Minerva Parra-Peralbo y Pablo Montero Baena
Resumen
La ciudad de Sevilla se ha constituido como una metápolis de complejas relaciones de movilidad y habitabilidad, esto no es óbice para que existan reductos de vida urbana enriquecidos por su propia condición física y modos de vida.
El caso de la Macarena es especialmente interesante ya que contiene dos realidades identitarias: por un lado, la imagen de marca producida por la potente tradición religioso-folclórica, que proyecta su imagen a nivel global, y por otro lado, la cultura local, cuya identidad queda directamente definida por un soporte físico (parcelario) denso y un tejido social adaptado a un modo de vida a caballo entre las costumbres del tradicionales y las nuevas formas de vida que recuperan dichas costumbres.
El objetivo de esta reflexión nos dirige hacia planteamientos de protección del patrimonio inmaterial a través de la protección del patrimonio material.
Palabras clave: patrimonio inmaterial, espacio público, identidad.
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Summery
The city of Seville has become a complex relationship metapolis of mobility and function; this does not alter the fact that there are pockets of urban life enriched by his own physical condition and lifestyle.
The case of the Macarena is especially interesting because it contains two realities of identity, on the one hand, the brand image produced by the powerful religious and folk tradition, projecting its image globally, and on the other hand the local culture, whose identity is directly defined by a physical medium (plot) and a dense social fabric adapted to a lifestyle somewhere between the customs of traditional and new forms of life that retrieve such traditions.
The aim of this study leads us to approach the protection of intangible heritage through the protection of tangible heritage
Keywords: intangible heritage, public space, identity.
“(…) los arquitectos frente a exigencias relativas a modos de vida, que perciben generalmente como un conjunto de coacciones suplementarias, a menudo pierden de vista la idea de que constituir la vivienda de una sociedad es contribuir a perpetuar o quizá a hacer evolucionar su cultural….” (MONIQUE ELEB, 1996).
Introducción
Estamos acostumbrados al nombre patrimonio, a su concepto, estamos del lado de quienes lo han creado, lo acuñaron y lo siguen haciendo. Tenemos claro qué define, hasta hemos desarrollado un completo sistema de figuras jurídicas que velan por su integridad. Pero ¿estamos certeros en que lo que nosotros defendemos como patrimonio es el Patrimonio real, el percibido por la sociedad?
Declaramos, protegemos, difundimos, y nos llenamos de gloria en encuentros, simposios, congresos, de esto ¿qué es lo que llega realmente al ciudadano de a pie?
Existen dos realidades paralelas, lo que nosotros entendemos y lo que el resto entiende (¿Lo que realmente es?)
Con estas inusuales palabras hemos querido hacer una llamada a la consideración de la sociedad científica y requerir su atención para plantearles una reflexión sobre el ciudadano y la ciudad, sobre el patrimonio inmaterial y el patrimonio material, sobre el generador de patrimonio y el patrimonio mismo, o ¿quizás exista una retroalimentación y sólo debamos de hablar de patrimonio directamente a todo?
Para nosotros es importante tener ligado constantemente el concepto patrimonio con el concepto cultura, la producción social de conocimiento, porque creemos firmemente en la conexión directa de este con las transformaciones materiales, económicas, sociales y políticas, todo ello interviene en nuestro devenir diario. Todo ello limita, coacciona nuestras decisiones a nivel de grupo social, determina el conocimiento, la cultura, nuestra identidad, a nosotros mismos, en definitiva, a nuestro patrimonio.
En nuestro estudio intentamos dar a conocer el valor del patrimonio inmaterial y su perdurabilidad, su misma existencia gracias al patrimonio material, que paradójicamente ha sido creado para desarrollar el patrimonio inmaterial y que se trata jurídicamente como patrimonio aislado –como veremos el soporte físico material es una porción de la ciudad de Sevilla y el patrimonio inmaterial son los ciudadanos oriundos y su modo de vida idiosincrásico.
UN ACERCAMIENTO COGNITIVO DEL LUGAR
En la actualidad el nombre de Macarena se utiliza popularmente para designar una extensa zona de cuyos límites orbitan en torno a la basílica de la Virgen de esta advocación –un edificio reciente, cuya construcción data de los años 40 del siglo XX-, y que se extiende tanto extramuros como intramuros. Su origen etimológico se remonta a época romana, aludiendo a una villa romana cuya denominación recibió de su dueño Macariusiglo Posteriormente, el camino que iba de la ciudad a la villa recibió el nombre camino de Macarena, a su vez, la puerta de la muralla almohade heredó la denominación llamándose bab el Makrina, puerta Macarena. Como última referencia se habla la palabra en su forma árabe Makrina la cual denominaba una alquería[1]1 o arrabal situado a algunos kilómetros al norte de la ciudad, y que fue casi enteramente arrasado durante el asedio de Sevilla por Fernando III. Con el reparto de las tierras en época cristina, se respetó la denominación y los terrenos tomaban como punto de referencia la Puerta Macarena.
En el siglo XVI, como respuesta a la eclosión demográfica del quinientos, se fue ocupando sucesivamente los solares en los que se emplazaban los huertos y los conventos de esta zona de la ciudad y cuya colmatación no tiene lugar hasta principios del siglo XX. Hemos de mencionar que esta zona no se encontraba ocupada por grandes extensiones de huertos de los conventos, pues era zona insalubre por su somero nivel freático, el cual también afectaba a la próxima y popular zona de la Alameda. Este barrio aglutinaba dos collaciones, collación de San Gil, la más próxima a la Puerta Macarena, y la collación Omnium Sanctorum, pues su población similar, estaba vinculada desde antiguo a las huertas macarenas y a sus tenderetes del mercado de la Feria.
Con la construcción extramuros –límite dado por las murallas de origen almorávide y que perduró íntegro hasta mediados del siglo XIX- del Hospital de las Cinco Llagas –también conocido como Hospital de La Sangre- a mediados del siglo XVI comienza de forma paulatina la aparición de nuevas construcciones civiles populares, hoy conocido como el Barrezuelo y que presenta un reducto del singular entramado urbano histórico, cuya aparición se estima en el siglo XVII. Este arrabal, el Barrezuelo, recibió el nombre de Macarena por encontrarse próximo a la puerta Macarena, por donde discurría el camino que conectaba el interior de la ciudad con el exterior. Creemos conveniente mencionar el hecho de que la puerta de la Macarena, Bab el Makrina, ciñe el acceso norte de la ciudad, un recorrido muy importante a lo largo de la historia: antes que la calle de rango local que es hoy fue camino real, shari principal de Isbiliya, Cardus Maximus de Hispalis, recorrido de fondo de valle del Gualdalquivir.
