#LasPrestadas: Tragedia y patrimonio cultural

notre-dame

Por Francisco José Casado Pérez

«Me acostalé costal, y qué manera, digo, de encostalar costales de memoria. Uno nomás encostaliza olvidos, y el recordar que llega, y llega recio».

Max Rojas, El turno del aullante.

La pérdida del patrimonio cultural se expone en un abanico de situaciones, por ejemplo: conflictos accidentales como lo ocurrido el 15 de abril del presente año en Notre Dame, París, Francia a la par del incendio en la mezquita Al-Aqsa[iii], Jerusalén, así como el incendio del Museo Nacional de Brasil, Río de Janeiro, Brasil, el 2 de septiembre de 2018. Conflictos bélicos difundidos en Irak, Siria, Yemen, Afganistán, Ucrania, El Álamo en Estados Unidos o el Puerto de Veracruz, México durante la invasión americana. Conflictos bélicos no difundidos como el caso de Armenia. Conflictos premeditados como la demolición de la Catedral de San Alberto, Immerath, Alemania, la demolición del templo de San Isidro Labrador, Capira, Panamá, la demolición de la Capilla del Santo Cristo, San Pablo del Monte, Tlaxcala, México.

Aristóteles, en su texto Poética, describe la tragedia como “[…] imitación, no de personas, sino de una acción y una vida, y la felicidad y la infelicidad están en acción, y el fin es una acción no una cualidad”.[i] En otras palabras, es la representación de un evento que deja un mensaje, una marca de fuego en la mente y el espíritu de quien escribe, quien relata, representa, pero sobre todo de quien la aprecia, ¿pero de qué sirve en la actualidad?, ¿sigue siendo presente? Sí, porque la tragedia se extiende en múltiples escalas y direcciones, más prolíficamente en algunas situaciones que otras.

La tragedia contemporánea se hace presente a través de una de las visiones más prácticas y sumarias: la pérdida del patrimonio cultural, efecto inherente para la constitución de la civilización a través de la historia en todas las latitudes habitadas por la humanidad, pero que en años recientes ha resonado con mayor fuerza al interior del pasado inmediato gracias a la difusión masiva: la tecnología y la sistematización global, propiciando así una sensible extrañeza emotiva[ii] en la memoria de la población en general. Desde la creación de la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura (por sus siglas en inglés UNESCO) en 1945 –poco después de ser oficialmente finalizada la Segunda Guerra Mundial– el vínculo global visibilizó el hecho de que la pérdida de los referentes materiales de la cultura representa un atentado a la memoria e identidad de la sociedad que le habita en primer término y, en segundo término, de la población mundial en general.

La pérdida del patrimonio cultural se expone en un abanico de situaciones, por ejemplo: conflictos accidentales como lo ocurrido el 15 de abril del presente año en Notre Dame, París, Francia a la par del incendio en la mezquita Al-Aqsa[iii], Jerusalén, así como el incendio del Museo Nacional de Brasil, Río de Janeiro, Brasil, el 2 de septiembre de 2018. Conflictos bélicos difundidos en Irak, Siria, Yemen, Afganistán, Ucrania, El Álamo en Estados Unidos o el Puerto de Veracruz, México durante la invasión americana. Conflictos bélicos no difundidos como el caso de Armenia. Conflictos premeditados como la demolición de la Catedral de San Alberto, Immerath, Alemania, la demolición del templo de San Isidro Labrador, Capira, Panamá, la demolición de la Capilla del Santo Cristo, San Pablo del Monte, Tlaxcala, México. Otros tipos de patrimonio cultural como el natural (Manglar Tajamar, Quintana Roo, México; la continua deforestación del Amazonas, los efectos de la radiación nuclear en Chernóbil, Rusia y Fukushima, Japón; la extinción de especies animales), no olvidemos también lo inmaterial entre la pérdida de lenguas originarias, técnicas y manufacturas (textil, arquitectura, culinaria, médica…) y un largo etcétera que englobe toda tipología en la interminable lista no sólo referente al pasado inmediato, sino también al más lejano.

Todas sin excepción alguna son tragedias; sin embargo, al retomar a Aristóteles emerge el problema crítico: “Así pues [los personajes], no actúan para imitar caracteres, sino que revisten los caracteres a causa de las acciones. De suerte que los hechos y la fábula son el fin de la tragedia, y el fin es lo principal en todo”.[iv] La reciente situación en Río de Janeiro, Jerusalén y París ha despertado choques de opinión sobre las relevancias simbólicas percibidas por las personas (propias y ajenas) a estos casos debido a la mención de hechos ocurridos dentro del pasado lejano traídos al presente (inserte aquí la visión de Piotr Kropotkin), circunstancias políticas con especial atención a los términos económicos, así como también las políticas planteadas por otras situaciones que también apremian atención: el calentamiento global, la contaminación y nuevamente un largo etcétera que englobe toda temática del sistema neoliberal o postneoliberal, como guste llamársele; el principio fue la visión globalizadora que en su momento planteó la igualdad humana.

