Apreciable lector/a, siempre es agradable tenerle aquí; en esta ocasión nos reúne un tema que seguramente le será de mucho interés. Las diversas significaciones con que dotamos al patrimonio cultural, dependen del contexto cultural, social y político en el que se halle inmerso, esto causa “nuevas” connotaciones por parte de la comunidad o del grupo social que arropa sus bienes culturales. Sin embargo, hay ocasiones en las que históricamente se nos presentan sucesos que marcan profundamente la memoria y los corazones de quienes conforman dicha comunidad; muchas veces vienen empapados de sangre de inocentes y esas vidas arrebatadas que ahora luchan para no quedar en el olvido, representan una exhaustiva e interminable batalla por la justicia. Como resultado, el patrimonio cultural cobra un nuevo papel en la dinámica de un determinado lugar.
Un ejemplo claro de lo anterior es el caso de la Glorieta de los Niños Héroes, ubicada en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, monumento que en la actualidad ha sido renombrado como la Glorieta de las y los desaparecidos. Este resignificado nos remite inmediatamente a la angustiante y asfixiante violencia que se ha apoderado de nuestra cotidianidad. Pero antes de abordar el caso, es necesario relatarle un poco de la historia de este sitio que forma parte de la identidad de la Perla Tapatía.
La Glorieta de los Niños Héroes es un monumento cuya función consiste (o consistía), en conmemorar la Batalla de Chapultepec (Ciudad de México, 13 de septiembre de 1847), en la que siete jóvenes cadetes de la escuela militar: Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan de la Barrera, Vicente Suárez y el famoso Juan Escutia, dieron la vida al intentar proteger el Castillo de Chapultepec de los invasores estadounidenses. La glorieta es obra del escultor Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, quien además esculpió otras obras icónicas que se encuentran a lo largo y ancho de México, como la Diana Cazadora, la Fuente de Petróleos, el monumento al Pípila, entre otros; asimismo, el arquitecto Vicente Morales Mendiola fue el encargado de darle vida al diseño en el año de 1950.
La Glorieta de los Niños Héroes consta de una amplia explanada, en cuyo centro sobresale una columna de aproximadamente 50 metros de altura. En la parte más alta está instaurada una escultura de figura femenina hecha de cantera rosa, que simboliza a la Patria; se encuentra cubierta por una túnica y en sus manos sostiene una guirnalda; a sus pies se halla un águila parada en un nopal, devorando una serpiente que simula el escudo nacional. En la parte baja y frontal se encuentran las esculturas de los Niños Héroes con una inscripción en bronce, la cual señala: “Murieron por la patria”.
Esta glorieta se ubica en la intersección de las avenidas Mariano Otero, Niños Héroes y Chapultepec, el andador de esta última es uno de los más concurridos en lo que respecta a comercios y actividades culturales. Este monumento constituye parte de la esencia de la ciudad de Guadalajara, sin duda alguna funge como uno de los principales referentes de las y los tapatíos, es también símbolo de unión y cohesión social, pues ha sido escenario de eventos masivos. Es uno de los puntos de encuentro, junto con la Minerva, para la organización de marchas y manifestaciones, así como el festejo de logros deportivos, particularmente cuando un equipo de fútbol local obtiene una victoria. Con toda certeza representa parte de la historia mexicana, y para las y los tapatíos es nuestro patrimonio.
Sin embargo, la ola de violencia que nos aqueja desde hace años, nos ha orillado a que le demos otro significado a este inmueble, a tal grado, que decidimos renombrarlo como la Glorieta de las y los desaparecidos. Este nuevo bautizo ocurre tras la desaparición de Javier Salomón Aceves, Jesús Daniel Díaz y Marco Francisco García, estudiantes de la carrera de cine de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV), en la primavera del 2018 (como otras miles de personas de quienes a la fecha se desconoce su paradero). Esta es una herida profunda en el corazón tapatío que no acaba de cicatrizar (nunca lo hará); duele y arde, pues las desapariciones no cesan, las víctimas de estas atrocidades jamás volverán a estar con sus familias, ni con sus seres queridos; sin explicación alguna han dejado de habitar la ciudad.
De ahí que la Glorieta de los Niños Héroes ahora es la Glorieta de las y los desaparecidos, su significado y su valor adquiere otra connotación, una que cala, una que nos evoca el sufrimiento de madres, padres, hermanos, hermanas, esposas, esposos, amigos y demás, que han perdido a alguien cercano. Ahora este monumento funge como un inamovible y lamentable recordatorio para las autoridades de todos los niveles que nuestra ciudad, nuestra gente, está herida, tiene miedo y se siente insegura, pero tiene un hambre voraz de justicia. La glorieta se ha convertido en el tangible grito inconforme y afligido que demanda a los gobernantes: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. Deseamos que nuestras y nuestros desaparecidos regresen con sus familias, y con ellos la paz en esta ciudad que lucha día a día para no quedar enterrada en una fosa común, para no ser desterrada en las lejanas tierras del olvido.