El hecho de que el barrio intramuros también reciba a día de hoy la denominación Macarena se debe al enclave extramuros, antiguo arrabal de la Macarena, que pese a su pequeñez ha terminado por dar nombra a la Virgen y, por consiguiente, al barrio entero y a todo un amplio distrito.
Ilustración 1. Zona Norte de Sevilla según el plano histórico de Pablo de Olavide de 1771 (con el norte hacia la izquierda).
OBJETO DE ESTUDIO. MODOS DE VIDA Y ESPACIOS PÚBLICOS ABIERTOS
La ciudad se caracteriza por ser un hervidero de relaciones sociales, donde el concepto civitas alcanza su significado. El espacio exterior, ya sea abierto o cerrado, público o parcialmente privado, es donde se manifiesta con más fuerza esa actitud urbana y es fiel reflejo de la identidad de la población.
El espacio público en nuestra latitud cobra vital importancia, puesto que así lo permite el clima y en consecuencia una cultura que hace a la gente vivir la calle en fiestas de forma masiva, pero también en la cotidianeidad.
En este trabajo tratamos de valorar a través del discurso patrimonial sobre el espacio físico un bien inmaterial, como es el modo de vida tradicional en el espacio exterior, para posteriormente relacionarlo con los nuevos objeto de estudio intramuros modos de apropiación del mismo.
Es sin lugar a dudas, el entorno Macarena un fragmento de gran interés en sus modos de vivir el espacio público, por sus variedades y su intensidad. Frente a otros sectores de la ciudad contemporánea que nacieron bajo un diseño cuyos modos de vida no incluían la apropiación del espacio público u otros en los que se extinguió, el entorno Macarena presenta una vitalidad y dinamismo muy interesante por sus idas y vueltas entre lo público y lo privado, y por sus características de sociabilidad.
Por tanto el objetivo del estudio será: identificar la problemática de los espacios abiertos existentes y establecer soluciones que ayuden a valorar y proteger ese estilo de vida. A continuación, pasamos a describir qué entendemos por modos de vida, y su aplicación a nuestro caso, el Barrio Macarena de Sevilla.
MODOS DE VIDA, ESTILO DE VIDA, CULTURA, IDIOSINCRASIA
La condición de interacción que los humanos tienen con otros semejantes, como animales sociales que somos, no es una característica casual o accidental de nuestra naturaleza, sino que forma parte de la esencia de aquello en que consiste el ser humano. Como escribió Maurice Godelier “lo seres humanos, a diferencia de otros animales sociales, no sólo viven en sociedad –grupo de personas que comparten un hábitat común y que dependen unos de otros para su supervivencia y bienestar-, sino que crean la sociedad para vivir” (Godelier, M. 1990)
El modo, forma o estilo de vida está formado por las dimensiones lingüísticas, doméstica, económica, política y religiosa, la cual depende directamente de las formas de sociedad y cultura.
Para ejemplificar aún más la importancia del modo, la forma de vida, transcribimos unas líneas de Ruth Benedict de su obra Patterns of Culture, referido al pueblo de los indios diggers “Esas cosas que han dado sentido a la vida de este pueblo, los rituales domésticos de la comida, las obligaciones del sistema económico, la sucesión de ceremoniales en las aldeas, la posesión en la danza del oso, sus criterios sobre lo bueno y lo equivocado, habían desaparecido y , con ellos, la forma y el significado de su vida…no quería decir que hubiese algún problema por la extinción del pueblo. Pero tenía en su mente la pérdida de algo que tenía un valor igual al de la vida misma, el tejido completo de los valores y las creencias de su pueblo”. Esto es la pérdida de identidad cultural, aquello con lo que una cultura, una sociedad se identifica (Carrithers, M. 1995). Son sus pilares, las bases, las reglas del “juego” de su día a día, de su relación con los demás congéneres, con su entorno urbano, con su entorno natural, en definitiva, con todo lo que conforma vida diaria.
Ahora creemos pertinente hablar sobre el término “cultura”, pues como se deviene tras la explicación que a continuación redactamos, el modo de vida, y todo lo que ello implica, es un elemento de importancia y el cual debe de tenerse en cuenta y valorar. Dentro de los términos de la ciencia etnológica, la palabra “cultura” es utilizada para aludir a cualquier elemento producido a través de un grupo social determinado, con lo que esta “cultura”, ese o esos elementos producidos son exclusivos de este grupo específico. Es decir, el conjunto de los modos de actuar para la resolución de situaciones que han sido marcados por generaciones antecesoras, heredándolas, respetándolas y poniendo en práctica. La cultura viene a ser patrones de conducta heredados que son característicos de una sociedad y de sus miembros, pero no hemos de confundir con la idea de herencia biológica. Esta producción está constituida por un amplio abanico que comprende tanto el sistema de organización social como la tecnología, los productos materiales de la actividad y de la organización humana, los conocimientos de la realidad, la religión, el arte, etc. (Tentori, T. 1981)
Pero profundicemos algo más sobre lo que se ha escrito alrededor del concepto “cultura”. Según la obra de Beals y Hoijer (1977), la Cultura puede ser entendida como:
1. Las formas o “modelos” de vida comunes en cualquier tiempo a toda la humanidad.
2. A los modos de vida peculiares de un grupo de sociedades entre las que hay un mayor o menor grado de interacción.
3. A los tipos de comportamiento peculiares de una sociedad dada
4. A formas especiales de comportamiento características de las diversas secciones de una sociedad vasta y de organización compleja.
Así pues, tenemos que la Cultura la podemos entender como el conjunto de modos de comportamiento característicos de todos o la mayoría de los miembros de una sociedad.