A lo mencionado cabría contrastarle con la visión de Gabriel Marcel: “identidad no quiere decir unidad; o más bien, suponiendo que en efecto se estuviera produciendo una unificación, se trataría de una unificación por reducción, por pérdida de diferencias que, al principio, conferían a esos seres su singularidad, su valor”.[v] En otras palabras, decretar la unidad, la semejanza entre los individuos no va con razón de la réplica, de la producción masiva, sino de una equidad en razón de las particularidades y características en cada grupo alrededor del mundo. Motivo previsto en la proclamación de UNESCO con la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial (1972) al hacerlo con pleno el respeto de la soberanía de los Estados parte, sin perjudicar los derechos reales de su legislación sobre el tema[vi] de patrimonio, con énfasis en los bienes declarados patrimonio de la humanidad. Esto dicta que tanto el Estado afectado, como la comunidad internacional propiciarán la posibilidad de protección, pero muchos de los efectos mencionados son poco factibles de ejercer debido a un sinfín de circunstancias, especialmente, lo referido por Raymond Williams[vii]:

En una sociedad como un todo, y en todas sus actividades particulares, la tradición cultural puede ser vista como una continua selección y re-selección de ancestros. Líneas particulares serán dibujadas, por tanto tiempo como un siglo y de pronto, con alguna nueva fase en crecimiento, tal línea será debilitada o cancelada donde se dibujarán nuevas líneas.[viii]

Es inminente hecho de que la humanidad cambia sus valores así como los elementos donde radican etéreamente para la percepción de la sociedad actual, sucede en cada momento; sin embargo, ¿qué sucede al preguntarse sobra las próximas generaciones?, ¿cómo esperamos trascender nuestro propio presente? El discurso de proyección a largo plazo parece siempre estar tambaleándose como si estuvieran dando pasos en la arena. Debemos tomar una decisión, siendo no solo porque Aristóteles cierre con ello en su intervención sobre la tragedia:

Carácter es aquello que manifiesta la decisión, es decir, qué cosas, en las situaciones en que no está claro, uno prefiere o evita; o por eso no tienen carácter los razonamiento en que no hay absolutamente nada que prefiera o evite el que habla. Hay pensamiento, en cambio, en los que demuestran que algo es o no es, o en general manifiestan algo.[ix]

Lo mencionado por Williams, Marcel y Aristóteles se engloban en ver que la tragedia es un hecho propio de la vida, así como de la dialéctica[x]. Todo objeto o situación está sujeto de sufrir cambios propios o ajenos, hechos que serán –y deben– ser discutidos porque la división de opiniones funciona durante la zozobra[xi], se hace una cierta catarsis; no obstante, en otros casos parece repetirse el escenario donde a lo lejos, como un espejismo, nos espera la tan ansiada síntesis, dejando que la trascendencia, el mensaje de la tragedia, se mitifique y disuelva entre historias sin poder lograr actuar y en el caso del patrimonio cultural ocurre en todas sus expresiones: tangible e intangible, propio, local, municipal, estatal, nacional y mundial, principalmente, porque no se logra una profunda identificación con este.

En el caso del patrimonio edificado, la forma de construcción supedita la percepción de los valores en la materialidad, por lo que la actual factibilidad de intervención de la tragedia se ciñe a la magnitud del trabajo, tiempo y sobre todo: el presupuesto, ahí se encuentra el pero más crítico del asunto porque lo estético pasa a un segundo lugar debido a que cada restauración, conservación y reconstrucción busca lograr que el objeto se aprecie lo más próximo a lo original, pero ante la falta de artesanos que guíen el proceso se abre la posibilidad de integrar nuevos sistemas que puedan acoplarse, obviamente, respetando la integridad de este. Es la búsqueda de mantenerlo presente tal como ha sido heredado por distintas generaciones, propias o ajenas al sitio del objeto y de este su autenticidad es una característica muy difícil de desdibujar; ¿la pérdida de una extremidad limita la definición del ser de una persona, de quién es, o si cambia de camisa o de corte de cabello? No, la autenticidad es una imagen y concepto que se construye a través del tiempo, se arraiga en la memoria a partir de su forma y función, pero aunque tampoco esté exenta de cambiar también con el tiempo, con el olvido: el consenso entre lo exacto y lo práctico va sobre dicha pauta.

