CONVOCATORIA: ARK_MAGAZINE // PERÚ: DIVERSIDAD

ARK PERU-01

CONVOCATORIA //
ESPECIAL ARK_MAGAZINE
PERÚ: DIVERSIDAD

En concordancia con la visión internacional que se ha forjado a través de los años en nuestro proyecto editorial, identificamos la necesidad de profundizar en el análisis de las problemáticas patrimoniales en cada uno de los países que componen la llamada Latinoamérica. Es así que, acompañados por el antropólogo peruano Wilmer Mejia Carrion, inauguramos con el Perú esta serie de convocatorias dedicadas (por ahora) al continente americano.

El patrimonio peruano es muy vasto, tanto en lo cultural como lo natural, ninguna de las tres regiones del Perú: Costa, Sierra y Selva deja de tener un inmenso acervo cultural material e inmaterial, sin embargo, generalmente al Perú se lo asocia con los Incas, a través de Machu Picchu y las montañas, pero el PERÚ es mucho más que eso. Es por ello que, en este número especial de la revista ARK_MAGAZINE queremos hacer conocer lo diverso del país en todos los sentidos. Dentro de esta heterogeneidad de emociones, de texturas y de colores, se hace necesario abordar al patrimonio desde la DIVERSIDAD, pues, a pesar de todo este rico panorama, la reflexión sobre qué es el patrimonio cultural y natural, su patrimonialización e importancia, así como los diversos puntos de vista respecto a los proyectos, programas y sus resultados, son pocos.

Parte este número con una visión reflexiva de las problemáticas actuales sobre el patrimonio peruano para generar planteamientos críticos desde todas las posturas y disciplinas, bajo el marco de la «Diversidad», como eje y concepto de trabajo.

____

Límite para el envío de sus contribuciones: 30 de diciembre de 2019. Los lineamientos editoriales para los textos e imágenes están en la página:

https://arkeopatias.wordpress.com/quiero-escribir/

Dudas y comentarios aquí o al correo: arkeopatias@gmail.com

¡Ayúdenos a compartir!

#arkeopatías
#ark_magazine
#textossobrepatrimonio
#heritagetexts
#yesweark

DE LA CASA #92: LOS INDÍGENAS Y SU PATRIMONIO CULTURAL, DERECHOS Y OBLIGACIONES / JMG.

Por Julio Manzanares Gómez

DSC03246

Festival del Pendón. Chilpancingo, Guerrero. / Autor: Juan Tonchez

En septiembre de 2007 se proclamó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI). Al considerarlos vulnerables, la ONU se muestra preocupada porque los indígenas “han sufrido injusticias históricas como resultado, entre otras cosas, de la colonización y de haber sido desposeídos de sus tierras, territorios y recursos, lo que les ha impedido ejercer, en particular, su derecho al desarrollo de conformidad con sus propias necesidades e intereses”. En materia de patrimonio cultural, el artículo 31 de la Declaración establece en sus párrafos 1 y 2:

Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, las literaturas, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes visuales e interpretativas. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.

Conjuntamente con los pueblos indígenas, los Estados adoptarán medidas eficaces para reconocer y proteger el ejercicio de estos derechos.

Por su parte, la Constitución Política de México señala en el artículo 2o:

La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas.

Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres.

No obstante, el componente étnico fundamental de México es negado no sólo para satisfacción de un país históricamente racista, sino en beneficio de las políticas que al excluir a dicho sector acaparan o destruyen su patrimonio. En el estricto sentido de la palabra, si el patrimonio cultural encuentra vigencia, es en las comunidades indígenas porque en realidad a veces es el único patrimonio que poseen y les significa todo. Pese a los esfuerzos de la academia o la sociedad civil, a los indígenas primero se les compadece por susceptibles y sólo después se les respeta por diferentes (si se les compadece o respeta).

Aún en el siglo XXI la promoción constante de la inferioridad indígena encuentra sentido, para las elites, en la inconveniencia que representa el reconocimiento propio de la identidad como una realidad histórica. El conocimiento histórico es crítico y desemboca en la acción, hecho que incomoda a grupos dominantes (no sólo los indígenas padecen esta promoción de inferioridad y “conformidad con su realidad”, debe examinarse también la situación campesina). Sin embargo, hay una tendencia contraria, el indigenismo que a fuerza de compasión intelectual se vuelve proteccionista y que parte de un razonamiento similar al del clasismo: la supuesta inferioridad del otro.

A los indígenas ya se les reconoce “tener alma”, pero pocas veces la capacidad de resolver sus problemas históricos o culturales: se les niega la conciencia. ¿La tradición estorba al progreso o viceversa? En este debate que enardece las respuestas son radicales y mesiánicas, y el indígena, regularmente, no participa. La presencia indígena que reclama la inclusión social es vista como moda antineolioberal o como la insurrección de un titiritero que manipula a los indios. ¿O acaso se olvidaron ya los discursos de Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox acerca del EZLN y su vocero?

