#LasPrestadas: Victoria maculada: Apuntes críticos desde la filosofía y la valoración sobre los modos de apropiación del patrimonio cultural contemporáneo.

Por Joselim Jandeth y Francisco Casado Pérez

Las pintas, por lo tanto, son una forma de intervención y denuncia ante la nula acción del Estado. Éstas al ser pintadas en un monumento con una «valoración histórica» aunque consideramos que es más bien un moralismo patriótico lo que desató las decenas de críticas a dicho evento irrumpen de manera significativa la anterior para darle otra connotación, la cual refleja la crisis de violencia hacia las mujeres mostrando la indolencia e indiferencia de la sociedad ante la normalización de este fenómeno.

Captura de Pantalla 2019-10-11 a la(s) 11.09.08

Hicieron falta muchas mujeres quemadas

[desaparecidas y asesinadas] para que empezaran las hogueras

Mariana Enríquez

La expresión es imprescindible para la existencia,

porque constituye su rostro, su gesto, su sonrisa

Adam Zagajewski

El valor de la manifestación

En este momento clave posterior a las manifestaciones del 16 de agosto de 2019, relacionadas con la indignación, el hartazgo y la ineficiencia de las autoridades en respuesta inmediata a la violencia enfrentada en la actualidad, especialmente con mayor énfasis hacia las mujeres, los medios han destacado el impacto de la «violencia» ejercido hacia el patrimonio cultural como también a otros involucrados hasta el punto de polarizar a la sociedad en bandos dentro y fuera de las redes físicas, sociales, y digitales. El debate en torno a los daños hacia la infraestructura pública de transporte y las pintas sobre el basamento de «la Victoria alada» [el Monumento de la Independencia de México] reflejan «la normalidad del sistema, [la cual] es una normalidad violenta» [1], ésta se vio trastocada e irrumpida por parte de este movimiento impulsado por mujeres en la marcha, visibilizando [eso se espera] la violencia de género y la necesidad al mismo tiempo de plantear nuevas teorías acerca de la conformación y conservación del patrimonio cultural. Sin embargo, aún queda bastante por profundizar sobre el fenómeno. Sería craso erróneo considerarlo como un tema a cerrar cuando la puerta apenas se está abriendo.

Antes que nada es necesario preguntarnos y reflexionar sobre lo sucedido, las acciones venideras, el debate sobre la relación entre violencia, patrimonio cultural y los nuevos tópicos de reapropiación simbólica del patrimonio a través de pintas; rememorar y concientizar sobre esta coyuntura que nos afecta a nivel colectivo ¿Cuál es la relación que podrían tener el «ataque» al Ángel de la Independencia a los atentados terroristas de Siria, a la destrucción de los Budas de Bāmiyān [2], al derrumbe del muro de Berlín? En todos los casos existe una modificación del paisaje a través de intervenciones sobre monumentos de valor histórico, las diferencias entre ellos radican en la intencionalidad y fines con los que se hicieron. Los atentados perpetuados por grupos terroristas en las zonas arqueológicas y museos en Medio Oriente fueron dirigidos a partir de discursos espirituales que consideraban estas representaciones culturales una afrenta a su verdad y su identidad.

En el caso de Berlín, la demolición del muro fue una forma de protesta en contra de los sistemas socio-políticos y de gobierno, su caída representó la desarticulación del régimen soviético que había dividido una nación después de una de las guerras más drásticas de la era moderna. Sin embargo, lo sucedido en el Ángel es distinto a todo lo anterior ya que su objetivo fue dar un fuerte llamado de atención, tanto para las autoridades como para una sociedad indolente, sobre cómo la violencia –de cualquier tipo– se encuentra interiorizada y normalizada. Queda claro que una de las principales disyuntivas de la problemática ha sido la confusión e incluso la tergiversación entre los términos de manifestación y atentado, conceptos que son necesarios para discernir de una idea a otra. El primero, Fillieule y Tartakowsky comentan lo siguiente:

la manifestación, que expresa demandas y a la vez afirma la identidad del grupo que las porta, introduce una relación distanciada con el tiempo de la política, que deja de ser el de la inmediatez y de la urgencia para volverse el del desvío posible, e intenta demostrar su fuerza para así evitar la violencia. Requiere organizaciones dotadas, si no de una estrategia, al menos de una capacidad relativa para controlar lo que entonces deja de ser una multitud, y regímenes dispuestos a admitir su especificidad o al menos la existencia de una esfera pública. Privilegia las inmediaciones de los lugares de poder o todo otro sitio adecuado para llamar la atención [3]

Mientras el segundo concepto, Khader cita la definición dada por Jean-Marie Balencie:

Una secuencia de actos de violencia, debidamente planificada y altamente mediatizada, que toma deliberadamente como blanco a objetivos no militares a fin de crear un clima de miedo e inseguridad, impresionar a la población e influir en los políticos con la intención de modificar los procesos de decisión (ceder, negociar, pagar, reprimir) y satisfacer unos objetivos (políticos, económicos o criminales) previamente definidos [4].

Existe una clara diferencia entre uno y otro tipo de reclamo, el primero expresa inconformidades que son demandas urgentes de la sociedad mientras que el segundo son actos premeditados a fin de crear miedo e inseguridad, en ese caso ¿Las pintas son actos terroristas, o más bien, la manifestación de un malestar dentro de la sociedad mexicana? Por último, habría que agregar un tinte histórico en referencia a los sucesos, el cual nos dará luz sobre los mismos.

Luis Cabrera [personaje de gran importancia dentro de la historia mexicana] fue uno de los ideólogos de la Revolución, ilustra de buena manera que los movimientos revolucionarios no son gratuitos, sino son: «estados patológicos y críticos de las sociedades y constituyen situaciones anormales» [5]. En primer lugar, las revoluciones [o como este movimiento se ha considerado] son manifestaciones de un mal, de un grave padecimiento: la violencia; a la cual se le exige acciones para «solucionar» de algún modo esta situación. No obstante, todos los días amanecemos con más y más noticias de homicidios, robos, atentados y, especialmente, noticias sobre mujeres que han sufrido intentos de secuestro, mujeres desaparecidas, mujeres encontradas sin vida o «en el mejor de los casos» con un cartel de «localizada con vida». Por lo tanto, también esta situación conforma un estado crítico para sociedad. Es indudable que estamos atravesando por estados anormales que, lastimosamente, ahora se han vuelto «normales».

