Por Inés Pérez Guzmán
Cuando escuchamos hablar sobre Arqueología, lo primero en lo que solemos pensar, intentando evitar la manía imagen del Indiana Jones de turno o la Lara Croft venida a menos, es a alguien metido en un agujero lleno de polvo hasta arriba y armado únicamente con un pincel. Dejando a un lado la errónea imagen que solemos tener los arqueólogos en la sociedad, la Arqueología no sabe por arte de magia dónde tiene que excavar y qué cree que puede encontrar allí. La Arqueología sigue un método científico de estudio y los arqueólogos interpretan los restos según la teoría arqueológica con la que más están de acuerdo. Es así cómo esta ciencia ha ido evolucionando y cambiando a lo largo del tiempo y que ha dejado un rastro de ideas, interpretaciones e hipótesis que evidencian que la Arqueología como ciencia que estudia los restos del pasado, nunca dejará de creer y de avanzar.

Dólmenes de Antequera 1946. Fuente
La Arqueología surgió como una afición intelectual por parte de las clases más altas, como quien ahora se aficiona a la informática, te gusta y tienes ganas de aprender pero sabes que como intentes montar un ordenador tú sólo lo único que habrás conseguido es gastarte dinero en piezas que por mucho que las conectes no van a funcionar. Es por ello que numerosos hombres se lanzaron a la aventura de desenterrar “cositas bonitas”, que evidentemente ellos no desenterraban sino que pagaban a otros para que lo hiciesen por ellos y sólo se hacían la foto con el resultado final, metidos en un hoyo vestidos de traje, corbata y sombrero. Estos hombres con una gran diversidad de profesiones, desde arquitectos hasta ingenieros, se dejaron llevar por el romanticismo del momento. Uno de los ejemplos más famosos fue el descubridor de Troya y la máscara de Agamenón, Schliemann, alemán adinerado que se fue a la aventura únicamente con la Ilíada en la mano.

Schiemann y su esposa adornada con antiguas joyas. Fuente
Mi intención con este artículo es hacer comprender que la Arqueología no es únicamente esa profesión bonita y romántica que estudia e indaga en el pasado. La Arqueología es dura, ya no sólo por el esfuerzo físico que conlleva excavar, limpiar, estudiar y catalogar todo lo que la excavación nos da -desde la más leve piedra, trozo de hueso o de cerámica, sino también el estudio de la estratigrafía e incluso del estudio de lo que no se encuentra, que también es muy relevante- sino porque seguimos unas ideas y unas formas de entender e interpretar la Historia que no siempre pueden ser las mismas que la de otros colegas. Y para llevar a cabo todos estos procesos es necesario estudiar y conocer las teorías arqueológicas que se han venido escribiendo y las que se escriben en la actualidad ya que esta ciencia no debe quedar fosilizada en el tiempo, como el objeto que estudia. Citando a M. Johnson, son muy esclarecedoras e ilustrativas estas palabras:
“Lo que nos hace arqueólogos, en las antípodas de simples recolectores de trastos viejos, es el conjunto de reglas que usamos para transformar los hechos en relatos coherentes sobre el pasado; relatos que, para nosotros los arqueólogos, “tienen sentido” y que (esperamos) también lo tengan para la gente en general. Y tales reglas, sean implícitas o explícitas, son de naturaleza teórica. Los hechos son importantes; sin embargo, sin teoría los hechos permanecen completamente mudos.”
Antes de 1960, la Arqueología existente se podría denominar como “Arqueología Tradicional” y sus explicaciones sobre la prehistoria tendían a ser de dos tipos, por un lado secuencias cronológicas de culturas, y por otro, mapas llenos de flechas que indicaban migraciones o difusiones de ideas que evidenciaban cambios entre culturas. La prehistoria tradicional tenía muy poca explicación concreta de las razones de cambio, por ejemplo en el diseño de la cerámica o de los motivos por lo que una cultura se difundía. Binford, uno de los padres fundadores de la nueva corriente intelectual que guiaría a la Arqueología, denominaba esta forma de hacer prehistoria como una “visión acuática de la cultura”, es decir, cuando se producía una innovación por la razón que fuese en un lugar determinado, ésta tendía a desparramarse en todas direcciones movida por procesos de influencia o difusión como las ondas producidas por una piedra lanzada sobre la superficie de un lago en calma. En cada localización dada se podía encontrar determinadas ondas de influencia que la atravesaban.
Igualmente, recalco que esta caracterización de la arqueología anterior a los años sesenta es demasiado breve y simplificada, probablemente esta visión de la Arqueología pasada está sustentada en lo que los representantes de la Nueva Arqueología dijeron de ella.
Hasta 1960 la Arqueología creció, muchos autores afirman que anterior a esta fecha la Arqueología pasaba por una época oscura donde el debate teórico era nulo y que lo único que importaba era almacenar material arqueológico, en cambio otros autores afirman que sí que hubo debate y que la importancia del nuevo marco teórico era exagerada. Este marco teórico es la Nueva Arqueología o Arqueología Procesual.
La Nueva Arqueología nació entre las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX y fue una corriente de pensamiento que influyó considerablemente en la Arqueología anglo-americana. Los arqueólogos se encontraban insatisfechos con el tipo de Arqueología que se hacía en el pasado y que acabó cristalizándose en esta nueva corriente intelectual. La frase que puede describir mejor esta situación sería “debemos ser más científicos y más antropológicos”, es por ello que comenzó una revolución que ha llegado hasta nosotros y sigue avanzando.

