedra al símbolo

Al cabo de unas horas se reportaba: ¡el Ángel de la Independencia (que no llaman victoria alada) ha sido mancillado con pintas, qué mujeres tan groseras! Y así los días, indignación por el daño a los monumentos, al patrimonio nacional y por otro, una indignación que comparto por tantas muertas, tanta violencia que, además, encima de todo, la marcha sacó a relucir, pero no por las pintas ni por los vidrios rotos, sino por una insensibilidad difícil de creer y mucho más difícil de asimilar. Leí por ahí, “en el pedir está el dar”. Ese dicho de inmediato fue cuestionado con suma indignación: ¡Quién habló de pedir, se exige el derecho a vivir! Y, vaya, como discurso adjunto a éste, estaba la defensa y la total indignación por las pintas hechas al intocable patrimonio histórico, a los monumentos-signo que, según estas lecturas, dan sentido de nación y que dan lugar también al espacio público. 

Es curioso que se considere que los significados deben estar tan petrificados como los monumentos, es curioso que no se entienda que el sentido del mundo y el sentido de la ciudad se articulan cada vez que, ¡por fin y qué bueno!, se toma el espacio público como un espacio vivido sobre el que se actúa, en el que se expresan y se prueban nuevas formas de interacción que sí, a veces serán violentas, como la propia realidad a la que replican. Es increíble que quienes defienden lo significativo de unas piedras olviden que lo simbólico solamente ocurre, a diferencia del signo hegemónico fijado y prescrito, cuando la ciudad de nuevo nos habla en nuestra actualidad, desde nuestra vida en curso.  

De la piedra a la acción

El antropólogo Manuel Delgado ha puesto sobre la mesa una serie de ideas que el filósofo Henri Lèfebvre cocinaba ya por ahí de 1968: el espacio público no es su geometría, sino la acción viva que se realiza cada vez que la ciudad es resignificada y reexperimentada en el nivel práctico-sensible. Es más, la ciudad no es el requerimiento de habitáculos–hábitat, sino la expresión misma del habitar: acción. Por ello, ese espacio es el que aparece cuando tomamos las calles y las volvemos nuestras otra vez, cuando la ciudad se vuelve el sitio del acuerdo, pero también del desacuerdo y, sobre todo, el espacio de la invención de nuevas formas de vivir. El “espacio” regulado, que sólo se muestra como imagen no es espacio público, es publicidad, como lo dirá Lèfebvre, ideología pura que no admite reinvención y que, por tanto, no reconoce la soberanía de los colectivos negándoles la posibilidad de reinventar el mundo. Por ello, defender unas piedras, por más hermosas que estas sean, es un despropósito si no entendemos que la ciudad es obra, es decir, creación, no sólo por los monumentos que la conforman, sino porque es el lugar que da posibilidad al encuentro y a la toma activa del destino mismo de una sociedad. Para que quede más claro: la ciudad no es obra creada: es acto creativo. Si no es así no es ciudad y, ¿saben qué?, tampoco vale la pena. 

Arquitectos: no le tengan miedo a la imaginación.

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Este texto apareció originalmente en Arquine, aquí.

DE LA CASA #123: CONTIGO NO APRENDÍ… A CUIDAR EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO / WMC.

Por Wilmer Mejía Carrión

Versión 2

Introducción

Este trabajo nace a partir de un debate que se inició de un par de artículos escritos anteriormente por mí. Se generaron una serie de respuestas y contra respuestas. Yo escribí que colocar una pantalla de cine adyacente a un sitio arqueológico para llamar la atención de los vecinos de las comunidades aledañas era poco efectivo pues este tipo de acciones no apuntaban a tomar como referente central el valor simbólico del patrimonio cultural arqueológico. Así propuse que todas las acciones y actividades para socializar el patrimonio hacia la comunidad que la alberga deberían “… emanar de la misma función social que posee la huaca”[2]

Una de las personas que estaba en desacuerdo conmigo entre otros comentarios[3] escribió:

«Mucha gente dice eso, pero pocos mencionan cual sería la “función social” de la huaca. Me pregunto si no es un término vacío que la gente repite, pero sin darle explicación?« (Negritas son mías)

Este artículo tratará de dar una explicación a este término que –desde mi punto de vista- nada de vacío tiene.