En consecuencia, las actividades de restauración que se avecinan, no intentan decir que será una nueva Notre Dame, un nuevo templo o convento afectado por el s192017, un nuevo Museo de Mosul, Palmira, Hatra; un nuevo Museo Nacional de Brasil, sino que siguen siendo los mismos que la humanidad habrá de recuperar de la catástrofe. Continúan presentes o ausentes brindándole a la memoria elementos para contar la historia desde distintos bandos: nuestro vínculo con las cicatrices del patrimonio sucede a modo del propio reflejo de la humanidad, de sus logros y de sus lapsos oscuros. No obstante, habría de agregar que las próximas intervenciones –y queda en responsabilidad de todos exigirlas– deberán contar y considerar las vicisitudes consideradas sobre los riesgos y las previsiones necesarias para prolongar su presencia con el fin de que la apropiación social llegue a niveles de consciencia en todos los estratos posibles: pertenecemos de una u otra forma a unos y a otros, hoy y en el futuro.

Sobre la memoria, el poeta Max Rojas considera uno de sus atributos más crudos: Uno nomás encostaliza olvidos, / y el recordar que llega, y llega recio. El recordar las marcas de fuego que dejó una tragedia es un encuentro drástico, determinante hasta cierto grado ¿Hacia dónde nos dirigiremos desde ahora?, ¿quiénes seremos después de lo ocurrido? Son algunas de las vertientes que se asoman en la oscuridad, letreros que en ningún instante deberán de considerarse como fatalidades, sino pasos en el proceso de duelo: ciclo que debe recorrerse, aunque en ocasiones parece nos rehusamos enfrentar; sin embargo, en los últimos años, poco a poco la paulatina infiltración de la consciencia humanista en distintos rubros se ha hecho notoria debido a que la percepción del presente, el pasado y el futuro se va haciendo cada vez más amplia con nuevas y viejas dudas por resolver, entre las cuales, la tragedia del patrimonio cultural puede arrojar luz porque no implica exclusivamente una discusión de medios y formas de valores subjetivos, invita a la búsqueda de abrazar la tragedia humana, aceptar la imperfección de su esencia para alcanzar la cumbre, establecerse y prepararse para la eventual decadencia en un ciclo que se ha venido repitiendo en la naturaleza, de igual modo en la humanidad al darse cuenta de su propia humanidad.

Foto: Philippe Wojazer, RFI/Reuters, 2019

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Fuentes consultadas

ARISTÓTELES, Aristóteles II: Física – Acerca del alma – Poética. Madrid, España: RBA COLECCIONABLES, S.A. 2014.

ROJAS, Max, El turno del aullante y otros poemas. México: Trilce ediciones. 1997.

MARCEL, Gabriel. Los hombres contra lo humano. España: Caparrós Editores, S.L. 2001.

WILLIAMS, Raymond, The long revolution. Great Britain: Pelican Books. 1965.


[i] Aristóteles, 2014: 403.

[ii] Williams (1965: 80) menciona que en análisis de la cultura se parte de dos conceptos concretos, el “carácter social” y la “estructura emotiva”, siendo la primera asumida por la conciencia de clase de los individuos y la segunda por “…el grupo productivo dominante. Sin embargo, en este nivel, se diferencia de cualquier personaje social distinguible porque este, debe lidiar no solo con las ideas públicas sino con sus omisiones y consecuencias, como han sido vividas”. Traducción del autor. “[…] the structure of feeling corresponds to the dominant social character, but it is also an expression of the interaction described. Again, howevcr, the structure of feeling is not uniform throughout the society; it is primarily evident in the dominant productive group. At this level, however, it is different from any of the distinguishable social characters, for it has to deal not only with the public ideals but with their omissions and consequences, as lived”.

[iii] Nodo crítico de los embates islámicos y judíos por compartir su periferia con el Muro de las Lamentaciones.

[iv] Aristóteles, 2014: 404.

[v] Marcel, 2001: 127.

[vi] Artículo 6, apartados 1 y 2 de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial,UNESCO.Fuente: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000114044_spa.page=139

[vii] 1921-1988. Intelectual galés miembro del Círculo de Birmingham donde se enfocó a desarrollar un marxismo de la subjetividad en el desarrollo de una historia cultural.

[viii] Williams, 1965: 69. Traducción del autor. “In a society as a whole, and in all its particular activities, the cultural tradition can be seen as a continual selection and re-selection of ancestors. Particular lines will be drawn, often for as long as a century, and the suddently with some new stage in growth this will be cancelled or weakened, and new lines drawn”.

[ix] Aristóteles, 2014: 404.

[x] Teoría y técnica de discusión, diálogo y ordenamiento de ideas, compuesta por dos elementos contrarios: tesis y antítesis, de cuya confrontación se obtiene la resolución del tema: síntesis.

[xi] Sensación de desorientación, desesperanza.

