Los tesoros milenarios del desierto de Arizona
El parque nacional Organ Pipe Cactus National es una reserva de la biosfera al suroeste de Phoenix y ocupa un área de casi 134,000 hectáreas. Además, está rodeado por otros dos territorios protegidos: la Reserva Tohono O’odham y el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabeza Prieta; todos colindantes con la frontera norte de nuestro país. Si bien actualmente hay una barrera para vehículos de un metro y medio de altura, se planea convertirla en un muro de acero de casi diez metros con una cimentación de concreto de entre uno y tres metros de profundidad.
Aunque los investigadores y arqueólogos no han tenido tiempo de evaluar toda el área potencialmente afectada, se han identificado 17 sitios arqueológicos en riesgo tan sólo en un trayecto de 18 km dentro del Parque Nacional. De hecho, al menos una docena de tribus y grupos indígenas habitan (o han habitado) esta región en el desierto de Sonora desde antes que México y Estados Unidos siquiera existieran.
Aunque la mayoría de dichas culturas llevaba un estilo de vida nómada, los antiguos moradores dejaron a su paso herramientas talladas en piedra, tepalcates y otros artefactos que se han conservado extremadamente bien gracias al clima árido de la zona. Sin embargo, los vehículos todo terreno que utiliza la patrulla migratoria ha dañado algunos de los yacimientos arqueológicos.
16 mil años de migración
Aunque hoy en día la atención recae sobre los migrantes que buscan atravesar el desierto y burlar a la policía fronteriza, se calcula que la región ha estado habitada desde hace 16 mil años y alberga rutas prehispánicas de migración y comercio. De entre ellas, probablemente la más importante fue la Old Salt Trail.
La Old Salt Trail (o ruta vieja de la sal) fue una vía a través de la cual los pueblos indígenas recorrían el desierto de Sonora y comerciaban bienes como obsidiana, conchas marinas y, por supuesto, sal. Los misioneros y exploradores españoles en el siglo XVI siguieron este camino gracias a que brindaba acceso al oasis de los manantiales de Quitobaquito, y se convirtió en una de las rutas de colonización más importantes para esta región de Norteamérica.
Patrimonio vs política
Sin importar las alertas sobre el daño a estos yacimientos arqueológicos, la construcción del muro en esta parte de Arizona comenzó en agosto de 2019, en parte porque es un territorio de propiedad federal sin muchos obstáculos para la obra y porque es mucho más estable que el suelo húmedo a las orillas del Río Grande. Más aún, la edificación se han acelerado porque se busca tener una sección de 800 km para el otoño del 2020, justo antes de las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 3 de noviembre de ese año.
Pese a que durante los trabajos siempre hay un arqueólogo supervisando, las labores de excavación toman mucho tiempo. De esta manera, el uso de la maquinaria pesada necesaria podría destruir muchos yacimientos prehispánicos antes de que siquiera puedan ser estudiados. Aunado a eso, existe una advertencia de que incluso los antiguos manantiales de Quitobaquito (que se encuentran a 60 metros de la frontera) podrían secarse si se decide usar su agua para mezclar el concreto que necesita la cimentación del muro.
Si bien aún no inician los trabajos en la zona de Quitobaquito y las autoridades de Organ Pipe Cactus National Monument han reportado estar en conversaciones con los constructores, los planes no han sido alterados.
El reporte del Servicio de Parques Nacionales consta de 123 páginas y fue obtenido por el Washington Post; puede ser consultado aquí.
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Este artículo fue publicado originalmente en: Travesías, aquí.