Patrimonio cultural arqueológico y espacio público

¿Por qué no utilizar el patrimonio cultural arqueológico como un escenario para un concierto? ¿Acaso no buscamos que el patrimonio cultural arqueológico sea útil para las sociedades contemporáneas y se convierta en un espacio público de calidad? En nuestras mega ciudades latinoamericanas donde escasean tanto los espacios públicos de esparcimiento y recreación ¿no es una especie de pecado no usar los diversos sitios arqueológicos que se encuentran esparcidos en las diversas zonas urbanas para realizar eventos que congreguen a la mayor cantidad de gente (como conciertos y cines al aire libre)[4] y así convertirlo en un lugar valioso para los vecinos y de una vez por todas vean todos los ciudadanos su utilidad?

“Hay que entender las huacas como lugares modernos y públicos”, se nos dice. Y es cierto, concuerdo que las huacas son tan necesarias como los parques y plazas y que, como estos, deben ser de uso público. Sin embargo su uso no puede ser exactamente el mismo que el de un parque y una moderna plaza[5].

¿Por qué no? ¿Acaso pretendo señalar que la huaca debe preservarse mediante un muro que impida el paso de los vecinos y así evitar que maltraten nuestro valioso patrimonio cultural? No, nada de eso. Todo lo contrario deseo que todos conozcan el patrimonio de su localidad y que este sea un espacio público de calidad, lo cual no signifique que esté de acuerdo a que su uso sea igual que el de un parque o una plaza. Vayamos por partes.

En principio hay que entender algo sencillo, que tanto la idea de patrimonio cultural y de espacio público dentro de una ciudad, son construcciones sociales, es decir, conceptos que fueron inventados dentro de un determinado contexto social e histórico:

“… Es algo que no es inherentemente natural, sino creado por la sociedad. Es un concepto extremadamente importante en las ciencias sociales porque sin ellos, la sociedad no sería la misma. Las construcciones moldean mucho nuestras vidas. Pero nosotros también las moldeamos. Si la sociedad existente cambiase, nuevas construcciones se desarrollarían y las viejas se debilitarían”[6]

Así pues, cuando hablamos de patrimonio cultural se olvida que este es una construcción social, es decir, un concepto inventado y por tanto tiene una historia. El concepto de patrimonio cultural es una creación humana y como toda creación humana fue concebida con una función. Lo mismo el concepto de espacio público y dentro de ello parques y plazas. Ambos conceptos, espacio público y patrimonio cultural, tienen su propia historia, donde podemos ver que fueron creadas con funciones diferentes, que pueden interrelacionarse, pues al fin y al cabo nacieron bajo contextos sociales e históricos similares.

Parece ser que muchos en la actualidad olvidan o simplemente desconocen estas historias y funciones diferentes equiparando que un sitio arqueológico –sobre todo si se encuentra dentro de un área urbana- debe tener exactamente la misma función que un parque.

Ejemplo de esto es la siguiente apreciación:

“La propuesta de “Cine en tu Huaca” es interesante porque recoge la idea de la huaca y sus alrededores como un espacio público, como un parque que lo pueden usar todos, aun cuando el sitio no haya recibido una “puesta en valor”. Es la idea de convertir la huaca en un lugar y conectarla con el vecindario. Por supuesto que no puede ser una estrategia aislada, pero en una ciudad que carece de parques y otros espacios públicos y donde los pocos que hay están a cada rato en riesgo de ser privatizados o apropiados (miren el caso del Parque de la Exposición), plantear la huaca como una extensión del barrio, donde vas a jugar y ver pelis es algo positivo[7]

Lo que planteo es que correlacionar sitio arqueológico y parque es mezclar dos construcciones sociales con diferentes funciones, no me malinterpreten, existe un solapamiento(sic) entre ellas y de allí que puedan conjugarse y maximizar su potencial como elementos que generen un impacto positivo en el nivel de vida de gente, pero si perdemos de vista la historia de ambos y por qué fueron creados le daremos más importancia a uno (en este caso, la idea de parque, lugar de esparcimiento, recreación y articulación entre vecinos de una ciudad) que a la de patrimonio cultural (lugar con contenido simbólico que debemos conocer para reconocernos como miembros de la misma comunidad nacional)

Espacio público. La necesidad de espacios de reunión y esparcimiento en la ciudad

La idea de que una ciudad tenga espacios públicos de calidad exclusivamente para el esparcimiento y articulación de los vecinos de una ciudad no era una idea popular antes de la Revolución Industrial. Lo rural y lo urbano no tenían límites claros y aunque existían lugares de reunión para los habitantes de las ciudades (plazas de armas) estas no tenían el objetivo principal de que la gente se reuniera a pasar sus ratos de ocio con actividades que apuntaran a ese fin. La plaza era el lugar del mercado, el espacio de castigo para los pecadores castigados por la Santa Inquisición o de reunión de los vecinos para los asuntos del cabildo abierto, pero no eran lugares establecidos para el puro esparcimiento, ni para realizar actividades puramente “culturales”[8].