Estimado/a lector/a, con el gusto que me causa saber que sus ojos se encuentran con estas palabras, me propongo presentarle el tema del patrimonio cultural intangible y su salvaguardia. Es sabido que la intangibilidad se refiere a lo “imperceptible” porque es algo que aparentemente no se puede tocar o ver; lo intangible está conformado por ideas, memorias, lenguas, valores, ideales, conocimientos y demás, sin embargo, es posible encontrar destellos que nos permitan, de cierta manera, percibirlos. Por lo que en estas páginas hablaremos de la definición de patrimonio cultural intangible, sus complejidades y su conexión con lo material.
María Ángeles Querol Fernández (2010) señala que el patrimonio cultural intangible se conforma por la parte no física de las tradiciones de los pueblos; tales como las lenguas, la música, los sonidos, actitudes de socialización, narraciones orales, entre otras. En ese sentido, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo se protege algo que se dice ser imperceptible? Lo primero que se toma en cuenta es que estas manifestaciones están sujetas a las formas de vivir, pero nos topamos con los constantes cambios acentuados por el desarrollismo económico y los avances vertiginosos de la tecnología.
Sobre esta base, se formula el vínculo tradición-progreso en el que el pasado se invalida si no se revitaliza continuamente en el presente-futuro. Entonces, para proteger el patrimonio cultural intangible es preciso reconocerlo, comprenderlo y ser sensibles ante éste para que sea transmitido. En consecuencia, propongo entender el término “tradición” (vinculado con el patrimonio cultural intangible) desde su origen. Proviene del verbo latino tradere y que significa “entregar”, es decir, aquello que pasa de uno a otro; y comparte raíz con la palabra “transmisión”, que se asocia al traslado de algo, como las lenguas, los conocimientos, las ideas y muchos otros.
Nos encontramos inmersos en un devenir histórico que se debate entre tradiciones genuinas y/o revitalizadas, contexto que impacta a todo el espectro de la cultura, por lo que afrontamos una serie de cambios y nuevas dinámicas llevándonos a replantear antiguas ideas y concepciones. Esto funge como punto de partida para cuestionar y reflexionar la pertinencia de comprender el hilo conductor que existe entre los conceptos de transmisión y traslado de la tradición que sostienen el ejercicio de la salvaguardia del patrimonio cultural intangible.
Entonces surgen más interrogantes: ¿Qué interesa de las tradiciones?, ¿qué papel desempeñan en la dinámica del patrimonio cultural?, ¿cómo se transmite o traslada una tradición?, ¿para qué ha servido?, ¿quiénes participan en él?, entre otras. El papel que juega el término “tradición” contribuye a la vinculación entre el patrimonio tangible y el intangible, el primero como expresión física del segundo y éste, como esencia del primero; es decir, se complementan.
En 1997 los Estados Parte de la UNESCO decidieron involucrarse en la salvaguardia del patrimonio intangible, esa inmaterialidad que está presente en sus tradiciones, en el imaginario, en los sonidos, en las lenguas y en la cosmogonía de los individuos y comunidades que les permite la construcción de esos reflejos tangibles de lo que constituye su colectividad. Tomó seis años para que la UNESCO pudiera diseñar un documento normativo internacional para guiar a los Estados en el camino de la salvaguardia del patrimonio cultural intangible.
De ese modo, en el 2003, se lleva a cabo la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, cuyo objetivo fue complementar la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972. Esto implicó fuertes procesos de transformación social, sobre todo bajo el impacto de la globalización, “reconociendo que las comunidades, en especial las indígenas, los grupos y en algunos casos los individuos, desempeñan un importante papel en la producción, la salvaguardia, el mantenimiento y la recreación del patrimonio cultural inmaterial, contribuyendo con ello a enriquecer la diversidad cultural y la creatividad humana”[1]. Es sobre esa base que se comienza a examinar, desde el interés auténtico, las expresiones culturales que requieren medidas de salvaguardia.
A partir de la Convención del 2003 se entiende por salvaguardia a las acciones encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural intangible, estas contemplan la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión -a través de la educación- y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos. aunado a estas, también podrían incluirse la sensibilización (crear consciencia), el reconocimiento (del patrimonio de otros) y la difusión.
El patrimonio cultural intangible que se transmite -o traslada-, de generación en generación es resignificado y recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su contexto, su interacción con la naturaleza y su historia, inspirándoles un sentimiento de identidad, permanencia y continuidad. Esto contribuye a impulsar el respeto y admiración por la diversidad cultural, la creatividad y la imaginación humana.
Entonces, las manifestaciones que abarcan el espectro del patrimonio cultural intangible permiten visualizar las conexiones entre éstas y los bienes físicos (muebles e inmuebles), así como los sitios resultantes de la cosmovisión de personas, grupos y sociedades que habitan o se sirven de los mismos, ya sea porque viven o se benefician de sus lugares o de su espiritualidad.
Quizás ese sea el punto de unión de ambos patrimonios (tangible e intangible), porque ahí es donde ocurre la relación entre los paisajes, los espacios culturales, los artefactos y demás, todo conlleva una esencia (lo intangible) y una tradición. Hay también en el patrimonio cultural intangible usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que se vinculan no solo con instrumentos, objetos y/o espacios que les son esenciales, sino que se asocian también a sitios donde su permanencia es posible, como las expresiones orales de una determinada sociedad, la música y danza en un ritual, entre otros ejemplos que son elementos de la identidad de una comunidad gracias a la tradición y a un entorno cultural que favorece su ejecución y su desarrollo.