Por lo tanto, el modo de vida es una identidad, una marca identificativa de un grupo social, de una cultura y de todos y cada uno de los miembros que forman parte de ella. Es lo que Harris describe como el cuerpo de tradiciones socialmente adquiridas. Una cultura humana normalmente se refiere al estilo de vida total, socialmente adquirido, de un grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar (Harris, M. 1983)
En relación con esa herencia característica de cada miembro podemos sentenciar ahora que el modo de vida forma parte de la “personalidad de base” que Linton define como parte de la configuración de la personalidad que es característica de los miembros normales de una sociedad y que se forma en ellos a través de las primeras experiencias infantiles análogas. Por lo tanto, es la base de la personalidad para los miembros de una determinada sociedad (Beals, R. L. y Hoijer, H. 1977)
La arquitectura, el urbanismo, la manipulación del espacio, abierto o cerrado, público o privado es un testigo cultural de una sociedad presente o pasada, una prueba de cómo era la relación que esta cultura mantenía con su hábitat. Así pues, es un valioso testimonio para la comprensión de una cultura, ya que forma parte en la configuración de una identidad colectiva. (Agudo Torrico, 2003)
La importancia que radica en el barrio de La Macarena es la perduración de los modos de vida, algo de gran valor y significancia sobre todo en estos tiempos, momentos en los que lo normal es el cambio de modos de vida. Y estos modos heredados, respetados y válidos hoy en día, son materializados en la conformación del espacio público y privado, del valor que los miembros de la comunidad le dan, su uso y la relación que con ellos tiene.
Hasta aquí hemos hablado de conceptos de carácter intangible, inmaterial, que forma parte del patrimonio del barrio de La Macarena, y que es característico de la idiosincrasia macarena. Patrimonio inmaterial que se encuentra unido indisolublemente con la urbanidad, los espacios abiertos, públicos y privados, elementos materiales, y los cuales forman parte de esa cultura, de la herencia de modos de vida macarena.
Ahora nos gustaría hablar de otros conceptos que consideramos importantes y que describen el carácter que define a este sector. Hablamos de la “sociedad comunal”. Lo comunal frente a lo urbano, como lo describiría Manuel Delgado es “Lo opuesto a lo urbano, una forma de vida en la que se registra una estricta conjunción entre la morfología espacial y la estructuración de las funciones sociales (…)” (Delgado, M. 1999)
Lo que intentamos decir es que estos lugares forman parte de la identidad de una colectividad, son testimonios, producciones de una cultura específica. Su conformación, uso y valor son únicos, pues las condiciones que lo engendraron y que le dan valor hoy en día son únicas, propias de la colectividad Macarena.
Estos lugares que forman parte de la identidad de una sociedad reciben el nombre de Lugares Antropológicos, los cuales son reconocidos por tratarse de construcciones concretas y simbólicas con un gran sentido para los miembros de la sociedad que lo habita y rasgo identificativo para la comprensión para quienes desde fuera los examina atentamente, en este caso fuera de la colectividad Macarena. Estos lugares, según Josefa Cucó citando Augé, tienen al menos tres rasgos comunes. Se consideran identificatorios, relacionales e históricos. Son espacios donde se puede leer algo sobre las identidades individuales y colectivas, las relaciones entre las gentes y la historia a la que pertenecen. Pero además, son también “territorios retóricos”, esto es, espacios dentro de los cuales la gente utiliza el mismo lenguaje, lo que permite entenderse con medias palabras, con la complicidad del silencio o los sobreentendidos. Son, finalmente, desde un punto de vista estrictamente geográfico, espacios que se definen por su frontera exterior y sus fronteras interiores (Cucó Giner, J. 2008)[2]2. Son lugares donde puede leerse las identidades, las relaciones y la historia de una cultura.
Hay que mencionar que la cultura de esta sociedad es consecuencia de la aculturación de varias sociedades, civilizaciones diversas que se han ido asentando a lo largo de la historia en un mismo territorio, las cuales han formado el caldo de cultivo de la actual, resultado de un proceso largo que ha pasado desde asimilación, la indiferenciación entre la cultura nativa e invasora, y con el tiempo la constitución de una única cultura. Amalgama de todas las culturas que se han sucedido.
CULTURA Y ESPACIO PÚBLICO
Cultura y ciudad se diluyen dando lugar a la realidad urbana, que cobra especial interés en aquellos lugares de los que podemos ser participes, aquellos lugares donde decidimos, donde tenemos capacidad de cambio.
En este sentido, hemos de entender que estamos hablando del barrio de la Macarena como un lugar donde se aprecia un viaje de ida y vuelta entre lo público y lo privado (García Cortés, J. 2006), mucho más que en nuevos tejidos urbanos de la ciudad.
La cultura local es la que define esos modos de vida arraigados a la utilización del espacio público como lugar habitable más allá de ser un lugar de paso entre espacios privados.
El espacio público es un concepto de tradición grecorromana formado por una palabra que nos alude a una condición física, un lugar (espacio) y otra que califica (público). El adjetivo público remite al concepto populus, es decir al pueblo, asocia el lugar al pueblo, el espacio público es el espacio del pueblo. Así pues, hemos de comprender que el espacio público se define en función de las estrategias que la sociedad y la cultura local determina, limitado siempre por la condición física del espacio.
Pero nos enfrentamos a una continua pérdida de los valores e intereses populares en la expresión del pueblo. Según García Fuentes “El término privado hace referencia a lo íntimo, personal e interior, se restringe al ámbito del individuo y se considera una esfera de la intimidad que no se hace pública…El término público se refiere a lo manifiesto, común y notorio. Y se asocia con la inteligencia, el cálculo, la eficacia” (García Fuentes, J. M. 2006). El barrio de La Macarena es un lugar donde podemos entender que la rotunda segregación entre lo público y lo privado sólo consigue hacernos perder riqueza y profundidad en las posibilidades de entender y poner en práctica nuestras formas de vida.
El espacio privado gana interés, valor y es admirado cuando se presenta como objeto de espacios antecesores de propiedad privada pero con carácter público o colectivo como apuntan Solá-Morales (2001).
En el caso de La Macarena la manzana privada se hace porosa para rezumar colectividad en espacios de este tipo, que consiguen hacer respirar al espacio privado, y en muchas ocasiones también al espacio público.
El espacio público se dota de unos atractivos singulares que permiten al viandante fantasear con las sugerentes imágenes que percibe en esos lugares de colectividad, cuya vida o abandono nos retorna a imágenes propias de otros siglos y aparentemente ajenas a la cultura de individualismo y consumo de la imponente cultura actual.
La insinuación de lo privado se convierte en una capacidad de enriquecimiento del espacio público. Lo público se deja persuadir por lo privado, parte de esa persuasión o belleza por parte de un atractivo o inquietante espacio privado puede convertir un efectivo pero austero espacio público en una pasarela de gran interés. Este caso podemos encontrarlo de forma recurrente en la observación de patios de viviendas colectivas desde la reja que los separa de la vía pública.
