DE LA CASA #35: COSAS QUE NO… COSAS QUE TAMPOCO: BREVE LISTADO DE IDEAS ERRÓNEAS SOBRE LA ARQUEOLOGÍA / HAQP.

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Por Adolfo Quintanar

Es casi imposible evitar escuchar la palabra “Arqueología” y no asociarlos con algunas cosas como lo son: personajes de películas que portan látigos y sombreros de cuero, así como grandes perdidos tesoros que se encuentran en la espesura de la selva negra y que son custodiados por bravas tribus de nativos. Bien, la cultura popular nos ha pintado el quehacer arqueológico atribuyéndole unos colores que nada tienen que ver con la percepción objetiva y científica que la ocupa. Es cierto que la noción romántica nos remite hacia lo exótico de los paisajes egipcios, donde ocultos sarcófagos guardan maldiciones mortales para los incautos, pero es necesario advertir que todas estas percepciones no sólo son erróneas, si no que pueden resultar contraproducentes e incluso peligrosas para la realización del estudio del ser humano a través de los vestigios.

A continuación, hemos de mostrar algunas visualizaciones o asociaciones erróneas de la arqueología que todos debemos conocer antes de adentrarnos a las atrayentes aguas del mar de ideas que configuran la ciencia arqueológica.

1.- La arqueología no estudia piedras. Las obras talladas conforman sólo una mínima parte de todo el corpus material del que la arqueología se ocupa. No olvidemos que el objeto de estudio es el ser humano, no los minerales donde tallaron formas de animales, dioses… e incluso genitales.

2.- Arqueología no es buscar tesoros. El estudio arqueológico tiene una metodología. No buscamos el eslabón perdido ni la piedra filosofal.

3.- La arqueología no es lo mismo que tu opinión sobre las obras que fabricaron los humanos que habitaron antes que tú. El estudio científico es objetivo, No está basado en prejuicios u opiniones sentimentales. Hay un largo trecho entre decir: La fabricación de cabezas colosales es aún una interrogante para los estudiosos, y : Yo creo que esta cabeza olmeca la hicieron seres alienígenas porque un vagabundo me lo dijo.

4.- La arqueología no es una ciencia exacta. Todos los días surgen nuevas interrogantes y debates sobre las investigaciones del gremio. En esta comunidad no hay una verdad que dure más de 10 años.

5.- La arqueología no es religión. Las sociedades antiguas tuvieron sus sistemas de creencias propios y compartidos, y es muy válido que te sientas identificado con alguno de ellos. Pero no hay que confundir, la ciencia necesita postulados basados en la lógica, la coherencia y sistematización, Lo que menos queremos es que salgan herederos o hijos de Quetzalcóatl que crean que pueden interpretar un contexto arqueológico basado en danzas en el zócalo o en algún ritual peyotero dedicado a:_______Anote la deidad de su preferencia________. Puedes creer en Alá, Buda, Maradonna, Dios Eolo o en la Diosa de la Cumbia mientras esto no afecte tu juicio y ética profesional.

6.- Arqueología no es lo que TÚ pienses que es la arqueología. Desgraciadamente a veces caemos en la egolatría de pensar que tenemos razón en todo lo que pensamos. Esto puede llevarnos a una idea equivocada. La definición de arqueología aún está a debate, pero tradicionalmente se define como la ciencia o disciplina que estudia al ser humano, su forma de relacionarse, su economía, sus expresiones artísticas, símbolos, política etc.. a través de los vestigios materiales. Esto es diferente a pensar que la arqueología estudia “ruinas”, “Tesoros” o en el más exótico de los casos “A nuestras gloriosas culturas indígenas”.

7.-Arqueología no es fanatismo. Existe una línea bastante delgada entre sentirse identificado con las culturas que habitaron tu lugar de origen y el sentirse poseedor de las grandes verdades que sólo conocían nuestros antepasados indígenas. Así mismo es aberrante pensarse con la obligación de vengar las almas de los guerreros caídos en Tenochtitlan. (En el caso de México) por el simple hecho de que “nuestra cultura sería más avanzada si los europeos no hubieran llegado”. (¿Nuestra cultura? ¿Estábamos ahí?, ¿Nuestros antepasados? ¿Mi tatarabuela peleó contra Cortés?). Como debería de ser obvio, estudiamos hechos que ya sucedieron y no hay razón para precipitar la objetividad y dejarse llevar por ideas vengativas o nacionalistas extremas.