En consecuencia, lo ocurrido por ningún motivo puede ser calificado despectivamente como un atentado hacia el patrimonio cultural, sino que desde la perspectiva axiológica, sin ánimos de ser apología, esta situación es un claro ejemplo del ejercicio de la voluntad y la defensa de las convicciones: «actos totalmente apoyados por la razón humana del grupo perpetrador y, en segundo, porque son ejercidos de manera consciente e intencional con base en las características tipológicas de los valores» [6] que abrazan para sí, los que hacen de ellos quienes son, hacia la búsqueda de reconocimiento al interior del grupo perpetrador debido a que esta situación ha sido llevada por todos los caminos posibles de negociación a lo largo de la historia hasta conseguir penetrar en el medio biopolítico, la consciencia del público general, entre otros. [7]

Reivindicación de la diamantina

Desde la perspectiva estadística en los estudios sobre las manifestaciones marca que, desde hace menos de una década, las mujeres y la juventud han encabezado estos actos, como pudo verse en la reciente marcha. No obstante, aquí se suma el factor de la formación académica y profesional, dando como resultado un nuevo tipo de frente y manera de abordar las manifestaciones. El grupo autonombrado “Restauradoras con glitter”, ha dado inicio a la discusión sobre la formulación y sustentación del tema de la re-valorización de los actos durante una manifestación, siendo el punto base para la articulación de enfoques multidisciplinarios a favor de la resolución de la problemática sobre la violencia actual. En el comunicado público hecho el 21 de agosto, dirigido a las autoridades de gobierno, establecen un par de puntos que vale la pena destacar:

  • «entendemos el patrimonio como un medio no estático en el cual se manifiestan ideas, cuestionamientos, y consensos, y que por dicho dinamismo desencadena procesos socio-culturales a su alrededor que generan identidad y sentido. Nuestro trabajo radica en hacer posible el que los bienes culturales puedan participar en tales dinámicas sociales, cambiantes como la sociedad misma» [8]
  • «Las pintas son un mero síntoma de la violencia desorbitada en que vivimos, y como tal deberían socializarse por los medios para promover la atención del problema de fondo […] por su alta relevancia social, histórica y simbólica, las pintas deben ser documentadas minuciosamente por profesionales con el objetivo de enfatizar y mantener viva la memoria colectiva sobre este acontecimiento y sus causas […] Si fueran borradas […] se estarían silenciando una vez más las voces de las mujeres que exigimos que se garantice nuestra integridad y se haga justicia a las víctimas de la violencia» [9]

Las pintas en el Ángel también son documentos; en el sentido de que contienen distintos mensajes simbólicos, procedentes del inconsciente, donde se refleja la gravedad y profundidad –física y emocional– de los atentados ejecutados y silenciados sobre el cuerpo femenino. Por lo tanto, es de vital importancia secundar la solicitud de su lectura, previa documentación, con el fin de que tanto el orden público como el cuerpo social, desde lo individual hasta lo colectivo, se encamine hacia una definición, o más bien, la re-definición de los valores que constituyen el presente con relación a la violencia y al patrimonio.

Una primera intención de solucionar los casos de violencia hacia las mujeres se remonta al año 2000, donde la ONU encaminó, a partir de los derechos humanos fundamentales (vida, libertad, seguridad, alimentación, vivienda, educación, desarrollo, cultura) el programa de los ocho Objetivos del Milenio (ODM): sistema de metas encaminadas para fundamentar que las naciones miembro puedan establecer planes, programas y leyes que les permitan a sus habitantes accedan a un mejor grado de bienestar. Después del 2015, estos fueron ampliados a diecisiete y renombrados como los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).

Se destacan las dos fases que tuvo el tema de la violencia hacia las mujeres y el daño al patrimonio. Siendo el primero abordado en el 2000 con el Objetivo del Milenio 3 “Promover la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer”, reconfigurado como Objetivo del Desarrollo Sostenible 5 “Igualdad de género”. Entre las metas que componen al último destacan: «5.1 Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en el mundo, 5.2 Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación», [10] puntos que en estos momentos resuenan con mayor relevancia a pesar de la ambivalencia con la cual se establecen que las naciones aceptan y ejercerán estos objetivos, sin embargo, el derrotero de que deberán hacerlo con base a sus realidades, límites y capacidades [11], ponen en tela de juicio la autenticidad de las intenciones por ejercerlos de manera efectiva, especialmente cuando requiere la movilización de recursos financieros, caso que también –en teoría– se extiende hasta el sector privado. [12]

En el otro extremo. Para el tema del patrimonio se vincula al Objetivo del Desarrollo Sostenible 11 “Ciudades y Comunidades Sostenibles”, el cual busca «Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles». Para ello, como parte de las visiones subsecuentes a lo ocurrido en el Ángel de la Independencia, los espacios patrimoniales deben encaminarse a fungir también con una responsabilidad de apoyo hacia la seguridad de la sociedad, con especial atención hacia las mujeres y los intentos de violencia que puedan ser objeto. No obstante, la mano que señala tiene tres dedos en su propia contra. La propia regulación social ha mostrado una seria falta de análisis, así como el relego de la responsabilidad formativa de los grupos sociales primarios a las instituciones públicas, en especial las educativas. Situación que también debe comenzarse a encausar una manera de analizar, desarticular y replantear en favor de las siguientes generaciones, que el valor de las vidas que han acaecido no sea en vano. Es necesario preguntarnos y reflexionar sobre lo sucedido, las acciones venideras y lo que se pone en debate en relación entre la violencia, el patrimonio cultural, y un nuevo tópico de una reapropiación simbólica de ella a través de las pintas para rememorar y concientizar sobre esta coyuntura que nos afecta a nivel colectivo.

Hacia una resignificación patrimonial y de la violencia

Walter Benjamín menciona: «No hay ningún documento de cultura que sea al mismo tiempo documento de barbarie» [13] pero si sustituimos la palabra documento y, en su lugar colocamos patrimonio, quedaría de la siguiente forma: «No hay ningún [patrimonio cultural] que sea al mismo tiempo [un] patrimonio de barbarie». Con esto queremos abrir la discusión en dos sentidos: El primero con relación a la una propuesta de re-significación de la marcha a través de las pintas en el monumento y, el segundo sobre una revalorización del patrimonio y de la apropiación del ciudadano con la ciudad.

En referencia al primero, no cabe duda de que el patrimonio cultural de todos los pueblos se ha construido a través de violencia, es decir, históricamente se ha tenido que destruir patrimonio preexistente para crear (imponer) una nueva forma de cultura, o en regímenes autoritarios se han construido monumentos que hacen referencia a sucesos que intrínsecamente han sido violentos. Con relación al primero, inmediatamente viene a nuestra mente la imagen de la destrucción de los templos prehispánicos durante la conquista y el saqueo de estos; la apropiación de las piezas por museos extranjeros y colecciones privadas [esto a propósito de la subasta de piezas prehispánicas en donde hay piezas mexicanas] y también recordar la carga histórica de algunos monumentos que están dentro de nuestra cotidianidad como el Ángel de la Independencia.