Esa llamada de atención de lo privado hacia lo público se invierte en numerosas ocasiones, cuando el interés se posa en el espacio público, y momentos de festejo, reivindicación o de otra índole se convierten en reclamo y transforman los espacios colectivos en la antesala del espacio público; el espacio colectivo se convierte en foro de diversión, discusión, anhelo, crítica u observación. Y eso hace que la cultura local sea más rica, el intercambio cultural sea mayor y la consecución de aunar intereses comunes en pro del espacio local es más efectiva.
Algunos autores dirigen su discurso en el sentido de que estos espacios que discurren entre lo público y lo privado sean regulados por el planeamiento, categorizados y asumidos por la regulación (Schlack, E. 2007).
EL PLANEAMIENTO
¿Realmente hemos de entender el espacio público, como lo traza el planeamiento, desde el certero concepto de propiedad o uso? El tiralíneas marcado por los instrumentos del planeamiento es hasta ahora supuestamente la herramienta más democrática y efectiva para el control y la planificación de la evolución urbana.
Pero hemos de asumir sus limitaciones y constituir una capacidad crítica que ayude a evolucionar hacia modelos más efectivos para la mejor vida urbana.
El instrumento padre del planeamiento urbano local es el Plan General de Ordenación Urbana, que hasta nuestros días se ha demostrado lento, “en Europa el Plan Urbanístico está convirtiéndose en un documento de carácter normativo cada vez más complejo y está perdiendo su vocación inicial de dar forma a lo urbano, razón por la cual aparecen con fuerza otras formas de intervenir en la ciudad como son los Planes Estratégicos” (De las Rivas, 1999).
La Macarena es un barrio de carácter obrero, con un cierto desarrollo industrial entre el siglo XIX y la primera mitad del XX, que actualmente cuenta con un caserío viejo y degradado y en el que predomina el alquiler sobre la propiedad. En los ochenta sufre un proceso acentuado de degradación urbanística, económica y social y su recuperación se lleva a cabo a partir del Plan General de 1987. Posteriormente, muchos de sus espacios libres, bienes patrimoniales o solares sin uso se han visto con buenos ojos desde el mercado inmobiliario.
La recuperación urbanística del Casco Norte se plantea a partir del Plan de Reforma Interior de los PERI C3, C4 y C5, respectivamente. Dichos planes fueron ejecutados a partir de los Planes Especiales de Protección, PEP 2 y 3. A su vez hemos de considerar la ejecución del Plan Urban entre 1995 y el 2000. Los ensanches, las agregaciones de parcelas y las nuevas alineaciones, suponen el derribo de numerosas edificaciones; esto unido a la reurbanización de calles y plazas y la creación de nuevas y costosas dotaciones “casi una tercera parte de los fondos del Plan Urban se dirigieron a la rehabilitación de dos edificios públicos” (Díaz Parra, 2008).
Estas formas de afrontar el urbanismo se han visto, con la distancia, erróneas, entendiendo que nos que se promueve es el incentivo al sector privado inmobiliario. “entre el 2000 y el 2006, en el sector delimitado por el Plan Urban San Luis-Alameda, se derribaron 79 edificios, se reforman 418 y se levantaron 96 nuevas plantas” (Díaz Parra, 2008). Con el tiempo hemos podido comprobar de primera mano el cambio radical en los modos de vida.
El espacio de la Macarena es un claro ejemplo de que el planeamiento necesita de nuevas herramientas de análisis y valoración para la posterior protección del patrimonio inmaterial, herramientas que no solo controlen la realidad física con valor patrimonial sino aquellos lugares o inmuebles que aunque no conserven valores en sí mismos si sean contenedores de eventos, costumbres o simplemente hechos sociales que permitan apoyar el sistema o modo de vida de la colectividad.
En la actualidad el planeamiento cuenta con herramientas cada vez más avanzadas en materia de valoración patrimonial, y la protección del patrimonio material es un hecho consumado en lugares como el Conjunto Histórico de Sevilla, sin embargo para huir de situaciones como la gentrificación de este tipo de lugares históricos, o la pérdida de actividades comerciales, artesanales o valores sociales el planeamiento ha de complementarse con herramientas que le ayuden a salvar este tipo de inconvenientes.
El progreso de la actividad de protección del patrimonio depende de nuestra capacidad por saber adaptar las herramientas de valoración y protección del mismo, como dice Eusebio Leal Spengler “en nuestros países, poseedores de un vasto legado patrimonial, es imposible actuar en los campos de la preservación si ello no conlleva una vocación de desarrollo social y comunitario” (Spengler, 2010).
LAS FORMAS DE OCUPACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS Y EL PATRIMONIO INTANGIBLE ASOCIADO
Los espacios públicos constituyen construcciones sociales y culturales de este fragmento de ciudad histórica que hablan de permanencias, rupturas y nuevas reelaboraciones patrimoniales a través de distintas manifestaciones:
– Sus formas de sociabilidad.
– Sus costumbres y creencias.
– Sus formas de representación social.
– La lucha por la proyección de nuevas imágenes de ciudad y nuevos usos que amplían la identidad patrimonial.
En definitiva, de su cultura, le que la da una idiosincrasia particular a este sector de la población, que le da una identidad única, su cultura heredada y mantenida generación tras generación.
Nuestro interés en este patrimonio intangible y de tan alto valor, hizo que comprendiéramos la importancia que para ello tiene los espacios abiertos en la Macarena, que posibilita esta forma de vida, como si de una isla se tratara. Así pasamos de un patrimonio intangible –modos de vida- a un patrimonio tangible –espacios urbano-arquitectónicos.
A continuación pasamos a narrar las características que han hecho nos centráramos con tanto interés en este sector de la ciudad de Sevilla.
La principal baza patrimonial para catalogación como Conjunto Histórico Norte-1 es su trama histórica, y precisamente ésta es la que determina fórmulas de ocupación de los espacios tanto construidos como abiertos que la constriñen a una escala de ciudad-barrio reducida.
Las calles y los nudos de confluencia, las plazas, dotan de personalidad a la Macarena, articulando realidades históricas y abriendo ejes viarios (principalmente calles San Luis y Feria) que funcionan como lugares de paso y tránsito y estancia a través de sus ensanches y conexión con otros espacios.
Macarena como otras zonas del Conjunto Histórico, San Bernardo y Triana se han caracterizado por la persistencia, aunque hoy en crisis, de fórmulas de conexión entre los espacios colectivos (los corrales y patios de vecinos) con los públicos (plazas y calles), hasta el punto de establecer un diálogo entre ambos y una prolongación de las relaciones de sociabilidad vecinal. Fenómeno en crisis pero que se reivindica.