La revolución industrial crea nuevas formas de ganarse la vida; el taller familiar es reemplazado por la fábrica. Esto hace que muchos de los viejos lazos de articulación entre los vecinos de una ciudad se pierdan, y se creen nuevos.

“Durante la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII, Londres, París y algunas otras ciudades europeas crecieron en complejidad de funcionamiento a raíz del desarrollo manufacturero. A la par, comenzaron a albergar diferentes lugares destinados a una pujante clase media urbanizada; que con disponibilidad de tiempo libre–ocio–consumo dio paso al crecimiento de la ciudad, al centralismo, y al surgimiento de las zonas comerciales de finales del siglo XIX…» Con el urbanismo del siglo XIX, “…se formalizó la distinción jurídica entre espacio privado y espacio público y la diversidad de funciones y de usos colectivos que allí se podrían desarrollar”, «… La calle, el parque, la plaza y los lugares de encuentro ciudadano, son los vínculos que nos unen, conforman una sutil trama de relaciones que son el soporte de la vida urbana”[9]. Así pues el espacio público busca articular a los vecinos de una ciudad.

Ahora bien, los sitios arqueológicos puede funcionar como espacios articuladores similares a un parque o una plaza, sobre todo si el monumento arqueológico cuenta con suficiente espacio para realizar actividades de esparcimiento y recreación, pero aquí permítanme decir que el patrimonio tiene una función que va más allá de la mera articulación de los diferentes actores sociales de una ciudad, es más que un espacio de entretenimiento, es un lugar de memoria y reflexión, un lugar de formación ciudadana y de pensamiento crítico.

Patrimonio cultural, ciudadanía, nación  y memes

El patrimonio cultural tiene un valor simbólico derivado su propia historia, no necesita de elementos externos que lo “pongan en valor” Las comunidades humanas del pasado que lo crearon han plasmado parte de su cultura en ella, y por eso serían objetos culturales, está pues, llena de información sobre los seres humanos que la hicieron y la usaron con diversos fines. A diferencia de un parque no ha sido hecho con el objetivo de ser desde el principio un espacio público recreativo y de esparcimiento, aunque, obviamente, puede ser usado de ese modo, sin embargo por sus peculiaridades se le dotó de una función y sentido totalmente alejado de su función primigenia: la formación y consolidación de los Estados – Nación modernos. Lo repito tiene una función diferente pero que puede ser complementaría con la del espacio público.

Lo resumiría así, de una manera un tanto tosca:

El espacio público busca integrar a los vecinos de una ciudad, mediante la recreación y esparcimiento. El patrimonio cultural sirve para integrar a los ciudadanos de un país para que al ver que tienen un pasado común se integren a pesar de sus diferencias, reconozcan que tienen una identidad común y apuntar al desarrollo de su país.

Además el patrimonio cultural no es un depósito vacío, todo lo contrario, está lleno de información, de “memes”.

“El concepto de meme fue puesto en circulación por Richard Dawkins en su libro El Gen Egoísta. Además del gen, Dawkins identificó un segundo replicante, una unidad de transmisión cultural que saltaba de cerebro en cerebro por medio de la imitación y que iba mutando en el proceso. La palabra meme era una variación de la griega mimeme, imitar. Dawkins consideraba meme a cosas tan variadas como una canción o una frase pegadiza, pero la quintaesencia de meme son las ideas. El caso es que todos ellos compiten por una cosa: nuestra atención. Los memes eran los virus de la mente, algo infeccioso, un parásito de la mente”[10].

Los arqueólogos son los encargados de sacar estos memes contenidos en estos objetos culturales, estos memes nos pueden decir muchísimo de la sociedad que construyó lo que ahora es un sitio arqueológico y puede ser de muchísima utilidad tanto en la formación de una ciudadanía con pensamiento crítico, como para entender que entre pasado, presente y futuro existe un eslabón, un enlace y que tenemos una responsabilidad dentro de esta cadena, que es la de crear nuestro futuro colectivo como pertenecientes a un estado multicultural, pero que al fin y al cabo mantiene una base común, y en el caso de los latinoamericanos, esa base común está en los pueblos originarios.

