DE LA CASA #106: MANUEL GAMIO Y EL CINE EN LA INVESTIGACIÓN ANTROPOLÓGICA, EL DOCUMENTAL EN MÉXICO / JMB.

Por Julio Manzanares Brecht

México, principios del siglo XX. El caso de Manuel Gamio acerca del uso documental del cine es un hecho excepcional, pues comprendió el potencial científico de aquel medio. Él mismo filmó sus investigaciones arqueológicas y antropológicas, y escribió un guión con temática prehispánica. Fue un crítico del cine y los medios que trataban la historia nacional, ya que consideraba que la destrozaban despiadadamente. No obstante sus propuestas y afanes, en los siguientes años del cine mexicano la tendencia de destrozar la historia persistió y su uso documental fue casi nulo. La Época de Oro tuvo otros alcances, muy alejados de intenciones académicas. Hoy, del cine nacional que se considera antropológico, se debe decir que mucho se realizó involuntariamente y que el documental, en todas sus vertientes temáticas, repunta con muchos esfuerzos en el siglo XXI.

Manuel Gamio / Fuente: Impacto.mx

En la segunda década del siglo XX Manuel Gamio dio a conocer su propuesta acerca de la investigación integral, una perspectiva novedosa que reconocía el potencial y la necesidad de los trabajos con enfoque multidisciplinario. Consideraba que todo dato podía aportar al entendimiento. El estudio de las comunidades indígenas debía contemplar no sólo el medio físico y el entorno social con todas sus aristas, sino su desarrollo histórico, desde el pasado hasta el presente. Par ello, se necesitaba del conocimiento de diversos especialistas.

El considerado padre de la antropología mexicana iba más allá de la teoría, los resultados de la investigación tenían una utilidad social palpable, de ellos debían surgir líneas de acción que aportaran al mejoramiento de la situación de las comunidades. Su interés no sólo se focalizó a los indígenas de México, su afán abarcó todo el continente y su actividad de investigador le permitió conocerlo en gran medida. Por esta razón, fue capaz de comprender las problemáticas y de plantear soluciones bien fundamentadas. Gamio era un nacionalista y un impulsor del indigenismo desde una perspectiva consistentemente científica.

El también arqueólogo, llevó a la práctica su propuesta teórica, en sus trabajos recurrió a múltiples especialistas y técnicas innovadoras. Los registros fotográfico y cinematográfico fueron de gran apoyo para el desarrollo de sus labores. Gamio comprendió que el cine podía ser un importante instrumento para la comprensión y difusión de la arqueología y la antropología. Él mismo documentó fílmicamente sus trabajos, por ejemplo los del valle de Teotihuacán, desarrollados entre la primera y segunda década del siglo XX, que se convertirían en modelo fundamental para el desarrollo de la investigación arqueológica.

Aurelio de los reyes en su obra Manuel Gamio y el cine, afirma que el caso de este académico “es excepcional en la historia del cine mexicano de la etapa muda, puesto que usó al cine como documental científico en apoyo a la investigación”. De hecho, cuando Gamio representó a la Dirección de Antropología (1917-1924), -de la entonces Secretaría de Agricultura y Fomento-, y cuya creación él mismo impulsó, promovió la realización de documentales sobre cuestiones indígenas y arqueológicas, insistiendo en su excepcional utilidad.

Siempre atento a las expresiones y estudios de la cultura, Gamio en 1920, acerca de la película muda Cuauhtémoc, dirigida por Manuel de la Bandera (1919), expresó su desacuerdo con el cine que trataba la historia de México. Aunque De la Bandera con su trabajo pretendía dar a conocer las costumbres, tradiciones y leyendas, desmitificando ante el mundo “la imagen de salvajes que se le daban a los mexicanos”, para Gamio los resultados del trabajo del cineasta no estaban a la altura de sus buenas intenciones.

Con vehemencia, el antropólogo propuso entonces una “cruzada sin cuartel en contra de esos falsos nacionalistas, sin parar mientes en sus sentimentales propuestas de patriotería insípida y trastocada”. En su crítica, Gamio habla en general de los medios y géneros que tratan la historia de México, acerca del cine refiere el trabajo poco profesional en las argumentaciones, de lo risible de la ambientación y la imprecisión de los datos históricos:

Con rarísimas excepciones, en dramas, óperas, novelas, poemas y películas se destroza despiadadamente la vida histórica, brillante y original, de los mexicanos anteriores de la conquista: arcos, flechas, plumas de guacamaya y hasta de avestruz forman la indumentaria; sonsonetes letárgicos y alaridos que acompaña repiqueteo desgarrador hacen la música; al pide de ídolos repugnantes sahúman bracerillos apócrifos, enrojecen charcos de sangre y, flotando aquí y allá, corazones con cuchillos de pedernal clavados lesa es la región; colorines, dientes humanos y huesos de frutas silvestres, el adorno.

Más allá de la crítica, el autor de diversos libros renombrados, entre ellos Sembrando patria, utilizó los recursos audiovisuales en una vertiente educativa y no sólo como un medio de entretenimiento. De hecho, confiado en su capacidad y fiel a su idea de la utilidad académica del cine, escribió un guión con temática histórica, Tlahuicole, que relataba la historia de este guerrero tlaxcalteca nacido en 1497, recordado por su valor en las guerras floridas y por el beneplácito que le rindió el mismo Moctezuma II.

Escenas de Cuauhtémoc de Manuel de la Bandera, 1919 / Fuente: Manuel Gamio y el cine.

Como refuerzo a la labor de la Dirección de Antropología en el país, en algunas comunidades donde él y su equipo trabajaron, por las tardes se proyectaban filmes que facilitaba la Secretaría de Agricultura y Economía de EU. Las industrias, el cuidado de animales o técnicas de cultivo, eran algunos de los temas de las proyecciones, seleccionadas de acuerdo a los intereses específicos de las localidades. Las películas se complementaban con las conferencias de especialistas que aclaraban las dudas o profundizaban las explicaciones.

La Secretaría de Agricultura del país se apoyó en Gamio y escuchó algunas de sus propuestas. Se realizaron documentales cinematográficos acerca de algunos pueblos. Debido a que había diversas personas y países interesados en conocerlas, se propuso que se vendieran. No sólo importaba ampliar las posibilidades de difusión, sino que por medio de las ventas se recuperara la inversión que hacía el gobierno y se favoreciera a las localidades donde se habían realizado.

Después de la experiencia con el cine como medio documental, Gamio se motivó a hacerlo en Teotihuacán, tanto en apoyo de su trabajo de investigación como en beneficio de la comunidad. En 1922 se publicó La población del valle de Teotihuacán, libro que reúne los resultados de su intensa y amplia labor en la zona. Al trasladarse al cine, de manera sintética, la obra mostraba tres aspectos: el entorno natural, la relación de la población con el medio y los recursos, y la dinámica sociocultural.

Posteriormente, se filmó otra película que el antropólogo había propuesto, se rodó en el sureste de México y se concentró en las ciudades prehispánicas de Uxmal, Chichen Itza y Palenque. La dirección fue de Gamio, pero la realización fue responsabilidad de Franz Blom que trabajó para la Dirección de Antropología. A este ingeniero danés le fue encomendada una gira por Europa y EU para exhibir las películas más relevantes de la dependencia. Generalmente se exhibían las de Teotihuacán y el sureste, que mostraban no sólo los sitios arqueológicos, sino la dinámica cultural de las poblaciones.

No obstante las pretensiones y objetivos científicos de Gamio, la tendencia en el cine mexicano de “destrozar despiadadamente la historia” persistió y se afianzó en los siguientes años, debido no sólo a la imprecisión documental, sino a los francos enfoques propagandísticos y pintorescos tan normalizados. Aunque existían materiales fílmicos con valor de registro que abordaban aspectos nacionales, por ejemplo los referentes a la Revolución, estos no se tenían en el país o no se conocían por un público amplio.