Obra del arquitecto Antonio Rivas Mercado, encomendada por Porfirio Díaz, entre 1909-1910. Elemento de gran carga simbólica debido a que su finalidad era encabezar la conmemoración del Centenario de la Independencia de México, si recordamos, este episodio de la historia mexicana a su vez fue un hecho violento producto de las condiciones políticas, económicas y sociales que pasaba la Nueva España [en realidad, en toda América] incluso una de sus escenas más icónicas fue la toma de la Alhóndiga de Granaditas, incendiada por un personaje apodado “El Pipila”. Por otra parte, cabe mencionar que el régimen de Porfirio Díaz fue represivo y desigual debido a que la población popular se encontraba en condiciones paupérrimas, mientras que unos cuantos podían gozar de privilegios a costa de los primeros.

Las pintas, por lo tanto, son una forma de intervención y denuncia ante la nula acción del Estado. Éstas al ser pintadas en un monumento con una «valoración histórica» [aunque consideramos que es más bien un moralismo patriótico lo que desató las decenas de críticas a dicho evento] irrumpen de manera significativa la anterior para darle otra connotación, la cual refleja la crisis de violencia hacia las mujeres mostrando la indolencia e indiferencia de la sociedad ante la normalización de este fenómeno.

En otras palabras, el patrimonio cultural per se contiene violencia en su acontecer y al ser este una extensión de la humanidad, este también debe examinarse en todo momento de su existencia, se debe hacer escrutinio de todas las condiciones que le circundan ya que «En ese escrutinio, en esta actitud respecto a la vida radica el valor de esta vida» [14]. Como se ha ido mencionado en repetidas ocasiones a lo largo de estas líneas, que han sido un reto abordar objetivamente por el hecho de que los autores también son humanos, tenemos vínculos hacia el otro (y propio) femenino directa e indirectamente, pero ello quedará para la reflexión en el terreno de lo propio y lo cercano. Volviendo al tema, la puerta de la discusión se ha quedado abierta no para la sencilla admiración a la distancia. Es imperante dar pie a la acción reflexiva de los elementos sistemáticos que componen la biopolítica para comenzar a martillar el círculo para formar una espiral. Hecho que se asemeja a la tertulia entre Zorba y el narrador, amigos y afines que discuten sobre el porvenir, sobre la moral y la ética, el mantenerse o cambiar; diálogo que incluso hoy en día, lejos de Creta, vale la pena releer constantemente:

«Deja en paz a la gente, patrón, no les abras los ojos. Si acaso se los abrieras, ¿qué verían? ¡La miseria propia! Déjaselos, pues, bien cerrados, para que sigan con sus sueños […] A menos que cuando abran los ojos puedas mostrarles un mundo mejor que el de las tinieblas en que ahora se pavonean… ¿Puedes mostrárselo? […] Yo no lo sabía. Sabía qué cosas se derribarían, pero no lo que se construiría después sobre las ruinas. Eso nadie puede saberlo con certeza, pensé. El mundo viejo está ahí, palpable sólido, lo vivimos y luchamos con él a brazo partido, existe. El mundo futuro no ha nacido todavía, es inasible, fluido, forjado con la luz con que se tejen los sueños, nube que los soplos violentos del aire sacuden: el amor, el odio, la imaginación, la casualidad» [15].

Notas:

[1] Segato Rita, Las estructuras elementales de la violencia. Ensayo sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Berna: Universidad Nacional de Quilmes. 2003. Página 121. Las cursivas del texto son nuestras.

[2] Esculturas monumentales de Buda talladas en piedra en el valle homónimo, en la zona de Afganistán central.

[3] Fillieule, O., Tartakowsky, D. (2015) La manifestación: cuando la acción colectiva toma las calles, Argentina, Siglo Veintiuno editores. Página 25.

[4] Khader, Bichara (2010) El mundo árabe explicado a Europa, Barcelona, Icaria. Páginas 306-307.

[5] Cabrera, Luis. Luis Cabrera: Pensamiento y acción/ estudio introductorio, selección y notas, Eugenia Meyer. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. Página. 129

[6] Casado, 2019. Documento disponible en:

https://cemapinternacional.com/2019/07/03/rutas-sobre-la-apropiacion-cultural/

[7] Fillieule, O., Tartakowsky, D. (2015) La manifestación: cuando la acción colectiva toma las calles, Argentina, Siglo Veintiuno editores. Página. 23.

[8] Carta del grupo Restauradoras con glitter, dirigida al Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República Mexicana y Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, Jefa de Gobierno de la CDMX, disponible en:

https://www.facebook.com/restauradoras.glitterMX/photos/pcb.100796064629472/100827354626343/?type=3&theater

[9] Ídem.

[10] Gobierno de México, (n.d.) Objetivo de Desarrollo Sostenible 5: Igualdad de Género. Disponible en: https://www.gob.mx/agenda2030/articulos/5-igualdad-de-genero

[11] UNITED NATIONS, (2015). La agenda de Desarrollo Sostenible. Recuperado en septiembre de 2019 de United Nations: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/la-agenda-de-desarrollo-sostenible/

[12] Ídem.

[13] Benjamin, Walter, “Eduard Fuchs, coleccionista e historiador” en Obras. Tomo II. Vol. 2. Madrid, Abada Editores, 2009. Página 80

[14] CASSIRER, E. (2016) Antropología filosófica: Introducción a una filosofía de la cultura. México: Fondo de Cultura Económica (FCE). Pág. 25.

[15] Kazantzakis, N. (1979) Alexis Zorba, el griego. México: Promociones Editoriales Mexicanas, S.A. de C.V. Páginas 62-63

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Este texto apareció originalmente en: https://cemapinternacional.com / Fotografía: Gerardo Suárez para el Heraldo de México.

DE LA CASA #56: LA HUACA NO ESTÁ EN LA PANTALLA / WMC.