Se quedan muchas cosas por hablar, el tema amplio y espero poder tocar otras aristas en otros artículos, por ahora como conclusión:

El monumento arqueológico debe ser parte de un espacio público de calidad pero nunca como parte de una escenografía donde una pantalla de cine o un concierto de jazz sean lo principal puesto que así no cumple con su función social[11], la de ser un lugar de memoria y reflexión, de educación ciudadana y de descolonización mental.

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Notas:

1. El título hace referencia a la canción “Contigo aprendí” escrita por Armando Manzanero  quien se presentó en Chichen Itzá. Este también es un claro ejemplo de la confusión de funciones que existe entre monumento arqueológico y espacio para conciertos en este caso. Chichen Itzá queda como un bonito escenario desprovisto de su valor simbólico y de su utilidad como lugar de memoria y reflexión.

2. Antes de proseguir debo aclarar que en el Perú el término “huaca” es usado como sinónimo de sitio o monumento arqueológico prehispánico.

3. Otro de los comentarios en contra de mi propuesta fue este “… El problema es que las huacas no vienen con una lista de instrucciones del uso correcto! Veamos un sitio como el Camino Inca de la PUCP – según esta interpretación, el único uso que tendría este monumento debería ser como camino! Aun cuando los sitios que conectaba ya no existan, o estén divididos por avenidas modernas…” Quisiera aclarar algo, es cierto las huacas no vienen con lista de instrucciones, realmente creo que no debería existir una pues cortarían la imaginación y las posibilidades inmensas en actividades que hacer en una huaca, sin embargo, la antropología y las demás ciencias sociales sirven para darnos una guía para la acción, nos plantea caminos para explorar a partir de la investigación y conocimiento de la realidad.

4. Ejemplos de uso de los sitios arqueológicos como simples escenarios son los siguientes:
https://www.youtube.com/watch?v=9exVe1JLw5g, (jazz en tu huaca) que fue parte del tour nocturno peatonal por el día de los museos el 2013 el cual incluía un recorrido guiado.

5. Ojo que la plaza y el parque con el pasar del tiempo y si la comunidad que lo alberga lo decide así puede convertirse en patrimonio cultural similar a los sitios arqueológicos.

6. https://www.theodysseyonline.com/social-constructs (traducción propia)

7. https://arkeopatias.wordpress.com/2015/04/18/de-la-casa-56-la-huaca-no-esta-en-la-pantalla-wmc/

8. Uso el término “culturales” entrecomillado para diferenciarlo del concepto antropológico, mucho más amplio. Así pues “cultural” es sinónimo de actividades recreativas relativas al arte, cine, teatro, música, ciencia.

9. http://revistascientificas.cujae.edu.cu/Revistas/Arquitectura/Vol-XXVI/1-2005/07-15-Lahistoriadelaciudad….pdf

10. https://evolucionyneurociencias.blogspot.pe/2015/05/que-fue-de-los-memes.html

11. Es a partir de esta función social que no estoy de acuerdo con una de las actividades que se quieren realizar para la socialización de la Huaca Mangomarca en San Juan de Lurigancho (Lima), la de enseñar a los niños de las familias vecinas a la Huaca, a tocar instrumentos de sinfónica. No me malinterpreten estoy de acuerdo con que este tipo de acciones se incentiven, aunque no conozco los detalles me aventuro a decir que si esta actividad es la actividad principal para socializar la huaca me temo que no servirá de mucho pero si es parte de un conjunto de acciones a realizar a favor de su socialización le doy el beneficio de la duda y la posibilidad de  que puede ser efectivo –al final de cuentas tocar un instrumento musical también te sensibiliza y te hace pensar- , siempre y cuando no se olvide que la huaca es más que un lugar para que las almas “sensibles” y “cultas” la aprecien solo porque es antigua.

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Sobre el autor: (Lima, Perú-1981) Antropólogo egresado de la Universidad Federico Villarreal. Miembro del área de investigación del Instituto Cultural Ruricancho, el cual se dedica a la investigación y la difusión de la historia local y el patrimonio cultural y natural de San Juan de Lurigancho, distrito de la ciudad de Lima. Apasionando por la historia local y la literatura, escribe diversos artículos enfocados en el tema del patrimonio cultural para la Revista Virtual ArKeopatías.