Durante la llamada Época de Oro del cine mexicano (1936-1959, aproximadamente), el tratamiento de los temas históricos fue recurrente, pero la intención documental no fue un objetivo de importancia como sí lo fue glorificar y moralizar la historia patria y exaltar el folclor en una dimensión excedida y deformada. Aunque existen notables y escasas excepciones, aquél cine fungió como propaganda oficialista o recurso didáctico, ocasionalmente sensacionalista y parcial. Importaron sólo algunos caudillos, episodios trágicos o jocosos y lugares emblemáticos.

No sólo en el cine, sino en la dinámica del país, el momento histórico era contradictorio, ya que pese al intento de integrar el indigenismo al discurso nacionalista, el menosprecio por lo indígena (unas veces discreto, otras no), fue una constante. Algunos gobiernos, el de Lázaro Cárdenas por ejemplo, utilizaron el cine con intención documental, pero ante el propósito propagandístico se debilitó dicho carácter. El cine no se convirtió en un medio reivindicativo o al menos informativo, puesto que otros temas y abordajes eran los que interesaban en mayor medida.

Aunque en los años cuarenta tomaba fuerza la idea de realizar cine documental (Gamio lo propuso desde los veinte), los intentos resultaron inconsistentes porque la creación cinematográfica estaba sujeta en cierta medida a las necesidades de Estado y al nacionalismo de los creadores. Los autores del libro Cine antropológico mexicano, excelente esfuerzo por documentar este tipo de cinematografía, explican:

Es hasta los setenta cuando se estabilizan las bases del cine antropológico y etnográfico, cuya producción comienza a realizarse de forma sistemática a través de entidades oficiales, como Conacine y Conacite, pero especialmente el Centro de Producción de Cortometrajes, desde la que se gestó un nutrido número de filmes de enorme relevancia antropológica y etnográfica. Más tarde estas entidades serían absorbidas por el Instituto Mexicano de Cinematografía y los fideicomisos que el dan forma a la participación estatal dentro de la producción cinematográfica.

No sólo las instituciones descuidaron la utilidad documental del cine, sino que los propios realizadores enfocaron sus obras a la creación de una imagen de México y los mexicanos que, por un lado glorificaba la historia, la cultura y el paisaje, y por el otro los denigraba a través de estereotipos atorados en el melodrama o la tragicomedia. Ahora importaba la industrialización, la creación de películas taquilleras y el cultivo, al amparo de la pantalla, de ídolos nacionales populares. Todo esto sucedía en la Época de Oro sin importar que fueran buenos o malos actores, buenas o malas historias.

La calidad y la importancia del guión sucumbían ante el personaje atormentado, pícaro o severo, o ante el éxito del sketch y el tema musical insertos en la película. Es cierto que el cine determinaba comportamientos y actitudes, reforzaba estereotipos y penetraba sin reserva los imaginarios. No obstante, cumplía funciones y asomarse al contexto de las creaciones cinematográficas, permite rastrear las necesidades sociales y políticas del periodo. Hoy aquél cine, como espejo del momento y del lugar en que se creó, nos revela mucho de nosotros en un plano histórico y sociocultural.

El cine encontró en la “realidad nacional”, aunque tendiera a deformarla e idealizarla, un amplio material para crear historias o para registrarlas. La antropóloga Elisenda Ardévol señala con acierto que “Todo cine, desde el documental hasta la ficción, es una introspección de nuestra propia vida cultural” porque proyecta la manera de ser, vivir, sentir y comportarse. “Un film es una visión de nuestras propias pautas culturales, nos indaga e interroga sobre la realidad experimentada, expresada en una imagen reflexiva”. El cine nos da referentes introspectivos e incluso configura “la propia imagen que nos da la imagen de nuestra imagen”, asegura Ardévol.

¿ Y qué pasó con Gamio, Tlahuicole y sus propuestas?

Regresemos al primer tercio del siglo XX. En cuanto a la apuesta por la utilidad científica de la cinematografía, Gamio hizo lo que estuvo a su alance, de hecho, usó las artes escénicas con los mismos fines. Tlahuicole, antes de ser adaptada al cine, se presentó en teatro. Para lograr el montaje se apoyó en pintores, fotógrafos, arquitectos y otros especialistas. La creación de vestuarios, escenografía, indumentaria y decoración, a decir del antropólogo, fueron basadas “en el estudio científico de los monumentos arqueológicos, de los códices o pinturas jeroglíficas indígenas, de las leyendas y de los relatos históricos de origen prehispánico”.

La puesta que contaba la historia de aquel connotado dirigente del ejército tlaxcalteca (Tlahuicole), se estrenó en marzo de 1925, en un auditorio montado al aire libre en Teotihuacán. La obra tuvo tal éxito que una de las presentaciones fue filmada para llevarse a una exhibición en los ángeles. Ahora, sólo quedaba pendiente la adaptación al cine, sin embargo Tlahuicole no se logró llevar a la pantalla (en su libro Manuel Gamio y el cine, Aurelio de los Reyes detalla el hecho).

Por su parte, el material fílmico de las investigaciones del también arqueólogo se perdió o no se tiene localizado, y su propuesta acerca de la utilización científica del cine no tuvo mucho eco, aunque como ya se vio, impulsó la creación de algunas películas. Sólo después de varias décadas el uso documental del cine en México se consideró con seriedad y mucho después se comenzó a apoyar, pero para ello tuvimos que esperar el término del siglo XX. No obstante, un hecho se debe destacar, existen películas que sin intenciones en su origen, con el paso del tiempo cobraron valor documental. En el presente son joyas cinematográficas o documentos de incalculable valor en las vertientes histórica y cultural.

Se considera actualmente que existe un cine antropológico en México: aquel que documenta de manera fílmica los comportamientos y actitudes humanas, así como el carácter de los grupos culturales. Regularmente tiene por escenarios básicos el universo indígena, el mundo rural y el espacio urbano. Sin embargo, poco de ese cine fue creado con intenciones documentales y el carácter de antropológico o etnográfico lo cobra ante el dictamen de los especialistas. Sin importar si se entrelaza la realidad y la ficción, registra un contexto, de ahí su importancia.

Aunque muy lejos de las ambiciones científicas de Gamio, sin titubeos hoy se reconoce la importancia del cine documental en todas sus vertientes temáticas, pero su producción aún es exigua como históricamente lo ha sido. Diversos gobiernos, instituciones y organizaciones lo impulsan, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sirve de ejemplo. En los últimos años procura aumentar la producción de documentales antropológicos y cápsulas informativas, sin embargo su interés a veces se centra sólo en dar constancia de su labor o en promover destinos para el viajero. La importancia de mostrar la ciencia que desarrollan sus especialistas queda desplazada por la necesidad de exhibir el informe de labores.

Lo anterior sucede porque el trabajo institucional se sujeta a las exigencias de gobierno y porque además, aunque no se crea o no se quiera, el sistema político económico mundial también determina líneas temáticas en este tipo de cine. Antes fue el nacionalismo, de modo general, el motor creativo en la cinematografía, hoy la visión globalizadora se impone con todas sus intenciones comerciales. Debido a que el cine documental no tiene como principal objetivo el entretenimiento, no cuenta con grandes públicos y por ello no motiva mecenazgos. Muchas producciones sin recursos, son las que precisamente abordan temáticas culturales.

En la actualidad existen programas de apoyo y se lanzan convocatorias, algunas contemplan la categoría de documental de patrimonio cultural, por ejemplo. Con el tiempo, tal vez, el número de creadores interesados en el tema aumente, pero sobre todo, quizá, próximamente haya un público numeroso interesado en estos contenidos. También es posible, si esto sucede, que la propuesta de Manuel Gamio y su memoria queden honradas, pues el cine sería un excelente medio para documentar y difundir el patrimonio cultural y para beneficiar a las comunidades que lo detentan.

Fuentes (para saber más del tema)

  • Ardévol, Elizenda, “El video como técnica de exploración” en Antropología de los sentidos, Pérez A. Sánchez y Martos R., Celeste Ediciones, Madrid, 1996.
  • De los Reyes, Aurelio, Manuel Gamio y el Cine, UNAM, México, 1991.
  • Gamio Manuel, La población del Valle de Teotihuacán, UNAM, México 1985.
  • González Gamio, Ángeles, Manuel Gamio: una lucha sin final, UNAM, México, 2003.
  • Gonzáles Rubio, Javier; Lara Chávez, Hugo, Cine antropológico mexicano, INAH, México, 2009.
  • Matos Moctezuma, Eduardo, Manuel Gamio: arqueología e indigenismo, SEP, México, 1973.
  • Monsiváis, Carlos, Pedro Infante. Las leyes del querer, Raya en el Agua, México, 2008.