8.- Arqueología no es identidad ni nacionalidad. No importa tu lugar de origen, si a ti te place puedes estudiar arqueológicamente la cultura que más te guste. Eso no te hará un “malinchista” o un “vendepatrias”. De hecho es necesaria esa abertura para ampliar el panorama de investigación. Tú decides con qué o quienes identificarte, eso es independiente a la hora de ejercer, sin embargo, tu identidad no tiene por qué influir en tus juicios o interpretaciones profesionales.

9.- Arqueología es algo bastante complejo y gratificante… debemos seguir compartiéndola, admirándola y viviéndola. Pero recordemos que es una disciplina científica, por lo tanto hay que mantener un pensamiento coherente, objetivo y lógico para seguir construyéndola día con día.

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #35″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

Foto: «Conclusiones»; Autor: Adolfo Quintanar Pérez; Modelo: Alondra Quintanar Pérez./

Presentación Revista ArKeopáticos Edición Especial 3° Aniversario

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Agradecemos a todos aquellos que han estado con nosotros durante estos tres años, los que se quedaron y los que están ahora un poco lejos, su aporte ha sido invaluable para la consolidación de este proyecto, cristalizado hoy en la Revista ArKeopáticos! Edición Especial de 3° Aniversario [versión impresa]. Infinitas gracias! Esperen más sorpresas que esto apenas comienza!

Akaros en el camerino

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Algunas notas sobre el Patrimonio Arqueológico en México y Latinoamérica

Nada me han enseñado los años

siempre caigo en los mismos errores

otra vez a brindar con extraños

y a llorar por los mismos dolores.

José Alfredo Jiménez

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Por Yarima Merchan Rojas

No somos ajenos al espinoso medio en que vivimos, globalizador y simulador de progreso, en donde nuestro oficio como antropólogos es constante contradictor frente al manejo político, económico, religioso y mediático de nuestros inquietantes tiempos. La poca concientización sobre los valores de nuestro patrimonio cultural y la falta de intenciones políticas de reconocerlos, no permiten protegerlo e incorporarlo a las dinámicas sociales de forma educativa y productiva, alejada de los sólo intereses comerciales, turísticos u ornamentales. Las partidarias y mediocres políticas públicas brindan un panorama nublado, nuestra cotidianeidad es permanentemente agredida por grupos de poder que pretenden imponer sus parciales visiones de la realidad, y que ayudados por nuestras enajenadas conciencias, pretenden pisotear toda memoria histórica y cualquier arrebato de emancipación de las diferencias, afortunadamente no siempre lo logran.

Latinoamérica en particular no brinda condiciones favorables para la investigación  antropológica, mucho menos si se trata de la arqueológica, cuyos costos parecen mayores. Los presupuestos gubernamentales destinados a la investigación cultural finalizan una larga lista encabezada hoy por las falaces y míticas guerras posmodernas contra el terrorismo o el narcotráfico, y por el mantenimiento de un aparato estatal de antaño cuyo engranaje y óxido no van al paso de las nuevas realidades.

Es de notar sí que aun cuando cotidianamente las políticas estatales dejan en último plano los asuntos relacionados con la investigación histórica y cultural, así como la preservación del patrimonio cultural, se destinen incalculables presupuestos para el festejo de los bicentenarios de independencia, eventos que exaltan un pasado lleno de héroes e historias gloriosas de naciones independientes dignas de tan magnificas celebraciones. Es curioso que en México, por ejemplo, este sentido de identidad nacional es festejado en torno a la grandiosidad de un pasado indígena notable en la majestuosidad de su patrimonio arqueológico, en la monumentalidad de sus construcciones prehispánicas y artísticas, mientras que, por otro lado, se discrimina, margina o menosprecia a los herederos vivos de esta historia, es decir, a los muchos grupos indígenas que viven en gran parte del territorio nacional.

La antropología como constructora de identidad y memoria nos ha mostrado la importancia de la subjetividad en el análisis de los acontecimientos, hemos sido capaces de ver que grupos como los indígenas, los campesinos, los inmigrantes ilegales u otros grupos marginados y gran parte de la población en nuestro país, tienen sus propias historias, y que éstas no coinciden con las historias oficiales bañadas de gloria.