En octubre de 2001 el Seminario de Estudios Sobre Patrimonio Cultural —de las direcciones de Etnología y Antropología social del INAH— organizó el encuentro académico El uso social del patrimonio cultural. La memoria del evento, publicada con el mismo nombre, resulta ineludible para aproximarse a dicha temática. Los ponentes, la mayoría académicos del INAH, UNAM y ENAH, dieron a conocer distintas problemáticas, sobresalieron las solucionadas por la academia y las agravadas por el gobierno. En materia de comunidades indígenas y patrimonio cultural, una ponencia resulta reveladora y crítica al proceder de los propios indígenas y al ser escuchada por el gremio académico: “De las cosas que uno se imagina cuando nos invitan a encuentros académicos.”

Un representante (indígena) del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) del DF, lee, aplaude la iniciativa de los organizadores y “dándole hilo al papalote de nuestra imaginación” supone que los asuntos que se debatan y convengan tendrán “un peso específico de carácter político, por más que se discutan desde el ámbito de la academia”. Acerca de ésta, no deja de expresar sus expectativas:

Así como imaginamos que la antropología tiene suficientes bases para proponer soluciones a los problemas nacionales (y eso lo pensamos porque los del INAH dicen que son profesores de investigación científica), igual imaginamos que muchos antropólogos desde su trinchera académica trabajan efectivamente para eso, o sea, para proponer esas soluciones y ejercer así su papel de científicos deshacedores de entuertos y otras galimatías sociales.

Al portavoz del FZLN le entusiasma que los especialistas del patrimonio cultural “discutan ─una vez más─ los usos que puede ─o debiera─ tener; mucho mejor si los análisis se abordan en su perspectiva jurídico-legal, social y desde luego, antropológica que tanta falta nos hace; sobre todo, si encuentros como éste, cuentan con un eventual camino para instrumentar las posibles soluciones a los problemas que se analizan”.

Del sarcasmo a la solemnidad, la ponencia va y viene, pero hace énfasis en un punto medular: la necesidad de recordar y cumplir Los Diálogos de San Andrés, firmados en febrero de 1996 por el gobierno federal y el EZLN. Se detiene en el documento (3.2 Acciones y medidas para Chiapas) que recomienda al INAH revisar las disposiciones para:

  • Reglamentar el acceso gratuito de los indígenas a los sitios arqueológicos.
  • Dar a los indígenas la debida capacitación para poder administrar ellos mismos los sitios.
  • Otorgar a los pueblos indígenas parte de las utilidades turísticas que generan dichos sitios.
  • Dar a los pueblos indígenas la posibilidad de utilizar los sitios como centros ceremoniales.
  • Proteger los sitios cuando estén amenazados por megaproyectos de desarrollo turístico o saqueo hormiga.

En el documento está plasmado un argumento primordial de la vida indígena:

Una condición fundamental del desarrollo es la relación de los pueblos indígenas con la tierra. Atendiendo a la especial significación espiritual de ese elemento y a su altísimo valor simbólico, debe garantizarse plenamente el derecho de las comunidades y de los pueblos indígenas a la integridad de sus tierras y territorios, sí como a la preservación y uso racional del hábitat.

¿Por qué recuerda el FZLN este punto a los investigadores del INAH? La explicación también es denuncia:

Porque si nos damos cuenta que casi siempre ocurre que, tanto el desarrollo de proyectos de investigación arqueológica como las declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, se hacen al margen de los pobladores que se ven con ello fuertemente afectados en su elemental sobrevivencia, desde el momento en que la integridad de sus tierras y territorios y la preservación de su hábitat, están expuestos a drásticas alteraciones por las actividades del INAH.

[…] pareciera que se privilegia la protección del sitio histórico edificado como lugar de vida y acción económica, política y social, por el indio muerto, sin importar el uso social de esos territorios donde el indio vivo apenas sobrevive.

Sin embargo el FZLN piensa que esto puede resolverse si primero se platica con las comunidades que serán afectadas (con dichos proyectos y declaratorias) y se les toma en cuenta para definir los lineamientos a seguir. Es decir, los indígenas afirman su apertura al diálogo, pero insisten en ser tomados en cuenta.

Para terminar su participación, el representante cuestiona también si “existe toda claridad necesaria en el gremio antropológico para comprender que todos los análisis, discusiones y conclusiones tomados” pueden ser usados en dos vertientes: una en favor de las imposiciones de los poderes Legislativo y Ejecutivo y otra en favor de una conciencia política democrática con posibilidad de establecer el diálogo. De no ser así, subraya:

Imaginamos que eso sería muy contraproducente para el diálogo porque entonces, otra vez, desde el escritorio se pretendería elaborar las políticas públicas, sin considerar a los sectores que sufren los problemas que se quieren resolver. Ahí se acabaría cualquier diálogo, y entonces los científicos sociales serían algo así como instrumentos para contradecir y obstaculizar el intento de construir una nueva relación entre los diversos sectores de la sociedad y el gobierno.