Aún estamos en constante reflexión en torno al patrimonio cultural intangible; es misterioso, místico, mágico, incierto y maravilloso. Es inminente y necesario llevar a cabo estudios y acciones sobre éxitos, retos, obstáculos y la pertinencia de los mecanismos que se han utilizado para su implementación. Los cambios son constantes, por lo que se abren nuevos horizontes y son cada vez más los desafíos que se presentan diariamente con respecto a la correspondiente salvaguardia y transmisión, a la definición de estrategias que orienten a una adecuada e innovadora perspectiva de tratamiento de los elementos que conforman ese patrimonio “que no se ve”.
[1] Párrafo 7 del Preámbulo de la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 2003.
Apreciable lector/a, con este artículo pretendo compartirle qué es la conservación del patrimonio cultural y porqué esta actividad le concierne a lo tangible. El patrimonio cultural abarca un vasto universo de símbolos y significados dotados por las comunidades, sin embargo, es necesario que sepamos el concepto de lo tangible que se materializa en lo mueble e inmueble. La memoria, los valores y los significados son lo más importante en torno al patrimonio cultural, conforman su espíritu, por ello es que se busca conservar los objetos o bienes como vivos recuerdos, mantener esa esencia que los constituye y preservar la identidad de la comunidad que los ha significado.
En ese entendido, se establece que el patrimonio cultural tangible se refiere a lo material, a un objeto específico (utensilio, artefacto, obra de arte, monumento, edificio, etcétera) que contiene un significado especial y que representa algo en particular. Para el patrimonio cultural tangible, los mecanismos de conservación son distintos y diversos dada su composición, contexto, entre otros aspectos. Los problemas que plantean son diferentes y la especialidad de quienes participan en sus soluciones, también. Este tipo de patrimonio se divide en dos: mueble e inmueble.
Los bienes muebles son aquellos que pueden ser trasladados de un lugar a otro sin perder su carácter de bien cultural. Esta facultad de “fácil” traslado los convierte en muebles y se muestran en objetos arqueológicos, pinturas, carteles, cuadros, fotografías, obras de arte, libros, documentos, mobiliario, entre muchos otros objetos. Los bienes inmuebles viven en el suelo, están enraizados en él y son inamovibles. Además, en ese suelo desempeñan un papel definidor y contextual y, a su vez, lo que les rodea imprime personalidad propia al mismo bien.
¿A qué nos referimos con conservación?
La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural promovida por la UNESCO en 1972 indica que el patrimonio cultural (tangible) “está cada vez más amenazado por la destrucción, no sólo por las causas tradicionales de deterioro sino también por la evolución de la vida social y económica que las agrava con fenómenos de alteración o de destrucción aún más temibles”. Como una respuesta a esta situación, se ha considerado que los bienes que conforman este tipo de patrimonio deben ser conservados, adoptando así, nuevas disposiciones que establezcan un sistema eficaz de protección colectiva del patrimonio cultural con valor excepcional organizada de una manera permanente y basada en métodos científicos actuales. De modo que esta labor engloba a otras que se definen más adelante.
En consecuencia, entenderemos la conservación como el conjunto de diferentes operaciones que tienen por objeto evitar el deterioro del patrimonio cultural tangible y garantizar su preservación para transmitirlos a las generaciones futuras con toda la riqueza de su autenticidad. La conservación se integra con acciones preventivas, curativas y de restauración.
Entonces, la conservación preventiva alude a las intervenciones cuyo principal objetivo es crear condiciones que ayuden a evitar daños o pérdidas en los bienes y contribuir a prolongar el ritmo de envejecimiento de los materiales. A pesar de que las intervenciones de conservación preventiva no producen resultados visibles en los objetos, son esenciales para mantener las colecciones en buen estado. Como bien señala el dicho popular: “más vale prevenir que lamentar”.
En caso de que existan daños en el objeto, se aplican medidas de conservación curativa que contribuyen a la interrupción del deterioro y estabilizan el material, reduciendo el riesgo de que se produzcan más daños. Esta intervención es fundamental para mantener la cohesión de los diversos bienes muebles e inmuebles hasta que eventualmente se decida realizar una intervención más profunda (restauración). Estas acciones funcionan como «primeros auxilios”.
La restauración es, por ende, el conjunto de operaciones que actúan directamente sobre el bien. Estas actividades se aplican cuando el patrimonio ha perdido parte de su significado o características originales y se interviene de manera científica y rigurosa para transmitirlo a las generaciones futuras con toda la riqueza de su autenticidad. La restauración es la actividad extrema de la conservación.
Además, se incluyen otras dos acciones: la protección y el mantenimiento. En la primera se actúa desde cuestiones académicas, técnicas y legales que promueven la investigación, identificación (inventarios, catálogos y registros), resguardo, recuperación y difusión de los bienes materiales. La segunda aborda las operaciones permanentes que conservan la consistencia física de los bienes culturales, evitando que las agresiones físicas, químicas y/o biológicas aumenten su magnitud en demérito del patrimonio cultural.