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Fuente: Centro Mexicano de Análisis de la Política Internacional (CEMAPI) / link aquí

DE LA CASA #10: LA CARENTE MEMORIA DE LA OXIGENACIÓN PERDIDA / YM.

num10

Por Yolanda Morales

“Hace veinte años había en México menos polvo, menos política y no hacía tanto calor. ¡Con cuánta complacencia viene a la memoria de quienes aún no arribamos a la cuarentena el México de aquellos días! Una ciudad no tan grande, no tan populosa; bien que ya empezaba a serlo. Un no sé qué de intimidad todavía en las calles y en las gentes (…) Tal es el panorama espiritual que nos forjamos de la ciudad, volviendo los ojos al pasado (…)” [1]

Un pasado casi inmediato que enriquece nuestro acervo cultural, donde se nutre el espíritu y se respeta la trascendencia, recorriendo palmo a palmo las ahora asfaltadas calles de nuestra “Muy Noble y Leal Ciudad de México”, añorando algunas veces un pasado cuyo legado muestra imponente monumentos forjados a hierro y piedra, enmarcados de caoba y mármol, engalanados de óleo e impregnados de historias propias y ajenas, evocadoras de ese espíritu de un México que trabajaba en conjunto.

El tiempo

Permítanme llamarle “imponentes” a todos y cada uno de los inmuebles que albergan ambos perímetros del centro histórico, pues para mí no hay distingos, entre palacete e inmueble civil, no se confunda con restarle la inigualable diferencia e importancia que cada uno posee, sin embargo ambos existen por causas determinantes y de un equilibrio bastante obvio, al que denomino, arquitectura de co-relación.

La existencia de ambos, cuyos usos y desusos son tan palpables en estos lugares de convergencia social, como sus texturas, esa piel que continua respirando la energía de los que habitamos su contexto, impregnándose de poluciones cargadas de CO2, de “mugre”, ruido etc., y exhalando la ausencia en repetidas ocasiones de quienes ante la expropiación forzada o el deterioro paulatino, cuyo factor tiempo es un detonante radical, denota la pérdida en ocasiones, irremediable de lugares paradójicamente llenos de vida.

Y en un panorama urbano en el que abundan los autos y escasean los árboles, quienes en ese pasado casi idílico eran en todo momento incluidos en la proyección del arquitecto, autor de estos espacios, y que ahora son simples fantasmas, sombras de su mismo pasado, unas veces encadenados, otras ridiculizados, llenando los centros históricos irónicamente con vacíos de los que emana la precaria memoria y evidente desgano de la sociedad por continuar empleando esos fortísimos legados y hacerlos vivibles para el usuario “moderno” en lugar de buscar su anulación, para dar cabida a sitios itinerantes o de albergue a su medio de transporte.

En nuestro siglo plagado de tecnología, opciones, agilidad, ciencia, viajes espaciales etc, nos hemos auto-discapacitado confinando nuestra existencia a tan sólo 7.5 m2 (http://wp.me/p2O1XF-zY) donde nuestra vida discurre a través de las interminables horas, entrando en una especie de “automatic life” de casa-tráfico-oficina-tráfico-casa, inmersos en opulentos edificios en los que la rutinaria “vida” se escapa por las ventanas polarizadas, situados en conjuntos laborales en incremento, sin opciones cercanas de un distractor relajante en horas oportunas, la mayoría de estos centros de trabajo, al menos en el centro de la ciudad, están rodeados de inmuebles en deplorable estado, donde se incluyen contemporáneos e inmuebles históricos, que en lugar de habilitarse para usos dinámicos a su contexto y ritmo de vida, son parte de ese vacío del que ya nos acostumbramos, posteriormente al salir se comienzan las movilizaciones a remotos puntos de vivienda cada vez más reducida y que con suerte el comedor no se una al ½ baño.

Estas peregrinaciones modernas traen consigo desequilibrios en donde la precaria planeación urbana se hace evidente, y con ello las congestiones que degeneran aún más nuestro ambiente y la calidad de vida que nos merecemos. Actualmente hemos arrasado de a poco en poco con los recursos naturales existentes en esta vasta cuenca mexicana y que mantenían en balance nuestra supervivencia en ella, y llevándolo a esquemas más extensos en un equilibrio mundial (recuerden que todo tiene un causa-efecto), esa precaria memoria que ha optado por un crecimiento desmedido en la construcción, en lugar de reaprovechar los recursos existentes, ha traído consigo consecuencias bastante graves que con el paso de los años van siendo evidentes, por citar algunos, la descomunal extracción hídrica de nuestro manto freático (http://wp.me/p2O1XF-gI), cuyos efectos pueden apreciarse actualmente en las fachadas de los inmuebles tanto históricos como de los pertenecientes al funcionalismo, a esos hundimientos diferenciales se les suma la desaparición a ton y son de inmuebles catalogados o no por el simple hecho de ya no significar más que la sobre inversión (http://libreenelsur.mx/content/dice-dbj-que-permitio-destruccion-edificio-en-narvarte-catalogado-por-inba-porque-no) y los interminables trámites que ya una vez comentamos, pero qué me dirían si les comento que derrumbar un edificio contribuye a esa destrucción ambiental y la interminable polución de la que tu organismo también es consumidor no. 1.