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Sobre el autor: (Ciudad de México, México – 1983) Licenciado en Comunicación y Periodismo por la UNAM, especializado en prensa escrita y en temas culturales e históricos. Colaborador de distintas publicaciones. Desde 2005 trabaja lo concerniente a la investigación, protección y difusión del patrimonio cultural y natural. Ha participado en distintos proyectos de investigación del Instituto Nacional de Antropología Historia, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma Metropolitana. En colaboración con distintos especialistas, ha realizado videos documentales referentes al patrimonio cultural y natural, los museos comunitarios y la diversidad marina./

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DE LA CASA #77: VALORANDO EL PATRIMONIO MÁS ALLÁ DEL OBJETO / WMC.

Por Wilmer Mejía Carrión

Resumen:

El artículo trata sobre cómo durante el periodo de gobierno municipal del 2011- 2014 en la ciudad de Lima, capital del Perú se ha intentado socializar el algunos monumentos arqueológicos (denominados huacas) mediante una serie de acciones como la de poner una pantalla de cine para llamar la atención de los vecinos aledaños. Sin embargo los resultados son poco satisfactorios, el autor plantea que esto se debe al desconocimiento y confusión sobre las definiciones de bien cultural y patrimonio cultural.

Palabras Clave: Monumento arqueológico, patrimonio cultural, bien cultural, valor simbólico, Lima.

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La huaca no está en la pantalla

Durante la gestión de Susana Villarán (2011- 1014) se hizo una buena inversión en la implementación de una serie de actividades culturales que contribuyeron a que la ciudad de Lima fuese foco de festivales y encuentros de nivel latinoamericano[1]. Así, desde la Municipalidad de Lima se realizaron numerosos proyectos, se mejoraron los parques zonales, se creó centros culturales dentro de tres de estos[2] y entre otras cosas más se iniciaron una serie de acciones a favor de la preservación y cuidado del patrimonio arqueológico de la ciudad[3]

Lima, 02 de abril 2013Golondrinas que se desviaron de su recorrido están siendo rescatadas por veterinarios. Fotos : Yael Rojas

Foto 1. ¿Ver “Buscando a Nemo” contribuye a la socialización del patrimonio arqueológico? Fuente: limaenescena.blogspot.pe

Particularmente aplaudo las acciones culturales, pues Lima, desde la época del Alberto Andrade (1996 a 2002) no había tenido una gestión que invirtiera en cultura ya que en las anteriores dos gestiones consecutivas del actual alcalde de Lima (2003-2010), Luis Castañeda Lossio, se ha menospreciado la cultura de tal manera que era lo último que se tenía en mente[4]. Y recién después de ocho años  es que se volvió a pensar en el desarrollo de una serie de proyectos culturales como parte de la política municipal, sin embargo pienso que algunos proyectos no tuvieron un buen asesoramiento y no pasaron más allá de la buena intención. Uno de estos fue “Cine en tu huaca”.

La Municipalidad de Lima le dio su visto bueno:

“Pedro Pablo Alayza, gerente de Cultura de la MML, explica que el propósito de la actividad es sensibilizar a los pobladores sobre legado prehispánico. “Buscamos que las huacas sean un patrimonio arqueológico vivo, en donde la música y el arte nos acerquen a nuestra historia. Así, los vecinos valorarán su huaca y la protegerán del abandono y el olvido”[5] (El resaltado en negritas es mío)

Sin embargo, después de ver un video promocional[6] sobre cómo se realizan las actividades hice un comentario en la página del Facebook “Salvemos a las huacas” en el cual yo mencionaba que en realidad este tipo de actividades no llevaban a una verdadera revaloración del patrimonio sino que más bien llevaba a verla como un adorno, se me respondió de la siguiente manera:

“La propuesta de “Cine en tu Huaca” es interesante porque recoge la idea de la huaca y sus alrededores como un espacio público, como un parque que lo pueden usar todos, aun cuando el sitio no haya recibido una “puesta en valor”. Es la idea de convertir la huaca en un lugar y conectarla con el vecindario. Por supuesto que no puede ser una estrategia aislada, pero en una ciudad que carece de parques y otros espacios públicos y donde los pocos que hay están a cada rato en riesgo de ser privatizados o apropiados (miren el caso del Parque de la Exposición), plantear la huaca como una extensión del barrio, donde vas a jugar y ver pelis es algo positivo”.

Aunque es cierto, este comentario no provino del administrador de la página, sin embargo entre los likes que le dieron al comentario uno provenía de “Salvemos a las Huacas”, asumo por eso que aunque el propio administrador no me haya contestado, al estar de acuerdo con la respuesta, ese es su sentir y opinión así que a partir de esta respuesta daré mi punto de vista sobre este tipo de acciones.

Días después el mismo administrador me comenta:

“Claro que sí. No es la idea del escenario para hacer algo. Es el concepto que esa huaca tenga significado para la población, complementando con visitas guiadas y programas educativos. Es una visión integral”

Estas ideas proponen ver a la huaca como un espacio público más, lo mismo que un parque, entonces desde ese punto de vista se pueden hacer diversas actividades culturales. De allí que se reconozca como válido que se lleva una pantalla de cine a la huaca, un show de títeres o cualquier otro espectáculo de entretenimiento cultural pues la intención es que la gente se acerque a ésta.

En primer lugar: estoy de acuerdo que las huacas deben ser espacios abiertos a la comunidad, pero las huacas no son cualquier espacio público, un monumento arqueológico puede estar dentro de un parque pero no es como el resto del parque. Si creemos que un monumento arqueológico es parte del entorno de la ciudad al igual que un parque no estamos entendiendo la naturaleza de la huaca como patrimonio cultural. Esa manera de entender el monumento arqueológico desvirtúa su valor, me explico. Todo patrimonio cultural – material o inmaterial – tiene una función social, relacionado con la memoria colectiva.

“La función principal de la memoria es la de promover un lazo de filiación entre los miembros de un grupo con base en su pasado colectivo…La memoria permite crear una imagen del pasado que corresponde a los marcos de significación del presente”. A través de las formas de expresión relevantes, bienes tangibles e intangibles, nos dice quiénes somos, identifica al grupo, insertando nuestros yos individuales en uno colectivo, con un anclaje en el pasado y un referente en el presente…”[7].

Con respecto a la “puesta en valor” parece que esta se entiende como si la huaca no tuviera un valor por sí mismo, es decir no cumple ninguna función social hacia la comunidad que la alberga entonces hay que añadirle algo para que tenga valor, cuando en realidad el valor de la huaca proviene de sí misma:

(para) poder atribuir a un objeto la categoría de patrimonio, es necesario que reúna una serie de valores que se pueden resumir en tres (el valor de uso, el valor formal y el valor simbólico): − el valor de uso se refiere a la utilidad que tiene lo objeto, es necesario que cubra algún tipo de necesidad; − la formal, hace referencia a la atracción que debe despertar a los sentidos, tanto por la forma, el volumen, etc.; y − el simbólico es determinante por el hecho de ser testigo de ideas, de hechos o de situaciones del pasado y que permite conectar a personas de tiempo diferentes[8].

Ahora bien, también se afirma que hay que conectarla al vecindario y esto es importante pero tampoco esta se va a realizar si podemos a la huaca como el escenario de algo más lo cual le resta importancia.

Un escenario puede ser sacado, eliminado o simplemente el show puede ser llevado a otro lado y lo que le sirvió de escenario vuelve a estar abandonado. Y esto no debería sucederle al patrimonio cultural ya que, aunque tiene un valor por sí mismo y por tanto tiene una funcionalidad. Es necesario que la comunidad la conozca y para esto es necesario que haya un discurso legitimador ante la comunidad:

“…para que se considere patrimonio un bien cultural o natural, un objeto histórico (material o inmaterial) o una obra artística, es necesario que también haya una legitimación social, ya que el patrimonio es una construcción social que se da en una situación histórica determinada y en un contexto social determinado (Prats, 1997: 22-29 y Prats-Hernández, 1999: 104-10(…) Y para que lo sea es necesario que previamente sea “activado”, es decir, que se le confiera una carga simbólica importante que refuerce los discursos identitarios y promueva adhesiones. Es “la voluntad de querer heredar”. De aquí, la importancia de la educación como medio para construir las “voluntades” a favor de la conservación y preservación del patrimonio”[9].