#56

Por Wilmer Mejía Carrión

Durante la gestión de Susana Villarán (2011- 1014) se hizo una buena inversión en la implementación de una serie de actividades culturales que contribuyeron a que la ciudad de Lima fuese foco de festivales y encuentros de nivel latinoamericano[1]. Así, desde la Municipalidad se realizaron numerosos proyectos, se mejoraron los parques zonales, se creó centros culturales dentro de tres de estos[2] y entre otras cosas más se iniciaron una serie de acciones a favor de la preservación y cuidado del patrimonio arqueológico de la ciudad[3]

cine en la huaca 1

Particularmente aplaudo las acciones culturales, pues Lima, desde la época del Alberto Andrade (1996 a 2002) no había tenido una gestión que invirtiera en cultura ya que en las anteriores dos gestiones consecutivas del actual alcalde de Lima (2003-2010), Luis Castañeda Lossio, se ha menospreciado la cultura de tal manera que era lo último que se tenía en mente[4]. Y recién después de ocho años que se volvió a pensar en cultura, sin embargo pienso que algunos proyectos no tuvieron un buen asesoramiento y no pasaron más allá de la buena intención. Uno de estos fue “Cine en tu huaca”.

La Municipalidad de Lima le dio su visto bueno:

“Pedro Pablo Alayza, gerente de Cultura de la MML, explica que el propósito de la actividad es sensibilizar a los pobladores sobre legado prehispánico. “Buscamos que las huacas sean un patrimonio arqueológico vivo, en donde la música y el arte nos acerquen a nuestra historia. Así, los vecinos valorarán su huaca y la protegerán del abandono y el olvido”[5] (El resaltado en negritas es mío)

Sin embargo, después de ver un video promocional[6] sobre cómo se realizan las actividades hice un comentario en la página del Facebook “Salvemos a las huacas” en el cual yo mencionaba que en realidad este tipo de actividades no llevaban a una verdadera revaloración del patrimonio sino que más bien llevaba a verla como un adorno, se me respondió de la siguiente manera:

“La propuesta de «Cine en tu Huaca» es interesante porque recoge la idea de la huaca y sus alrededores como un espacio público, como un parque que lo pueden usar todos, aun cuando el sitio no haya recibido una «puesta en valor». Es la idea de convertir la huaca en un lugar y conectarla con el vecindario. Por supuesto que no puede ser una estrategia aislada, pero en una ciudad que carece de parques y otros espacios públicos y donde los pocos que hay están a cada rato en riesgo de ser privatizados o apropiados (miren el caso del Parque de la Exposición), plantear la huaca como una extensión del barrio, donde vas a jugar y ver pelis es algo positivo”.

Aunque es cierto, este comentario no provino del administrador de la página, sin embargo entre los likes que le dieron al comentario uno provenía de “Salvemos a las Huacas”, asumo por eso que aunque el propio administrador no me haya contestado, al estar de acuerdo con la respuesta, ese es su sentir y opinión así que a partir de esta respuesta daré mi punto de vista sobre este tipo de acciones.

Días después el mismo administrador me comenta:

“Claro que sí. No es la idea del escenario para hacer algo. Es el concepto que esa huaca tenga significado para la población, complementando con visitas guiadas y programas educativos. Es una visión integral”

Estas ideas proponen ver a la huaca como un espacio público más, lo mismo que un parque, entonces desde ese punto de vista se pueden hacer diversas actividades culturales. De allí que se reconozca como válido que se lleva una pantalla de cine a la huaca, un show de títeres o cualquier otro espectáculo de entretenimiento cultural pues la intención es que la gente se acerque a ésta.

En primer lugar: estoy de acuerdo que las huacas deben ser espacios abiertos a la comunidad, pero las huacas no son cualquier espacio público, un monumento arqueológico puede estar dentro de un parque pero no es como el resto del parque. Si creemos que un monumento arqueológico es parte del entorno de la ciudad al igual que un parque no estamos entendiendo la naturaleza de la huaca como patrimonio cultural. Esa manera de entender el monumento arqueológico desvirtúa su valor, me explico. Todo patrimonio cultural – material o inmaterial – tiene una función social, relacionado con la memoria colectiva.

«La función principal de la memoria es la de promover un lazo de filiación entre los miembros de un grupo con base en su pasado colectivo…La memoria permite crear una imagen del pasado que corresponde a los marcos de significación del presente». A través de las formas de expresión relevantes, bienes tangibles e intangibles, nos dice quiénes somos, identifica al grupo, insertando nuestros yos individuales en uno colectivo, con un anclaje en el pasado y un referente en el presente…”[7].

Con respecto a la “puesta en valor” parece que esta se entiende como si la huaca no tuviera un valor por sí mismo, es decir no cumple ninguna función social hacia la comunidad que la alberga entonces hay que añadirle algo para que tenga valor, cuando en realidad el valor de la huaca proviene de sí misma:

(para) poder atribuir a un objeto la categoría de patrimonio, es necesario que reúna una serie de valores que se pueden resumir en tres (el valor de uso, el valor formal y el valor simbólico): − el valor de uso se refiere a la utilidad que tiene lo objeto, es necesario que cubra algún tipo de necesidad; − la formal, hace referencia a la atracción que debe despertar a los sentidos, tanto por la forma, el volumen, etc.; y − el simbólico es determinante por el hecho de ser testigo de ideas, de hechos o de situaciones del pasado y que permite conectar a personas de tiempo diferentes[8].

Ahora bien, también se afirma que hay que conectarla al vecindario y esto es importante pero tampoco esta se va a realizar si podemos a la huaca como el escenario de algo más lo cual le resta importancia.

Un escenario puede ser sacado, eliminado o simplemente el show puede ser llevado a otro lado y lo que le sirvió de escenario vuelve a estar abandonado. Y esto no debería sucederle al patrimonio cultural ya que, aunque tiene un valor por sí mismo y por tanto tiene una funcionalidad. Es necesario que la comunidad la conozca y para esto es necesario que haya un discurso legitimador ante la comunidad:

“… para que se considere patrimonio un bien cultural o natural, un objeto histórico (material o inmaterial) o una obra artística, es necesario que también haya una legitimación social, ya que el patrimonio es una construcción social que se da en una situación histórica determinada y en un contexto social determinado (Prats, 1997: 22-29 y Prats-Hernández, 1999: 104-10(…) Y para que lo sea es necesario que previamente sea “activado”, es decir, que se le confiera una carga simbólica importante que refuerce los discursos identitarios y promueva adhesiones. Es “la voluntad de querer heredar”. De aquí, la importancia de la educación como medio para construir las “voluntades” a favor de la conservación y preservación del patrimonio”[9].

Ahora bien estoy en desacuerdo con el segundo comentario ya que es posible conectar la huaca sin tener de por medio una pantalla, es más yo diría que es innecesaria ya que las visitas guiadas y los programas educativos no deberían ser complementarios sino centrales haciéndose innecesarios la realización de shows infantiles o espectáculos de cine ,ahora bien esto no significa tenerlos fosilizados, sino que simplemente todas las actividades que se realicen deben de emanar de lo central: El patrimonio cultural y su función social con la comunidad.