Foto: Juan Tonchez / Proyecto ArKeopatías (cc) 4.0

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos De La Casa #123″. México 2017. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: Patrimonio, espacio público y sustentabilidad urbana.

Por Martín M. Muñoz

El patrimonio arquitectónico y urbano jerarquiza el espacio público que enmarca, y con ello contribuye enormemente a la ansiada sustentabilidad de nuestras ciudades. Este artículo busca ponerlos en relación para realzar la pertinencia de repensar el paisaje urbano en su conjunto y desde la escala humana.

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En los últimos años ha ganado un pronunciado protagonismo el término “sustentable”. Planteado como nuevo ideal a alcanzar, el término se encuentra ligado fuertemente a la consolidación del avance de la ecología como campo de estudio y acción desde los años setentas. Y en ese sentido, el término “sostenible” es también utilizado como sinónimo, y, si bien cada palabra reconoce un origen distinto, actualmente ambas se encuentran interligadas por el mismo paradigma en boga que las enarbola desde hace más de cuarenta años: el desarrollo sustentable. Así, es que hoy, de cara al futuro, es necesario volver a preguntarnos qué es ser sustentable. Porque el escenario que fue testigo de la génesis de ese concepto sufrió un drástico cambio cuando el crecimiento de la población mundial nos señaló que desde 2007 más de la mitad vive en ciudades . Lo que muchos señalan como el triunfo definitivo de las ciudades y el inicio de la era urbana, nos debe convocar a repensar cómo la humanidad piensa sostener este proceso y sustentarse en adelante.

Para ello, es ineludible entender a la ciudad como un sistema interconectado. Ya en las primeras décadas del siglo pasado, estudiosos de las cuestiones urbanas de la talla de Lewis Mumford o la dupla de Robert Park y Ernest Burgess, entendían a la ciudad como el artefacto más perfecto creado por la humanidad, dotado de un mecanismo social propio, emplazado en un territorio que lo influye, pero que a la vez transforma. El avance y dominio de la Naturaleza por parte de los hombres supuso una transformación radical en el ambiente que lo sustentaba, tanto el natural como el construido, que no tardaría en evidenciar un desbalance en la relación armoniosa entre las partes en los últimos siglos.

De aquí que, teniendo en cuenta las demandas y desafíos de las ciudades de hoy y para recuperar la relación armoniosa entre individuo, sociedad y naturaleza, la interacción social es una de las necesidades de primer orden para garantizar la sostenibilidad del sistema de vida urbano. Para que ese tipo de acercamiento y comunicación mutua de acciones, palabras y señales entre personas se dé, es necesario un espacio común que los contenga, los identifique e interpele. De aquí la centralidad de la importancia de rescatar el espacio público de las ciudades, ese espacio definido por oposición al espacio privado albergado en el interior de los edificios.

Asimismo, dentro del tratamiento de los espacios públicos, la conservación y puesta en valor del patrimonio urbano existente en el entorno es esencial. No debemos olvidar, por ejemplo, que el tratamiento de las fachadas juegan un papel fundamental en la definición y la composición espacial del conjunto arquitectónico que los enmarca. Con esto se jerarquizan estos espacios como corredores y nodos urbanos, de manera de que actúen como grandes hitos atractores de funciones superpuestas: transitar, recrearse, comerciar, residir, esparcirse, en fin, un sin número de actividades que es posible localizar coincidiendo en torno a estos lugares de sociabilidad. Al mismo tiempo, esto nos permite visibilizar, rescatar y valorizar la memoria de la ciudad haciéndolas parte del escenario de la cotidianidad.

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Piazza Navona Roma (Foto del autor).

Por otro lado, articular los espacios públicos con las áreas verdes permite poner en práctica la vivencia de una ciudad a otra velocidad, distinta de la impuesta por las tecnologías modernas, y recuperar la dimensión humana del peatón. Porque gozar de las facilidades que brinda la cercanía de las ventajas de la vida urbana más el verde ajardinado, todo ello dentro de un radio acotado de manzanas a la redonda del propio domicilio es también contribuir a la sostenibilidad, ya que reduce los tiempos y los costos urbanos y ambientales asociados a los largos traslados, sobre todo los ligados al automóvil y la expansión de las ciudades en baja densidad. En este sentido, muchas de las principales ciudades del mundo apuestan a la transformación de sus áreas centrales en pos de la conformación de barrios caminables enriquecidos por usos mixtos: Curitiba, Tokio, Londres, Seattle, Portland, Boston, Delhi, o Montevideo son sólo algunas de las ciudades que buscan renovarse y enriquecer su vida urbana a partir de este tipo de intervenciones. No obstante, existe al mismo tiempo una contracara dada por el mercado del suelo: la mayor demanda de los inmuebles localizados en estos barrios empuja al alza su precio, lo cual genera procesos de gentrificación.