Ahora bien estoy en desacuerdo con el segundo comentario ya que es posible conectar la huaca sin tener de por medio una pantalla, es más yo diría que es innecesaria ya que las visitas guiadas y los programas educativos no deberían ser complementarios sino centrales haciéndose innecesarios la realización de shows infantiles o espectáculos de cine, ahora bien esto no significa tenerlos fosilizados, sino que simplemente todas las actividades que se realicen deben de emanar de lo central: El patrimonio cultural y su función social con la comunidad.

Vemos pues que aunque la intención es buena, el enfoque es, subordinar la huaca a algo fuera de ella, como si por sí misma no tuviera valor.

Ahora que se ha terminado el auspicio hacia este tipo de iniciativas algunos municipios distritales la están llevando a cabo[10] pero la verdad es que a menos que haya un plan más amplio detrás, en nombre de la cultura, gastarán parte del erario público en algo que tendrá nulos o mínimos resultados.

¿Por qué este tipo de acciones no funciona?

Porque el monumento arqueológico es más entendido como un bien cultural que como patrimonio. Por tanto seguimos pensando que la huaca necesita de algo más para ponerla en valor. Es que nuestros ojos están demasiado enfocados en propuestas extranjeras que aunque no han dado resultado en sus países de origen queremos repetirlas en Perú. Un ejemplo de mala gestión es Italia sin embargo existen arqueólogos que piensan que las actividades realizadas en el coliseo romano, los baños de Caracalla o Pompeya son referentes de lo que debemos hacer aquí.

Además no existe una idea clara de lo que son los espacios públicos, se habla mucho de las huacas son espacios públicos pero no se entienden que los espacios públicos son lugares de construcción de ciudadanía y encuentro social.

Por tanto pienso que estos problemas de qué hacer con el patrimonio cultural y como debería ser su socialización se deben –al menos en parte- a una falta de conceptualización adecuada. La apuesta que debemos hacer es por un monumento arqueológico visto desde la perspectiva ya no solo de un bien cultural – que parece ser que es la idea principal que se tiene del monumento arqueológico a cuidar- sino de un verdadero patrimonio en todo el sentido de la palabra.

De bien cultural a patrimonio cultural

Existen diferentes formas de conceptualizar lo que es un bien cultural y lo que es patrimonio cultural. A veces muchos de los conceptos que se manejan con respecto a estos dos términos crean confusiones pues parecen ser totalmente iguales. Con fines didácticos, –y para este artículo- estableceré las siguientes definiciones: Consideraré como bienes culturales a todos aquellos objetos que expresen la cultura de determinada sociedad sea ésta del pasado o del presente. Mientras que consideraré como Patrimonio Cultural a todos aquellos bienes culturales que son reconocidos como parte de la herencia colectiva por los miembros de determinada sociedad otorgándole un determinado significado y valor simbólico. Podemos, entonces,  decir  que todo patrimonio cultural es un bien cultural pero no todo bien cultural es necesariamente patrimonio cultural. Para que un objeto pase de ser un bien cultural a ser patrimonio cultural debe existir un proceso de valoración pues:

“Como idea central, se plantea que el valor no es algo inherente a un ítem, sino que es aprehendido y descubierto por los seres humanos…los objetos materiales no son patrimonio por sus cualidades intrínsecas (naturaleza, tradición, historia, estética), sino por lo que pasan a significar”[11]

Por tanto: “El concepto de patrimonio cultural es subjetivo y dinámico, no depende de los objetos o bienes sino de los valores que la sociedad en general les atribuyen en cada momento de la historia y que determinan qué bienes son los que hay que proteger y conservar para la posteridad”.[12] (Las negritas son mías)

También hay que entender que el concepto de patrimonio cultural, tal como lo conocemos en la actualidad, tiene historia, es decir, se ha ido elaborando a través del tiempo, aunque su origen tal como lo conocemos proviene del siglo XVIII y ha estado en constante evolución desde entonces-.

Como se dijo líneas arriba, para que un objeto o monumento pase de ser un bien cultural a ser patrimonio cultural, tiene que existir un proceso de valoración al que llamaremos “proceso de patrimonialización”. Me voy a centrar en éste, pues siguiendo a Ingrid Díaz Moreno:

“Al hablar de procesos de patrimonialización, antes que de patrimonio en sí mismo, busco dar cuenta precisamente del proceso a través del cual ciertos objetos, eventos, manifestaciones, prácticas cotidianas y elementos de la naturaleza son producidos e intervenidos como patrimonio”.[13]

Aunque este proceso se da dentro de un pacto entre diferentes actores sociales -en este caso entre los representantes del Estado- nación y la comunidad en la cual se encuentra algún bien cultural-, es la comunidad el actor social principal de este proceso ya que ésta debe conocerlo y reconocerlo como parte de su identidad. Es decir que es necesario que la comunidad conozca los diversos aspectos (históricos, artísticos entre otros)  de un determinado bien cultural y se reconozca como heredero de éste ya que sin este conocimiento y reconocimiento de la población hacia un determinado bien cultural no puede haber proceso de patrimonialización alguno. Este bien, pues, tiene que tener algún sentido, algún significado para la comunidad que lo alberga.

“… la cultura está llena de sentido. Aunque la conducta puede ser automática y las sanciones dadas por supuestas, cualquier forma aceptada de acción o de creencia, cualquier institución dentro de una cultura “tiene sentido”. (…) La experiencia se define culturalmente, definición que implica que la cultura tiene un significado para los que viven de acuerdo con ella. Hasta para los bienes materiales la definición y captación  de su función llega a entrar culturalmente en la vida. Un objeto, tal como una mesa, figura en la vida de un pueblo únicamente si es reconocido como tal. Para un miembro de una aislada tribu de Nueva Guinea serían tan incomprensibles como el simbolismo de sus dibujos lo sería para nosotros. Sólo después que un objeto ha cobrado sentido mediante explicación, definición y captación de su función llega a entrar culturalmente en la vida.” (Herskovits: 1956, 39;  las negritas son mías)

Entonces el que un objeto pase a tener sentido o significado – o en nuestro caso, el hecho de que un bien cultural se convierta en patrimonio cultural-, lejos de ser obra de una imposición legal, es un proceso vivo entre diversos actores sociales, una obra colectiva, producida por el conjunto de la sociedad.

“Hay que convenir que el patrimonio, como resultado de una construcción social, refiere un conjunto de bienes culturales que reciben una valoración positiva por parte de la sociedad, cuya identidad expresan, en el sentido que es un elemento mediante el que se establece la diferencia con los otros grupos sociales y culturales (…) El patrimonio, una especie de simbología social para el mantenimiento y la transmisión de la memoria colectiva, está constituido por los bienes representativos de cada sociedad. Y se puede afirmar que los fenómenos patrimoniales revisten una triple dimensión: física, social y mental; es decir, material y simbólica.[14] (Las negritas son mías)

Pues bien, -desde mi punto de vista- al realizar actividades ajenas  al valor simbólico del patrimonio cultural de manera inconsciente se está al servicio de intereses elitistas y hegemónicos que han sido parte de la política cultural a lo largo del tiempo.[15]

Pasemos a ver esto con mayor detenimiento.