La generación de residuos de Construcción y Demolición (en adelanteRCD) está íntimamente  ligada  a  la  actividad  del  sector  de  la construcción,  como consecuencia  de  la  demolición  de  edificaciones e infraestructuras que han quedado obsoletas, así como de la construcción de otras nuevas.

Se consideran residuos de construcción y demolición (en adelante RCDs) aquellos  que se generan en el entorno urbano y no se encuentran dentro de los comúnmente conocidos  como  Residuos  Sólidos Urbanos  (residuos  domiciliarios  y  comerciales, fundamentalmente),  ya  que  su composición  es  cuantitativa  y cualitativamente distinta. Se trata de residuos, básicamente inertes, constituidos  por: tierras y áridos mezclados, piedras,  restos de hormigón,  restos de pavimentos asfálticos, materiales refractarios, ladrillos,  cristal,  plásticos,  yesos,   ferrallas,  maderas   y,  en  general,
todos los desechos que se producen por el movimiento de tierras y construcción de edificaciones  nuevas  y  obras  de  infraestructura,  así  como  los  generados  por  la demolición o reparación de edificaciones antiguas.

El auge experimentado en este sector, ha implicado la generación de importantes cantidades  de  RCD,  los  cuáles,  debido  a  la  falta  de  planificación  para  una adecuada gestión final de los mismos, se han ido depositando en vertederos, en muchas ocasiones, de forma incontrolada.

Al realizar estos depósitos de RCD, no sólo se está perdiendo o desaprovechando energía y material potencialmente reutilizable, reciclable o valorizable, sino que además, se afecta de manera muy negativa al entorno.

El origen de los residuos de  construcción y demolición tal y  como  su nombre indica, provienen de la construcción y demolición de edificios e infraestructuras; rehabilitación y restauración de edificios y estructuras existentes; construcción de nuevos  edificios  y  estructuras;  así  como  de  la  producción  de  materiales  de construcción,  por  ejemplo  una  máquina  de  hacer  hormigón,  componentes  del  hormigón, artículos de madera, etc. [2]

El carácter peligroso de los RCD, puede deberse a causas diferentes debido a la composición de los materiales de cada inmueble derrumbado, restaurado y dejado en abandono, cada elemento desprende infinidad de sustancias que al paso de los años va comportándose de maneras diferentes, por ponerlo de una manera más simple, en nuestros centros históricos y la ciudad en general se almacenan sitios en descomposición, los cuales al derrumbarse producen una mayor cantidad de contaminantes y riesgos de salud ya que no son tratados de manera correcta para su desecho o reúso, que si diéramos la oportunidad de habilitar los espacios inertes y brindarle a la sociedad de sitios vivibles, útiles y bellos como dijera el buen Vitrubio. Y no sólo eso, si viéramos la restauración y habilitación de ellos como una verdadera inversión tanto ambiental como económica como lo han hecho ya los países europeos, nuestra merma económica no sería tan grave y se tendría un enorme crecimiento e impacto mundial. El mundo se está moviendo a nuestro alrededor mientras permanecemos impávidos ante teorías y postulados que en la mayoría su interpretación ha generado enormes congeladoras de piedra.

Separar para reciclar. Los restos  generados  en derribos, demoliciones  y  obras de reforma no son los mismos en todos los casos, pero, en general, contienen más del 70% de materiales inertes, de origen mineral, que pueden reciclarse como áridos para distintos  usos.  Lo  ideal,  y  en  algunas  grandes  obras  se  hace,  es  efectuar  una separación  y  selección  previa  de  los  materiales  de  desecho,  apartando,  para  un posterior  tratamiento  en  plantas  de  valoración  y/o  recuperación,  los  restos  más inocuos (papel y cartón, madera, hierro, aluminio y otros metales, cristal, etc…) y los tóxicos  y peligrosos (barnices, material aislante, pinturas, minerales pesados,disolventes…), que aunque son una parte mínima hay que segregar y tratar con sumo cuidado  en instalaciones  adecuadas. En las obras nuevas  se genera un porcentaje mayor  de  materiales  no  minerales  (envases  y  embalajes)  y  especiales  (plásticos, pinturas,  disolventes,  siliconas…),  que  complican  y  encarecen  los  procesos  de separación.  Un  proceso  que  raramente  se  da  en  origen  en  las  pequeñas,  pero frecuentísimas,  obras  de  reparación,  rehabilitación,  reforma  o  mantenimiento  de edificios  y  locales  (no  hay  más  que  reparar  en  el  contenido  de  los  miles  de contenedores asentados en nuestras  calles),  cuyos residuos  suelen acabar, hoy por hoy, en vertederos de todo tipo.