En el caso de Argentina, podríamos rescatar que han existido tibios intentos cercanos a este tipo de intervenciones urbanas, como la peatonalización de algunas de las calles céntricas comerciales, por ejemplo, que no llegan a acercarse al paradigma propuesto, ya que no son ejemplos realmente completos en sí mismos, dada la ausencia de población residencial en el área. Esto nos invita a ir por más, a buscar la concreción de experiencias de diseño urbano que integren la recuperación social del espacio público con la revalorización del patrimonio de nuestras ciudades, en articulación con la dotación de arbolado y áreas verdes en los intersticios adecuados. En conclusión, avanzar en procesos responsables de densificación poblacional y mixtura de usos en nuestros centros y subcentros urbanos es contribuir con que nuestras ciudades sean sustentables y garantizar que la forma de vida urbana sea sostenible.

Espacios urbanos peatonales, densificados y con mixtura de usos.

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Fuente: Plataforma Urbana.

LOS #TACO’S EN EL II FORO CIUDAD Y CIUDADANÍA.// ARK.

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#ArKenlacalle.// #TACOS.////// El próximo sábado vamos a realizar una intervención en el espacio público durante este evento, más adelante les daremos detalles, por lo pronto aparten la fecha. ¡Nos vemos en Texcoco! ///////
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II Foro: Ciudad y Ciudadanía que se llevará a cabo los días 28 y 29 de abril en el área de talleres del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario y en el espacio público del monumento «Puente de los Bergantines». Toda la comunidad de Texcoco está cordialmente invitada a participar en estas actividades. La entrada es libre.
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#TalleresDeAcontecimientos #dosdebarbacoa #contodo #LaFondArK #UrbanismoTáctico #PatrimonioUrbano #PatrimonioyMemoria #PatrimonioySociedad.

DE LA CASA #86: MÁS QUE UNA PLAZA, MI CASA / ACT.

Por  Astrid Cortés Torres

UD. DISCULPE JAMES BOND 27 MAR 2015

Vivir en la Ciudad de México no es fácil, cada día se vive una aventura diferente en el transporte público y privado, hay que esquivar ambulantes y aglomeraciones, trazar nuevas rutas evitando perderse en el intento, y cargando lo indispensable por si se es víctima de la delincuencia. Todo esto para llegar al trabajo, la escuela y la casa; pero ¿qué pasa cuando el trabajo, la escuela y la casa están en el mismo sitio, a unas cuantas calles?, a esto y más nos enfrentamos los habitantes del Centro Histórico de la Ciudad de México, que, aunque a muchos les sorprenda, el Centro Histórico no sólo es un lugar de comercio y diversión, también es el hogar de muchas personas.

Pero antes de hablar el día a día que se vive en este sitio, es importante mencionar algunos datos.

El 11 de Abril de 1980 se emitió la declaratoria federal sobre el límite geográfico de la Ciudad en el siglo XIX, correspondiente a 1,000 hectáreas, y se denominó como Centro Histórico de la Ciudad de México. Esta declaratoria estuvo vinculada a las excavaciones arqueológicas de Templo Mayor en 1978 y detonó en las primeras acciones de atención a la conservación en el sitio[1]. En esta declaratoria adquiere el nombre de “ciudad suspendida en el tiempo” como estrategia de conservación.

En 1985 tras el sismo de 8.1 grados en escala de Richter que afecto a la ciudad, hubo gran impacto en el Centro Histórico, resultando en la implementación de un plan de emergencia para la reconstrucción de viviendas y retiro de escombro, resultando en una nueva configuración urbana.

La importancia del Centro Histórico de la Ciudad de México también ha sido reconocida internacionalmente, al ser inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad el 11 de Diciembre de 1987.