Política y hegemonía culturales

“¿Qué implica entender al patrimonio como una construcción social? Fundamentalmente, reconocer las fracturas y el conflicto tanto en su proceso de definición, en las políticas de conservación como en la relación de los habitantes de una nación con él. El tener presente la aleatoriedad de su constitución permite develar las políticas de la tradición y allanar el camino a la lucha permanente por ampliar el patrimonio valorado para que puedan reconocerse otros grupos sociales, otras voces que pugnan por pluralizarlo y actualizarlo. Plantear la complejidad de la relación de los habitantes de una nación con el patrimonio oficialmente reconocido, devela su utilidad para la identidad pero también para la diferencia y la alteridad, permitiéndonos cuestionar el presupuesto del valor por todos reconocido del legado patrimonial”[16]

La falta de una política cultural sistemática y coherente hacia el patrimonio cultural a través del tiempo no es un hecho anecdótico o aislado de una sola administración sino que es una constante en la historia peruana desde su nacimiento como una República independiente. Si bien es cierto que desde el principio se dieron una serie de normas para proteger el patrimonio, estas no se cumplieron en la práctica o tenían una serie de vacíos que permitían acciones contrarias a la preservación del patrimonio. Ahora, a pesar del avance en cuanto al tema de los derechos de las diversas naciones autóctonas, el Estado peruano aún tiene una mirada excluyente sobre éstas, lo cual se reflejaría hasta en el trato que se le da a los monumentos dejados por las naciones originarias prehispánicas.

Pienso que este párrafo puede explicar a lo que me refiero:

“El hecho de que las relaciones sociales estén permeadas por el poder significa que ciertos grupos consiguen, hasta cierta medida, imponer sus gustos y patrones estéticos y morales, decidir qué es lo mejor para los otros o, inversamente, impedir que segmentos de los dominados tengan acceso a bienes culturales altamente privilegiados”[17]

Y podría agregar y  decidir cómo serán estos bienes culturales conservados y socializados.

“La construcción del patrimonio es una operación dinámica, enraizada en el presente, a partir del cual se reconstruye, selecciona e interpreta el pasado. No se trata del homenaje a un pasado inmóvil, sino de la invención a posteriori de la continuidad social -en la que juega un papel central la “tradición”. Creaciones y bienes culturales van siendo retirados del flujo de la vida cotidiana, se reúnen, resignifican y re contextualizan -a la manera de un collage, según lo ha descrito Antonio Arantes-, y participan de la dinámica específica de la dimensión de la cultura que crean y recrean los órganos públicos de preservación. Una vez que forman parte del patrimonio, adquieren carta de naturalización y el proceso de selección e interpretación queda oculto.” (Negritas de origen y [no] cursivas son mías)[18]

Que tienen en común el programa “Cine bajo las estrellas” en Huaca Pucllana de la Municipalidad de Miraflores – con el aval del Ministerio de Cultura- y las autoridades de un colegio estatal en Comas que celebran el día de la Independencia sobre una huaca de su distrito. Ambos toman al sitio arqueológico de sus respectivas localidades como simples escenarios para sus actividades.[19]

Y esto no es fortuito,  una vez que el proceso de interpretación y selección quedó oculto, los subalternos las interiorizan. Este fenómeno se da de manera similar a lo que Canclini escribe con respecto a la cultura popular:

“Aun a su propio capital cultural, los sectores subalternos manifiestan a veces una posición vacilante o tibia, como si interiorizaran la actitud desvalorizadora de los grupos dominantes hacia la cultura popular”[20]

Así pienso que si continuamos tratando a los monumentos arqueológicos como simples escenarios estamos replicando la interpretación elitista que mantiene el Estado peruano sobre nuestro patrimonio cultural. Detrás de esta interpretación subyace una mirada excluyente:

“(…) es común que una nación se declare a sí misma como propietaria o guardiana del total del patrimonio cultural de la nación aun mientras ignore, u oprima a sus poblaciones minoritarias. Perú puede servir como ejemplo… La cuestión que emerge, (…), es si las políticas y leyes domesticas de Perú sirven a los mejores intereses de las comunidades indígenas cuyos ancestros crearon y usaron la propiedad cultural que el moderno Perú ha nacionalizado. La historia de los derechos indígenas en Perú sugiere que esas leyes y políticas no lo han hecho… En años recientes, el gobierno peruano  ha prestado poca atención a los grupos indígenas, de hecho ignorando su presencia continuada, y las poblaciones indígenas siguen siendo desproporcionadamente pobres y desatendidas”. (Bauer, A., Lindsay, S & Urice, S: 2007; traducción propia)

Y esta interpretación se mantiene por los réditos mercantiles que le genera:

“Uno puede legítimamente preguntar por qué el gobierno peruano estaría tan ansioso de retener y controlar el legado cultural de las comunidades que sus políticas efectivamente han marginado. En la práctica las políticas asimilacionistas de Perú han habilitado al gobierno a cooptar el legado cultural de los grupos indígenas, para beneficios nacionalistas: Las leyes peruanas sobre el patrimonio cultural funcionan efectivamente para apoyar una multimillonaria industria turística cuyos beneficios no son compartidos con las comunidades indígenas (Silverman, 2002)” (Ibídem; traducción propia)

cine bajo las estrellas en la huaca pucllana

Foto 2. Cine bajo las estrellas. Municipalidad de Miraflores (c)

Así pues tenemos un Estado que aunque se autoproclama protector del patrimonio  cultural deja en el olvido la gran mayoría de éste conservando solamente aquello que le puede brindar rédito económico  y en el caso en los que ha tomado cartas en el asunto lo ha hecho excluyendo a las poblaciones locales no generando un verdadero proceso de patrimonialización, esto es notorio tanto en los sitios arqueológicos en los que se ufana de haber logrado “poner en valor” al ciento por ciento como Huaca Pucllana (Miraflores) como en aquellos en los que el proceso quedó trunco por diversas razones, como Huaca Palomino (Cercado de Lima) o Huaca Canto Chico (San Juan de Lurigancho). Por tanto se requiere no solo de pantallas de cine y shows que llamen la atención del vecino aledaño a la huaca sino que se requiere entender la dinámica y las necesidades de la localidad.

“… el objetivo de la gestión patrimonial se enfila no solo  a la conservación del patrimonio cultural, sino a lograr la incorporación de los actores sociales en la gestión como parte del desarrollo sostenible de la localidad. Lo cual involucra no sólo identificar, diagnosticar, registrar, investigar, conservar y restaurar (áreas tradicionales de la gestión) sino tomar en cuenta las dinámicas sociales locales. Para promover la apropiación y participación de las comunidades frente a los bienes de valor patrimonial. A través de estrategias que involucren a los ciudadanos en los planes de gestión y los haga partícipes en la toma de decisiones en distintos niveles y responsabilidades” (García: 2009, p. 273; Las negritas son mías)

Si no tomamos en cuenta la localidad, sus necesidades y su entorno sociocultural no lograremos un verdadero proceso de patrimonialización quedando nuevamente todo en buenas intenciones pero sin resultados concretos.

Fiestas patrias en huaca

Foto 3. Celebración por Fiestas Patrias realizada por un colegio Estatal de Comas. Autor: Rolando Saldaña, vía Whatsapp. Diario El Comercio (c).

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Bibliografía

Arévalo, J. (2010). El patrimonio como representación colectiva. La intangibilidad de los bienes culturales. Agosto 03, 2015, de Gazeta de Antropología. Sitio web: http://www.ugr.es/~pwlac/G26_19Javier_Marcos_Arevalo.html

Bauer, A., Lindsay, S & Urice, S. (2007). When Theory, Practice and policy Collide, or why do archaeologist support Cultural Property Claims?. En Archaeology and Capitalism: from Ethics to Politics (pp.45-58). Walnut Creek, CA: Leaft Coast Press.

Broom, L & Selznick, P. (1971). Sociología. Un texto con lecturas adaptadas. México D.F: C.E.C.S.A.

Canclini, G (1993). Los usos sociales del patrimonio cultural. En El patrimonio cultural de México (pp. 16-33). México D.F: Fondo de Cultura Económica.

Díaz Moreno I. (2010). Patrimonialización, construcción de identidades y formación del estado en Puerto Santander y San Martín, Meta. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Antropología. Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de antropóloga.

García Z. (2009). ¿Cómo acercar los bienes patrimoniales a los ciudadanos? Educación Patrimonial, un campo emergente en la gestión del patrimonio cultural. En PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 7, núm. 2. Sitio web: http://www.pasosonline.org/Publicados/7209/PS0209_9.pdf

Herskovits, M. (1952). El hombre y sus obras. México D.F: Fondo de Cultura Económica.