Por qué no ver también la oportunidad de aplicar las tres “R” en este medio de la construcción, de reaprovechar lo existente e impulsar una nueva manera de crear sin destruir, qué tal si la nueva Carta de Atenas impulsara la imperante necesidad de proteger, nuestra NECESIDAD ineludible de RESPIRAR y no carecer de memoria en que algún día el terreno se nos terminará y no todos podremos salir huyendo a marte./

Notas:

[1] Fragmento del prólogo escrito por Carlos González Peña, para el libro “Las Calles de México” de Luis González Obregón. Año 2000

[2] Introducción de investigación para MASTER INGENIERÍA AMBIENTAL 2006‐07 Titulado: RESIDUOS DE CONSTRUCCIÓN Y DEMOLICIÓN (http://www.uhu.es/emilio.romero/docencia/Residuos%20Construccion.pdf)

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #10″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

Piden investigar “sobornos” de Wal Mart en Teotihuacan

Por Abida Ventura

El INAH sólo responde que está revisando y documentando el caso para emitir su versión oficial.

Arqueólogos y académicos solicitan al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que aclare las acusaciones hechas en contra de los funcionarios que, según un reportaje publicado esta semana por The New York Times, habrían recibido un soborno para establecer en 2004 una tienda Wal Mart en el perímetro C de la zona arqueológica de Teotihuacan, en el estado de México.

“Espero que el INAH y las otras dependencias involucradas, el gobierno federal y estatal, salgan a aclarar todo y den su versión formal”, señala el antropólogo Bolfy Cottom, quien sostiene que quienes acusan a los funcionarios deberían probar con documentos lo dicho.

Teo

“Si fuera verdad que se pagó y se recibió el dinero, que hasta donde sé el cheque no se cobró, es un asunto grave. Los sujetos involucrados existen y si hay suficientes elementos puede denunciarse”, dice.

El especialista en legislación cultural aclara que, contrario a lo que se ha dicho, el INAH no fue quien otorgó los permisos de construcción, ya que “quienes tienen la facultad de otorgar licencias, permisos de construcción o cambios de uso de suelo, estrictamente es el Ayuntamiento o la presidencia municipal de San Juan Teotihuacan. “La intervención del INAH fue en la liberación del predio, estrictamente correspondía a la delegación del INAH en el Estado de México”, dice.

Felipe Echenique, secretario general de la delegación sindical de Académicos del INAH, opina que la dependencia debería realizar una investigación a fondo para deslindar o fincar responsabilidades a quienes resulten responsables.

“Siempre ha habido corrupción, pero cuando la ley se violenta, es que hay algo raro. Si pudieran documentar los nombres, quien fuera, el INAH tendría que iniciar todo un proceso para quitarles hasta el título a quienes se vieron involucrados en ese asunto de corrupción”, dice. “La PGR debería reabrir el caso que se le hizo llegar en su momento, en tiempo y forma, reabrirlo y fincar responsabilidades”, añade el también historiador, quien considera que ante tales acusaciones Wal Mart en Teotihuacan debería ser clausurado.

Lo mismo opina el arqueólogo e investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Carlos Navarrete, quien asegura que desde su departamento jurídico el INAH debería revisar todo el caso. “Fue contra la ley y disposiciones del entorno de Teotihuacan. Lo que debe de venir es demoler la construcción, ya que lo importante no es sólo preservar el sitio arqueológico, sino también sus alrededores”, expresa.

“Tendría que venir un correctivo, que sería un límite para los que en el futuro intenten hacer una cosa semejante; debe aplicarse una buena lección en este caso”, considera.

En investigación

Ante tales acusaciones, hasta ahora, el actual director del INAH, Sergio Raúl Arroyo García, se ha negado a dar declaraciones a la prensa. Ayer, la dirección de Medios de Comunicación del INAH informó que se está revisando y documentando el tema en las diferentes áreas del instituto y que, una vez integrada y analizada la documentación, se informará a los medios.

Consultada por este diario, la arqueóloga Verónica Ortega, quien entonces era Jefa del Departamento de Protección Técnica y Legal y actual subdirectora de esa Zona Arqueológica de Teotihuacan, y quien presuntamente habría sido beneficiada con un cheque expedido por la trasnacional, negó las acusaciones:

“Para empezar digo que no es cierto… Si no hay pruebas documentales, hay que hablar sobre los hechos y no sobre los dichos”, declaró vía telefónica y evitó dar más detalles argumentando que la entrevista debería ser aprobada por la Dirección de Medios del INAH. La entrevista fue solicitada ante la dependencia pero informaron que por ahora no sería posible, ya que el caso está en proceso de documentación.