Vemos pues que aunque la intención es buena, el enfoque es, subordinar la huaca a algo fuera de ella, como si por sí misma no tuviera valor.

Ahora que se ha terminado el auspicio hacia este tipo de iniciativas algunos municipios distritales la están llevando a cabo[10] pero la verdad es que a menos que haya un plan más amplio detrás, en nombre de la cultura, gastarán parte del erario público en algo que tendrá nulos o mínimos resultados.

cine en la huaca 2

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Notas:

[1]: La iniciativa “Cine en tu Huaca”, formaba parte del programa Lima Milenaria, Ciudad de las Culturas de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). Soy consciente que se han realizado otros proyectos para la revaloración del Patrimonio arqueológico en otras huacas de Lima, pero este artículo se centrará en este proyecto que por cierto al parecer no ha guardado mayor relación con otros proyectos realizados por la Municipalidad de Lima.

[2]: Parque zonal Huiracocha en San Juan de Lurigancho, Parque Zonal Cápac Yupanqui en el Rímac y Parque Zonal Huáscar en Villa El Salvador.

[3]: «Lima Milenaria, Ciudad de Culturas» es el programa de la Municipalidad Metropolitana de Lima que reconoce y valora la diversidad de nuestra ciudad. Su misión es acercar el patrimonio cultural de Lima y su legado milenario a la ciudadanía y construir una identidad ciudadana y memoria histórica orgullosa de sus raíces y multiculturalidad. Para cumplir con esta tarea, la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima organiza y desarrolla una serie de proyectos y eventos que difunden diversas expresiones culturales históricas y contemporáneas”.

http://www.limacultura.pe/patrimonio/lima-milenaria.

[4]: En la actualidad – tercer periodo-, Luis Castañeda, siguiendo con su política de siempre, está dejando a un lado todo este esfuerzo, y se puede notar esto ya que la página web del proyecto no ha vuelto a renovarse desde el 31 de diciembre del 2014. Así pues, Castañeda no está trabajando a favor de la cultura y todo lo contrario, está yendo en contra de ésta.

[5]: http://limaenescena.blogspot.com/2014/01/noches-de-cine-musica-y-arte-en-las.html

[6]: https://www.youtube.com/watch?v=tIMd6m4Eubk

[7]: http://www.ugr.es/~pwlac/G26_19Javier_Marcos_Arevalo.html

[8]: http://pagines.uab.cat/neus.gonzalez/sites/pagines.uab.cat.neus.gonzalez/files/praxis_neusgonzalez.pdf

[9]: ibídem

[10]: La Municipalidad de Miraflores ha tomado esta idea y está llevando a cabo “Cine bajo las estrellas” en la Huaca Pucllana. https://www.youtube.com/watch?v=VtyOt3soTjI&feature=youtu.be

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ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons, Atribución-NoComercial 2.5 México, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #56″. México 2014. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

#LasPrestadas: ¿El “silencio de los ídolos” o el “silenciamiento” de las comunidades?

La apropiación social del patrimonio como “convidada de piedra” en la gestión del patrimonio arqueológico, a propósito de una exposición en el Museo Nacional de Colombia.

Diego Martínez Celis

“La exclusión en nuestro país, se ha practicado y se practica por muchas vías […] haciendo de ella el eje central de proyectos de poder. Se excluye a quien toma partido y a quien no lo toma. Tanto en un caso como en el otro se encuentran justificaciones para expulsar, desplazar, privar de la libertad, extorsionar, acallar, masacrar, para amenazar a todo aquel que piense distinto, para convertir cada municipio, cada corregimiento, cada caserío en especies de estancos en los cuales pareciera imposible vivir sin someterse, sin abdicar la libertad, sin comprometer la vida. Nuestra gran dificultad para tolerar la diversidad biológica y política ha ido reemplazando viejas formas de exclusión y marginando a millones de Colombianos de participar en la construcción de una nación en la que hoy, nuevamente, corre peligro quien se atreve a pensar distinto”. (Observatorio de Políticas Culturales del Ministerio de Cultura, Dialogos de Nación, 2002. Subrayado del autor).

Como uno de los actos centrales de la conmemoración del “Año de la cultura agustiniana” el ICANH y el Ministerio de Cultura planearon el traslado y exhibición en Bogotá de 20 estatuas del Parque Arqueológico de San Agustín e Isnos (Huila), como protagonistas de una exposición que llevaría por título “El retorno de los ídolos”, en alusión al centenario de los estudios científicos llevados a cabo en la región por el alemán Konrad Theodor Preuss hacia 1913. En la exposición se pretendían exhibir monolitos originales mediante la recreación de la atmósfera del “Bosque de las estatuas” (uno de los espacios de interpretación del Parque) a través de“medios tecnológicos de imagen, proyecciones y sonidos sincronizados” (ver fuente).

Sin embargo, la exposición que se inauguró el 28 de noviembre de 2013, tuvo que prescindir de la presencia física de los monolitos debido a que un sector representativo de la comunidad de San Agustín, luego de un traumático proceso, se opuso a su traslado hasta Bogotá; por tal razón los organizadores decidieron cambiarle el título por el de “El silencio de los ídolos” con el propósito de “[…] mostrar el “vacio” y expresar el “silencio” que surge cuando unos pocos se arrogan el derecho exclusivo sobre el patrimonio, por encima de las libertades culturales de todos los colombianos” (Panel introductorio de la exposición. Subrayado del autor).

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Aspecto del salón principal de la exposición en el Museo Nacional en que se recrea “El bosque de las estatuas”. Resalta el “vacío” en los nichos  donde debieron estar exhibidos los monolitos. Foto: DMC, 2013

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Para suplir la carencia de las piezas se implementó una aplicación para visualizarlas de forma virtual mediante dispositivos electrónicos. Foto: DMC, 2013

La oposición y resistencia de la comunidad de San Agustín estuvo coordinada desde un movimiento cívico en torno al cual se congregaron colectivos de diversa índole: cabildo indígena yanakuna, cafeteros, asociaciones de turismo, Juntas de Acción Comunal, comerciantes, gestores culturales, investigadores independientes, docentes, estudiantes, artesanos y amas de casa, entre otros (Ver comunicado respaldado por 3.000 firmas. Fuente), es decir lejos de la “minoría” a la que alude el ICANH se trató de un pronunciamiento civil concensuado y motivado principalmente por el incumplimiento de una instancia consultiva participativa que prometió la dirección del ICANH (ver recorte de prensa abajo) y las irregularidades en las labores de desmontaje y traslado de la estatuaria donde se advirtió improvisación, alto riesgo de alteración e incluso la posible fractura de una de ellas (ver fotos abajo).