Mantecón, Ana Rosas. (S/F). Las jerarquías simbólicas del patrimonio: distinción social e identidad barrial en el Centro Histórico de la ciudad de México. Agosto 20, 2015. Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Sitio web: http://132.248.35.1/cultura/ponencias/ponen2faseindice/anarosa.htm

Mariano, C & Conforti, M. (2013). Del registro al patrimonio, un camino con curvas cerradas. Gestión del patrimonio arqueológico y comunicación pública de la ciencia. Revista Colombiana de Antropología, vol. 49, núm. 1, enero-junio pp. 279-300

Urbano H. (2000). Patrimonio y modernidad. En Revista Turismo y Patrimonio, USMP, Lima, año 1. núm. 1, Enero.

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Notas:

[1] La iniciativa “Cine en tu Huaca”, formaba parte del programa Lima Milenaria, Ciudad de las Culturas de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). Soy consciente que se han realizado otros proyectos para la revaloración del Patrimonio arqueológico en otras huacas de Lima, pero este artículo se centrará en este proyecto que por cierto al parecer no ha guardado mayor relación con otros proyectos realizados por la Municipalidad de Lima. Además entiendo que pantalla de cine aunque era la principal atracción no era la única actividad que se realizaba en pos de socializar el patrimonio cultural entre los vecinos de la localidad circundante. También, entre otras actividades, se hablaba de la importancia del sitio arqueológico como parte del programa. Mi crítica va que hay otras formas más efectivas de socializar el monumento arqueológico.

[2] Parque zonal Huiracocha en San Juan de Lurigancho, Parque Zonal Cápac Yupanqui en el Rímac y Parque Zonal Huáscar en Villa El Salvador.

[3] “Lima Milenaria, Ciudad de Culturas” es el programa de la Municipalidad Metropolitana de Lima que reconoce y valora la diversidad de nuestra ciudad. Su misión es acercar el patrimonio cultural de Lima y su legado milenario a la ciudadanía y construir una identidad ciudadana y memoria histórica orgullosa de sus raíces y multiculturalidad. Para cumplir con esta tarea, la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima organiza y desarrolla una serie de proyectos y eventos que difunden diversas expresiones culturales históricas y contemporáneas”.

[4] En la actualidad – tercer periodo-, Luis Castañeda, siguiendo con su política de siempre, está dejando a un lado todo este esfuerzo, y se puede notar esto ya que la página web del proyecto no ha vuelto a renovarse desde el 31 de diciembre del 2014. Así pues, Castañeda no está trabajando a favor de la cultura y todo lo contrario, está yendo en contra de ésta.

[5] http://limaenescena.blogspot.com/2014/01/noches-de-cine-musica-y-arte-en-las.html

[6] https://www.youtube.com/watch?v=tIMd6m4Eubk

[7] http://www.ugr.es/~pwlac/G26_19Javier_Marcos_Arevalo.html

[8] http://pagines.uab.cat/neus.gonzalez/sites/pagines.uab.cat.neus.gonzalez/files/praxis_neusgonzalez.pdf

[9] Ibídem.

[10] La Municipalidad de Miraflores ha tomado esta idea y está llevando a cabo “Cine bajo las estrellas” en la Huaca Pucllana. https://www.youtube.com/watch?v=VtyOt3soTjI&feature=youtu.be

[11] Cortés y Quintero, citado por Mariano, C & Conforti, M.: 201312. Ibíd.

[12] Fuente: http://www.iaph.es/web/canales/patrimonio-cultural/

[13] Fuente: http://javeriana.edu.co/biblos/tesis/csociales/tesis72.pdf

[14] Arévalo, J: 2010

[15] Por eso es que estoy de acuerdo con uno de los comentarios, del usuario denominado Rupestreweb, al artículo ubicado en https://arkeopatias.wordpress.com/2015/04/18/de-la-casa-56-la-huaca-no-esta-en-la-pantalla-wmc/ que afirma “La mayor desvirtuación como patrimonio cultural de un sitio arqueológico es su limitación a usos emanados de valoraciones limitadas por la exclusiva mirada de “expertos”, muchas veces al servicio de intereses elitistas y hegemónicos”. (Las negritas son mías)

[16] Mantecón, Ana Rosas: S/F

[17] Ibídem.

[18] Ibíd.

[19] Hay que hacer la aclaración que en el caso de Miraflores la actividad no daña a la huaca mientras que en el caso de Comas, sí. Sin embargo, esto también se debería a que la primera se usa con fines mercantiles, de consumo turístico y la segunda no.

[20] García C: 1993 p.22

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Sobre el autor: Wilmer Mejía Carrión (Lima, Perú, 1981): Antropólogo por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV).

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Declaran patrimonio de la humanidad la cinta Los olvidados de Luis Buñuel

los olvidados

México.- Los olvidados cumple este 9 de noviembre 65 años de haberse estrenado en México. Sólo duró un fin de semana en la cartelera debido a la incomodidad que generó en un amplio sector de la población y del mundo actoral, como fue el caso de Jorge Negrete, quien no tuvo reparo al decir que si no hubiera estado de gira fuera de México, habría prohibido su rodaje al ser el secretario del Sindicato de Actores.

«A 65 años de su estreno Los olvidados sigue causando mucha conmoción porque la situación social no se ha arreglado; al contrario, ha empeorado, y sobre todo para el cine mexicano de la época sí fue una afrenta el que de pronto un cineasta español, un gachupín como le llamaban, llegara a hablar así de México. Buñuel tocó puntos muy sensibles, como por ejemplo, el que las madres mexicanas siempre le dan de comer y cuidan de sus hijos, y en la cinta se ve cómo Estela Inda hace todo lo posible por evadir su responsabilidad de madre. Eso fue una mentada de madre a la figura siempre esplendorosa de la mamá mexicana”, expresó José Antonio Valdés, subdirector de Información de Proyectos Especiales de la Cineteca Nacional.

El meterse y cuestionar la figura materna no fue lo único que plasmó Buñuel en el filme, ya que de igual manera cuestionó la supuesta modernidad que se estaba viviendo en nuestro país.

“En Los olvidados también se estaba negando que México se estuviera convirtiendo en un país de primer mundo, como se supone que iba ser. Estábamos en pleno alemanismo (Miguel Alemán era Presidente de México), estamos en plena urbanización y de repente aparecen estos personajes que muestran una barbarie.

“Hay otro punto más que también tocó, como el hecho de planteó que los pobres no por ser pobres son buenos, que los niños no por ser niños no se saben defender, como cuando en la película el personaje del Ojitos le dice a Meche que le entierre las tijeras al ciego que la estaba tocando. Así que lo que propuso fílmicamente Buñuel era muy adelantado para su momento”, añadió el también investigador.

Pero como suele pasar con muchos de los filmes que en su propia casa son vapuleados, en el extranjero Los olvidados triunfó en cuanto a crítica y aceptación gracias a la exhibición que tuvo en 1951 en el Festival de Cine de Cannes, donde fue nominada al Gran Premio del certamen galo y en donde el realizador aragonés se alzó con el premio de Mejor Director.

Esto provocó que muchos de los detractores de Buñuel se retractaran y hasta lo reconocieran ese mismo año en la ceremonia del Ariel, en la que se hizo acreedora a diez estatuillas y Luis Buñuel obtuviera un Ariel de Oro por su trabajo.

Protagonizada por Roberto Cobo, Estela Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía, Alma Delia Fuentes, Efraín Arauz y Francisco Jambrina, la película Los olvidados trascendió el espacio y el tiempo.

Narra la historia de El Jaibo, un adolescente que escapa de una correccional y se reúne en el barrio con sus amigos. Unos días después, El Jaibo mata, en presencia de su amigo Pedro, al muchacho que supuestamente tuvo la culpa de que lo enviaran al reformatorio. A partir de entonces, los destinos de Pedro y El Jaibo estarán trágicamente unidos.

La película fue contemplada y elegida por el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Fue gracias al trabajo realizado por la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Cineteca Nacional y Fundación Televisa (dueños del negativo original de la película) que nuestro país propuso Los olvidados en 2004 para que el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO ayudara a conservar el negativo de esta cinta que contó con la fotografía de Gabriel Figueroa.