El lunes pasado, The New York Times reveló que Wal Mart dio sobornos por 200 mil dólares a autoridades mexicanas para que permitieran la construcción de la bodega Aurrerá en Teotihuacan.

Así como la entrega de 52 mil dólares a funcionarios de San Juan Teotihuacán para que cambiaran el uso del suelo del perímetro C de la zona arqueológica.

The New York Times también reveló que la empresa Wal Mart sólo pudo construir en la zona con el permiso del INAH, por lo que ofreció a funcionarios del organismo una “donación” de hasta 45 mil dólares y un regalo personal de 36 mil dólares a cambio de la autorización.

En 2004, contra la oposición de la comunidad académica y de la sociedad en general, el complejo comercial fue construido. En su momento, el propio ICOMOS México, organismo consultor de la UNESCO, emitió un dictamen a favor de la construcción del Wal Mart, ya que el caso “no parecía tan grave”, admitió ayer Olga Orive, presidenta del organismo en el país.

“ICOMOS hizo un dictamen en el que decíamos que esa tienda no causaba un problema tan grave, porque estaba sumida en una especie de terreno bajo. Efectivamente, habían encontrado algunos restos arqueológicos, pero lo que recuerdo es que se dijo que los vestigios que se hallaron en el estacionamiento se consolidarían y se podrían ver”, comentó Orive.

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Fuente: El Universal [http://www.eluniversal.com.mx/cultura/70629.html]

Los funcionarios del INAH destruyen monumentos arqueológicos en Tzintzuntzan

Comentarios sobre la construcción el museo de Tzintzuntzan.

La zona arqueológica de Tzintzuntzan forma parte de un conjunto urbano histórico de gran importancia que tuvo su inicio durante la época prehispánica, continuó en la colonia y se mantiene hasta nuestros días, presentando una profundidad histórica poco común en nuestro país.

Su ubicación y emplazamiento a orillas del lago de Pátzcuaro, sobre la ladera del cerro Yahuarato, muestra una Zona Arqueológica formando parte de un singular paisaje natural e histórico, la volumetría, materiales de construcción, emplazamiento y texturas, se integra perfectamente a su entorno natural. Es importante enfatizar que su emplazamiento obedeció a las condiciones topográficas, es decir, desde su fundación fue un asentamiento planeado para integrarse y adaptarse a las condiciones del terreno, ponderando el respeto y admiración del paisaje cultural de la cuenca del lago de Pátzcuaro.

El espacio de Tzintzuntzan se encuentra protegido por el INAH desde hace varias décadas, los terrenos fueron parcialmente pagados desde las primeras exploraciones, sin embargo, fue hasta 1991 y 1993 cuando el Centro INAH retomó las gestiones para regularizar la tenencia de la tierra, logrando pagar algunos de los predios que forman la poligonal envolvente. En este mismo periodo se estableció la poligonal actual que integra 180 has en un sólo polígono, donde el uso del suelo fue establecido por la Delegación Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico, como restricción total reservado para la investigación y conservación de los monumentos arqueológicos. En 1993 se decidió cercar un área de 18 hectáreas aproximadamente, en este espacio se localizan los principales edificios públicos de la antigua capital purépecha. Dicho cercado presupone que se trata del lugar de mayor monumentalidad e importancia arqueológica y por lo tanto, estaría limitado a labores de investigación, conservación y difusión del patrimonio arqueológico.

Durante años, el Centro o Delegación INAH Michoacán ha pugnado por respetar dicho entorno a través de restricciones al tipo y materiales constructivos utilizados en las inmediaciones, se convenció a las autoridades municipales de construir una unidad deportiva en terrenos alejados del centro ceremonial; se ha argumentado la imposibilidad de construir una clínica y un centro educativo en terrenos que forman parte del sitio arqueológico aunque están fuera de la poligonal envolvente, por motivo de estar muy cerca de la zona protegida y para evitar la alteración visual del sitio y su entorno.

Si bien la difusión a través de un museo o sala introductoria es parte de las labores sustantivas del INAH, no se justifica la construcción de un gran edificio al interior del perímetro antes señalado.

Son muchas las razones que podemos esgrimir para exigir la reubicación de la obra.

1.- Existe afectación directa sobre los monumentos arqueológicos, la construcción se realiza sobre la plataforma que delimita por el lado sureste la plaza central de la Zona Arqueológica. Como podemos observar en las imágenes y en el mismo informe de trabajo, existen edificaciones prehispánicas en ese lugar, las cuales fueron sepultadas por la construcción del museo. Si se analiza el sitio en su conjunto, puede observarse que “La Tira” como se conoce al mencionado terreno, es una parte importante del antiguo asentamiento, tal como lo demuestra el acceso recientemente excavado y seguramente (aunque los arqueólogos del Centro INAH Michoacán desconocemos la información obtenida con las excavaciones) las construcciones o contextos ubicados en la parte superior. Por lo que una construcción moderna en ese punto es absolutamente improcedente.