Lewis Binford, uno de los padres de la Nueva Arqueología. Fuente
La Nueva Arqueología se caracterizó por seis puntos clave que serán expuestos con la mayor brevedad y simplicidad. El primero de ellos fue el énfasis que se puso en la evolución cultural. Este punto de vista lo que venía era a contraponerse al “punto de vista acuático” del que hablábamos antes, en el cual las ondas de evolución cultural se extendían por el mapa. En este caso, cada sociedad evoluciona interiormente sin tener que ser influenciado por nada o nadie, y donde los arqueólogos estudiaban su “trayectoria cultural” (término muy usado en los escritos de estos autores). El segundo punto es la teoría de los sistemas, es decir, la Nueva Arqueología entiende el comportamiento de las sociedades humanas como un gran sistema cultural en el que operaban numerosos subsistemas como el económico, el político o el ideológico, entre otros, y dentro de ellos numerosos subapartados. La Nueva Arqueología trabaja desde una perspectiva exclusivamente darwinista, por lo que la Cultura es un medio extrasomático de adaptación al medio. En tercer lugar, la cultura es adaptativa, para el arqueólogo K. Flannery, no se trataba de observar los objetos y aprender cosas a través de ellos sobre las culturas humanas, sino de reconstruir un sistema ecológico completo que había detrás, tanto de la persona como del objeto. Las nuevas actitudes con relación a la teoría avanzaron conjuntamente con las nuevas técnicas científicas, como la arqueobotánica, la datación por C14, dendrocronología, etc. En cuarto lugar se insistió en elenfoque científico, por lo que la contrastación científica de las hipótesis pasó a ser la medida por excelencia en el progreso de la arqueología. El quinto es la insistencia en el proceso cultural. Implica que hay que ser explicativos, más que descriptivos, hay que preguntarse por qué en vez de sólo cuándo; hay que indagar en los procesos fundamentales por ejemplo, más que estudiar la decoración de una cerámica, ver qué contenía y para qué era usada. Y por último, el fin de la exhaustiva excavación en sitios de renombre y donde se sabía que podía haber objetos bonitos, la Nueva Arqueología entiende que es necesario excavarlo todo y que ello nos dará una comprensión mayor de las culturas excavadas.
Estos podríamos decir que son los puntos clave de la Nueva Arqueología, pero dentro de ella los autores se fueron catalogando según sus intereses tanto intelectuales como ideológicos, por lo que surgieron“Arqueologías específicas” como el evolucionismo o el marxismo según sus ideologías y la “Arqueología de la muerte”, “Arqueología de género”, “Arqueología espacial”, etc. según su materia de estudio. Recalco una vez [más] que esta es una idea muy resumida y simplificada de lo que la Nueva Arqueología fue y supuso en el ámbito teórico del mundo arqueológico.
Pero como todo, con el tiempo la Nueva Arqueología dejó de ser “nueva” y empezó a surgir otra “nueva arqueología” denominada “Arqueología Postprocesual” surgida en los años 80. Al igual que la anterior, la Arqueología Postprocesual reunió a un gran número de intelectuales con pensamientos muy diferentes pero con intereses comunes. Ciertamente, muchos de los arqueólogos relacionados con esta etiqueta prefieren el término “arqueologías interpretativas” que incluye un énfasis en la idea de diversidad.
Probablemente, muy pronto se empezarán a crear nuevos libros y manuales que incluyan una “nueva” Arqueología, que con los años estará obsoleta. Y al contrario de lo que pueda parecer, todo esto es bueno ya que implica que la Arqueología nunca se queda estancada, sino que crece, se renueva o vuelve a coger ideas “antiguas” que se desempolvan y encajan mejor ahora que antes. Aunque los arqueólogos estudiemos el pasado, lo más antiguo, de lo que quedan únicamente restos, escombros, ruinas o incluso polvo, lo más vivo que hay en ese momento es la Arqueología.
Bibliografía |
BINFORD, L., R.. “En busca del Pasado. Descifrando el registro arqueológico”, Barcelona, Crítica, 2009 (edición original, 1983)
HERNANDO GONZALO, A., “Enfoques teóricos en Arqueología”, Enfoques teóricos en Arqueología, 1991
JOHNSON, M., “Teoría arqueológica. Una introducción”, Ariel Historia, 2000
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Fuente: Témpora Magazine de Historia. http://www.temporamagazine.com/teoria-arqueologica-mas-alla-de-la-pala-y-el-pincel/
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