En conclusión, la importancia de la conservación del patrimonio cultural tangible, y de todas las acciones que giran a su alrededor, radica en la preservación de los significados; los bienes materiales por sí solos carecen de un valor. Lo que en realidad se conservan son los recuerdos, los momentos, los sentimientos, entre otros aspectos que se manifiestan en la diversidad de objetos, monumentos y edificios. Conservar los bienes representa mantener vivo su espíritu que se compone de aquello que no podemos ver, pero sí sentir y el patrimonio cultural tangible es el punto que nos conecta a todo eso que nos es valioso y memorable.
Querido/a lector/a, con este artículo pretendo realizar dos tareas: la primera es proporcionar una definición de patrimonio cultural; la segunda es exponer el valor social que éste posee y que es, en un principio, el rasgo más importante porque es su esencia. Construir una definición de patrimonio cultural es algo escurridizo y los cambios que la sociedad sufre (sobre todo en la actualidad), nos llevan a optar por diferentes formas de apreciarlo. En ese sentido, existe una serie de acepciones que nos ayudarán a cumplir dichas tareas: lo podemos asumir como una propiedad que se hereda, como selección histórica, como sedimento de la parcela cultural y por último, como conformador de la identidad social.
Sobre ese entendido, dichas acepciones son acciones ejercidas desde lo humano, en su desenvolvimiento social conformadas por múltiples significaciones que adquieren diversos valores fundamentales para las personas dentro de una comunidad, de los cuales resaltamos el supuesto de que toda construcción social comienza desde lo individual. El individuo no nace miembro de una sociedad, sino que nace predestinado hacia la sociedad para después hacerse miembro y el patrimonio cultural entra en esa dinámica porque es reflejo de pertenencia e impulsa este sentido de identidad.
La identidad se forma por procesos socioculturales. Una vez que se cristaliza, se mantiene, modifica y (re)significa por las relaciones sociales, el patrimonio es, por tanto, prueba viva de ello. Dichos procesos, tanto en la formación como en el mantenimiento de la identidad, se determinan por el contexto sociocultural, entonces la identidad surge de una relación entre individuo y la sociedad, de manera que el patrimonio cultural es el ejemplo latente de esos vínculos y ahí se puede percibir lo esencial que le es el valor social.
En este reconocimiento, aunque sea a grandes rasgos, se puede diferenciar qué tipos de manifestaciones culturales producidas en sociedades por la humanidad son dignas de conocerse, de resignifcarse y preservarse por su relevancia social. Entonces deben considerarse aspectos importantes que comprenden criterios de carácter histórico, artístico, antropológico, legal, y otros, empleados en diferentes épocas y en cada sociedad para establecer el valor de los bienes y prácticas culturales; también se puede explicar cómo se han organizado las instituciones y las leyes dirigidas a garantizar su conservación y/o salvaguardia. Se vuelve susceptible justificar la intención educativa en los procesos de enseñanza-aprendizaje que han pretendido orientar en el conocimiento y la valoración del patrimonio cultural como símbolo de identidad y referentes de un grupo social y/o de una comunidad.
Asimismo, esto muestra cómo la idea de bien cultural se ha ampliado progresivamente, en ella se incorporan, además de monumentos y sitios históricos, obras de arte, tradiciones, lenguas repletas de conocimiento, elementos bibliográficos, materiales, formas de hacer, entre otros, cuya significación no tiene porqué ser solo la histórica, artística o etnográfica (por nombrar algunas), sino que son valiosos por referirse a manifestaciones de la actividad humana en general, en su interactuar y relacionar, por ende; en su significado.
Entonces se resalta un aspecto esencial en el patrimonio cultural, el cual refiere a las personas, a las comunidades que se apropian de y significan sus bienes, cuestión que se torna en un tema sensible y delicado. Siendo así que consideramos al patrimonio cultural como aquello que expresa la solidaridad capaz de unir a quienes comparten un conjunto de bienes y prácticas que los identifica. Suele ser (también) un elemento de complicidad social. Esto quiere decir que las personas y sus comunidades se hallan inmersas en una interminable interacción con los entornos donde habitan, esta dinámica conlleva a que la gente dote de significados a estos sitios, objetos y/o prácticas a partir de aquellas vivencias que dejan una huella indeleble en la memoria colectiva.
Gracias a este inherente valor es que ha despertado el interés de diversas disciplinas de estudio, por las formas de vida y esto ha permitido que el valor social sea visto como materia prima en la formulación de políticas y legislaciones en cuanto al patrimonio, sin embargo, hay todavía un gran trecho que recorrer para que podamos encontrar casos de éxito en cuanto a la distinción del valor social en los bienes y prácticas culturales.
Para finalizar, pareciera evidente la importancia de este valor, porque la cultura es resultado de las interacciones sociales y el patrimonio es reflejo de ello, aunque cobra mayor peso cuando la reflexión recae en la satisfacción del anhelo humano de reconocimiento y pertenencia, de tener un lugar en este mundo y fundirse en las historias, los sitios, los bienes y las prácticas.