Por lo general cada ciudad o localidad cuenta con una plaza o jardín representativo que funciona como punto de encuentro para distintas actividades sociales y en ocasiones recreativas. La Ciudad de México no es la excepción pues cuenta, sin duda, con la plaza más emblemática del país, conocida en distintas épocas como Plaza Mayor, Plaza de Armas, Plaza de la Constitución o Zócalo Capitalino.[2]

Desde sus orígenes ha sido el escenario privilegiado de diversos acontecimientos sociales, principalmente de dos actividades que a la fecha siguen estando presentes: el comercio y la fiesta. A lo largo del tiempo se han realizado también procesiones religiosas, desfiles militares y actos cívicos. Salvador Rueda Smithers lo refiere así “…el ruido del Zócalo descrito como circunstancias de historias de la ciudad, es la prueba de la larga respiración de una sociedad viva y de una urbe que, en el mismo sitio, con el mismo nombre y las mismas piedras, ha tomado distintas formas a lo largo del tiempo”.[3]

DESFILE 20 NOV 2013

Actualmente el Zócalo carece de cualquier otro elemento que no sea el asta bandera, pero esto no siempre ha sido así ya que en algún momento fue sede de un tianguis dividido en tres secciones: la primera para productos de primera necesidad, el segundo para artículos de lujo (el Parián) y el tercero que contenía artículos comestibles para la clase alta (el Baratillo); también albergo la estatua de Carlos IV (El Caballito, actualmente ubicado frente al Museo Nacional de Arte), un arbolado jardín y estación de tranvías.

En algunas ocasiones ha sido escenario de enfrentamientos entre granaderos y manifestantes, campamentos de profesores, punto de encuentro para manifestaciones estudiantiles, sede del “Grito de Independencia” y desfiles en el mes de septiembre y noviembre.

Es decir la plancha del Zócalo era ocupada eventualmente, lo que permitía que cualquier visitante o residente del Centro Histórico deambulara libremente en ella, buscando sombra en el asta bandera dependiendo la hora y alimentando con maíz molido a las aves de la ciudad.

DIA DE MUERTOS 29 OCT 2014

Previo al Plan de Manejo del Centro Histórico del 2011, en 1990 se crea el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México. Organismo que en 2008 amplía sus acciones de recuperación del Centro Histórico para abarcar los ámbitos social, cultural y urbano, además de la conservación del patrimonio.

El INAH[4] por otro lado, en 2009 se constituye como la institución y órgano rector de las políticas y acciones encaminadas a la conservación, promoción y difusión incidentes en el Centro Histórico. A la par se crea la Autoridad del Espacio Público como una dependencia del Gobierno encargada de la recuperación del espacio público de la Ciudad.

En el año 2011 comienza la implementación del Plan de Manejo del Centro Histórico[5], que además de modificar usos de suelo, vialidades, plazas y jardines, ya se hacía mención del impulso del turismo y la economía de la capital a través de nuevas actividades y servicios.

De esta manera se opta por restaurar edificios emblemáticos, se impulsa el financiamiento para la recuperación de inmuebles abandonados y convertirlos en plazas comerciales para la reubicación y retiro del comercio ambulante.

Se recupera parte de la cromática original de los inmuebles, se rehabilitan plazas como Tlaxcoaque, la Aguilita y la Conchita; sin olvidar que calles como Francisco I. Madero y 16 de septiembre se convierten en peatonales y semipeatonales, a la par de la aparición de los corredores Regina, San Idelfonso, Alhóndiga y la Santísima.

NUEVO MOBILIARIO 6 FEB 2015

Una de las modificaciones más radicales fue en la Plaza Garibaldi, se demolieron sus arcos para emplazar un museo que hace unos meses fue reconocido como un error del proyecto[6].

Otros proyectos que se realizaron fueron en El Monumento a la Revolución con su elevador y la plaza de la República, además de la recuperación de la Alameda Central.

Como parte del Programa de Mejoramiento del Centro Histórico se retira el 80% del transporte público que atravesaba algún punto del Centro Histórico y en su lugar se introducen el sistema de transporte Metrobús y Eco bici, prácticos para muchos y para otros tantos no, ya que hay menos opciones para ingresar en auto y gran demanda de estacionamientos públicos.

Cabe mencionar que el servicio de Metrobús es insuficiente e inadecuado el diseño de los autobuses, ya que no contemplaron que la actividad principal del centro, es el comercio y muchos de los visitantes únicamente acuden a él para comprar sus productos y retirarse, por lo que era necesario otro tipo de diseño o medio de transporte.