La ciudad viva, el Conjunto Histórico Norte 1 con sus hitos patrimoniales tan destacados como: Basílica de la Macarena-San Gil (icono más potente), la Casa Palacio del Pumarejo, Alameda, Mercado de Feria y San Marcos generan importantes entornos espaciales y de sociabilidad que representan una identidad propia de barrio que en otras zonas del Conjunto Histórico tiende a diluirse por los procesos de especialización espacial y terciarización en favor del turismo.
Se apuesta por la defensa de la ciudad viva y de los lugares mediante la salvaguarda de los valores inmateriales, es decir de la significación social y representatividad de éstos y esta zona destaca especialmente por la existencia de un sector movilizado de población que reclama los espacios abiertos de uso público y colectivo, tanto tradicionales como redefinidos patrimonialmente.
DEFINICIÓN DEL PATRIMONIO INTANGIBLE A TRAVÉS DE LAS FORMAS DE SOCIABILIDAD Y LOS USOS.
La sociabilidad y los usos en torno al territorio Macarena intramuros y extramuros de esta zona del Conjunto Histórico se concretan atendiendo al tipo de tejido social predominante y al papel económico y periférico históricamente asignado. No existen estudios antropológicos pero sí datos constatados.
El entorno Macarena asociado al norte del Conjunto Histórico cuenta con un origen esencialmente agrario, un lugar intramuros dominado por huertas, cuyo trazado responde a caminos vías comerciales que discurrían desde la puerta de la Macarena hacia el distintos puntos donde se comerciaba vinculados al sur del Conjunto Histórico.
El Conjunto Histórico, por sus condiciones de desarrollo estaba claramente vinculado al sur, y el espacio intramuros norte fue durante muchos años parcelario agrícola, vías de entrada, y algunos lugares de culto, por tanto son los inmuebles de la zona sur del Conjunto los que tienen mayor valor patrimonial, y representan la Sevilla histórica y turística. Esta parte del Conjunto Histórico está ampliamente protegida y dinamizada, pero se ha convertido en un lugar de tránsito turístico y comercial, perdiendo los posibles valores de habitabilidad que tuviera en el pasado. En el Conjunto norte los inmuebles con valor patrimonial son muy pocos, sin embargo su trama heredera del parcelario agrícola contiene una caserío que define espacios de colectividad que si contienen una serie de valores de vida de barrio muy activa y heredera de la cultura local anterior.
Actualmente existe una fuerte diferenciación de habitar el espacio entre el norte y el sur. Esta diferenciación radica en la propia condición original diferenciadora entre un espacio sur dominado por caserío, grandes palacios y equipamientos y un casco norte cuya edificación llego con la explosión de la ciudad pero que posiciona sus raíces en las actividades agrarias, pero ello no es óbice para encontrar los lugares de interconexión de los grupos sociales. El Conjunto Histórico norte fue hasta el siglo XX dominio de huertos y posteriormente artesanos, distribuidos en corralones o en talleres/residencia y los pequeños comerciantes.
Mientras en la zona sur se situaban la mayor parte de los grandes palacios de la sociedad nobiliaria y el poder administrativo y municipal, en la zona norte se mantiene durante siglos y parte del siglo XX su condición “popular” y marginal.
La condición menos atractiva desde el punto de vista turístico y desde el punto de vista patrimonial del Conjunto norte respecto al sur ha permitido que las cuestiones sociales sean a la larga aún más atractivas de analizar, entendiéndose que se le ha dado continuidad a determinado hábitos o han permanecido formas de habitar el espacio que hubieran sido imposibles bajo la presión turística.
APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO APROPIADO: ESPACIO ABIERTO. IDENTIFICACIÓN DE ESPACIOS ABIERTOS.
La ciudad postmoderna tiene una fuerte tendencia a mezclar diseño urbano, arquitectura y maquinaria policial en una sola estrategia de seguridad global. Estas condiciones han llevado a que la apropiación del espacio público esté cada vez más en crisis, y alcancemos una ingente pérdida de valores sociales y culturales asociados al espacio público. Estas cuestiones son las que nos hacen poner en cuestión el acierto en estrategias y herramientas con que estamos afrontando la protección de estos valores asociados al espacio comunitario.
Hemos de entender que en este trabajo no sólo hablamos de espacio público, ya que existen porciones del espacio privado que forma parte de la colectividad y que complementan al espacio público tradicionalmente. Es por ello que acuñamos el término “abierto”, para evadir límites de propiedad y comprender que las cuestiones socioculturales van más allá de la propiedad y no se pueden tratar de la misma forma que el urbanismo.
En este trabajo tratamos de valorar a través del discurso patrimonial un bien inmaterial, que es el modo de vida tradicional en el espacio abierto, para posteriormente relacionarlo con los nuevos modos de apropiación del mismo.
Es sin lugar a dudas el entorno Macarena un fragmento de gran interés en sus modos de vivir el espacio abierto. Frente a otros sectores de la ciudad contemporánea que nacieron bajo un diseño cuyos modos de vida no incluían la apropiación del espacio público u otros en los que se extinguió, el entorno Macarena presenta una vitalidad y dinamismo muy interesante por sus idas y vueltas entre lo público y lo privado, y por sus características de sociabilidad.
Las potentes dinámicas y movimientos globales de la sociedad actual hacen muy complicado que se den estas condiciones de sociabilidad en el espacio abierto, es por ello que entendemos que se trata de una característica muy positiva por la identificación con modos de vida pasados y la proyección y difusión que puede llegar a tener para los modos de vida contemporáneos y futuros. “La imagen ideal del espacio público corresponde al lugar de la ciudad que corresponde y origina la vida colectiva”…”por tanto la calidad del espacio público se podrá evaluar sobre todo por la intensidad y la calidad de las relaciones sociales que facilita… y por la capacidad de estimular la identificación simbólica y la integración cultural” (Cohen, J., 1999).
El entorno Macarena se presenta como un lugar donde frente a los espacios públicos como concepto jurídico creados por urbanistas pero sin sociabilidad aquí se muestran numerosos fragmentos de espacios abiertos que jurídicamente pueden ser públicos o quizás no lo sean, pero que los vecinos o las dinámicas de la ciudad los han dotado de una serie de valores que permiten e incentivan al ciudadano a apropiarse de los mismo y sociabilizar en ellos, termino cada vez más ligado a lo virtual y menos ligado a lo real. Existe un elogio de lo popular.