Por Víctor Mendoza Wualdo, Miriam Valeria Núñez Velázquez, Antonio Paredes Orta, Samuel de Jesús Quintanar Aranda y María Fernanda Sánchez Tejeda
Introducción
El objetivo de ésta brevísima investigación documental es abrir el panorama para el entendimiento de la lógica del Geoparque de la Comarca Minera, no sólo desde la Geología y ciencias cercanas, sino en el impacto en la población del municipio de Mineral del Chico, además de vislumbrar los matices de la idea desarrollista del proyecto Estatal, el cual mediante la Secretaría de Turismo pretende renovar el proyecto para orientarlo a un turismo de especialidad, es decir: para investigación, exploración y aprovechamiento de recursos intelectuales en la zona, además de la expansión de los Geo productos: productos de origen local que pretenden ser exportados.
El presente texto es un acercamiento general al tema, desde la revisión documental y el primer intento por enmarcar conceptos y categorías que, desde la labor académica sean herramientas explicativas útiles. Al ser un fenómeno que sigue en desarrollo, sabemos que los alcances del mismo podrían cambiar de un momento a otro, pero eso no significa la invalidación del mismo, por el contrario, se enmarcaría dentro de los primeros antecedentes de intentos explicativos y argumentativos de este proyecto, particularmente en el municipio de Mineral del Chico.
Escribir sobre el proyecto del Geoparque tiene dos finalidades: la primera es hacer digerible para la sociedad en general la labor de la Universidad Nacional Autónoma de México1 en este proyecto; y dos, conocer a detalle las metodologías y técnicas propuestas para su intervención.
El texto que tiene usted en sus manos, es uno de los primeros trabajos realizados y publicados por un grupo de investigadores independientes del Estado de Hidalgo como parte de las actividades en su función de titulares del comité interestatal del Geoparque en el municipio de Mineral del Chico, Hidalgo tiene como intención, intervenir con respeto en cada una de las localidades y responder a las problemáticas particulares a fin de estimular un desarrollo socio-económico y de bienestar en el municipio.
Geoparques mundiales de la UNESCO
Los geoparques son conceptos de protección internacional que otorga la UNESCO2 a áreas naturales que cumplen con criterios específicos y se identifican como importantes por sus características geo ambientales y su relación con los grupos humanos a través de la historia. El objetivo de tal asignación es concientizar sobre las condiciones de vida de los grupos sociales que los habitan, reordenar el uso y aprovechamiento de los recursos naturales y mitigar los cambios climáticos y reducir la posibilidad de desastres naturales. En palabras de la UNESCO, con el geoparque se pretende que:
Mediante la sensibilización de la importancia del patrimonio geológico del área en la historia y en la sociedad actual, los geoparques mundiales de la UNESCO dan a la población local un sentimiento de orgullo de su región y fortalecen su identificación con el área. Se estimula la creación de empresas locales innovadoras de nuevos trabajos y cursos de formación de alta calidad, a medida que se generan nuevas fuentes de ingresos, a través del geoturismo, protegiendo al mismo tiempo los recursos geológicos del área. (UNESCO).
En la misma fuente se menciona que la metodología propuesta para alcanzar sus objetivos es clave para la conservación y continuación del proyecto, pero desde la revisión crítica de las ciencias sociales es pertinente mencionar que no hay claridad en la metodología que denominan de Arriba hacia abajo.3
Los geoparques mundiales de la UNESCO son establecidos mediante un proceso ascendente, que involucra a todos los actores locales y regionales relevantes y autoridades en el área (por ejemplo, dueños de las tierras, grupos comunitarios, promotores de turismo, pueblos indígenas y organizaciones locales. Éste proceso requiere de un compromiso firme por parte de las localidades locales, una fuerte asociación local múltiple con apoyo público y político a largo plazo, y el desarrollo de una estrategia integral que cumpla con todos los objetivos de todas las localidades, pero que a la vez exige y proteja el patrimonio geológico del área.4
Pareciera que la idea de la metodología de abajo hacia arriba es más bien, una extensión de sus objetivos pues no nos queda claro qué debe hacer un comité municipal para lograr una intervención adecuada de carácter local como la UNESCO sugiere. En dicha metodología se espera que cada comité trabaje 10 temas fundamentales y logre por lo menos 7 metas, expuestas en la siguiente tabla:
El reconocimiento de Geoparques a nivel mundial bajo esta categoría comienza en el año 2001, para 2004 cuando los 8 representantes de los Geoparques en China y 17 en Europa, se reunieron en la sede de la UNESCO para formar la Red Mundial De Geoparques, por sus siglas (GGN). La última modificación categórica tuvo lugar en el 2015 cuando los 195 estados existentes hasta ese momento se reunieron en la 38ª conferencia general y optaron por renombrar la red como Geoparques Mundiales de la UNESCO.