Con lo que respecta al Zócalo, este no se ha quedado atrás con sus modificaciones, que a diferencia de las antes mencionadas, hoy es un espacio que sufre una reutilización constante, pues de ser un espacio libre y respetado, hoy es una explanada que funciona por lo que parece, al capricho del Gobierno de la Ciudad de México, antes Distrito Federal.

SEMANA DE LAS JUVENTUDES 11 AGO 2015

Dichas actividades son impuestas a costa del valor o significado que este espacio público tiene para la mayoría de los habitantes, o tal vez sólo para los que hemos presenciado varias de sus etapas, pero sea cual sea la postura estas actividades resultan como algo ofensivo y dañino para el mismo Centro Histórico y la Ciudad de México.

Seguramente para un visitante ocasional y ajeno al tema de la conservación no le causa mayor conflicto o preocupación el hecho de que “prostituyan” al mejor postor un espacio que es de todos, en el cual no requerimos ver nuestros impuestos mal gastándose en estructuras de un fin de semana o en toneladas de basura producto de publicidad y paseantes.

Pareciera que el acercar actividades a las cuales gran parte de la población no tiene acceso, es una acción bien intencionada por parte del gobierno, tolerándose y aceptándose, pues estos espectáculos lejos de ser un beneficio son simplemente una forma de controlar y entretener a las masas con cosas tan banales que el mismo pueblo paga con sus impuestos.

Anteriormente se llevaban a cabo ferias del libro, instalaciones de museos y actividades de carácter cultural más acordes a la sociedad mexicana, como la mega ofrenda donde hacían un concurso por ser la mejor e instalaban hornos para regalar pan.

Sin embargo eso ha cambiado y cada vez son menos estas actividades. En su lugar han llegado conciertos de cualquier personaje de la farándula, carreras de autos, pistas de hielo, pabellones de marcas conocidas e incluso locaciones completas para el rodaje de películas extranjeras.

JAMES BOND 27 MAR 2015

¿Qué está pasando en el Zócalo?, ¿en qué momento permitimos que una plaza cívica dejara de serlo?, ¿por qué si es un espacio de todos los capitalinos, nos prohíben deambular libremente por él?, ¿por qué el gobierno puede usarlo de estacionamiento y nosotros no podemos ir a manifestar una inconformidad?

Estas y otras preguntas me hago al recorrer y vivir día a día el Centro Histórico, ya que el contacto constante con el sitio en el que vivimos, sin duda crea un sentimiento de arraigo y nos hace más sensibles ante cualquier cambio o situación ajena que se presente.

¿Por qué no me voy a otro lugar?, porque esa no es la solución ante una problemática que nos compete a todos y como especialistas en temas de conservación, restauración y reutilización, es inaceptable dejar a un lado los espacios públicos que también sufren modificaciones y alteraciones como cualquier inmueble patrimonial.

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Notas:

[1] Diario Oficial de la Federación. 11 de Abril de 1980.

[2] Zócalo. Revista Arqueología Mexicana No. 116. México, 2012.

[3] Ibídem.

[4] Instituto Nacional de Antropología e Historia.

[5] Plan de Manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México (2011-2016). Gobierno de la Ciudad de México. México, agosto 2011.

[6] El jefe delegacional de Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, señala que la construcción del Museo del Tequila ubicado en Plaza Garibaldi es un error y busca su demolición; Miguel Ángel Mancera se opone. http://www.reforma.com

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Sobre la autora: Ciudad de México, México (1989). Arquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura de la UNAM en 2011. Originaria de Iztapalapa y actual habitante del Centro Histórico de la Ciudad de México. Ha colaborado como profesora adjunta en la materia de Aprovechamiento del Patrimonio Arquitectónico desde 2012 y como asesora externa en el Taller de Proyectos VIII en el año 2013 en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. También fue profesora adjunta en la materia de Desarrollo y Gestión de Proyectos para la Conservación del Patrimonio, asignatura de la licenciatura de Desarrollo y Gestión Interculturales de la Facultad de Filosofía y Letras durante 2013 en la misma universidad. A partir de 2012 se dedica a la realización de proyectos arquitectónicos relacionados a la intervención y conservación del patrimonio construido en la Ciudad de México y Estado de México. Se considera defensora e investigadora aguerrida del Centro Histórico de la Ciudad de México. También es bailarina de danza folclórica desde 2003. Actualmente estudia la maestría en Reutilización del Patrimonio Edificado en la UAM, unidad Xochimilco.

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