La relación existente entre lo público y lo privado es una de las articulaciones básicas de la sociedad que conforma el tejido urbano. Las formas con las que el ciudadano individualmente o de manera colectiva se apropia y pone en carga los espacios públicos son consecuencia de cómo usan el espacio privado. Y con ello estamos haciendo también referencia a la interacción de gente con diferentes propósitos, tratando de moldear el espacio y sus usos al que hace referencia Salcedo cuestionándose la existencia o no del espacio público (Salcedo Hansen, 2002).
El intercambio entre lo público y lo privado es un viaje de ida y vuelta que a lo largo de la historia ha ido marcando distintas gradaciones en función de los requerimientos y comportamientos de las distintas sociedades. Es decir, la apropiación del espacio público se ha vivido de formas diversas con distintas gradaciones, en la actualidad frente una crisis de la apropiación del espacio público.
El espacio de estudio, el entorno Macarena, se define como un fragmento muy interesante por su riqueza en estos viajes público-privado, donde los fragmentos de la vida histórica, unido a una nueva mezcla de generación tradicional y nuevas generaciones adaptadas a las necesidades de la sociedad actual viven de manera diferente esta gradación de tránsito entre lo público y lo privado.
Partimos de la base de que espacio público y espacio privado interactúan de forma inevitable, por lo que a raíz de esta inter-actuación aparecen conceptos como el de espacio colectivo que es “el sistema unitario de espacios y de edificios englobados en el territorio urbanizado que tienen una incidencia sobre la vida colectiva, que definen un uso común para amplios estratos de la población y que constituyen la sede y los lugares de su experiencia colectiva” (Cerasi, M., 1990). Más allá de esta definición nosotros entendemos la ciudad y sus espacios como el soporte físico del patrimonio inmaterial urbano. La interacción público-privado cualifican estos soportes.
En el caso de la Macarena y sus soportes urbanos se entiende esta relación como una negociación y no como una dominación de uno sobre el otro. El espacio público se nutre de las aportaciones de los soportes privados y viceversa. Así, las vinculaciones entre lo material e inmaterial facilitan también las relaciones público-privadas desde la perspectiva social. Se permiten pequeños eventos culturales apoyados en soportes públicos y privados, con mínimos recursos. El triunfo de la colectividad es en este tejido urbano un hecho apoyado en la no prioridad de lo privado frente a lo público, sino el enriquecimiento mutuo.
Afrontamos de esta forma un marco conceptual que pretende escaparse de las rígidas herramientas del planeamiento que poco ayudan a proteger los valores inmateriales y el patrimonio ligado a ello.
La valoración de los modos de vida, se deriva de las relaciones entre el espacio público y el privado. En el caso en cuestión que nos acontece es especialmente interesante, por cuestiones climáticas o históricas que ahora no analizaremos, las sugerencias del espacio exterior o espacio abierto.
Hablaremos de espacio abierto, entendiéndolo de forma genérica como aquel espacio público o privado al cual se nos tiene permitido la entrada de forma general sin restricciones, en un fragmento horario o en la totalidad del tiempo. Y es especialmente interesante por esa vinculación existente entre el espacio público y el privado.
Para valorar estas formas de apropiación del espacio público hay que comprender los tipos de espacio abierto que aquí están apareciendo, que más que unas estructuras rígidas de definición se encuentran en una yuxtaposición conceptual entre lo público y lo privado. A nivel de propiedad suelen ser claramente diferenciables pero a nivel funcional sus límites se diluyen.
TIPOLOGÍAS DE ESPACIO ABIERTO.
Ante la variada situación de espacios por su morfología y por las relaciones que allí se producen, la investigación trata de plantear de forma somera una serie de tipos que aproximen al lector de forma muy intuitiva a los diversos espacio, acuñando algunos ejemplos.
Dichas tipologías han sido analizadas para que se puedan observar las igualdades a nivel jurídico y urbanístico frente a las diferencias a nivel de intensidad y apropiación por parte de la ciudad a la que se está viendo sometido ese espacio. El parámetro fundamental por el que se han baremado y diferenciado los tipos es la relación existente entre espacio público y espacio privado.
Esta clasificación que se ha realizado se entiende cómo genérica, aunque los tipos presenten ejemplos del caso de estudio, entendemos que los tipos elegidos unido a otros indicadores nos pueden servir para evaluar la “salud” de los modos de vida.
Ilustración 2. Plano de las tipologías identificadas.
a) Espacio abierto público: Espacio público que puede ser habitado en cualquier momento, con libertad de horarios y espacios.
Tipo elegido: Plaza del Pumarejo.
b) Espacio abierto público limitado: Entendemos en este tipo a aquellos espacios públicos inaccesibles porque se encuentran restringidos en su horario.
Tipo elegido: Plaza del Parlamento.
c) Espacio abierto público colonizado: Entendemos en este tipo a aquellos espacios públicos que podrían ser apropiados por un colectivo de individuos por sus condiciones y características pero que han sido colonizados por otros elementos de la sociedad contemporánea, como es el tráfico, el aparcamiento, el transporte público, el servicio de basuras, etc. Esta colonización es gradual, puede estar colonizado por un solo elemento colonizador-agresor o por varios.
Tipo elegido: Calle San Luis, entorno cercano del Arco de la Macarena, Calle Relator
d) Espacio abierto de propiedad pública pero gestionada por un colectivo: Entendemos en este tipo a aquellos espacios que se caracterizan por ser de propiedad pública pero estar gestionados por un colectivo que se ha encargado de revitalizarlos y sociabilizar en ellos velando por sus valores ambientales, patrimoniales, etc. Y que son abiertos para la convivencia pública en un amplio margen horario.
Tipo elegido: Huerto del rey Moro
Ilustración 3. Huerto del Rey Moro
e) Espacio abierto privado pero de uso público: Este tipo es el de un espacio privado que además de su uso particular por sus condiciones y uso sirven para incentivar modos de vida basados en la sociabilidad.
Tipo elegido: Mercado de la Calle Feria
f) Espacio abierto privado pero con fuertes relaciones con el espacio público: Este tipo es un espacio privado que presenta condiciones espaciales muy ligadas a la sociabilidad y a la vida colectiva, de forma que establece un fuerte dialogo con el espacio público llegando incluso a fusionarse en determinados momentos.
Tipo elegido: Pasaje Valvaneras
Ilustración 4. Panorámica del Pasaje Valvaneras
METODOLOGÍA, ANÁLISIS DEL SECTOR DE ESTUDIO.