Un Geoparque Mundial de la UNESCO utiliza su patrimonio geológico, en conexión con todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, para mejorar la concientización y la comprensión de cuestiones claves a las que se enfrenta la sociedad, como el uso sostenible de los recursos naturales, la mitigación de los efectos del cambio climático y la reducción de los riesgos relacionados con los desastres naturales.5
La UNESCO pretende que a partir del reconocimiento de ciertas áreas como parques del mundo, se logre a corto, mediano y largo plazo, la sensibilización de la importancia del patrimonio geológico del área en la historia y la sociedad actual, dando a la población local un sentimiento de orgullo de su región y fortalecimiento de la identificación con el área. Se estimula la creación de empresas locales innovadoras, de nuevos trabajos y cursos de formación de alta calidad, a medida que se generan nuevas fuentes de ingresos a través del geoturismo, protegiendo al mismo tiempo los recursos geológicos del área.6
El Geoparque de la Comarca, comprende nueve municipios del Estado de Hidalgo: Atotonilco el Grande, Epazoyucan, Huasca de Ocampo, Mineral del Chico, Mineral del Monte, Mineral de la Reforma, Omitlán de Juárez, Pachuca de Soto y Singuilucan. Los criterios de la designación del Geoparque se tomaron a partir de las directrices internacionales propuestas por la UNESCO, en el mundo hay 127 Geoparques, distribuidos en 35 países, en México solamente existen dos: el mencionado y el Geoparque Mixteca Alta, en Oaxaca. Para el caso de la Comarca minera fueron considerados los valores históricos de cuatro ejes: el sistema epitermal (Ag‒Au) de clase mundial de Pachuca-Real del Monte; la localidad tipo de la tridimita y la cristobalita; los basaltos con disyunción columnar de Huasca de Ocampo (conocidos como Prismas Basálticos de Santa María Regla); y el patrimonio industrial minero, que comprende vestigios prehispánicos y haciendas de beneficio coloniales.
El proyecto para anexar el Geositio a la lista fué gestionado por la administración del entonces gobernador del Estado Francisco Olvera Ruiz (2011-2016), el proyecto argumenta el desarrollo económico para la región a partir de la preservación del espacio natural, el resguardo y rescate de las rutas mineras, así como el turismo como eje de desarrollo para las comunidades que forman parte de este espacio.
Actualmente (2023) no existe ningún tipo de regulación municipal, estatal o federal sobre ellos, aunque sí son reconocidos en los tres niveles como zonas de alta importancia por su historia social y geológica.
El geoparque se articula alrededor de una red de 31 Geositios cuyo propósito general es la geoconservación y el aprovechamiento turístico y educativo del Geopatrimonio.
Antecedentes del Geoparque
Desde el inicio del proyecto se planteó la creación de comités ciudadanos para la gestión de proyectos (financiados por el Estado) en el Geoparque, ya que este atraviesa zonas ejidales y comunales, en la planeación, éstos proyectos tienen un impacto en distintos niveles: el social, que incluye la sensibilización sobre el cambio climático, la preservación de la cultura, la educación y el económico, que se centra en el desarrollo turístico con un estimado de 500 mil habitantes beneficiados, repartidos en los nueve municipios. La creación de éste Museo Vivo es en la práctica, bastante difusa debido a la falta de parámetros de evaluación de políticas públicas concretas del tema que al momento de escribir estas líneas no existen, o no han sido publicadas.
De forma paralela a las acciones planteadas por el Estado (de Hidalgo), la Universidad Nacional Autónoma de México desarrolla, desde las investigaciones. En el territorio, las cuales son de carácter meramente científico orientado a la Geología y sus ciencias afines, aunque a inicios del 2022, se publicó un artículo sobre la percepción social de los paisajes en el Geoparque. Es pertinente mencionar que los alcances de su metodología son cuestionables en el sentido de la representatividad y pertinencia de la población encuestada.
Alberto Ken Oyama, secretario de Desarrollo Institucional de la UNAM, es quien abanderó el proyecto por el lado académico, por su parte Juan Carlos Mora, también investigador del área de Geofísica de la misma institución, sería el director científico del Proyecto Geoparque Comarca Minera de Hidalgo. Por la parte institucional, sería el entonces secretario de Turismo Sergio Baños quien, en convenio con Olaf Hernández, el responsable del área de Cultura presentó un plan de rediseño a la cultura en su respectivo período administrativo. Al inicio del proceso de validación (2017) el impacto estimado de beneficio es de 500 mil habitantes, teniendo al municipio de Huasca como nicho de operaciones para el plan de desarrollo sustentable como el manejo funcional de los residuos, la construcción de hortalizas y viveros orgánicos, también se contempló el saneamiento de las aguas superficiales del municipio.
El proyecto pretende también sensibilizar a la población sobre los efectos del cambio climático, el patrimonio y generar un sentimiento de cohesión social a partir del espacio, además de un desarrollo económico sustentable desde la elaboración y distribución de los Geoproductos, los cuales serían elaborados por empresas locales de forma artesanal, con estándares necesarios para la exportación y generar así, una estadística positiva en la creación de nuevos empleos. Para que un espacio pueda ser reconocido como Geoparque, es necesaria la validación de la UNESCO mediante una evaluación en formato rúbrica que contempla los elementos mencionados en párrafos anteriores. A partir de lo anterior, se consideraron 31 Geositios en un área de 1848 km2 repartidos en ocho municipios, los cuales comparten características de relevancia histórica social y natural siendo la ruta minera y las zonas de interés geológico las que fundamentan el proyecto, en el que se pretenden tres ejes: la protección, educación y desarrollo sostenible del área. En el caso del Geoparque de la Comarca Minera, el patrimonio geológico es denominado así por su importancia histórica, fisiográfica, geológica y diversidad de ecosistemas, flora y fauna, que lo hacen único en el mundo, adicional a ello, hay coyunturas culturales en la región que le dan forma a un espacio geo-social único.