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“Si el pueblo agustiniano dice no, no se realiza la exposición” Afirma Fabian Sanabria, Director del ICANH. Titular del diario del Huila, martes 27 de agosto de 2013.

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Improvisación en el uso de materiales para la protección de la estatuaria advertida durante las labores de traslado. Foto de Diego Fernando Muñoz, publicada el 31 de octubre de 2013 en (Fuente)

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Probable fractura y disposición irregular de uno de los monolitos del Bosque de las Estatuas que fue desmontado de su base.  Foto de Diego Fernando Muñoz, publicada el 4 de noviembre de 2013 en (Fuente)

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La promocionada alta tecnología que se aplicaría en el embalaje y traslado de la estatuaria hasta Bogotá contrastó con lo advertido por ciudadanos veedores en San Agustín. A la izquierda se presenta uno de los paneles dispuestos en los “vacios” de la exposición del Museo Nacional en que se muestra el monolito junto al embalaje técnicamente correcto; sin embargo, en la foto de la derecha se muestra la improvisación y el irregular estado en que permaneció varios días en el Parque luego de su desmonte. Foto arriba: DMC, 2013; Foto abajo: Diego Fernando Muñoz, publicada el 4 de noviembre de 2013 en (Fuente).

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“Conservar «IN SITU» monumentos y conjuntos debe ser el objetivo fundamental de la conservación del patrimonio arqueológico. Cualquier traslado viola el principio según el cual el patrimonio debe conservarse en su contexto original. Este principio subraya la necesidad de una conservación, una gestión y un mantenimiento apropiados. De él se infiere también que el patrimonio arqueológico no debe estar expuesto a los riesgos y consecuencias de la excavación, ni abandonado después de la misma sin una garantía previa de financiación que asegure su adecuado mantenimiento y conservación. El compromiso y la participación de la población local deben impulsarse y fomentarse como medio de promover el mantenimiento del patrimonio arqueológico. Este principio reviste especial importancia cuando se trata del patrimonio de poblaciones autóctonas o grupos culturales de carácter local. En ciertos casos, es aconsejable confiar la responsabilidad de la protección y de la gestión de monumentos y yacimientos a las poblaciones autóctonas”. ICOMOS, 1990. Carta internacional para la gestión del patrimonio arqueológico. Artículo 6. Mantenimiento y conservación.

Sin embargo los anteriores hechos solo fueron el detonante del malestar que venía manifestando un sector de la comunidad de San Agustín que desde diciembre del 2012 y mediante un derecho de petición (ver referencia)(respaldado por 1.850 firmas) exigió al Ministerio de Cultura y al ICANH concretar acciones en pro de la repatriación de las 34 estatuas que el homenajeado Preuss expolió del macizo colombiano a Alemania (ver referencia 1 y referencia 2) y que debería constituirse en la principal motivación de la conmemoración del centenario y la razón de nominar la exposición como el ”Retorno de los ídolos”, es decir no un “retorno” (inexplicable) de 20 estatuas desde San Agustín a Bogotá, sino el de las 34 estatuas que permanecen en los depósitos del museo etnológico de Berlín a San Agustín, y por las que el Estado colombiano no ha hecho aún peticiones formales (ver referencia).

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Comparsa y carroza alegórica de la “señorita de las estatuas en Berlín”, durante las fiestas de San Pedro en San Agustín, 2013. Foto del grupo de Facebook Repatriación Estatuas Colombia, en (fuente).

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Manifestantes durante una de las varias marchas que tuvieron lugar en San Agustín durante el año 2013 en exigencia por la repatriación de las estatuas en Berlín y el no traslado de otras tantas a Bogotá. Foto de Diego Fernando Muñoz, publicada el 27 de noviembre de 2013 en (Fuente)

Pero si se intenta ahondar más en las causas que motivaron a que un amplio sector de la comunidad se tomara la molestia de dedicar su tiempo y esfuerzos en pronunciarse e incluso mediante acciones de hecho poner en riesgo sus vidas con tal de evitar el traslado de unas cuantas estatuas de piedra, se podría advertir un reclamo por la histórica falta de presencia del Estado (en necesidades de mejoras viales, servicios públicos, etc.) y en concreto la indiferencia y la falta de reconocimiento por parte de los entes gubernamentales del verdadero rol que deben cumplir las comunidades locales en la gestión del patrimonio cultural que yace en sus territorios.

Ante lo anterior y como evidencia de la falta de coherencia en su discurso y de la no aplicación de los instrumentos de gestión que el mismo ICANH ha formulado para San Agustín, citamos del Proyecto de Gestión Local, componente del Plan de Manejo del Parque Arqueológico (ICANH, 2007):

“[…] los actores sociales están pidiendo espacios de discusión en los que se les informe y enla medida de los posible se les consulte las medidas que el parque adopta y que les afectan. Toda institución debe ser consciente de que la ideología política actual tiende a laparticipación ciudadana, en este sentido los actores se están acostumbrando a participar, a exigir espacios y a formular propuestas. Con ello se impone en el corto plazo establecer unespacio institucional de dialogo. La sugerencia que hacemos es que en un primer momento el Instituto convoque a los actores que solicitan estos espacios y a los que están mas cercanos al parque y en esa reunión concertar un espacio en el que cada dos o tres meses, estas comunidades puedan expresar sus demandas y el Instituto pueda presentar o discutir las decisiones tomadas” (ICANH, 2007. Ver fuente. Subrayado del autor)

Es decir, desde hace años el mismo ICANH ha venido advirtiendo en San Agustín la necesidad de tener en cuenta y contar con la participación de las comunidades como actores de primer orden en la toma de decisiones y no como meros “convidados de piedra” a los que simplemente –como en este caso– había que “socializar” los planes (ver Hoja de Ruta) y decisiones tomadas unilateralmente por la dirección del ICANH que, de la misma manera, fueron legitimadas a través de una Resolución (0593 de 2013) firmada por la Ministra de Cultura.

