DE LA CASA #31: ESE VIEJO BOTE / YM.

num31

Por Yolanda Morales

Todo comenzó con un bote de 19 litros, blanco con aspecto de un guerrero que regresa a casa con un aire venturoso, el asa que le permite desafiar la gravedad se empeña en no abandonarlo para continuar experimentando esas aventuras que en este lugar se dan como margaritas al sol, se escuchan pasos exhaustos, pero firmes de ese ser extraordinario para el bote, ese fuerte humano que no se detiene ante las inclemencias, cuya coraza muestra el temple que sólo una madre es capaz de poseer, se aproxima, y el bote con la ansiedad acostumbrada por la utilidad acumulada entre obras, cemento, arena y piedras y con la expectativa palpitante, se pregunta en que podrá ser requerido por tan noble dama, se eleva por el aire y atraviesa la casa de mano de ella, el ambiente huele familiar, la temperatura es fresca y el sonido del tuctuctu en el techo no cesa, de pronto se hayan en el umbral, ambos fijan la mirada, en la estrepitosa caída de agua, la lluvia una vez más baña los pisos de este hogar, la experiencia y las carencias han forjado la imperante idea a esta mujer, que nada en la vida se debe desperdiciar, que la vida es como la “Rueda de la fortuna” y nunca está de más ahorrar. El bote y ella se miran fijamente, esta vez la misiva es tan simple y poco empleada, el bote se dispone a captar lo mayor posible para que la dama pueda utilizar el contenido en cualquier actividad.

Mary deja al agente a cargo, y retorna sobre sus pasos, desde dentro de la casa es posible escuchar el agua corriendo por doquier y en algún punto después de acumularse, caer justo dentro de ese viejo bote…

Relato de una memoria añejada
Yolanda Morales

“Captar el agua de lluvia no debería ser tan novelado, sino parte de tu cultura obligada”.

¿Cuántos techos hay en nuestro país?, tanto como personas trabajando para que todo funcione, sin embargo los costos van elevándose y el subsuelo secándose, la extracción desmedida del vital líquido va dejando serias cicatrices en nuestro contexto, se inyectan desperdicios mediante el drenaje y la basura, succionamos agua “limpia” mientras creemos que este sistema será eterno el pavimento ondula su textura y nuestra sed incrementa su voraz apetito, esta búsqueda merma la capacidad del suelo por continuar sosteniendo nuestros pies.

Los hundimientos diferenciales (http://wp.me/p2O1XF-gI) son tan palpables que solo basta con pararte en cualquier punto del centro histórico, de alguna avenida principal o en los bordes de la ciudad, es entonces cuando los vados tienen sentido y se convierten en enormes montañas asfálticas. Cada metro cúbico de agua que llega a nuestras casas proviene de plantas de tratamiento, del subsuelo o de alguna laguna que no sabemos que existe, quizá suene fatalista, pero esto es real, es nuestra actualidad y si no viramos, nuestro futuro no pinta prometedor, pero que pasaría si en lugar de extraer, le regresamos a la tierra lo tomado, y en lugar de ver girar la aguja del medidor, captamos el líquido que aún continúa su ciclo natural (mientras el cambio climático no cumpla lo prometido https://cutt.ly/tkoNCil) y se precipita en esos techos que acumulan cosas y no benefician tu cartera?

No es difícil, vamos anímate! En lugar de dejarla correr, muéstrale a los tuyos que se puede ser como Mary y ese viejo bote, hagamos más reutilizando.

La captación de agua de lluvia disminuye casi en un 65% la necesidad de utilizar agua corriente de la toma municipal, y se puede dirigir con bastante facilidad a muebles de primera necesidad o lugares que retroalimenten nuestra cuenca endorreica ya por demás sangrada.

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