2.- Se trata de una construcción ubicada dentro de la poligonal envolvente de la Zona Arqueológica. Cabe señalar que esta ZA tiene un polígono único donde el Centro INAH Michoacán y la Dirección de Registro Arqueológico establecieron la restricción total al uso de suelo para fines de conservación e investigación.

3.- No es una obra “reversible”.

4.- Competencia con la Zona de Monumentos. Altura de la obra supera la altura de las estructuras piramidales.

5.- Afectación al paisaje cultural. Por lo que sabemos hasta ahora, se trata de una obra de gran impacto en el entorno.

6.- Procesos de excavación con técnicas inadecuadas para la excavación de contextos primarios no alterados. El uso de calas perimetrales para ubicar los muros, falta de un manejo claro de la información de contextos evidenciada en la ausencia de dibujos en los informes arqueológicos, se omite información relacionada a los pisos y a los puntos de contacto entre las estructuras y los pisos de la plaza, falta de control de las excavaciones al dejar tirados los restos culturales junto a las excavaciones.

7.- Trabajos de restauración con criterios fuera de las normas nacionales y las recomendaciones internacionales. Historia de las restauraciones del sitio. México es uno de los países miembros de la UNESCO, organismo que ha emitido desde los años 60 una serie de recomendaciones, convenciones y declaraciones en torno a la conservación del patrimonio cultural a las que –en principio- todo país miembro debe dar seguimiento. Como puede observarse en el documento anexo, hay en varios de esos documentos una serie de argumentos con los que de entrada se demuestra la improcedencia de la construcción de un museo en el sitio donde se pretende construir.

8.- Falta de planeación en la toma de decisiones. Una constante en las recomendaciones y exigencias para aprobar proyectos por parte del Consejo de Arqueología y para asignación de recursos por la Coordinación Nacional de Arqueología es que exista un Plan de Manejo de la Zona Arqueológica y que la tenencia de la tierra sea Propiedad Federal. En este caso, no se cumplen estas dos circunstancias. Por otra parte, hay una notoria e inexplicable falta de investigación y manejo de la información existente, sea bibliografía informes y tesis, esta ignorancia les ha llevado a tomar decisiones apresuradas ubicando la obra en el lugar menos indicado y omitiendo las opiniones y trabajos previstos de parte de los investigadores del estado de Michoacán, quienes manejan y sustentan otros espacios para edificar la obra. El caso más dramático es que el Centro INAH desde hace diez años viene trabajando en una línea de investigación y difusión para conformación del paisaje urbano histórico de Tzintzuntzan, esto incluía un Museo de Sitio y una propuesta para elaborar el Plan Parcial de Ordenamiento Territorial y el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica.

9.- Normas arqueológicas y labores sustantivas del INAH. Falta de respeto a los investigadores de Michoacán. Los investigadores del Centro INAH hemos trabajado Tzintzuntzan y conocemos las problemáticas específicas del lugar, por lo que nos resulta del todo extraño no haber sido considerados para participar o por lo menos, para opinar sobre el Proyecto Especial Michoacán.

Los centros o Delegaciones del INAH son una especie de “patio trasero” de la institución y este es un buen ejemplo de la pésima administración federal, que pasa por encima de las atribuciones estatales y de la experiencia acumulada por los investigadores locales. Otros ejemplos son los mismos funcionarios siempre los mismos.

10.- Afectación total con los procesos locales de vinculación e interacción con la población local y con otras dependencias oficiales a las cuales les hemos regulado obras llegando a situaciones de gran presión como la construcción del CBTIS y la Unidad Deportiva y cuyo resultado fue la reubicación de la Unidad y la adecuación del CBTIS a las circunstancias que establece la poligonal envolvente. Varios casos más se han presentado en el pasado y las autoridades del Centro ahora Delegación INAH, han logrado ubicar o recomendar procurando siempre la menor de las afectaciones. Ahora, la mayor afectación la están haciendo los arqueólogos y arquitectos serviles a la Dirección General y Coordinación de Arqueología. Otras dependencias no están exentas de responsabilidad, por ejemplo, la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos que no han acreditado la propiedad del terreno o la Coordinación de Centros INAH que no han manifestado. Quizá lo más grave es que nosotros mismos establecimos la poligonal, la argumentamos y la hemos gestionado, pero lo que no esperábamos es que nosotros mismos la echáramos abajo.

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Fuente: Sindicato Nacional de Investigadores y Docentes del Instituto Nacional de Antropología e Historia [http://investigadoresinah.org.mx/]