La investigación ha necesitado de un diagnóstico general con cierta perspectiva que nos permita evaluar las condiciones de partida y establecer conclusiones frente al estado de la cuestión. Se ha desarrollado un Análisis de Debilidades, Agresiones, Fortalezas y Oportunidades (DAFO) de cada uno de los tipos de espacio determinados, estableciéndose así un mapa de coincidencias y particularidades, digno del establecimiento de un mapa-diagnóstico general que apoya nuestra teoría de la existencia de carencias en las formas de afrontar el patrimonio intangible por parte de los instrumentos de protección.
Aquí lo vamos a comentar para poder tener alcance de los resultados sin entrar en profundidades punto a punto.
Entre las debilidades que se han podido constatar en el caso de estudio están: carencia de espacios libres cualificados, falta de difusión de la problemática que ello conlleva, actual situación de abandono de muchas áreas del barrio, escaso número de valores arquitectónicos y arqueológicos identificados o la falta de protección en cualquier ámbito del barrio.
Una de las principales agresiones en la zona es el fenómeno de la gentrificación, que en el caso de estudio es muy importante entendiéndose que el fenómeno de estudio es el modo de vida. En la Macarena estos fenómenos comienzan a darse a conocer a partir de la mitad de los ochenta cuando algunos sectores cercanos muy degradados, como es el caso de La Alameda comienzan a revalorizarse asumiendo los proyectos futuros que allí se iban a acometer.
Como parámetros que amenazan la calidad de vida de la población del barrio tenemos: gran movilidad urbana que diariamente soporta sus calles; como antes mencionábamos existe un abandono de áreas, algo que también ocurre a nivel social y que el planeamiento no cuenta con medidas para ello, este abandono evidentemente no está relacionado con una ausencia de propietarios. En cuanto a legislación, existen unos débiles soportes para la protección frente a las necesidades que hoy se demandan, los instrumentos aplicables en estos casos no derivan de estrategias propuestas por el Plan General de Ordenación Urbana, sino que se tratan de planeamientos independientes o estrategias socioculturales desligadas de los instrumentos del planeamiento; el hecho de que no se reconozcan estrategias de protección de los valores populares en instrumentos de protección de índole superior (Plan General de Ordenación Urbana-PGOU) hace que suponga una amenaza aún mayor.
En oposición a lo que anteriormente hemos comentado, el barrio tiene fuertes valores que nosotros vemos como fortalezas y que pueden ayudar a su normal desarrollo, así cuenta con un amplio patrimonio inmaterial –conocimientos de oficios artesanos, tradición oral relacionada con canciones, historias del barrio…la cultural, el modo de vida, en definitiva; los habitantes del barrio, quienes llevan varias generaciones tienen un alto grado de identidad y que se preocupan de pasar de padres a hijos; asimismo, el carácter belicoso del barrio perdura hoy en día y existe una gran presión social en cuanto a temas del barrio se refiere, considerándose una gran familia; no podemos olvidar las referencias paisajísticas que los macarenos consideran como una prolongación de sí mismos, que valoran y respetan; también, podemos mencionar el alto valor histórico de la zona lo que se extrapola en valor paisajístico-histórico.
Por último, entre los puntos que recogimos para valernos de ellos como oportunidades estaban las amplias posibilidades de dinamización que el barrio oferta; la presión económica, pues a tratarse de un barrio con poca inversión económica tanto pública como privada, existen atractivos que está llamando a su revaloración que aunque es un hecho lamentable:
Presión Económica
Dar servicio a Escala Metropolitana
Intervención en el Pumarejo
Planes de Rehabilitación
Zona Acampada
En este panorama del DAFO general hemos podido observar que existen una serie de características generales que establecen un marco realmente deteriorado y poco valorado tanto en lo material como en lo inmaterial.
Es un área con una fuerte complejidad en cuanto al soporte físico, urbano por su propia formación y crecimiento, arraigado a un parcelario que se densificó tarde pero que actualmente presenta una grave carencia de espacio público, y un mal uso de los mismos, a nivel de planificación y diseño, tan solo unos pocos ejemplos son ciertos activos en la vida social de la ciudad.
En el diagnóstico hemos podido ver dos claros tipo de plaza: la intervenida y la olvidada, la primera generalmente tiene que ver con criterios de diseño ajenos a los valores propios de la zona, frente a la olvidada.
La Alameda es un ejemplo que se presenta como uno de estos activos en cuanto a una escala en la que convive un tejido social diverso, vecindario y gentes que vienen de otros puntos de la ciudad, pero que se apropian de la calle sin estar reservados a otros fines más que la propia fruición de la vida en la calle.
Frente a esta situación actual hemos de extraer conclusiones respecto a los posibles valores a perder, y valores perdidos, volvemos al esquema original del objeto y podemos observar que en este viaje en paralelo que existe entre lo material y lo inmaterial hemos de determinar formulas que permitan preservar valores y queda demostrado con intervenciones como los planes urbanos que las actuaciones urbanísticas deben ir acompañadas de figuras sociales que integren el proyecto y lubriquen la aceptación del mismo en el tejido social.
Es por ello que como conclusiones generales frente al mapa que hemos planteado previamente, establecemos que los soportes legales existentes se han demostrado insuficientes
Tras el estudio realizado en diversos espacios, anotados los problemas, se concluye que nuestro bien intangible está siendo asfixiado mediante agentes físicos que interfiere de forma directa en el terreno, plazas, calles, jardines,…
De este modo, la idiosincrasia de este barrio se está viendo en peligro de una forma paulatina, atacada desde diversos frentes y con los espectadores pasivos, esperando su final. En resumen:
Espacio pierde función primigenia
Inadecuación forma-función
Deterioro del tejido social y comercial
Mobiliario urbano agresivo
Pérdida del reconocimiento del hábitat
Apropiación del espacio público por bienes privados
Especulación urbana
Zonas fantasmas
INTEGRACIÓN SOCIOCULTURAL Y URBANÍSTICA
En el numero 40 de la revista Eure encontramos un artículo de Jordi Borja el cual hace un repaso por los autores referencia en el discurso sobre la evolución de la ciudad futura, los discursos se agrupan en resumen entre una corriente de temores y alianzas con los movimientos globales y otra de esperanzas y resistencias a los mismos. Asumiendo por adelantado la evolución de los hechos acaecidos desde la publicación de este articulo hasta hoy nos posicionamos en un discurso muy cercano a la corriente más esperanzada en la capacidad de aprendizaje de la ciudad y la necesidad de eludir determinadas inercias, dicha corriente alude y se enfrenta a “la dificultad de promover un desarrollo sometido a lo global y que sea compatible con la cohesión social y la sostenibilidad ambiental, la creciente marginación de oblaciones sacrificadas en aras de la competitividad global, la banalización y pérdida de identidad de los territorios, etc.” (Borja, 2007).