Si bien, la Hoja de Ruta diseñada por el ICANH propone una serie de actividades que pretenden proyectar el Parque Arqueológico como destino de “talla mundial” –en especial mediante el mejoramiento de su infraestructura de interpretación– algunas de las actividades planteadas no responden a solucionar problemáticas de fondo, en particular aquellas que involucran a las comunidades y su relación cotidiana con el espacio físico (utilitario) y simbólico (identitario) del sitio arqueológico o el fortalecimiento de las relaciones de estas con la administración del Parque a cargo del ICANH. Por esta razón desde un principio no cayeron bien entre los agustinenses los planes de trasladar las estatuas a Bogotá (de lo cual hay antecedentes de resistencia civil por un acto similar en 1978) ni el anunciado concierto de música sinfónica a realizarse en el Alto de Lavapatas donde se interpretaría “la séptima sinfonía de Beethoven que cumple 200 años de haber sido estrenada en Viena, el mismo día que 100 años después llegara Konrad Preuss al Alto Magdalena” (Ver fuente), ante lo cual se generaron reclamos por la no inclusión de expresiones autóctonas y en general por tratarse de eventos que no responden con la idiosincracia local ni persiguen involucrar a las comunidades sino que más bien se excluirían mediante la imposición de prácticas culturales ajenas*; esto sin contar con el riesgo que implicaría trasgredir la capacidad de carga y el impacto físico de una visita masiva en un espacio del Parque Arqueológico que no fue diseñado para este tipo de eventos públicos.

*Los procesos de globalización, lejos de naturalizarse pasivamente a través del intercambio cultural, también generan disensos que se expresan en manifestaciones de autoafirmación de las identidades locales como estrategia de resistencia y reivindicación de derechos vulnerados.

Ante esta problemática el declarado “Año de la cultura agustiniana” se ha tornado en una conmemoración y exposición sui generis en la historia del Ministerio de Cultura y el Museo Nacional, que el ICANH ha intentado capitalizar como “una oportunidad para reflexionar en torno a la apropiación del patrimonio cultural y los derechos culturales” (ver fuente), de tal manera que el objetivo principal y promesa de promocionar y divulgar la región y la cultura agustiniana a través de su patrimonio arqueológico parece haber quedado relegado a un segundo plano.

Aunque el ICANH invita a la reflexión pública sobre lo acontecido en torno a planteamientos como “¿qué es el patrimonio y a quién le pertenece?” o “¿cómo se debe administrar y para que sirve?” (Panel introductorio de la exposición), no se hacen explícitos los espacios de participación para el debate y la única voz presente en la exposición, a través de su guión, es la de la oficialidad. Pero además la situación ameritaría trascender lo coyuntural y ampliar la reflexión en torno a conceptos como los de Nación, Identidad, Derechos Culturales, Otredad, Apropiación Social, Globalización o Consumo Cultural y muchos otros que no han tenido cabida en la construcción de instrumentos de gestión del patrimonio arqueológico, del cual la Nación está en mora de construir una verdadera Política Pública que, de manera participativa, trascienda el formalismo normativo, su exclusiva valoración “científica”, e incorpore la multiplicidad de sectores sociales y voces que reclaman participación en la construcción de su significación cultural y su gestión como recurso cultural.

Quizás sea de esta carencia de donde emanan los ruidos de resquebrajamiento de la legitimidad (o por lo menos de la respetabilidad) de la monolítica autoridad del ICANH de hoy, que mediante recientes decisiones como la de sacar adelante una polémica y probablemente inconstitucional Ley de Patrimonio Sumergido (haciendo caso omiso a los reiterados pronunciamientos del grueso de la comunidad académica) o la estigmatización y calificación como una “minoría chantajista” a la comunidad de San Agustín que se opuso al traslado de la estatuaria (ver fuente), dejan entrever contradicciones con el objetivo de su misión institucional de “aportar elementos críticos y propositivos relativos a la diversidad cultural colombiana, para orientar y gestionar políticas estatales tendientes a la protección del patrimonio y promover el diálogo intercultural.” (verfuente. Subrayado del autor). Cabe preguntarse para estos casos ¿cuáles fueron los espacios de diálogo que promovió el ICANH para atender los disensos manifestados por tan diversos sectores de la sociedad en reclamo de su derecho constitucional (art. 8) de participar de la protección del patrimonio cultural de la Nación?

La actual Política Estatatal en Patrimonio Arqueológico (Art. 5 Dec. 833 de 2002) se enfoca en la “protección, conservación, rehabilitación, divulgación y recuperación” del aspecto tangible de un patrimonio que, además, debería trascender su materialidad hacia el reconocimiento de su dimensión patrimonial inmaterial,pues sólo cobra sentido a partir de mediaciones sociales que le dotan de significación cultural. En este sentido dicha Política se queda corta ante la necesidad de integrar este patrimonio al proyecto de construcción de Nación como “testimonio de la identidad cultural”, por cuanto hoy no se puede seguir hablando de “una”identidad en medio de un país que se auto reconoce como “pluriétnico y multicultural”.

Del mismo modo, el Patrimonio Arqueológico en Colombia parece ser un compartimento estanco dentro del sistema y Política Pública que guía la gestión, protección y salvaguarda del patrimonio cultural en general y cuyo objetivo central es alcanzar su apropiación social (Ministerio de Cultura, 2010:226, 235); puesto que su particular Política se enfoca en la gestión de su materialidad y no deja espacio para la participación ciudadana en aspectos esenciales como su definición (art. 3 ley 1185 de 2008) que privilegia la valoración científica por sobre otras formas (tradicionales, alternativas o contrahegemónicas) de comprenderlo y relacionarse con él. En este sentido García Canclini afirma:

“Un patrimonio reformulado que considere sus usos sociales, no desde una mera actitud defensiva, de simple rescate, sino con una visión más compleja de cómo la sociedad se apropia de su historia, puede involucrar a nuevos sectores. No tiene por qué reducirse a un asunto de los especialistas en el pasado: interesa a los funcionarios y profesionales ocupados en construir el presente, a los índigenas, los campesinos, migrantes y a todos los sectores cuya identidad suele ser trastocada por los usos hegemónicos de la cultura”. (García Canclini, 1999. Subrayado del autor).

Y reafirma el mismo Ministerio de Cultura:

“Es fundamental convocar la participación de las sociedades locales y regionales, de los grupos y los colectivos, para que comprendan el patrimonio como algo que les es propio, que conforma sus memorias y constituye sus identidades. La gestión del patrimonio cultural debe ser así asumida con la participación de los ciudadanos, y donde no sólo las entidades culturales participen”. (Ministerio de Cultura, 2010:246. Subrayado del autor)

Más que el “silencio de los ídolos” en la sala temporal del Museo Nacional, lo acontecido en San Agustín deja entrever grandes vacíos y contradicciones en la gestión del Ministerio de Cultura y el ICANH frente a su responsabilidad para con el patrimonio cultural y en particular en el cumplimiento e instrumentalización de la Política que aboga por su apropiación social; pero al mismo tiempo en aspectos vitales como los derechos culturales –derivados de los derechos humanos– que le atañen a las comunidades locales frente al patrimonio cultural:

“[…] existe un conflicto potencial entre el discurso del patrimonio cultural y la protección de los derechos culturales, ya que el primero enfatiza a las prácticas culturales como patrimonio de la nación o de la humanidad, deslocalizando así el sentido de propiedad de las prácticas y transfiriendo la autoridad para la toma de decisiones en materia de cultura a los actores institucionales. Esta institucionalización de la cultura puede constituir un mecanismo que permite menoscabar el pleno ejercicio de los derechos culturales.” (Villaseñor, 2012. Subrayado del autor).