Por otro lado, sabemos también que el «progreso» o las maravillas de la ciencia son armas de doble filo si no se sustentan en un crecimiento social equilibrado y hasta cierto punto consciente de las realidades subjetivas. En este panorama se han vislumbrado dos posturas, la primera que persigue exaltar la importancia de los elementos culturales propios, de nuestras costumbres y tradiciones por encima del tsunami cultural globalizador del neoliberalismo. Apegados a estas ideas y contrarrestando la pérdida de algunos elementos culturales propios, hay quienes los intentan reproducir o mantener enfrentándolos contra ciertos elementos de la modernidad, demeritando algunos de los avances tecnológicos modernos o a las costumbres venidas de otros lugares.  Hay en esta posición un discurso que no difiere de algunas posturas radicales. Otra postura tiene que ver más con visualizar nuestra realidad como un conjunto de fenómenos culturales cambiantes, integrada por personas y grupos que de manera directa o indirecta enfrentamos estos procesos, que tenemos pérdidas importantes pero también ganancias culturales. Me parece que el problema fundamental es cómo lograr que todos seamos conscientes de este tsumani, de sus causas y sus consecuencias en nuestras realidades y de cómo aprovechar los avances tecnológicos en favor del rescate o la incorporación de esas otras historias o realidades.

Los historiadores, antropólogos y arqueólogos valoramos principalmente al pasado como instrumento de aprendizaje, integramos nuestras construcciones, derrumbes y reconstrucciones históricas a la trama de acontecimientos, personajes, azares, necesidades, errores y vacíos que forman las historias humanas. La investigación arqueológica no es más que otro testimonio, una fuente que mediante el estudio de materiales arqueológicos añade fichas al rompecabezas histórico. En una realidad dónde cada quien las valora los bienes arqueológicos de formas distintas (como mercancías, objetos de adorno, piezas de museo, objetos que enarbolan identidad o nacionalismo o piedras viejas sin valor alguno) es dónde cobran importancia para nosotros, como objetos activos que tienen un significado social y que son utilizados con diversos fines. En la mayoría de los casos, el patrimonio arqueológico se ha definido como un conjunto de bienes culturales estáticos, ajenos a los grupos sociales y a sus intereses, dejando de lado la causalidad misma de su existencia y su dinámica social.

Otro acercamiento que tenemos con estos objetos arqueológicos, es el práctico, es la eterna lucha por conseguir recursos para la investigación, y la tarea de protegerlos de las garras capitalistas y manipuladoras, que desde sectores públicos o privados, ven a nuestras herencias culturales como simples mercancías, o como coyunturas operantes para la fabricación de falsedades lejanas a su valor histórico. Materiales, tradiciones y legados culturales tambalean en estas arenas, en donde la modernidad no funciona como instrumento de integración o mejora, sino como una máquina aplanadora y desenfrenada que nos obliga a correr teniendo que elegir entre cargar con nuestras herencias culturales, o con nuestro pobre e instrumental arsenal de sobrevivencia. Un investigador social encuentra en Latinoamérica una serie de dificultades solamente comparables con nuestras riquezas culturales. En este panorama, hurgar en el pasado parece meritorio, ese devenir histórico humano podría reivindicar luchas y reflexiones consumadas. Si intentamos conocer nuestra realidad quizá podamos mejorarla. Se trata (de) analizar lo que somos como sociedad, lo que hemos construido y derrumbado, y de, en lo posible, no “llorar por los mismos dolores”.

Simposio Cultura, identidad y Patrimonio

SIMPOSIO CULTURA, IDENTIDAD Y PATRIMONIO

La ciencias en la UNAM. Construir el futuro de México. http://www.cienciasyfuturo.unam.mx/

Objetivo: «Se organizará una serie de simposios, iniciando en noviembre de 2010, en donde se aborden varios de los grandes retos para el desarrollo y la sostenibilidad que enfrenta el país, con una visión de mediano y largo alcance en los que se analizará, de forma multidisciplinaria la manera en que las capacidades de investigación que posee la Universidad para generar, compartir y transferir nuevo conocimiento tienen para incidir en la solución de dichos desafíos. El objetivo será realizar un análisis prospectivo de cómo la investigación científica, social, humanística y de las artes, que se desarrolla en nuestra Institución puede contribuir, de forma contundente, a la construcción del futuro de México.»
 
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