Mapa 01: Lista de Geositios. Fuente: Comarca Minera Geoparque Mundial 2022
Reserva de la Biosfera Barranca de Metztitlán
San Miguel Regla
Traquitas El Guajolote
Aguas termales Amajac
Barranca de Aguacatitla
Cantera Tezoantla
Cerro de las Navajas
Cerro de San Cristóbal
Cristo Rey
Depósitos tobáceos Cubitos
Depósitos volcánicos El Chico
Estructuras volcánicas La Paila
Ex-Convento de San Agustín
Ex-Convento de San Andrés Apóstol
Ex-Hacienda La Purísima
Mirador Cerro del Lobo
Mirador Las Ventanas
Museo del Paste
Museo de Mineralogía
Obras mineras El Milagro
Panteón Inglés
Parque Estatal Bosque El Hiloche
Peña del Aire (Mirador El León)
Peña del Cuervo
Peña del Diablo – Piedra del Comal
Peñas Cargadas
Peñas Las Monjas
Presa El Cedral
Presa San Antonio
Prismas Basálticos
Reloj Monumental
Metodología de la evaluación del Geoparque
La UNESCO establece criterios de evaluación para admisión y renovación de la categoría, comprende también en las normativas la extensión y reducción del área, como herramienta, se utiliza un cuestionario a responder de forma autónoma y mediante la evaluación externa, dividido en seis partes para la evaluación externa y en cinco para la autoevaluación, se encuentran variables como: territorio, es decir la cantidad de sitios en el Geoparque, geodiversidad, importancia científica, educativa geoturística y cuántos sitios con esa característica, sobre si se contempla una perspectiva civil, un comparativo con otros Geoparques, sobre la infraestructura ecológica, la protección legal del territorio, mantenimiento del espacio, relación cultural y educativa, así como la difusión de éstos, de igual manera se evalúa su organización institucional y el plan de desarrollo mismo que comprende áreas importantes: relación y herencia cultural, desarrollo local, lazos comunales, estrategias de comunicación; enfoque al turismo y qué acciones se toman para el acceso al área, grupos de trabajo, cooperación comunitaria. Se evalúa la relación académica – científica en el medio, formas de comunicación referente a los museos y módulos de información. Se evalúa también la investigación académica y su relación con programas educativos en los distintos niveles y los recursos que utilizan para ello. El resto de rubros están enfocados al turismo y su relación con la profesionalización del mismo, cantidad de guías y visitas guiadas, la accesibilidad al parque y movilidad dentro del mismo. Finalmente, en el orden de la lista se evalúan las formas de socialización de la información del Geositio y las perspectivas de las y los visitantes.
Tabla 01: Rúbrica de evaluación externa. Fuente: UNESCO
Tabla 02: Rúbrica de evaluación externa. Fuente: UNESCO
En Octubre el 2022, se realizó el proceso de revalidación para los Geositios mexicanos y en ella participan especialistas del Consejo Mundial de Geoparques de forma externa al proceso, siendo ambos aprobados por un plazo de cuatro años, como lo indican las mismas cláusulas de la UNESCO, los resultados de la evaluación no se han hecho públicos en su totalidad, pues los convenios de investigación de la UNAM, quien desde un inicio tomó el mando del proyecto en la región, no estipulan la publicación de esos datos, aunque sí se dió a conocer en la gaceta de la institución el resultado positivo del dictámen. Destacando las capacitaciones sobre iluminación nocturna y astroturismo en Huasca de Ocampo.
El plan de desarrollo económico y turístico que acompaña al proyecto, se vió interrumpido por la pandemia en el año 2020, pero el plan de trabajo de la renovada secretaría de Turismo, contempla el acercamiento de las comunidades que, a diferencia del municipio mencionado no han sido integradas de la mejor manera a las actividades institucionales y académicas, con la reestructuración de los comités civiles para la gestión del Geoparque, los cuales se plantea, trabajen de manera conjunta con la academia e instancia estatal y municipal para ejecutar los planes de desarrollo económico-turístico y social dentro de la agenda general de la UNESCO.
Resignificación de los espacios rurales
El estudio de la ciudad es pertinente desde la Sociología porque es el espacio físico donde sucede la interacción social, es la representación material de las instituciones, la diferencia entre lo urbano y rural ha sido discutida desde diversas perspectivas, el INEGI define como rural, aquellas localidades con 2500 habitantes o menos, pero es una posición cuestionable, por lo que la propuesta es repensar al espacio rural no por su cantidad, más bien por sus dinámicas, a diferencia de las ciudades urbanas, el espacio rural no está planeado de forma geométrica, ni se distribuye de forma ordenada, lo rural responde a factores geográficos, es pues un error pensar que lo rural está obligadamente relacionado con el campesinado y viceversa, el caso de la Comarca Minera es un ejemplo claro de esta falsa relación, fundamentada en gran medida por el sentido común y el imaginario social. Las relaciones en el medio rural están en su generalidad marcadas por factores históricos que se plantean como una dicotomía con lo urbano, no podemos negar que existen transformaciones en las formas y modos de vida de lo rural con el progreso tecnológico de las ciudades y la estructura social en su totalidad, pero esto no significa que la relación entre estos dos tipos de espacios sea una especie de estadío, como se de una evolución se tratase, más bién podemos encontrar que las dinámicas se vuelven complejas en medida que se intercomunican con las dinámicas de lo urbano. La distancia por si misma, tampoco representa un factor determinante de lo urbano y rural; nuestra posición teórica está orientada a comprender que lo rural se encuentra en constante cambio a partir de las dinámicas sociales, mismas que se generan a partir de los cambios estructurales, económicos y sociales.