Cada vez más consciente del mito del nacionalismo y de la realidad atroz del capitalismo, en los últimos años la academia ha ido reconociendo la legitimidad de las comunidades (indígenas y no indígenas) sobre su patrimonio cultural y ante todo, la necesidad de que ellas mismas lo protejan. Desde los años ochenta del siglo XX se les insta (como a la sociedad en general) a hacerse responsables de él, pero en los albores del nuevo siglo falta aclarar todavía cuáles son sus derechos sobre el mismo. Tienen el Estado y la academia una tarea impostergable.

____

Fuentes:

Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, art. 2 (vigente a 2014)

FZLN-DF, “De las cosas que uno se imagina cuando nos invitan a encuentros académicos”, El uso social del patrimonio cultural, Sánchez Alaniz, José I. y Susana Gurrola (coords.), México, Ediciones Quinto Sol, sf., pp. 103-108.

ONU, “Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”, http://daccess-dds-ny.un.org.

____

Sobre el autor: Egresado de la UNAM de la licenciatura de Comunicación y Periodismo, vinculado desde hace diez años a temas referentes al patrimonio cultural  e involucrado en proyectos de investigación del INAH en la línea de difusión.

____

Versión para imprimir y descargar aquí //

ArKeopatías opera bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento – NoComercial – Compartir Igual 4.0 Internacional License, por lo que agradecemos citar la fuente de este artículo como: Proyecto ArKeopatías./ “Textos de la casa #92″. México 2015. https://arkeopatias.wordpress.com/ en línea (fecha de consulta).

Estudio de la SEP revela que quienes estudian humanidades tienen más probabilidades de terminar como vigilante o chofer

mujer-taxista-df-620x310

Cuatro de cada diez profesionistas en México trabaja en una actividad que no está ligada a la carrera que estudió; pero quienes terminan buscando un ingreso como taxista o vigilante son los antropólogos, etnólogos, arqueólogos, historiadores, geógrafos, geólogos, agrónomos o ingenieros químicos industriales.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hasta el último trimestre de 2009, 37 por ciento de los mexicanos que cuentan con estudios superiores trabaja en ocupaciones no profesionales, fenómeno que se acentúa ligeramente entre las mujeres.

El subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, explicó que ante la crisis económica, que el año pasado dejó sin empleo a más de 400 mil profesionistas, algunos se vieron obligados a obtener un ingreso como operador de transporte o en tareas de protección y vigilancia.

El funcionario detalló que la falta de oportunidades de empleo, sobre todo en áreas donde no hay mucha oferta, ha ocasionado que algunos profesionistas se inserten en actividades no profesionales y que no exigen calificación alguna para su desempeño.

Tras un análisis de la situación de los profesionistas y el mercado laboral de los últimos tres meses de 2009, la subsecretaría de Educación Superior detectó que 14 por ciento de los antropólogos, arqueólogos y etnólogos laboran de taxistas o guardias de seguridad.

Lo mismo ocurre con 11 por ciento de los historiadores; 10 por ciento de los ingenieros en topografía, hidrografía y geología; y cinco por ciento de los ingenieros químicos, industriales y de alimentos.

En contraste, los profesionistas que menos recurren a esta ocupación son los químicos farmacéuticos, enfermeras, doctores, físicos, músicos, ingenieros metalúrgicos o egresado de turismo, nutrición y danza.

En cuestión de género, las mujeres están en mayor desventaja. Mientras que 38.5 de las universitarias se emplean en oficios ajenos a su formación, dicho porcentaje se reduce a 34.6 por ciento entre los varones.

Con base en este cuadro comparativo de la proporción de profesionistas por carrera que se emplean como operadores de transporte o vigilantes, revela que las áreas sociales ligadas al estudio del hombre y de su entorno son las que más complicaciones tienen para insertarse en el mercado laboral.

En consecuencia, son los universitarios que más se ocupan como operadores de taxi, microbús o vigilantes debido a que no tienen otra opción.

Así, un egresado de Antropología, Etnología, Arqueología, Historia o Ingeniería Química corre mayor riesgo de no ejercer su profesión y de ocuparse como operador de transporte o guardia de seguridad.

En otras palabras, son las carreras que más taxistas y vigilantes preparan durante cuatro años de educación superior.

Ante esta situación, no es extraño que en nuestro país una persona sin estudios o que no terminó la primaria tenga más oportunidades de encontrar un empleo que un profesionista.

Datos de la misma SEP, muestran que en México la tasa de desempleo abierto de la población sin estudios o con primaria incompleta es menor a la de la población que estudió una licenciatura o ingeniería.

En el último trimestre del año pasado, la tasa de desocupación general en el país fue de 6.2 por ciento; mientras que para los profesionistas fue de 5.7 por ciento.

En cambio, esta desocupación fue menos grave para las personas que no tienen estudios, ya que el desempleo en este sector fue de 2.7 por ciento, y para los que no concluyeron la secundaria la posibilidad de estar desempleada se redujo a cinco por ciento.

Fuente: http://www.dossierpolitico.com/vernoticiasanteriores.php?ar2596&relacion=dossierpolitico

Ya casi…

Yacasi

PRESENTACIÓN REVISTA TEXTOS ARKEOPÁTICOS EDICIÓN ESPECIAL [¡versión impresa!]

Cartel Presentación Revista ArKeopáticos impresa