La calificación de la estatuaria agustiniana como “ídolos”, por parte del ICANH, pareciera connotar la persistencia de un tipo de sacralización –no derivada de tradiciones prehispánicas sino (¿pos?)moderna–, que perseguiría dotar a estos objetos de un halo de misticismo artificioso que entroniza su aspecto material como el depositario de su valoración patrimonial, lo que en el contexto de la evolución del concepto de patrimonio cultural en el mundo representa un retroceso a los tiempos de los monumentos y las reliquias. Desafortunadamente este discurso, que invisibiliza la dimensión social (humana) del patrimonio, es el que ha calado en la superficialidad e inmediatez de los medios de comunicación que han hecho eco de las reclamaciones del ICANH y del señalamiento y estigmatización del movimiento social agustinense que se opuso y abortó su traslado a Bogotá (ver por ejemplo: referencia 1 o referencia 2).

Ante este panorama pareciera que a las que están acallando en el Museo Nacional, a través del discurso museográfico de la exposición, no es a los ídolos” sino a las comunidades locales, primeras dolientes y custodias naturales del patrimonio que yace en sus territorios y con el cual han convivido por generaciones; y que la ausencia de las estatuas en la sala temporal no es más que el reflejo de las históricas ausencias del Estado y su falta de iniciativa en la construcción de una política pública integral y verdaderamente participativa que tenga en cuenta y resalte el rol de la gente en la gestión de SU patrimonio arqueológico, o ancestral, o sagrado, o santuarios guacas o como tengan a bien nominarlo en el contexto de sus propias prácticas culturales y maneras de entender, significar, valorar y hacer uso de estas “antiguedades indígenas” o como los define la ley: “vestigios producto de la actividad humana”.

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Patrimonio in situ. Niños de San Agustín junto a un monolito semienterrado, durante la época de las primeras expediciones científicas a la región.Archivo de Gregorio Hernández de Alba [1935 -1968?], Biblioteca Luis Angel Arango, Libros raros y Manuscritos.

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“Mi patrimonio no se silencia mientras cuente con mi voz. Patrimonio in situ, derecho de las comunidades locales”. Afiche en el grupo de Facebook Apropiación Social de Nuestro Patrimonio Arqueológico Colombiano. (Fuente)

REFERENCIAS

García Canclini, Nestor. “Los usos sociales del patrimonio cultural”. En Patrimonio etnológico: nuevas perspectivas de estudio. Coord. Encarnación Aguilar. Concejería de Cultura, Junta de Andalucía. 1999

ICANHProyecto de Gestión Local. Parque Arqueológico de San Agustín y Alto de los Ídolos. Bogotá, 2007.

Ministerio de CulturaCompendio de Políticas Culturales, Bogotá, 2010

Observatorio de Políticas Culturales del Ministerio de CulturaDialogos de Nación, 2002

Villaseñor, Isabel. El patrimonio cultural y los derechos humanos: una reflexión desde el ámbito de la conservación. IX Foro de ciencia, creación y restauración. Escuela de conservación y restauración de occidente. Guadalajara, México, 2012.

OTROS ARTÍCULOS sobre “El retorno / silencio de los ídolos”

Socarrás, Jose Luis. Patrimonio en disputa: sobre la estatuaria de San Agustín. En Razón Pública.com, 25 de noviembre de 2013http://www.razonpublica.com/index.php/cultura/artes-y-cultura/7204-patrimonio-en-disputa-sobre-la-estatuaria-de-san-agust%C3%ADn.html

Gnecco, Cristobal. Notas sobre patrimonio y otras suertes. A raíz del debate creado alrededor de las estatuas de San Agustín. En Rupestreweb: http://www.rupestreweb.info/patrimoniognecco.html

Uribe, María Victoria. ¿El retorno hacia donde cuáles ídolos? En Revista Arcadia.com, 12 de noviembre de 2013. http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/maria-victoria-uribe-responde-al-director-de-icanh/34210

GEAC. Grupo de Estudos em Antropologia CríticaContra el racismo arqueológico. Enhttp://antropologiacritica.wordpress.com/2013/11/14/contra-el-racismo-arqueologico/

Comite Pro Defensa del Patrimonio AncestralComunicado a la opinión pública. En Revista Arcadia.com, 12 de noviembre de 2013. http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/comunicado-la-opinion-publica-del-comite-pro-defensa-del-patrimonio-ancestral/34206

Ministerio de Cultura -ICANH. Las esculturas agustinianas se silencian. En Revista Arcadia.com, 12 de noviembre de 2013. http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/mincultura-icanh-escultura-san-agustin/34208

Los Angeles TimesColombia calls off exhibition of sculptures in face of protests. http://www.latimes.com/world/worldnow/la-fg-wn-colombia-sculptures-protest-20131113%2c0%2c6100675.story#axzz2kYZ1f71x

AUDIOS / El elocuente silencio de los ídolos. Entrevistas radiales en W Radio a Fabian Sanabria (Director del ICANH) y en UN Radio a David Dellemback (antropólogo, autor del libro “Las Estatuas del Pueblo Escultor”) y Martha Gil (abogada y traductora). http://www.agendasamaria.org/wp/2013/12/el-elocuente-silencio-de-los-idolos/

AUDIOVISUAL / ¿El silencio de los ídolos? Producto del Diplomado en «Comunicación y Territorio», del Ministerio de Cultura, la Universidad Surcolombiana, la Asociación Ambientalista del Sur -ACAS y el Movimiento de Experiencias y Medios de Comunicación Ciudadanos y Comunitarios del Sur – 20 de Abril. Contiene citas de los editoriales del ICANH de junio y septiembre, tomas de las movilizaciones pacíficas y culturales, entrevistas a los pobladores y comunidad agustinense y opiniones panteadas en una reunión de la Asamblea del Huila el día del debate al ICANH. http://www.youtube.com/watch?v=5Ydg38xH5WA#t=0

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Nota del editor de ArKeopatías: Este artículo fue tomado de: http://www.rupestreweb.info/elsilenciodelosidolos.html / Favor de citarlo así: Martínez Celis, Diego. ¿El “Silencio de los ídolos” o el “silenciamiento” de las comunidades? En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/elsilenciodelosidolos.html 2013