Es importante dejar en claro por qué nos situamos en el estudio de la ruralidad, no es una decisión arbitraria, es más bien por las características puntuales del territorio y por la necesidad de repensar los territorios para superar la idea dicotómica de lo urbano-rural, los tipos de relaciones sociales que suceden en estos espacios y su relación con el medio. Se propone observar este espacio bajo la lógica de la Nueva Ruralidad, comprendida en cinco aspectos principales: Demográfico, Administrativo, Legal, Funcional y Económico; mismos que se encuentran interrelacionados de tal manera que vuelven funcional el sistema social, adaptándose a dinámicas cambiantes, sea por los individuos y la adquisición de nuevos esquemas valorativos o por reestructuraciones que suceden desde las instituciones, como el Estado.
Es pertinente para el desarrollo del presente, mencionar ésta distinción pues, es aquí donde situamos el problema sociológico real desde una pregunta de investigación:
¿Desde dónde podemos analizar la relación del Geoparque con el resto de la comunidad? Pretender extender nuestro análisis a todos los Geositios y municipios que comprenden el proyecto de la UNESCO sería más que complejo además de errado, pues es necesario reconocer que todos los lugares tienen problemáticas puntuales, aunque sí podemos enmarcar la discusión en términos generales: los Geoparques son, entonces espacios donde las relaciones sociales típicas de los espacios rurales se ven coartadas por dinámicas externas. La injerencia de agentes externos al medio que resignifican los espacios genera, bajo la lógica del despojo y extractivismo vulnerabilidad a los actores que ya habitan esos espacios. Si bien, el proyecto se plantea desde la dirección de la UNESCO con una perspectiva holística, en este momento es imposible validar esos criterios comparándolos con la realidad social.
El proyecto de renovación de la estratégica turística que contempla el turismo de especialidad y las experiencias alternativas de consumo, aún no se pone en marcha por las secretarías correspondientes, lo cual puede ser una ventana de oportunidad para organizar planes de acción comunitaria enfocados a prevenir el extractivismo epistemológico, es importante y necesario rescatar el sentipensar y la acción comunitaria para formar relaciones horizontales.
Conclusiones generales
Hasta este punto se expuso el problema de forma general y situada a un espacio concreto, así como los antecedentes y el breve desarrollo de la situación, la falta de investigaciones y evaluaciones sociales del proyecto no debe tomarse como un detrimento para el análisis del mismo, más bien, da pauta a la generación de las mismas y la recolección de datos. El presente texto es el parteaguas de dichas investigaciones propias, para darle seguimiento al tema. Los terrenos inexplorados o poco desarrollados en materia sociológica no son, forzosamente campos de investigación y extractivismo, pero sí pueden ser observados de una forma simbiótica entre la labor académica y la labor civil. De igual manera marcar la brecha de nuevos enfoques de análisis, interdisciplinares y de fácil socialización es el objetivo final de este texto, que puede entenderse como una introducción al tema, que si bien, es amplio y complejo; la interacción social y académica con el Geoparque puede suceder
bajo otras ópticas como hasta ahora ha sido. El ejercicio futuro es continuar con la investigación integrando a la sociedad civil, pero sin perder la rigurosidad académica, esto con el único objetivo de elaborar proyectos de calidad con doble significado: el del avance dentro de las ciencias sociales y su acercamiento a la sociedad y el de integrar a las y los habitantes de la comunidad en los procesos científicos que suceden en el espacio físico de su territorio, es decir, en los lugares a los que pertenecen.
Notas
1 UNAM
2 La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia.
Espinosa Damián, G. & Meza Velarde, A. (2019, noviembre). Reconfiguraciones territoriales. En Entre el despojo capitalista y las Resistencias Comunitarias (1.a ed.). Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
García-Sánchez, L. et al. (2022). Percepción social de los paisajes del Geoparque Mundial de la UNESCO… Cuadernos Geográficos 61(2), 269-290
Gilly, A. & Rhina, R. (2009). Capitales, tecnologías y mundos de la vida: el despojo de los cuatro elementos. CLACSO.
Martínez Godoy, D. (2019, 20 diciembre). ¿La desterritorialización, una noción para explicar el mundo rural contemporáneo? Una lectura desde los Andes Ecuatorianos. Economía Sociedad y Territorio, 215-240.
González, S. & Larralde, A. (2013). Conceptualización y medición de lo rural. Una propuesta para clasificar el espacio rural en México. La situación demográfica de México