«El negativo se restauró, ya está protegido por la UNESCO y luego se hizo una magna proyección en el Auditorio Nacional de esa misma copia restaurada”, expresó José Antonio Valdés, quien fue una de las piezas clave dentro de aquel proceso de inscripción y selección de Los olvidados por la UNESCO.

Cabe destacar que dentro de este programa de conservación hasta ahora se han conservado y declarado patrimonio de la humanidad tres cintas: la alemana Metrópolis, de Fritz Lang; Los olvidados, de Luis Buñuel, y la estadunidense El mago de Oz.

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Fuente: La Opción de Chihuahua http://laopcion.com.mx/noticia/113193

DE LA CASA #56: LA HUACA NO ESTÁ EN LA PANTALLA / WMC.

#56

Por Wilmer Mejía Carrión

Durante la gestión de Susana Villarán (2011- 1014) se hizo una buena inversión en la implementación de una serie de actividades culturales que contribuyeron a que la ciudad de Lima fuese foco de festivales y encuentros de nivel latinoamericano[1]. Así, desde la Municipalidad se realizaron numerosos proyectos, se mejoraron los parques zonales, se creó centros culturales dentro de tres de estos[2] y entre otras cosas más se iniciaron una serie de acciones a favor de la preservación y cuidado del patrimonio arqueológico de la ciudad[3]

cine en la huaca 1

Particularmente aplaudo las acciones culturales, pues Lima, desde la época del Alberto Andrade (1996 a 2002) no había tenido una gestión que invirtiera en cultura ya que en las anteriores dos gestiones consecutivas del actual alcalde de Lima (2003-2010), Luis Castañeda Lossio, se ha menospreciado la cultura de tal manera que era lo último que se tenía en mente[4]. Y recién después de ocho años que se volvió a pensar en cultura, sin embargo pienso que algunos proyectos no tuvieron un buen asesoramiento y no pasaron más allá de la buena intención. Uno de estos fue “Cine en tu huaca”.

La Municipalidad de Lima le dio su visto bueno:

“Pedro Pablo Alayza, gerente de Cultura de la MML, explica que el propósito de la actividad es sensibilizar a los pobladores sobre legado prehispánico. “Buscamos que las huacas sean un patrimonio arqueológico vivo, en donde la música y el arte nos acerquen a nuestra historia. Así, los vecinos valorarán su huaca y la protegerán del abandono y el olvido”[5] (El resaltado en negritas es mío)

Sin embargo, después de ver un video promocional[6] sobre cómo se realizan las actividades hice un comentario en la página del Facebook “Salvemos a las huacas” en el cual yo mencionaba que en realidad este tipo de actividades no llevaban a una verdadera revaloración del patrimonio sino que más bien llevaba a verla como un adorno, se me respondió de la siguiente manera:

“La propuesta de «Cine en tu Huaca» es interesante porque recoge la idea de la huaca y sus alrededores como un espacio público, como un parque que lo pueden usar todos, aun cuando el sitio no haya recibido una «puesta en valor». Es la idea de convertir la huaca en un lugar y conectarla con el vecindario. Por supuesto que no puede ser una estrategia aislada, pero en una ciudad que carece de parques y otros espacios públicos y donde los pocos que hay están a cada rato en riesgo de ser privatizados o apropiados (miren el caso del Parque de la Exposición), plantear la huaca como una extensión del barrio, donde vas a jugar y ver pelis es algo positivo”.

Aunque es cierto, este comentario no provino del administrador de la página, sin embargo entre los likes que le dieron al comentario uno provenía de “Salvemos a las Huacas”, asumo por eso que aunque el propio administrador no me haya contestado, al estar de acuerdo con la respuesta, ese es su sentir y opinión así que a partir de esta respuesta daré mi punto de vista sobre este tipo de acciones.

Días después el mismo administrador me comenta:

“Claro que sí. No es la idea del escenario para hacer algo. Es el concepto que esa huaca tenga significado para la población, complementando con visitas guiadas y programas educativos. Es una visión integral”

Estas ideas proponen ver a la huaca como un espacio público más, lo mismo que un parque, entonces desde ese punto de vista se pueden hacer diversas actividades culturales. De allí que se reconozca como válido que se lleva una pantalla de cine a la huaca, un show de títeres o cualquier otro espectáculo de entretenimiento cultural pues la intención es que la gente se acerque a ésta.

En primer lugar: estoy de acuerdo que las huacas deben ser espacios abiertos a la comunidad, pero las huacas no son cualquier espacio público, un monumento arqueológico puede estar dentro de un parque pero no es como el resto del parque. Si creemos que un monumento arqueológico es parte del entorno de la ciudad al igual que un parque no estamos entendiendo la naturaleza de la huaca como patrimonio cultural. Esa manera de entender el monumento arqueológico desvirtúa su valor, me explico. Todo patrimonio cultural – material o inmaterial – tiene una función social, relacionado con la memoria colectiva.

«La función principal de la memoria es la de promover un lazo de filiación entre los miembros de un grupo con base en su pasado colectivo…La memoria permite crear una imagen del pasado que corresponde a los marcos de significación del presente». A través de las formas de expresión relevantes, bienes tangibles e intangibles, nos dice quiénes somos, identifica al grupo, insertando nuestros yos individuales en uno colectivo, con un anclaje en el pasado y un referente en el presente…”[7].

Con respecto a la “puesta en valor” parece que esta se entiende como si la huaca no tuviera un valor por sí mismo, es decir no cumple ninguna función social hacia la comunidad que la alberga entonces hay que añadirle algo para que tenga valor, cuando en realidad el valor de la huaca proviene de sí misma:

(para) poder atribuir a un objeto la categoría de patrimonio, es necesario que reúna una serie de valores que se pueden resumir en tres (el valor de uso, el valor formal y el valor simbólico): − el valor de uso se refiere a la utilidad que tiene lo objeto, es necesario que cubra algún tipo de necesidad; − la formal, hace referencia a la atracción que debe despertar a los sentidos, tanto por la forma, el volumen, etc.; y − el simbólico es determinante por el hecho de ser testigo de ideas, de hechos o de situaciones del pasado y que permite conectar a personas de tiempo diferentes[8].

Ahora bien, también se afirma que hay que conectarla al vecindario y esto es importante pero tampoco esta se va a realizar si podemos a la huaca como el escenario de algo más lo cual le resta importancia.

Un escenario puede ser sacado, eliminado o simplemente el show puede ser llevado a otro lado y lo que le sirvió de escenario vuelve a estar abandonado. Y esto no debería sucederle al patrimonio cultural ya que, aunque tiene un valor por sí mismo y por tanto tiene una funcionalidad. Es necesario que la comunidad la conozca y para esto es necesario que haya un discurso legitimador ante la comunidad:

“… para que se considere patrimonio un bien cultural o natural, un objeto histórico (material o inmaterial) o una obra artística, es necesario que también haya una legitimación social, ya que el patrimonio es una construcción social que se da en una situación histórica determinada y en un contexto social determinado (Prats, 1997: 22-29 y Prats-Hernández, 1999: 104-10(…) Y para que lo sea es necesario que previamente sea “activado”, es decir, que se le confiera una carga simbólica importante que refuerce los discursos identitarios y promueva adhesiones. Es “la voluntad de querer heredar”. De aquí, la importancia de la educación como medio para construir las “voluntades” a favor de la conservación y preservación del patrimonio”[9].

Ahora bien estoy en desacuerdo con el segundo comentario ya que es posible conectar la huaca sin tener de por medio una pantalla, es más yo diría que es innecesaria ya que las visitas guiadas y los programas educativos no deberían ser complementarios sino centrales haciéndose innecesarios la realización de shows infantiles o espectáculos de cine ,ahora bien esto no significa tenerlos fosilizados, sino que simplemente todas las actividades que se realicen deben de emanar de lo central: El patrimonio cultural y su función social con la comunidad.

Vemos pues que aunque la intención es buena, el enfoque es, subordinar la huaca a algo fuera de ella, como si por sí misma no tuviera valor.