Entendemos que es importante conocer la posición en que nos encontramos para plantear un discurso coherente.
En la actualidad estos debates son muy importantes y hemos de entender que de sus diferencias y respuestas llegaran los resultados y modelos urbanos de las ciudades referentes, y cuando hablamos de referentes nos referimos de aquellas urbes cuyos modelos urbanos serán imitados posteriormente, y cuyas consecuciones y debilidades serán repetidas en numerosos casos.
“El hecho urbano se ha convertido en la actualidad en el principal factor creador y modificador de territorios, paisajes y percepciones. Pero, frente a anteriores fases de desarrollo histórico en el que este también ha estado en mayor o menor medida presente junto a otros motores de los cambios territoriales, la particularidad ahora reside en dos cuestiones clave: De una parte, en que la expansión de lo urbano y la rapidez con la que ésta se ha materializado en el caso andaluz magnifica su opacidad y su propensión a modificar los usos del territorio. De otra, en que lo urbano se ha desprendido de buena parte de sus contenidos sociales de modo que si secularmente la ciudad es el soporte y el escenario de la vida ciudadana, ahora es fácil identificar la actividad humana como una consecuencia colateral en un modelo urbano esencialmente planteado desde lo privado” (Delgado & García, 2009).
La anterior cita inserta en este texto constituye, a estas altura del texto, una intención de sugerir al lector que tome un poco de distacia respecto al fuerte acercamiento al lugar en cuestión que estabamos teniendo y entendamos que estas situaciones urbanas que ocurren en lugares concretos de la ciudad no se encuentran desligados de las grandes fluctuaciones de la ciudad.
Lo urbano se desprende de buena parte de sus contenidos sociales debido a que estos no forman parte de las prioridades de las acciones de evolución. El motor de desarrollo de la metapolis ha sido el propio desarrollo, y no se intengran cuestiones locales o se da prioridad o impulso a la rehabilitación urbana e integración de modelos sociales y culturales ya existentes y que se haya considerado que han sido correctos.
En el caso de Europa el modelo de protección del patrimonio está discurriendo hasta ahora muy ligado a lo material, a bienes o conjuntos históricos cuyo valor reside fundamentalmente en lo físico, el avance en la valoración y protección de bienes inmateriales es muy reciente y hasta ahora ha venido referido a costumbres y tradiciones muy localizadas y tradicionalmente respetadas, difícilmente de poner en duda la necesidad de protegerlas ¿pero qué ocurre con las formas de habitar la ciudad, que son el resultado de cómo construimos la misma? “lo popular es la historia de lo excluido: de los que no tienen patrimonio o no logran que ese patrimonio sea reconocido y conservado…” (Zubieta, 2004).
Así pues, nos encontramos con una situación de enfrentamiento entre los instrumentos del planeamiento y las propias herramientas de protección, que aún no han avanzado suficientemente para asumir protecciones como la de la cultura popular, o los modos de vida, como hemos analizado en el caso de la Macarena.
Conclusiones
Georges Henri Rivière define patrimonio como “aquellos bienes materiales e inmateriales sobre los que, como en un espejo, la población se contempla para reconocerse, donde busca la explicación del territorio donde está enraizada y en el que se sucedieron los pueblos que la precedieron. Un espejo que la gente ofrece a sus huéspedes para hacerse entender, en el respeto de su trabajo, de sus formas de comportamiento y de su intimidad”.
Tras el estudio realizado en diversos espacios, anotados los problemas, se concluye que nuestro bien intangible está siendo asfixiado mediante agentes físicos que interfiere de forma directa en el terreno, plazas, calles, jardines,… establecemos que los soportes legales existentes se han demostrado insuficientes.
Frente a esta situación actual hemos de extraer conclusiones respecto a los posibles valores a perder, y valores perdidos. Queda demostrado con intervenciones como los planes urbanos que las actuaciones urbanísticas deben ir acompañadas de figuras sociales que integren el proyecto y lubriquen la aceptación del mismo en el tejido social. Es necesaria la labor interdisciplinar.
Consideramos que la idiosincrasia de este barrio se está viendo en peligro de una forma paulatina, atacada desde diversos frentes y con los espectadores pasivos, esperando su final: espacio pierde función primigenia, inadecuación forma-función de éste, deterioro del tejido social y comercial, aparición de un mobiliario urbano agresivo, pérdida del reconocimiento del hábitat, apropiación del espacio público por bienes privados, aumento de la especulación urbana, aparición de zonas fantasmas.
Sin lugar a dudas el discurso teórico de la definición de patrimonio es un continuo foro de debate en pro del avance social y cultural, y es por ello que deberíamos valorar y poner en crisis situaciones como las del caso de estudio, donde pequeños movimientos locales se ven muy desprotegidos ante las inercias de desarrollo urbano y los numerosos fenómenos de agresión a las formas de habitar tradicional.
El caso de la Macarena se ha mostrado como un hervidero de situaciones de gran interés, se mezclan bienes de gran valor patrimonial, bienes de escaso valor pero de gran tradición inmaterial asociada, cuya protección resulta débil y su indefensa ante los agresores amenaza su futuro; también aparecen fenómenos sociales de reivindicación, fenómenos de gentrificación, especulación inmobiliaria, y sobre todo un modo de habitar el barrio muy ligado al uso del espacio colectivo.
Ante semejante situación de complejidad es importante tener una visión local y otra con gran distancia, y es por ello que tras la investigación más inicial nos dimos cuenta que tal vez para proteger determinados elementos del patrimonio inmaterial hay que recurrir a la protección de espacios o bienes materiales que posiblemente no tenga gran valor en sí mismos pero sirven de referencia en el discurso patrimonial de otros bienes inmateriales más valorados.
El planeamiento se muestra como un instrumento insuficiente, cuya posición se ve con la necesidad de ser complementado por otras disciplinas e instrumentos que le ayuden a efectuar un cambio de modelo no basado fundamentalmente en el desarrollo sino en la evolución. Y la evolución está en alimentar el debate en situaciones como esta.
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