Ahora que se ha terminado el auspicio hacia este tipo de iniciativas algunos municipios distritales la están llevando a cabo[10] pero la verdad es que a menos que haya un plan más amplio detrás, en nombre de la cultura, gastarán parte del erario público en algo que tendrá nulos o mínimos resultados.

cine en la huaca 2

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Notas:

[1]: La iniciativa “Cine en tu Huaca”, formaba parte del programa Lima Milenaria, Ciudad de las Culturas de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). Soy consciente que se han realizado otros proyectos para la revaloración del Patrimonio arqueológico en otras huacas de Lima, pero este artículo se centrará en este proyecto que por cierto al parecer no ha guardado mayor relación con otros proyectos realizados por la Municipalidad de Lima.

[2]: Parque zonal Huiracocha en San Juan de Lurigancho, Parque Zonal Cápac Yupanqui en el Rímac y Parque Zonal Huáscar en Villa El Salvador.

[3]: «Lima Milenaria, Ciudad de Culturas» es el programa de la Municipalidad Metropolitana de Lima que reconoce y valora la diversidad de nuestra ciudad. Su misión es acercar el patrimonio cultural de Lima y su legado milenario a la ciudadanía y construir una identidad ciudadana y memoria histórica orgullosa de sus raíces y multiculturalidad. Para cumplir con esta tarea, la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima organiza y desarrolla una serie de proyectos y eventos que difunden diversas expresiones culturales históricas y contemporáneas”.

http://www.limacultura.pe/patrimonio/lima-milenaria.

[4]: En la actualidad – tercer periodo-, Luis Castañeda, siguiendo con su política de siempre, está dejando a un lado todo este esfuerzo, y se puede notar esto ya que la página web del proyecto no ha vuelto a renovarse desde el 31 de diciembre del 2014. Así pues, Castañeda no está trabajando a favor de la cultura y todo lo contrario, está yendo en contra de ésta.

[5]: http://limaenescena.blogspot.com/2014/01/noches-de-cine-musica-y-arte-en-las.html

[6]: https://www.youtube.com/watch?v=tIMd6m4Eubk

[7]: http://www.ugr.es/~pwlac/G26_19Javier_Marcos_Arevalo.html

[8]: http://pagines.uab.cat/neus.gonzalez/sites/pagines.uab.cat.neus.gonzalez/files/praxis_neusgonzalez.pdf

[9]: ibídem

[10]: La Municipalidad de Miraflores ha tomado esta idea y está llevando a cabo “Cine bajo las estrellas” en la Huaca Pucllana. https://www.youtube.com/watch?v=VtyOt3soTjI&feature=youtu.be

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DE LA CASA #12: OTRO ROLLO MEXICANO / MFA.

num12

Por MaFer

¿Y tú, ya la viste?- preguntó el.
Sí y me encantó- contestó Laura.
A mí no me gustó, me parece que de nuevo el cliché del sueño americano es lo que llama a la gente a los cines- Dijo Amelia.

Parecería una conversación cualquiera sobre una película más en los cines de nuestro país. Sin embargo para mí no lo era.

En septiembre del año pasado me enteré de una noticia, a mí parecer, triste y decepcionante. Si bien siempre hemos sabido que la cultura no es un “servicio” redituable para el gobierno, la noticia de una reducción al presupuesto para cultura propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto que representó un recorte de casi 4 millones de pesos, siendo un 23.84 por ciento menos del presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados para el año 2013, afectando principalmente al Instituto Nacional de Bellas Artes, a la producción cinematográfica, las ciudades patrimonio de la humanidad, así como las librerías de Educal y al Centro Cultural y Turístico de Tijuana[1], me dejó atónita. ¿Cómo, con tantas dificultades los que trabajamos y vivimos de las artes vamos a lograr que estas lleguen a más gente cada vez? Y hablando más particularmente, en la industria cinematográfica ¿cómo así se va a lograr un mejor posicionamiento de la industria tanto dentro del territorio nacional como en el extranjero? Mi mente no dejaba de pensar en mil cosas, y el tiempo fue pasando.

No se aceptan devoluciones

Se estrenaron películas como Nosotros los Nobles (2013), de Gary Alazraki y No se aceptan devoluciones (2013), de Eugenio Derbéz, parecía que había un entusiasmo renovado por la industria nacional y pensé ¡qué posturas tan fuertes y contrarias! Por una parte el gobierno no atiende las necesidades de los procesos culturales y por otra parte estos procesos no hacen más que, al parecer, invitar a la población a hablar de ellos y sembrar curiosidad por lo que se está haciendo en el país.

Con este pensamiento seguro habrá posturas encontradas, quiénes me apoyen y quienes digan que la producción nacional no da para nada más que pequeños logros, parece ser una discusión interminable, siempre todos los mexicanos tenemos puntos de vista “autónomos” pero pocas veces tomamos acción, como incluso sucedió con el Oscar otorgado a Alfonso Cuarón por Gravity (2013) dónde muchos se colgaron la medallita y otros, a los cuáles apoyo, fueron lo bastante claros como para notar que el galardón pertenece al autor por su esfuerzo y dedicación sin un apellido nacional. En fin, ejemplos podría encontrar miles.

???????

Pero el punto es que como persona interesada en la cultura y trabajando en un festival de cine, es importante mantenerte al tanto de qué sucede y como suceden los acontecimientos cinematográficos y más aún los grandes eventos. Así el pasado marzo fue como mi cúmulo de ideas sobre el cine nacional y sus dos posturas contradictorias tomaron cuerpo. El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) por cuarto año consecutivo publicó Anuario Estadístico de Cine Mexicano mostrando cifras de cómo, cuándo, dónde e incluso por qué el cine nacional es una industria que tiene todas las herramientas para despegar a lo grande.

“El Anuario presenta un acercamiento a la exhibición y distribución de películas mexicanas estrenadas en el año, mostrándose las regiones, número de ciudades y cines en las que se exhibieron, lo que permite documentar un primer acercamiento a las estrategias que cada filme realizó” – IMCINE.

Según las estadísticas y números recopilados por el anuario, habemos 112 millones de habitantes de los cuáles asistimos a las salas de cine 248 millones, y a ver películas mexicanas 30.1 millones. Lo cual representa que estamos justo a la par en números de la época de oro del cine mexicano, ¿qué gran momento para quitarle presupuesto a la cultura lanzando al extranjero a los talentos nacionales no? Y no sólo eso, sino todas las consecuencias que trae consigo hacer cine nacional con recursos externos, logrando así que el consumo de cine siga siendo en nuestro país hacia los largometrajes de ficción y regando el gusto por el morbo haciendo que la vida humana sea catalogada como desecho, retratando la cara del país donde las prácticas humanas son violentas e injustas y el único cometido es filmar esto lo más artístico posible.

La verdad me haría muy feliz llegar a una conclusión positiva sobre la industria cinematográfica en particular y el mundo cultural en general, bueno por un lado sí es gratificante saber que a pesar de los topes de las instituciones y el gobierno se logra salir adelante con grandes metas cumplidas a nivel internacional; pero es sumamente triste que con grandes proyectos las industrias culturales se encuentren con problemas para llegar más arriba e incluso utilizar a la misma cultura como herramienta de explotación positiva para la generación de más recursos yendo de la mano de la educación en el país.

No está mal que la película mexicana más vista del 2013, sea No se aceptan devoluciones (2013), de Eugenio Derbéz con 15.2 millones pero sí se podría hablar de una diversificación de gustos, como quién dice crear un ojo más crítico dentro de la población para que así el espectro sea más amplio e incluso los comentarios en una plática cualquiera sobre cine nacional, sean más informados, más ricos y con mayores exigencias.

Si te interesa leer más información sobre el Anuario Estadístico de Cine Mexicano lo puedes consultar en este enlace: http://www.imcine.gob.mx/presenta-el-imcine-el-anuario-estadstico-de-cine-mexicano-2013.html

Notas: [1] MÉNDEZ, Enrique. Periódico La Jornada. Lunes 30 de septiembre de 2013, p. 6, sección Política. Propone Peña un recorte de casi $4 mil millones al gasto cultural para 2014.

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